Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

jueves, 30 de mayo de 2013

149).-El Alma de la Toga (XIV): CÓMO SE HACE UN DESPACHO..-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;Paula Flores Vargas;Ana Karina Gonzalez Huenchuñir;  Soledad García Nannig; 

Juez ingles




15.- CÓMO SE HACE UN DESPACHO.

Claro que la condición inexcusable para triunfar en una profesión es saber ejercerla.  Un tonto puede prevalecer en lo que depende de la merced, mas no en lo que radica en el crédito público. Las gentes, cuando se trata de cosas que a ellas personalmente  atañen, como la fortuna, la salud o la honra, no se entregan sino a quien, por su valer personal, les ofrece garantías de acierto.

Mas sería remilgo desleal sostener que la sabiduría y el estudio lo pueden todo.  Precisamente porque es la opinión quien  ha de otorgar la confianza, se hace indispensable implantar una relación entre juzgadora y lo juzgado. No niego que el buen paño se vende en el arca, mas es menester que el comprador este enterrado de que existe arca y de que hay paño dentro de ella.


Y ésta es una de las primeras crisis que atraviesa el Licenciado novel; crisis tan delicada, que en ella puede quebrantarse para siempre la delicadeza y aun la dignidad. ¡Es ardua cosa ir a la conquista  de la fama luchando entre cien mil, sin más armamento que las aptitudes de que esté adornado y cuando se acaba de pasar de pasar el alegre lindero de los veinte !

En esa rudísima prueba caen muchos caracteres y se forjan algunas adaptaciones indecorosas, que luego llevan al Foro el oprobio y el escándalo.

Consideremos en breve renglones los medios que un Letrado tiene para darse a conocer.



A.-La Asociación.

Se intenta en España imitar la costumbre extranjera de trabajar en colaboración, estableciéndose bajo una razón social dos o mas compañeros o creando entre varios un consultorio.
Repruebo sin vacilar ese procedimiento por esencialmente incompatible con nuestra profesión;   apenas habrá alguna en que puedan convivir dos caracteres, dos voluntades, dos iniciativas;  pero la dificultad se hace insuperable cuando se trata de ocupaciones en que la inteligencia y la conciencia lo son todo.
¿Como será posible dividir en partes alícuotas la estimación de un problema y el modo de tratarle y la responsabilidad del plan adoptado ?

Dudo que esto pueda ser con otros hombres; pero entre españoles lo doy por imposible. Y si no se comparte el trabajo, sino que cada cual realiza el suyo, con independencia de sus colegas, ¿no constituirá un engaño la agrupación de nombres ? ¿A qué conduce ofrecer los títulos  y merecimiento de varios, cuando, en definitiva, ha de ser uno solo quien preste el servicio.

Dudo que esto pueda ser en otros hombres; pero entre españoles lo doy por imposible. y si no se comparte el trabajo, sino que cada cual realiza el suyo, con independencia de sus colegas, ¿no constituirá un engaño la agrupación de nombres? 
¿A  que conduce ofrecer los títulos y merecimiento de varios, cuando, en definitiva, ha de ser uno solo quien preste el servicio. ?

Lo que han sido y son los consultorios en España, me excusa palabras de condenación ; mas que una salida, constituyen un despeñadero profesional. Huyendo de censuras que resultarían demasiado acerbas y elevando el razonamiento, diré que los oficios que operan sobre el espíritu humano son típicamente individuales y deben ser ejercitados con exclusiva libertad y con sanciones exclusivas.
Dos personas pueden, anónimamente, dirigir la confección de una pieza de tela, pero no pueden iluminar un alma conturbada o marcar rumbo a un negocio enrevesado.  

B.-El Anuncio.

Aunque  algunos lo admiten, afortunadamente la mayoría lo considera como una degradación. es lícito decir "yo vendo buen café" ; pero es grosero anunciar  "yo tengo honradez y talento". Solo con atreverse a decir esto, se está demostrando la carencia de las prendas más  delicadas e indispensables  en la psicología forense. 
Admitido el anuncio, ya no hay freno para las sucias artes de la captación. Porque decir "Fulano de Tal, Abogado", y añadir las señas, no es decir nada.  Abogados hay muchos, y el nombre por si solo no descubre ninguna calidad. Uno se limito a eso, y en seguida otro paso un letrero llamativo en su balcón, y otro añadió que era especialista en testamentarias; y otro explico que no cobraría si no ganaba el pleito; y otro repartió por las calles tickets valederos para una consulta gratuita.... 
¿ A que seguir? Esa escala, que no fue creada por maldad, sino por la pobreza, no tiene fin.
Siguiéndola, se entronizará el pacto de cuota litis,  se concertaran servicios a precios convencionales, se darán cupones al cobrar la minuta, se establecerán bufetes con regalos....
Por lo mismo que no quiero zaherir, sino despertar  quienes usan de tales medios, me permito llamarles la atención sobre el daño que a la colectividad hacen y sobre la circunstancia-que su propio egoísmo debiera señalarles-- de no haberles conocido ningún bufete importante creado por el procedimiento de anuncio.

C.-La Exhibición. 

Aunque duela un poquillo la palabra, hay que usarla en su aceptación noble, para venir a parar en que ése es único medio licito de darse a conocer. Porque, en efecto, si lo que en nosotros se buscan es el modo de sentir, de pensar y de producirnos, nadie negara que debemos aprovechar las ocasiones de poner de manifiesto lo que llevamos dentro y lo que somos capaces de hacer. Ellos sin contar con que los modernos procedimientos judiciales, juntamente  con su mayor eficacia, propenden a la teatralidad. Ya en 1871 decía Edmond Rousse (Aimé Joseph Edmond Rousse, (18 de marzo de 1817-1 agosto  1906), fue un abogado miembro de colegio de abogados de parís (1862) : "Para los curiosos, la Justicia vino a ser un espectáculo como todos los demás, del cual se ansiaba conocer, no sólo la escena y los personajes, sino hasta el foso, los bastidores y la maquinaria. Los abogados nos vimos convertidos en artistas, y nuestra vanidad ganó tanto como perdió nuestro orgullo." 
Lo malo es que esto de la exhibición tiene consuetudinariamente una interpretación pecaminosa: la suponer que la política es la única exhibición provechosa, por donde se llega a la punible confusión   entre la política y la abogacía y a la prosperidad de esos conceptos bárbaros --varias veces execrados en este libro--de que hay que seguir la carrera política y de que la política es indispensable para hacer bufete.  Por lo mismo que yo pertenezco a una generación envenenada con esos conceptos y he actuado en política desde mi juventud, quisiera que no perdurase en los que me siguen un concepto erróneo que deprime al Foro.
Valga en mi descargo-y no lo digo por jactancia, sino en disculpa--que he procurado cuidadosamente toda mi vida no confundir ambas cosas y que siempre he puesto al Foro sobre la Política.
Este libro es una nueva afirmación de mi fe.
La exhibición a que aludo es aquella otra estrictamente profesional y que por nadie puede ser tachada. Permanecer largo tiempo como pasante en un estudio, intervenir en las discusiones de Academias y Ateneos, escribir en periódicos profesionales, colaborar en obras sociales, dar a luz folletos y monografías, ejercer la defensa de los pobres, desempeñar cargos judiciales de los que no exigen pertenecer a la carrera, etc. Todas estas actividades establecer un buen número de relaciones y permiten al publico entendido y al profano irse dando cuenta de las disposiciones del jurista novel. Pensemos en los medios correctos de que suelen valerse los médicos, los ingenieros y los arquitectos para procurarse publicidad, e imitémosles.          
Queda por tratar si entre esos medios lícitos se contará uno muy frecuente de algunos años a esta parte: el de escribir en la prensa diaria las revistas judiciales. sobre estas materia tan quebradiza y tan controvertida se me ocurre una distinción bastante humana. Mientras un Letrado está en su primera  juventud y se limita a dar noticias, no creo que pueda criticarse esa manera de ampliar el círculo de sus relaciones. Lo que no encuentro admisible es perseverar años y años  en la misión y disponer de un órgano en la prensa para favorecer el pleito propio y deprimir a los compañeros que amparan a la parte contraria, o mantener viva sobre el Tribunal la indirecta coacción de una crítica apasionada.
Dígase en honor de los revisteros judiciales que por regla general, no suelen abusar de la función, ni creo que haya caso de que el reporterismo haya generado despachos considerables. Es más: la propensión de los noticieros no suelen ser la de rebajar a nadie en provecho propio, sino la de elogiar sin tasa ni medida.
De todos modos, la perseverancia en simultanear ambas funciones produce tan mal efecto como la alegre facilidad con que algunos revisteros teatrales traducen o escriben obras dramáticas, erigiéndose en censores al mismo tiempo que aspiran a ser censurados.       

D. ¿Merecerá la pena hablar de los compañeros que se han dado a conocer como Letrados despues de haber sido Ministros y solo por haberlo sido?


Creo que no. Son casos aislados y no constituyen sistemas. Cuando, por venturas, resulta que el politico sirve para Abogado, todos debemos alegrarnos de su advenimiento a la toga, puesto que la honra con su saber. Y si no sirve tampoco implica un vicio ni un peligro, porque el mundo conoce rápidamente la burda trama y suele reírse  de los ingrávidos que se empeñan en aparentar un gran peso especifico.  
  
Comentario.


El señor  Ángel Ossorio y Gallardo

próximo capitulo

miércoles, 22 de mayo de 2013

148).-Comentario del libro El alma de la Toga: Capitulo (IV): La Moral del Abogado.-a


Como comentario del capitulo IV, sobre la moral del Abogado señalare lo siguiente: 

El abogado debe regirse por la moral profesional, un abogado inmoral  es como un chimpancé con una ametralladora! ¡La ley es sagrada! Si abusa de ese poder, la gente se lastimara. 

Un Abogado debe ser decente. Una persona decente es honrado y recto y no comete acciones ilícitas, delictivas o moralmente reprobables.
Toma su etimología del latín decentia y de su verbo decet, que significa sentar bien, parecer bien. Iconográficamente suele representarse con la imagen de un joven hermoso, coronado de amaranto y de «porte aristocrático, vestido de seda y tocado con una pier de león», que lleva en una mano un caduceo y en la otra una rama de la mencionada planta.



Ejemplo

 

Ejemplo de un Abogado inmoral es el Abogado ficticio Saul Goodman, de la serie Better Call Saul encarna como nadie esa idea del abogado truquero, estafador y cínico. Cansado de malvivir, utiliza sus habilidades para defender a los criminales.  
La serie muestra cómo ese abogado fracasado y atravesado de conflictos personales, se va convirtiendo en el descarnado e histriónico Saul Goodman, quien  representa la figura del operador jurídico que conoce tan bien el Derecho que sabe incluso cómo usarlo contra el sistema. Este abogado, manipulará la realidad para ganar un caso, ya que su éxito no depende de ser un gran jurista, sino un showman. Saul es la prueba de que la ley sin ética no sirve a los intereses generales, sino que puede ser utilizada por los criminales para seguir con sus actividades perversas.

Comentario sobre la ética de los abogados, por doña Abril Uscanga Barradas, y don Javier Díez García.


“BETTER CALL SAUL” CRIMINAL LAW: EL EJERCICIO ÉTICO DE LA ABOGACÍA.

 Abril Uscanga Barradas 
Javier Díez García
CAMILA DEL CARMEN GONZÁLEZ HUENCHUÑIR

 

SUMARIO: 1. “Better call Saul” y “Breaking Bad”: dos series televisivas con puntos en común, 2. La ética y la moral, 2.1. La ética en el abogado, 3. La ética, la moral y el derecho, 3.1. Charles McGill vs Jimmy McGill: moral contra ética, 4. Conclusiones; 

1. “Better call Saul” y “Breaking Bad”: dos series televisivas con puntos en común Better call Saul es una serie de televisión estadounidense creada por Vince Gilligan y Peter Gould, que fue emitida en el año 2015 como precuela de la exitosa serie Breaking Bad, la cual es preciso describir a grandes rasgos a fin de contextualizar la trama que se desarrolla y que, en gran medida, influye en el quehacer profesional del abogado Saul, quien da lugar a la serie Better call Saul; serie que es objeto de análisis en las siguientes líneas debido a su alto interés en cuanto a contenido filosófico-jurídico así como también jurídico-práctico.

 Entre los muchos puntos de interés que encierra la serie mencionada, destaca la inclinación de su protagonista hacia el desarrollo de una praxis de la abogacía en la que el resultado es lo que importa y que, automáticamente, hace cuestionarse multitud de situaciones acerca del ejercicio ético que debe realizar el abogado, lo que a su vez implica que surjan varios interrogantes como ¿cuál es la frontera del secreto profesional y dónde inicia el actuar ilícito del abogado postulante?, ¿cuánto debe inmiscuirse el abogado sin encubrir y/o inmiscuirse en el actuar criminal?, o ¿lo trascendental es alcanzar el resultado mas no los medios con los que se consigue?

Estas preguntas no son, en absoluto, únicas de la serie Better call Saul, pues a diario se pueden ver diferentes abogados que se rigen por la clásica y siempre polémica máxima que reza “el fin justifica los medios”.

Para entender la serie Better call Saul es preciso narrar a grandes rasgos la
historia que se desarrolla en Breaking Bad, serie que gira alrededor de varios personajes con situaciones y circunstancias muy diferentes que, en último término, comparten un objetivo común: conseguir dinero. Uno de esos personajes es Walter White, un modesto maestro de química con un segundo trabajo en un local de lavado de autos, asentado junto con su familia en la ciudad de Albuquerque, Nuevo México, quien por diversas eventualidades, especialmente de salud, decide involucrarse en el mundo de las drogas, específicamente en la producción y la distribución de metanfetaminas, apoyándose en la colaboración de su ex-alumno, Jesse Pinkman, poco notable en su época de estudiante pero bastante activo en el negocio de las drogas, no solo vendiendo si no también consumiendo.
Walter White, quien es el personaje principal en la trama de Breaking Bad, se enfrenta con circunstancias económicas desfavorables que cambian por completo su vida, las que se mezclan con un ambiente familiar complicado, pues su hijo adolescente nació con una parálisis cerebral, su esposa está embarazada y a  él le diagnostican un cáncer pulmonar incurable. En vista de ese cúmulo de condiciones, White se siente orillado a buscar una solución, la que encuentra después de reencontrarse con Jesse Pinkman.

Aunque Pinkman no resulta ser, ni mucho menos, un profesional en el ámbito, White decide asociarse con él con la finalidad de intentar mantener una estabilidad familiar que cada vez se presenta más complicada y garantizar un futuro mejor a sus seres queridos cuando él muera.
En este contexto, White y Pinkman deciden utilizar una caravana para crear
una fábrica de metanfetaminas en su interior, aprovechando las posibilidades que ello representa entre las cuales destaca, principalmente, la dificultad para las autoridades de realizar un posible rastreo o seguimiento. Asimismo, se crea un reparto de roles donde White es el encargado de fabricar la metanfetamina mientras que Pinkman la distribuye valiéndose de su experiencia con las drogas y de sus contactos.
En contraposición a White y Pinkman se ubica otro personaje: el agente especial a cargo de las oficinas de la DEA, Hank Schrader. Schrader es un agente competente y comprometido con su trabajo que busca terminar con las malas prácticas de estos dos nuevos traficantes que han aparecido en el escenario de la droga, contándose con el ingrediente extra de que para White no solo es un agente de la DEA, pues también es su cuñado, quien al igual que todo el resto de la familia, ignoran la nueva ocupación de Walter White, conocido en el mundo de la droga bajo el sobrenombre de Heisenberg.

El desarrollo de la trama muestra en primer término a Walter White como un
profesor reconocido como un hombre de bien, comprometido con su familia, con una profesión ejemplar y alejado de todo tipo de problemas legales, sin vínculo alguno con el narcotráfico y todo lo que este implica, sin embargo esa presentación inicial se va modificando en el transcurso de la serie de tal forma que poco a poco comienza a vislumbrarse a un Walter White diferente, un hombre con una personalidad oscura, amoral, ambiciosa y vengativa que pronto requerirá de asesoría jurídica debido a sus movimientos cada vez más notables en el negocio de la droga.
Debido a lo anterior, White y Pinkman contratan los servicios legales de un abogado con un historial poco favorecedor para muchos: Saul Goodman, pero que resultará extremadamente útil para los fines de estos dos nuevos narcotraficantes que paulatinamente ganan más reconocimiento.
La utilidad de Goodman en las intenciones de White y de Pinkman se hacen
más que evidentes cuando en un momento de la propia serie éste último dice que ¿ para poder llevar asuntos de índole criminal se necesita “un abogado criminal”,adelantando ya las condiciones morales, éticas y profesionales de Goodman.

Este abogado se enfrenta a situaciones muy complicadas, tanto en su vida personal como laboral, donde es conocido por promocionarse en anuncios televisivos nocturnos utilizando el lema “Better Call Saul”, que traducido al castellano significa “Mejor llama a Saul”. Este eslogan publicitario es, precisamente, el que da pauta a la precuela homónima, donde se muestra la historia de un joven abogado que incursiona con varios tropiezos en la vida de la postulación, que actúa con pocas virtudes y sabiduría, pero cuyas buenas intenciones se hacen patentes al mismo tiempo que se evidencia, también, un gusto por prácticas de moralidad discutible pero con muchos dilemas éticos que tendrá que resolver. 
Ese joven abogado es James McGill, también conocido como “Jimmy”, quien con el paso de los años y tras varias situaciones terminará convirtiéndose en Saul Goodman. Ahora bien, para analizar la serie Better call Saul es importante establecer su punto de partida, el cual es los inicios de un abogado egresado de una universidad prácticamente desconocida y no muy respetable y que poco a poco comienza a incursionar en el ejercicio profesional del Derecho tras haber sido el “chico de los recados” del destacado despacho que ayudó a fundar su hermano mayor. McGill atravesará diferentes etapas en la lucha por encontrar el éxito profesional, antes de tomar la decisión de convertirse en el abogado de White y de Pinkman. 
Así pues, Better call Saul se desarrolla en el año 2002 -seis años antes de conocer la historia narrada Breaking Bad-, centrándose en la vida de Jimmy McGill, las decisiones que tomó antes de adoptar el seudónimo “Saul Goodman” y las repercusiones que tuvieron en su vida profesional y sentimental. La serie muestra a Jimmy como un hombre con buenas intenciones pero propenso a tomar el camino rápido para lograr sus objetivos, lo que posteriormente lo convierte en un abogado dispuesto a aplicar el derecho de una forma que, en principio, parecería diferir con la práctica profesional deseable, pero que posteriormente cruza de forma definitiva la frontera de la ética. 
Jimmy se hace de algunos aliados como Mike Ehrmantraut, un ex oficial de policía de Filadelfia, quien será un socio perfecto, ya que mientras Jimmy se encargará de la autoría intelectual de ciertas conductas que fácilmente podrían clasificarse como delitos, Ehrmantraut ejecutará la materialización de las mismas gracias a sus habilidades aprendidas como policía. La personalidad de Jimmy es totalmente la opuesta a la de su hermano mayor, Charles McGill, socio fundador de unos de los más prestigiados bufetes jurídicos de Alburquerque. 
Charles es un hombre brillante, de gran prestigio, con alto nivel ético que considera que hacer lo correcto es el verdadero camino al éxito. La dicotomía antagónica que representa las diferencias entre las personalidades y la prácticas profesionales de los hermanos McGill, ocasiona que Charles, después de ver lo infructuoso de su intento por guiar a su hermano hacia las buenas prácticas, lo desprecie, critique y rechace, toda vez que no lo considera un verdadero abogado ni una persona honesta, y es que Charles conoce el pasado de su hermano, quien en su juventud se dedicó al crimen y las estafas, ganándose el apodo de “Slipping Jimmy”, el cual se puede traducir como “Jimmy el resbaladizo”. 
Así mismo, Charles como conoce lo que su hermano sería capaz de hacer para salirse con la suya, sin tomar en consideración la manera en que sus acciones dañan a la gente que lo rodea, lo justo de sus actos, la imagen del abogado, ni las consecuencias legales que podrían tener sobre su persona.

 Ante las conductas de Jimmy -que en cierta medida afectan a su destacado hermano mayor-, Charles busca que inhabiliten a Jimmy para ejercer la profesión de abogado, por lo que le tiende una trampa con la intención de que Jimmy cometa un delito y así aprovechar para levantar cargos en su contra acusándolo ante el Colegio de Abogados por una incidencia negativa en la honestidad o confiabilidad como abogado. Del mismo modo, Charles, también, aprovecha para culparlo de la desintegración de su familia, haciendo que, en definitiva, el mundo y autoestima de Jimmy se derrumben, generando sentimientos de tristeza, impotencia, confusión y resignación que juegan un importante papel en el devenir de Jimmy y en su transformación en Saul Goodman. 
Dado el escenario creado, Jimmy se ve en apuros económicos y recurre a las viejas prácticas de estafa, robo y mentiras que, paulatinamente, lo llevan a relacionarse con peligrosos criminales y narcotraficantes, significando un punto de inflexión en su vida y representando el inicio, a partir de entonces, de un cambio de rumbo en su modo de ver las cosas, de entender las posibilidades de la abogacía y de interpretar la justicia. 
De esta manera, Jimmy se verá cada vez más involucrado con el narcotráfico, de tal forma que “Better call Saul” irá mostrando la evolución de James McGill hacia el personaje de Saul Goodman como si se tratara del descenso a los infiernos que Dante Alighieri narra en su famosa obra de la Divina Comedia. “Better call Saul” va más allá de ser una simple serie más de tantas que ofrecen los diferentes canales y las diversas plataformas televisivas, pues el simbolismo, las alegorías y su estrecha conexión con la realidad de muchos profesionistas del Derecho es inmensa. 

Tan es así que incluso el propio nombre de Saul Goodman guarda un fuerte contenido subliminal, toda vez que dicho nombre tiene, en inglés, una sinfonía similar con la frase It’s all good man, la cual traducida al castellano se entendería como “todo está bien, hombre”, al mismo tiempo que el apellido Goodman se traduciría como “buen hombre”, todo lo cual genera en último término que la transformación de Jimmy en Saul represente más que un simple cambio de nombre, pues el alto contenido subrepticio que esconde Saul Goodman sirve tanto para adentrarse en actos controvertidos como para ejercer la abogacía de manera discutible y, todo ello, revestido de un nombre cuya estructura y sonoridad hace generar confianza tanto en la sociedad como en el cliente, enmascarando la auténtica realidad que oculta el propio Saul.

 A lo largo de la serie se acompaña a Jimmy en ese proceso de mutación, recordando en muchos momentos a la famosa obra de Franz Kafka titulada La Metamorfosis, pues el hecho de que Jimmy quiera cumplir su sueño de convertirse en un abogado de éxito unido a su relación de pareja con Kim Wexler le coloca, en más de una ocasión, en una posición similar a la de Gregorio Samsa en la obra del autor alemán antes citado, pues al igual que el comerciante Samsa, Jimmy se ve presionado a alcanzar sus anhelos de abogacía y, al mismo tiempo, querer cumplir todos los deseos de su novia Kim aunque ésta no le haya pedido nada. 

Esta ambición desmedida es la que hace que, en un símil con Samsa, comience la relacionarse con peligrosos criminales y narcotraficantes, significando un punto de inflexión en su vida y representando el inicio, a partir de entonces, de un cambio de rumbo en su modo de ver las cosas, de entender las posibilidades de la abogacía y de interpretar la justicia. De esta manera, Jimmy se verá cada vez más involucrado con el narcotráfico, de tal forma que “Better call Saul” irá mostrando la evolución de James McGill hacia el personaje de Saul Goodman como si se tratara del descenso a los infiernos que Dante Alighieri narra en su famosa obra de la Divina Comedia. “Better call Saul” va más allá de ser una simple serie más de tantas que ofrecen los diferentes canales y las diversas plataformas televisivas, pues el simbolismo, las alegorías y su estrecha conexión con la realidad de muchos profesionistas del Derecho es inmensa. 

Tan es así que incluso el propio nombre de Saul Goodman guarda un fuerte contenido subliminal, toda vez que dicho nombre tiene, en inglés, una sinfonía similar con la frase It’s all good man, la cual traducida al castellano se entendería como “todo está bien, hombre”, al mismo tiempo que el apellido Goodman se traduciría como “buen hombre”, todo lo cual genera en último término que la transformación de Jimmy en Saul represente más que un simple cambio de nombre, pues el alto contenido subrepticio que esconde Saul Goodman sirve tanto para adentrarse en actos controvertidos como para ejercer la abogacía de manera discutible y, todo ello, revestido de un nombre cuya estructura y sonoridad hace generar confianza tanto en la sociedad como en el cliente, enmascarando la auténtica realidad que oculta el propio Saul. 

A lo largo de la serie se acompaña a Jimmy en ese proceso de mutación, recordando en muchos momentos a la famosa obra de Franz Kafka titulada La Metamorfosis, pues el hecho de que Jimmy quiera cumplir su sueño de convertirse en un abogado de éxito unido a su relación de pareja con Kim Wexler le coloca, en más de una ocasión, en una posición similar a la de Gregorio Samsa en la obra del autor alemán antes citado, pues al igual que el comerciante Samsa, Jimmy se ve presionado a alcanzar sus anhelos de abogacía y, al mismo tiempo, querer cumplir todos los deseos de su novia Kim aunque ésta no le haya pedido nada.
 Esta ambición desmedida es la que hace que, en un símil con Samsa, comience la Durante ese transcurso metamórfico, Jimmy no deja de balancearse entre el mundo de la legalidad y la ilegalidad, entre el fraude y las buenas prácticas, entre la buena fe y la malicia, de tal forma que los propios creadores de la serie evidencian la realidad de la práctica profesional del abogado a través de los dilemas que encierra esa línea tenue que separa lo éticamente aprobado de lo moralmente recriminado. Es así como como surgen varias preguntas, entre las cuales destacan una en concreto: 

¿Qué es y qué representa la ética en la práctica del Derecho?

 La importancia de responder a la pregunta anterior es trascendental, pues de ella derivan toda una serie de interrogantes más que afectan directamente al abogado, tales como ¿cuál será la ética que debe ejercer el abogado para defender un delito cuando es conocedor de la responsabilidad de su cliente?, ¿lo ético siempre es lo correcto?, o ¿el abogado se debe regir en todo momento por la ética? 

Estas cuestiones dan lugar a muchas y muy diferentes opiniones que encierran un enorme interés a efectos tanto profesionales como académicos, pues la profesión de abogado representa toda una serie de valores que se deja notar en cada una de las actuaciones de este profesionista del Derecho.


 



2. La ética y la moral 

HART explica en su obra El concepto de Derecho que “el desarrollo del derecho, en todo tiempo y lugar, ha estado de hecho profundamente influido tanto por la moral convencional y los ideales de grupos sociales particulares, como por formas de crítica moral esclarecida, formulada por individuos cuyo horizonte moral ha trascendido las pautas corrientemente aceptadas”.1 
Partiendo de esta apreciación, se observa claramente que el Derecho entendido en el sentido más amplio de la palabra se encuentra no solo inspirado sino también impregnado de un fuerte componente moral que, en múltiples ocasiones es utilizado como sinónimo de otro término que, si bien se encuentra íntimamente relacionado con aquél, sin embargo cuenta con algunas notas distintivas:
 la ética. 

Y es que, si bien los términos “ética” y “moral” comparten mismo  significado etimológico2, sin embargo la moral está enfocada a establecer los comportamientos que son aceptados y, por ende, considerados adecuados por un colectivo –llámese sociedad- en un contexto específico, mientras que la ética se encarga de determinar las conductas correctas prescindiendo del factor de aceptación presente en una situación concreta.
 En esta tesitura, se pone de manifiesto que la moral se encuentra determinada por un agente exógeno que es la sociedad o la comunidad, mientras que la ética tiene una alta composición subjetiva toda vez que proviene del interior de la persona y que es, por tanto, netamente individual. Por otra parte, la moral está indefectiblemente vinculada con un elemento de coerción impuesto por la sociedad, pues es el propio colectivo quien determina lo que es deseable y lo que es indeseable, lo que es adecuado y lo que es inadecuado y, en última instancia, lo que es aprobado y lo que es reprochado dando lugar, en su caso, a la sanción legal correspondiente. 

En contraposición a lo anterior, y dada la naturaleza subjetiva de la ética, ésta se asienta en los valores, principios y creencias de la persona en sí, entendida como sujeto individual independiente de la sociedad en su conciencia, que critica, evalúa y juzga de conformidad con su “yo” interior al margen de lo que la colectividad pueda apreciar como conjunto. Está fuera de toda duda que hay múltiples aspectos que distinguen a la moral de la ética, sin embargo, dada la extensión de la presente obra, no resulta posible profundizar en esta diferenciación, máxime cuando el objeto de este escrito es poner de manifiesto las implicaciones jurídico-filosóficas que se desprenden de cosas tan cotidianas como, en este caso en concreto, la serie “Better call Saul”. 

En todo caso resulta imprescindible diferenciar la ética de la moral y viceversa, pues en la serie antes mencionada se da claramente esta distinción aunque para muchos pase desapercibida, dando como resultado general que el espectador únicamente valore las actuaciones de Jimmy/Saul sin detenerse a pensar en el proceso interior que está desarrollando al juzgar estas conductas y sin recaer en el hecho de que si estima que tal o cual decisión es correcta o incorrecta,justa o injusta, elogiable o recriminable, dicha valoración se encuentra presidida por una apreciación que bien puede ser moral, ética o ambas, pues todas aquellas actitudes en las que el sujeto coincida con el apreciar de la sociedad van a mostrar que su ética se encuentra ajustada a la moral colectiva.

1 Hart H.L.A., El concepto de derecho, Oxford University Press, Argentina, Abeledo-Perrot, 1961, p. 229.
2 La palabra latina “mos”, que significa “hábito o costumbre”, da lugar a la palabra “moral”; mientras que el término griego “ethos”, cuyo significado también es “hábito o costumbre”, es del que proviene el término “ética”.

2.1. La ética en el abogado.

Hablar de ética se antoja un tanto idealista, pues tal parece que las inclinaciones del hombre tienden más a satisfacer en forma individual y egoísta sus deseos de progreso material, que procurar el bien común a través de la cooperación solidaria y altruista con sus semejantes. Es por ello que aun cuando se piensa que el adquirir un conocimiento de la ética resulta un tanto ocioso, cada persona debe analizar su comportamiento y determinar con conciencia y responsabilidad su proceder, sin buscar pretextos que justifiquen la falta de ética. La naturaleza y características de la ética muestran –como ya se ha visto con anterioridad- que ésta se encuentra asentada en el individuo como sujeto en sí más allá de la colectividad, sin embargo, resultaría complejo poder explicar cómo la ética puede ser completamente independiente de la moral, como si de una pequeña isla (individuo) en medio del océano (sociedad) se tratase. 
En esta tesitura, Orozco Molina señala que no nada más corresponde a los individuos actuar conforme a valores éticos; sino también a los grupos sociales, comunidades y gobiernos de las naciones3, poniendo así de manifiesto, en consecuencia, que la ética tiene que estar acomodada a la moral. Ahora bien, considero que esta apreciación de Orozco, si bien está ajustada a la vida en sociedad como colectivo unificado y unificable, en el que esa misma sociedad se debe comportar de acuerdo a unos ciertos estándares mayoritariamente aceptados, sin embargo afecta a la independencia de la persona en cuanto tal, pues el hecho de considerar que el individuo no solo se debe regir por su propia ética sino también por la moral implica, automáticamente, que la ética se encuentra compelida o condicionada a la moral, hasta el punto de que es la moral la que decidirá la validez del comportamiento ético del sujeto en cuestión, haciendo que, por tanto, la persona no pueda desarrollar un comportamiento ético en conciencia porque siempre se encontrará limitada a que la colectividad apruebe sus actos.
 Esta dicotomía se presenta en “Better call Saul” en muchas, por no decir todas, las decisiones de Jimmy/Saul, mismas que se dan como solución a un dilema que, bien por condiciones externas o internas, éste debe adoptar. En este sentido, el apelar a que su ética –individual- debe estar condicionada a la moral –social- representa una restricción de la persona como sujeto individual, pues su manera de comportarse, de actuar, de proceder, no deberá ser validada en tanto la colectividad no lo acepte. Es indudable que para garantizar la vida en sociedad se deben establecer una serie de mecanismos uniformes que rijan por igual a los gobernados y que creen en el imaginario popular un escenario de acción-reacción respecto de ciertas conductas que puedan atentar o hacer peligrar la vida en sociedad. 

No obstante lo anterior, es importante destacar el papel y efectos de la ética y de la moral en el ejercicio de la abogacía, pues pensemos en un caso hipotético en el que un violador o un homicida le confiesa a su abogado que efectivamente cometió el delito del que se le acusa y que, además, no se arrepiente de ello. 
¿El abogado debe llevar a cabo la defensa aún a sabiendas de que su cliente fue el responsable de un ilícito tan grave y tan repudiable como es el reconocido? Si la respuesta es no, ¿estamos utilizando la ética o la moral para contestar? 
Y de ser el caso de que la contestación se asiente en la moral, entonces ¿dónde queda la conciencia de cada uno?

 Del mismo modo, si se mantiene la misma respuesta de que el abogado no debe defender al violador u homicida y la justificación viene dada por la ética, entonces ¿qué sucede con la moral en tanto se reconoce en favor del imputado el principio de presunción de inocencia que debe ser vencido en juicio? 

Añadamos ahora un ingrediente más al ejemplo para mostrar la dificultad de las estrechas relaciones que se dan entre ética y moral en el desempeño del abogado, diciendo que en la causa que se sigue contra ese mismo violador u homicida existen vulneraciones al procedimiento penal legalmente establecido. Con esta modificación, ¿se respondería igualmente a las preguntas planteadas diciendo que el abogado no debe defender al imputado porque éste cometió un delito execrable? Si la respuesta es afirmativa entonces se debería afirmar que ésta se encuentra justificada por la ética, pues si se acude a la moral ésta marcará que todo imputado tiene unos derechos que no le deben ser vulnerados, tales como el derecho al debido proceso. 
Con el planteamiento de estas cuestiones se pretende demostrar que lo ético no es lo moral y viceversa, así como, de hecho, lo moral o lo ético se pueden encontrar afectados o desvirtuados hasta el punto de anular el uno o el otro en función de las circunstancias, por lo que si bien es cierto que la ética debe ajustarse a la moral para garantizar un equilibrio y una vida en sociedad, también es un hecho que hay ocasiones, bajo determinadas circunstancias, en las que la moral se convierte en ética, poniendo de manifiesto esa delgada línea que distingue la ética y la moral con las respectivas implicaciones que ello representa. 

3 Orozco Molina, B. Felipe, Ética Jurídica, México, División de Universidad Abierta, Facultad de Derecho, UNAM, 1998, p. 1.


 

 3. La ética, la moral y el derecho 


Resulta muy frecuente encontrarse con la situación en la que se habla de la ética del abogado apelando a lo que es comúnmente entendido como ética general, de tal manera que se contextualiza ese concepto genérico en un ámbito muy específico como es el de la abogacía. Esta práctica usual no concuerda con la realidad del abogado, pues éste en comparación con otras profesiones, cumple una función social avalada por el Estado disponiendo, también, de los mecanismos jurisdiccionales e incluso de los medios alternativos de solución de controversias para satisfacer las causas de quienes buscan justicia por las vías que el Estado reconoce como legales y legítimas.

 Esta condición del abogado se muestra desde el mismo instante en que las diferentes normativas ordenan que se conduzca con rectitud y lealtad, coadyuvando en el sistema judicial como árbitro de la verdad, tan es así que en el Derecho Penal existen delitos orientados hacia el abogado en concreto4, o el Derecho Laboral sanciona conductas específicas de aquél5. Llegados a este punto, resulta trascendental destacar que, si bien es cierto que el objetivo –al menos teórico- de todo sistema procesal es alcanzar la denominada “verdad histórica” de los hechos, también es una realidad que no resulte posible lograr esta meta, toda vez que la verdad histórica es solo una y solo la conocen las partes en conflicto, por lo que el hecho de que un tercero –juzgador- consiga arribar a esa certeza resulta poco menos que imposible. 
Así pues, si se tiene en consideración la naturaleza del sistema procesal, especialmente el penal, se puede observar que éste se encuentra basado en estándares probatorios6, no en hechos ciertos e indiscutibles, por lo que serán las diferentes pruebas aportadas, desahogadas e idóneas las que generen un sentimiento de convicción en el juzgador que, obviamente, nunca puede estar exento de algún halo de duda respecto a ciertas cuestiones o puntos litigiosos. Partiendo de este contexto en el que son las pruebas y no los hechos los que determinan la probabilidad de sancionar, se llega a la conclusión de que será más que improbable alcanzar esa “verdad histórica”, por lo que si esto es así, ¿qué es lo que compele al abogado a hacer justicia –entendida en un sentido moral- si la propia justicia no logra evidenciar la verdad de los hechos?, ¿el hecho de controvertir pruebas que apuntan a una responsabilidad del imputado por un delito de homicidio es amoral?, ¿rebatir pruebas en contra de un violador es poco ético? 

La sociedad siempre gusta de prejuzgar o emitir fallos como si de jueces o magistrados se tratara sin tener, en muchas ocasiones, el más mínimo conocimiento de Derecho, dejándose guiar por lo que dice tal o cual noticiero y alistándose en las filas de los acusadores porque, después de todo, la práctica totalidad de la sociedad se decanta por un sentido específico que, como arado de bueyes se tratara incursiona con fuerza en el pensamiento de las personas creando surcos de los que posteriormente germinará la semilla del juicio sin conocimientos, sin datos y revestidos de un manto de falsas erudiciones que, en realidad, esconden una patente ignorancia del tema controvertido. 

Esta situación revela una cuestión muy importante a efectos argumentativos, pues si la sociedad prejuzga a una persona antes de ser declarada responsable únicamente por un imaginario compartido, sin atender a mayor circunstancia que la del pensamiento de la masa, ¿entonces esa es la moral real?, es decir ¿aun cuando no se estén respetando los diferentes derechos del imputado, por el mero hecho de que la sociedad ya ha configurado su visión sobre él esa visión va a ser la moral?

 Toda esta serie de interrogantes pretende provocar un pensamiento crítico en el lector de igual manera que, trasladado a la serie “Better call Saul”, se busca que el telespectador analice con detenimiento qué es lo moral y lo ético antes de juzgar a cada uno de los personajes que en ella participan. Las finas fronteras que separan la ética, la moral y el derecho son un punto que siempre ha generado y continúa generando múltiples dudas, pues como señala Rodríguez Santibáñez, a menudo se confunden moral, ética y Derecho, y si bien es cierto que en cada uno de estos conceptos la carga cultural y social que deriva de las costumbre de los pueblos, determinan estándares valorativos que le son inmanentes al derecho, ello no quiere decir que la ética es derecho, pero sí a la inversa, que el derecho es ética.7

 Este razonamiento es refrendado por Cardona Sánchez al indicar que si la ética busca que los actos del ser humano sean justos y correctos, se haya íntimamente relacionada con el Derecho, el cual en su esencia nos marca el deber ser y establece las normas que deben prevalecer por encima de cualquier pasión del ser humano.8 Ahora bien, atendiendo a las palabras del maestro García Maynez, el derecho es un conjunto de normas que, además de imponer deberes, conceden facultades9, lo que llevaría a hablar de lo que es un orden jurídico vigente definiéndolo como “conjunto de normas imperativo-atributivas que en una cierta época y un país determinado la autoridad política declara obligatorias”10.

 Esto conduce a concebir el derecho como algo más moral que ético, pues el componente de colectividad que subyace a aquél es más fuerte que la individualidad. Siendo esto así es cierto que la ética se encuentra relacionada con el derecho toda vez que la moral –social- limita los comportamientos, sin embargo, desde el momento en que la ética parte del “yo” interior y que el sistema de justicia actual no puede alcanzar una “verdad histórica” de los hechos, habría que reflexionar sobre si todas aquellas conductas que mediante la utilización de la ley no resultan sancionadas son poco éticas o, incluso, amorales; pues a fin de cuentas se utiliza el derecho como producto de la moral de la sociedad para justificar una ética meramente individual. Este es uno de los temas que, desde una perspectiva filosófico-jurídica, emergen de la serie “Better call Saul” representada a través de dos personalidades que si bien están unidas por un lazo de parentesco, sin embargo difieren mucho en su fondo: los hermanos McGill.


4 Véase, por ejemplo, lo dispuesto por el artículo 319 del Código Penal para el Distrito Federal, el cual establece de manera expresa los delitos de abogados, patronos, litigantes y asesores jurídicos.
5 Así, por ejemplo, lo establece el artículo 48 de la Ley Federal del Trabajo al fijar sanciones a los abogados, litigantes o representantes que lleven a cabo actuaciones improcedentes con la finalidad de prolongar, dilatar u obstaculizar el procedimiento.
6 Zeferín Hernández, I.A., La prueba libre y lógica. Sistema penal acusatorio mexicano, México, Escuela Judicial, Instituto de la Judicatura Federal, 2016, pp. 16 y 159-194.

7 Rodríguez Santibáñez, Iliana, La Ética del Abogado Postulante en México, México, Biblioteca Jurídica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2015, pp. 57, 58.
8 Cardona Sánchez, Belén, La Ética en la Práctica del Abogado, México, Biblioteca Jurídica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2015, p. 173.
9 García Máynez, E., Introducción al estudio del derecho, México, Porrúa, 2002, p.36

3.1. Charles McGill vs Jimmy McGill: moral contra ética 

Al igual que sucede con las opiniones doctrinales sobre la moral, la ética y la línea tenue que separa a ambas, en “Better call Saul” se muestra principalmente la vida de Jimmy/Saul, pero ello sin desatender los quehaceres de su hermano mayor Charles, como si de la relación que entre moral y ética existe en la que la una se diferencia de la otra pero, al mismo tiempo, se encuentran ligadas indefectiblemente. El debate entre ética y moral está presente en “Better Call Saul” personificando de alguna manera estos abstractos conceptos de tal manera que la moral podría identificarse con el personaje de Charles McGill mientras que la ética –o para algunos la falta de ella- se encontraría simbolizada por Jimmy/Saul, o en otras palabras, se pone de manifiesto el debate entre lo que la sociedad estima justo (Charles) y lo que el individuo en sí concibe (Jimmy/Saul). En este sentido, Charles representa la rectitud, el honor, la lealtad, el profesionalismo, es decir, todos aquellos valores que la sociedad como tal esperan de un abogado, mientras que Jimmy/Saul se rige por sus sentimientos, anhelos, objetivos y ambiciones que en muchas ocasiones rayan la legalidad hasta el punto de que el propio personaje no llega a distinguir lo válido y lo reprobado.

 Por otra parte, la personalidad de Charles se muestra presidida por un orgullo explícito por las instituciones educativas de prestigio reconocidas ampliamente por la sociedad, siendo aquí, precisamente, donde cobra mayor fuerza esa representación de la moral en la persona de Charles McGill como exponente de lo que quiere la sociedad. Esto contrasta con el personaje de Jimmy/Saul, quien ha estudiado en una institución de escaso o nulo prestigio siendo considerado por su propio hermano como algo nimio, sin valor y sin reconocimiento alguno; poniendo de manifiesto que al hablar de reconocimiento se está aludiendo a un crédito de la colectividad. Esta problemática relación se traduce en que Jimmy/Saul busque la aprobación de su hermano –sociedad- de diferentes formas pero siempre con un componente común a todas ellas: la manera propia y especial de entender el derecho por parte de Jimmy/Saul (ética).

 Para algunos –o muchos-, Jimmy/Saul tal vez únicamente sea un ventajista, demagogo, de verbo fácil, con gran encanto para embaucar e inescrupuloso que no debe ostentarse como abogado, ahora bien, ¿el hecho de que comprenda la manera de postular el derecho de una forma poco ortodoxa implica que no pueda ser aceptada?, máxime cuando es importante recordar que, como se ve en Breaking Bad, Jimmy/Saul utiliza la argumentación y la interpretación de la misma norma vigente para liberar de responsabilidad a sus clientes. Existen autores que explican que la crisis de los valores permitió a los abogados inescrupulosos conquistar cargos trascendentales; de tal manera que el sistema jurídico actual se encuentra en un estado de crisis moral en la que se cree personificar auténticos modelos de éxito.

 Mientras tanto, los abogados decentes, en su gran mayoría han sido relegados causalmente por poseer virtudes y méritos11 y es que, para algunos, se puede entender a la ética jurídica como un protocolo de actuación para el ejercicio de la abogacía en las distintas materias o ramas del derecho, que variarán según los principios éticos o que se priorizarán dependiendo del área legal de especialidad. 
Es así como al hablar de ética del abogado, Salinas Martínez plantea una reflexión resaltable al decir que “en todas las profesiones existen valores éticos que nos permiten afirmar buenas conductas, tanto en el plano interno relacionado con la rectitud de conciencia, así como en el plano externo”.12 

Atendiendo a esta distinción y, sobre todo, alusión a abogados inescrupulosos, tal vez resultaría de gran utilidad definir qué es o qué se entiende por inescrupuloso en el derecho, pues solo de esta forma se podrá apreciar si los escrúpulos vienen conferidos por el comportamiento de la sociedad –moral- o por el “yo” individual –ética-. De esta manera, el clasificar a un abogado como inescrupuloso supondrá dos consecuencias inmediatas: 

1) la moral en cuanto sociedad cataloga a la ética individual y; 
2) la defensa de un cliente que la sociedad repudia implicaría una falta a la moralidad establecida dando lugar a la falta de escrúpulos.

 En este contexto, habría que valorar si todo aquello que se aparta de lo moralmente reconocido es reprochable, porque de ser así, ¿entonces qué sentido tiene que en todo procedimiento existan dos partes en conflicto?, ¿una es la parte moral o ética y la otra es la amoral o falta de ética? 

Por otra parte, Irigoyen manifiesta que los códigos penales y de ética informan acerca de las decisiones que se deben observar en la mayoría de los asuntos, de tal manera que, en los demás, la prudencia y el sentido común, basados en el amor al prójimo, serían suficientes como para contar con un cuerpo de juristas que sean un ejemplo para la comunidad.13 Atendiendo a estas palabras, el dilema que se presenta en “Better call Saul” es aún mayor, pues Jimmy/Saul no es una persona que no sepa querer o que no quiera amar; al contrario, en muchos de los episodios existe un alto componente sentimental que hace que se incline a realizar una u otra conducta, más aún cuando se trata de su novia Kim, a quien desea colmar de atenciones para que ésta no se preocupe por trabajar. 

En esta tesitura, si se atiende a lo expresado por Irigoyen y, más concretamente, al amor al prójimo como elemento a atender en las conductas éticas, entonces ¿el polémico Jimmy/Saul resulta que finalmente es un ejemplo para la comunidad de juristas por conducirse en razón a ese amor al prójimo? 
Como se puede observar, la manera de comprender la moral o la ética tiene un notorio componente subjetivo que hace que aquellas no puedan ser contempladas desde un prisma transparente de verdad universal, en el que se mire por la cara que se mire, al otro lado siempre se encuentra el mismo resultado, pues lejos de ello, desde el momento en que la moral y la ética surgen y se nutren de aspectos muy diferentes –sociales e individuales respectivamente-, la forma de entenderlas, concebirlas e interpretarlas va a tener que ser, necesariamente, diferentes. Resulta importante destacar las palabras de Campillo Sáinz al afirmar que el hombre debe considerarse como un fin en sí mismo y nunca como un medio, por lo cual el hombre es un ser libre, pero también un ser que está obligado. De esta manera, las normas éticas se convierten en jurídicas cuando adquieren relevancia especial para la convivencia y el grupo social considera que deben ser obligatorias.14 
Este razonamiento pone sobre la mesa un punto muy interesante, pues al entender a la ética como posible germen de las normas jurídicas en tanto la sociedad las acepte, se obtiene como resultado que no todo comportamiento contrario a lo establecido por la colectividad es necesariamente antiético, ya que si el grupo social comienza a aceptarlo aun a pesar de ir en contra de la moral establecida, se consolidará hasta tal punto de convertirse en una regla más a respetar en el sistema, por lo cual la posibilidad de que se pueda dar un proceso de transformación como el explicado evidencia que ni lo moral es ético, ni lo ético es moral, pues al igual que el derecho, la moral rige en un momento y lugar determinados, sin que ello implique que esa moral sea indefectiblemente respetada y que esa moral represente los valores máximos inalterables que toda persona debe seguir bajo pena de ser criticado o rechazado por la propia sociedad que la ha conformado.

10 Ibidem, p.37.
11Munilla Lacasa, Héctor Raúl, et al., La Ética del Abogado Penalista, Argentina, Sociedad de abogados penalistas de Buenos Aires, 2000, pp.29, 32.
12Salinas Martínez, Cuitláhuac, Ética del Abogado, México, Biblioteca Jurídica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 2015, p.78.
13 Irigoyen, Raúl Eduardo, Ética de los Abogados, Biblioteca virtual universal. Disponible en: http://www.biblioteca.org.ar/libros/8158.pdf . Fecha de consulta el 13 de septiembre de 2018.

14 Campillo Sáinz, José, Introducción a la ética profesional del abogado, Disponible en: https://www.juristasunam.com/los-principios-generales-de-la-etica-profesional-del-abogado-de-jose-campillo-sainz/974. Fecha de consulta el 13 de septiembre de 2018.


4. Conclusiones 

Como se ha podido observar a lo largo de este pequeño escrito que tiene como objetivo principal hacer pensar profundamente al lector, la serie “Better call Saul” va mucho más allá de mostrar la vida de un simple abogado charlatán, manipulador y de amplia interpretación de la ley, pues en realidad presenta temas filosóficos que, quizás, pasan desapercibidos para muchos. 

Resulta muy interesante apreciar cómo la filosofía del derecho se encuentra presente en aspectos que, inicialmente, se pensaría que estarían si no muy distantes, sí al menos un tanto apartados de cosas cotidianas y diarias en las que apenas se repara. 

La relación y, a su vez, la problemática compleja que existe entre la moral y la ética se pone de manifiesto en una serie televisiva en la que, a través de diferentes personajes, el telespectador se decanta por diferentes opciones que, en verdad, guardan un alto porcentaje de contenido filosófico sin que el propio televidente lo aprecie, haciendo de esta serie una obra que, sin duda, puede y debe ser analizada desde una óptica jurídica dados los dilemas que presenta; y es que si bien se trata, a fin de cuentas, de una serie, es esta misma serie la que hace que se puedan controvertir muchas cuestiones que en principio podrían calificarse como verdades indiscutibles, tales como, por ejemplo, que si Jimmy/Saul interpreta de manera muy extensiva o muy restrictiva una ley determinada a su favor tras haber realizado un hecho debatible –entendido como polémico y que admite diferentes opiniones-, esa actuación sea considerada como poco ética o falta de escrúpulos a todas luces, cuando la verdad es que se puede analizar y argumentar desde diversos planos sin que siempre se llegue a ese término de calificarlo como poco ético o amoral.

 “Better call Saul”, en definitiva, potencia el pensamiento crítico y analítico del espectador desde una perspectiva filosófica que hace preguntarse si aquellas cuestiones consideradas tradicionalmente como verdades lo son realmente.

 

 


147).-Comentario del libro El alma de la Toga


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson gonzalez Urra ;ana karina gonzalez huenchuñir;  Ricardo Matias Heredia Sanchez; alamiro fernandez acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas;

martes, 21 de mayo de 2013

146).-El Alma de la Toga (XIII): LA CLASE.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo; Paula Flores Vargas;Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Soledad García Nannig; 


Alexander Cockburn Vanity Fair 11 December 1869
Juez con clase

14-.LA CLASE.-


Es una positiva manifestación de la ferocidad humana, el odio entre artistas. Esos seres escogidos que viven, según ellos mismos aseguran, en "las regiones purísimas del ideal", se muerden, se desuellan, se despedazan y se trituran de manera, encarnizada y consiente. Literatos, cómicos, músicos, pintores y escultores, no gozan tanto con el triunfo propio como con el descrédito ajeno.
Sobre su una proposición estuvo bien empleada o un verso tiene reminiscencia de plagio, los escritores se acometen furiosos y ocupan columnas y columnas de los periódicos con polémicas inacabables, como si su critica bebiera detener la marcha del mundo. Cada Exposición de Bellas Artes  es un repugnante tejido de intrigas y difamaciones.
Y no hablemos de los bastidores del teatro, en los que diariamente se agotan con amplitud varios títulos del Código Penal.
En grado menor, pero también con vigoroso empuje, los hombres de ciencias se detestan y menosprecian. Alrededor de cada tesis química, terapéutica o matemática se urden ataques enconados contra los que defienden la contraria.
Quien frecuente una tertulia de médicos no me dejará mentir.

Los Abogados. 

Los Abogados tenemos la distinción contraria. Por lo mismo que nuestra misión es contender, cuando cesamos en ella buscamos la paz y el olvido. No hay compañas de grupo contra grupo, ni ataques en la prensa, ni siquiera pandillas profesionales. al terminar la vista o poner puntos a la conferencia, nos despedimos cortésmente y no nos volvemos a ocupar el uno de otro. Apenas si de vez en cuando nos dedicamos un comentario mordaz o irónico. Nuestro estado de alma es la indiferencia, nuestra conducta, un desdén elegante.
Hay una costumbre que acredita la delicadeza de nuestra educación. Después de sentenciado un pleito y por muy acre que haya sido la controversia, jamas el victorioso recuerda su triunfo al derrotado. Nadie cae en la fácil y grosera tentación de decir al contradictor. "¿Ve usted cómo tenia yo razón  ?". Es el vencido quien suele suscitar el tema felicitando a su adversario-incluso públicamente- y ponderando sus cualidades de talento, elocuencia y sugestión, a las que, y no a la justicia de su causa, atribuye el éxito logrado.
Convengamos en que esto no lo hacen los demás profesionales, y en que constituye un refinamiento propio de lo que somos y no siempre recordamos: una de las más altas aristocracias sociales.

Siendo plausible el fenómeno, no lo es su causa que, si bien se mira, radica, simplemente, en la exaltación de un individualismo salvaje. Claro que nuestro oficio es de suyo propenso al individualismo, porque consiste en procurar que prevalezca nuestra opinión frente a las demás, y esto nos lleva a encasillarnos en nuestro raciocinio, huyendo de las influencias externas o desdeñandolas; pero agigantando esa condición, hemos llegado a vivir en incomunicación absoluta. No nos odiamos porque ni siguiera nos conocemos.
Dos daños se desprenden de ese aislamiento: uno científico y otro afectivo. En aquel orden, resulta que nos vemos privados de las enseñanzas insuperables de la clínica, pues nos conocemos más casos que los de nuestro despacho propio y los que nos nuestra, con molde soporífero, la jurisprudencia de la  Corte Suprema. 
Pero toda aquella enorme gama de problemas que la vida brinda y no llegan al recurso de casación, todo  aquel provechosísimo aprendizaje que nace con el intercambio de ideas, toda aquella saludable disciplina que templa la intransigencia y el amor propio forzando a oír el discurso de los demás, para nosotros no existen. 
La Universidad es- en mala hora lo digamos-una cosa fría, muerta, totalmente incomunicada con la realidad. Las Academias de Jurisprudencia no pasan de una molesta especulación teórica, en la que, por  otra parte, tampoco suele intervenir los expertos, cual su la ciencia fuese juguete propio de la muchachería.           
Y como los Colegios de Abogados no se cuidan de establecer entre sus individuos ningún orden de relaciones (Salvo alguna feliz iniciativa aislada ), resulta, en fin de cuenta, que el Abogado no estudia nunca fuera de sí, ni contempla más cuestiones que las que pasan por sus manos. 
En esto tenemos mucho que aprender de los médicos. Por sabios, por viejos y por ricos que sean, se mantienen siempre en vía de aprendizaje.
El daño afectivo no es menor. perdida la solidaridad profesional, nadie conoce la desgracia del compañero y cada cual devora sus propios dolores sin hallar el consuelo que tan llanamente se prestan los jornaleros de un mismo oficio.
Muestra relaciones particulares están siempre en ambiente distinto del forense, y así, ni en el bien ni en el mal tropezamos con aquellos contactos cordiales que son indispensables para soportar sin pena la cadena de trabajo. No hay tampoco fiestas colectivas, ni conmemoraciones de hombres o días gloriosos, ni alientos para los principiantes, ni auxilio para la tarea en momentos de agobio o de duelo...Lo Cual es sequedad de corazón y atraso cultural; porque hoy ya nadie vive así.
 En lo económico, el espíritu aparece sustituir por la previsión mutualista; en lo político, las filas cerradas de los viejos partidos dogmatizantes han sido contrarrestadas por el interés de las regiones y por el sentido de las clases.
Empeñándonos los juristas en conservar una mentalidad y una táctica meramente individualistas (y Adviértase que subrayo el adverbio porque el individualismo sin hipérbole no solo no me parece condenable, sino que le tengo por la más robusta de las energías colectivas) marchamos con un siglo de retraso en las formulas de la civilización.            
¡El sentido de clase! En su embriaguez por el pensamiento riosseauniano y la en Enciclopedia y la resolución, acordó el siglo XIX suprimirle como cachivache estrafalario y remoto. Mas no paró aquí el mal, porque en suplantación de aquel gran motor extinguido broto su repulsiva caricatura: el espíritu de cuerpo. y así ha surgido una mentalidad de covachuela, de escalafón, de emolumentos y mercedes, de ideología mínimas y de intransigencias máximas.
Uno y otro concepto son antitéticos. el "cuerpo" es la defensa de la conveniencia de unos cuantos frente a la general. La "clase" es el alto deber que a cada grupo social incumbe para su propia decantación y para servir abnegadamente a los demás.  
        
Hay clases, o, mejor dicho, debe haberlas, y es lamentable que caigan en olvido. no en el sentido que las conciben algunos aristócratas, suponiendo que a ellos les corresponde una superioridad obre el resto de los mortales. Las clases no implican desnivel personal sino diferenciación en el cumplimiento de los deberes sociales. Un duque no es mas que un zapatero, pero es cosa distinta.
Ha la hora de hacer zapatos, a éste corresponde el puesto preferente; pero a la del sacrificio y la generosidad, debe aquel reclamar la primacía.
Porque desertó de su puesto la aristocracia como clase, porque olvido su deber el clero como clase, porque, en suma, las llamadas clases directoras no dirigieron  nada y se contentaron con saciar su apetito de riqueza y de placer, produjese la injusticia social que ahora tratan de borrar los pretéritos, con sanguinaria violencia.
Los prestigios del nacimiento, las holguras de la fortuna, las preeminencias de los diplomas académicos, ¡todo ha sido utilizado para provecho del beneficiado, sin atención ni desprendimiento alguno para los menos venturosos, sin contemplación directa ni indirecta de la armonía colectiva  !
Si los Abogados procedimientos como clase, habríamos intervenido en la evolución del sentido de la propiedad que está realizándose a nuestros ojos, que corresponde a nuestro acervo intelectual y de la que no hacemos el menor caso: habríamos mediado en las terribles luchas del industrialismo, con la inmensa autoridad de quien no es parte interesada en la contienda; habríamos atajado los casos de corrupción judicial, constituyendo una milicia actuante contra la intromisión caciquil, cortesana y aldeana, habríamos impedido que en el pueblo se volatizara el sentimiento de la justicia, y habríamos operado sobre nuestro propio cuerpo, evitando los casos de miseria y asfixiando los de ignominia.

Lo más triste de todo es que no nos falta aptitud ni el mundo deja de reconocérnosla. La legislación social novísima ha encontrado en los Tribunales aplicación amplia y recta. Todos los días apedrean las turbas un Gobierno civil o una Alcaldía porque la administración no acierta a hacer cumplir  una ordenanza molesta; pero no se ha dado el caso de que apedreen un Juzgado ni una Audiencia por haberse transgredido en ellas una legislación tan hondamente revolucionaria como la de accidente del trabajo.  
Los tribunales industriales funcionan desde el primer día irreprochablemente por lo que toca a los togados.    
Cuando el Congreso quiso aclarar con el oprobio de la depuración de las actas, no supo volver los ojos a otro lado más que al Tribunal Supremo, que no fracasa por inmoral ni torpe, sino por irresoluto y débil. Para adecentar los organismos electorales se buscó a las Audiencias, a los Juzgados, a los Decanos de los Colegios de Abogados. Y así en los demás. Estos Decanos todavía son una fuerza a la que se acuden para todo, desde los grandes patronatos benéficos hasta la Junta de Urbanización y Obras. 
¿Es que no nos enteramos de una tradición  y de ese voto de confianza?
¿Es que los menospreciamos?
¿Es que no adivinamos la inmensa responsabilidad que contraemos con esa deserción. ?
¿De verdad habrá quien crea, a estas alturas, que un Abogado no tiene que hacer mas que defender pleitos y cobrar minutas ?
De poco tiempo a esta parte alborea tímidamente una aspiración rectificadora. 
Dios quiera que acertemos a seguir tal derrotero. No basta que cada Abogado sea bueno; es preciso que, juntos, todos los Abogados seamos algo. 

Comentario.

El señor  Ángel Ossorio y Gallardo

próximo capitulo