Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra; Paula Flores Vargas; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir ; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo; Soledad García Nannig;
|
Convento de las Salesas Reales. |
Introducción. El convento de las Salesas Reales, o convento de la Visitación de Nuestra Señora, es un conjunto arquitectónico de la ciudad española de Madrid, del que forman parte la iglesia de Santa Bárbara y el Palacio de Justicia, sede del Tribunal Supremo. En origen, las hermanas salesas, llegadas de Annecy (Saboya) en 1747, ocuparon unas casas en Prado Viejo, de donde se trasladaron a un beaterio existente en la calle San José. De allí pasaron al que sería su emplazamiento definitivo, junto a la Puerta de Recoletos, en la actual calle Bárbara de Braganza. La reina había comprado allí unos terrenos para su fundación. Su proyecto era no sólo la creación del convento, sino asegurarse un lugar tranquilo donde pudiera residir en caso de la muerte del rey, Fernando VI. |
Importancia Artística. Su tamaño y su riqueza arquitectónica convierten al Palacio de Justicia en uno de los edificios más impresionantes de Madrid, hoy sede del Tribunal Supremo. Cuenta además con una interesante historia llena de vicisitudes que aumenta el interés que despierta entre los madrileños y los turistas. En 1870 se destinó a Palacio de Justicia el antiguo monasterio de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, más conocido como las Salesas Reales, según parece por idea de Eugenio Montero Ríos, el entonces ministro de Gracia y Justicia que más tarde presidiría el Tribunal Supremo. Y en este antiguo monasterio funcionó la administración de la Justicia entre 1875 y 1915, fecha en la que un incendio destruyó gran parte del edificio. Pero para hablar del origen de las Salesas Reales nos remontamos a 1746, fecha en la que el monarca Fernando VI aprueba la fundación de este espacio cumpliendo así la voluntad de su mujer, la portuguesa Bárbara de Braganza. Su idea fue la de albergar un colegio y residencia para la educación de las doncellas nobles y se puso bajo tutela de la rama femenina de la orden fundada en 1610 por San Francisco de Sales (los salesianos). Pero también existía un interés más personal de la reina. «La relación de Bárbara de Braganza con su suegra Isabel de Farnesio, madrastra de su marido, no era buena y se piensa que quería tener un palacio a donde ir por si enviudase», explica la guía durante la visita al Tribunal Supremo. El edificio fue concebido y proyectado por el arquitecto francés Francisco Carlier y la primera piedra se puso en 1750. Por entonces era muy habitual construir un palacio real asociado a un convento. En 1757 se consagró la iglesia y un año después se concluyó toda la obra pero la reina falleció pocos meses después en Aranjuez y nunca llegó a vivir en este palacio. Tampoco lo hizo Fernando VI, quien siguió el mismo camino que su amada falleciendo en 1759 a los 46 años. Ambos monarcas están enterrados en Santa Bárbara, una suntuosa iglesia barroca de tres naves y una fachada-retablo que se salvó del referido incendio. El origen del Tribunal Supremo es anterior al del Palacio de Justicia. «Se creó con la constitución de 1812 y fue pasando por varias sedes», explica a ABC Javier Herreros, del gabinete técnico del Tribunal Supremo. La primera sede fue en el palacio gaditano de los Marqueses de Recaño y un año después se trasladó a Madrid, al antiguo Consejo Supremo de Castilla, el Palacio de los Consejos. En 1823 estableció su sede provisional en la Audiencia de Sevilla y poco después en Cádiz, siguiendo siempre al Gobierno y a las Cortes. En 1834 regresó al Palacio de los Consejos de donde salió en 1875 para instalarse definitivamente en las Salesas. Para ello fue antes necesario obras de rehabilitación. El 5 de mayo de 1915 fue una fecha fatídica para la historia de este palacio y de Madrid. Un incendio en la parte alta del edificio de cuyas llamas avisó un niño de 8 años acabó por destruir gran parte del complejo. Fue una defectuosa chimenea de una estufa la que provocó una desgracia que los madrileños presenciaron. El archivero bibliotecario, el señor Lostau, salvó todos los volúmenes de la biblioteca y también se lograron salvar obras de arte, muebles y pinturas. Pero hubo que lamentar una víctima, la del secretario-relator de la Sala Segunda José Armada, quien se asfixió cuando trataba de poner a salvo los sumarios. «Desde entonces se cuenta que su espíritu se quedó en el edificio y es nuestro fantasma», explica la guía. Como curiosidad, por aquel entonces había calabozos y ese día estaba un preso que fue sacado inmediatamente por orden directa del presidente José Aldecoa. «Fue a raíz del incendio cuando se descubrió un pasadizo que llevaba a la cripta en la que estaban enterradas las religiosas salesas», explica Javier Herreros. Ahora es el depósito del Archivo del Tribunal Supremo La actividad del Tribunal Supremo regresó a su anterior sede y se encargó el proyecto de reconstrucción al arquitecto Joaquín Rojí después de quedarse el concurso desierto. Rojí fue conservador y optó por mantener la planta con los dos patios principales (del palacio y del convento), las dos fachadas principales, las alturas (3 plantas) y las apariencias generales además de conservar las dimensiones primitivas. A su vez realizó algunas modificaciones logrando un aspecto más palaciego. En la fachada principal se mantuvo la obra de Carlier con sus pilastras y sus balcones y la coronó con un grupo escultórico de tres figuras que representan a la Ley, la Equidad y el Derecho, obras del escultor Miguel Blay. Ya en la fachada de Marqués de la Ensanada, Rojí optó por innovar y por ella se creó el acceso a la Audiencia Territorial de Madrid. En el interior destaca la escalera principal, la gran galería de los pasos perdidos, los pasillos principales, las salas de vistas, el salón de plenos y el despacho del presidente del Tribunal Supremo (en donde probablemente estaba el antiguo cuarto particular de la Reina) . El nuevo edificio lo inauguró Alfonso XIII en 1925. Como causa de la Guerra Civil se produjeron varios traslados del Tribunal Supremo. «Hubo dos tribunales, el Tribunal Supremo republicano marchó a Valencia y después a Barcelona y el del bando nacional se instaló en la antigua Chancillería de Valladolid», cuenta Herreros. En marzo de 1939, tras la toma de Madrid por las tropas nacionales, regresan al Palacio de Justicia. A lo largo de los años se han llevado a cabo varias remodelaciones del edificio aunque la principal fue entre 1992 y 1995, al salir a otros inmuebles la Audiencia Territorial de Madrid y el Colegio de Abogados. En todo el edificio se encuentran objetos de gran belleza y valor como son un conjunto de doce sillas de madera que la reina Isabel II regaló después del incidente que tuvo con el marquetero a quien no quiso pagar un 40% más del presupuesto acordado antes del trabajo. Una subida de precio que el autor de las sillas justificaba por tener una enorme labor artesanal ya que las sillas cuentan con más de 500 incrustaciones de madera. Sillas que se lograron salvar del incendio de 1915. Y en las paredes encontramos obras conocidas como la Inmaculada Concepción de Claudio Coello. |
Escudo |
11/02/2019 Historias y otras curiosidades del salón del Supremo donde se juzgará el ‘procés’(Separatistas catalanes) |
El Salón de Plenos del Tribunal Supremo de España donde se va a enjuicia a los 12 acusados por el ‘procés’ es la sala principal y la estancia de mayor singularidad del edificio. Justo ahí, donde a partir del día 12 estará sentado el ex-vicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras y el resto de imputados del Govern, acude cada año el Rey para presidir el solemne acto de la apertura judicial. La estancia está adornada con mármoles, tapicerías, un techo abovedado, extraordinarias vidrieras y espectaculares lámparas de araña. En su frontal, un escudo, obra original del escultor Mariano Benlluire, modificado durante la República, cuando fue retirado el relieve el retrato de Alfonso XIII, que preside la sala. Cuando Oriol Junqueras y sus compañeros levanten la vista verán la composición pictórica “La Ley triunfando sobre el mal o El vencimiento de los delitos y los vicios ante la aparición de la Justicia”, realizada por Marceliano Santa María Sedano en 1920. Para llegar al Salón de Plenos el público ha de pasar por la monumental escalera de honor una vez cruzado el vestíbulo presididas por las figuras de Justiano y Alfonso X, realizadas por Lorenzo Coullaut Valera. Esta sala, donde durante alrededor de tres meses estarán sentados, al menos tres días por semana, los acusados por el ‘procés’, se encuentra en la segunda planta del Tribunal Supremo, el que fuera antes el gran Palacio de Justicia de Madrid. Juicios históricos Tribunal Militar de 1930 No en vano aquí se han celebrado ya grandes juicios. Tal vez el más singular, la vista ante un tribunal Militar de parte de los conjurados en el pacto de San Sebastián, el acuerdo de los partidos de la España diversa para promover la Segunda República en 1930. En el banquillo de los acusados se sentaron Niceto Alcalá-Zamora, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Santiago Casares Quiroga y Fernando de los Ríos, como relataba puntualmente la crónica de La Vanguardia del 22 de marzo de 1931. Fueron condenados a seis meses de cárcel de los que luego fueron indultados. A Álvaro de Albornoz no le dejó buen sabor de boca su paso por el banquillo de ese Salón de Plenos, en un juicio en el que tuvo como defensora a Victoria Kent -la primera mujer abogada de la historia de España-, aunque salió absuelto. Por eso, cuando fue nombrado ministro de Justicia de la Segunda República , en diciembre de 1931, lo primero que ordenó fue que quitaran el busto de Alfonso XIII y que lo sustituyeran por el escudo de España que hoy conocemos. “Esto ya no es una monarquía sino una República”, dijo Albornoz. Un trabajo que también realizó Benlluire y que explica que, en el centro, no figuren las tres flores de lys de la Casa Borbón, como sucede en los escudos actuales. Tribunal Militar de 1932 En esos mismos sillones centrales en los que se sentarán hoy el secretario de Gobierno, Tomás Sanz, los letrados de la Administración de Justicia de las diferentes Salas del Supremo y los presidentes y decanos de los diferentes consejos generales y colegios de las profesiones de la ley, en 1932 lo hicieron el entonces teniente general, y director general del Cuerpo de Carabineros, José Sanjurjo, y tres oficiales más, por el golpe de estado fallido. Sanjurjo fue finalmente condenado a cadena perpetua. En 1934 fue amnistiado. Se marchó a Portugal y desde allí estuvo presente en todas las conspiraciones contra la República, incluyendo la de 1936. Iba a ser el líder máximo, pero su muerte, en un accidente de aviación, le dejó el camino libre al general Francisco Franco. Tribunal Militar de 1983 51 años más tarde, en 1983, se celebró también en ese Salón de Plenos el juicio, en casación, contra 24 de los implicados en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Entre los acusados se encontraban el teniente general Jaime Milans del Bosch, los generales de División, Alfonso Armada y Luis Torres Rojas, y el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, quien asaltó el Congreso de los Diputados. Tribunal de 1997 El lugar también fue el escenario, en 1997, de uno de los juicios más mediáticos de la historia del tribunal: el proceso por el caso Filesa, sobre la financiación ilegal del PSOE En el banquillo se sentaron el diputado Carlos Navarro Gómez, el senador Josep María Sala, Luis Oliveró, tío del diputado, Alberto Flores, y los “conseguidores” Aida Álvarez, Guillermo Molledo, Luis Sánchez, Francisco Javier Iglesias, Julio Calleja, Juan Antonio Molina, Eugenio García y Diego Ramos, para responder por los delitos de falsedad en documentos mercantil, asociación ilícita, fiscal y apropiación indebida, entre otros. La instrucción, en un principio, la llevó el magistrado -y catedrático de Derecho Penal- Marino Barbero, quien luego se retiró y pasó a manos de su compañero, Enrique Bacigalupo. En el juicio quedó probado que el PSOE había montado una red de empresas -Filesa, Malesa y Time Export- a través de las cuales canalizaba el dinero de las comisiones recibidas por adjudicaciones públicas. El diputado y ell senador fueron condenados a tres años de prisión. Tribunal de 1998 En 1998 el Salón de Plenos volvió a articularse como sala de vistas. La Sala de lo Penal celebró allí el proceso contra el exministro del Interior, José Barrionuevo, el exsecretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, el exdirector general de Seguridad, Julián Sancristóbal, los policías Francisco Álvarez, Miguel Planchuelo, José Amedo, Julio Hierro, Francisco Saiz Ojeda y Michel Domínguez, los exagentes José Ramón Corujo y Luis Hens y el político del PSOE, Ricardo García Damborenea. Todos ellos fueron juzgados por el secuestro de Segundo Marey, un ciudadano que fue confundido en Santander con un etarra. El exministro, su segundo y su tercero fueron condenados a diez años de cárcel. El resto recibieron diferentes penas de nueve a dos años de cárcel. El juez de la Audiencia Nacional, Javier Gómez de Liaño, también fue juzgado, y condenado, tras una vista pública llevada a cabo en el Salón de Plenos. El tribunal le impuso 15 años de 15 años de inhabilitación especial para cargo público, con la pérdida definitiva de su cargo de juez y los honores que le eran anejos, así como a 18 meses de multa, a razón de 1.000 pesetas diarias (540.000 pesetas), por un delito continuado de prevaricación judicial (dictar una resolución injusta a sabiendas). El tribunal consideró prevaricadoras la decisiones adoptadas por Gómez de Liaño en el llamado caso Sogecable, del que fue instructor. “Lo que no es discutible es que las decisiones basadas en la propia convicción empecinada del juez, sin fundamento racional en la ley, son incompatibles con el Estado democrático de derecho”, decía la sentencia. Fue el segundo exvocal del CGPJ condenado por prevaricación, tras su compañero, Lluis Pascual Estevill, Gómez de Liaño, que hoy ejerce la abogacía, fue después indultado por el Gobierno de José María Aznar. Pro ahí no terminó la cosa. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ante el que recurrió contra la resolución condenatoria, le dio la razón y condenó a España, por unanimidad a pagar a Gómez de Liaño 5.000 euros por los “daños morales” al considerar que no tuvo un juicio independiente e imparcial y que se había violado el artículo 6.1 (derecho a ser juzgado por un tribunal independiente e imparcial) del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Tribunal de 2008 Las paredes del Salón de Plenos del Supremo también fueron testigos del recurso de casación contra la sentencia del juicio del 11-M, que se celebró en la Audiencia Nacional. Fue en 2008. En general, el Supremo mantuvo las condenas establecidas por el tribunal que presidió Javier Gómez Bermúdez, absolviendo a tres condenados y condenando a uno de los juzgados exonerados. Los principales condenados fueron Hamd Ahmidan, a 23 años de prisión, Rachid Aglif y Abdelmajid Bouchad, a 18 años de prisión, Hassan El Haski, a 15 años de prisión, Basel Ghalyoun, Mohamed Bouharrat, Fouad El Morabit Amghar, Mouhannad Almallah, Saed el Harrak, Youssef Belhadj y Mohamed Larbi Ben Sellam, a 12 años de prisión cada uno. Rafa Zouhier, por su parte, recibió 10 años de prisión, Abdellah Fadual El Akil, 9 años de cárcel, y Raúl González, 5 años de prisión. Tribunal de 2008 En ese lugar también se celebraron las vistas públicas de la Sala del 61 del Tribunal Supremo -formada por un tribunal de 16 magistrados- que debía decidir la legalización de los partidos Acción Nacionalista Vasca (ANV) y Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV) por su relación con la desaparecida Herri Batasuna. Fue en septiembre de 2008. El entonces presidente del Tribunal Supremo y de la mencionada Sala del 61, Francisco Hernando, explicó que ambas formaciones, suspendidas de sus actividades desde febrero por orden del entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasa Garzón, suponía “la liquidación y puesta a disposición de lo que establece la Ley de Partidos Políticos de todos los bienes y efectos que pertenecían a esos partidos” Durante dos días, 125 testigos protegidos -policías nacionales y guardias civiles que prestaban sus servicios de forma encubierta en el País Vasco, jugándose la vida- declararon ante el tribunal, tras un biombo, facilitando las pruebas que facilitaron la ilegalización de ambas formaciones. Su ausencia, en las elecciones autonómicas, posibilitó, por primera vez en la historia de Euskadi, que hubiera un lehendakari socialista, Patxi López, que consiguió la Lehendakaritza gracias al apoyo del Partido Popular. Paradójicamente, el siguiente imputado en sentarse en el banquillo de los acusados en ese Salón de Plenos fue el hombre que había conseguido poner de rodillas a ETA: el juez Baltasar Garzón. Fue juzgado en dos procesos diferentes en ese mismo entorno. El primero, por el caso de las escuchas a los abogados y a sus clientes, en el caso Gürtel, por el que fue condenado a 11 años de inhabilitación. Y el segundo, por el caso de la Memoria Histórica, por el que fue absuelto. |
Cristo crucificado en el salón del plenos del Tribunal Supremo.
La imagen del Cristo crucificado que desde los años 40 adorno una de las paredes enteladas del salón del plenos del Supremo, el recinto más solemne del alto tribunal, ha sido retirada de su emplazamiento el pasado viernes, cuatro días antes de la vista de las cuestiones previas al juicio por la secesión unilateral de Cataluña, señalada para el próximo martes. Se trata de una talla religiosa obra de Fernando de Castro Martín, un preso republicano que labró en los talleres penitenciarios la escultura con destino al Tribunal Supremo. Fuentes de la institución señalaron que hace pocos años el hijo del autor visitó el tribunal y confirmó con bocetos y otras pruebas documentales que la talla fue realizada por su padre, que estuvo recluido en la cárcel de Alcalá de Henares hasta 1946. El Cristo "ha sido retirado para su restauración", explican las mismas fuentes, que desvinculan este hecho de la inminente celebración del juicio del 'procés' y de la presunta intención de evitar que la presencia de una obra religiosa en la sala puede ser utilizada por los abogados de la defensa -que no están siendo especialmente colaboradores con la buena marcha del proceso- para provocar un conflicto alegando una supuesta falta de neutralidad ideológica. Las fuentes consultadas aseguraron que "simplemente es que a esa obra le tocaba ser restaurada". "Llevamos un orden riguroso de restauración del patrimonio artístico del palacio de justicia y era el momento del Cristo del salón de plenos. Tenemos un presupuesto que hay que ejecutar", añadieron. No se sabe cuánto tiempo será necesario para la restauración, aunque no se prevé excesivo porque la obra se encuentra en buen estado de conservación. "Igual para cuando empiece el juicio el trabajo está terminado y la escultura vuelve a su lugar", manifestaron las mismas fuentes. Lo que de momento es seguro es que el Cristo crucificado no estará en su emplazamiento para la vista del próximo martes 12 de Febrero de 2019, primera prueba de fuego pública de la Sala encargada de juzgar el 'procés'. El alto tribunal ha decidido que los actos jurisdiccionales relacionados con esta causa se celebren en el salón de plenos porque tiene el suficiente espacio para que las numerosas partes personadas puedan trabajar con comodidad. Con ese mismo fin se van a introducir algunos cambios en el mobiliario de los estrados. En esa sala se celebraron todos los procesos de ilegalizacion de ETA/Batasuna y juicio como el de Segundo Marey o Filesa. Vista. En la vista del martes no estarán los encausados del 'procés' ya que su objeto es debatir las cuestiones previas al juicio. Las 18 defensas coinciden en sostener la falta de competencia de la Sala Penal para conocer del proceso relacionado con la declaración unilateral de independencia de Cataluña y esta cuestión tiene que ser resuelta antes del juicio para determinarse si éste debe ser celebrado por el Tribunal Supremo o por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Según las defensas, la competencia sobre el 'procés' corresponde al TSJC "por haberse realizado la totalidad de los elementos típicos de los delitos que las acusaciones atribuyen a los procesados íntegramente en territorio catalán".Se trata de una alegación que ha sido anteriormente planteada al magistrado instructor, Pablo Llarena, y a la Sala de Recursos. Ambos ratificaron la competencia del Supremo señalando que varios actos relevantes para el propósito de la secesión unilateral se realizaron fuera de Cataluña, desde las actuaciones del denominado Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña (Diplocat) hasta la contratación en el extranjero de observadores internacionales para el referéndum legal del 1-O,a los que se pagó con fondos públicos por parte de la Generalitat. En el referéndum celebrado pese a la prohibición del Tribunal Constitucional participaron catalanes residentes fuera de la comunidad autónoma. Una de las acusadas, la exconsejera Meritxell Borrás, afirmó en sus declaraciones judiciales que las urnas empleadas en el referéndum no se obtuvieron por la Consejería de Gobernación sino que hubo que comprarlas en el extranjero, donde también se imprimieron papeletas para la votación. |
La plaza |
|
Las Salesas: el convento que se convirtió en Palacio de Justicia. |
Una «ciudad de la Justicia», como gusta ahora llamarse, que se levantó sobre las ruinas de un convento de monjas francesas Un espacio dedicado a la religión y al recogimiento que, con el paso del tiempo, ha sido «tomado» por la Justicia y los tribunales. Atrás queda el convento, diseñado por el francés François Carlier, aunque debido a un viaje de este a Parma, fue Francisco Moradillo quien lo remató. Las obras, comenzadas en 1750, apenas duraron siete años, inaugurándose templo y convento en 1758, con solemnes ceremonias. Un lugar que debe su importancia a la determinación de la reina Bárbara de Braganza para colegio y residencia de jóvenes de la nobleza, siendo enterrado en la iglesia el rey Fernando VI así como la propia reina fundadora, su esposa. La monarca murió en el Palacio de Aranjuez antes que el rey y ambos fueron enterrados en la iglesia del convento dentro de un mausoleo diseñado por Sabatini. Desde fuera llama la atención su majestuosa escalinata, diseñada por Miguel Durán en los años 30 del siglo XX, y su elegante fachada. Una obra que no pasa desapercibida en la zona y realza el conjunto. No en vano fue este arquitecto uno de los grandes creadores regionalistas que dejó su impronta, por ejemplo, en el Pabellón Gallego en la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. En su interior, el templo, además del mausoleo de Sabatini, destacan las proporciones armoniosas de la nave, decorada con mármoles y pavimentos de jaspe y maderas nobles. En su origen, las hermanas salesas, llegadas de Annecy, en la Alta Saboya, en 1747, ocuparon unas casas en Prado Viejo, de donde se trasladaron a un beaterio existente en la castiza calle San José. De allí pasaron al que sería su emplazamiento definitivo, este lugar cercano a la Puerta de Recoletos. Con el paso del tiempo, la sensibilidad religiosa y artística cambió. Cuando en 1870 las religiosas fueron exclaustradas, el convento y el espacio que ocupaba, además de las huertas, se destinó a Palacio de Justicia, aunque la iglesia siguió abierta al culto. En septiembre de 1891, ésta se constituyó como parroquia bajo la advocación de Santa Bárbara, en tanto las monjas con algunas piezas artísticas del viejo monasterio se establecieron en un nuevo convento en la calle de Santa Engracia de la capital, una zona «en las afueras» por aquel entonces. Con todo, en lo que se refiere a este espacio a un paso del Paseo de Recoletos, en 1915, un pavoroso incendio destruyó casi por completo el convento y el viejo Palacio Real, salvándose la Iglesia milagrosamente de la catástrofe. Algo que nos ha permitido contemplar las proporciones ideadas por Carlier y Moradillo. Tras aquel fuego, el arquitecto Joaquín Rojí, comienza el proyecto de reconstrucción -que más bien fue un empezar de cero-, con el encargo de levantar un verdadero Palacio de Justicia, con empaque nacional, en línea con los existentes en el resto de Europa. Rojí supo conservar la esencia del viejo monasterio de las Salesas, manteniendo la estructura interna de patios y galerías e inspirándose en el estilo dieciochesco que tanto gustaba a la reina fundadora. Este Palacio es una de las obras arquitectónicas más características de la ciudad de Madrid tanto por su belleza como por su historia. Entre sus muros, tenemos obras espectaculares como una espléndida Inmaculada de Claudio Coello, en la Sala de Vistas de la Sala I de lo Civil o un Cristo, obra de Alonso Cano, en la Sala de Vistas de la Sala II de lo Penal. Además, existen pinturas y frescos en todo el edificio, además de cristaleras y en el Salón de Plenos, existe un escudo realizado por el gran escultor Mariano Benlliure. Un lugar que, año a año, adquiere protagonismo, pues aquí es donde el Rey realiza la presentación solemne del año judicial. Un palacio de Justicia que es una obra de arte y un recuerdo de una reina, Bárbara de Braganza, que dejó su impronta en Madrid. Nota: La Orden de la Visitación de Santa María, V.S.M. (en latín: Ordo Visitationis Beatissimae Mariae Virginis) es una orden religiosa católica fundada por san Francisco de Sales y santa Juana Francisca Frémyot de Chantal. Se trata de un instituto de vida consagrada que viven en clausura, pobreza y humildad, caracterizándose también por no poner muchas restricciones a la hora de admitir a las postulantes (edad, estado de salud, viudedad, etc.). Su regla la crea san Francisco de Sales, quien se basa en la Regla de san Agustín. Promueven especialmente la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús; a esta orden perteneció la vidente Santa Margarita María Alacoque, quien recibió las revelaciones del mismo Jesús. Estas monjas son comúnmente llamadas Monjas Visitandinas o Salesas. |
Bárbara de Braganza. Lisboa (Portugal), 4.XII.1711 – Aranjuez (Madrid), 27.VIII.1758. Reina de España, esposa de Fernando VI. Biografía Era la hija mayor del rey de Portugal Juan V y de su esposa María Ana de Austria —hija del emperador Leopoldo I y de su tercera esposa Leonor Magdalena de Neoburgo—. No era muy agraciada, pero era una joven bondadosa, piadosa, inteligente, de fina sensibilidad y muy culta. Hablaba, además de portugués, español, francés, italiano, alemán y latín. Era muy aficionada a la lectura y a los libros. Su gran pasión era la música, que había estudiado desde pequeña, llegando a ser una excelente intérprete de clavicémbalo y una compositora discretamente hábil, digna alumna de su maestro Domenico Scarlatti. Bárbara era un significativo exponente del alto nivel artístico y cultural de la corte portuguesa de Juan V. Su matrimonio con Fernando, entonces príncipe de Asturias, se negoció como consecuencia del interés de la corte española, especialmente de la reina Isabel de Farnesio, por convertir a la infanta María Ana Victoria en futura reina de Portugal, casándola con el heredero del trono, José. Las capitulaciones se firmaron en enero de 1728 y un año más tarde, el 19 de enero de 1729 se celebró el solemne intercambio de princesas en la frontera hispano-lusitana, en el río Caya. Con estas dobles bodas se quería abrir un nuevo capítulo en las relaciones hispano-portuguesas, dos pueblos que tanto tenían en común, colindantes en la península ibérica y en América. Los monarcas españoles, con sus hijos, el príncipe de Asturias, Fernando, la infanta María Ana Victoria, ya princesa del Brasil, y los infantes Carlos y Felipe, acompañados de un gran séquito, se desplazaron hasta la frontera. Allí acudió igualmente la familia real portuguesa, el rey Juan V y su esposa la reina María Ana de Austria, el príncipe del Brasil, José, la ya princesa de Asturias, Bárbara, y los infantes Pedro, hijo de los reyes, y Francisco y Antonio, hermanos del rey Juan V. En esta ocasión el habitual “viaje de entrega”, por el que una novia real era acompañada con todo ceremonial al encuentro de su esposo, alcanzó la máxima solemnidad y publicidad. José del Campo-Raso en sus Memorias relataba el acontecimiento desde la perspectiva familiar: “Entrando todos a un tiempo en el salón dispuesto para este efecto, ambas Casas Reales se cumplimentaron recíprocamente. La conversación duró cerca de tres cuartos de hora, después de la cual se sentaron y firmaron los contratos matrimoniales. Concluida la ceremonia, ambos Reyes y Príncipes se levantaron y volvieron a la conversación. [...] los jóvenes esposos se miraban con suma atención sin decirse palabra alguna. [...] Ya se encendían luces sin pensar a retirarse. Esta circunstancia dando lugar de advertir que era tiempo, las dos princesas se echaron a los pies de los Reyes y Reinas para despedirse de Sus Majestades, cuyo lance fue tan tierno que conmovió a todos. La princesa del Brasil volvía a cada instante el rostro bañado en lágrimas a besar las manos de Sus Majestades Católicas. La princesa de Asturias parecía no poder dejar las rodillas del Rey su padre y de la Reina su madre, y este Monarca, como asimismo el rey y reinas de España y Portugal, no pudiendo, no obstante la violencia que se hacían, detener sus lágrimas, y haciéndose la escena difícil de sostener, tomaron el partido de retirarse luego, después de terminadas las entregas; y saliendo ambos Reyes a un tiempo de la casa, entraron en sus coches, para volverse a Badajoz y Yelves”. Se hallaba la corte en Badajoz, cuando se anunció que Felipe V y la familia real, en lugar de regresar a Madrid, marcharían hacia Sevilla. El 3 de febrero llegaron a la capital andaluza. La ciudad les dispensó un magnífico recibimiento. Para los jóvenes príncipes de Asturias, recién casados, su nueva vida en los alcázares sevillanos representaba una grata novedad. Las fiestas y diversiones eran continuas, se organizaban grandes partidas de caza, y se distraían pescando y paseando en góndola por el río Guadalquivir. Después de residir un lustro en Andalucía, el mes de mayo de 1733 la familia regresó a Madrid y a los Sitios Reales, de donde ya no se movería doña Bárbara. Comenzó así un matrimonio muy unido y feliz. El aislamiento en que los dejó Isabel de Farnesio cuando eran príncipes de Asturias no hizo sino unirlos más profundamente y al heredar el trono constituían una pareja muy compenetrada. Su principal motivo de insatisfacción fue la falta de hijos. La reina, aunque era físicamente poco agraciada —una sátira la calificaba de “fea, gorda y con viruela”—, tenía un porte gentil y majestuoso, que todos coincidían en alabar. Era una mujer muy amable y de grandes cualidades morales. El embajador británico Benjamín Keene ensalzaba la amabilidad de su trato: “La reina nos hace saber cuándo se propone pasear por los jardines y nosotros acudimos. Yo llegaría a deciros que aunque ella fuera una persona particular, tiene tantas cualidades y tan agradables, que yo buscaría su compañía. Nadie se ha mostrado nunca tan libre, tan dispuesta hasta a las más sutiles indicaciones y tan sumamente condescendiente como ella”. La llegada al trono de Fernando y Bárbara en julio de 1746 abrió muchas expectativas. El embajador francés informaba a la corte de Versalles sobre la personalidad de los nuevos monarcas: “El nuevo rey es muy piadoso y posee bondad, dulzura y justicia, pero no tiene ninguna instrucción de los negocios; es no solamente tímido sino muy escrupuloso [...]. La nueva reina tiene mucha inteligencia, vivacidad y penetración; piensa con nobleza y habla con gracia. Es altiva y orgullosa, pero buena y caritativa. Durante el reinado que acaba de transcurrir ha manifestado algunas veces que no sentía ningún gusto por el gobierno, no obstante lo cual empieza a preverse que por el cambio ocurrido es más María Bárbara quien sucede a Isabel que Fernando a Felipe”. Doña Bárbara supo ganarse el amor y la confianza de su marido, alcanzando un gran ascendiente sobre su ánimo, y don Fernando le correspondió con gran afecto y fidelidad durante toda su vida. La reina llegaría a tener una gran influencia política. Ambos cónyuges vivieron siempre en la mayor armonía y la nueva Reina logró que su esposo compartiera con ella las responsabilidades del gobierno. No tenían los nuevos reyes un gran talento político, pero sabían escuchar y dejarse aconsejar por sus ministros. El embajador inglés Keene decía de ellos: “No ha habido nunca príncipes más razonables, e incluso puedo afirmar, dóciles.” A pesar de su carácter bondadoso, al acceder al trono supieron mostrar firmeza, apartando del gobierno a la Reina viuda. La influencia de doña Bárbara fue muy grande durante todo el reinado. Su opinión era muy considerada y respetada por su marido. En el ámbito en que se evidenciaría más claramente fue en la política internacional, pues los lazos diplomáticos entre España y Portugal se estrecharon mucho, debido a la influencia de la reina que era portuguesa y se inclinó a favor de fomentar las buenas relaciones entre los dos países, secundada por el ministro Carvajal, que era partidario de la amistad hispano-lusa, a costa incluso de los intereses españoles, como se evidenció en el Tratado de Límites de enero de 1750, que resultó tan polémico. Al tratar de llevar el acuerdo diplomático a la práctica comenzaron a surgir múltiples problemas. Aunque los Reyes, especialmente la Reina, y Carvajal se sentían satisfechos, el Tratado suscitó muchas críticas y resistencias, y de él derivarían graves conflictos en América. La cultura tuvo siempre en su vida gran importancia. Con el paso del tiempo aumentó su inclinación hacia la lectura y los libros. Reunió una importante biblioteca de unos mil seiscientos volúmenes, con obras clásicas y de actualidad de los más diversos temas: religión, filosofía, historia, política, matemáticas, ciencias naturales, medicina, viajes. Pero las preferencias de la Reina, secundada por el Rey, iban claramente dirigidas hacia la música, protegiendo a numerosos compositores e intérpretes, especialmente a Scarlatti, que la había seguido a su nuevo reino, y también a Farinelli, Carlo Broschi, el famoso cantante castrado, que había llegado a la corte española en el reinado anterior, pero cuya posición se encumbró mucho más en tiempos de Fernando y Bárbara, llegando a gozar de la plena confianza real. La ópera se convirtió en la distracción por excelencia de la Corte. Farinelli organizaba, para entretenimiento de los Reyes y de los cortesanos, fiestas, bailes, serenatas, temporadas de ópera italiana en el palacio de Buen Retiro y paseos en barca, amenizados con música, por el río Tajo en los jardines del Real Sitio de Aranjuez, la residencia predilecta de los monarcas. La música no era sólo un entretenimiento para los momentos de ocio, sino que acompañaba las más variadas celebraciones y ceremonias. Bárbara de Braganza se preocupó mucho por la capilla real y por el coro de niños cantores, componiendo ella misma una Salve y cuidándose personalmente del esplendor de las celebraciones religiosas. Era muy devota y participaba con frecuencia en actos litúrgicos y procesiones. Entre las diversas obras artísticas propiciadas por los monarcas resulta especialmente representativa la construcción de las Salesas Reales. La iglesia y el convento de las Salesas Reales, puestos bajo la advocación de la Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel, fueron una fundación real bajo el patrocinio de Bárbara de Braganza. El terreno elegido para levantar el edificio lindaba con la puerta de Recoletos. Obra de Francisco Carlier, las Salesas se edificaron entre 1750 y 1757, bajo la dirección del arquitecto madrileño Francisco Moradillo. En la decoración de la fachada del templo destaca el relieve de la Visitación, de Juan Domingo Olivieri. Adjunto a la iglesia se hallaba el convento, destinado a la vida religiosa y la enseñanza femenina, pues la reina, siguiendo la preocupación de los ilustrados por la educación de la mujer, deseaba que las hijas de la nobleza recibieran en aquel convento una educación cristiana, pero moderna, adecuada a su rango y a su tiempo. El encargo se confió a la orden de la Visitación de Santa María, creada en Francia por la baronesa de Chantal y promovida por san Francisco de Sales, de donde procede la advocación mariana y el nombre de Salesas que recibió la fundación. Al lado del convento se construyó un pequeño palacio para la reina. La suntuosidad de la iglesia manifiesta la importancia que le concedía la soberana como panteón regio. Como doña Bárbara no era madre de rey, no tenía derecho a ocupar un lugar en el panteón real de El Escorial, por lo que prefirió construir un lugar nuevo en el que pudiera reposar junto a su amado esposo. La reina fue criticada por los grandes gastos ocasionados a la hacienda real, pues el coste se calculaba en ochenta y tres millones de reales, y por la apariencia grandiosa del monumento, que no resultó del agrado de todo el mundo. Una sátira de la época era cruel con la reina y con su obra: “Bárbaro edificio, bárbara renta, bárbaro gasto, bárbara reina.” Doña Bárbara estuvo siempre muy preocupada por su salud y la de su esposo. El asma que padecía le hacía sufrir mucho y le ocasionaba una gran ansiedad. El rey se preocupaba mucho por la salud de su esposa y mandó consultar a los mejores médicos de España y de Europa, en busca de un remedio para sus males. Con motivo de una crisis padecida en 1748, Fernando VI solicitó la opinión de numerosos especialistas. Los informes coincidían en el diagnóstico, la reina padecía asma, y proponían diversos tratamientos. Todos los médicos aconsejaban un estilo de vida más saludable, evitando los excesos en la comida, cosa nada fácil de cumplir por doña Bárbara, muy aficionada a los placeres de la buena mesa. En los últimos años de la vida de la reina la preocupación por la salud llegaría al extremo. Doña Bárbara vivía obsesionada por la enfermedad y la muerte. El asma que padecía desde hacía tiempo se había ido agravando y complicando con otras enfermedades y sentía pánico de morir repentinamente. Y no sólo le obsesionaba su propia muerte, sino que estaba también muy angustiada por la posibilidad de quedarse viuda, por el gran amor que profesaba a su marido, pero también por temor a quedar desvalida. Esta inquietud la convirtió en una mujer avariciosa, ansiosa de acumular riquezas, siempre dispuesta a recibir toda clase de regalos. Ahorraba de una manera exagerada. Eso la hizo muy impopular. Cuando murió hallaron la fortuna que había ido acumulando. En el momento de su fallecimiento doña Bárbara tenía en su tesorería más de diez millones de reales, en varias bolsas había otros once mil y en acciones había invertidos más de ochocientos mil doblones. Todavía se criticó más que en el testamento, otorgado el 24 de marzo de 1756, legara su fortuna a su hermano el infante Pedro de Portugal, lo que se interpretó como un afán de sustraer sus bienes a España y a los españoles. Dejaba varios legados a algunos miembros de la familia real y a sus servidores, entre ellos recordaba a Farinelli y a Scarlatti. A su esposo el rey le legaba una imagen de la Virgen de su especial devoción y algunas joyas. También asignaba cantidades importantes para limosnas y para misas en sufragio por su alma. Descontados estos legados, que superaban los cuatro millones de reales, más el coste del funeral y las misas, el hermano de la reina, instituido como único y universal heredero, recibió unos siete millones de reales. Bárbara de Braganza murió en Aranjuez la madrugada del 27 de agosto de 1758. El informe médico relata sus últimos momentos: “Dos días antes de morir se le quitó la voz del todo, no por embarazo de la lengua, sino por defecto de la respiración; [...] las fuerzas se le debilitaron hasta tal punto, que no podía hacer en la cama el más mínimo movimiento sin tener un desmayo. Tuvo algunas lipotimias ligeras, y su cuerpo estaba tan pesado como un mármol. Oprimida de todos estos síntomas, a las dos y media de la mañana del día 27 de agosto, se privó de repente de todos los sentidos [...] y en este estado murió a las cuatro de la mañana”. El cuerpo de doña Bárbara, amortajado con el hábito franciscano, tal como ella había dispuesto en su testamento, fue expuesto en un salón del palacio de Aranjuez y ante él se celebraron varias misas y responsos. La tarde del día 28 fue trasladada a Madrid, para ser enterrada en la iglesia de las Salesas Reales, que ella había fundado. Allí se celebraron los solemnes funerales y el cuerpo fue depositado bajo la cripta, en espera de descansar en el sepulcro definitivo, entonces todavía por construir. El mismo día del fallecimiento de su esposa, Fernando VI se retiró al castillo de Villaviciosa de Odón y allí permaneció hasta su muerte en agosto de 1759. Bibliografía E. Flórez, Memorias de las reynas cathólicas, historia genealógica de la casa real de Castilla y de León, todos los infantes, trages de las reynas en estampas y nuevo aspecto de la Historia de España, Madrid, Antonio Marín, 1761 (2 vols.) B. Keene, The Private Correspondence of Sir Benjamin Keene, ed., introd. y notas de R. Lodge, Cambridge, W. Lewis, 1933 F. de Rávago, Correspondencia reservada e inédita del P. Francisco de Rávago, confesor de Fernando VI, ed. de C. Pérez Bustamante, Madrid, Aguilar, 1936 G. Kratz, El tratado hispano-portugués de límites de 1750 y sus consecuencias, Roma, 1954 J. del Campo-Raso, Memorias políticas y militares para servir de continuación a los “Comentarios” del Marqués de San Felipe, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1957 P. Voltes Bou, La vida y la época de Fernando VI, Barcelona, Planeta, 1998 M.ª V. López-Cordón, M.ª Á. Pérez Samper y M.ª T. Martínez de Sas, La Casa de Borbón. Familia, corte y política, Madrid, Alianza Editorial, 2000 (2 vols.). |
La familia Guinness. |
La familia Guinness es una extensa familia irlandesa conocida por sus logros en la elaboración de cerveza, la banca, la política y el ministerio religioso. Esta rama cervecera es especialmente conocida entre el público general por producir la cerveza negra seca Guinness, fundada por Arthur Guinness en 1759. Una familia protestante anglo irlandesa, a partir de finales del siglo XVIII, se convirtió en parte de lo que en Irlanda se conoce como la Ascendencia Protestante. La familia Guinness se refiere a los descendientes de Richard Guinness (nacido c. 1690 ) de Celbridge , quien se casó con Elizabeth Read (1698-1742), hija de un granjero de Oughterard , condado de Kildare. Los detalles sobre la vida y los antecedentes familiares de Richard son escasos, con numerosas leyendas y rumores, por lo que rastrear su ascendencia más allá de él ha resultado difícil.
El Barón Moyne, de Bury St. Edmunds, en el condado de Suffolk, es un título nobiliario del Reino Unido . Fue creado en 1932 para el honorable Walter Guinness, político conservador. Miembro de la prominente familia cervecera Guinness , fue el tercer hijo del primer conde de Iveagh , quien a su vez fue el tercer hijo de Sir Benjamin Guinness, primer baronet de Ashford . Su hijo, el segundo barón , fue poeta y novelista. Fue el primer marido de Diana Mitford , una de las famosas hermanas Mitford, quien posteriormente se casó con el fascista Sir Oswald Mosley.
Conde de Iveagh es un título en la nobleza del Reino Unido , creado en 1919 para el empresario y filántropo Edward Guinness, primer vizconde Iveagh. Fue el tercer hijo de Sir Benjamin Guinness, primer baronet, de Ashford , y bisnieto de Arthur Guinness, el fundador de la cervecería Guinness. Guinness baronets Se han creado dos Baronetties para miembros de la familia cervecera Guinness, ambos en el Baronetage del Reino Unido . En 2014, ambos títulos se conservaban.
Guinness. Guinness es una cerveza negra seca del estilo stout elaborada por primera vez por el cervecero Arthur Guinness en la empresa cervecera denominada St. James's Gate Brewery ubicada en la ciudad de Dublín, Irlanda. Guinness se elabora desde el año 1759. La cerveza se basa en el estilo porter, originado en Londres a principios de 1700. Se trata de una de las marcas de cerveza más conocidas y se exporta a la mayor parte de los países. Ha llegado a batir a muchos imitadores. La característica distintiva en el sabor es la cebada tostada que se mantiene sin fermentar. Durante muchos años una parte de la cerveza se envejecía para dar un sabor láctico, pero Guinness ha renunciado confirmar si esto sigue ocurriendo. La gruesa y cremosa espuma es resultado de una mezcla de nitrógeno añadida en el envasado. Lo que está comprobado es que no lleva café, pese a la creencia popular. La cerveza Guinness es un caso especial, donde una marca de bebida alcohólica hecha por una empresa privada ha llegado a identificar el alma de una nación. Guinness en Irlanda es toda una institución por derecho propio, llegando incluso a simbolizar al pueblo irlandés. En la actualidad y desde el año 1997 Guinness pertenece a la multinacional de bebidas espirituosas Diageo con sede en Londres, resultante de la fusión de Guinness UDV y Grand Metropolitan plc. |
planeta de los simios. |
Sometime in the future, a young couple named Phyllis and Jinn are taking a leisurely sailing holiday through space. Their spacecraft is powered by the sun's rays, and they are as free as the stratosphere without a care in the universe. One day, Phyllis sees a bottle floating by, and they pick it up and find that it is crammed with a closely written message on very thin paper, which provides them with some strange and sensational holiday reading. The story is written by Ulysse Merou, an Earth-dweller who begins his narration by saying that he has left Earth for the second time and hopes to find a hospitable planet on which to settle with his wife and child. He tells of an earlier scientific voyage into space. When the spaceship landed on the planet of Soror, the scientists found it strangely like Earth in its vegetation, atmosphere, the presence of water, and so forth. But there was a difference. After the scientists had been captured by a race of naked, beautiful people who seemed incapable of speech, their captors in turn were driven into nets in the forest and captured or shot like animals in a big game hunt. The guns, the trucks, and the town to which they were taken all belonged to monkeys, who dressed, behaved, and talked like men and treated the apparently human dwellers on the planet in the same way as Earth-dwellers of our own time treated the simian race Merou was obviously more intelligent than the other prisoners and was first put in a zoo and later became a prize exhibit at a scientific convention, and was eventually allowed to work as a scientist. At the time, the monkey scientists were planning to send a man up in a rocket. With the help of a lady chimpanzee scientist, Merou escaped and returned to Earth. The ending takes not one but two dramatic twists, which just cannot be given away. Pierre Boulle's new novel is amusing, highly ingenious, and entertaining, with satirical undertones reminiscent of Swift. En algún momento del futuro, una joven pareja llamada Phyllis y Jinn disfruta de unas tranquilas vacaciones en un velero espacial. Su nave espacial se alimenta de los rayos del sol y son tan libres como la estratosfera, sin ninguna preocupación en el universo. Un día, Phyllis ve una botella flotando y la recogen. Descubrieron que estaba llena de un mensaje escrito con gran precisión en un papel muy fino, lo que les proporcionó una lectura vacacional extraña y sensacional. La historia está escrita por Ulysse Merou, un habitante de la Tierra que comienza su narración diciendo que ha dejado la Tierra por segunda vez y espera encontrar un planeta hospitalario en el que establecerse con su esposa e hijo. Habla de un viaje científico anterior al espacio. Cuando la nave espacial aterrizó en el planeta Soror, los científicos lo encontraron extrañamente parecido a la Tierra en su vegetación, atmósfera, la presencia de agua, etc. Pero había una diferencia. Después de que los científicos fueran capturados por una raza de personas desnudas y hermosas que parecían incapaces de hablar, sus captores a su vez fueron conducidos a redes en el bosque y capturados o fusilados como animales en una cacería mayor. Las armas, los camiones y el pueblo al que fueron llevados pertenecían a monos, que se vestían, se comportaban y hablaban como hombres y trataban a los habitantes aparentemente humanos del planeta de la misma manera que los habitantes de la Tierra de nuestro tiempo trataban a la raza simia Merou era obviamente más inteligente que los otros prisioneros y primero lo pusieron en un zoológico y luego se convirtió en una pieza premiada en una convención científica, y finalmente se le permitió trabajar como científico. En ese momento, los científicos monos planeaban enviar a un hombre en un cohete. Con la ayuda de una científica chimpancé, Merou escapó y regresó a la Tierra. El final no tiene uno, sino dos giros dramáticos, que simplemente no se pueden revelar. La nueva novela de Pierre Boulle es divertida, muy ingeniosa y un entretenimiento con matices satíricos que recuerdan a Swift. |
un hermoso palacio en el viejo Madrid, con un pasado real, ahora un palacio de justicia de Madrid, también con historia
ResponderEliminar