| A quienes piensen que la taquigrafía es una práctica que está en vías de extinción a causa de los avances tecnológicos, esta nota les demostrará todo lo contrario, ya que esta disciplina, instalada hace más de un siglo y medio como elemento indispensable para acompañar fielmente las sesiones del parlamento, sigue gozando de buena salud. |
La taquigrafía o estenografía es todo aquel sistema de escritura rápido y conciso que permite transcribir un discurso a la misma velocidad a la que se habla. Para ello se suelen emplear trazos breves, abreviaturas y caracteres especiales para representar letras, palabras e incluso frases.
Historias
La idea de escribir a máquina fue consecuencia del afán de escribir que embargó a la Humanidad a fines del siglo XVII. Todos querían expresar su pensamiento y darlo a conocer, pero la vieja pluma de ganso, único instrumento con que contaban los escritores de la época, resultaba, además de gastable en exceso, demasiado lento.
Sin embargo, el primer ensayo serio realizado en esa dirección no fue puesto en práctica hasta 1714, cuando el ingeniero inglés Henry Ells obtuvo patente de invención por “una máquina que permitía imprimir letras separadamente, progresivamente, tal como se hace en la escritura manual… pudiendo ser de una gran utilidad y aplicación en Ios establecimientos públicos y oficinas”. Así decía el inventor en la solicitud de su patente y como entonces, en Inglaterra, no se exigía la descripción completa del aparato, sino únicamente su utilidad o el objetivo para que se destinaba lo Inventado, Milis tuvo bastante con las palabras que hemos transcripto, las que solo permiten deducir que se trata de un aparato mecánico que escribía. El siglo XIX, padre de la mecanografía práctica, comenzó dando al mundo un Invento, en 1808, del que apenas conocemos el aspecto sentimental que lo determinó. Un italiano llamado Pellegrino Turri, gran aficionado a la mecánica, construyó una máquina especialmente diseñada para que la hija del conde de Fantoni, ciega do nacimiento, pudiese escribir su correspondencia y se distrajera con su uso. Cuando la citada dama falleció, su familia hizo donación del aparato, como un recuerdo, al hijo del inventor, el sabio ítalo Giuseppe Turri. Y aquí se pierden definitivamente las huellas de este invento. Le sigue de cerca, en orden cronológico, (1833) la primera máquina construida en Francia por el señor Progin, de Marsella, y de la cual ha llegado hasta nosotros un diseño dibujado por no sabemos quién. Se trata de una serie de palancas dispuestas en círculos las cuales convergen en el centro. Es la idea que más tarde imperó en la multitud de modelos que jalonan el camino seguido por los inventores para llegar a la moderna máquina de escribir.
En 1830, un ingeniero norteamericano, Austin Burt, demostró teóricamente la escritura mecánica, exponiendo los planos de una máquina de escribir que llamó “typograph” aunque, desgraciadamente, no pasó de proyecto. Más tarde, en 1843, Charles Thurber, de la misma nacionalidad, construyó una máquina que lleva por nombre su apellido, cuyo diseño ha llegado también hasta nosotros. Se trataba de una rueda de grandes dimensiones llevando a su derredor las barras portadoras de las letras o tipos, como clavijas colgadas. Ensayos más o menos felices se realizaron hasta el último tercio del pasado siglo. Leavite, en 1845, Foucault con una rudimentaria máquina en 1849, el norteamericano Ely Beach, que en 1857 ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de Londres por lo ingenioso de su aparato, a pesar de que los hechos demostraron que’ no había resuelto el problema. Cooper y Harger, en 1853, House y Tomas Hall en el 65 y 67 respectivamente y, más tarde, John Pratt con su notable “pterotypus” fueron inventores que coadyuvaron a la consecución de la máquina moderna.
La Máquina Actual
La máquina que utilizamos hoy nació en los Estados Unidos en 1872; fueron sus inventores los ingenieros Byron, Brooks, Densmore, Fenne, Sholes y Yost. Se le dió el nombre de Rémington en recuerdo de los talleres donde se construyeron los modelos iniciales. Antes de lanzar al mercado la máquina, sus autores hicieron más de treinta modelos distintos y aun tuvieron que experimentar, después de esa labor de benedictinos, el sinsabor de comprobar que no fué muy elogiada por el público. Uno de los constructores, el célebre Yost, que más tarde había de dotar al mundo con una de las máquinas más conocidas y perfectas, comprendió el defecto de la Rémington número 1, que sólo escribía letras mayúsculas, y se le ocurrió añadirle una palanca gracias a la cual, con las mismas teclas se podían escribir mayúsculas y minúsculas. Esta modificación caracterizó a la Rémington numero 2.
La Industrialización.
A partir del momento que acabamos de describir, el asunto saltó de las manos de los inventores a las de los industriales. Con una rapidez vertiginosa fueron lanzados al mercado modelo tras modelo a razón de veinte o treinta por año. De 1867 a 1915 se presentaron más de 600 modelos de máquinas de escribir más o menos perfeccionadas.- Para comprender el grado de progreso alcanzado basta saber que hoy las hay que escriben música, matemáticas, la propia letra de uno ejecutada mecánicamente, las que escriben a distancia, las que lo hacen sobre libros, las taquigráficas que son capaces de seguir la velocidad de la palabra, las que componen caracteres tipográficos según se va escribiendo y, mientras improvisa un periodista sus artículos va componiendo su trabajo para la imprenta, la de impresión automática, por aire comprimido, por electricidad, etc. Una de las más notables curiosidades es la especialísima máquina “chinesse”, construida para escribir en chino. Fué inventada por el padre Sheffield, misionero de la American Board y presidente del colegio de Tug-Cho, capaz de escribir 400 caracteres de la lengua de Confucio.
Taquígrafo de tribunal.
| Un taquígrafo puede escribir entre 120 y 140 palabras por minuto, pero no puede extender su tiempo de escritura por más de 15 minutos sin ser relevado y se requieren al menos entre 4 ó 5 taquígrafos para poder cubrir una hora de transcripción. En el caso de un Estenotipista, la velocidad alcanzada es superior a las 140 y 160 palabras por minuto y podemos cubrir perfectamente una, dos y más horas sin necesidad de relevo. |
Los taquígrafos de tribunal trabajan en los tribunales realizando la transcripción literal de las audiencias. Anotan las declaraciones de los testigos, los alegatos, las conclusiones del juez, el veredicto y toda posterior imposición de pena.
Funciones
Los taquígrafos de tribunal escuchan con atención los procedimientos judiciales y los anotan mediante taquigrafía a máquina (o estenotipia). La taquigrafía a máquina es un sistema de transcripción en la que se emplea un teclado especial que permite registrar palabras y frases enteras con sólo una tecla. El taquígrafo de tribunal presiona un número determinado de teclas en combinación con una sola pulsación, en lugar de efectuar una pulsación para cada letra. La taquigrafía a máquina o estenotipia es, por consiguiente, mucho más rápida que la mecanografía tradicional. A veces, el taquígrafo tiene que registrar todo lo que se dice, por ejemplo, cuando hay una declaración de culpabilidad en un juzgado de lo penal. En otras situaciones, los taquígrafos sólo toman nota cuando se les pide, por ejemplo, cuando un juzgado de lo penal ve un recurso procedente de un juzgado de lo civil. Es responsabilidad del taquígrafo de tribunal producir una transcripción clara y precisa. Es posible que tenga que modificar su texto para asegurarse de que es gramaticalmente correcto y fácil de entender. Los taquígrafos de tribunal también pueden tener que comprobar hechos como nombres y citas de informes jurídicos, libros de texto, estatutos y documentos. Conectando una máquina a una pantalla de televisión, los taquígrafos de tribunal proporcionan un servicio de transcripción a "tiempo real". En ese caso, el taquígrafo reproduce el proceso como de costumbre y las palabras son traducidas por el ordenador a texto inglés y van apareciendo en la pantalla a medida que el taquígrafo las va escribiendo. Hay dos razones principales para informar de lo que sucede en los juzgados. En primer lugar, en los casos prolongados, los abogados necesitan ver una transcripción de los procedimientos habidos durante el día que les informe sobre lo que ha ocurrido y los ayude a prepararse para la siguiente etapa del caso. En segundo lugar, cuando un caso llega a un juzgado de apelación, los profesionales del derecho utilizan la transcripción de la causa original como ayuda para prepararse y ver cómo se ha llegado a las decisiones en el momento del juicio original.
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