Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

lunes, 12 de abril de 2010

1).-Mi investidura como Abogado, y el comienzo de mi vida profesional.

 

Un Abogado
"Una gran fecha de mi vida, fue mi investidura como Abogado, marco el fin de época de universitario  y comienzo de otra, laboral, como Abogado litigante."



Introducción.

La investidura está definida como la ceremonia oficial  de toma de posesión de una persona de  algún cargo oficial, honor, o el ingreso en una colectividad de carácter honorífico.
El título de Abogado en la República de Chile será otorgado en audiencia pública por la Corte Suprema, reunida en tribunal pleno, después que el postulante preste juramento de desempeñar leal y honorablemente la profesión, el presidente del tribunal, de viva voz, lo declara legalmente investido del título de abogado. En seguida se entregará al Abogado el título o diploma que acredite su calidad de tal, firmando por el presidente del tribunal , por los ministros asistentes, a la audiencia respectiva y por el secretario.





Mi investidura.




El abogado Alejandro  Saavedra , un viejo compañero 
de la corporación de asistencia judicial (San Ramón)

Fue investido por la Excelentísima Corte Suprema de Justicia, ese día viernes   9 de abril de 2010, como Abogado, en una de las salas de segundo piso del Palacio de Justicia de Santiago, no pude ser investido en tradicional salón de plenos de la  corte suprema, porque estaba deteriorado por el  terremoto de febrero de ese año.

Lamentablemente en el año 2010 no se filmaban las ceremonias de investidura, pero he decidido publicar la investidura de una compañera de trabajo.




Comencé  realmente mi vida profesional como Abogado, al inicio del año 2011, cuando  entre a trabajar a un estudio de Abogados que se ubicado en la comuna  de Santiago;  no  recuero  la fecha de mi ingreso, lo único recuerdo cuando entre, al poco tiempo  hubo un terremoto en  Japón , el 11 de marzo de ese año.

Gracias a mi vida como abogado litigante, he conocido varios tribunales de justicia, como los Juzgados civiles de Puente Alto, de Santiago, de  San Miguel, de San Bernardo, de  Colina, y otros ubicados fuera de Santiago.

 No he encontrado muchos de mis compañeros de las universidades que estudie trabajando como Abogado, solo unos pocos.





Discurso del presidente de la Corte en mi Investidura.



Ceremonia de investidura 

Señoras y señores Ministros de la Corte Suprema;
Señoras y señores presentes en esta audiencia;
Jóvenes abogadas y abogados:

Es indudable que para Uds. hoy es un gran día. Están cumpliendo la aspiración profesional que les demandó un sin número de esfuerzos y eventualmente fuertes decepciones, pero que fueron felizmente pasajeras. Tras el juramento de rigor habéis sido legalmente investidos con el título de abogada o abogado y con ello han provocado, además, una gran alegría para vuestra respectiva familia y también para sus amigos más dilectos.
 Ahora, a partir desde este mismo momento, se les presenta un nuevo reto que consiste en decidirse por alguna de las diversas formas del ejercicio profesional, ya que esta resolución puede marcar el desarrollo inmediato y futuro de vuestra actividad.
 Bien sabemos que la carrera de la abogacía es amplia y versátil.
Hay distintas especialidades y cauces para ejercerla, sea la magistratura, la academia, la administración del Estado, las empresas privadas, la política y su proyección en la legislatura, etc., aparte de la variada práctica liberal de la profesión.

 En todas estas modalidades, con la sola excepción de la judicatura, existe una tarea cotidiana y aparentemente sencilla que a partir de hoy Uds. deberán cumplir. Se trata de la labor de aconsejar, que posee gran importancia en la profesión, pero aparece un tanto preterida por otras actividades formales y más espectaculares de los letrados.
 Desde ahora y cualquiera sea el ámbito profesional en que actúen, muchos acudirán a Uds. en busca del consejo orientador, la sugerencia oportuna y la recomendación prudente en el campo de sus asuntos y negocios.
 Esta simple e invisible tarea deberán cumplirla en los momentos más inesperados, pues la función del abogado no tiene horario ni descanso. Ella demandará el contacto personal y el conocimiento de las necesidades y fines más íntimos de quienes recurran a Uds. en procura de asistencia. Les exigirá expresar con claridad y precisión lo que como abogados pueden recomendar de hacer o no hacer en beneficio del cliente y claro está, antes que nada supondrá haber logrado la confianza de quien requiere el consejo profesional y todo ello en el marco del celoso secreto a que obligan las confidencias del cliente.

 Esta tarea será la función más personal que Uds. desarrollarán en la profesión y ella ciertamente deberá cimentarse en un buen conocimiento del Derecho y una estimación adecuada del caso de que se trata, un equilibrio entre ambos supuestos, además de una disposición amable y sencilla de quien presta el consejo.

 La única actividad en que no es lícito ni prudente recomendar al letrado el proporcionar orientaciones o dar opiniones, es la que cumplen los jueces. Como es sabido, ello puede inhabilitarlo para intervenir en el juicio o dictar sentencia en la medida que es causal de implicancia o de recusación que el magistrado haya emitido su dictamen sobre la cuestión pendiente, en las circunstancias que describen, respectivamente, los artículos 195 y 196 del Código Orgánico de Tribunales.
 Para finalizar estas palabras, deseo compartir con Uds. un consejo que figura en el pasaje de “El Quijote” y que señala el sentido fundamental que debe orientar la práctica profesional, esto es un adecuado equilibrio entre la razón y la compasión, la ecuanimidad y la prudencia y la vocación humanista que deber ser el sello del quehacer de todo abogado.

 Dice don Quijote a Sancho, “Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita tus ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en el llanto y tu bondad en sus suspiros”. 
 Envío a todos Uds., con gran afecto, las felicitaciones del caso y los mejores deseos de éxito y prosperidad, extendiendo estos parabienes a todos quienes se han preocupado por su desarrollo educacional, padres, hermanos, abuelos, amigos y todos aquellos que se alegran con su actual triunfo.

 Muchas gracias. 



Piensa, el derecho se aprende estudiando pero se ejerce pensando (Couture)



En el primer post dedicado al decálogo de Juan Eduardo Couture resaltábamos la importancia del estudio para el abogado, competencia cuya relajación nos haría cada día menos abogados. En este segundo mandamiento Couture nos vuelve a recordar el valor de dicho estudio para el aprendizaje del derecho, si bien introduce un nuevo elemento en la ecuación: el pensamiento.

El pensar al que se refiere el autor podría asimilarse con la acepción del diccionario de la lengua española que define esta acción como el considerar un asunto con atención y detenimiento, especialmente para estudiarlo, comprenderlo bien, formarse una opinión sobre ello o tomar una decisión.

No obstante, en el caso de los abogados, la cosa se complica un poco más.

El pensamiento del abogado nace con el primer contacto con el cliente y tras conocer, verbal y documentalmente, el relato de su experiencia, su confesión personal y la intrahistoria latente y parcial de la controversia (presente y futura), entonces, justo desde ese momento, comenzará el proceso de transformación de dicha información en lógica, pues como nos señala Couture el abogado recibe la confidencia profesional como un caso de angustia humana y lo transforma en una exposición tan lúcida como su pensamiento se lo permite.

Esta transformación viene impuesta por cuestiones tan subjetivas como objetivas; subjetiva, porque el derecho casa mal con las pasiones, y es necesario que el defensor, aplicando la lógica, dé a aquellas un matiz técnico, entendible jurídicamente y apto para ser expuesto al juez (…qué intensos procesos de inteligencia deben desenvolverse para transformar la angustia en lógica y la pasión de los intereses en un simple esquema mental, nos dice Couture); objetiva, porque la lógica alcanzada por el abogado hay que servírsela al juez en el proceso para que decida transformando la lógica en justicia (el abogado transforma la vida en lógica y el juez transforma la lógica en justicia).

Pero ¿cómo “pensamos” los abogados para lograr esta conversión?

Obviamente, no basta con la primera consulta, sino que nos encontramos ante un proceso de pensamiento y reflexión que se mantendrá desde aquélla hasta que pronunciemos la última palabra de nuestro informe oral o de conclusiones, puesto que el abogado estará “rumiando” el caso de forma intermitente pero constante. ¡Qué razón tenía Henri Robert cuando afirmaba que “al abogado le es casi imposible librarse de toda preocupación, porque su lugar de trabajo no es su despacho, sino su cerebro y su vida entera”!

En este “pensar” hemos de incluir la reflexión con el fin de establecer una estrategia de defensa que se plasmará en el correspondiente documento (demanda, querella, etc.), incluyéndose la revisión  crítica del mismo, así como todas las revisiones mentales que vamos haciendo del caso a medida que este avanza.

Y en este proceso, tan duradero como la defensa del propio caso, emplearemos las herramientas del estudio, la lógica, la experiencia y la intuición, y la sensibilidad, componentes cuyo denominador común será el actuar con prudencia.

El estudio de caso, ya examinado al tratar el primer mandamiento, se circunscribe al conocimiento absoluto del expediente, siendo imperativo alcanzar un saber superior incluso al del propio cliente; este estudio del caso requerirá de innumerables virtudes: capacidad de escucha para conocer la versión del cliente; proactividad para emprender el camino solitario y complejo de la búsqueda de las pruebas; atención y concentración para aletear con nuestros dedos entre las páginas del pleito o la causa y así percibir el más mínimo detalle que, a veces de forma imprevista, inclinará el fiel de la balanza.

La sensibilidad ayudará al abogado a conocer al protagonista del caso: el cliente; ponerse en su piel y saber lo que siente, preguntarse cuáles son sus pretensiones e intereses, frecuentemente ocultos. La sensibilidad será un fiel asistente para conocer esa parte invisible que no reflejan los documentos pero que tanto valor tienen para indagar en las raíces del caso.

La intuición será igualmente clave en el pensar, y ese “olfato jurídico” de descubrir donde se encuentra la clave de bóveda (enfoque y resolución) del caso nos lo dará la experiencia del abogado siempre asociada al paso de los años (de ahí la recomendación a los jóvenes de consultar y sopesar el caso con un compañero de más experiencia), olfato que está basado en una práctica profesional que nos ha enseñado la importancia de seguir al más común de los sentidos: el sentido común.

Y cómo no, en todo este proceso el abogado se servirá de la lógica, esgrimiendo  una serie concatenada de razonamientos que va creando en su mente para, finalmente, persuadir al juez sobre la validez de una hipótesis aun no demostrada.

Couture nos resume lo anterior brillantemente “El pensar del abogado no es pensamiento puro, ya que el derecho no es lógica pura: su pensar es, al mismo tiempo, inteligencia, intuición sensibilidad y acción. La lógica del derecho no es una lógica formal, sino una lógica viva hecha con las sustancias de la experiencia humana”

 Pero no nos olvidamos de la prudencia, vital para el proceso de pensamiento, puesto que esta se conoce principalmente por la capacidad de mantener una conversación interna con nosotros mismos en orden a analizar de forma reflexiva y atenta el tipo de acción que vamos a emprender antes de llevarla a cabo. En este caso, el acto de analizar debe identificarse con visualizar nuestra acción y todo lo que puede suceder cuando llevemos a cabo la misma, es decir, lo que viene en primer lugar (la acción propiamente dicha) y lo que vendrá después (las consecuencias de la misma). Una vez efectuado el análisis, llega la acción. La prudencia, en definitiva, es el centinela del pensamiento del abogado.

Concluye Couture afirmando que la jurisprudencia la hacen los abogados, pues su pensamiento es un prius al del juez. Ratifica dicha idea Martínez del Val, quien con su bella prosa nos enseña que “el abogado es el primero que advierte, al fundamentar sus pleitos, los problemas prácticos, de realidad social y vital, que la generalización de la norma no ha previsto. Por ello, la historia de la jurisprudencia es la historia de los casos presentados por los abogados”.




La Cena.

El lugar donde célebre mi investidura de Abogado fue un establecimiento Posada de Don Pepe, donde mi familia y mis amigos y conocidos celebran sus fiestas y celebraciones. 



   POSADA DE DON PEPE.



Scherezada Jacqueline Alvear Godo

En la noche de mi investidura como abogado, celebramos en la posada de "Don Pepe", ubicado en la comuna de Quinta Normal, el día 9 de Abril de 2017, con mi padre, tío Raúl González  y mi hermano Cristian González Fortunatti.

Comedor de la posada.
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy
La Posada Don Pepe, es el mejor restaurante  de la comuna de Quinta Normal, donde uno siente las raíces  campesinas de zona central, con un  entorno acogedor y la deliciosa comida chilena que en ese restaurante se prepara.

El Patio
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Este restaurante lo frecuento a menudo para reuniones de trabajo y celebraciones. La carta es algo reducida, pero cumple muy bien para quienes buscamos carne roja, los pescados, los mariscos, y platos a la chilena, acompañado con vinos. El ambiente es relajado y la terraza bajo el parrón es espectacular para los días soleados. Mención aparte es el pan amasado que sirven, muy rico. La atención es espectacular.

Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


septiembre 2016
Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Como conclusión un excelente lugar, limpio amplio ideal para compartir en familia incluso con niños; Una terraza muy acogedora, con platos muy abundantes y buen precio.
El establecimiento esta ubicado en Alejandro Fierro Nº  4515; intersección con avenida Antonio Ebner, entre autopista central y la población Simón Bolívar, en barrio: Franja de Yungay; cerca de la población simón Bolívar.

Las calles, donde se ubica la posada, tiene los siguiente nombre: 



Alejandro Fierro Pérez de Camino.

Nació en Santiago en 1831, hijo de Felipe Fierro Illanes y de Josefa Pérez de Camino Matta. Casado con Luisa Carrera Pinto, con quien tuvo hijos. Estudió en el Instituto Nacional y posteriormente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Juró como abogado el 18 de abril de 1856.
En forma paralela al ejerció de su profesión, fue promotor fiscal, relator de la Corte Suprema, juez de Letras de Santiago, juez de Comercio de Santiago y jefe Sección Obras Públicas del Ministerio de Industria y Obras Públicas.
Ocupó el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y Colonización del 16 de agosto de 1878 al 17 de abril de 1879, ministro subrogante de Guerra y Marina el 6 de marzo al 2 de abril de 1879 bajo la administración de Aníbal Pinto Garmendia. Ministro de Justicia e Instrucción Pública del 12 de mayo al 30 de octubre de 1904, bajo la administración de Germán Rioseco.
Intendente de Santiago en 1883 e intendente de Tacna en 1889. Alcalde de la Municipalidad de Santiago. Enviado extraordinario y ministro Plenipotenciario en Brasil el 28 de abril de 1890-1891. Diputado suplente por Castro para el periodo 1861-1864. Diputado por Itata para el periodo 1879-1882. Integró la comisión de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Diputado por Santiago para el periodo 1882-1885. Integró la comisión de Gobierno y Relaciones Exteriores y la comisión conservadora para el receso de 1882-1883 y 1883-1884. Militante de los partidos Montt-Varista, Radical y Liberal, fue presidente en 1896, al tomar al nombre de Alianza Liberal. Falleció en Santiago el 6 de junio de 1927.

Antonio Ebner.

Andrés (o Andreas) Ebner Anzenhofer (Lauingen, Alemania, 11 de enero de 1850 - Santiago, Chile, 28 de diciembre de 1905) fue un empresario alemán que se radicó en Chile. Adquirió connotación y fama en dicho país como cervecero a fines del siglo XIX y principios del XX. Aquejado de una peritonitis supurada, falleció a edad temprana, dejando en manos de su familia una empresa homónima que a la fecha de su fallecimiento representaba la tercera mayor productora de cerveza en el país.
En 1873 y una vez radicado en Chile, Andrés contrae matrimonio con Caroline, del cual saldrán 12 hijos.​ El reciente matrimonio Ebner Bielefeld, se estableció primeramente en una quinta en calle San Pablo, propiedad que a fines de la década de 1880 pasó a manos de su hermano Antonio. Es posible que antes de esta fecha, y motivado tal vez por el prospecto de paz de la unificación alemana en 1871, Andrés haya regresado a Baviera para terminar sus estudios en Weihenstephan antes de comenzar sus negocios en Chile.



Mis compañeros abogados, egresaron de la Universidad Bernardo O Higgins, a comienzo de este siglo presente: 



  • Luis Alberto Bustamante Robin; 
  • José Guillermo Gonzalez Cornejo;
  • Jennifer Angelica Ponce Ponce;
  • Francia Carolina Vera Valdés; 
  • Carolina Ivonne Reyes Candia;
  • Mario Alberto  Correa Manríquez;
  • Enrique Alejandro Valenzuela Erazo;
  • Gardo Francisco Valencia Avaria;
  •  Alvaro Gonzalo  Andaur Medina;
  •  Carla Veronica Barrientos Melendez; 
  •  Luis Alberto Cortés Aguilera;
  •  Ricardo Adolfo  Price Toro; 
  •  Julio César  Gil Saladrina; 
  • Ivette Renee Mourguet Besoain;
  •  Marcelo Andres Oyarse Reyes;
  •  Franco Gonzalez Fortunatti;
  •  Patricio Ernesto Hernández Jara;
  • Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán; 




Mis compañeros profesionales:



  • Paula Flores Vargas
  • Ricardo Matías Heredia Sánchez;
  • Alamiro Fernández Acevedo;
  • Demetrio Protopsaltis Palma;
  • Soledad García Nannig;



El cuarto "c" de la Educación  Media del Instituto de Humanidades Luis Campino, generación 1992.-



  • Esteban Aguilar Orellana ; 
  • Giovani Barbatos Epple;
  • Ismael Barrenechea Samaniego;
  • Jorge Catalán Núñez;
  • Boris Díaz Carrasco; 
  • Rafael Díaz del Río Martí ;
  • Alfredo Francisco Eloy Barra ;
  • Rodrigo Farías Picón; 
  • Franco González Fortunatti ;
  • Patricio Hernández Jara;
  • Walter Imilan Ojeda ; 
  • Jaime Jamet Rojas ; 
  • Gustavo Morales Guajardo ; 
  • Francisco Moreno Gallardo ;
  • Boris Ormeño Rojas ; 
  • José Oyarzún Villa ;
  • Rodrigo Palacios Marambio;
  • Demetrio Protopsaltis Palma ; 
  • Cristian Quezada Moreno; 
  • Edison Reyes Aramburu ; 
  • Rodrigo Rivera Hernández;
  • Jorge Rojas Bustos ; 
  • Alejandro Suau Figueroa;
  • Cristian Vergara Torrealba ;
  • Rodrigo Villela Díaz; 
  • Nicolás Wasiliew Sala ;
  • Marcelo Yáñez Garín; 



Tiempo 



DE SU LIBRO ‘MEDITACIONES’



Marco Aurelio y las 4 victorias diarias del estoicismo:
“Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de estar vivo”

El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio, de Chipre, que defendía la virtud y el control interior frente a lo externo, y tuvo figuras clave como Marco Aurelio, Séneca y Epicteto

Por P. Díaz
26/08/2025

Por qué el estoicismo es más importante de lo que podrías pensar.

Marco Aurelio, el emperador filósofo del estoicismo, dejó escritas, en su libro de Meditaciones, reflexiones que siguen vigentes siglos después. Entre ellas destaca la idea de que existen cuatro victorias que cualquier persona puede conquistar a diario: física, mental, emocional y espiritual. En palabras del propio pensador romano:
 “Recuerda que el alma se tiñe del color de tus pensamientos”.

 El divulgador Guillermo Moctezuma, a través de su canal Pórtico Estoico, recupera estas cuatro victorias en uno de sus vídeos, y explica que “los estoicos creían que la clave para acercarte a tu felicidad está en tus acciones diarias”. Según señala en uno de sus vídeos, “cada día se nos concede un nuevo día para vivir nuestra vida, y si imaginamos que cada día es una batalla, estas son las cuatro únicas victorias que necesitas ganar”.

Primera victoria: corpore sano.

La primera es la victoria física. Marco Aurelio y sus contemporáneos asumían que el dolor y la incomodidad forman parte inevitable de la existencia, pero lo que está bajo nuestro control es la forma de afrontarlos. Desde entrenar el cuerpo hasta mantener la disciplina en hábitos saludables, esta victoria consiste en fortalecerse a pesar de la incomodidad.

La mente y las emociones: mens sana.

En segundo lugar, se encuentra la victoria mental, centrada en dominar la atención y mantener la mente enfocada. Ejercicios como la lectura o la práctica de la premeditatio malorum, donde se anticipan posibles dificultades, entrenan a la mente para resistir la adversidad. A esta se suma la victoria emocional, que consiste en no dejar que las pasiones dominen las decisiones, sino guiarse por la templanza, la justicia, el coraje y la sabiduría.

La última es la victoria espiritual, definida por la gratitud. Marco Aurelio escribió:

 “Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de estar vivo: respirar, pensar, disfrutar, amar”.
 Para Moctezuma, esta victoria es “la más importante de todas porque crea un mejor balance entre las cuatro”. Reconocer la vida como un don improbable, dar gracias por lo cotidiano y mantener la actitud de gratitud constituye la cima del pensamiento estoico. 
“Cuando te levantes por la mañana, piensa en el privilegio de estar vivo: respirar, pensar, disfrutar, amar” 
Estas enseñanzas, que nacieron en tiempos convulsos de la Roma imperial, encuentran eco en la actualidad. El recordatorio de que “da las gracias cada día, y habrás ganado” se mantiene como una guía práctica para enfrentar la complejidad del presente desde la perspectiva del estoicismo.



Silencio.

Marco Aurelio, Séneca y Epicteto eran grandes defensores del silencio como herramienta para vivir más y mejor. La neurociencia moderna demuestra que tenían razón.

Para Marco Aurelio, la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros pensamientos. "Nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella", afirma el sabio estoico. 
El silencio nos ayuda a ser conscientes de los pensamientos que habitan nuestra mente. Dice el médico Mario Alonso Puig:
 "Para ganar salud, aquieta la mente. El caos mental que tenemos provoca enfermedad directamente. (...) Piensa en los pensamientos que llenan tu mente a diario. Se ha estudiado con técnicas de neuroimagen las consecuencia del los pensamientos negativos -ira, frustración, resentimiento...- en la activación del sistema nervioso simpático y se ha visto que aquietar el ruido mental tiene efecto en el cáncer o, incluso, en las enfermedades degenerativas"

Cuatro situaciones en las que puedes utilizar la poderosa herramienta de Marco Aurelio o Séneca.

El silencio es una herramienta que puedes cultivar en muchas momentos de tu día. Por ejemplo:

  1. Ante una crítica. El silencio es una expresión de autocontrol y madurez emocional en la filosofía estoica. Cuando optas por el silencio lo que estás haciendo es priorizar tu paz interior a la vez que optas por no alimentar discusiones destructivas. El silencio te permite tomarte un tiempo para analizar y decidir qué hacer con esa crítica. "Tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos externos. Date cuenta de esto y encontrarás el poder", dice Marco Aurelio.
  2. Cuando tomas una decisión. El silencio te permite crear un espacio para la verdadera reflexión y para evaluar las opciones que tienes. Calma la agitación emocional y te permite tomar una decisión racional. "Primero dite a ti mismo lo que quieres ser, y luego haz lo que debas hacer", afirma Epicteto.
  3. Cuando hablas con otra persona. El silencio es clave en la relaciones. Según los estoicos te permite centrar tu atención en la escucha activa del otro. Esto enriquece las relaciones, las hace más auténticas, comprensivas y profundas.
  4. Cuando necesitas tranquilidad. El silencio es una gran fuente de calma interior que te conecta contigo misma en medio de la soledad buscada. Permite que tu mente divague libremente haciendo conexiones que suelen perderse en medio del caos. Además, es una fuente de productividad y creatividad. "En mi opinión, nada es mejor prueba de una mente ordenada que la capacidad de un hombre para detenerse donde está y dedicar tiempo a su compañía", afirma Séneca.


Marco Aurelio Antonino (en latín: Marcus Aurelius Antoninus; Roma, 26 de abril de 121-Vindobona o Sirmio, 17 de marzo de 180​), conocido como Marco Aurelio, fue un emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte, en 180. 

Filósofo estoico que fue emperador romano desde el año 161 hasta su muerte. Forma parte del llamado nuevo estoicismo, y es el último gran representantes de esta corriente. Su pensamiento estuvo muy influido por Séneca y Epicteto. No escribió para publicar, aunque se conservan algunas cartas escritas en latín a Frontón y a Herodes Atico, y fragmentos de algunos discursos. Pero su obra principal, escrita es Tà eis heautón, conocido como Meditaciones, Soliloquios o, también, como Pensamientos o notas personales.
 Esta obra, que, como ya indica su título, es un compendio de reflexiones personales, contiene las reflexiones de Marco Aurelio para afrontar con serenidad los diversos avatares de la vida y la escribía solamente para uso personal (la primera edición completa es de 1599). En esta obra, Marco Aurelio desarrolló los aspectos más religiosos del estoicismo y buscaba en la filosofía una guía para la acción, una fuente para la fe, fortaleza y serenidad ante los problemas de la existencia y un consuelo ante la adversidad y el infortunio. No elaboró, pues, un sistema filosófico, sino que su pensamiento representa más bien una actitud espiritual. A diferencia de otros autores estoicos, pues, no se ocupa de lógica, sino que su filosofía, poco sistemática, se orienta sólo hacia la moral y hacia el problema del sentido de la vida.
Los Soliloquios se dividen en doce libros, muchas de cuyas sentencias fueron escritas durante la realización de duras campañas militares. En estas sentencias aboga por la necesidad de obrar de acuerdo con la naturaleza y considera, con un cierto pesimismo, que sólo la fe en una providencia divina (Πρόνοια), que armoniza el Todo, proporciona un fundamento para obrar ordenadamente, a la vez que sienta las bases para considerar que la auténtica sabiduría es la participación en esta naturaleza universal, y que la muerte no es sino el retorno a su seno. 
En este marco la conducta debe ser dirigida por una ética, basada en esta creencia del ajuste de cada ser con el Uno-Todo. Pero, en contra de las tesis corporeístas del estoicismo antiguo (especialmente de Zenón de Citio y de Crisipo), Marco Aurelio no acepta la tesis antropológica que concibe al hombre formado por σώμα (soma, cuerpo material) y πνεῠμα (alma-soplo o pneuma) que, aunque no es material sigue siendo corporal. Por ello, Marco Aurelio añade, como Filón de Alejandría, un tercer principio constitutivo del hombre: además del cuerpo-carne y del alma-soplo, está el νοῦς (nous o intelecto), superior al alma y de naturaleza divina, que es la base de nuestro auténtico yo.
Este nous es el daimon (δαίμων) que la divinidad otorga al hombre para guiarlo. En estas tesis se ha visto la influencia del platonismo y del aristotelismo, que Marco Aurelio conoció a través de su antiguo maestro Claudio Severo. Así, afirmará que el cuerpo, que es frágil y pronto se convertirá en un cadáver, no merece ninguna consideración especial, como tampoco la merecen las vanidades terrenales; sólo el νοῦς (intelecto), que es como un efluvio del intelecto divino, es la razón común a todos los hombres. Este énfasis en la comunidad de todos los hombres le lleva a afirmar, por una parte, que él tiene dos patrias: una, Roma -en cuanto que es Marco Aurelio-; la otra, el mundo -en cuanto que es un hombre-. Por otra parte, esta estrecha relación entre todos los hombres le conduce también a sostener un fuerte sentimiento de piedad, en contra de una tendencia muy arraigada en el propio estoicismo. 
Al mismo tiempo, considera que todas las partes que constituyen el hombre retornarán a aquello de donde han surgido, y se asignarán a otra parte del universo, en un proceso infinito. Por ello considera que, o bien no hay supervivencia después de la muerte, o ésta es breve, ya que las almas, después de la ecpírosis (ἐϰπύροσις) se reabsorberán en el lógos spermatikós.

A pesar de su cosmopolitismo, de su creencia en una única divinidad y de su inclinación por la piedad, como hombre de Estado defendió la necesidad de mantener el culto politeísta, que era manifestación de las raíces culturales de su época. 
Por ello persiguió a los cristianos, a los que consideraba intolerantes. Su concepción política le hacía pensar que la historia había llegado a una fase final que simplemente había que conservar y, en este sentido, su filosofía, por una parte, se orientó hacia la defensa de las instituciones y la participación activa en la vida política y, por otra parte, era manifestación del sentimiento de caducidad que se imponía en una época que realmente fue de cambio histórico y de lento fin del mundo antiguo.




Meditaciones.



Las Meditaciones, Pensamientos o A sí mismo (en griego, Τὰ εἰς ἑαυτόν, Tà eis heautón, literalmente 'cosas para sí mismo') del emperador romano Marco Aurelio es una obra literaria constituida por una serie de reflexiones de este filósofo, aparentemente fuera del tiempo y sin cronología. Fue originalmente redactada en griego entre los años 170 y 180. La obra, en doce tomos, es única en su género, y parece recorrer los últimos años de la vida interior de este emperador.

Manuscritos y ediciones

De acuerdo al filólogo español Carlos García Gual, la historia de la tradición del texto de las Meditaciones es imprecisa e insuficiente hasta el siglo X.[1]​ En el siglo III, en un pasaje literario que puede referirse al manuscrito, el historiador Herodiano menciona el legado literario de Marco Aurelio diciendo:
 "Estaba preocupado por todos los aspectos de la excelencia, y en su amor por la literatura antigua no era el segundo de ningún hombre, romano o griego; este es evidente en todos sus dichos y escritos que nos han llegado".
A mediados del siglo IV, Juliano el Apóstata y el orador Temistio mencionan con aprobación y elogio la personalidad de Marco Aurelio. Temistio en su panegírico sobre Valente, titulado El amor fraterno o Sobre la humanidad, se encuentra la primera referencia al escrito de Marco Aurelio bajo el título expreso de "Admoniciones de Marco" (Márkou parengélmata).[2]​ El biógrafo de Avidio Casio en la Historia Augusta hace referencia a unas "exhortaciones" que Marco Aurelio habría realizado días antes de partir a la guerra con los marcomanos. No obstante, de acuerdo con García Gual, luego de eso y hasta el siglo IX no se encuentran menciones a los escritos de Marco Aurelio.

La primera mención directa de la obra aparece en el siglo X. El arzobispo bizantino Aretas de Cesarea, gran coleccionista de manuscritos y libros profanos, escribe una carta al arzobispo Demetrio de Heraclea expresando:

 "Hace algún tiempo que tengo un ejemplar antiguo del libro más provechoso del emperador Marco, tan antiguo que es cayendo en pedazos ... Esto lo he copiado y puedo pasarlo a la posteridad con su nuevo vestido".

A mediados del siglo X, el léxico bizantino Souda del historiador Suidas refiere a los doce libros del "Eis heautón" de Marco Aurelio, citando varios pasajes del manuscrito. En el siglo XII, Tzetzes cita algunos párrafos en sus Quilíadas.

Asimismo, las fuentes historiográficas sobre la personalidad y el período de gobierno de Marco Aurelio resultaban insuficientes. La obra con las biografías de los doce emperadores que seguían a los de Suetonio, llamada "Caesares" y escritas por Mario Máximo, solo subsiste bajo citas parciales y cuestionadas en su validez por obras de autores posteriores. Los libros de Rerum gestarum libri XXXI, llamada a menudo "Historias", de Amiano Marcelino, correspondientes al período de Marco Aurelio, no sobrevivieron a la Tardoantigüedad. El interés por la figura de Marco Aurelio solo reaparece en el último cuarto del siglo XV con la editio princeps de la Historia Augusta.

En 1528 se imprime en Sevilla el Libro áureo de Marco Aurelio, la obra que despierta el interés del público en la vida del gobernante romano. Escrita por Antonio de Guevara, la novela es recogida y ampliada en el "Relox de príncipes" (Valladolid, 1529); obra que alcanzó 58 ediciones en diferentes lenguas de toda Europa. Gozó de un sorprendente éxito pese a que la mayor parte de sus pasajes surgen solo de la imaginación del eclesiástico español y cuentan con poco respaldo historiográfico.[3]​ En el contexto de ese éxito editorial es que reaparece el manuscrito de las meditaciones de Marco Aurelio.

El texto de las Meditaciones se ha conservado completo solamente gracias a dos manuscritos. El primero de ellos es el códice del siglo XVI Vaticanus Graecus 1950, y el segundo el códice Toxitanus (T),[a]​ denominado Palatino (P)[b]​ por sus editores y que hoy se ha perdido.[c]​ Es este último el que utilizó Wilhelm Xylander para su edición príncipe, una traducción al latín del original griego, impresa en Zúrich en 1559 por Andreas Gesner.[6]​[7]​

Datación

Algunos autores modernos consideran que el primero de estos libros, escrito en Granua (el actual río Hron de Eslovaquia) constituye una especie de testamento interior, donde Marco Aurelio recuerda a todas las personas importantes de su vida en forma autobiográfica, quizás datable hacia el año 179, poco antes de su muerte.

El libro II, escrito en Carnuntum, también supuestamente de datación tardía, podría haber sido escrito en el año 178 y, cosa más importante, representa el hilo conductor para una posible interpretación cronológica de la obra. En este caso sería demasiado fácil, aunque posible, pensar en una cronología en la que el primero de los libros es datable en el 179 y el último en el 168, poco después de la muerte del amigo y maestro Marco Cornelio Frontón.

La unidad auténtica de la obra, que a juicio de algunos estudiosos aparece como una especie de conjunto de pensamientos, sin aparente concatenación entre las numerosas reflexiones, se encuentra en la actitud espiritual del autor al observar la vida y las cosas terrenas, en una visión más amplia, fuera del tiempo, fuera de los eventos contemporáneos que lo circundaban.

Contenido

Los libros desde el II al XII contienen meditaciones sobre la condición humana, la vida, la muerte, el universo, la creación, la moralidad, la fortuna, los valores en los que las personas deben inspirarse. Marco Aurelio parece encerrarse en sí mismo con una meditación melancólica, aceptando el peso del imperio como un triste deber.
Retoma las posiciones estoicas con un acento sobre el sentido de impotencia del hombre ante Dios, y de la superficialidad de las representaciones humanas. Parece adecuarse a las razones supremas que gobiernan el mundo, en cuanto sabio y filósofo, aun cuando tiende en este escrito a huir del mundo y de la materialidad de la vida. Ante el “no sentido” del mundo y de sus realidades caducas, la única vía que queda al sabio es el volver sobre sí mismo que da significado a su propia existencia individual.
Como para Séneca, para Marco Aurelio el alma es distinta y separada del cuerpo pero está compuesta del alma propiamente tal, entendida como espíritu, pneuma, soplo vital y el intelecto, la sede de la actividad espiritual.

En su rol de emperador, cumple estoicamente su deber en cuanto político, pero siente la inutilidad y la falta de sentido de acciones que no cambiarán la irracionalidad que entorpece todo lo humano.

Notas

a).-Recibe ese nombre por el poeta Michael Toxites (latinización de Michael Schütz) que, probablemente en abril de 1556, proporcionó el manuscrito al humanista Conrad Gesner, según relata este en la dedicatoria previa al texto.

b).- Debido a que probablemente procedía de la biblioteca Palatina de Heidelberg

c) Xylander ya no disponía de él para su segunda edición, impresa en Basilea en 1568.

Referencias

  1.  Meditaciones, Introducción, IV, págs. 35 et seq, Gredos, 1977
  2.  Temistio, Orazioni VI
  3.  Meditaciones, Introducción, IV, págs. 37/38, Gredos, 1977
  4.  Ceporina, 2012, pp. 54-55.
  5.  Ceporina, 2012, p. 54.
  6.  Grimal, 1997, p. 21.
  7.  Segura Ramos, 2003, p. 15.



10 citas de Marco Aurelio para comprender el estoicismo.



El estoicismo propone una visión del universo como un todo interconectado y regido por un orden racional inmutable. A partir de esta concepción, Marco Aurelio desarrolló una filosofía práctica basada en la aceptación del destino, el dominio de las propias emociones y el compromiso con el bien común.

Javier Correa Román
20 de marzo de 2025

  • 1 Somos parte de un todo
  • 2 Ante todo, filosofía
  • 3 El mundo es como una ciudad
  • 4 Tú eliges cómo reaccionas a lo que te ocurre
  • 5 Levántate y actúa: tienes que cumplir tu deber
  • 6 Ama tu destino
  • 7 Solo existe el presente
  • 8 ¿Cómo responder al mal?
  • 9 Ayudar a los demás y aceptarlo.
  • 10 La felicidad reside en los pensamientos.

1 Somos parte de un todo.

«Todo está entrelazado, y el vínculo es sagrado, y apenas hay algo ajeno a lo demás, porque todo ha sido coordinado y contribuye al orden del mismo cosmos. Porque un cosmos existe a partir de todas las cosas, y un dios a través de todas las cosas, y una sustancia única, y una ley, una razón común a todos los seres inteligentes, y una verdad» (Meditaciones, VII, 9).

La filosofía estoica no es una filosofía atomista. Es una filosofía que concibe al universo como un todo, donde las partes están interconectadas y se entienden en función de algo superior a ellas. Los elementos del mundo no son elementos independientes: si vemos una cosa triste, no lloramos porque seamos de una manera específica; más bien, lloramos porque dentro de nosotros hay una fuerza vital. La misma fuerza que hace brotar la flor en primavera.

Así, todos los elementos del universo están conectados, y esa conexión es racional. El universo es un orden racional. En realidad, no hay más que levantar la vista para verlo: los ciclos se repiten, las especies tienen un orden, somos capaces de pensar, la física tiene unas reglas estables…

De esta forma, la cosmología estoica postula que el cosmos constituye un todo orgánico y coherente, regido por el logos (razón universal) y la physis (naturaleza). Esta concepción monista establece que todo evento particular está integrado en una causalidad universal. No hay libre albedrío ni casualidades en el mundo: todo se rige por un orden y una legalidad racional (física, biológica, moral…).

Aceptar este orden cósmico es fundamental para nosotros como individuos: nos ayuda a comprender nuestra posición en el universo y a adoptar una postura de aceptación ante los acontecimientos. No tiene sentido, desde la filosofía estoica, estar triste por la muerte de un ser querido: es ley de vida. ¿Cómo podemos generarnos tanta frustración por no aceptar que las cosas son así y no pueden ser de otro modo? Sería como aquel que se enfada porque la lluvia le moje, ¿es que puede ser de otra forma?

Por otro lado, el reconocimiento de esta interdependencia universal fundamenta la ética estoica: si todo está vinculado por una razón común, entonces cada acción individual tiene repercusiones en el conjunto, lo que justifica una conducta virtuosa y orientada hacia el bien común.

El estoicismo concibe el universo como un todo interconectado y regido por un orden racional inmutable. Aceptar esta estructura cósmica nos ayuda a vivir en armonía con la naturaleza y a adoptar una ética basada en la responsabilidad y el bien común

2 Ante todo, filosofía
«El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, difícil de predecir; su fama, indeterminada. En resumen: todo lo del cuerpo, un río; lo del alma, sueño y humo; la vida, una guerra y un exilio. ¿Qué puede, pues, servirnos de guía? Una sola y única cosa: la filosofía» (Meditaciones, II, 17).

La opción del sabio debe ser, entonces, intentar conocer este orden legal, es decir, estudiar filosofía. Si el mundo tiene una normatividad que no podemos cambiar, de lo que se trata es de conocerla para ajustarnos a ella. Con un ejemplo: si sabemos que es cuestión de tiempo que la gente muera, nos prepararemos para aceptar la muerta de nuestros amigos y para vivir al máximo la vida con ellos.

La filosofía no se entiende en el estoicismo (como puede verse en el ejemplo) como un mero discurso teórico. El sabio no es el académico que sabe infinitos datos inútiles, como el peso de una proteína rara o como los primeros cincuenta números primos, por ejemplo. La sabiduría estoica es una sabiduría práctica, una sabiduría que se concibe como como askesis (práctica) y therapeia (terapia) para el alma.

Gracias a la filosofía podemos consolarnos ligeramente de la fragilidad de nuestra vida, de su «poca cosa». Como vemos en la cita, en las Meditaciones la vida se caracteriza como un «punto» en la inmensidad del tiempo y como un flujo constante. Esta meditación sobre la impermanencia no busca generar pesimismo, sino promover la apatheia (ausencia de pasiones irracionales) mediante la aceptación de la naturaleza transitoria de nuestra existencia. Frente a esta realidad, el estoicismo propone la filosofía como único refugio seguro.

3 El mundo es como una ciudad

«A los seres racionales se les ha concedido una misma naturaleza y una misma recta razón. Y esta ley decreta lo que debe hacerse o no: de ahí que exista una ley común y, siendo así, somos conciudadanos; y, entonces, participamos de algún tipo de ciudadanía común. Si esto es así, el mundo es como una ciudad. ¿De qué otra ciudadanía común podría decirse que participa todo el género humano?» (Meditaciones, IV, 4).

Pero esta aceptación del orden universal y de la pequeñez de nuestra vida en comparación con el cosmos en su totalidad no debe hacernos desistir de crear comunidades. De hecho, todo lo contrario. Como todos los seres humanos somos seres racionales que compartimos una misma naturaleza y una misma razón, existe una comunidad universal de seres humanos, algo así como la humanidad.

Estamos ante el célebre cosmopolitismo de Marco Aurelio, que establece un vínculo entre todos los seres humanos que trasciende las culturas y el tiempo. El fundamento de esta ciudadanía cósmica radica en la participación de todos en el logos universal. Este principio tiene profundas implicaciones éticas: si somos conciudadanos del cosmos, nuestras acciones deben orientarse hacia el bien común y no meramente hacia el interés individual. Este cosmopolitismo representa una de las aportaciones más significativas del estoicismo al pensamiento ético occidental, anticipando concepciones modernas sobre la dignidad humana universal.

La filosofía estoica no es solo teórica, sino una práctica para vivir en armonía con el orden del universo. Aceptar nuestra fragilidad nos libera de pasiones irracionales y nos vincula con la humanidad entera, fundamentando una ética basada en la comunidad y el bien común

4 Tú eliges cómo reaccionas a lo que te ocurre
«Elimina la opinión y eliminarás el ‘estoy dañado’. Elimina el ‘estoy dañado’ y eliminarás el daño» (Meditaciones, IV, 7).

En esta pequeña cita encontramos uno de los principios epistemológicos y psicológicos fundamentales del estoicismo: la distinción entre los hechos objetivos y nuestros juicios subjetivos sobre ellos. Marco Aurelio señalaba que el sufrimiento no proviene directamente de los acontecimientos externos, sino de nuestros juicios valorativos acerca de esos acontecimientos. Lo que normalmente entendemos por dolor no un dolor objetivo y natural, sino que es un dolor mental, producido por cómo reaccionamos lo que nos ocurre.

De esta forma, la teoría estoica de las representaciones (phantasiai) que ocurren en nuestra mente establece que entre la percepción de un evento y nuestra respuesta emocional media el «asentimiento» (synkatathesis) o la capacidad de juzgar que otorgamos a nuestras impresiones. Puede dejarnos una pareja y podemos sufrir por el vacío que nos deja o podemos alegrarnos del tiempo pasado y de que comience para nosotros una nueva etapa.

Esta teoría epistemológica sobre cómo funciona el conocimiento que tenemos del mundo fundamenta la práctica de la proairesis (elección moral) y la procheiron (atención vigilante), ambas orientadas a examinar críticamente nuestras representaciones antes de otorgarles un determinado juicio. Es decir, el sabio estoico es aquel que vigila constantemente cómo juzga lo que le ocurre, cuál es el paradigma bajo el que se toma las cosas, y, conforme a eso, elige un camino moral determinado.

Los estoicos distinguen, por tanto, entre lo que nos ocurre y cómo juzgamos lo que nos ocurre. Una distinción paralela a lo que depende de nosotros (los juicios que hacemos) y lo que no depende de nosotros (los eventos externos). Esto constituye el núcleo de la ética práctica de Marco Aurelio.

5 Levántate y actúa: tienes que cumplir tu deber.

«Al amanecer, cuando te despiertes con desgana, ten a mano este pensamiento: ‘Me despierto para realizar mi oficio de hombre’. ¿Por qué, entonces, estoy descontento, si voy a hacer aquello para lo que he nacido y para lo que he venido al mundo? ¿O es que he sido formado para permanecer caliente entre mantas?» (Meditaciones, V, 1).

Al comienzo del libro V de las Meditaciones encontramos un mandato práctico que ilustra la concepción estoica del deber (kathēkon). La vida virtuosa, la que lleva el sabio estoico, consiste en reconocer y cumplir el papel que nos corresponde en el orden cósmico, actuando conforme a nuestra naturaleza racional. Todo sigue un orden, todo está predestinado; nosotros, entonces, también: tendremos que cumplir con nuestro papel en un orden mayor que nosotros mismos.

La metáfora del despertar no es casual: representa la vigilia filosófica frente al sueño de la existencia irreflexiva. Incluso Marco Aurelio, que fue emperador y tuvo todos los lujos de su época, se recuerda a sí mismo la necesidad de subordinar la comodidad y el placer al cumplimiento del deber. Esta actitud refleja la concepción estoica de la virtud como acción conforme a la naturaleza racional, no como mera abstención del mal. La virtud exige un esfuerzo activo y cierta determinación.

El estoicismo distingue entre los hechos y nuestros juicios sobre ellos, enfatizando que el sufrimiento proviene de nuestra interpretación. Al vigilar nuestras reacciones y cumplir nuestro deber, vivimos conforme a nuestra naturaleza racional y al orden cósmico.

6 Ama tu destino.
«Ama solo lo que te acontece y lo que constituye la trama de tu destino. Porque, ¿qué podría adaptarse mejor a ti?» (Meditaciones, VII, 57).

Esta cita condensa la concepción estoica del amor fati (amor al destino), uno de los aspectos más distintivos de su filosofía. Para Marco Aurelio, la aceptación del destino no implica resignación pasiva, sino reconocimiento activo de nuestra pertenencia al orden cósmico.

El estoicismo sostiene que todos los acontecimientos están determinados por una causalidad universal (heimarmenē), pero simultáneamente afirma nuestra capacidad para asentir libremente a lo necesario. Otra vez la distinción entre lo inevitable del mundo exterior y la libertad de nuestro interior; o, en otras palabras, la distinción entre causas externas (que no dependen de nosotros) y causas internas (nuestros juicios y disposiciones).

La libertad estoica consiste en la conformidad voluntaria con la naturaleza. ¿Podemos en estos casos seguir hablando de libertad? Claro. La vida es como si nadásemos en un río. En vez de ir en contracorriente, nuestra vida será más libre si aceptamos las causas externas (la corriente) y actuamos dentro del margen que nos deja.

7 Solo existe el presente
«Recuerda que cada uno vive solamente el presente, este breve instante; el resto, o bien se ha vivido, o bien es incierto. Pequeña es, pues, la vida de cada uno, y pequeño el rincón de tierra donde vive» (Meditaciones, III, 10).

Marco Aurelio desarrolla aquí su concepción del tiempo y la atención que merece el presente. Esta reflexión no debe interpretarse como una invitación al hedonismo propio del carpe diem, sino como una llamada a la conciencia plena del momento actual como único ámbito donde podemos ejercer nuestra racionalidad.

La concentración en el instante presente constituye un ejercicio espiritual fundamental en la práctica estoica, pues permite evitar tanto la nostalgia por el pasado como la ansiedad por el futuro, ambas fuentes de perturbación emocional. Esta focalización temporal se complementa con la conciencia espacial: la referencia al «pequeño rincón de tierra» evoca la perspectiva cósmica que relativiza las preocupaciones humanas.

Esta práctica de «ver desde arriba» constituye otro ejercicio espiritual característico de Marco Aurelio, que frecuentemente adoptó una perspectiva cósmica para contextualizar las experiencias humanas.

8 ¿Cómo responder al mal?

«El mejor modo de vengarse de los malvados es no parecerse a ellos» (Meditaciones, VI, 6).

Esta cita ilustra la respuesta estoica ante la injusticia y la maldad. Para Marco Aurelio, responder al mal con mal significa dejarse arrastrar por las pasiones irracionales y, por tanto, comprometer nuestra integridad moral. La virtud estoica exige mantener la coherencia con los principios racionales independientemente de cómo actúen los demás.

Esta actitud se fundamenta en la concepción de que el verdadero mal no reside en lo que otros nos hacen, sino en nuestra eventual respuesta viciosa. La doctrina estoica de los indiferentes (adiaphora) clasifica las ofensas externas como ajenas al verdadero bien (la virtud) y al verdadero mal (el vicio). Esta posición radical distingue al estoicismo de otras escuelas helenísticas y anticipa elementos de la ética kantiana, particularmente la noción de que el valor moral reside en la intención recta independientemente de las consecuencias externas.

En otras palabras, debemos ser indiferentes a las acciones de los demás y comprender el bien y el mal solo desde nuestras acciones: habrá bien si seguimos una vida virtuosa y habrá mal si nos dejamos llevar por nuestros vicios. Las acciones de los demás deben interpretarse con la misma frialdad y aceptación con la que se acepta que llueva, nieve o que haga calor.

El estoicismo enfatiza la importancia del presente como único ámbito de acción racional y propone una perspectiva cósmica para relativizar las preocupaciones.

9 Ayudar a los demás y aceptarlos

«Los hombres han nacido unos para otros. Por tanto, instruye o soporta» (Meditaciones, VIII, 59).

La primera afirmación establece la interdependencia natural entre los seres humanos, derivada —como ya hemos señalado— de nuestra común participación en el logos universal. De esta premisa ontológica (esto es, del hecho de que los seres humanos somos necesariamente interdependientes), Marco Aurelio extrajo una conclusión práctica: nuestras relaciones con los demás deben orientarse bien hacia su mejoramiento moral mediante la instrucción, bien hacia la tolerancia de sus defectos.

Si somos interdependientes, la acción ética debe ser intentar mejorar esa red: ya sea por nuestra tolerancia, ya sea por el mejoramiento de los demás. La instrucción (dirigida a quienes pueden beneficiarse de ella) y la tolerancia (hacia quienes no están preparados para recibir enseñanza) constituyen expresiones de la oikeiōsis (apropiación) social, proceso por el cual extendemos nuestra preocupación moral desde nosotros mismos hacia los demás.

Este principio estoico fundamenta la concepción estoica de la justicia como virtud social y establece un equilibrio entre la exigencia de perfeccionamiento moral y el realismo acerca de las limitaciones humanas. Y es que, aunque queramos, no siempre podremos instruir a nuestros allegados como nos gustaría… Otra vez, el trabajo restante será la aceptación interna.

El estoicismo plantea que, al ser interdependientes, nuestra ética debe orientarse a mejorar la comunidad mediante la instrucción o la tolerancia.

10 La felicidad reside en los pensamientos.

«La felicidad de la vida depende de la cualidad de los pensamientos; por tanto, vigila estos, y no permitas ninguno que sea inadecuado a la naturaleza de un ser racional y social» (Meditaciones, IV, 3).

Marco Aurelio expresó aquí el núcleo de la concepción estoica de la eudaimonia (felicidad o plenitud). Frente a doctrinas que sitúan la felicidad en circunstancias externas favorables, el estoicismo la identifica con la recta disposición del alma. Esta interiorización radical del bien tiene profundas consecuencias prácticas: si la felicidad depende exclusivamente de nuestros pensamientos, entonces permanece siempre bajo nuestro control, independientemente de las circunstancias externas.

La segunda parte de la cita establece el criterio para evaluar la calidad de nuestros pensamientos: su conformidad con nuestra naturaleza racional y social. Esta doble caracterización del ser humano como animal racional y social sintetiza la antropología estoica y establece los dos ejes fundamentales de la virtud: la racionalidad (que nos vincula con el logos universal) y la sociabilidad (que nos conecta con la comunidad humana). La vigilancia de los pensamientos constituye la práctica fundamental que garantiza esta rectitud interior y, por tanto, la felicidad. 



Un fragmento de las meditaciones de Marco Aurelio.




Recogemos algunos de los pensamientos de Marco Aurelio en sus últimos años de vida, probablemente lejos de la fastuosa Roma, en ocasiones en la soledad de su tienda de campaña a orillas del río Danubio. Corresponden al Libro VI de su obra; la traducción es de Ramón Bach Pellicer para la editorial Gredos.


1. La sustancia del conjunto universal es dócil y maleable. Y la razón que la gobierna no tiene en sí ningún motivo para hacer mal, pues no tiene maldad, y ni hace mal alguno ni nada recibe mal de aquélla. Todo se origina y llega a su término de acuerdo con ella.

2. Sea indiferente para ti pasar frío o calor, si cumples con tu deber, pasar la noche en vela o saciarte de dormir, ser criticado o elogiado, morir o hacer otra cosa. Pues una de las acciones de la vida es también aquella por la cual morimos. En efecto, basta también para este acto «disponer bien el presente»

3. Mira el interior; que de ninguna cosa te escape ni su peculiar cualidad ni su mérito.

4. Todas las cosas que existen rapidísimamente se transformarán y, o se evaporarán, si la sustancia es una, o se dispersarán.

5. La razón que gobierna sabe cómo se encuentra, qué hace y sobre qué materia.

6. La mejor manera de defenderte es no asimilarte a ellos.

7. Regocíjate y descansa en una sola cosa: en pasar de una acción útil a la sociedad a otra acción útil a la sociedad, teniendo siempre presente a Dios.

8. El guía interior es lo que se despierta a sí mismo, se gira y se hace a sí mismo como quiere, y hace que todo acontecimiento le aparezca tal como él quiere.

9. Todas y cada una de las cosas llegan a su término de acuerdo con la naturaleza del conjunto, y no según otra naturaleza que abarque el mundo exteriormente, o esté incluida en su interior, o esté desvinculada en el exterior.

10. Barullo, entrelazamiento y dispersión, o bien unión, orden y previsión. Si efectivamente es lo primero, ¿por qué deseo demorar mi estancia en una azarosa mezcla y confusión tal? ¿Y por qué va a importarme otra cosa que no sea saber cómo «convertirme un día en tierra»? . ¿Y por qué turbarme? Pues la dispersión me alcanzará, haga lo que haga. Y si es lo segundo, venero, persisto y confío en el que gobierna.

 

11. Siempre que te veas obligado por las circunstancias como a sentirte confuso, retorna a ti mismo rápidamente y no te desvíes fuera de tu ritmo más de lo necesario. Pues serás bastante más dueño de la armonía gracias a tu continuo retornar a la misma.

12. Si tuvieras simultáneamente una madrastra y una madre, atenderías a aquélla, pero con todo las visitas a tu madre serían continuas. Eso tienes tú ahora: el palacio y la filosofía. Así pues, retorna a menudo a ella y en ella reposa; gracias a ésta, las cosas de allí te parecen soportables y tú eres soportable entre ellos.

13. Al igual que se tiene un concepto de las carnes y pescados y comestibles semejantes, sabiendo que esto es un cadáver de pez, aquello cadáver de un pájaro o de un cerdo; y también que el Falerno es zumo de uva, y la toga pretexta lana de oveja teñida con sangre de marisco; y respecto a la relación sexual, que es una fricción del intestino y eyaculación de un moquillo acompañada de cierta convulsión. ¡Cómo, en efecto, estos conceptos alcanzan sus objetos y penetran en su interior, de modo que se puede ver lo que son! De igual modo es preciso actuar a lo largo de la vida entera, y cuando las cosas te dan la impresión de ser dignas de crédito en exceso, desnúdalas y observa su nulo valor, y despójalas de la ficción , por la cual se vanaglorian. Pues el orgullo es un terrible embaucador de la razón, y cuando piensas ocuparte mayormente de las cosas serias, entonces, sobre todo, te embauca. Mira, por ejemplo, qué dice Crates acerca del mismo Jenócrates.

14. La mayor parte de las cosas que el vulgo admira se refieren a las más generales, a las constituidas por una especie de ser o naturaleza: piedras, madera, higueras, vides, olivos. Las personas un poco más comedidas tienden a admirar los seres animados, como los rebaños de vacas, ovejas o, sencillamente, la propiedad de esclavos. Y las personas todavía más agraciadas, las cosas realizadas por el espíritu racional, mas no el universal, sino aquél en tanto que es hábil en las artes o ingenioso de otra manera [o simplemente capaz de adquirir multitud de esclavos]. Pero el que honra el alma racional universal y social no vuelve su mirada a ninguna de las restantes cosas y, ante todo, procura conservar su alma en disposición y movimiento acorde con la razón y el bien común, y colabora con su semejante para alcanzar ese objetivo.

15. Unas cosas ponen siempre su empeño en llegar a ser, otras ponen su afán en persistir, pero una parte de lo que llega a ser se extinguió ya. Flujos y alteraciones renuevan incesantemente el mundo, al igual que el paso ininterrumpido del tiempo proporciona siempre nueva la eternidad infinita. En medio de ese río, sobre el cual no es posible detenerse, ¿qué cosa entre las que pasan corriendo podría estimarse? Como si alguien empezara a enamorarse de uno de los gorrioncillos que vuelan a nuestro alrededor, y él ya ha desaparecido de nuestros ojos. Tal es en cierto modo la vida misma de cada uno, como la exhalación de la sangre y la inspiración de aire. Pues, cual el inspirar una vez el aire y expulsarlo, cosa que hacemos a cada momento, tal es también el devolver allí, de donde la sacaste por primera vez, toda la facultad respiratoria, que tú adquiriste ayer o anteayer, recién venido al mundo.

16. Ni es meritorio transpirar como las plantas, ni respirar como el ganado y las fieras, ni ser impresionado por la imaginación, ni ser movido como una marioneta por los impulsos, ni agruparse como rebaños, ni alimentarse; pues eso es semejante a la evacuación de las sobras de la comida. ¿Qué vale la pena, entonces? ¿Ser aplaudido? No. Por consiguiente, tampoco ser aplaudido por golpeteo de lenguas, que las alabanzas del vulgo son golpeteo de lenguas. Por tanto, has renunciado también a la vanagloria. ¿Qué queda digno de estima? Opino que el moverse y mantenerse de acuerdo con la propia constitución, fin al que condu­cen las ocupaciones y las artes. Porque todo arte apun­ta a este objetivo, a que la cosa constituida sea adecua­da a la obra que ha motivado su constitución. Y tanto el hombre que se ocupa del cultivo de la vid, como el domador de potros, y el que amaestra perros, persi­guen este resultado. ¿Y a qué objetivo tienden con ahínco los métodos de educación y enseñanza? A la vista está, pues, lo que es digno de estima. Y si en eso tienes éxito, ninguna otra cosa te preocuparás. ¿Y no cesarás de estimar otras muchas cosas? Entonces ni serás libre, ni te bastarás a ti mismo, ni estarás exento de pasiones. Será necesario que envidies, tengas celos, receles de quienes pueden quitarte aquellos bienes, y tendrás necesidad de conspirar contra los que tienen lo que tú estimas. En suma, forzosamente la persona fal­ta de alguno de aquellos bienes estará turbada y ade­más censurará muchas veces a los dioses. Mas el respe­to y la estima a tu propio pensamiento harán de ti un hombre satisfecho contigo mismo, perfectamente adap­tado a los que conviven a tu lado y concordante con los dioses, esto es, un hombre que ensalza cuanto aqué­llos reparten y han asignado.

17. Hacia arriba, hacia abajo, en círculo, son los movimientos de los elementos. Mas el movimiento de la virtud no se halla entre ninguno de ésos, sino que es algo un tanto divino y sigue su curso favorable por una senda difícil de concebir.

18. ¡Curiosa actuación! No quieren hablar bien de los hombres de su tiempo y que viven a su lado, y, en cambio, tienen en gran estima ser elogiados por las generaciones venideras, a quienes nunca vieron ni verán. Eso viene a ser como si te afligieras, porque tus antepasados no han tenido para ti palabras de elogio.

19. No pienses, si algo te resulta dificil y penoso, que eso sea imposible para el hombre; antes bien, si algo es posible y connatural al hombre, piensa que también está a tu alcance.

20. En los ejercicios del gimnasio, alguien nos ha desgarrado con sus uñas y nos ha herido con un cabezazo. Sin embargo, ni lo ponemos de manifiesto, ni nos disgustamos, ni sospechamos más tarde de él como conspirador. Pero sí ciertamente nos ponemos en guardia, mas no como si se tratara de un enemigo ni con recelo, sino esquivándole benévolamente. Algo parecido ocurre en las demás coyunturas de la vida. Dejemos de lado muchos recelos mutuos de los que nos ejercitamos como en el gimnasio. Porque es posible, como decía, evitarlos sin mostrar recelo ni aversión.

 

21. Si alguien puede refutarme y probar de modo concluyente que pienso o actúo incorrectamente, de buen grado cambiaré de proceder. Pues persigo la verdad, que no dañó nunca a nadie; en cambio, sí se daña el que persiste en su propio engaño e ignorancia.

22. Yo, personalmente, hago lo que debo; lo demás no me atrae, porque es algo que carece de vida, o de razón, o anda extraviado y desconoce el camino .

23. A los animales irracionales y, en general, a las cosas y a los objetos sometidos a los sentidos, que carecen de razón, tú, puesto que estás dotado de entendimiento, trátalos con magnanimidad y liberalidad; pero a los hombres, en tanto que dotados de razón, trátalos además sociablemente.

24. Alejandro el Macedón y su mulero, una vez muertos, vinieron a parar en una misma cosa; pues, o fueron reasumidos en las razones generatrices del mundo o fueron igualmente disgregados en átomos.

25. Ten en cuenta cuántas cosas, en el mismo lapso de tiempo brevísimo, brotan simultáneamente en cada uno de nosotros, tanto corporales como espirituales. Y así no te sorprenderás de que muchas cosas, más aún, todos los sucesos residan a la vez en el ser único y universal, que llamamos mundo.

26. Si alguien te formula la pregunta de cómo se escribe el nombre de Antonino, ¿no te aplicarías a detallarle cada una de sus letras? Y en caso de que se enfadasen, ¿replicarías tú también enfadándote? ¿No seguirías enumerando tranquilamente cada una de las letras? De igual modo, también aquí, ten presente que todo deber se cumple mediante ciertos cálculos. Es preciso mirarlos con atención sin turbarse ni molestarse con los que se molestan, y cumplir metódicamente lo propuesto.

27. ¡Cuán cruel es no permitir a los hombres que dirijan sus impulsos hacia lo que les parece apropiado y conveniente! Y lo cierto es que, de algún modo, no estás de acuerdo en que hagan eso, siempre que te enfadas con ellos por sus fallos. Porque se ven absolutamente arrastrados hacia lo que consideran apropiado y conveniente para sí. «Pero no es así.» Por consiguiente, alecciónales y demuéstraselo, pero sin enfadarte.

28. La muerte es el descanso de la impronta sensitiva, del impulso instintivo que nos mueve como títeres, de la evolución del pensamiento, del tributo que nos impone la carne.

29. Es vergonzoso que, en el transcurso de una vida en la que tu cuerpo no desfallece, en éste desfallezca primeramente tu alma.

30. ¡Cuidado! No te conviertas en un César, no te tiñas siquiera, porque suele ocurrir. Mantente, por tanto, sencillo, bueno, puro, respetable, sin arrogancia, amigo de lo justo, piadoso, benévolo, afable, firme en el cumplimiento del deber. Lucha por conservarte tal cual la filosofía ha querido hacerte. Respeta a los dioses, ayuda a salvar a los hombres. Breve es la vida. El único fruto de la vida terrena es una piadosa disposición y actos útiles a la comunidad.
En todo, procede como discípulo de Antonino; su constancia en obrar conforme a la razón, su ecuanimidad en todo, la serenidad de su rostro, la ausencia en él de vanagloria, su afán en lo referente a la comprensión de las cosas. Y recuerda cómo él no habría omitido absolutamente nada sin haberlo previamente examinado a fondo y sin haberlo comprendido con claridad; y cómo soportaba sin replicar a los que le censuraban injustamente; y cómo no tenía prisas por nada; y cómo no aceptaba las calumnias; y cómo era escrupuloso indagador de las costumbres y de los hechos; pero no era insolente, ni le atemorizaba el alboroto, ni era desconfiado, ni charlatán. Y cómo tenía bastante con poco, para su casa, por ejemplo, para su lecho, para su vestido, para, su alimentación, para su servicio; y cómo era diligente y animoso; y capaz de aguantar en la misma tarea hasta el atardecer, gracias a su dieta frugal, sin tener necesidad de evacuar los residuos fuera de la hora acostumbrada; y su firmeza y uniformidad en la amistad; y su capacidad de soportar a los que se oponían sinceramente a sus opiniones y de alegrarse, si alguien le mostraba algo mejor; y cómo era respetuoso con los dioses sin superstición, para que así te sorprenda, como a él, la última hora con buena conciencia.

 

31. Vuelve en ti y reanímate, y una vez que hayas salido de tu sueño y hayas comprendido que te turbaban pesadillas, nuevamente despierto, mira esas cosas como mirabas aquéllas.

32. Soy un compuesto de alma y cuerpo. Por tanto, para el cuerpo todo es indiferente, pues no es capaz de distinguir; pero al espíritu le son indiferentes cuantas actividades no le son propias, y, en cambio, cuantas actividades le son propias, todas ellas están bajo su dominio. Y, a pesar de esto, sólo la actividad presente le preocupa, pues sus actividades futuras y pasadas le son también, desde este momento, indiferentes

33. No es contrario a la naturaleza ni el trabajo de la mano ni tampoco el del pie, en tanto el pie cumpla la tarea propia del pie, y la mano, la de la mano. Del mismo modo, pues, tampoco es contrario a la naturaleza el trabajo del hombre, como hombre, en tanto cumpla la tarea propia del hombre. Y, si no es contrario a su naturaleza, tampoco le envilece.

34. ¡Qué clase de placeres han disfrutado bandidos, lascivos, parricidas, tiranos!

35. ¿No ves cómo los artesanos se ponen de acuerdo, hasta cierto punto, con los profanos, pero no dejan de atender a las reglas de su oficio y no aceptan renunciar a él? ¿No es sorprendente que el arquitecto y el médico respeten más la razón de su propio oficio que el hombre la suya propia, que comparte con los dioses?

36. Asia, Europa, rincones del mundo; el mar entero, una gota de agua; el Atos, un pequeño terrón del mundo; todo el tiempo presente, un instante de la eternidad; todo es pequeño, mutable, caduco.
Todo procede de allá, arrancando de aquel común principio guía o derivando de él. En efecto, las fauces del león, el veneno y todo lo que hace mal, como las espinas, como el cenagal, son engendros de aquellas cosas venerables y bellas. No te imagines, pues, que esas cosas son ajenas a aquel a quien tú veneras; antes bien, reflexiona sobre la fuente de todas las cosas.

37. Quien ha visto el presente, todo lo ha visto: a saber, cuántas cosas han surgido desde la eternidad y cuántas cosas permanecerán hasta el infinito. Pues todo tiene un mismo origen y un mismo aspecto.

38. Medita con frecuencia en la trabazón de todas las cosas existentes en el mundo y en su mutua relación. Pues, en cierto modo, todas las cosas se entrelazan unas con las otras y todas, en este sentido, son amigas entre sí; pues una está a continuación de la otra a causa del movimiento ordenado, del hálito común y de la unidad de la sustancia.

39. Amóldate a las cosas que te han tocado en suerte; y a los hombres con los que te ha tocado en suerte vivir, ámalos, pero de verdad.


40. Un instrumento, una herramienta, un apero cualquiera, si hace el trabajo para el que ha sido construido, es bueno; aunque esté fuera de allí el que los construyó. Pero tratándose de las cosas que se mantienen unidas por naturaleza, en su interior reside y persiste el poder constructor; por esta razón es preciso tenerle un respeto especial y considerar, caso de que tú te comportes y procedas de acuerdo con su propósito, que todas las cosas te van según la inteligencia. Así también al Todo le van sus cosas conforme a la inteligencia.

41. En cualquier cosa de las ajenas a tu libre voluntad, que consideres buena o mala para ti, es inevitable que, según la evolución de tal daño o la pérdida de semejante bien, censures a los dioses y odies a los hombres como responsables de tu caída o privación, o como sospechosos de serlo. También nosotros cometemos muchas injusticias a causa de las diferencias respecto a esas cosas. Pero en el caso de que juzguemos bueno y malo, únicamente lo que depende de nosotros, ningún motivo nos queda para inculpar a los dioses ni para mantener una actitud hostil frente a los hombres.

42. Todos colaboramos en el cumplimiento de un solo fin, unos consciente y consecuentemente, otros sin saberlo; como Heráclito , creo, dice, que, incluso los que duermen, son operarios y colaboradores de lo que acontece en el mundo. Uno colabora de una manera, otro de otra, e incluso, por añadidura, el que critica e intenta oponerse y destruir lo que hace. Porque también el mundo tenía necesidad de gente así. En consecuencia, piensa con quiénes vas a formar partido en adelante. Pues el que gobierna el conjunto del universo te dará un trato estupendo en todo y te acogerá en cierto puesto entre sus colaboradores y personas dispuestas a colaborar. Más no ocupes tú un puesto tal, como el verso vulgar y ridículo de la tragedia que recuerda Crisipo .

43. ¿Acaso el sol estima justo hacer lo que es propio de la lluvia? ¿Acaso Asclepio, lo que es propio de la diosa portadora de los frutos? ¿Y qué decir respecto a cada uno de los astros? ¿No son diferentes y, sin embargo, cooperan en la misma tarea?

44. Si, efectivamente, los dioses deliberaron sobre mí y sobre lo que debe acontecerme, bien deliberaron; porque no es tarea fácil concebir un dios sin decisión. ¿Y por qué razón iban a desear hacerme daño? ¿Cuál sería su ganancia o la de la comunidad, que es su máxima preocupación? Y si no deliberaron en particular sobre mí, sí al menos lo hicieron profundamente sobre el bien común, y dado que estas cosas me acontecen por consecuencia con éste, debo abrazarlas y amarlas. Pero si es cierto que sobre nada deliberan (dar crédito a esto es impiedad; no hagamos sacrificios, ni súplicas, ni juramentos, ni los demás ritos que todos y cada uno hacemos en la idea de que van destinados a dioses presentes y que conviven con nosotros), si es cierto que sobre nada de lo que nos concierne deliberan, entonces me es posible deliberar sobre mí mismo e indagar sobre mi conveniencia. Y a cada uno le conviene lo que está de acuerdo con su constitución y naturaleza, y mi naturaleza es racional y sociable.

Mi ciudad y mi patria, en tanto que Antonino, es Roma, pero en tanto que hombre, el mundo. En consecuencia, lo que beneficia a estas ciudades es mi único bien.

45. Cuanto acontece a cada uno, importa al conjunto. Esto debería bastar. Pero además, en general, verás, si te has fijado atentamente, que lo que es útil a un hombre, lo es también a otros hombres. Tómese ahora «la utilidad» en la acepción más común, aplicada a las cosas indiferentes.

46. Así como los juegos del anfiteatro y de lugares semejantes te inspiran repugnancia, por el hecho de que siempre se ven las mismas cosas, y la uniformidad hace el espectáculo fastidioso, así también ocurre al considerar la vida en su conjunto; porque todas las cosas, de arriba abajo, son las mismas y proceden de las mismas. ¿Hasta cuándo, pues?

47. Medita sin cesar en la muerte de hombres de todas clases, de todo tipo de profesiones y de toda suerte de razas. De manera que puedes descender en esta enumeración hasta Filistión, Febo y Origanión . Pasa ahora a los otros tipos de gente. Es preciso, pues, que nos desplacemos allá donde se encuentran tan gran número de hábiles oradores, tantos filósofos y venerables: Heráclito, Pitágoras, Sócrates, tantos héroes con anterioridad, y, después, tantos generales, tiranos. Y, además de éstos, Eudoxo , Hiparco, Arquímedes, otras naturalezas agudas, magnánimos, diligentes, laboriosos, ridiculizadores de la misma vida humana, mortecina y efímera, como Menipo , y todos los de su clase. Medita acerca de todos éstos que tiempo ha nos dejaron. ¿Qué tiene, pues, de terrible esto para ellos? ¿Y qué tiene de terrible para los que en absoluto son nombrados? Una sola cosa merece aquí la pena: pasar la vida en compañía de la verdad y de la justicia, benévolo con los mentirosos y con los injustos.

48. Siempre que quieras alegrarte, piensa en los méritos de los que viven contigo, por ejemplo, la energía en el trabajo de uno, la discreción de otro, la liberalidad de un tercero y cualquier otra cualidad de otro. Porque nada produce tanta satisfacción como los ejemplos de las virtudes, al manifestarse en el carácter de los que con nosotros viven y al ofrecerse agrupadas en la medida de lo posible. Por esta razón deben tenerse siempre a mano.

49. ¿Te molestas por pesar tantas libras y no trescientas? De igual modo, también, porque debes vivir un número determinado de años y no más. Porque al igual que te contentas con la parte de sustancia que te ha sido asignada, así también con el tiempo.

50. Intenta persuadirles; pero obra, incluso contra su voluntad, siempre que la razón de la justicia lo imponga. Sin embargo, si alguien se opusiera haciendo uso de alguna violencia, cambia a la complacencia y al buen trato, sírvete de esta dificultad para otra virtud y ten presente que con discreción te movías, que no pretendías cosas imposibles. ¿Cuál era, pues, tu pretensión? Alcanzar tal impulso en cierta manera. Y lo consigues. Aquellas cosas hacia las que nos movemos, llegan a producirse.

 

51. El que ama la fama considera bien propio la actividad ajena; el que ama el placer, su propia afección; el hombre inteligente, en cambio, su propia actividad.

52. Cabe la posibilidad, en lo concerniente a eso, de no hacer conjetura alguna y de no turbar el alma; pues las cosas, por sí mismas, no tienen una naturaleza capaz de crear nuestros juicios-

53. Acostúmbrate a no estar distraído a lo que dice otro, e incluso, en la medida de tus posibilidades, adéntrate en el alma del que habla.

54. Lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja .

55. Si los marineros insultaran a su piloto o los enfermos al médico, ¿se dedicarían a otra cosa que a poner en práctica los medios para poner a salvo la tripulación, el primero, y para curar a los que están bajo tratamiento, el segundo?

56. ¡Cuántos, en compañía de los cuales entré en el mundo, se fueron ya!

57. A los ictéricos les parece amarga la miel; los que han sido mordidos por un perro rabioso son hidrófobos, y a los pequeños les gusta la pelota. ¿A qué, pues, enojarse? ¿Te parece menos poderoso el error que la bilis en el ictérico y el veneno en el hombre mordido por un animal rabioso?

58. Nadie te impedirá vivir según la razón de tu propia naturaleza; nada te ocurrirá contra la razón de la naturaleza común.

59. ¡Quiénes son aquéllos a quienes quieren agradar!, y ¡por qué ganancias, y gracias a qué procedimientos! ¡Cuán rápidamente el tiempo sepultará todas las cosas y cuántas ha sepultado ya!


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