Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

miércoles, 1 de julio de 2015

241).-La Oratoria Forense o Judicial.-a


Centro de Justicia de Santiago.

CHILE, por razones histórica, heredo de España, un sistema procesal mayoritariamente escrito, no se ha desarrollado la  oratoria jurídica plenamente, solo en los alegatos ante los tribunales superiores de Justicia, regia la oratoria. Recién a comienzo de este siglo, se expandió la oratoria a las demás etapas de los  procedimientos de primera o única instancia en materias penales,  laboral, familia, concursos, etc..


Oradores romanos


Es la que tiene como objeto ilustrar la inteligencia y mover la voluntad de los jueces para decidir si un hecho se ha realizado  o no , si una persona es o no culpable, si ha de aplicarse tal o cual regla jurídicas o si esta ha de interpretarse en uno otro sentido.
Esta finalidad especial de la oratoria forense requiere reglas especiales que indicamos a continuación.

a).-Por lo que se refiere a las cualidades del orador,debe el abogado tener,   ante todo, un profundo conocimiento de su profesión, pues por sobresaliente que sea en la oratoria, por grande que sea su elocuencia, si pasa por superficial en el conocimiento de las leyes  y de la jurisprudencia, pocos asuntos ganará y pocas causas se le confiaran. La elocuencia sirve para vestir mejor los conocimientos y hacer llegar la verdad a la inteligencia y al corazón de los jueces, por lo que es inútil cuando no se conoce bien lo que debe alegarse o defenderse.
De aquí que el orador forense deba, en segundo término, estudiar las causas que se le encarguen hasta que conozca perfectamente no solo las leyes, que deban aplicarse, sino todos los hechos y sus circunstancias, cosa en que nunca se insistirá bastante. Cicerón nos dice cómo debe procederse en este particular (De orat., libro II), manifestándonos que conversaba largo tiempo con su cliente, cuidando de que no hubiese testigo alguno, para pudiera explicarse sin recelo; que le manifestaba todas las obsesiones, como si fuera la parte contraria, para enterarse mejor del hecho y todos sus aspectos y circunstancias, y que después de irse el cliente miraba todos los hechos desde tres puntos de vista: 
el suyo, el del juez  y el del abogado contrario; y Quintiliano escribe que "no daña tanto oír lo superfluo, como ignorar lo necesario, pues muchas veces en aquellos que el litigante considera sin importancia, es donde el orador forense hallará la dolencia y el remedio. "   
Juntamente con lo que antecede , debe el abogado tener las cualidades morales de probidad y honradez, pues los oyentes no pueden prescindir del carácter  y de la fama del que habla. 
La defensa de la causas  odiosas o injustas es perjudicial al orador cuando no se hace por deber estrictamente legal.
Finalmente, ha de poseerse profundo conocimiento de las reglas y recursos de la oratoria. Se ha dicho por algunos que los discursos forenses,  sobre todo en lo civil, son más bien obras científicas y raciocinio, y que la oratoria sirve de poco ante jueces impasibles y que conocen su carrera. Aunque  hay en esto cierta parte de verdad, es preciso no exagerarla. Si el legislación fuere perfecta y no dejase nada al arbitrio de los jueces, y si los hechos y las reglas legales fueren siempre sencillas y claras, las reglas de la oratoria serían poco necesarias  y en muchos caso inútiles; mas aparte  de que no se dan tales supuestos en la ley, el orador forense necesita, mas que los otros oradores, auxiliares del arte; porque las  cuestiones de hecho y las de derecho suelen ser muy complicadas, y para hacerlas claras y perceptibles a los jueces y presentarlas por el lado más favorable es indispensable que todas las partes del discurso se conduzcan con sumo arte y se enlacen entre si de modo conveniente a su objeto. 

Por otra parte, el abogado precisa más que ningún otro orador el estudio de la retorica y el conocimiento de modelos jurídico literarios  forense, porque toda su lectura profesional conspira a corromper su elocuencia, pues, por regla general, los autores que estudia, los libros prácticos que resuelve y los autos y providencias sobre los cuales trabaja, son los peores escritos que existen en el mundo literario, capaces de corromper las oraciones del mismo Cicerón. A ello suelen conspirar también  la multitud de negocios y la costumbre, cada vez más extendida, de que los abogados hagan  sus informes sin escribirlos antes ó, cuando más, dictándoles, con lo que no se da tiempo a meditación ni al pulido de la frase. 
Cierto es que no puede exigirse a un abogado que escriba todos los informes; pero los principales deberán hacerlo hasta que se acostumbren a hablar con nitidez, elegancia y energía. y los ya avezados a las lides del foto deberán  escribir, como hacían los antiguos,  los informes de las causa mas importantes, llevando todos bien preparada y ordenada la materia y un recordatorio claro y bien distribuido, con indicación de los puntos principales  que deben tener presentes y de la manera como ha pararse de una cuestión a otra. 

Esto es de absoluta necesidad    cuando hay poco tiempo y el discurso ha de improvisarse. Véase, como ejemplo, el extracto que propone Georgias,  en sus Reglas para la improvisación, tomándolo de Dupin, para el caso de un hombre, Pedro, haya despojado á otro, Pablo, de   su propiedad, con violencia en la persona de este, pretendiendo que tal despojo  lo hizo para reintegrarse de una deuda; 

Exordio: Necesidad de proteger la propiedad.

Proposición: El que ha sido injustamente despojado, debe ser reintegrado en la posesión.

Hecho: Pedro ha despojado a Pablo.-premeditación.- Venia armado.-Puerta forzada.- Golpes.-Heridas.-Medico.-Pablo tuvo que vivir a otro sitio.

Puntos de Derecho :Derecho natural.-leyes positivas.- Código Penal (con indicación de los artículos ).-Orden publico ofendido.-Justicia por si mismo.-Jurisprudencia.

Peroración : ¡Que cosa tan indigna!.- Violación de domicilio. 

Conclusión : Pablo debe ser reintegrado en la posesión y Pablo condenado a indemnizar daños y perjuicios y a la pena establecida por el Código. 

b) En cuando a la materia del discurso, preciso es, ante todo, puntualizar bien las cuestiones principales objeto de debate, las cuales son de hecho, que se refieren a la existencia o no existencia o no existencia de un hecho  y, dentro de este, de ciertas circunstancias (Las cuestiones referentes  a esta ultimas eran llamadas  de nombre por los antiguos ) y de derecho, que   versan sobre aplicación  de la ley, en los diversos aspectos que esta aplicación lleva consigo (Existencia y subsistencia de la regla legal con relación al caso concreto que se ventile, carácter de la regla, interpretaciones, etc.). Importantísimo es determinar bien las diferentes cuestiones, sin dividir la materia de una y confundir las que sean diferentes. 

En causas o pleitos complicados deben hacerse grandes divisiones, que los muestren por partes debidamente enlazadas. La narración debe ser concisa, sin descender a menudencias inútiles; pero animada y valiéndose de periodos cortos. La confirmación o prueba puede, en cambio , ser más extensa que en oraciones de otro género, pues  conviene exponer los hechos con exactitud y recordar todas sus circunstancias, huyendo,  sin embargo, de la excesiva difusión. Las pruebas de la parte contraria deben ser apreciadas con exactitud rigurosa, pues  el engaño se descubriría fácilmente y seria de fatales efectos. 
En toda ocasión debe procurarse herir en el corazón, las dificultades principales, con lo cual caen por si solas las segundarías que aquellas se dividen.  En esto se parece el orador  forense al cazador: hay que tirar con bala y tener buena puntería. En ocasiones sera conveniente una replica pronta que ridiculice alguna  razón o argumento del contrario, pues el ridículo es un arma terrible, a condición de que se emplee oportuna y sobriamente, pues el hacer  alarde  de agudeza excesiva da la sensación de ligereza de carácter.  

c).-El estilo debe ser por lo general sencillo, porque el principal oficio del orador forense es convencer, examinando, probando  y discutiendo  las cuestiones. Debe evitarse tanto la pedantería  de prodigar los términos técnicos, como la afectación de prescindir de ellos cuando constituyen el lenguaje de la ley.  
Otra regla es la de precisión, huyendo de la verbosidad y cercenando lo inútil, pues la acumulación de palabras debilita el discurso, y puesta en claro la  materia o en su mayor fuerza y raciocinio, causa todo lo que añada después; mas en aras de la concisión no ha de caerse en la oscuridad. 
Es conveniente mostrar siempre algún grado de calor en la defensa, pues el abogado habla en nombre y representación del propio  interesado y no debe mostrarse frió e indiferente al defender los intereses que se le han encomendado: pero esto debe hacerse con dignidad, prudencia y oportunidad, teniendo  muy en cuenta la naturaleza e importancia del asunto, pues seria ridículo que uno de poca importancia se hablase con calor extraordinario.
Y llegamos al punto, enlazado con procedente, de si en oratoria forense ha de hacerse uso de las pasiones o afectos, para mover la voluntad de los jueces.  Hay quienes lo prescriben en absoluto, fundándose en que la ley es impasible, y el juez, que es su órgano, debe serlo también, no conociendo, como tal, el amor ni el odio, la cólera ni la piedad, y constituyendo un verdadero ultraje el suponerlo capaz de juzgar según estos sentimientos y no según la ley. 
En frase de Beccaria, el juez debe formar un silogismo, en el cual la mayor es la ley, la menor el delito de que se trate, y la conclusión la sentencia.
Esta doctrina es exagerada, porque, como ya indicamos, las leyes no son claras y perfectas que no dejen algo a la interpretación y al arbitro judicial. Además introducido hoy el jurado en muchos países, para juzgar de los delitos, procede distinguir entre la oratoria forense en asuntos civiles y la oratoria forense en asuntos penales.  

La primera se dirige más a convencer, pues se trata de la existencia de un derecho, a favor de una o varias personas, por lo que en ella deben reinar la exposición científica y el raciocinio, y los grandes efectos, la vehemencia y la pasión, turbando los ánimos, se oponen a la instrucción e inteligencia; pero esto no excluye el que se ponga cierto grado de pasión cuando  las consecuencias que se deriven se presten a ello, ni aquel grado de calor propio del que siente la satisfacción de haber descubierto la verdad y pretende comunicarla a los demás; así  como también podrán emplearse, aun en lo civil, recursos adecuados para animar los asuntos áridos y mantener vida la atención de los oyentes, tales como una comparación o símil que esclarezca, una metáfora que de energía, una interrogación que de fuerza y movimiento o una antítesis que realce la exposición por la oposición y el contraste. Es decir, que no se ha de confundir, como hacer algunos, la falta de pasión con la elocuencia, con la frialdad y aridez de la frase.

En los asuntos penales, en lo trata de fallar acerca de si una persona es o no delincuente, yéndola en ello el honor, la libertad y acoso la vida, hay mayor campo para los afectos: el desvalimiento, las circunstancias dolorosas del procesado, sus  desgracias, la situación en que quedaría su familia, pueden tocarse en cuando tengan relación con la causa, sobre todo cuando pueda balancear el peso de la justicia, y tirar de la balanza la piedad. Mas también  en esto se han cometido y se cometen  exageraciones, sosteniendo algunos que en ocasiones convendrá confesar el delito y mover la conmiseración de los jueces, para lo cual aconseja Bateux y Sánchez, acudir a las lagrimas. 
Esto tiene aplicación especial en los juicios por Jurados, pues la general ignorancia de estos en asuntos jurídico penales, y su accesibilidad a influencias extrañas, les lleva a disponer a su arbitro de la suerte de los acusados, habiéndose con ello dado origen a una elocuencia forense sentimental y sensiblera, caracterizando la cual escribe Navarro y Ledesma:   

"En vez de ilustrar en lo posible el criterio de Jurado explicándole con  toda claridad y llaneza el asunto que se debate, los oradores forenses procuran, por cuantos medios se hallan a su alcance, interesar tan solo el corazón y los sentimientos compasivos de los Jurados, dando a los discursos un tono melodramático anti-literario, cursi y del peor gusto. Es decir, que en vez de simplificarse los discursos forenses y ganar en sobriedad y sencillez lo que perdían de profundidad científica, se han convertido en declaraciones hueras y en sartas inconexas de figuras patéticas y de tópicos manidos.

Ademas, puede decirse que llorar ante un tribunal, como aconsejar los autores citados, no es propio del abogado, pues para ello, si fuere necesario, están la esposa, los hijos o la madre del acusado. La misión del defensor es defender, y no confesar el delito de su patrocinado, citando Pérez de Anaya, como presenciando por el, el caso de que en un tribunal el abogado defensor fue severamente reprendido por el presidente por confesar el delito de su patrocinado y renunciar a toda defensa, recomendando únicamente la suerte del reo a la piedad del tribunal.   
   
Nota.

1).-Lecciones y modelos de Elocuencia Forense Volumen I. Francisco Pérez de Anaya. Madrid. Imprenta de Don Baltasar González. Año 1848. 

2).-Principios de Retórica y Poética, de Francisco Sánchez Barbero (Moríñigo, Salamanca, 1764 - Melilla, 1819), poeta, periodista y erudito español.

3).-Charles Batteux (Vouziers, 6 de mayo de 1713 - París, 14 de julio de 1780) fue un filósofo, humanista y retórico francés, que se consagró al estudio de la Poética y la Teoría de la Literatura. 
4).- Principios de la literatura (Principes de la littérature) de 1774.



¿Qué es la “presencia” del abogado en juicio y por qué es tan importante? 

Cuando el abogado interviene en sala debe mantener lo que S.H. Goldber denomina “presencia”, o lo que es lo mismo, esa apariencia de que aquel se encuentra confortable desempeñando su rol profesional, aspecto que transmite a todo el auditorio un claro mensaje: estoy seguro y confío en mi capacidad para llevar a cabo este juicio con plenas garantías.
La presencia es un modo o una forma de estar que trasciende al exterior e influye notablemente en el trato que nos dispensará el juez, abogados, fiscales, testigos, peritos, etc., y la percepción que recibirá el cliente mientras nos observa, actitud que siempre es reflejo de una excelente preparación del caso como del respeto de las normas deontológicas que hemos de seguir en el contexto forense. Igualmente, la presencia aporta al profesional la confianza necesaria para superar favorablemente las incertidumbres del juicio.
La presencia no puede confundirse con la reputación ni con el estilo del abogado en sala. Efectivamente, mientras la reputación del abogado ante el juez es la opinión que éste tenga sobre el abogado desde la perspectiva de “actuar en sala” con todo lo que ello conlleva (autoridad, solvencia, buena fe procesal, conocimiento técnico y procesal, educación, lealtad, honestidad, cooperación, personalidad, carácter, etc.), la presencia es la percepción puntual que el juez tiene en cada juicio sobre la forma en la que el abogado está llevando a cabo su intervención (cuestión distinta es que la presencia sea un claro generador de la reputación).
Por otro lado, mientras el estilo es el aire, modo o el carácter que identifica o personaliza al orador por la forma en la que usa el lenguaje en el foro, la presencia se nutre no sólo del lenguaje, sino de múltiples factores vinculados al comportamiento en sala que van más allá de su uso.

Expuesto lo anterior, a continuación vamos a examinar algunos elementos que crean una buena presencia en sala:

Cortesía: La cortesía es el signo más evidente de que el abogado se siente confortable durante el juicio; por ser una actitud estrechamente vinculada al contacto directo con las personas que interactuamos, la cortesía genera una presencia muy favorable para el abogado. Sustancialmente, el abogado cortés sabe dirigirse al juez, abogados, partes, testigos, peritos, agentes de la administración, etc. con la máxima corrección y, en su caso, empleando las fórmulas rituales precisas (‘con la venia’, etc.). Igualmente, forman parte de la cortesía conductas como el guardar turno, no interrumpir al letrado contrario, no hablar sin permiso del juez, etc.

Autocontrol: Sea cual sea la causa, nada justifica que el letrado pierda los papeles y responda a cualquier estímulo desagradable perdiendo la serenidad y buenas formas, o lo que es lo mismo, la compostura, entendiéndose la misma como el actuar con un comportamiento comedido, moderado y discreto en el hablar y actuar, ajustado a las circunstancias de tiempo y lugar. Por lo tanto, su pérdida supone la entrada en conductas indeseadas que se caracterizan por la desproporción en el saber estar, perdiéndose la mesura y decoro exigidos por dichas circunstancias.

Prudencia: Entendida como capacidad de analizar de forma reflexiva y atenta el tipo de acción que vamos a emprender y antes de llevarla a cabo, nos impone mantener un comportamiento sereno y calmado ante situaciones que puedan enojarnos y provocar una reacción desmedida que, a la postre, podrá causarnos perjuicios irreparables. Hay que pensar y conservar la calma cuando se presentan los problemas.

Paciencia: Hermana de la prudencia, la paciencia es la virtud para soportar con entereza situaciones difíciles y complicadas que entrañan grandes dificultades y la capacidad de actuar de forma perseverante y sin alterarnos por las contrariedades que podemos encontrarnos por el camino. La paciencia constituye una herramienta ideal para, con templanza y el justo equilibrio en el actuar, evitar aquellas situaciones que puedan provocar una falta de control y disponer de la serenidad para actuar contundentemente en defensa de nuestros derechos.

Firmeza: La presencia no puede identificarse con falta de firmeza, pusilanimidad o debilidad de carácter, sino todo lo contrario, pues no hay mayor grandeza que actuar con moderación cuando todo está en nuestra contra. De hecho, se dice que la moderación es “la elegancia en el apremio”. Ahora bien, dicha moderación no está reñida con la defensa de nuestros derechos, empleando la seriedad y contrariedad que queramos transmitir; si hay que protestar citando algún derecho, si hay que llamar la atención, si hay que poner a alguien en su lugar, habrá de hacerse pero siempre evitando la desconsideración personal o la pérdida de las formas.

Naturalidad: Entendida como espontaneidad en la exposición, la naturalidad supone un uso del lenguaje adecuado a las circunstancias del caso concreto, siempre huyendo del tono familiar, poco proclive en el foro, y del afectado, tratando de alcanzar un punto medio natural. Hay que ser uno mismo, evitando emular a otros compañeros, y actuar con las características propias que vamos cultivando día a día en el foro.

Uso del lenguaje verbal y no verbal: Obviamente, todas las anteriores actitudes deben llevarse a cabo empleando un lenguaje verbal y no verbal que transmita esa concentración y focalización necesarias para sentirse bien en sala, pues si bien es importante el fondo, las formas son claves en el proceso de comunicación, y un lenguaje correcto y adecuado será esencial para transmitir la presencia.

Ahora bien, la presencia no es algo que se pueda manipular y crear voluntariamente para alcanzar sus beneficios, sino que es el resultado del afianzamiento de una serie de cualidades que, bien gestionadas durante el juicio, motivarán que el abogado, casi sin saberlo, transmita ese halo de seguridad y confort que aquella representa, si bien el profesional ella sabrá nada más entrar en sala, que se encuentra a gusto en su piel.



Hablar en la corte: desarrollos en la defensa de la corte desde el siglo XVII hasta el siglo XXI


Hablar en la corte es agradable e informativo. La premisa es simple. El arte o estilo de abogacía practicado por abogados en Inglaterra y Gales ha cambiado repetidamente durante cinco siglos. Ese cambio ha sido influenciado por numerosos factores que Watson explora cronológicamente. Su trabajo es instructivo y trata de muchos temas profesionales, pero es su uso de intrigantes viñetas y bocetos a pluma de los grandes defensores del pasado lo que le da vida.  

El contraste entre los diferentes estilos del siglo XVII queda claramente ilustrado por la comparación de Edward Coke, autor de Institutes and Reports, con Francis Bacon. El enjuiciamiento de Walter Raleigh por traición por parte del primero está lleno de vituperios y asesinatos de personajes viciosos que recuerdan los juicios senatoriales de la Roma republicana tardía. Bacon, en cambio, era cortés, serio y sucinto, y su lenguaje, donde podía escatimar o pasar por alto una broma, era noblemente censurador.

El siglo XVIII vio elementos de un mayor refinamiento y el dominio de William Garrow del interrogatorio preciso pero despiadado fue muy admirado y emulado por sus contemporáneos. Tal refinamiento fue contrarrestado por los efectos del Acta de Unión, cuando varios abogados irlandeses transfirieron sus prácticas a Inglaterra y trajeron consigo una merecida reputación de oratoria, extravagancia y entusiasmo. 

En la Inglaterra victoriana, el público abucheaba, vitoreaba o silbaba a sus abogados favoritos. Los tribunales de abogados que lloraban estaban presididos por jueces que lloraban. Punch sugirió que el drama criminal en el Great National Theatre Royal, Old Bailey necesitaba una licencia. El abogado de la reina llegó a los golpes en la cancillería. En las Sesiones de Middlesex, el abogado que puso cara de mono se enfureció tanto que el juez de primera instancia no solo abandonó su tribunal, sino que salió corriendo del edificio. La defensa del Dr. Kenealy QC del demandante de Tichborne fue descrita como un torrente incesante de invectivas y fangos sucios y repugnantes, y condujo a su expulsión del circuito de Oxford. 

Watson examina brevemente a muchos de los grandes defensores de los siglos pasados, algunos de los cuales se han desvanecido de la memoria y merecen ser recordados; otros, como Norman Birkett y Patrick Hastings, todavía resuenan. Él describe el desarrollo de la defensa forense, los códigos de conducta y cuestiones que incluyen la enseñanza de la defensa, el control de calidad y el derecho de audiencia de los abogados. 

Aquí hay algo para cada defensor y debería estar en el estante de cada defensor.

Tony Shaw QC es abogado en Red Lion Chambers, Londres



La estrategia “reptiliana”, recurso de moda de abogados exitosos en EE.UU en juicios.

Carlos Berbell 
 04/01/2016

Esta estrategia parte de la premisa de que hay que armar y argumentar el caso en sala de forma en que el jurado sienta que la conducta del acusado ha supuesto una amenaza para la sociedad.
 ¿Realidad o montaje?
Sus impulsores mantienen que su implementación ha devenido en más de 6.254 millones de veredictos y acuerdos positivos a los abogados que la han abrazado.
La estrategia “reptiliana” nació en 2009 en Estados Unidos de dos “padres”, el abogado Don Keenan y el consultor en jurados David Ball.

Ambos dieron a la luz un libro que titularon “Reptile: The 2009 Manual of the Plaintiff’s Revolution” (Reptil: El Manual 2009 de la revolución del demandante).

Keenan y Ball afirman que la estrategia está basada en datos científicos.
En concreto sobre la teoría del neurocientífico Paul MacLeans de que el cerebro del ser humano es “trino”, está formado por tres partes esenciales.
A una de esas partes la ha denominado “conjunto reptiliano”, que comprende el tronco cerebral y el cerebelo, que son las partes más antiguas de nuestro cerebro.
De acuerdo con los autores, este “conjunto reptiliano” controla las “funciones básicas vitales, como la respiración, el hambre y la supervivencia, y de forma instintiva, toma el control de las partes emocionales y cognitivas cuando esas funciones vitales se ven amenazadas”.
Se nutre de la propia evolución y por lo tanto maximiza “las ventajas” sobre “los peligros” de la supervivencia.
Por ello, el principal objetivo de la estrategia “reptiliana” consiste en enfocar cada caso de forma que el cerebro de cada miembro del tribunal del jurado haya entrado en “modo de supervivencia” cuando lleguen al veredicto.
En esencia, de lo que se trata es de persuadir a los jurados que la conducta del acusado/demandado ha supuesto una amenaza real para todos ellos, como ciudadanos. Que la conducta del acusado ha puesto en peligro a la sociedad, a sus propias maridos y esposas, hijos, familia, amigos.
La estrategia “reptiliana” recuerda mucho la teoría expuesta por George Lakoff en su célebre libro “No pienses en un elefante”, que el interés del entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo famoso.
Si bien el texto de Lakoff se centraba en el discurso político, comparte con el de Keenan y Ball su “almendra central”: la clave está en el enfoque, en hacer que el debate adopte “su” enfoque, su planteamiento, su terreno de juego.
Keenan y Ball, para la implementación de su estrategia “reptiliana” en juicio, establecen en su libro tres preguntas que el abogado del demandante debe hacerse, y contestarse, antes de ponerse ante el jurado con el fin de proyectarlas de forma clara durante todo el juicio:

1. ¿Cuáles eran las probabilidades de que lo sucedido hubiera dañado a alguien?;
2. ¿Cuánto daño podría haber causado?; 
3. ¿Cuánto daño podría causar en otras situaciones?.

Los impulsores de la estrategia “reptiliana” creen que contestando a estas tres preguntas el jurado tendrá la información necesaria para llegar a la conclusión de que el demandado/acusado actuó de forma negligente.

Al ver con sus propios ojos como los “tentáculos del peligro” demuestran que no es en absoluto un caso aislado.

Keenan y Ball reducen la estrategia “reptiliana” a una fórmula muy simple: Norma de seguridad + peligro = Reptil.

En Estados Unidos la mayor parte de los juicios que se celebran son con jurado. En todos los órdenes, a diferencia de España, en la que la competencia del jurado–puro, como en Norteamérica- se ciñe a 12 delitos penales.
El resto, en todas las jurisdicciones, la justicia la administran jueces profesionales.

A pesar de ello, esta propuesta estratégica supone una novedad a la hora de encarar los diferentes casos, de la misma forma que la de Lakoff representó un nuevo enfoque del discurso político en su  momento.
Keenan y Ball identifican dos partes importantes para establecer el marco de discusión: el alegato de apertura y el alegato final. También ponen especial hincapié en la preparación de los testigos y en el interrogatorio del acusado/demandado.



¿Cómo podemos los abogados mejorar nuestra capacidad oratoria?

Cuando el abogado interviene por primera vez en juicio, accede a la sala con unos conocimientos oratorios condicionados por la enseñanza recibida desde pequeño, el ambiente familiar en el que ha crecido, las oportunidades de acceso y fomento de la literatura e incluso la facilidad innata de la palabra. Estas circunstancias serán las que delimitarán su técnica oratoria, o lo que es lo mismo, su habilidad de hablar con elocuencia, deleitar, persuadir y conmover por medio de la palabra.

Pese al grado de comunicación oratoria alcanzado en dicha fase (que suele ser insuficiente), existen una serie de conocimientos imprescindibles para ser un buen orador, conocimientos que deberán ser adquiridos, bien mediante el propio autoaprendizaje, como a través de la lectura de publicaciones especializadas o la asistencia a cursos o seminarios.
A estos conocimientos nos referiremos en la presente colaboración.

Conocimiento del asunto.

Para todo orador forense hay una consigna esencial: sin la comprensión adecuada de todos los antecedentes del asunto que vayamos a defender no hay oratoria. La oratoria no puede, bajo ningún concepto, suplir la carencia de conocimiento de los hechos que constituyen la materia que tenemos que tratar.
Por lo tanto, la preparación del caso con el análisis contrastado de los hechos, la forma de acreditarlos a través de las pruebas necesarias y la aplicación del derecho, son elementos esenciales que deben estar siempre presente en la formación del orador.

Conocimientos jurídicos.

La formación del orador forense requiere igualmente un permanente estudio del derecho en todas sus variables: conocimiento de la norma positiva, la doctrina de los autores y de la jurisprudencia y sentencias de los tribunales menores, lo que se potenciará y actualizará a través de la oportuna preparación de los casos.

Argumentación.

La argumentación es un tipo de discurso expositivo que tiene como finalidad defender con razones o argumentos una tesis, es decir, una idea que se quiere probar o sustentar una hipótesis. En el campo forense, y siguiendo a Quintiliano, la argumentación es el tipo de razonamiento que prueba y refuta las proposiciones relativas al derecho de las personas para obtener o hacer algo legítimamente, argumentación que los abogados deberán desplegar ante los jueces, con el fin de obtener el resultado pretendido a través del alegato oratorio.
De lo expuesto puede concluirse, que sin una adecuada técnica argumentativa, será imposible que el orador forense sea eficaz en su trabajo.

Comunicación verbal y no verbal.

La comunicación verbal puede realizarse de forma oral (través de signos orales y palabras habladas) o escrita (por medio de la representación gráfica de signos). La comunicación no verbal es la que se lleva a cabo mediante el lenguaje no verbal, es decir, gestos, apariencia, postura, mirada y expresión, así como a través de multitud de signos como imágenes sensoriales (visuales, auditivas, olfativas…), sonidos, gestos, movimientos corporales, etc. Ambos lenguajes juegan un papel esencial en el proceso de comunicación en sala.
Esta materia puede cultivarse a través de la lectura de publicaciones en las que se exponen con detalle las correspondientes técnicas, si bien lo más recomendable es la asistencia a academias y escuelas que imparten cursos y seminarios de comunicación.

Asistencia a los tribunales.

Especialmente para los abogados nóveles, es muy recomendable asistir a los Juzgados con el fin de presenciar juicios orales y de esta forma, aprender cómo otros compañeros con más experiencia despliegan sus habilidades oratorias. De esta forma, al presenciar intervenciones de variada calidad, podrá aprender lo que es necesario hacer y lo que debe de evitar. Esta práctica, que ha de ser una constante hasta al menos el primer año de ejercicio, debe conjugarse con la lectura de manuales de oratoria que nos ayudarán a conocer los aspectos más relevantes.

Experiencia y hábito de informar.

La práctica del informe oral, a través de la defensa de los asuntos encomendados, constituye una herramienta esencial para desarrollar adecuadamente el arte de la oratoria. Desde el temor e inseguridad que caracterizan nuestras primeras intervenciones, el paso de los años nos ayudará a ir adquiriendo confianza y adoptando las medidas que nos ayuden a corregir los defectos que hayamos ido observando.

Conocimiento renacentista de las artes y ciencias.

En este apartado, y a modo de miscelánea, incluyo la necesidad de que el abogado disponga de un conocimiento renacentista, es decir, una cultura vasta y profunda en numerosas materias. Esto se debe a que los abogados tratamos con asuntos que no se limitan al conocimiento de la ciencia jurídica, sino que esta debe aplicarse a situaciones de la vida real que afectan a todos los órdenes de la existencia humana.
Para alcanzar dichos conocimientos, el abogado deberá frecuentar la escritura y la lectura de textos de las más variadas disciplinas.
De todo lo anterior hemos de concluir que el abogado no nace con capacidad oratoria forense, sino que se hace, o lo que es lo mismo, la adquiere a través de un proceso constante de aprendizaje sin final.




Cuatro consejos sobre cómo mejorar la oratoria para Abogados.

1 – Conocimiento del asunto.
2 – Argumentación.
3 – Comunicación verbal y no verbal.
4 – Asistencia a los tribunales.

– Conocimiento del asunto

El Abogado, antes que orador y comunicador, es Abogado, lo que implica que debe dedicar el tiempo necesario a cada asunto para conocer el transcurso de los hechos, los detalles relevantes que puedan servir para diseñar la estrategia de defensa, la documentación que considera necesaria para probar aquellas cuestiones que interesen a su cliente, etc.
En este sentido, una máxima que debe estar siempre presente es que el arte de la comunicación y de la oratoria nunca puede suplir la falta de conocimiento y preparación del asunto por parte del Abogado.

– Argumentación

La comunicación en el ámbito jurídico se caracteriza por la presencia del discurso argumentativo, con el que se pretende convencer o persuadir al Juez para que emita una resolución favorable a los intereses de nuestro cliente.
La argumentación consiste, entonces, en defender una idea mediante argumentos, lo que, traducido a la función del Abogado, consistiría en inducir, probar, refutar o ratificar lo relativo a los derechos e intereses de su cliente, con la finalidad de convencer al Juez.
Por este motivo, es fundamental que el Letrado tenga una buena técnica argumentativa, pues, de lo contrario, no comunicará de manera eficaz el mensaje. Para ello, el Abogado puede valerse de distintos métodos:

La demostración (medios de prueba) de conceptos objetivos (hechos) y no de conceptos subjetivos (opiniones), a fin de alcanzar una conclusión que confirme la hipótesis que sostiene el Abogado.
La argumentación, interrelacionando causas y consecuencias, lo que, inevitablemente, va a determinar si se ha convencido o no al Juez.
La explicación, presente tanto en el momento de la demostración como en el momento de la argumentación, pues en todo momento el Abogado está defendiendo los mismos derechos e intereses de su cliente, de manera que necesita aportar explicaciones que sustenten su discurso argumentativo.
– Comunicación verbal y no verbal

Ambos tipos de comunicación están presentes en el ejercicio diario de la profesión del Abogado:

La comunicación verbal es la principal herramienta de trabajo del Abogado (escritos de reclamación extrajudicial, escritos procesales, entrevistas con clientes, comunicaciones con compañeros, actuación en sede judicial, etc.). En este ámbito, juegan un papel fundamental las expresiones empleadas, el volumen, la entonación, el ritmo, la claridad expositiva, la densidad de información y el orden y la estructura de exposición. Al hilo de la comunicación verbal, decía Ángel Osorio y Gallardo, en su libro “El alma de la toga”: “mientras otros tienen como elementos de expresión la aritmética, la química o el dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y hablada, es decir, la más noble, la más elevada y artística manifestación del pensamiento, […], la palabra cálida, diáfana, persuasiva, emotiva que ha de determinar la convicción, mover a la piedad, deponer el enojo o incitar a la concordia: la palabra con arte. Si el abogado no es orador y escritor, no es tal abogado”.
La comunicación no verbal reviste tanta o más importancia que la comunicación verbal, si bien habitualmente se deja en un segundo plano, lo que puede perjudicarnos sin ser conscientes de ello. En este sentido, es necesario cuidar la vestimenta; la actitud y las formas con la que el Abogado se dirige a los clientes, a los compañeros y a los operadores judiciales (Jueces, Magistrados, Letrados de la Administración de Justicia y demás funcionarios de la Administración de Justicia); la postura que adopta cuando interviene en sala; la gesticulación; el uso de objetos que puedan distraer la atención (como, por ejemplo, un bolígrafo mientras el Abogado está interrogando a un testigo, informando al Juez, etc.).
Para mejorar su comunicación verbal y no verbal, el Abogado puede consultar numerosos estudios y artículos que existen al respecto e incluso acudir a cursos y seminarios de oratoria y comunicación, en los que se pueden aprender técnicas y trucos para conseguir el fin pretendido en cada momento.

– Asistencia a los tribunales

Un Abogado está en continuo aprendizaje a lo largo de su carrera; aprendizaje que puede adquirir no solamente observando la evolución en el tiempo de sus intervenciones en sala, sino también como mero espectador de otros juicios y vistas en los que pueda analizar las técnicas de comunicación de otros compañeros.

Cuando el Abogado ha de intervenir en sala, debe recordar que la asertividad es su mejor aliado para conseguir su propósito, ya que no se trata atacar la postura o los intereses de la parte contraria, sino de hacer valer los derechos e intereses de su propio cliente, pero sin sobrepasarse, ya que una exposición exagerada terminaría produciendo el efecto contrario al que se buscaba.
En cualquier caso, el arte de la comunicación y la oratoria no es algo que únicamente puedan desarrollar aquellos que tienen un don para ello, sino que es algo que se hace, que se mejora y que se perfecciona con el paso del tiempo.


Ejemplo de un gran orador jurídico.


Hastings en la portada de la revista Time , con
 la cita "¿Qué he hecho mal?" de su discurso


Sir Patrick Gardiner Hastings QC
Attorney General for England and Wales.

(17 de marzo de 1880 - 26 de febrero de 1952) fue un abogado y político inglés conocido por su larga y exitosa carrera como abogado y su breve período como Attorney General. Fue educado en Charterhouse School hasta 1896, cuando su familia se mudó a Europa continental. Allí aprendió a disparar y montar a caballo, lo que le permitió unirse a Suffolk Imperial Yeomanry después del estallido de la Segunda Guerra de los Bóers . 
Después de la desmovilización, trabajó brevemente como aprendiz de ingeniero en Gales antes de mudarse a Londres para convertirse en abogado. Hastings se unió al Templo Medio como estudiante el 4 de noviembre de 1901, y después de dos años de ahorrar dinero para la convocatoria a la barra , finalmente se tituló como abogado el 15 de junio de 1904.

Hastings saltó a la fama por primera vez como resultado del Caso del hombre encapuchado en 1912, y se destacó por su habilidad en los contrainterrogatorios. Después de su éxito en Gruban v Booth en 1917, su práctica creció constantemente y en 1919 se convirtió en King's Counsel (KC). Después de varios éxitos como KC en casos como Sievier v Wootton y Russell v Russell , su práctica quedó en suspenso en 1922 cuando volvió a ser miembro laborista del Parlamento por Wallsend en Northumberland . Hastings fue nombrado Attorney General for England and Wales en 1924, por el primer gobierno laborista , y nombrado caballero . Su autorización del enjuiciamiento de JR Campbell en lo que se conoció como el Caso Campbell , sin embargo, condujo a la caída del gobierno después de menos de un año en el poder.

Tras su dimisión en 1926 para permitir que Margaret Bondfield ocupara un escaño en el Parlamento, Hastings volvió a su trabajo como abogado y tuvo incluso más éxito que antes de su entrada en la Cámara de los Comunes. Sus casos incluyeron la Investigación Savidge y el Caso Royal Mail , y antes de su retiro total en 1948 fue uno de los abogados mejor pagados en la barra inglesa. Además de su trabajo legal, Hastings también probó suerte escribiendo obras de teatro. Aunque estos tuvieron una recepción mixta, The River se convirtió en una película muda en 1927 llamada The Notorious Lady . Después de los accidentes cerebrovasculares en 1948 y 1949, sus actividades se vieron fuertemente restringidas y murió en su casa el 26 de febrero de 1952.

Primeros años 

Hastings nació el 17 de marzo de 1880 en Londres de Alfred Gardiner Hastings y Kate Comyns Carr, pintora y hermana de J. Comyns Carr . Habiendo nacido el día de San Patricio, Hastings recibió su nombre del santo.  Su padre era solicitor con "clientes algo sórdidos",  y la familia estuvo en bancarrota repetidamente. A pesar de las dificultades financieras, había suficiente dinero en la familia para enviar a Hastings a una escuela preparatoria privada en 1890 y a Charterhouse School en 1894. A Hastings no le gustaba la escuela y decía: 
"Odiaba la campana que nos llevaba por la mañana, odiaba a los maestros; sobre todo, odiaba el trabajo, que nunca me interesó en lo más mínimo"
Fue intimidado tanto en la escuela preparatoria como en Charterhouse, y no sobresalió ni en los deportes ni en sus estudios. 

En 1896, la familia había atravesado otro período de problemas financieros y Hastings dejó Charterhouse para mudarse a Europa continental con su madre y su hermano mayor Archie hasta que hubo suficiente dinero para que la familia regresara a Londres. La familia inicialmente se mudó a Ajaccio en Córcega, donde compraron varias armas viejas y enseñaron a disparar a Hastings y a su hermano. Después de seis meses en Ajaccio, la familia se mudó nuevamente, esta vez a las Ardenas , donde también aprendieron a pescar y montar a caballo.
Mientras estaban en las Ardenas, Hastings y su hermano fueron arrestados y detenidos brevemente por asesinato. Mientras asistía a una fiesta en un pueblo cercano, Archie tuvo un desacuerdo con el sacerdote local, quien lo acusó de insultar a la iglesia francesa después de malinterpretar uno de sus comentarios.  Los hermanos volvieron a ver al sacerdote al día siguiente para exigir una disculpa, y después de recibirla, comenzaron a regresar a casa. 
 En el camino fueron detenidos por dos gendarmes que los arrestaron por asesinato, informándoles que el sacerdote había sido encontrado muerto diez minutos después de que salieran de su casa.  Mientras los gendarmes se preparaban para llevar a los Hastings a la estación de policía, aparecieron dos oficiales más con un aldeano esposado. Resultó que el sacerdote había tenido una aventura con la hermana del aldeano y, después de esperar a que los Hastings se fueran, entró en la casa del sacerdote y lo mató con un ladrillo. Los hermanos Hastings fueron liberados rápidamente. 
Poco después de este incidente, la familia se mudó de las Ardenas a Bruselas después de recibir un mensaje de su padre de que los problemas financieros habían terminado. Cuando llegaron a Bruselas se encontraron con que la situación era peor que antes, y la familia se mudó entre hoteles baratos, cada uno peor que el anterior.  Desesperado por un trabajo, Hastings aceptó la oferta de un aprendizaje con un ingeniero inglés que afirmaba haber fabricado una máquina para extraer oro en el norte de Gales.  Después de aproximadamente un año y medio de trabajo, descubrieron que no había oro en esa parte de Gales, y se le informó a Hastings que sus servicios ya no serían necesarios. 

Servicio militar y llamada al barra 

Hastings abandonó la operación minera fallida en 1899 y viajó a Londres. Justo después de su llegada, estalló la Segunda Guerra de los Bóers y el gobierno británico pidió voluntarios para unirse a una fuerza expedicionaria. Las únicas calificaciones requeridas eran que el recluta pudiera montar y disparar, y Hastings inmediatamente solicitó unirse a Suffolk Imperial Yeomanry.  
Fue aceptado, y después de dos semanas de entrenamiento, el regimiento recibió caballos y abordó el SS Goth Castle a Sudáfrica. El barco llegó a Ciudad del Cabo después de tres semanas, y el regimiento desembarcó. Se consideró que sus caballos eran demasiado débiles para ser montados, por lo que en su lugar fueron dados de alta y sacrificados o entregados a otros soldados. Hastings no disfrutó su tiempo en el ejército; el clima era malo,  las órdenes dadas eran confusas y se les proporcionó un equipo mínimo. 

Hastings fue nombrado explorador, un deber que disfrutaba plenamente; significaba que llegó primero a las granjas seleccionadas y tuvo tiempo de robar pollos y otros alimentos antes de que llegara la Policía Militar Real (ya que el saqueo era un delito penal).  
Hastings no era un soldado modelo; además de saquear, estimó que cuando dejó el ejército había "sido acusado y juzgado por casi todos los delitos conocidos por la ley militar". 
 Después de dos años de lucha, el Tratado de Vereeniging se firmó en 1902, poniendo fin a la Segunda Guerra de los Bóers, y su regimiento fue devuelto a Londres y desmovilizado.
Cuando Hastings regresó, había decidido convertirse en abogado.  Había varios problemas con este objetivo: en particular, no tenía dinero, y la formación de abogados era extremadamente costosa.  A pesar de esto, se negó a considerar un cambio de carrera y se unió a Middle Temple como estudiante el 4 de noviembre de 1901. 
 No está claro por qué eligió este Inn of Court en particular (su tío J. Comyns Carr , su única conexión con el bar era miembro del Inner Temple ), pero la explicación más probable era que el Middle Temple era popular entre los abogados irlandeses y Hastings era de ascendencia irlandesa. 
Los exámenes requeridos para convertirse en abogado no eran particularmente difíciles o costosos, pero una vez que un estudiante aprobaba todos los exámenes, se esperaba que pagara la entonces enorme suma de £ 100 (equivalente a aproximadamente £ 11,500 en 2015 ) cuando él fue llamado al bar y Hastings estaba literalmente sin un centavo. 

Tan pronto como se unió al Middle Temple, Hastings comenzó a ahorrar dinero para su ingreso a  barra, comenzando con media corona de la venta de su Medalla de la Reina de Sudáfrica a un prestamista .  Las normas y reglamentos de Inns of Court significaban que a un estudiante no se le permitía trabajar como " comerciante ", pero no había ninguna norma que prohibiera trabajar como periodista, y su primo Philip Carr, crítico de teatro del Daily News , le consiguió un trabajo escribiendo una columna de chismes para el News por una libra a la semana. 
Este trabajo duró unos tres meses; tanto él como Carr fueron despedidos después de que Hastings escribiera un artículo para el periódico que debería haber hecho Carr. A pesar de esto, sus nuevos contactos dentro del periodismo le permitieron conseguir trabajos temporales escribiendo reseñas de obras de teatro para Pall Mall Gazette y Ladies' Field . Después de dos años de trabajar jornadas de dieciocho horas, había ahorrado £ 60 de las £ 100 necesarias para ser llamado a la barra, pero aún no había estudiado para los exámenes porque no podía permitirse comprar ningún libro de derecho. Durante el año siguiente, sus ingresos disminuyeron, ya que se vio obligado a estudiar para los exámenes en lugar de trabajar para los periódicos.  A fines de mayo de 1904, tenía las 100 libras esterlinas necesarias y fue llamado a la barra el 15 de junio. 

Carrera como abogado


En ese momento, no había una forma organizada para que un nuevo abogado encontrara un maestro de alumnos o un conjunto de despachos de abogados y, además, se esperaba que el abogado pagara al maestro de alumnos entre 50 y 100 guineas (equivalente a entre £ 6,000 y 12.000 libras esterlinas en 2015).  Esto estaba fuera de cuestión para Hastings; gracias al costo de su llamada al bar , era tan pobre que tuvo que comprar su peluca y su túnica a crédito . En cambio, deambuló por Middle Temple y por casualidad se encontró con Frederick Corbet., el único abogado en ejercicio que conocía. Después de que Hastings explicara su situación, Corbet le ofreció un lugar en su conjunto de aposentos, que Hastings aceptó de inmediato. 
Aunque ahora tenía un lugar en las cámaras, Hastings no tenía forma de obtener un alumno (Corbet solo se ocupaba de los casos del Consejo Privado ) y, en cambio, decidió aprender por sí mismo observando los casos en los Tribunales Reales de Justicia . Hastings tuvo suerte: el primer caso que vio involucró a Rufus Isaacs , Henry Duke y Edward Carson , tres de los abogados ingleses más distinguidos de principios del siglo XX.  Durante las próximas seis semanas hasta elvacaciones en la corte , Hastings siguió a estos tres abogados de corte en corte "como un sabueso fiel".

Encontrar una tenencia 

Al comienzo de las vacaciones de la corte en agosto de 1904, Hastings decidió que sería mejor encontrar un alquiler en un conjunto de cámaras más prestigioso; Corbet solo se ocupaba de dos o tres casos al año, y era poco probable que los abogados dieran informes a un abogado del que nunca habían oído hablar. Charles Gill dirigió el conjunto de cámaras debajo de Corbet., un abogado muy respetado. Hastings podría mejorar su carrera a través de una asociación con Gill, pero Gill en realidad no conocía a Hastings y no tenía motivos para ofrecerle un lugar en sus aposentos. Hastings decidió que pasaría las vacaciones de la corte escribiendo un libro de derecho y se presentó a Gill preguntándole si le importaría que le dedicaran el libro. Hastings escribió el libro sobre el tema de la ley relacionada con los préstamos de dinero , algo de lo que sabía muy poco. Eliminó esto al incluir grandes extractos de las sentencias en casos relacionados con préstamos de dinero, lo que aumentó el tamaño del libro y redujo la cantidad que realmente tendría que escribir. 
Hastings terminó el libro justo antes de que terminaran las vacaciones de la corte y le presentó el borrador a Gill de inmediato.  Gill no le ofreció a Hastings un lugar en sus aposentos, sino que le dio una copia de un informe "para ver si podía hacer una nota que pudiera ser útil para [Gill]".  
Pasó horas escribiendo notas e "hizo de todo con el informe, excepto ponerle música", [antes de devolvérselo a un complacido Gill, quien le permitió llevarse otro informe.  Durante los siguientes dos años, Gill le permitió trabajar en casi todos los casos en los que apareció. Finalmente, los abogados se fijaron en él y le dejaron informes a él en lugar de a Gill. Al final de su primer año como abogado, había ganado 60 guineas y al final de su segundo año había ganado £ 200 (equivalente a aproximadamente £ 7,200 y £ 22,900 respectivamente en 2015).

El 1 de junio de 1906, Hastings se casó con Mary Grundy, la hija del teniente coronel retirado F. L. Grundy, en la Iglesia de Todos los Santos, Kensington . Se habían conocido a través de la familia de su tío J. Comyns Carr, quien había llevado a Hastings a cenar a la casa de los Grundy.  Después de varias reuniones, Hastings le propuso matrimonio, pero la boda se pospuso durante mucho tiempo debido a su falta de dinero. 
En enero de 1906, Hastings se convirtió en secretario temporal de John Simon , que acababa de convertirse en miembro del Parlamento , y cuando dejó el cargo, Simon le entregó un cheque por valor de 50 libras esterlinas.  Hastings y su prometida "nunca habían tenido tanto dinero antes", y en virtud de esto decidieron casarse. 
 Su matrimonio cambió su perspectiva de la vida: ahora se dio cuenta de que para mantener a su esposa tendría que trabajar mucho más duro para conseguir casos.  Para hacer eso, necesitaría unirse a un conjunto de cámaras muy respetado; aunque Gill le estaba dando informes, todavía estaba en los aposentos de Corbet, que vio pocos negocios. 
Hastings se acercó a Gill y le pidió un lugar en sus aposentos. Los aposentos de Gill estaban llenos, pero sugirió a un abogado muy respetado llamado F. E. Smith , y Hastings fue a verlo con una carta de recomendación de Gill. Smith estaba fuera y, en cambio, Hastings habló con su empleado; los dos no se llevaban bien y Hastings se fue sin asegurar un lugar. 
 Hastings luego describió esto como "el momento más afortunado de toda mi carrera". Directamente debajo de las cámaras de Smith estaban las de Horace Avory , uno de los abogados más destacados del siglo XIX y principios del XX.  Mientras se preparaba para regresar a casa, se le informó a Hastings que Chartres Biron(uno de los abogados que ocuparon las cámaras de Avory) había sido nombrado Magistrado Metropolitano, lo que liberó un espacio en las cámaras.  Inmediatamente fue al secretario de Avory y le pidió que le presentara a Hastings a Avory. Avory inicialmente se negó a darle a Hastings un lugar en las cámaras, pero después de que Hastings perdió los estribos y exclamó que "si no quería que lo ayudara, me dejaría más tiempo para mí", Avory se rió y cambió de opinión. 

Sus propias cámaras.

En 1910, Horace Avory se convirtió en juez. Hastings se enteró por primera vez cuando leyó el informe en los periódicos de la mañana y se sintió consternado porque nuevamente tendría que buscar un alquiler en otra cámara. En cambio, tuvo la idea de que él mismo podría hacerse cargo de las habitaciones de Avory, lo que le permitiría evitar la molestia de encontrar un nuevo inquilino.  Sin embargo, mantener un conjunto de cámaras era muy costoso; además de pagar el alquiler, se esperaba que el jefe de cámara pagara a los secretarios.  Hastings le sugirió a Avory que Avory podía pagar el alquiler y que Hastings le devolvería el dinero cuando tuviera el dinero.
A pesar de la reputación de Avory como "frío y duro", estuvo de acuerdo con esta idea e incluso dejó que Hastings se quedara con los muebles, incluida la valiosa silla de Avory que una vez había pertenecido a Harry Polonia . 
Aunque este fue un buen comienzo, Hastings no era un abogado particularmente conocido, y los casos eran pocos y esporádicos.  Para sortear la falta de fondos, Hastings aceptó a un alumno , y durante el año siguiente Hastings vivió casi exclusivamente de las tasas que el alumno le pagaba. Para mantener la apariencia de una cámara activa y ocupada, Hastings hizo que su secretario tomara prestados documentos de otros abogados y se los diera al alumno para que los trabajara, alegando que eran casos de Hastings. 

El caso del encapuchado
Case of the Hooded Man

Su primer caso importante fue "El caso del encapuchado". El 9 de octubre de 1912, el conductor de un carruaje tirado por caballos vio a un hombre agachado cerca de la puerta principal de la casa de la condesa Flora Sztaray en Eastbourne . Se sabía que Sztaray poseía grandes cantidades de joyas valiosas y que estaba casado con un rico noble húngaro, y suponiendo que el hombre agachado era un ladrón, el conductor llamó inmediatamente a la policía.  El inspector Arthur Walls fue enviado a investigar y ordenó al hombre que bajara. El hombre disparó dos tiros, el primero de los cuales golpeó y mató a Walls. 
Unos días después del asesinato, un ex estudiante de medicina llamado Edgar Power contactó a la policía y les mostró una carta que, según él, había sido escrita por el asesino.  Decía:
 "Si quiere salvarme la vida, venga de inmediato a 4 Tideswell Road. Pregunte por Seymour. Traiga algo de efectivo. Muy urgente". 
 Power le dijo a la policía que la carta había sido escrita por un amigo suyo llamado John Williams, quien, según él, había visitado la casa de Sztaray para robarla antes de matar al policía y huir. Williams luego se reunió con su novia Florence Seymour y le explicó lo que había sucedido. Los dos decidieron enterrar el arma en la playa y enviar una carta al hermano de Williams pidiéndole dinero para regresar a Londres, que luego se le dio a Power. 
Power ayudó a la policía a realizar una operación encubierta , diciéndole a Seymour que la policía sabía lo que había sucedido y que la única forma de salvar a Williams era desenterrar el arma y moverla a un lugar más seguro. Cuando Seymour y Power fueron a hacer esto, varios policías (que habían estado al acecho) inmediatamente la arrestaron a ella y a Power (quien fue liberado unas horas después). Seymour estaba en malas condiciones tanto física como mentalmente, y después de unas horas escribió y firmó una declaración que incriminaba a Williams. Power nuevamente ayudó a la policía, convenciendo a Williams de reunirse con él en la estación de Moorgate , donde Williams fue arrestado por la policía y acusado del asesinato de Arthur Walls. Williams sostuvo que era inocente del asesinato y el robo.
El caso de Williams llegó a juicio el 12 de diciembre de 1912 en Lewes Assizes , con Hastings para la defensa. A pesar de un fuerte argumento y pocas pruebas directas contra Williams, fue declarado culpable y condenado a muerte. El caso generó una gran cantidad de publicidad, así como una audiencia de apelación en la que Hastings demostró sus habilidades legales.
 El caso lo estableció como un excelente abogado, particularmente en lo que respecta al contrainterrogatorio. 

Fue elogiado tanto por el juez inicial, Arthur Channell ,  como por el juez presidente de la apelación, Lord Alverstone , por su habilidad en la defensa de Williams. El anuncio que este caso dio de sus habilidades le permitió trasladar parte de su práctica de los tribunales del condado al Tribunal Superior de Justicia , donde su trabajo aumentó lentamente en valor y tamaño. 
El caso hizo que su nombre fuera bien conocido y lo ayudó a encontrar trabajo, pero todavía trabajaba principalmente en casos en los tribunales del condado.  Estos no pagaban particularmente bien, y para sortear esta falta de dinero, su empleado le hizo contratar a seis nuevos alumnos a la vez.
 La corta duración de los casos de los tribunales del condado y la cantidad de casos que recibió Hastings significaron que se ocupó de hasta seis casos en un solo día,  corriendo de un tribunal a otro con sus alumnos en una " procesión de Mafeking " que él más tarde descrito como "los precursores de la división Panzer moderna ". 

Primera Guerra Mundial

Poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, Hastings y su familia se preparaban para viajar a Alemania de vacaciones. El día de la partida recibió una nota de un cliente que decía "Me dices que te vas a Alemania. No te vayas, estaremos en guerra dentro de cuarenta y ocho horas".  
Hastings prestó atención a esta advertencia y permaneció en Inglaterra; la guerra se declaró entre Gran Bretaña y Alemania menos de dos días después.  Hastings mismo se ofreció como voluntario para servir en las fuerzas armadas, pero fue rechazado por no ser apto médicamente. 

Gruban contra Booth 

Su siguiente caso civil destacado fue el de Gruban v Booth . John Gruban era un hombre de negocios nacido en Alemania, originalmente llamado Johann Wilhelm Gruban, que había llegado a Inglaterra en 1893 para trabajar para una empresa de ingeniería, Haigh and Company. Para 1913, había convertido el negocio de una empresa casi en bancarrota en un exitoso fabricante de máquinas herramienta y, al estallar la Primera Guerra Mundial, fue una de las primeras empresas en producir máquinas herramienta utilizadas para fabricar municiones.  Esto convirtió a Gruban en una figura importante en un mercado ahora grande, e intentó recaudar £ 5,000 para expandir su negocio (equivalente a aproximadamente £ 510,500 en 2015). 
 Por consejo independiente, se puso en contacto con Frederick Handel Booth , un destacado liberal Miembro del Parlamento que fue presidente de Yorkshire Iron and Coal Company y dirigió la investigación del gobierno sobre el escándalo de Marconi . Cuando Gruban se puso en contacto con Booth, Booth le dijo que podía hacer "más por [su] empresa que cualquier hombre en Inglaterra", afirmando que David Lloyd George (en ese momento Ministro de Municiones ) y muchos otros funcionarios gubernamentales importantes eran amigos cercanos. Con 3.500 libras esterlinas prestadas por su cuñado, Booth invirtió inmediatamente en la empresa de Gruban. 
Booth se abrió camino en la empresa con una serie de afirmaciones falsas sobre su influencia, y finalmente se convirtió en presidente de la junta directiva al afirmar que era la única forma de evitar que Gruban fuera internado debido a su origen alemán. Tan pronto como esto sucedió, expulsó a Gruban de la empresa, dejándolo en la indigencia, y finalmente arregló su internamiento.  Gruban apeló con éxito contra el internamiento y llevó a Booth a los tribunales. 
El caso de Gruban v Booth se abrió el 7 de mayo de 1917 en la División del Banco del Rey del Tribunal Superior de Justicia frente al juez Coleridge . Patrick Hastings y Hubert Wallington representaron a Gruban, mientras que Booth estuvo representado por Rigby Swift y Douglas Hogg . El juicio atrajo tal interés público que el último día, a los abogados les resultó físicamente difícil atravesar la multitud que rodeaba los tribunales de justicia.  ​​Aunque tanto Rigby Smith como Douglas Hogg eran abogados muy respetados, el contrainterrogatorio de Boothpor Hastings fue tan hábilmente hecho que el jurado tardó sólo diez minutos en encontrar que había sido fraudulento; otorgaron a Gruban £ 4,750 (alrededor de £ 283,200 en 2015). 

Consejo del Rey.

Su éxito en Gruban v Booth permitió a Hastings cambiar su práctica de los tribunales del condado al Tribunal Superior, y al comienzo del mandato de Hilary en 1919, solicitó convertirse en King's Counsel (KC). Convertirse en KC era un riesgo; pasaría de competir con otros abogados jóvenes a enfrentarse a las mejores mentes de la profesión. A pesar de esto, decidió correr el riesgo y fue aceptado más tarde ese año.

Comité Selecto de la Cámara de los Lores

Su primer caso importante como abogado del rey fue representar al coronel Bersey en el Comité Selecto de la Cámara de los Lores en la Royal Air Force de Mujeres . Bersey era una oficial superior de la Royal Air Force de Mujeres (WRAF) y, junto con varios otros oficiales, había sido acusada de conspirar para que la comandante de la WRAF, Violet Douglas-Pennant , fuera destituida de su cargo para encubrir la "inmoralidad generalizada". en los campamentos de WRAF.  Lord Stanhope formó un Comité Selecto de la Cámara de los Lores para investigar estas afirmaciones, y comenzó a reunirse el 14 de octubre de 1918. 
Hastings tomó la iniciativa en el contrainterrogatorio de Douglas-Pennant.  Acusó a Bersey y a otros de promover esta "inmoralidad generalizada" y no tener en cuenta los mejores intereses de la WRAF. Sin embargo, cuando se le interrogó, no pudo proporcionar ninguna evidencia de esta "inmoralidad generalizada" o cualquier tipo de conspiración, diciendo que no pudo encontrar ningún caso específico de "inmoralidad" en los campamentos que visitó y que fue "siempre un rumor". 
 Después de tres semanas, el comité despidió a todos los testigos. El informe final se produjo en diciembre de 1919 y encontró que Douglas-Pennant había sido completamente incapaz de fundamentar sus afirmaciones y merecía "la más grave censura". Como resultado, Douglas-Pennant nunca más fue empleado por el gobierno.

Difamación y divorcio 

Durante su tiempo en el colegio de abogados, Hastings estuvo involucrado en una variedad de casos de difamación y en un caso de divorcio que cambió significativamente la ley relacionada con la admisión de pruebas de los cónyuges con respecto a la legitimidad o ilegitimidad de un hijo. Su primer caso de difamación significativo fue Sievier v Wootton .  Robert Sievier era un conocido periodista y propietario de carreras de caballos con una reputación de roces con la ley y tratos turbios, habiendo sido juzgado previamente por chantaje y absuelto por un tecnicismo. 
En 1913 acusó a Richard Wootton, un destacado entrenador de caballos de carreras, de ordenar a sus jinetes que se retiraran de las carreras si había apostado por otro caballo para permitirle ganar grandes cantidades de dinero. Wootton lo demandó por difamación y ganó, pero solo se le otorgó un centavo simbólico por daños porque el jurado pensó que Sievier no tenía la intención de causar daño. Como resultado de esta victoria pírrica , Wootton le guardó rencor a Sievier durante muchos años. 
Como venganza, Wootton escribió un panfleto titulado Incidentes en la vida pública de Robert Standish Sievier en el que afirmaba que Sievier había sido expulsado del Victoria Racing Club , declarado en bancarrota dos veces, estafado a un hombre de 600 libras esterlinas en un juego de billar y chantajeado . otro por 5.000 libras esterlinas. 
El folleto se publicó el día del Grand National y se distribuyó ampliamente entre la multitud, y en respuesta, Sievier demandó a Wootton por difamación. Sievier compareció sin abogado, mientras que Wootton estuvo representado por Sir Edward Carson ., Hastings y E. H. Spence. Después del segundo día del juicio, Carson fue llamado a Irlanda por asuntos políticos y Hastings se vio obligado a actuar como el principal abogado de Wootton. Hastings destruyó la reputación de Sievier en el contrainterrogatorio y el jurado decidió a favor de Wootton.

En 1922, se involucró en Russell v Russell , que finalmente llegó a la Cámara de los Lores , que estableció una regla de derecho consuetudinario según la cual las pruebas sobre la legitimidad o ilegitimidad de los hijos nacidos en el matrimonio son inadmisibles si las proporciona cualquiera de los cónyuges. [59] John Russell , más tarde Lord Ampthill, se casó con Christabel Hart en 1918, y ambos cónyuges acordaron que no querían tener hijos. En octubre de 1921, Christabel Russell dio a luz a un hijo, Geoffrey Russell , y John Russell inmediatamente solicitó el divorcio y declaró bastardo al niño. [60] Afirmó que el niño no podía ser suyo porque no había tenido relaciones sexualescon su esposa desde agosto de 1920. 
Hastings representó a Christabel Russell en el juicio inicial en el Tribunal Superior y perdió; la decisión fue apelada ante el Tribunal de Apelación , donde volvió a perder. Luego, el caso se envió a la Cámara de los Lores , que por una mayoría de tres a dos (con Lord Birkenhead dando la sentencia principal) anuló las sentencias anteriores y dijo que la evidencia de John Russell en cuanto a la legitimidad de su hijo era inadmisible.  Sin embargo, Hastings no representó a Christabel Russell en el caso de la Cámara de los Lores porque en ese momento ya era Attorney General for England and Wales.

Política

Hastings se involucró por primera vez en la política después de la Primera Guerra Mundial, cuando se unió al Partido Liberal para ayudar a mejorar las condiciones sociales de las personas más pobres del Reino Unido.  Estaba siendo preparado para ser el candidato liberal de Ilford en las elecciones generales de 1918, pero se desanimó por la alianza liberal con el Partido Conservador , y también por las divisiones en el partido; como resultado, renunció a la candidatura. 
Hastings finalmente cambió de bando y se unió al Partido Laborista. Su conversión, especialmente a la luz de los acontecimientos posteriores, fue considerada por algunos como sospechosa: su entrada en el Dictionary of Labor Biography informa especulaciones de que Hastings previó que Labor podría llegar al gobierno y tenía pocos abogados de alto nivel para ocupar el cargo de oficial de la ley. publicaciones  John Paton , después de hablar desde la misma plataforma del Partido Laborista Independiente (ILP) que Hastings, llegó a la conclusión de que Hastings daba discursos políticos usando su habilidad como abogado para dominar un escrito; en el tren a casa, Hastings parecía no haber oído hablar del ILP. 
Después de una entrevista con Sidney y Beatrice Webb , se convirtió en el candidato laborista de Wallsend en diciembre de 1920. Beatrice Webb escribiría más tarde en sus diarios que Hastings "no tenía ningún propósito público sincero" y era "un tipo desagradable de abogado inteligente y arribista político". , que saltó al Partido Laborista justo antes de las elecciones de 1922, cuando quedó claro que el Partido Laborista era el gobierno alternativo y no tenía ni un solo abogado de posición adjunto". [66] Sin embargo, Hastings fue devuelto por Wallsend con una mayoría de 2.823 en las elecciones generales de 1922 . 

Después de regresar a Londres desde Wallsend, asistió a una reunión completa de diputados laboristas para decidir quién se convertiría en el presidente del partido. Esto significó efectivamente elegir al líder de la Oposición Leal de Su Majestad , porque el Partido Laborista era el partido de oposición más grande en la Cámara de los Comunes . Los dos candidatos eran Ramsay MacDonald y J. R. Clynes , y Hastings, que apoyaba a MacDonald, convenció a seis nuevos diputados para que lo apoyaran.  MacDonald fue elegido por un margen de sólo cinco votos, y Hastings luego lamentó su apoyo. 
Hastings era, de hecho, el único abogado laborista con experiencia en la Cámara de los Comunes en ese momento, e inmediatamente se convirtió en líder y en el principal portavoz del partido en asuntos legales.  Hizo su discurso de debut el 22 de febrero de 1923 contra el Proyecto de Ley de Restricciones de Renta, una enmienda a la Ley de Renta de 1921 . 
Lo atacó como "una monstruosa pieza de legislación",  y los parlamentarios conservadores lo gritaron repetidamente como un "traidor a su clase".  Como resultado de esto y del lento funcionamiento del Parlamento, Hastings rápidamente se sintió frustrado por la política. 

Órdenes de internamiento

Después de la Guerra de Independencia de Irlanda, el Estado Libre de Irlanda se estableció como un Dominio británico independiente que cubría la mayor parte de la isla de Irlanda . Después de una breve guerra civil entre las fuerzas a favor del Estado Libre y los miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) que querían que cualquier nación independiente cubriera toda la isla, se confirmó el estado del Estado Libre de Irlanda y el IRA se vio obligado a pasar a la clandestinidad.
El IRA tenía partidarios en el Reino Unido, trabajando abiertamente como la Liga Irlandesa de Autodeterminación (ISDL), y el gobierno del Estado Libre compartió los nombres de estos partidarios con las autoridades británicas, quienes los vigilaron de cerca. Entre febrero y marzo, el gobierno del Estado Libre proporcionó información sobre personas que, según dijo, formaban parte de complots generalizados contra el Estado Libre de Irlanda que se preparaban en suelo británico.
 El 11 de marzo de 1923, la policía de Gran Bretaña arrestó a simpatizantes del IRA que vivían en Gran Bretaña, incluido Art O'Brien , el jefe del ISDL. Las fuentes discrepan sobre los números, dando aproximadamente ochenta o aproximadamente 100.  
Los hombres arrestados fueron colocados en trenes especiales y enviados a Liverpool, donde fueron trasladados a Dublín a través de un destructor de la Royal Navy . Más tarde se supo que no solo había muchos ciudadanos británicos (el propio Art O'Brien había nacido en Inglaterra), al menos seis nunca habían estado en Irlanda antes. 
Al día siguiente, los arrestos fueron cuestionados públicamente en la Cámara de los Comunes, y un diputado laborista, Jack Jones , inició un debate sobre el tema por la tarde. WC Bridgeman , el Ministro del Interior , dijo que había ordenado directamente a la policía que arrestara a los miembros de ISDL bajo la Ley de Restauración del Orden en Irlanda de 1920 , y que había consultado al Attorney General, quien lo consideró perfectamente legal. Hastings inmediatamente se puso de pie y protestó, diciendo que la Ley era "una de las cosas más terribles que se han hecho en la historia de nuestro país" y que los internamientos y deportaciones eran efectivamente ilegales. 
Unos días después, los abogados de O'Brien se pusieron en contacto con Hastings.  El 23 de marzo de 1923 compareció en R contra el Secretario de Estado para Asuntos Internos ex parte O'Brien [1923]  2 KB 361 en una Divisional Court compuesta por el Sr. Justice Avory y el Sr. Justice Salter para solicitar un recurso de hábeas corpus . para O'Brien como caso de prueba para permitir la liberación de los demás. La audiencia inicial fue ineficaz porque Hastings no pudo proporcionar una declaración jurada de O'Brien, que se requería para que se considerara un recurso de hábeas corpus , pero cuando se reanudó la audiencia el 10 de abril, logró obtener una. Hastings argumentó que debido a que el Estado Libre de Irlanda era una nación independiente, las leyes británicas que lo regían, como la Ley de 1920, fueron efectivamente derogadas. 
El tribunal finalmente declaró que no podían emitir un auto, porque la Ley de Habeas Corpus de 1862 les impedía emitir un auto a cualquier colonia que poseyera un tribunal que también pudiera emitir un auto. Dado que Irlanda poseía tal tribunal, el Tribunal Divisional Inglés no podía actuar.
 Hastings intentó argumentar que la orden judicial podría emitirse contra el Ministro del Interior, pero también fracasó, ya que el Ministro del Interior en realidad no poseía a O'Brien. Tres días después, Hastings llevó el caso a la Corte de Apelaciones, quien declaró que las órdenes de internamiento eran inválidas ya que la Ley de Restauración del Orden ya no era aplicable. El Gobierno se vio obligado a presentar un proyecto de ley al Parlamento que le otorgaba inmunidad retrospectiva por haberse excedido en su autoridad, y todo el incidente fue un triunfo político y legal para el partido y para Hastings personalmente. 

Attorney General for England and Wales

Cuando se inauguró el nuevo Parlamento en 1923, el primer ministro Stanley Baldwin sugirió que la reforma arancelaria era la mejor manera de resolver las dificultades económicas de Gran Bretaña. Desgraciadamente Ley Bonar , su antecesor, había prometido que no se introducirían reformas tarifarias durante el actual Parlamento. Baldwin sintió que la única solución era convocar nuevas elecciones generales. En las elecciones posteriores, los conservadores de Baldwin perdieron 88 escaños, con el Partido Laborista ganando 47 y el Partido Liberal ganando 41. Esto produjo un parlamento colgado , y los laboristas y los liberales formaron un gobierno de coalición con los laboristas como partido principal. El propio Hastings fue reelegido sin dificultad, aumentando su mayoría. 
Con Ramsay MacDonald como nuevo Primer Ministro en el primer gobierno laborista , Hastings fue nombrado Attorney General . Esto no fue sorprendente: los laboristas solo tenían dos KC en el Parlamento, y el otro ( Edward Hemmerde ) era "inadecuado por razones personales". Hastings vaciló antes de aceptar el nombramiento, a pesar del título de caballero y el nombramiento como director del colegio de abogados que venía con el puesto, y más tarde dijo que "si hubiera sabido lo que traería el próximo año, casi con certeza habría [rechazado".
Hastings describió su tiempo como Fiscal General (Attorney General for England and Wales) como "mi idea del infierno": era el único oficial de la ley disponible, ya que el Attorney General  no era miembro del Parlamento y, como resultado, tenía que responder todas las consultas sobre cuestiones de derecho en el Parlamento. Además, tenía sus deberes normales de ocuparse de los problemas legales de los departamentos gubernamentales y dijo que el día fue "una larga carrera entre los tribunales de justicia, los departamentos gubernamentales y la Cámara de los Comunes".  Su horario de trabajo era regularmente entre las 7 am y las 5 am de la mañana siguiente, y los policías de turno en la Cámara de los Comunes se quejaron de que estaba trabajando demasiado, ya que estaban obligados a permanecer en servicio tanto tiempo como él. 

Caso Campbell

En 1924, Hastings se involucró en el Caso Campbell , un juicio que finalmente condujo a la caída del gobierno laborista.  El 30 de junio de 1924, fue recibido por Archibald Bodkin , el Director de la Fiscalía Pública , quien trajo consigo una copia del periódico comunista Workers' Weekly . El periódico contenía un artículo que instaba a los miembros del ejército a negarse a disparar contra sus "compañeros de trabajo" en tiempos de guerra. Hastings aprobó el enjuiciamiento del editor del periódico, JR Campbell, por violar la Ley de incitación al motín de 1797 . 
El 6 de agosto, allanaron la casa de Campbell y la policía lo arrestó. El mismo día , John Scurr , un diputado laborista , preguntó al ministro del Interior por qué habían detenido a Campbell y por orden de quién. El mismo Hastings leyó una respuesta, que decía que el Director de la Fiscalía se había quejado de que el artículo incitaba a las tropas a amotinarse. 
Otro diputado laborista, Jimmy Maxton , se puso de pie y preguntó al primer ministro "si ha leído el artículo, y si es consciente de que el artículo contiene principalmente un llamado a las tropas para que no se permitan ser utilizadas en conflictos laborales, y que eso punto de vista es compartido por un gran número de diputados sentados en estos bancos?" 
Esta declaración provocó un gran revuelo y el Portavoz se vio obligado a intervenir y detener más discusiones. 
Al día siguiente, Hastings llamó tanto al procurador general, Sir Henry Slesser , como a Jimmy Maxton, para pedirles su opinión sobre la acusación.Maxton conocía a Campbell y reveló que él era solo el editor temporal y que no había escrito el artículo; en realidad, el artículo había sido copiado de otro periódico. [86] Junto con Guy Stevenson, el Subdirector de la Fiscalía Pública, Hastings luego visitó a Ramsay MacDonald para explicar los hechos del caso.
 MacDonald culpó al Director de la Fiscalía Pública por iniciar el caso, aunque Hastings intervino y admitió a Macdonald que todo fue su culpa. [86]El Primer Ministro dijo que sentía que debían continuar con el caso ahora que habían comenzado, pero Hastings sugirió que un miembro del Consejo del Tesoro compareciera ante el Tribunal de Primera Instancia de Bow Street y retirara la acusación. MacDonald estuvo de acuerdo y, a la mañana siguiente, Travers Humphreys se presentó en representación de la Corona en el Tribunal de Magistrados y despidió a Campbell. 
La reacción del público y la prensa fue que el caso había sido sobreseído por presiones directas del gobierno, y que esto había ocurrido a puertas cerradas. [87] MacDonald estaba "furioso", y la opinión de los partidos Liberal y Conservador era que el gobierno estaba tratando de pervertir el curso de la justicia. [87] El 30 de septiembre , Sir Kingsley Wood , un parlamentario conservador, preguntó al Primer Ministro en el Parlamento si había dado instrucciones al Director del Ministerio Público para que retirara el caso.  MacDonald respondió que "no se me consultó ni sobre la institución ni sobre el posterior retiro de este procedimiento". 
Se programó un debate parlamentario y una moción para censurar al gobierno laborista sobre esto para el 8 de octubre, pero antes MacDonald llamó a Hastings a su oficina y sugirió una forma de resolver el problema. Hastings aceptaría toda la culpa y renunciaría como Attorney General y, a cambio, MacDonald y el resto del gabinete hablarían por Hastings en las elecciones parciales resultantes. [89] Hastings rechazó la sugerencia general, pero planeó dar un discurso en el próximo debate explicando sus acciones. 
Inmediatamente después de que comenzara el debate, el Primer Ministro se levantó para hablar y dijo que "trató de corregir la impresión que [yo] di" de que no sabía nada sobre la acusación.  Esto fue seguido por una moción de censura impulsada por Robert Horne , y después de que Horne hubo presentado la moción, Hastings se levantó para hablar y explicó los hechos del caso. Su discurso duró más de una hora y fue interrumpido con frecuencia por parlamentarios conservadores. 
En su discurso, Hastings asumió toda la responsabilidad tanto por la decisión de enjuiciar como por la posterior decisión de retirar la acusación, preguntando si merecía una censura por corregir un error. Su discurso tranquilizó a los conservadores y dejó en claro que una censura para todo el Parlamento iba a ser difícil de hacer cumplir para los Whips. Sin embargo, el portavoz liberal John Simon se puso de pie para hablar y pidió la designación de un Comité Selecto para investigar el caso. Esto fue rechazado por MacDonald, y los parlamentarios continuaron hablando durante varias horas más. 
El líder conservador Stanley Baldwin escribió en privado a MacDonald ofreciéndole retirar la moción de censura a cambio del apoyo del gobierno para el nombramiento de un Comité Selecto. MacDonald consultó con Jimmy Thomas y Hastings (cuya respuesta fue simplemente "Vete al infierno") y decidió rechazar la oferta. Aunque la moción de censura fracasó, la moción para nombrar un Comité Selecto fue aprobada por la Cámara a pesar de la oposición del gobierno, y el gobierno laborista se vio obligado a dejar el cargo. 
 Hastings estaba amargado por el desastre y consideró abandonar la política por completo de inmediato, aunque no lo hizo.  Su situación fue representada en la portada de la revista Time., junto con una cita ("¿Qué he hecho mal?") de su discurso.

Tiempo restante en la política 

Hastings fue nuevamente devuelto por Wallsend en las elecciones que siguieron, a pesar de la crisis provocada por la carta de Zinoviev , aunque con una mayoría reducida. [92] Aunque Hastings permaneció en el frente laborista , rara vez habló en la Cámara de los Comunes y asistió cada vez con menos frecuencia. Después de sufrir problemas renales durante 1925, abandonó el Parlamento al aceptar el puesto nominal de Steward of the Manor of Northstead , un cargo de ficción legal con el mismo efecto, pero menos conocido que, Stewardship of the Chiltern Hundreds  ) el 29 de junio de 1926; esto permitió a Margaret Bondfield, que había perdido su escaño en las elecciones anteriores, para volver al Parlamento en su lugar en las siguientes elecciones parciales. Nunca volvió a la política.

Volver a la barra
 
Después de dejar la política, Hastings volvió a su trabajo como abogado y, finalmente, superó incluso su reputación y éxito anteriores como abogado. Su primer caso importante después de regresar fue representar a F. A. Mitchell-Hedges , un destacado explorador profesional, en su acción por difamación contra London Express Newspapers, el propietario del Daily Express.  
El Daily Express había publicado dos artículos que decían que él era un mentiroso y había planeado un robo falso para anunciar un dispositivo conocido como Monomark. El caso se abrió el 9 de febrero de 1928 frente a Lord Hewart , con Hastings y Norman Birkett en representación de Mitchell-Hedges y William Jowitt .y JB Melville en representación de London Express Newspapers.  A pesar de las habilidades tanto de Hastings como de Birkett, quien más tarde se convirtió en un abogado muy elogiado por derecho propio, Mitchell-Hedges perdió su caso y, como resultado, su reputación fue destruida. 

Consulta Savidge 

En 1928, Hastings se involucró en la Investigación Savidge . Sir Leo Chiozza Money fue un destacado periodista, economista y exdiputado liberal. El 23 de abril de 1928, él e Irene Savidge estaban sentados en Hyde Park en Londres cuando dos policías vestidos de civil los arrestaron y los llevaron a la comisaría más cercana, donde fueron acusados ​​en virtud de la Ley de Regulación de Parques de 1872.con la comisión de un delito indecente. 
A la mañana siguiente, fueron puestos en prisión preventiva durante una semana en el Tribunal de Policía de Great Marlborough Street. En la siguiente audiencia, una semana después, el caso fue desestimado por el magistrado, quien criticó a la policía por no contactar a un hombre visto corriendo por el parque para establecer algún tipo de evidencia corroborativa, y por no informar de inmediato a Scotland Yard para evitar tener que acusar a los acusados ​​inmediatamente.
Después de su liberación, Money habló de inmediato con sus contactos oficiales y, a la mañana siguiente, el asunto se planteó en la Cámara de los Comunes. Se sugirió que las pruebas policiales eran falsas y, como resultado, el ministro del Interior, William Joynson-Hicks, instruyó a Sir Archibald Bodkin, director del Ministerio Público, para que investigara la posibilidad de perjurio. Bodkin hizo que el comisionado de la Policía Metropolitana, William Horwood , nombrara al inspector jefe Collins, uno de sus oficiales de CID más experimentados, para investigar las afirmaciones y entrevistar a Savidge. 
Al día siguiente, dos policías (el inspector Collins y el sargento Clarke) y una mujer policía ( Lilian Wyles ) llamaron al lugar de trabajo de Savidge y la llevaron a Scotland Yard, donde la interrogaron. Los eventos de ese día se mencionaron dos días después en la Cámara de los Comunes, donde se alegó que Savidge había recibido una entrevista de "tercer grado" de Collins que duró cinco horas.  Siguió una protesta pública y el Ministro del Interior nombró un tribunal para investigar.

El tribunal (dirigido por Sir John Eldon Bankes , ex Lord Justice of Appeal ) comenzó a reunirse el 15 de mayo de 1928; Hastings, Henry Curtis-Bennett y Walter Frampton representaron a Savidge, y Norman Birkett representó a la policía.  Cuando se la llamó como testigo, Savidge declaró que no había querido ir a Scotland Yard y que la había persuadido de hacerlo la presencia de una mujer policía, la señorita Wyles. Después de que llegaron a Scotland Yard, Collins le dijo a Wyles que iba a enviar a Savidge a casa y que Wyles podía irse. Después de que Wyles se fue, Collins comenzó a entrevistar a Savidge y amenazó con que ella y Money "sufrirían severamente" si no decía la verdad. Savidge dijo que los modales de Collins se habían vuelto cada vez más familiares durante la entrevista, y que en varios momentos él y el sargento Clarke habían insinuado que querían que ella tuviera relaciones sexuales con ellos.  Savidge pasó casi seis horas en el banquillo de los testigos, y su testimonio dejó a Collins como culpable a los ojos del tribunal. Collins, Clarke y Wyles fueron entrevistados, junto con el Comisionado de la Policía Metropolitana y el mismo Archibald Bodkin. 

El informe final del tribunal se publicó el 13 de junio de 1928 y consistió en un informe mayoritario y uno minoritario, ya que no todos los miembros del tribunal estuvieron de acuerdo con la validez de la evidencia de Savidge. El informe de la mayoría dijo que Savidge no fue intimidado para responder preguntas, ni tratado de manera inapropiada, y que "por lo tanto, no podemos aceptar la declaración de la señorita Savidge. Estamos satisfechos de que el interrogatorio siguió las líneas indicadas a [Collins] por el Director de la Fiscalía Pública. y no se prorrogó indebidamente". 
 El informe de la minoría culpó a la policía, particularmente a Collins, por el método en el que se entrevistó a Savidge. Sin embargo, la investigación resultó en tres cambios en el procedimiento policial: en primer lugar, que a cualquier persona interrogada se le debe informar de antemano sobre las posibles consecuencias y el propósito de la declaración; en segundo lugar, que la declaración se tome normalmente en el domicilio; y en tercer lugar, que en los casos "que involucren asuntos que afecten íntimamente la moralidad [de una mujer]", otra mujer siempre debe estar presente en cualquier entrevista. 

United Diamond Fields v Joel 

Hastings estuvo involucrado a continuación en United Diamond Fields of British Guayana Ltd v Joel and Others , que consideró su caso más difícil e interesante. Tras el descubrimiento de las minas de diamantes en Sudáfrica, hombres como Solly Joel habían establecido un sindicato de diamantes para restringir la cantidad de diamantes en el mercado. Para que esto funcionara, tenían que controlar toda la producción de diamantes en el mundo, lo que planeaban hacer adquiriendo intereses en todas las minas de diamantes.  
En 1925, la Guayana Británica comenzó a producir suficientes diamantes para atraer la atención del sindicato, y en noviembre de 1925, el Sr. Oppenheimer, en representación del sindicato, firmó un contrato con el Sr. Pérez, el operador de las minas de Guayana, para tener 12.000 quilates (2,4 kg) de diamantes. proporcionado al sindicato durante un período de doce meses. 
Unos meses más tarde, United Diamond Fields of British Guayana se incorporó como una sociedad anónima. La empresa utilizó a Oppenheimer como asesor técnico e inmediatamente arregló la venta de sus diamantes al sindicato. El precio se fijaría por seis meses, con un certificado de auditor al final de ese tiempo utilizado para negociar un nuevo precio.  Oppenheimer era el único que tenía acceso a la información contable, y el resto de la empresa no tenía forma de verificar que sus cifras fueran correctas. En el mismo período de tiempo, se descubrió un nuevo depósito de diamantes en Sudáfrica, lo que obligó al sindicato a adquirir varios millones de libras de estos nuevos diamantes para evitar que se destruyera su control sobre el mercado. Esto tensó sus finanzas y los nuevos diamantes obligaron a bajar el precio.

Para corregir esto, el sindicato se vio obligado a reducir el flujo de diamantes de la Guayana Británica, lo que hizo al hacer que Oppenheimer redujera el precio de los diamantes de Guayana hasta el punto en que la producción de la empresa se redujo de 2000 quilates (0,40 kg) por mes a menos de 300 quilates (0,060 kg) por mes. Oppenheimer luego afirmó que las ganancias eran solo del cinco por ciento, lo que obligó a la empresa a reducir el precio una vez más. Como resultado de esto, la empresa se vio obligada a liquidar en septiembre de 1927. 
Un miembro del directorio de la empresa, Victor Coen, estaba convencido de que la empresa había sido maltratada e insistió en llevarla ante los tribunales.  En mayo de 1929, convenció al resto de la junta para que emitiera una orden judicial contra el sindicato y Oppenheimer, alegando conspiración fraudulenta, y comenzó a instruir a Hastings. 
A Hastings le preocupaba que el caso se volviera inmanejable, ya que el sindicato dependía de más de 4000 documentos para su defensa, pero afortunadamente encontró un certificado que mostraba que las ganancias de la empresa, en lugar del cinco por ciento que Oppenheimer había informado, eran de hecho el diecisiete por ciento. 
El juicio comenzó ante el juez McCardie el 4 de marzo de 1930, con Hastings por la empresa y Stuart Bevan y Norman Birkett por el sindicato.  El primer testigo llamado fue el propio Coen, a quien Hastings describió más tarde como "el mejor testigo sin excepción que he visto en el estrado". Fue entrevistado durante siete días por Hastings, luego por Bevan y luego por Birkett. Ocho días después del juicio, surgió el asunto del certificado y Oppenheimer no pudo dar una explicación. Como resultado, el jurado falló en contra del sindicato: se les ordenó pagar todos los costos de la empresa y todas sus pérdidas.

Caso Royal Mail 

En 1931, Hastings representó a John Morland en el caso Royal Mail . El director de Royal Mail Steam Packet Company , Lord Kylsant , había falsificado un folleto comercial con la ayuda del contador de la empresa, John Morland, para que pareciera que la empresa era rentable y atraer a posibles inversores. Al mismo tiempo, había estado falsificando registros contables extrayendo dinero de las reservas y haciendo que apareciera en los registros como ganancia. Tras una auditoría independiente promovida por el Tesoro , Kylsant y John Morland, el auditor de la empresa, fueron arrestados y acusados ​​de falsificar tanto el folleto comercial como los registros y cuentas de la empresa.
El juicio comenzó en Old Bailey el 20 de julio de 1931 ante el juez Wright , con Sir William Jowitt , DN Pritt y Eustace Fulton para la acusación, Sir John Simon , JE Singleton y Wilfred Lewis para Lord Kylsant, y Hastings, Stuart Bevan , James Tucker y CJ Conway por John Morland.  Ambos acusados ​​se declararon inocentes. 
La principal defensa sobre el uso de la contabilidad de reservas secretas vino con la ayuda de Lord Plender . Plender era uno de los contadores más importantes y confiables de Gran Bretaña y, durante el contrainterrogatorio, declaró que era habitual que las empresas "de la más alta reputación" utilizaran reservas secretas para calcular las ganancias sin declararlas. Hastings dijo que "si mi cliente ... fue culpable de un delito penal, no hay un solo contador en la ciudad de Londres o en el mundo que no esté en la misma posición".  Tanto Kylsant como Morland fueron absueltos de falsificar registros por este motivo, pero Kylsant fue declarado culpable de "hacer, circular o publicar una declaración escrita que sabía que era falsa", a saber, el prospecto de 1928, y fue condenado a 12 meses de prisión. 

Elvira Barney

Conocido por no gustarle aparecer en casos capitales y tener una gran carga de trabajo, Hastings dudó en 1932 cuando Sir John Mullens, un fideicomisario de la Bolsa de Valores, se le acercó para defender a su hija Elvira Mullens Barney por un cargo de asesinato. La señora Barney, que llevaba una vida disoluta de fiestas y consumo de drogas, fue acusada de dispararle a su amante en la casa de caballerizas de Knightsbridge que compartían; ella insistió en que su arma se había disparado por accidente en un forcejeo. Hastings fue persuadido de tomar el caso por su esposa, quien recordó que sus hijos habían compartido una institutriz que también había cuidado de la "querida pequeña Elvira". Apareció en el Tribunal de Magistrados, donde interrogó al científico forense Sir Bernard Spilsbury y en un juicio de tres días en Old Bailey, donde Peter Cotes describió a Hastings en su libro sobre el caso como "el artista estrella".
En Old Bailey, uno de los principales testigos de la corona fue el experto en armas de fuego Robert Churchill, quien testificó que el gatillo del arma de la Sra. Barney tenía un fuerte tirón. Cuando Hastings se levantó para interrogarlo, tomó el arma, apuntó al techo y apretó repetidamente el gatillo una y otra vez. Un testigo de la corona había dicho que en otra ocasión vio a Elvira Barney disparar el arma mientras la sostenía en su mano izquierda; cuando llamó a su cliente, Hastings colocó el arma frente a ella. Después de una pausa, él le gritó que recogiera el arma y ella la recogió espontáneamente con la mano derecha. El juez (el juez Humphreys) describió el discurso final de Hastings como "ciertamente uno de los mejores discursos que he escuchado en el Colegio de Abogados" y Elvira Barney fue declarada no culpable de asesinato y homicidio involuntario. 

Osvaldo Mosley

Hastings apareció para Sir Oswald Mosley en varios casos durante la década de 1930, y se hizo amigo de él mientras estaba en el Parlamento.  El primero fue un caso de difamación contra The Star , que había escrito un comentario sobre uno de los discursos de Mosley, lo que implicaba que defendía una revolución armada para derrocar al gobierno británico.  El caso se abrió en las Cortes Reales de Justicia el 5 de noviembre de 1934 frente a Lord Hewart , con Hastings representando a Mosley, y Norman Birkett The Star . Birkett argumentó que La estrella artículo no era más que un resumen del discurso de Mosley, y que cualquier comentario que implicara el derrocamiento del gobierno británico se encontraba en el propio discurso. 
 Hastings respondió que The Star estaba acusando efectivamente a Mosley de alta traición, y dijo que "realmente no hay defensa para esta acción... pido daños y perjuicios que marcarán el sentido [del jurado] de la injusticia que se ha cometido". hecho a Sir Oswald".  El jurado finalmente decidió que The Star había difamado a Mosley y le otorgó £ 5,000 en daños (aproximadamente £ 378,000 en 2015). 

Varias semanas después, Hastings representó a Mosley y a otros tres miembros de la Unión Británica de Fascistas (BUF) en un caso penal después de que fueran acusados ​​de "causar una reunión tumultuosa " el 9 de octubre de 1934 en una reunión de la BUF. El juicio se abrió en Sussex Assizes el 18 de diciembre de 1934 frente al juez Branson , con Hastings en la defensa y John Flowers KC en la acusación.  Según Mosley, Hastings le dijo que Flowers, un exjugador de críquet, tenía mala reputación en el bar y que Mosley no debería dejarlo aparecer demasiado. La acusación afirmó que después de una reunión de la BUF, Mosley y los demás acusados ​​marcharon por Worthing, amenazando y agrediendo a los civiles. Hastings argumentó que los acusados ​​habían sido provocados deliberadamente por una multitud de civiles, y varios testigos testificaron que la multitud había arrojado tomates y amenazado a Mosley. El juez finalmente ordenó al jurado que emitiera un veredicto de "no culpable". 
 Hastings y Mosley tuvieron menos éxito en otra acción por difamación, contra el Secretario del Sindicato Nacional de Ferroviarios que lo había acusado de dar instrucciones a sus camisas negras para que se armaran. La defensa, encabezada por DN Pritt KC, llamó a varios testigos de una pelea en Manchester entre camisas negras y sus oponentes. Hastings, al considerar que el incidente había ocurrido demasiado tiempo en el pasado para ser relevante, no solicitó ninguna prueba de refutación. Aunque Mosley ganó el caso, solo se le otorgó un centavo por daños y perjuicios, tradicionalmente una forma en que el jurado indica que el caso no debería haberse presentado. 

Trabajo como dramaturgo
 
Además de su trabajo como abogado, Hastings también probó suerte escribiendo obras de teatro. Su primera obra fue El doctor de Moscú , basada en una novela de Seton Merriman que había reescrito; funcionó durante más de una semana en Brighton. Sin embargo, deseaba que se interpretara una obra original y, con este fin, escribió The River durante un período de 20 años antes de llevarla al St James's Theatre , donde fue aceptada y representada en junio de 1925. La obra Protagonizada por Owen Nares e inicialmente fue bien, pero fracasó en el segundo acto debido a que la trama requería sacar del escenario a los actores más populares: el personaje interpretado por Nares, por ejemplo, se rompió una pierna.Las reseñas compararon la trama con algo sacado del ' Boy's Own Paper ' . 
 La ​​obra duró solo un mes antes de ser cancelada, pero Hastings pudo vender los derechos de la película por £ 2,000 y se convirtió en una película de Hollywood llamada The Notorious Lady , protagonizada por Lewis Stone y Barbara Bedford . 

Su siguiente obra se tituló Scotch Mist y se representó en el St Martin's Theatre el 26 de enero de 1926, protagonizada por Tallulah Bankhead Godfrey Tearle . Después de que un crítico llamado St. John Ervine escribiera una reseña que comenzaba con "esta es la peor obra que he visto en mi vida", las actuaciones se agotaron extrañamente durante semanas.
  La ​​obra fue posteriormente calificada de "escandalosa e inmoral" por el obispo de Londres , Arthur Winnington-Ingram , y como resultado se agotaron durante muchos meses. Envalentonado por este éxito, Hastings escribió The Moving Finger , que a pesar de las críticas moderadamente buenas no fue popular y, como resultado, fue retirado. 
En 1930 escribió Slings and Arrows , que nunca llegó al West End porque cuando su familia, que estaba familiarizada con la obra, asistía a los espectáculos, leían las líneas de los personajes con voces aburridas y lúgubres justo antes. los propios actores hablaron. Como resultado, la obra se redujo al caos. Las obras posteriores del West End fueron Escort (1942) y The Blind Goddess (1947), esta última adaptada a una película del mismo título de Gainsborough Pictures al año siguiente.

Jubilación y muerte 

Hastings se retiró de la mayor parte de su trabajo como abogado en 1938, pero pronto encontró una manera de ocuparse después del estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939.  Aunque, a los cincuenta y nueve años, mucho más allá de la edad en que podría unirse a las fuerzas armadas, Hastings escribió al Secretario de Estado para la Guerra ofreciendo sus servicios, y finalmente fue contactado por Kingsley Wood , el Secretario de Estado para el Aire, quien le ofreció una comisión en la Royal Air Force como líder de escuadrón en Asuntos Administrativos y Rama de deberes especiales, sirviendo con Fighter Command. 
Su encargo data del 25 de septiembre de 1939. Luego comenzó a trabajar en RAF Stanmore Park, pero encontró su trabajo "muy deprimente": la mayoría de los otros oficiales tenían más de treinta años menos que él y sufría problemas de salud continuos mientras estuvo allí.  Su única contribución importante fue crear un esquema que permitiera la compra de pequeños modelos de aviones alemanes, lo que permitió a las fuerzas británicas en tierra una manera fácil de identificar los aviones entrantes y evitar situaciones de fuego amigo. Debido a su mala salud, renunció a su cargo el 7 de diciembre de 1939. 
En la primavera de 1940 fue elegido Tesorero del Middle Temple. Participó en solo unos pocos casos después de su servicio de guerra. Uno fue un caso de alto perfil en noviembre y diciembre de 1946 en el que fue contratado por el Newark Advertiser en defensa de una demanda por difamación presentada por Harold Laski , quien buscaba limpiar su nombre de la afirmación del periódico de que había llamado por el socialismo "aunque signifique violencia". Interrogando a Laski, ocurrió el siguiente intercambio:
HASTINGS: ¿Hay algún privilegiado en el Partido Socialista?

LASKI: Por cierto, sir Patrick, cuando usted era miembro...

EL SEÑOR PRINCIPAL JUSTICIA : No, Sr. Laski.

HASTINGS: No sea grosero.
El abogado de Laski dijo más tarde que esperaba que Hastings al menos hubiera dicho "Touché". Laski perdió el caso, incapaz de contrarrestar el cuestionamiento de Hastings que se refería a sus obras escritas anteriores.  Sin embargo, el estrés del caso afectó a Hastings. 
En 1948, Hastings publicó su autobiografía, titulada simplemente The Autobiography of Sir Patrick Hastings , y al año siguiente publicó Cases in Court , un libro que da su opinión sobre 21 de sus casos más destacados. El mismo año publicó Casos famosos e infames , un libro sobre juicios notables a lo largo de la historia, como los juicios de Nuremberg .
A principios de 1948, sufrió un pequeño derrame cerebral que lo obligó a retirarse definitivamente del trabajo como abogado. El 11 de noviembre de 1949, él y su esposa viajaron a Kenia, donde su hijo Nicky se había mudado para comenzar una nueva vida después del final de la Segunda Guerra Mundial. Mientras estaba allí, sufrió un segundo derrame cerebral debido a la presión del aire y nunca se recuperó por completo. Hastings pasó los siguientes dos años de su vida viviendo en un piso en Londres, antes de morir el 26 de febrero de 1952 de trombosis cerebral .

Vida personal

Hastings se casó con Mary Grundy el 1 de junio de 1906. el matrimonio tuvo dos hijos, David y Nicholas, y tres hijas. David murió en la Segunda Guerra Mundial, y Nicholas se convirtió en agricultor en Kenia. 



Hastings, Patricia (1959). The Life of Patrick Hastings. London: Cresset Press





El tiempo

No hay comentarios:

Publicar un comentario