Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

jueves, 13 de octubre de 2016

278).-Los mitos de los Abogados.



Introducción.




la universidad 

Abogado. (RAE)

Definición.
Del lat. advocātus.

 m. y f. Profesional del derecho que presta asesoramiento jurídico y está habilitado para actuar ante los tribunales o entidades administrativas.

Inglés: Lawyer. ( Barristers, Solicitors,Attorney)

Barristers at law: Es una clase de abogado de la familia del common law en en los paises Inglaterra, Gales e Irlanda quienes intervienen ante los tribunales gracias a sus derechos de audiencia, preparan escritos procesales (“legal pleadings”) y ofrecen opiniones legales sobre un determinado caso, atendido por su conocimiento de las resoluciones judiciales.

Solicitor of the Supreme Court of Judicature: Es una clase de abogado de la familia del common law en los paises de Inglaterra, Gales e Irlanda que asesoran a los clientes en sus transacciones y además preparan los “briefs”, los pliegos de documentos unidos por el famoso lazo rosa, que son entregados al “barrister” con la información del caso y que les autoriza para actuar, a partir de entonces, en nombre del cliente en el pleito ante los tribunales.
A diferencia de la limitación del “barrister” a casos y asuntos jurídicos procesales, la actividad de los “solicitors” se expandió rápidamente, pudiendo intervenir en cualquier tipo de asuntos y transacciones, como preparar documentos y contratos, actuar como agentes de la propiedad inmobiliaria, prestamistas, etc.

Solicitor advocate: Como muestra de su importancia desde 1994, los “solicitors”, además, pueden defender a sus clientes personalmente y sin ningún “barrister” ante los órganos judiciales inferiores civiles y penales (“Magistrate’s Court”, “County Court”) e incluso ante los tribunales superiores (“Crown Court”, “High Court”, o la “Court of Appeal”) habiendo obtenido los “Higher rights of audience” como “Solicitor Advocate” mediante la superación de unas pruebas de acceso, sin importar para ello los títulos o la experiencia del candidato.

Attorney at law o attorney-at-law. generalmente abreviado en el lenguaje cotidiano como Attorney, es el término preferido para un abogado en ejercicio en ciertos paises, como Sudáfrica, Sri Lanka , Filipinas y los Estados Unidos. 

Rechtsanwalt: es un abogado en Alemania.

Avocat: es un jurista cuyas funciones tradicionales son asesorar, representar, asistir y defender a sus clientes, ya sean personas físicas o jurídicas , ante los tribunales, alegando para hacer valer sus derechos. Además, el abogado desempeña una función consultiva, pero también de redacción.
Los abogados representan y defienden a sus clientes en asuntos tan diversos como divorcios , herencias, litigios, delitos ,  etc. Y, de hecho, algunos abogados se especializan en: derecho empresarial , derecho laboral , derecho de familia, etc.

Un avvocato es un profesional que presta asistencia y representación jurídica a una parte en un litigio y que, cuando es necesario, actúa también como asesor legal en nombre de su cliente.


Percepción cultural.



 
A British political cartoon showing a barrister and a solicitor throwing black paint at a woman sitting at the feet of a statue representing  Justice.
 Una caricatura política británica que muestra a un abogado y a un procurador arrojando pintura negra a una mujer sentada a los pies de una estatua que representa a la Justicia.
Una caricatura política que muestra a dos hombres, uno de ellos abogado, lanzando pintura negra a una mujer sentada a los pies de una estatua que representa a la Justicia. «Un suplicante a los pies de la Justicia». Colecciones iconográficas. Palabras clave: Abogados; Justicia; Sátira; Estatua; Inglaterra; Caricatura; Tom Merry.
A political cartoon showing two men, one of them a barrister, throwing black paint to a woman sitting at the feet of a statue representing Justice. "A supplicant at the feet of Justice" Iconographic Collections Keywords: Lawyers; Justice; Satire; Statue; England; Cartoon; Tom Merry
Descripción. 
Uno de los "juicios recientes" en los Tribunales Reales de Justicia fue la demanda por difamación, vista en junio de 1891, que había sido interpuesta por Sir William Gordon-Cumming contra aquellos que lo habían acusado de hacer trampa en las cartas en el "Asunto Tranby Croft": Gordon-Cumming perdió el caso, y la imparcialidad del resumen del juez fue negada por muchos.
One of the "recent trials" at the Royal Courts of Justice was the libel suit, heard in June 1891, that had been brought by Sir William Gordon-Cumming against those who had accused him of cheating at cards in the "Tranby Croft affair": Gordon-Cumming lost the case, and the fairness of the judge's summing up was denied by many



La hostilidad hacia la abogacía es un fenómeno generalizado. 

Por ejemplo, William Shakespeare escribió la famosa frase:
DICK

 "The first thing we do, let's kill all the lawyers"

«Lo primero que haremos será matar a todos los abogados» 

En su obra teatro Enrique VI, Parte 2 , Acto IV, Escena 2. 

La abogacía fue abolida en Prusia en 1780 y en Francia en 1789, aunque ambos países finalmente se dieron cuenta de que sus sistemas judiciales no podían funcionar eficientemente sin abogados. Las quejas sobre el exceso de abogados eran comunes tanto en Inglaterra como en Estados Unidos en la década de 1840, en Alemania en la década de 1910, y en Australia, Canadá, Estados Unidos, y Escocia  en la década de 1980.
La desconfianza pública hacia los abogados alcanzó niveles récord en Estados Unidos tras el escándalo de Watergate. Tras el escándalo de Watergate, los libros de autoayuda legal se popularizaron entre quienes deseaban resolver sus problemas legales sin tener que tratar con abogados. Los chistes de abogados también se popularizaron en los Estados Unidos como resultado del escándalo de Watergate. 

En Aventuras en la ley y la justicia Adventures in Law and Justice ], el investigador jurídico australiano Bryan Horrigan dedicó un capítulo a "Mitos, ficciones y realidades" Myths, Fictions, and Realities ]  sobre el derecho e ilustró la perenne crítica a los abogados como "amorales [...] pistoleros a sueldo" con una cita del satírico Diccionario del Diablo [The Devil's Dictionary ] de Ambrose Bierce que resumía el sustantivo como: "ABOGADO, n. Persona experta en eludir la ley". ["LAWYER, n. One skilled in circumvention of the law."

De manera más general, en Ética Legal: Un Estudio Comparativo [Legal Ethics: A Comparative Study  ] , el profesor de derecho Geoffrey C. Hazard, Jr., junto con Angelo Dondi, examinaron brevemente las «regulaciones que intentan reprimir la mala conducta de los abogados» y observaron que su similitud a nivel mundial se correspondía con una «notable consistencia» en ciertas «quejas persistentes» contra los abogados que trascienden tanto el tiempo como el lugar, desde la Biblia hasta la Inglaterra medieval y la China dinástica.  Los autores generalizaron estas quejas comunes contra los abogados, clasificándolas en cinco «categorías generales»:
  • Abuso de litigios de diversas maneras, incluyendo el uso de tácticas dilatorias y pruebas falsas y la presentación de argumentos frívolos ante los tribunales.
  • Preparación de documentación falsa, como escrituras, contratos o testamentos falsos.
  • Engañar a clientes y otras personas y apropiarse indebidamente de bienes
  • procrastinación en el trato con los clientes.
  • Cobrar tarifas excesivas. 
Algunos estudios han demostrado que las tasas de suicidio entre los abogados en ciertas jurisdicciones pueden ser hasta seis veces más altas que la población promedio, y los comentaristas sugieren que la baja opinión que el público tiene de los abogados, combinada con sus propios altos ideales de justicia, que en la práctica pueden ver negados, aumentan las tasas de depresión de quienes ejercen esta profesión. Además, los abogados tienen el doble de probabilidades de sufrir adicción al alcohol y otras drogas. 



 Los  9 Mitos de los Abogados.




Los Mitos.

En toda profesión o actividad siempre hay cosas instaladas en el inconsciente colectivo de los que la practican, que las van internalizando de tal manera que continuamente se repiten sin ponerse a pensar si son ciertas.
Los abogados no estamos exentos de esta regla y por lo tanto tenemos unos cuantos mitos, que en algunos casos pueden ser verdaderos pero no para todos los que integramos este grupo de profesionales.
Algunos que hemos seleccionado para este artículo son repetidos frecuentemente por los profesionales del derecho que recién se inician o tienen pocos años en la actividad. Otros, están asumidos como verdaderos por aquellos que ya tienen más experiencia en la profesión, tratamos algunos de ellos y proponemos soluciones alternativas. Vamos a ver cuales son algunos de ellos:

-Primer Mito: 
No sabemos.

Estamos convencidos que salimos de la Facultad de Derecho y que no sabemos nada. Si bien uno ve una cantidad importante de asignaturas a lo largo de la carrera y posiblemente cuando nos recibimos recordamos bastante bien las últimas que aprobamos; tenemos una noción de las que cursamos hace dos años; y no tenemos ni idea de las que vimos en primer año, poseemos los conceptos básicos de cada una de ellas, además tenemos las herramientas para saber donde ir a buscar las soluciones jurídicas para los problemas que se nos presenten. Esto no es algo menor.
Si hemos logrado ser investidos para ejercer una profesión, quiere decir que tenemos la capacidad necesaria para estudiar, para aprender, para saber, para comprender, y por lo tanto para resolver situaciones que al principio nos atemorizan.

 -Segundo Mito:
 No tenemos práctica.

Por supuesto que sí mientras estábamos estudiando no tuvimos la suerte de trabajar en algún Estudio Jurídico en donde atendemos algún cliente o frecuentamos los Tribunales todos los días, es más que razonable decir que no tenemos práctica.
Ahora bien, en nada tuvimos práctica antes de comenzar. Piensen ustedes en cada cosa en la que hoy tienen una habilidad que les parece normal. Si se remontan a la primera vez que lo hicieron, se van a dar cuenta de que al principio no tenían práctica y no salía todo perfecto. Había equivocaciones, se cometían algunos errores, pero en general esos errores dejaron de repetirse en la medida que íbamos adquiriendo experiencia.
Entonces para tener práctica hay que empezar, así de simple. Pero esto no nos puede trabar para comenzar nuestra actividad en forma independiente, porque además, esto nos hace pensar, que al no tener práctica no podemos abrir nuestro propio Bufete.
Preguntemos al que sabe, o que pasó por lo mismo, estudiemos constantemente, y asumamos que nos vamos a equivocar, pero esos errores no van a ser tan gruesos que van a hacer que nos saquen de ejercicio de la profesión. 

 -Tercer Mito: 
Nos sale caro mantener un  bufete.

Nosotros creemos que es muy necesario para un profesional que quiera tener éxito en su actividad, poseer un lugar físico en donde pueda entrevistar a sus clientes. Pero también pensamos que hay distintas alternativas para lograr esto, y algunas, no nos tendrían que afectar nuestro presupuesto de tal manera que desistamos de esta posibilidad y por lo tanto, o no comenzamos a ejercer en solitario, o si lo hacemos estamos constantemente reuniéndonos con nuestros clientes en cafés o en la calle, esto último es poco serio.
Un lugar en nuestra casa, alquilar un espacio por horas y días, o compartir con otros colegas los gastos de un Bufete, son opciones que deberemos manejar para que este mito no nos impida desarrollar nuestra profesión de manera independiente. No necesariamente tenemos que tener un estudio como los que salen en las películas.

 - Cuarto Mito: 
No sabemos cobrar por nuestra actividad.

Pensamos que es difícil decirle a un cliente que le tenemos que cobrar. Ahora, si el  patrocinado creía que íbamos a ocuparnos de su caso, que íbamos a poner nuestros conocimientos y nuestro tiempo, de forma gratuita, y por lo tanto se podría llegar a ofender porque le vamos a cobrar, evidentemente no era un cliente para nosotros. Hay distintas técnicas para que a la hora de hablar de honorarios, no se nos haga complicado afrontar esa situación, y en la medida que las pongamos en práctica, se nos va a hacer algo completamente habitual y lo tomaremos como lo que es, algo normal, pagar por un servicio.

 -Quinto Mito: 
No podemos trabajar muchas horas.

Si queremos tener nuestro propio Estudio Jurídico, deberemos trabajar muchas horas.
Por supuesto que hay profesionales que diariamente trabajan en jornadas agotadoras, pero otros piensan que no se puede dedicar a la actividad demasiadas horas al día. No sé por qué está instalado este pensamiento, pero si uno se pone a pensar cómo es que otros trabajan ocho, diez horas, qué razón nos lleva a pensar que nosotros no tenemos que hacer lo mismo.
En nuestra profesión no estamos dedicados solamente a ir a  los juzgados, entrevistar clientes y confeccionar escritos. Si pretendemos vivir de nuestra actividad, y vivir bien, tenemos que dedicarle horas al día a otro tipo de tareas, sobre todo al principio en donde nos tenemos que hacer conocer y lograr que confíen en nosotros.
Alguien que se decide a poner un comercio nuevo, de cualquier actividad que sea, debe al comienzo, dedicarle muchas horas diarias hasta que su emprendimiento comience a caminar. Si alguien, antes de obtener el Título de Abogado, trabajó en relación de dependencia, ya sabe que la jornada normalmente es de ocho horas diarias o más, y a veces tuvo que trabajar los días sábados. ¿Nosotros por qué no?

 -Sexto Mito:
 Nuestros familiares no nos pueden ayudar en nuestro  bufete.

Salvo algún aporte económico al iniciarnos, pensamos que nuestra familia no se debe involucrar en nuestra actividad. Sin embargo en esta etapa, es muy necesario contar con ayuda de cualquier tipo, no solo de dinero. Y si necesitamos de ayuda, quién mejor que nuestros familiares más cercanos para cumplir ese rol. No se trata sólo de un aporte de capital, se trata de que nuestra pareja haga las veces de ayudante, nuestros padres colaboren con actividades que no son de gran responsabilidad, nuestros hermanos o amigos con el arreglo del Bufete, nuestros hijos si están en edad de tomar responsabilidades, con algún tipo de tareas. La cuestión es involucrar e involucrarse en el emprendimiento, y si se necesita aporte de dinero, quién mejor que la familia para ayudarnos, no vamos a tener la presión de pagar cuotas e intereses.

 -Séptimo Mito: 
Hay muchos abogados.

No hay muchos abogados, hay muchísimos. Este pensamiento nos paraliza a la hora de tomar alguna acción con nuestra independencia profesional, o nos sirve a la hora de dar una explicación de por qué no tenemos trabajo. Hay muchísimos abogados, pero no todos quieren o saben trabajar eficientemente. Esto último no sólo lo logran los que hayan tenido un gran promedio en la Facultad, es más, muchos de estos buenos promedios son abogados mediocres al momento de ponerse a practicar. La eficiencia la logra aquel que se organiza, que planifica, qué se diferencia de los demás, y por supuesto, el que al principio le dedica muchas horas al día a su profesión.
Hay muchos abogados, pero no hay acaso muchas panaderías, muchas heladerías, y sin embargo constantemente se siguen abriendo este tipo de negocios. La  panadería de la esquina de mi casa, no compite contra las grandes cadenas de supermercados, compite con otra  panaderia que está a dos cuadras, y día a día está inventando nuevas ofertas, nuevas promociones, sorteos, y cuida muchísimo el trato con sus clientes. No digo que tengamos que hacer lo mismo, pero sí diferenciarnos de alguna manera. Ah, me olvidaba, la heladería que queda a dos cuadras, está por cerrar, la de la esquina contrató más personal.

 - Octavo Mito:
 Hay poco trabajo.

No entra nadie al Estudio porque hay muy poco trabajo. Yo pregunto ¿se solucionaron los conflictos en la sociedad en la que vivimos? Nosotros vivimos de solucionar problemas. La persona que tiene un conflicto no tiene muchas opciones para decidir, o va a ir a un abogado para que lo asesore y en su caso se lo solucione, o no va a hacer nada y dejará que el problema se haga más peligroso de manejar. 
Tiene que recurrir a un profesional. Además tenemos la ventaja que las cuestiones judiciales no pueden ser iniciadas por una persona que no sea de nuestra actividad. Si tengo que pintar mi casa y no tengo dinero, tengo dos opciones, o no la pinto, o tomo el pincel yo y hago el trabajo de un pintor. Pero si tengo un problema judicial, necesariamente tengo que ir a un abogado.
Al  bufete va a venir la gente sola cuando seamos profesionales muy famosos, por ahora voy a tener que ir yo a buscar a mis clientes. Lo debo hacer de forma ética y responsable, pero el que se mueve tiene que ser el abogado.

 - Noveno Mito: 
Hay que soportar a los clientes que lo único que traen son problemas.

Agradezco que los problemas que me traen los clientes son problemas, primero, solucionables en su gran mayoría, y segundo son problemas del patrocinado, no míos. Muchos colegas se hacen carne de los problemas que nos traen los clientes, mayormente ocurre con las mujeres abogadas y sobre todo cuando se tratan de problemas de familia. Es cierto que esta rama del Derecho es la que más nos puede afectar a la hora de escuchar la situación, pero no podemos llevarnos esto a nuestra casa. 
Hay que tener a nuestros clientes constantemente informados, pero debemos aprender a poner ciertos límites que no perjudiquen la relación. Tenemos días y horarios en que atendemos sus problemas y somos nosotros los que le indicaremos los pasos a seguir y cómo lo vamos a seguir.


C.G.F.




 Otros mitos de los Abogados.



Mito 1: Todos los abogados son caros.

Aunque algunos servicios pueden ser costosos, existen opciones accesibles para la mayoría de necesidades legales. Muchos abogados ofrecen asesorías iniciales gratuitas, tarifas planas o planes de pago flexibles. También existen clínicas jurídicas universitarias y programas de asesoría pro bono.

Mito 2: Sólo sirven para ir a juicio.

Los abogados no solo litigan. También asesoran en decisiones personales, empresariales y familiares. Ayudan a prevenir conflictos mediante contratos bien redactados, ofrecen acompañamiento en trámites y participan en procesos alternativos de resolución de disputas, como la mediación y la conciliación.

Mito 3: Pueden garantizar que ganarás el caso.

Ningún abogado ético puede prometer un resultado. El desenlace depende de múltiples factores, como las pruebas, el juez, la legislación vigente y el comportamiento de la contraparte.
Lo que sí puede garantizar es una estrategia sólida, transparencia y representación profesional.

Mito 4: Todos los abogados son iguales.

Cada abogado tiene una especialidad (penal, laboral, civil, familiar, empresarial, etc.), un estilo de trabajo y una trayectoria distinta. Elegir bien al profesional depende de las características del caso y de la confianza que genere al cliente.

Mito 5: Solo necesitas uno si tienes un problema legal.

Un error común es acudir al abogado cuando ya hay una crisis. Sin embargo, la asesoría legal preventiva ayuda a evitar conflictos legales mayores. Desde la firma de contratos hasta la creación de una empresa, un abogado puede ayudarte a actuar con seguridad desde el inicio.

Mito 6: Solo complican las cosas.

Un abogado calificado simplifica procesos. Su labor consiste en explicar lo jurídico en términos comprensibles, evitar errores en trámites, representar al cliente ante instituciones y diseñar estrategias claras para resolver asuntos legales con eficacia.

Mito 7: Manipulan la ley a su favor.

Interpretar la ley es parte de su función, pero no significa manipularla. La mayoría de abogados actúa dentro del marco legal, respetando códigos éticos y comprometiéndose con la justicia. 
Casos aislados no definen a toda una profesión.

Mito 8: Los abogados conocen plenamente y dominan el derecho aplicable a su asunto.

Cuando el cliente accede al abogado da por hecho que el profesional cuenta con los conocimientos técnicos necesarios para resolver su asunto, sea cual sea la especialidad a la que corresponda la materia controvertida. Sin embargo, todos sabemos que los abogados, si bien conocen el Derecho, realizan un constante proceso de estudio y actualización en áreas muy específicas, por lo que resulta prácticamente imposible disponer, ab initio, del conocimiento técnico que el cliente presume.

Mito 9: Los abogados, al conocer el Derecho, no realizan un trabajo concienzudo de estudio y preparación de los asuntos.

Consecuencia de la percepción anterior, los clientes desconocen el ingente esfuerzo que desarrolla todo abogado para asistir y defender a sus clientes, dando por hecho que los conocimientos adquiridos durante sus estudios universitarios y su ingenio serán suficientes para resolver el encargo.

Mito 10:- Los abogados son muy caros.

Consecuencia de la intangibilidad de nuestros servicios y de la falta tradicional de transparencia en materia de honorarios, existe una creencia muy difundida sobre la onerosidad de nuestra retribución.

Mito 11:- Los abogados se deben identificar con las emociones del cliente.

En numerosas ocasiones, los clientes consideran que el abogado debe sentir lo mismo que el cliente, pues así realizará una defensa más eficaz. De esta forma, identificándose con las emociones del cliente, el abogado será su proyección, solo que dotado de las habilidades legales necesarias para lograr el resultado deseado por aquel.
Esta creencia es precisamente la que motiva que el cliente vea con malos ojos las relaciones de compañerismo y cortesía entre los abogados adversos.
 
Mito 11:- Si el abogado gana el juicio es mérito del cliente, si lo pierde es culpa del abogado.

Esta creencia parte de la base de otra también errónea, cual es que el cliente siempre tiene razón en la controversia que motiva el encargo a su abogado, desconociendo los factores internos del caso (la posible debilidad o fortaleza del mismo) y externos, concretados en la intervención de terceros que van a influir en la decisión final de su asunto (el abogado adverso, los testigos, peritos y, por supuesto, la decisión final del juez).

Mito 12:- Si en juicio el abogado habla poco o menos que el letrado adverso y luego se pierde el asunto, la causa no es otra que la escasa locuacidad de su defensor.

Esta percepción es muy habitual y su causa reside en la personificación que hace el cliente del juicio y la proyección antes apuntada, de modo que al encontrarse en una lucha, batalla o competición, es preciso hacer siempre más que el contrario, y en hablar, ya se sabe que nadie nos supera…

Mito 13:- Un abogado joven ante un abogado veterano es derrota segura.

A la hora de comparar a los defensores, el cliente se dejará llevar por la idea, no exenta de certeza, de que la veteranía es un grado y el talento, imaginación y picardía que da la experiencia inclinarán la balanza a favor del abogado más experto.

No obstante, el cliente no sólo desconoce que el perfil del asunto encargado es clave para determinar el resultado, sino que el talento y especialmente la dedicación del joven abogado al estudio y preparación del caso pueden ser definitivos en sala, pues si bien el abogado experto nace con la experiencia acumulada, el amor, la pasión y la entrega a la profesión del abogado novel puede anticipar esta veteranía.

A la vista de estas creencias y otras muchas cuya exposición excedería el ámbito de esta colaboración, hemos de considerar la necesidad del abogado de entablar un proceso de negociación con su cliente, puesto que sin existir conflicto alguno, la relación profesional abogado-cliente requiere, especialmente en sus primeras fases temporales, del establecimiento de una serie de premisas debidamente consensuadas, que, a su vez, permitan al abogado desarrollar su actividad profesional con la máxima eficacia y al cliente mantener e incrementar el grado de confianza que exige una relación de tal naturaleza.

Dicho de otra forma, debido al desconocimiento que el cliente tiene de la actividad a desarrollar por su abogado, este tiene el deber de alcanzar con aquél diversos acuerdos esenciales para que la relación se constituya sobre bases sólidas presididas por la independencia, confianza, honestidad y responsabilidad.

Por ello, será fundamental que al comenzar la relación profesional el abogado identifique aquellas situaciones que requieren de una aclaración al cliente, y a continuación desarrolle un proceso de educación, a través del que irá sentando las bases de la relación sobre certezas en lugar de creencias, lo que le permitirá realizar la asistencia al cliente en un escenario de comunión perfecta.
Para ello, será clave desarrollar una actividad de información en la que la transparencia y la independencia sean elementos clave. Transparencia para comunicar la perspectiva real que se esconde tras la creencia errónea.  Independencia para mantener un criterio objetivo, ajeno a la subjetividad inherente al cliente, que permita al abogado acentuar los aspectos de la relación en la que solo él decide y ejecuta la estrategia de defensa más adecuada para los intereses del mismo.
De esta forma, poco a poco, iremos construyendo una ciudadanía que nos conozca mejor, lo que coadyuvará, sin duda, al prestigio de nuestra profesión.

Mito 14: Los Abogados buenos siempre ganan sus casos.

Uno de los mitos más extendidos es que los abogados siempre ganan sus casos en la corte. La realidad es que el resultado de un caso puede ser incierto y depende de una variedad de factores, incluyendo la evidencia disponible, los argumentos presentados y las decisiones del juez o jurado. Los abogados trabajan arduamente para representar a sus clientes de manera efectiva, pero no siempre tienen control total sobre el resultado final.

Mito 15: Ser Abogado es glamoroso y emocionante.

La imagen glamorosa de los abogados que vemos en películas y series puede ser engañosa. Si bien hay momentos emocionantes en la abogacía, gran parte del trabajo involucra investigación exhaustiva, análisis legal y preparación minuciosa. Los largos días de trabajo, las largas horas de investigación y la necesidad de resolver problemas complejos pueden hacer que la profesión sea desafiante y agotadora.


Mito 16: Los Abogados siempre están en los juzgados.

Aunque la imagen del abogado en la corte es icónica, la mayoría de los casos legales se resuelven fuera de la sala de audiencias. Los abogados pasan una cantidad significativa de tiempo investigando, negociando acuerdos, redactando documentos legales y asesorando a sus clientes. La corte es solo una parte de la práctica legal y no todos los abogados pasan la mayor parte de su tiempo allí.

Mito 17: Los Abogados son ricos.

Si bien algunos abogados pueden tener un alto ingreso, no todos disfrutan de riquezas desmedidas. Los costos de la educación legal, la competencia en el mercado laboral y la variabilidad en las áreas de especialización pueden influir en el nivel de ingresos de un abogado. Además, el trabajo legal a menudo implica gastos significativos en investigación, recursos y documentación.

Mito 18: Los Abogados solo trabajan en firmas grandes.

Aunque las grandes firmas legales son conocidas, no son la única opción para los abogados. Muchos profesionales legales trabajan en empresas, organizaciones no gubernamentales, el sector público y como abogados independientes. La abogacía ofrece una amplia gama de oportunidades y áreas de especialización, lo que permite a los abogados encontrar su propio camino profesional.

Mito 19: Los Abogados siempre son conflictivos.

La idea de abogados en constante conflicto y confrontación no refleja la realidad. Si bien la naturaleza adversarial es parte de la abogacía, también es fundamental la capacidad de negociación y resolución de conflictos. Los abogados trabajan para lograr soluciones beneficiosas para sus clientes y, en muchos casos, colaboran con otras partes para lograr acuerdos mutuamente aceptables.

Los mitos y estereotipos sobre la abogacía a menudo no reflejan la riqueza y la complejidad de la profesión. Es importante separar la realidad de la ficción y comprender que los abogados desempeñan un papel fundamental en la administración de la justicia, la defensa de los derechos y la solución de problemas legales. Detrás de cada abogado hay un profesional dedicado, comprometido con la ética, la justicia y el servicio a la comunidad.

Abogados en la vida cotidiana: más allá de los estereotipos.

Aunque muchas personas relacionan el trabajo de los abogados únicamente con juicios, conflictos graves o problemas penales, la verdad es que su labor es mucho más amplia y cotidiana de lo que se piensa. Este es uno de los mitos sobre los abogados más comunes y, a la vez, más perjudiciales, ya que impide aprovechar el acompañamiento legal en momentos clave de la vida personal o profesional.
En la práctica, los abogados están presentes en numerosas decisiones diarias: al comprar una casa, redactar un contrato de arrendamiento, iniciar un negocio, gestionar una herencia, firmar acuerdos laborales, tramitar permisos o defender derechos fundamentales. En todos estos escenarios, contar con asesoría legal puede prevenir errores, ahorrar dinero y evitar conflictos futuros.
Reducir el trabajo jurídico a litigios judiciales no solo es una visión limitada, sino que también desincentiva el acceso oportuno a servicios legales. Los estereotipos sobre los abogados alimentan la idea de que sus servicios son inaccesibles o innecesarios, cuando en realidad su intervención puede ser clave para tomar decisiones informadas, seguras y ajustadas a la ley.
Revalorizar el rol del abogado en la vida cotidiana permite entender que el derecho no está reservado para unos pocos o para momentos críticos, sino que es una herramienta útil para todas las personas, empresas y familias, en todo momento.


Mitos y verdades sobre los abogados penalistas.


En todo este tiempo como abogado penalista he sabido de una cantidad de mitos casi incontables sobre nuestro trabajo. La verdad es que la mayoría de estas creencias no son más que esto, así que si necesitas contratar un abogado penal y estás liado con tantas cosas que dicen de nosotros, te diré ahora mismo todos los mitos y verdades que tienes que saber.

Los 5 mitos sobre abogados penalistas.

1. El abogado penal no conoce la ley completa.

A  ver, nos pagan por esto y nuestra labor más importante es comprender el Código Penal y todas leyes que tengan que ver con lo que hacemos.
Aunque muchos de ustedes no lo puedan creer, algo que siempre hago desde que soy penalista es estudiar la ley y sus actualizaciones.
No podemos ir a un juicio sin entender qué puede pasar, las penas, las soluciones y todo lo que podamos hacer para ayudar a nuestros clientes.

2. El abogado de oficio sabe lo mismo que el abogado penalista.

Algo que siempre aclaro a mis clientes es que tener especialidad en algo es una ventaja.
Por ejemplo, imagínate que un médico general te saca una muela ¿Te genera confianza? ¡Claro que no!
La verdad es que cada uno debe ir a lo suyo y en esta medida, un abogado de oficio sabe de aquí y de allá. 

En cambio, un abogado penalista termina la carrera de abogacía y después se prepara para trabajar solo en el campo penal.
Algo que debes entender es que este ámbito de trabajo es tan extenso que la especialización es indispensable.

3. Los abogados penalistas son muy caros.

El mito más repetido de la historia es que los abogados penalistas te quitan un ojo de la cara y no es así.
No hay nada más rentable que estar en medio de una investigación penal y contar con un abogado preparado porque esto supone que te vas a ahorrar un buen dinero en cambiar de abogado una y otra vez.
Además de esto, os digo que hay despachos (como este) en que encuentras un presupuesto ajustado a tus necesidades, así que es falso que no puedas pagar un buen abogado.

4. El abogado penalista es poco empático

Este mito es de los peores, en mi opinión… 

A ver que no somos un robot que va a litigar y nada más, al contrario, somos seres humanos y como tal comprendemos las situaciones emocionales de cada cliente.
Sin embargo, esto no quiere decir que nos dejamos llevar por sentimentalismos cuando hemos jurado un compromiso con la legislación para actuar en función de la justicia.

5. Si el abogado penalista pierde un juicio es un mal profesional.

¡No! En definitiva hay miles de circunstancias por las que un abogado puede perder un caso y esto no implica que haya hecho mal su trabajo.
El abogado tiene el deber de agotar todos los recursos legales posibles para ayudar a su cliente y una vez que lo haga, no hay más que hacer.

Verdades sobre los abogados penalistas.

Ahora que ya te dije algunos de los mitos comunes sobre el abogado penalista, vamos a comentar sobre las verdades claves:

Un abogado penalista es indispensable: cuando estás en medio de una investigación penal, es fundamental que busques un abogado penalista que te guíe sobre qué hacer.

El abogado penal ofrece asesoramiento gratuito: muchos bufetes de abogados dan una primera consulta sin compromiso para valorar el caso del cliente.

Los abogados penalistas estudian toda la vida: las leyes en lo penal no dejan de cambiar, así que un abogado en este contexto tiene que estudiar en todo momento para estar al día en cada caso.




Abogados en Chile.



Desde la reforma judicial oral de comienzo de siglo en el país, los abogados se ha divido en la práctica forense en dos clases de abogados: Los abogados que se especializan principalmente en la defensa y la litigación oral en los tribunales orales colegiados en lo Penal, y los alegatos en las Cortes Superiores de Justicia; y los demás Abogados que tramitan en los juzgados de Letras unipersonales de competencia común o especializada: Familia, Penal, Laboral, y Civil.

Un abogado especializado en alegatos y un juicio oral, está calificado para la preparación y presentación de argumentos orales ante los tribunales orales, tanto en la fase de alegatos iniciales como durante todo el desarrollo del juicio, dominando las técnicas de litigación oral y es experto en la defensa de los intereses de sus clientes en procesos judiciales donde la presentación oral es crucial como el juicio penal.
Además de lo anterior defiende a sus clientes en los tribunales de lo penal o juzgado, presentando pruebas, interrogando testigos o peritos, diseñando las estrategias de defensa adaptada a las características del caso, considerando las pruebas, los testimonios y los argumentos de la parte contraria. Este abogado debe dominar las técnicas de litigación oral, aplica técnicas de comunicación efectiva, persuasión y manejo del lenguaje corporal para influir en la decisión del tribunal; además debe tener un profundo conocimiento del procedimiento penal, incluyendo las etapas del juicio, las reglas de evidencia y los procedimientos judiciales. 

Los demás abogados, que tramitan ante los tribunales unipersonales de Primera Instancia, o de instrucción criminal de los Juicios Orales. 



En la ciudad de Santiago, desde el estallido social y coronavirus,   las oficinas de los Abogados civiles y comerciales, se ubican en el barrio alto, en las comunas de Providencia, Las Condes, y Vitacura.

Los grandes estudios de Abogados:

Carey es el estudio de abogados más grande de Chile, con más de 280 profesionales en su área legal. Los grupos corporativo, de litigios y regulatorio incluyen abogados altamente especializados y áreas de práctica que abarcan todas las áreas del derecho. En 1905, Francisco Carey (1873-1946) abre su estudio de abogados en la ciudad de Antofagasta y comienza a ejercer la profesión en forma independiente. Su clientela llegó a incluir las principales empresas mineras y salitreras de la época en el norte de Chile y al Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB), una sociedad inglesa que todavía se transa en la bolsa de Londres y que ha sido atendida hasta el día de hoy por cuatro generaciones de abogados de Carey.

Alessandri es uno de los más destacados estudios de abogados de Chile, cuyos servicios cubren prácticamente la totalidad del espectro de las necesidades legales de empresas, tales como asesorías del tipo jurídicas a personas e instituciones a nivel nacional e internacional. La firma fue fundada en 1893 por Arturo Alessandri Palma, dos veces presidente de Chile (1920–1925 y 1932–1938) y ha aportado a través de cinco generaciones de abogados, no solo importantes logros para sus clientes, sino también al servicio público del país.

Desde su fundación en 1880, CLARO & CIA. es uno de los grandes bufetes del país. 

Las oficinas de los Abogados penalistas y laborales se ubican en su mayoría en la comuna de Santiago Centro. 



San Víctor.



San Víctor venía de Mauritania, la provincia más occidental del imperio en África. Su cuerpo era custodiado por dos bestias hasta la sepultura.


Víctor el Moro o de Mauritania o de Milán (Mauritania, actual Magreb, s. III - Milán, 303) fue un cristiano de la antigüedad, muerto mártir. Es venerado como santo en las Iglesia católica, luterana y ortodoxa.

Leyenda

Nació en la región de Mauritania (actual Marruecos y parte de Argelia). Su vida y martirio son narradas por Ambrosio de Milán, en el himno Victor, Nabor, Felix pii.
Según esta fuente, Víctor, con Nabor y Félix, fue un soldado de la antigua Mauritania, alistado en el ejército romano. Destinado en Milán en la época del emperador Maximiano. Cuando Maximiano decretó una nueva persecución a los cristianos, Víctor no quiso hacer los sacrificios a los dioses paganos a los que se obligaba a los soldados.
Arrestado y amenazado, fue conducido al circo, donde estaba el emperador, y se negó a sacrificar a los ídolos. Fue torturado, pero consiguió escaparse. Nuevamente detenido, fue decapitado.

Veneración

San Víctor, soldado que por Jesucristo no sacrifica a los ídolos.


Su cuerpo fue encontrado por el obispo de Milán Materno, que lo enterró en la iglesia de San Vittore in Ciel d'Oro (por los mosaicos dorados que decoran la cúpula de la capilla), hoy forma parte de la Basílica de Sant'Ambrogio de Milán.
Su culto tuvo mucha difusión, sobre todo por obra de Ambrosio y en los territorios dependientes de la diócesis milanesa. Sólo en Milán se encuentran las iglesias de San Vittore al Corpo, San Vittore al Carcere, San Vittore al Teatro, San Vittore al Pozzo y San Vittore in Ciel d'Oro. Es patrón de Brezzo di Bedero, Varese y Arsago Seprio.



Memoria.



En este asiento se sentaba un viejo vecino de mi barrio.

A veces me recuerdo de las personas que alguna vez conocí y cuya presencia guardé en ese misterio que es la memoria, por ejemplo un vecino, un compañero del colegio, un colega abogado, una mesera, un profesor, un familiar,  y otras personas que he conocido en mi vida. Nunca más supe de ellos o murieron, decenas de ellos pero su recuerdo quedó en mi memoria.
A veces me divierto recordando personas que no he visto hace décadas y me sonrío cuando aparecen materializados en mente como eran entonces. Unos ya fallecieron  y otros tal vez me recuerden de igual modo. 
 Por el paso tiempo la memoria se esfuma y desaparece como si nunca hubieran existido, así es la vida, grandes personajes de Sociedad por paso de las décadas son olvidadas, siendo solo famosas cuando vivían, desaparecen en la historia. Por ejemplo el siglo XX, en esta década presente, es ahora un recuerdo ya lejano, queda recuerdos de los famosos, como los grandes músicos, los demás personas están olvidados ahora. 

Esto también pasa con las sociedades, el paso de las generaciones, el pasado desaparece del presente, llega el olvido de todo, de los odios, el fanatismo, el idealismo, las creencias, de las guerras, revoluciones, etc. Lo único queda del pasado son los restos, como la arquitectura, las grandes obras públicas, que nos recuerda el pasado, como ejemplo la ciudad de Nueva York, que es una ciudad  de fines del siglo XIX, y  la primera mitad del siglo XX, con su edificios y su metro. 
La ciudad de Santiago, por el contrario por los terremotos y las renovaciones urbanísticas, es ciudad moderna y contemporánea, plásticamente no hay edificios coloniales, o del siglo XIX, la mayoría son edificios del siglo de la segunda mitad del siglo XX o de este siglo.    



LADIES AND GENTLEMEN OF THE JURY: GREATEST CLOSING ARGUMENTS IN MODERN LAW



Ius et Praxis
versión On-line ISSN 0718-0012
Ius et Praxis v.15 n.1 Talca  2009
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122009000100022 
Revista Ius et Praxis, 15 (1):455-460 , 2009




Lief, Michael S., H. Mitchell Caldwell, and Ben Bycel. A Touchstone Book. Simon and Schuster. New York. 2000. 400 pp.

Iván Obando C.

Abogado. Doctor y Magíster en Ciencia Política por la Universidad Estatal de Nueva York en Albany, Diplomado en Derecho Procesal Penal por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Licenciado en Ciencias Jurídicas por la Universidad Católica de Valparaíso. Profesor en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca. 

Si existe una sociedad en la que los abogados son admirados y odiados a la vez es la estadounidense. Basta ingresar a cualquier librería de una de sus ciudades para encontrar títulos que culpan a los abogados de todos los males sociales y otros que exaltan su papel en la obtención de la justicia social. El título que aquí se comenta pertenece a esta segunda categoría de libros y contiene una selección de los más importantes alegatos de clausura, penales y civiles, de abogados destacados de ese país, los que son analizados y reproducidos para revelar la estrategia seguida por el abogado respectivo para obtener un veredicto determinado de parte del jurado o del juez.
Los autores de esta obra son tres abogados que cuentan con una experiencia relevante en las cortes del estado de California. Michael S. Lief, un ex-editor de periódicos, es abogado senior en la oficina del Abogado de Distrito en Ventura, California. H. Mitchell Caldwell, ex-abogado de la oficina del Abogado de Distrito, es profesor de derecho en la Escuela de Derecho de la Universidad Pepperdine, en California. Ben Bycel es un autor, columnista y abogado especialista en ética profesional. El conjunto de sus intereses y habilidades profesionales les ha llevado ha producir una obra que trae la pasión y elocuencia del drama que se vive en las tribunales ante los ojos del lector. De esta manera, ellos revelan cómo un abogado puede ordenar, resumir y sistematizar todo lo que ocurre en un juicio oral y convertirlo en una historia persuasiva y convincente para el jurado o el juez, al punto de permitirle ganar un juicio.

En cierta medida, la existencia de una obra de esta naturaleza no es accidente en ese país. La ciencia política moderna, a través del campo del derecho público, ha llamado la atención acerca de la necesidad de estudiar el comportamiento y el proceso judicial desde la década de 1950, alimentada en gran parte por la crítica de la visión tradicional del derecho, entendida como mero descubrimiento del derecho, que alcanzó sus puntos más altos en los movimientos progresista, realista-legal y de principios neutrales del derecho, v. gr. Roosevelt, LaFollete, Holmes, Frankfurter, Cardozo, Frank y Wechsler.1
Desde este punto de vista, la ciencia política moderna sostiene que los jueces no son meros seres humanos que descubren el derecho a través de procedimientos míticos e indescifrables, sino que suelen comportarse muchas veces como verdaderos actores políticos, con actitudes, intereses y antecedentes sociales, que emplean el proceso judicial como un medio para avanzar sus puntos de vista sobre política pública, por lo que la comprensión del contexto en que se tiene lugar el proceso judicial es de primera necesidad, tanto para el científico social, como para el público más concernido con la política.
Esto es conocido de alguna manera también por los abogados litigantes en Estados Unidos, quienes invierten tiempo y dinero estudiando, junto a su equipo de asistentes, el campo de batalla en que se desenvolverá el próximo juicio, lo que no sólo incluye estudiar a los jueces, sino especialmente a los miembros del jurado. Para ello el procedimiento contempla reglas específicas, las cuales tienden a resguardar la efectividad del modo adversarial o contencioso del proceso judicial. 2

Es en esta perspectiva que cobra sentido analizar los alegatos de clausura efectuados en algunos de los más importantes juicios del derecho moderno estadounidense, pues de esta manera el lector puede "colocarse en los zapatos" del abogado litigante para visualizar y comprender la estrategia desplegada con miras a obtener un veredicto determinado de jurados o jueces concretos, de carne y hueso, quienes desarrollan su labor como individuos históricos de una comunidad específica situada en el tiempo y el espacio. La circunstancia que en nuestro país no exista un sistema de jurados no constituye óbice para realizar el ejercicio anterior, toda vez que lo que interesa al abogado litigante en su alegato de clausura es persuadir al juzgador, quienquiera que sea.
La obra que aquí se comenta consta de una brevísima introducción y diez capítulos, cada uno de los cuales contiene el análisis y transcripción de un alegato de clausura distinto. La Introducción consta de dos páginas solamente. Esto se explica por el propósito de difusión que anima a los autores y el público masivo a quien va dirigida la obra. Esto también explica que la obra carezca de conclusiones, pues ella no constituye un tratado sistemático sobre retórica judicial, ni menos una investigación monográfica destinada a aumentar el conocimiento acumulado acerca del proceso judicial.
Ella presenta simplemente una selección y análisis de los mejores alegatos de clausura-entre los que se encuentran disponibles- de la historia judicial reciente de los Estados Unidos. Este objetivo modesto se cumple con creces a lo largo de la obra, ya que el lector ve desfilar ante sus ojos a un grupo de abogados -algunos de fama casi mítica- que emplean diversas tácticas para persuadir a un jurado o a un juez y obtener un veredicto favorable. Lo anterior hace que esta obra sea especialmente atractiva para abogados de otras latitudes, en las que se emplea también la oralidad en los procedimientos judiciales, ya que el desafío que debe enfrentar un abogado litigante en su alegato de clausura es similar, pues "es la última oportunidad para que el abogado [...] convenza [...] por qué su versión de ¡a 'verdad'es la correcta"3

En la Introducción los autores presentan su visión de lo que constituye el alegato de clausura y del papel de los abogados litigantes. La suya es una visión tremendamente poderosa y a la vez de inspiración humanista. El alegato de clausura es "la última oportunidad del abogado para dar perspectiva, significado y contexto a la evidencia introducida durante un juicio de larga duración."4 

Los abogados litigantes que desarrollan y exponen sus alegatos de clausura "representan la forma moderna más elevada de una profesión y arte antiguo: la del contador de historias. Como los vates vagabundos de antaño, el abogado debe mantener la atención de la audiencia.
 El abogado debe usar cada herramienta sicológica y emocional a su disposición para contar la historia de su cliente. El abogado debe usar su resumen para tocar no sólo el intelecto de los jurados, sino también sus emociones. Pero hay una diferencia vital entre los contadores de historias de ayer y los abogados de hoy. Donde el vate se sentaba a los pies del rey y entretenía, la historia que cuenta el abogado tiene el poder de enviar a los hombres a la muerte, de liberar a los inocentes y de hacer cualquier cosa a los heridos. Tal es el poder de las palabras, de la historia y del alegato de clausura"5

Los diez capítulos de que consta esta obra contienen un número similar de alegatos de clausura, cada uno de los cuales es organizado en cuatro secciones, en las que los autores ofrecen una breve introducción acerca del contexto socio-histórico del caso, una biografía del abogado que efectuó el alegato de clausura, seguido de un análisis de los aspectos tácticos y retóricos del alegato y, finalmente, la transcripción debidamente editada del alegato de clausura, en ocasiones con las interrupciones de un juez hostil a que se vio expuesto el abogado autor del alegato. Esta forma de presentación de los materiales de análisis permite entrelazar las circunstancias del momento histórico y los intereses profesionales del abogado, lo que facilita la comprensión del lector acerca del proceso judicial, sus vicisitudes y tensiones. Después de todo, no es accidente por qué algunos abogados se hacen cargo de la defensa de ciertas personas enjuicio.

El Capítulo 1, titulado "Arquitectos del genocidio", presenta el primer alegato de clausura del equipo de prosecución de los Aliados, el que trató acerca del cargo imputado a altos jerarcas nazis de haber fraguado un plan común de conspiración y la evidencia que lo respaldaba. Su autor fue el abogado jefe de dicho equipo, Robert H. Jackson, ex-abogado litigante en materia criminal y juez asociado de la Corte Suprema de los Estados Unidos.
El Capítulo 2, titulado "Darrow en el banquillo", trata acerca del alegato de la defensa en el juicio por obstrucción a la justicia seguido en contra del abogado Clarence Darrow. Su autor fue el mismo Clarence Darrow, quien había hecho carrera previamente defendiendo trabajadores y sindicatos. El se dedicaría más tarde a las defensas criminales, adquiriendo notoriedad en el juicio seguido en contra del profesor John Scopes, en 1925, por haber enseñado presuntamente la teoría de la evolución en contravención de la ley estatal de Tennese: el famoso "Scopes Monkey Trial." 
El Capítulo 3, titulado "Desorden en la corte", contiene el alegato de la defensa en el juicio criminal seguido en contra de "Los Siete de Chicago", quienes habían sido imputados a consecuencia de los actos de protesta en contra de la Guerra de Vietnam realizados durante la Convención Demócrata de 1968, que tuvo lugar en Chicago. Su autor fue el abogado activista de izquierda William Kunstler, quien defendería más tarde a todo aquel que la opinión pública y el gobierno considerara anti-americano. 
El Capítulo 4, titulado "Muerte por plutonio", ofrece el alegato del demandante en el juicio por responsabilidad civil seguido en contra de la empresa Kerr-McGee, Inc., originado en la contaminación por plutonio de una trabajadora de la planta nuclear de Cimarrón, Arkansas, llamada Karen Silkwood y cuya historia personal sirvió de inspiración a la película homónima de Mike Nichols, realizada en 1983. 
Su autor fue el abogado Gerry Spence, figura conocida en Estados Unidos por sus apariciones frecuentes en programas televisivos sobre juicios de relevancia y cuya fama proviene del hecho de haber obtenido la condena civil más alta en primera instancia hasta ese entonces, precisamente en "Silkwood v. Kerr-McGee, Inc.": US$10.505.000.-
El Capítulo 5, titulado "Leopold andLoeb", presenta el alegato de la defensa en el juicio criminal por homicidio seguido en contra de Nathan F. Leopold y Richard Loeb. Su autor fue Clarence Darrow, quien obtuvo previamente que ambos acusados se declararan culpables para evitar la condena a muerte y mitigar la severidad de una futura condena, desarmando así la estrategia del Abogado de Distrito.
 El Capítulo 6, titulado "No más el mundo del hombre", trata acerca del alegato de la defensa en el juicio por incendio seguido en contra un inmigrante italiano en San Francisco, California, en 1890. Su autora fue la abogado Clara Shortridge Foltz, la primera abogado admitida a la Barra de Abogados de California, quien debió hacerse cargo en su alegato de los comentarios ofensivos a su género proferidos por su contradictor. 
El Capítulo 7, titulado "Paz, amor y asesinato", contiene el alegato de clausura de la prosecución en el juicio criminal seguido en contra de la tristemente célebre Familia Manson, inculpada del asesinato de la actriz Sharon Tate y otros. Su autor fue el abogado Vincent Bugliosi Jr., un joven fiscal que hizo frente exitosamente uno de los casos criminales más importantes y complejos de la historia judicial reciente de California.
 El Capítulo 8, titulado "Justicia retrasada, pero no denegada", contiene el alegato de clausura de la prosecución en el tercer juicio criminal seguido en contra del asesino del activista de derechos civiles Medgar Evers, el que tuvo lugar casi treinta años después de acaecida la muerte de este último. Su autor fue el abogado Bobby DeLaughter, quien había sido previamente un exitoso abogado en su práctica privada y, sin embargo, asumió más tarde con éxito el cargo de fiscal en Jackson County para cumplir con lo que él estimaba la obligación social de un abogado.
 El Capítulo 9, titulado "Coca, mentiras y videos", trata acerca del alegato de clausura de la defensa en el juicio criminal seguido en contra del empresario John DeLorean, quien había sido inculpado de tráfico de heroína. Su autor fue el abogado Donald Re, un ex-profesor de derecho constitucional en UCLA y exitoso abogado criminalista californiano, quien ha defendido varias celebridades desde entonces. 
Finalmente, el Capítulo 10, titulado "Baseball, hot dogs, pie de manzana y My Lai", provee al lector del alegato de clausura de la prosecución en la corte marcial seguida en contra del Teniente William L. Calley Jr., quien había sido inculpado del asesinato premeditado de más de un centenar de civiles en la aldea vietnamita de Mi Lay, en 1968. Su autor fue el fiscal militar Capitán Aubrey M. Daniel III, quien había desarrollado previamente una carrera exitosa como abogado militar y debió enfrentar, entonces, la tarea de obtener una condena en contra de un oficial que era considerado -erróneamente, por cierto-como un héroe de guerra por una parte importante de la población estadounidense.

Diversas son las tácticas analizadas en esta obra. Dependiendo del papel del abogado, algunas parecen ser más aconsejables que otras en ciertos juicios. El ambiente local, el contexto socio-histórico y el hecho que en la mayoría de los juicios haya existido un jurado, explican en gran medida el repertorio táctico desplegado en cada caso por el abogado. 
Dentro de este repertorio pueden mencionarse destacar el papel del abogado en un juicio de extraordinaria relevancia, proveyendo el contexto histórico-social en que el caso tiene lugar; establecer un tema central poderoso dentro del caso, que guíe a lo largo del alegato, al cual se pueda retornar frecuentemente y que resuene fácilmente en la mente de los juzgadores, especialmente considerando que las personas no pueden retener demasiada información por largo tiempo; mantener a los juzgadores concentrados en el tema central y aclararles cuál es la evidencia meramente periférica a éste y que fue aportado por la defensa; organizar el resumen de la evidencia aportada en apoyo del caso de una manera que conduzca fácilmente a los juzgadores al resultado que se persigue; utilizar la evidencia fuerte para revelar el motivo y mentalidad del o de los imputados; elaborar cuidadosamente algunas frases que contengan, al igual que un paquete, el tema central presentado por el abogado y que puedan ser empleadas a lo largo del alegato; cambiar el foco central del juicio desde un caso basado en hechos, como usualmente lo presenta la fiscalía cuando cuenta con evidencia fuerte, a uno basado en un tema emocional poderoso, como lo suele hacer la defensa cuando su caso es vulnerable ante la evidencia; presentar el caso del defendido desde el prisma más favorable, como cuando se arguye la existencia una conspiración de parte de la fiscalía o la policía; emplear el diálogo horizontal con los juzgadores, como una manera de construir credibilidad, evitando hablarles desde abajo o desde arriba del estrado, es decir, evitar sonar como un abogado autómata; presentar teorías legales complicadas y sofisticadas en lenguaje fácilmente comprensible para los juzgadores, para lo cual pueden emplearse frases cuidadosamente elaboradas; establecer claramente que la supuesta falta de remordimiento del defendido no constituye demostración de una personalidad pérfida, sino de una naturaleza defectuosa que constituye una razón para tener compasión, lo que permite cuestionar la moralidad de la sanción más gravosa pedida por la fiscalía y colocar sobre los juzgadores la carga moral de su imposición sobre el defendido; revelar los prejuicios subyacentes al caso presentado por el contradictor, los que pueden influir en los juzgadores y, asimismo, desnudar los defectos de la defensa y los errores de la investigación, lo que permite cambiar el campo de batalla; proporcionar una explicación creíble de cada uno de los actos del defendido, cuando la fiscalía los emplea para construir su caso; mantener el foco de atención sobre las fortalezas del caso ofrecido a los juzgadores; hacer a los juzgadores confrontar la realidad de la muerte cuando se trata de un juicio por homicidio, para que de esta manera los que desean absolver deban pasar por encima de esta realidad y hacerse cargo personal de los muertos; cuando la opinión pública esté en contra o el contexto socio-histórico pueda ser adverso, la prosecución debe concentrarse en las acciones del imputado; cuando ha transcurrido demasiado tiempo desde la ocurrencia del hecho, aclarar a los juzgadores que el ultraje moral que provocan las acciones del imputado no tiene límites en el tiempo; establecer que las "buenas personas" ejecutan ciertas conductas de acuerdo a la experiencia, con el objeto de evitar que los juzgadores se identifiquen con el imputado; mostrar coraje y aplomo ante un ambiente y un tribunal hostil, especialmente considerando que otros tribunales pueden terminar revisando la causa, y al final, pero no por ello de menor importancia, escribir el borrador del alegato de clausura junto con el alegato de apertura, esto es, antes del juicio, sin despreciar necesariamente el gusto por una brevedad relativa, porque aquel será el guión que el abogado desarrollará durante el transcurso del juicio y complementará antes de efectuar el alegato de clausura.
Sin duda, el contenido de la obra reseñada en estas páginas revela que estamos en presencia de un título muy interesante y atractivo para un abogado formado en la tradición del derecho continental, siendo de tremenda actualidad para nuestro país dado el avance progresivo de la oralidad en nuestro proceso judicial. Por lo anterior, esta obra debiera ser leída por quienes participan en nuestro actual y renovado proceso judicial.

NOTAS

1 Pritchett, C. Herman, 1968. "Public Law and Judicial Behavior", Journal of Politics 30, pp. 486-489.

2 Frank, Jerome, Courts on Trial: Myth and Reality in American Justice. Princeton University Press, Princeton, 1949, p. 80.

3  Lief, Michael S., H. Mitchell Caldwell, and Ben Bycel, Ladies and Gentlemen of the Jury: Greatest Closing Arguments in Modern Law. Simon and Schuster. New York, 2000, p. 11. Traducción libre. Extracto.

4  Ibid.

5  Ibid.



Tiempo 


The Irish Sugar Slaves of Barbados.






Los blancos perdidos de Barbados

18 de septiembre de 2022
Publicado por Ben Harrison


The Redlegs – Ireland's Sugar Slaves


Historia Barbados diáspora blanca caribe.

La isla de Barbados, del portugués « Os Barbados» , que significa «los barbudos», estuvo habitada por amerindios antes de su descubrimiento por los españoles y portugueses, pero estaba deshabitada cuando el barco inglés «William and John» atracó allí en 1627 con más de 60 colonos blancos y seis esclavos africanos. Por lo tanto, Barbados fue fundada por blancos y en su día fue un país de mayoría blanca.
La colonia se estableció originalmente con el propósito de cultivar tabaco, y al principio contaba con un suministro razonable de trabajadores ingleses dispuestos a ir allí voluntariamente y trabajar como sirvientes contratados con la esperanza de que les dieran su propia parcela de tierra al final de su período de servicio, que normalmente duraba entre tres y siete años.
Después de que llegó la noticia a casa sobre las duras realidades de la vida en la isla, este suministro de voluntarios se agotó, por lo que para cubrir esta escasez de mano de obra, la isla se convirtió en un vertedero conveniente para los indeseables de la sociedad.
Un gran número de realistas capturados durante la Guerra Civil Inglesa fueron enviados al Caribe, así como un número mucho mayor de irlandeses tras la conquista de Irlanda por Oliver Cromwell. En 1655, Cromwell también desalojó muchas cárceles de Inglaterra y envió prisioneros a Barbados, lo que dio origen al término "barbado'd". Un marinero visitante de la época, Henry Whistler, describió Barbados como " el muladar donde Inglaterra arroja su rubicundo rubidio ".

Cambiar al azúcar

Desde que el cultivo del tabaco se sustituyó por el del azúcar, más rentable pero con mayor intensidad de mano de obra, la necesidad de mano de obra aumentó. Tras la muerte de Cromwell en 1658, cesó el transporte a gran escala de irlandeses y comenzó la importación a gran escala de esclavos africanos.
Los sirvientes blancos contratados a menudo trabajaban junto a estos esclavos africanos en el tipo de condiciones brutales que probablemente puedas imaginar, aunque todavía había una distinción legal entre los dos grupos.
El Código de Esclavitud de Barbados de 1661, la primera pieza legislativa del Imperio Británico que legitimó la esclavitud negra, estipuló que los africanos traídos a la isla permanecerían como esclavos de por vida, mientras que los sirvientes contratados serían liberados al final de su período de servicio.
Aunque se suponía que a los sirvientes contratados se les darían tierras gratis después de terminar su período, esto rara vez se implementaba o incluso era posible en una isla no mucho más grande que la Isla de Wight.

Los sirvientes contratados no eran esclavos en el sentido más estricto de la palabra, pero algunos observadores contemporáneos afirmaban que tenían vidas más duras ya que sus amos no tenían interés en mantenerlos una vez expirado su período de servicio y estaban incentivados a obtener el máximo rendimiento de su inversión mientras tenían la oportunidad.
Los esclavos y sus descendientes, sujetos a sus amos para siempre, son mantenidos y preservados con mayor cuidado que los sirvientes, quienes, según la ley de la isla, solo son suyos durante cinco años. Así que, durante ese tiempo, los sirvientes llevan peores vidas, pues se ven sometidos a trabajos forzados, alojamiento precario y una dieta muy escasa.  [1]
Como los trabajadores negros sufrían tasas de mortalidad mucho más bajas cuando trabajaban bajo el sol tropical, los propietarios de las plantaciones tendían a preferir emplear mano de obra negra, lo que gradualmente dejó a un gran número de blancos libres excedentes para las necesidades.
La condición de clase baja de gran parte de la población blanca transportada a Barbados, sumada a las crueldades a las que muchos habían sido sometidos, hizo que muchos no estuvieran dispuestos a trabajar duro ni a someterse a la autoridad. Sin perspectivas en la isla, algunos emigraron. Sin embargo, muchos de los que se quedaron desarrollaron problemas de alcoholismo, lo que los incapacitó aún más para el trabajo productivo.

Cambio demográfico.

Al mismo tiempo, el cambio demográfico de una mayoría blanca a una mayoría negra a finales del siglo XVII comenzó a preocupar a la clase terrateniente ante la posibilidad de un levantamiento de esclavos. Su solución fue utilizar a la clase de los blancos pobres, que ya eran vistos como un subgrupo separado dentro de la sociedad isleña, como barrera entre ellos y los esclavos negros: cada hacienda azucarera debía mantener un número de milicianos blancos correspondiente al tamaño de la hacienda.
A cada miliciano se le asignaba una casa y una pequeña parcela de tierra, lo que les aseguraba una subsistencia básica sin necesidad de trabajar demasiado ni ninguna posibilidad de mejorar su situación. La ley estipulaba que las plantaciones debían proporcionar ropa a los esclavos, lo que daba trabajo a las esposas de los milicianos.
La presencia de una población tan grande de blancos desfavorecidos era única en el Caribe en esa época y llevó a muchos visitantes de la región a hacer comentarios sobre el grupo, generalmente en términos muy negativos.
Como consecuencia de la gran población blanca en Barbados, existe una clase de gente que no encontré en ninguna otra de las islas…
No le deben lealtad al terrateniente, no le hacen ningún reconocimiento ni le muestran gratitud. La milicia está compuesta principalmente por estas personas, y con excepción de ese servicio, la mayor parte vive en un estado de completa inactividad, y suelen ser ignorantes y depravados hasta el extremo.
Sin embargo, son tan orgullosos como el propio Lucifer, y en virtud de sus caras pecosas y pálidas se consideran al mismo nivel que todos los caballeros de la isla.  [2]
Esta posición minoritaria de intermediarios perduró más de cien años hasta la abolición de la esclavitud en la década de 1830, cuando los blancos pobres volvieron a encontrarse en una situación de excedencia. La mayoría de los esclavos liberados continuaron trabajando en las plantaciones como empleados remunerados, ya que había pocas otras oportunidades laborales en la isla, pero los milicianos arrendatarios fueron expulsados de sus hogares en las plantaciones y perdieron sus empleos y su estatus social.

"Piernas rojas"

En el momento de la emancipación, se estima que los blancos pobres, que llegaron a ser conocidos de forma peyorativa como “piernas rojas” debido a los efectos del sol tropical sobre su piel, representaban 8.000 de los aproximadamente 12.000 blancos de Barbados, que entonces representaban alrededor del 20% de la población de la isla, de alrededor de 60.000 habitantes.
El medio siglo posterior a la emancipación fue una época terrible para esta comunidad. Se les había mantenido artificialmente en un estado de ociosidad y se les había protegido de la competencia en el mercado laboral durante generaciones, perdiendo así el impulso que de otro modo podrían haber tenido. Los empleadores los consideraban incapaces de realizar trabajos físicos duros en un clima tropical, y pocos poseían habilidades útiles.
Muchos visitantes de Barbados comentaron sobre el mal estado físico del grupo y los síntomas asociados a los efectos de la endogamia. El monocultivo azucarero en la isla implicaba que los pobres tenían muy pocas oportunidades de comer carne, lo cual tampoco pudo haber ayudado. El Dr. John Davy, inspector general de hospitales militares en Barbados, escribió que:
Su color y complexión no son los esperados; su color se asemeja más al del albino que al del inglés cuando se expone mucho al sol en un clima tropical; suele ser de un blanco pálido o rojo claro, y rara vez de un castaño saludable; generalmente tienen ojos claros y pelo ralo de color claro. Su complexión es débil: son delgados y bastante altos, de articulaciones laxas y con escaso desarrollo muscular. En resumen, su apariencia general denota degeneración corporal y recuerda a plantas exóticas que crecen en un suelo y clima inhóspitos .  [3]

A principios del siglo XX se descubrió que la comunidad blanca pobre de Barbados sufría desproporcionadamente la anquilostomiasis, una enfermedad causada por las malas condiciones sanitarias que puede provocar anemia, retraso del crecimiento y trastornos del desarrollo cognitivo.
Todas las tierras fértiles de la isla ya habían sido reclamadas, por lo que este grupo de blancos se vio obligado a intentar vivir de las zonas menos fértiles que nadie más quería. Ahora estaban legalmente en igualdad de condiciones con los negros pobres, pero seguían viviendo casi completamente separados en sus propias comunidades.
Muchos quedaron atrapados en un círculo vicioso similar al observado en otras clases bajas del mundo. Algunos se ganaban la vida a duras penas con trabajos esporádicos, pero se informó que otros murieron de hambre, mientras que otros recurrieron a la mendicidad, la prostitución o la delincuencia.

Un informe al Secretario de Estado para las Colonias en 1836 escribió que en Bridgetown, “ los negros libres y las personas de color casi han suplantado a los blancos en casi todos los oficios; la consecuencia es que la clase baja de blancos se encuentra en un estado de degeneración y destitución ”  . [4]
Algunos fueron mucho más mordaces, especialmente con respecto a su percibido sentido de superioridad hacia los esclavos negros liberados que ahora estaban por encima de ellos en la escala socioeconómica.
James Thorne y JH Kimball, en su libro de 1838 sobre la emancipación en las Indias Occidentales publicado por la Sociedad Americana Antiesclavista, citaron a un plantador que decía que los blancos pobres eran “ la gente más degradada, cruel y abandonada de la isla, muy por debajo de los negros ”.  [5]
La actitud de estos dos autores hacia la clase baja blanca de Barbados hace casi 200 años era tan condescendiente como cualquier descripción de los blancos humildes hecha por liberales blancos que se pueda leer hoy. Continuaron diciendo que :
Sin duda, estos sans-culottes se hinchan en sus andrajos colgantes con la altiva consciencia de poseer pieles blancas . ¡Qué orgullosas reflexiones deben tener mientras siguen su camino descalzos, pensando en su alto linaje y recorriendo la larga línea de su ilustre ascendencia, cuya insignia más notable era la piel blanca !

Es muy tentador mirar por encima del hombro a personas que no tienen ningún deseo de mejorar su situación pero que son lo suficientemente arrogantes como para sentirse superiores a quienes compiten con ellas, aunque algunos las vieron como víctimas inevitables de las circunstancias históricas, como un pueblo que sufría un repentino declive de su estatus y se quedó sin un nicho económico para llenar en la estructura social de plantadores y trabajadores de las Barbados del siglo XIX.
Barbados seguiría siendo una colonia británica hasta 1966, aunque el requisito para votar no se basaba en el color de la piel, sino en la propiedad de la tierra. Esto garantizó de facto una clase dirigente blanca, mientras que la política del gobierno barbadense hacia su clase baja blanca en la segunda mitad del siglo XIX consistió en una combinación de incentivos para emigrar a lugares con mejores oportunidades económicas y una mayor integración en la sociedad en general.

Este grupo no recibió ningún trato especial bajo la ley durante la época colonial, aunque existían algunas ayudas limitadas dirigidas exclusivamente a los blancos, proporcionadas por individuos adinerados. El gobernador Francis Hincks sentía más compasión por los blancos pobres que la mayoría de los administradores de la época, y en 1860 solicitó a los gobernadores de otras colonias caribeñas la concesión de tierras baldías para que se asentaran.
La mala reputación de la clase baja blanca de Barbados se había hecho bien conocida, por lo que pasó más de una década antes de que finalmente se pudieran encontrar tierras para unos pocos cientos de ellos en la isla de San Vicente.

Segregación.

Posteriormente, otros programas proporcionarían asistencia para la emigración a Estados Unidos y Canadá. Si bien solo una fracción de la población blanca pobre de Barbados abandonó la isla, esto facilitó al resto del grupo ganarse la vida y los obligó a establecer un contacto más estrecho con la población negra mayoritaria debido a su menor número.
Después de la emancipación, Barbados inicialmente operó con un sistema escolar segregado: los negros estudiaban en escuelas estatales y los blancos, en su mayoría, en escuelas administradas por la Iglesia, que generalmente eran de menor calidad.
La Ley de Educación de 1878 prohibió la financiación de escuelas segregadas, lo que mejoró las oportunidades educativas de este sector demográfico y contribuyó a derribar las barreras que los separaban de la sociedad en general. Esta mejora en el nivel educativo del grupo se produjo justo cuando la economía barbadense se diversificaba más allá del sector azucarero y aumentaban las posibilidades de ascenso social.
Este cambio en la naturaleza de la economía durante la primera parte del siglo XX estuvo acompañado de una mayor urbanización. Muchos miembros de la clase baja blanca mejoraron su situación tras mudarse a Bridgetown, la capital de la isla, pero persistía un fuerte estigma contra los llamados descendientes de "piernas rojas", tanto por parte de la élite blanca, debido a su reputación de pobres, como por parte de la población negra mayoritaria, debido a su reputación de mantenerse alejados de la población negra.
Algunos vieron su mejor oportunidad de ser aceptados en la Barbados urbana al casarse con alguien de otra raza, y gradualmente, el número de blancos pobres comenzó a disminuir debido a la absorción por la mayoría negra, además de una mayor emigración. Probablemente la barbadense más famosa de todas, Rihanna, afirma tener ascendencia parcial de piernas rojas .

Desaparición prevista.

Sin embargo, los blancos que vivían en distritos rurales se mantuvieron mucho más opuestos a la mezcla. Aun así, dos estudios académicos sobre el grupo, escritos en la década de 1970, " Un bosquejo histórico de los blancos pobres de Barbados: De los sirvientes contratados a los "patas rojas " (1974) y " Los blancos pobres de Barbados " (1972), predijeron la desaparición de los "patas rojas" como grupo en un par de generaciones debido a la urbanización y la posterior asimilación a la comunidad negra. El primero de ellos concluyó afirmando que, para entonces, se habrían convertido en "poco más que un fenómeno histórico curioso y casi olvidado".
Población censada y tasa media de crecimiento anual
Año
1844122.198    
1851135.939
1861152.727
1871162.042
1881171.860
1891182.867
1911172.337
1921156.774
1946192.800
1960232.327
1970236.891
1980247.129
1990260.491
2000268.792
2010277.821
Aún no han pasado del todo a la historia, aunque parecen haber sido olvidados por el resto del mundo, salvo por quienes se interesan por la diáspora irlandesa. En 2009, el canal de televisión irlandés TG4 realizó un documental sobre el grupo, que los mostraba viviendo en condiciones bastante precarias en comunidades unidas y aisladas cerca de la costa este de la isla.
Estructura por edad
0–14 años16,78% 
15–64 años67,56% 
65 años o más15,66% 
Muchos parecían tener problemas de salud crónicos y estar atrapados en la pobreza, pero culturalmente, la mayoría parecen tan caribeños como cualquier otro. Estas  fotos del grupo podrían ser de cualquier otra población pobre de las Indias Occidentales, salvo por el hecho de que algunos de ellos aún conservan rasgos reconocibles de las Islas Británicas, incluso después de casi 400 años de ausencia.
Dada su historia única, es realmente sorprendente lo poco que se ha trabajado antropológicamente sobre el grupo y cómo la mayoría de los estudios que pude encontrar sobre ellos fueron escritos hace décadas.
Hubo una vez otros grupos blancos desfavorecidos en otras partes del Caribe, y todavía hay una minoría blanca más rica en Barbados que representa el dos o tres por ciento de la población y que no se ha mezclado mucho a lo largo de los siglos, pero no hay otro caso de una subclase blanca que haya perdurado durante tanto tiempo en un país de mayoría no blanca y sea tan menospreciada.
Es difícil estimar el tamaño de la comunidad redleg hoy en día, ya que el término "redleg" a menudo se usa de manera peyorativa y muchas personas podrían no querer identificarse como tales, pero con solo unos pocos cientos de ellos viviendo en los márgenes de un país de 300.000 habitantes que es 95% negro, es difícil ver hacia dónde se dirige el grupo a partir de aquí, aparte de la emigración a un país de mayoría blanca o la asimilación gradual.

 


[1] Richard Ligon, Una historia verdadera y exacta de la isla de Barbados, 1647-1650, pág. 10

[2] Henry Nelson Coleridge, Seis meses en las Indias Occidentales (1826), págs. 284-295

[3] John Davy, Las Indias Occidentales antes y desde la emancipación de los esclavos (1854), pág. 65

[4] Barbadense, 24 de febrero de 1836

[5] Emancipación en las Indias Occidentales: Una gira de seis meses por Antigua, Barbados y Jamaica en el año 1837, pág. 57




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