Fútbol profesional. |
La National Football League (NFL) |
Campeonato. Actualmente la NFL está formada por 32 franquicias establecidas en diversas ciudades y regiones estadounidenses. Se divide en dos conferencias: la Nacional (NFC) y la Americana (AFC). A su vez, cada conferencia se integra por cuatro divisiones (Norte, Sur, Este y Oeste) y cada una de ellas, por cuatro diferentes equipos. La temporada regular consiste en un calendario de diecisiete semanas durante las cuales cada equipo tiene una de descanso (denominada bye week), consistiendo en seis partidos contra rivales de la misma división, así como varios duelos interdivisionales e interconferenciales. Comienza la noche del jueves de la primera semana completa de septiembre (el jueves posterior al Labor Day) y prosigue hasta principios de enero. Al finalizar, seis equipos —los cuatro campeones de división y dos invitados o wild cards— de cada conferencia disputan las eliminatorias o playoffs. Después de eso, viene la final de cada conferencia, donde los ganadores campeones de cada una van directos al partido soñado, conocido como Super Bowl. La semana anterior se disputa el Pro Bowl, en la que se enfrentan ambas conferencias integradas por sus mejores jugadores de ese año. El ganador del Super Bowl es considerado campeón mundial a nivel club, dado que los mejores jugadores del mundo están en la NFL sean extranjeros y especialmente norteamericanos y, bajo la ausencia de una copa intercontinental de clubes o mundial de Clubes a nivel internacional y planetaria en este deporte (solo se disputan torneos mundiales de selecciones de fútbol americano, aún no de clubes), es la NFL la que define al mejor equipo del mundo siendo el Super Bowl (el partido más importante de la NFL) el mayor logro, consagrando al ganador del Super Bowl, como campeón mundial, en la liga más poderosa del mundo. Igualmente, y más allá de la ausencia de un mundial de clubes a nivel intercontinental, es tal la superioridad norteamericana en este deporte que, y al igual de lo que sucede en la NBA, liga de baloncesto norteamericana, la más fuerte del mundo, que dentro y fuera de Estados Unidos al ganador de dichas ligas siempre se lo considera campeón mundial. |
Los ganadores de la historia de la Super Bowl: Super Bowl I: Green Bay Packers (enero 15, 1967/ Los Ángeles) Super Bowl II: Green Bay Packers (enero 14, 1968/ Miami) Super Bowl III: New York Jets (enero 12, 1969/ Miami) Super Bowl IV: Kansas City Chiefs (enero 11, 1970/ Nueva Orleans) Super Bowl V: Baltimore Colts (enero 17, 1971/ Miami) Super Bowl VI: Dallas Cowboys (enero 16, 1972/ Nueva Orleans) Super Bowl VII: Miami Dolphins (enero 14, 1973/ Los Ángeles) Super Bowl VIII: Miami Dolphins (enero 13, 1974/ Houston) Super Bowl IX: Pittsburgh Steelers (enero 12, 1975/ Nueva Orleans) Super Bowl X: Pittsburgh (enero 18, 1976/ Miami) Super Bowl XI: Oakland Raiders (enero 9, 1977/ Pasadena) Super Bowl XII: Dallas Cowboys (enero 15, 1978/ Nueva Orleans) Super Bowl XIII: Pittsburgh Steelers (enero 21, 1979/ Miami) Super Bowl XIV: Pittsburgh Steelers (enero 20, 1980/ Pasadena) Super Bowl XV: Oakland Raiders (enero 25, 1981/ Nueva Orleans) Super Bowl XVI: San Francisco (enero 24, 1982/ Pontiac) Super Bowl XVII: Washington Redskins (enero 30, 1983/ Pasadena) Super Bowl XVIII: Los Angeles Raiders (enero 22, 1984/ Tampa) Super Bowl XIX: San Francisco (enero 20, 1985/ Palo Alto) Super Bowl XX: Chicago Bears(enero 26, 1986/ Nueva Orleans) Super Bowl XXI: New York Giants (enero 25, 1987/ Pasadena) Super Bowl XXII: Washington Redskins (enero 31, 1988/ San Diego) Super Bowl XXIII: San Francisco 49ers (enero 22, 1989/ Miami) Super Bowl XXIV: San Francisco 49ers (enero 28, 1990/ Nueva Orleans) Super Bowl XXV: New York Giants (enero 27, 1991/ Tampa) Super Bowl XXVI: Washington (enero 26, 1992/ Minneapolis) Super Bowl XXVII: Dallas Cowboys (enero 31, 1993/ Pasadena) Super Bowl XXVIII: Dallas Cowboys (enero 30, 1994/ Atlanta) Super Bowl XXIX: San Francisco 49ers (enero 29, 1995/ Miami) Super Bowl XXX: Dallas Cowboys (enero 28, 1996/ Tempe) Super Bowl XXXI: Green Bay Packers (enero 26, 1997/ Nueva Orleans) Super Bowl XXXII: Denver Broncos (enero 25, 1998/ San Diego) Super Bowl XXXIII: Denver Broncos (enero 31, 1999/ Miami) Super Bowl XXXIV: St. Louis Rams (enero 30, 2000/ Atlanta) Super Bowl XXXV: Baltimore Ravens (enero 28, 2001/ Tampa) Super Bowl XXXVI: New England Patriots (febrero 3, 2002/ Nueva Orleans) Super Bowl XXXVII: Tampa Bay Buccaneers (enero 26, 2003/ San Diego) Super Bowl XXXVIII: New England Patriots (febrero 1, 2004/ Houston) Super Bowl XXXIX: New England Patriots (febrero 6, 2005/ Jacksonville) Super Bowl XL: Pittsburgh Steelers (febrero 5, 2006/ Detroit) Super Bowl XLI: Indianapolis Colts (febrero 4, 2007/ Miami) Super Bowl XLII: New York Giants (febrero 3, 2008/ Glendale) Super Bowl XLIII: Pittsburgh Steelers (febrero 1, 2009/ Tampa) Super Bowl XLIV: New Orleans Saints (febrero 7, 2010/ Miami) Super Bowl XLV: Green Bay Packers (febrero 6, 2011/ Arlington) Super Bowl XLVI: New York Giants (febrero 5, 2012/ Indianapolis) Super Bowl XLVII: Baltimore Ravens (febrero 3, 2013/ Nueva Orleans) Super Bowl XLVIII: Seattle Seahawks (febrero 2, 2014/ East Rutherford) Super Bowl XLIX: New England Patriots (febrero 1, 2015/ Glendale) Super Bowl L: Denver Broncos (febrero 7, 2016/ Santa Clara) Super Bowl LI: Atlanta Falcons (febrero 5, 2017/ Houston) Super Bowl LII: New England Patriots (Febrero 4, 2018/ Minneapolis) |
Los Equipos. Hay 32 equipos en la NFL divididos en dos conferencias con 16 equipos en cada una, repartidos en cuatro divisiones de cuatro equipos. |
División I de la NCAA, también conocida como D-I, es la máxima categoría de competición dentro de la NCAA, la liga universitaria de los Estados Unidos de América. A ella pertenecen las universidades de mayor potencial deportivo, debido a que es la división donde se permite reclutar mayor número de deportistas mediante becas pagadas por la universidad. Polémica Existe cierta polémica dentro de la NCAA por el consentimiento que existe para que algunas universidades compitan en División I solo en algún deporte, mientras que en el resto de deportes lo hacen en otra División. Este es el caso de la Universidad Johns Hopkins en lacrosse masculino y femenino, Universidad Bautista de Dallas en béisbol, o Colorado College en hockey sobre hielo masculino y fútbol femenino, por ejemplo. De momento se siguen permitiendo estos casos, pero con mucha oposición de algunos sectores de la NCAA. División I FBS de la NCAA Los equipos de la División I de la NCAA se agrupan desde el año 1978 en dos subdivisiones: La Football Bowl Subdivision (FBS) para los mejores equipos, y la Football Championship Subdivision (FCS) para los demás. No existe un sistema de ascenso y descenso automático, la NCAA decide cuales pueden entrar en la FBS en función que estos lo soliciten y cumplan con unos requisitos de asistencias a su estadio (con un mínimo de 15.000 espectadores de media por partido) y de oferta de becas deportivas (85 en FBS por 60 en FCS), además que sean aceptados por alguna de las once conferencias de la subdivisión. La FBS se compone de once conferencias en la NCAA. En la actualidad, las cinco conferencias más prestigiosas son las Pac-12, Big Ten, Big 12, Southeastern Conference y Atlantic Coast Conference, junto con otras cinco conferencias miembros del Grupo de los Cinco: American Athletic Conference, Conference USA, Mid-American Conference, Mountain West Conference y Sun Belt Conference, además de seis equipos independientes. Al término de la temporada regular se disputan una serie de partidos interconferencia denominados tazones o bowls entre los mejores equipos de la temporada. Algunos de los más prestigiosos han sido el Rose Bowl, Sugar Bowl, Orange Bowl, Cotton Bowl, Peach Bowl y Fiesta Bowl. Durante buena parte del siglo XX, la División I no tuvo partido de campeonato dada la gran cantidad de equipos y la escasa cantidad de partidos en la temporada regular. En cambio, se realizaban votaciones entre la prensa y los entrenadores para determinar al campeón de la temporada, votaciones que se siguieron realizando durante un tiempo. En 1992, varias conferencias comenzaron a realizar un partido de campeonato nacional aunque no representaba a todos los equipos de la FBS. Esto ocurrió recién en 1998 con la creación de la Bowl Championship Series (BCS). Entre 2006 y 2013 el campeón nacional universitario de la FBS se decidía en un juego final llamado BCS National Championship Game, que disputaban los dos mejores equipos según la votación nacional que determinaba en el pasado al campeón de la temporada, juego que se realizaba en un escenario determinado con antelación por la NCAA. A partir de 2014, los cuatro mejores del ranking universitario compiten en el College Football Playoff, para definir en un único juego al campeón nacional, juego que al igual que el BCS National Championship Game se realiza en un estadio determinado por la NCAA con años de anticipación. División I FCS de la NCAA Los equipos de la Football Championship Subdivision de la División I proclaman a su campeón en el torneo de postemporada denominado FCS National Football Championship, con un sistema de eliminación directa. |
Otras competiciones de fútbol americano universitario son las de la National Association of Intercollegiate Athletics (NAIA), también en Estados Unidos; la del Deporte Interuniversitario Canadiense, jugándose bajo la variante canadiense; y las de la Organización Nacional Estudiantil de Fútbol Americano (ONEFA) y la Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas (CONADEIP) en México. |
National Association of Intercollegiate Athletics (NAIA) es una asociación compuesta por 287 instituciones universitarias de los Estados Unidos de América, Canadá y Bahamas cuya finalidad es integrar la vida deportiva en el entorno académico de estas instituciones. Se trata de una organización similar a la NCAA, aunque ligeramente más pequeña. Su sede está actualmente situada en Kansas City (Misuri). Historia Se fundó en 1937 con el nombre de National Association of Intercollegiate Basketball (NAIB), cuando James Naismith y otros líderes locales de Kansas City organizaron el torneo National College Basketball Tournament en el Auditorio Municipal de Kansas City. La finalidad de este torneo era ofrecer a pequeñas universidades la posibilidad de establecer un campeón nacional de baloncesto entre este tipo de instituciones académicas. El torneo se disputó al principio entre 8 equipos, pasando a 32 equipos en 1938. En 1948, la NAIB se convirtió en la primera organización estadounidense en admitir deportistas de raza negra en sus torneos de postemporada. En 1952, la NAIB se trasformó en la actual NAIA, y desde entonces también incluye a otros deportes, además del baloncesto. El fútbol americano se dividió en dos divisiones (División I y División II) en 1970, dependiendo del número de estudiantes de cada universidad, pero se volvió al formato de División única (División I) en 1997. NAIA comenzó la organización de competiciones femeninas en 1980. NAIA, a diferencia de la NCAA, admite universidades extranjeras, contando con 5 universidades canadienses y una de Bahamas entre sus miembros. |
Ivy League. |
La Ivy League (Liga Ivy o Liga de la Hiedra) es una conferencia deportiva de la NCAA compuesta por ocho universidades privadas del nordeste de Estados Unidos. Sus miembros en orden alfabético son la Universidad Brown, la Universidad de Columbia, la Universidad Cornell, Dartmouth College, la Universidad Harvard, la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Princeton y la Universidad Yale. El término Ivy League se usa también más allá del contexto deportivo para referirse a las ocho universidades como un grupo con connotaciones de excelencia académica, selectividad en las admisiones y elitismo social. Las instituciones de la Ivy League están consideradas entre las universidades más prestigiosas del mundo. Todos sus miembros están en el ranking top 20 del 2021 de U.S. News & World Report, incluyendo cuatro Ivies en el top cinco (Princeton, Harvard, Columbia, y Yale). En el ranking mundial, incluye dos Ivies en el top diez (Harvard y Columbia). U.S. News ha nombrado a una escuela Ivy League como la mejor a nivel nacional cada año desde 2001: a 2020, Princeton en 11 ocasiones, Harvard en 2, y dos escuelas empataron el primer lugar en cinco ocasiones. Asimismo, son parte de la Asociación de Universidades Americanas, organización de universidades líderes en investigación. Sus miembros en orden alfabético son la Universidad Brown, la Universidad de Columbia, la Universidad Cornell, Dartmouth College, la Universidad Harvard, la Universidad de Pensilvania, la Universidad de Princeton y la Universidad Yale. Origen de la denominación El uso del término data desde 1933, y se hizo oficial desde la creación de la división I de la NCAA en 1954. Todas las llamadas Ivies (instituciones de la Ivy League), con excepción de Cornell, fueron fundadas durante el período colonial. Por ello también se conoce a las universidades de esta conferencia como "las ocho antiguas" o "las Hiedras" (ancient eight o the Ivies, en idioma inglés). Una característica particular de la Ivy League es que la oferta de becas deportivas en las universidades de este grupo está prohibida, a diferencia de otras conferencias de la División I de la NCAA donde sí se pueden ofrecer esas becas. La liga debe su nombre a la hiedra (en inglés ivy), planta trepadora que cubre las paredes de gran parte de los edificios de estas universidades de estilo británico. La denominación Ivy League tiene similares connotaciones a diferentes grupos de universidades en otros países como en el caso de Oxbridgeen el Reino Unido, la Liga C9 en China, y las Universidades Imperiales en Japón.
La Ivy League se asocia a menudo con la comunidad protestante anglosajona blanca de clase alta del noreste , fortuna antigua o, de manera más general, las clases medias y altas estadounidenses. Aunque la mayoría de los estudiantes de la Ivy League provienen de familias de clase media alta y alta, el cuerpo estudiantil se ha vuelto cada vez más diverso desde el punto de vista económico y étnico. Las universidades brindan una ayuda financiera significativa para ayudar a aumentar la inscripción de estudiantes de clase media y de ingresos bajos. Varios informes sugieren, sin embargo, que la proporción de estudiantes de familias menos acomodadas sigue siendo baja.
Son todas universidades privadas. |
Empresas. Las universidades de la Ivy League pierden fuerza: estas son las 20 «nuevas ivies» en las que las empresas estadounidenses buscan talento. No se está imaginando cosas: La Ivy League está perdiendo su prestigio como productora estadounidense de grandes talentos. Éstas son las escuelas que producen los trabajadores de alto rendimiento que ansían los empleadores. Emma Whitford 1 mayo 2024 Durante toda la existencia de Estados Unidos, la Ivy League ha prestado un servicio esencial. Al seleccionar a los mejores y más brillantes en el momento de su admisión y luego educarlos rigurosamente, estas universidades de los «Ocho Antiguos» han proporcionado a empresarios, inversores e incluso votantes un sello meritocrático de aprobación. Alrededor de un tercio de los presidentes de Estados Unidos y de la actual lista Forbes 400 de estadounidenses más ricos son antiguos alumnos de las Ivy, así como ocho miembros en ejercicio del Tribunal Supremo. Pero como resulta evidente con sólo leer o ver las noticias, algo se siente claramente fuera de lugar en los campus de la Ivy League. Aunque es fácil atribuir las protestas, políticas y dimisiones presidenciales torpes a un momento concreto de ahora, esta erosión lleva varios años gestándose. Comenzó con una abdicación de intentar encontrar estudiantes geniales y completos en lugar de, como cotorrean las oficinas de admisiones, una «clase completa» de especialistas amalgamados. Políticas de admisión extrañas, aunque bienintencionadas, que en realidad pueden perjudicar a diferentes grupos minoritarios, como dictaminó recientemente el Tribunal Supremo, tanto a través de una selección distorsionada como de la eliminación de los exámenes estandarizados, la mejor forma, paradójicamente, de que las personas de entornos desfavorecidos demuestren que pertenecen (a pesar de todos estos esfuerzos, las Ivies siguen favoreciendo desmesuradamente a los ricos y a los que tienen contactos). Y luego, una vez que los estudiantes se matriculan, las escuelas socavan el estándar que, de otro modo, haría que sus títulos significaran algo. En las dos universidades más augustas de Estados Unidos, Harvard y Yale, casi el 80% de todos los estudiantes universitarios obtienen una media de sobresaliente o sobresaliente. ¿Y adivina qué? Los empleadores se han dado cuenta de ello. Forbes encuestó a casi 300 suscriptores de su boletín El futuro del trabajo, y tres cuartas partes de los encuestados tenían autoridad directa en materia de contratación. Entre los responsables de las decisiones de empleo, el 33% afirmó que es menos probable que contrate a licenciados de la Ivy League que hace cinco años, y sólo el 7% dijo que era más probable que los contratara. «El auge de las Ivies ha desaparecido», afirma Fred Prager, director general de Hilltop Securities y administrador del Claremont McKenna College de California, cuya empresa de inversiones está especializada en la enseñanza superior. «Lo que ha ocurrido más recientemente, con la pandemia y con todo este sinsentido en marcha, después del 7 de octubre, y todo lo demás ha sido un poco un acelerador». Añade Jim Clark, que contrata tecnólogos para HNTB de Kansas City, la segunda empresa de arquitectura del país: «La percepción de lo que aportan esos licenciados ha cambiado. Y creo que está más relacionada con lo que realmente enseñan y con lo que se llevan». ¿Quizás se trate de una acusación contra toda la enseñanza superior? En absoluto. Forbes también encuestó a los contratantes sobre los graduados de universidades públicas y los graduados de buenas universidades privadas no Ivy, y las cifras son casi precisamente las opuestas a los resultados de las Ivy, con un 42% que dice que es más probable que contrate a graduados de universidades públicas y un 37% que dice que es más probable que contrate a graduados de universidades privadas no Ivy League que hace cinco años. Sólo un 5% dice que es menos probable que contrate de cualquiera de los dos grupos. «Ser capaz de ponerse en el lugar de otra persona es realmente importante», afirma Laura Bier, consultora de gestión con sede en San Diego y especializada en sanidad y defensa. «Los niños que han ido a una escuela pública han tenido una mayor diversidad de amigos de diferentes orígenes, profesores de diferentes orígenes y son más capaces de ser ágiles en esas situaciones». Todo se reduce a la preparación. Alrededor del 37% de los encuestados con autoridad para contratar dijeron que las universidades estatales lo estaban haciendo mejor que hace cinco años a la hora de preparar a los candidatos a un puesto de trabajo y el 31% pensaba que las universidades privadas no pertenecientes a la Ivy League habían mejorado. Sólo el 14% tuvo elogios similares para la Ivy League, mientras que el 20% dijo que lo están haciendo peor, haciendo de éste el único segmento en el que las valoraciones negativas de la tendencia en la preparación laboral superaron a las positivas. La conclusión: las grandes escuelas estatales y las privadas en ascenso están sacando licenciados hambrientos; las Ivy son más propensas a sacar licenciados con derecho. Y al crear estos últimos, las Ivies han tomado el valor que han pasado siglos creando –un título que los empleadores ansiaban– y en pocos años han hecho mucho por perderlo. «Para algunos, creen que una vez que tienen la piel de cordero, ése es su billete. ¿Cómo se atreve a cuestionar mi competencia?«, dice Prager. «Llevo toda la vida huyendo despavorido» (Prager se graduó en Stanford en 1969, antes de que fuera «Stanford»). El multimillonario comerciante de energía convertido en filántropo John Arnold se hizo eco de ese sentimiento en X la semana pasada: «He mantenido varias conversaciones en los últimos años con personas que contratan a estudiantes universitarios para trabajos altamente competitivos (tecnología, finanzas, consultoría, etc.) que se están alejando de las Ivies y acercándose a universidades estatales emblemáticas, alegando un mejor encaje cultural y profesional». Entonces, si las Ivies ya no lo son, ¿qué universidades lo son exactamente? Forbes decidió encauzar a estos contratantes y determinar las Nuevas Ivies, las 10 universidades públicas y las 10 privadas ascendentes que producen los graduados inteligentes y motivados que ansían los empleadores de todo tipo. Nuestra metodología fue la siguiente. Tras descalificar las Ivies (y utilizamos la vara de medir Ivy-plus, que incluye Stanford, MIT, Duke y la Universidad de Chicago, así como las ocho clásicas Harvard, Yale, Princeton, Brown, Penn, Columbia, Dartmouth y Cornell), empezamos con 1.743 universidades de al menos 4.000 estudiantes (entendiendo que las pequeñas escuelas de artes liberales siempre han ofrecido una experiencia más boutique y son difíciles de comparar con las universidades de investigación). A partir de los datos de admisión de 2022, los más recientes disponibles, buscamos escuelas con altas puntuaciones en los exámenes estandarizados (nuestras New Ivies tienen una media sólida de 1482 en el SAT y 33 en el ACT) y en las que al menos la mitad de los solicitantes facilitaron las puntuaciones, independientemente de que se les exigiera hacerlo para la admisión; en otras palabras, lugares que siguen dependiendo en gran medida de medidas objetivas del éxito. ¿Por qué centrarnos en los resultados de los exámenes para nuestra lista de las Nuevas Ivies? Aunque muchas universidades hicieron que los exámenes fueran opcionales durante la pandemia, justo el momento en que estas pruebas habrían sido más útiles, la investigación de Opportunity Insights muestra que los exámenes estandarizados son a la vez más predictivos del éxito en la universidad que las notas y más justos para todos los solicitantes que algunos otros criterios de admisión (como las recomendaciones de los consejeros), que favorecen a los graduados de institutos privados más ricos. (Un flujo constante de escuelas, incluidas las Ivies Dartmouth, Harvard, Yale y Brown, han anunciado recientemente que están restableciendo los requisitos de los exámenes. La Universidad de California, por su parte, sigue negándose siquiera a tener en cuenta los resultados de los exámenes de los solicitantes, razón por la cual ninguna de esas escuelas figura en nuestra lista). Por razones similares, también hicimos una criba con un criterio de selectividad (por debajo de una tasa de admisión del 20% en las escuelas privadas, del 50% en las públicas). Y a partir de ahí, tomamos las 32 escuelas restantes y encuestamos a nuestros directores de contratación sobre cada una de ellas. Muchas de las escuelas de nuestra lista son bien conocidas; Johns Hopkins y la Universidad de Michigan se consideran desde hace tiempo instituciones de calibre Ivy, mientras que Vanderbilt, Rice y Emory suelen denominarse Ivies del Sur. Otras, como la Universidad Binghamton de Nueva York, ya son respetadas en sus zonas geográficas, pero ahora atraen una atención más amplia. Nada de esto sugiere que las Ivies hayan perdido completamente su brillo. Sólo significa que, por un error de cálculo y de gestión, han renunciado al centenario pase libre que les otorgaban los empleadores, incluso sus propios antiguos alumnos. Escuche a Jacqueline Reses, miembro de la lista de Forbes de las mujeres más ricas hechas a sí mismas y fiel alumna de Penn, que ha donado 5 millones de dólares y forma parte del Consejo de Asesores de Wharton: «No renunciaría a la oportunidad de contratar a chicos brillantes, tenaces, inteligentes y maravillosos, pero sería más reflexiva a la hora de seleccionarlos».Los escépticos de siempre, por su parte, sienten una dosis de reivindicación. «No doy ventaja a las escuelas de la Ivy League. Eso no quiere decir que no vaya a contratar a alguien de ellas», dice el empresario multimillonario y estrella de Shark Tank Mark Cuban, que eligió asistir a la Universidad de Indiana a finales de la década de 1970 porque ofrecía la mejor relación calidad-precio entre las escuelas de negocios de pregrado. «Es sólo que nunca he creído que hagan mejores empleados». Esta semana, muchos estudiantes que accedieron a escuelas muy selectivas están eligiendo a qué universidad asistir. En años anteriores, la admisión en las Ivy se traducía generalmente en matriculación. Ahora, algunas de estas escuelas, con sus lemas universales en latín, podrían plantearse una nueva: Caveat emptor. Las ivies públicas Estas 10 universidades estatales, repartidas por todo EE.UU., atraen a estudiantes de alto rendimiento y forman empleados muy trabajadores y apreciados. (Las academias militares no se incluyeron en nuestro análisis. Las universidades de California se excluyeron porque no tienen en cuenta los resultados de los exámenes). Binghamton University Inscripción de pregrado: 14.752 Tasa de aceptación: 42% Matrícula 23-24: 26.160 dólares Georgia Institute of Technology Inscripción de pregrado: 16.183 Tasa de aceptación: 17% Matrícula 23-24: 31.370 dólares University of Florida Inscripción de pregrado: 32.951 Tasa de aceptación: 23% Matrícula 23-24: 28.658 dólares University of Illinois Urbana-Champaign Inscripción de pregrado: 34.354 Tasa de aceptación: 45% Matrícula 23-24: 36,068-43.894 dólares University of Maryland-College Park Inscripción de pregrado: 28.883 Tasa de aceptación: 45% Matrícula 23-24: 40.306 dólares University of Michigan-Ann Arbor Inscripción de pregrado: 31.693 Tasa de aceptación: 18% Matrícula 23-24: 58.072 dólares University of North Carolina-Chapel Hill Inscripción de pregrado: 19.215 Tasa de aceptación: 17% Matrícula 23-24: 37.360 dólares University of Texas-Austin Inscripción de pregrado: 39.552 Tasa de aceptación: 31% Matrícula 23-24: 40.582-48.712 dólares University of Virginia Inscripción de pregrado: 17.122 Tasa de aceptación: 19% Matrícula 23-24: 52.254 dólares University of Wisconsin-Madison Inscripción de pregrado: 33.068 Tasa de aceptación: 49% Matrícula 23-24: 40.612 dólares Las nuevas ivies privadas. Estas 10 escuelas privadas, situadas en nueve estados y en Washington D.C., están atrayendo a los estudiantes más inteligentes y los elogios de los empresarios. Nuestro análisis excluyó las escuelas con menos de 4.000 estudiantes, las ocho antiguas Ivies y las cuatro Ivy-plus: Stanford, MIT, Duke y Chicago. Boston College Inscripción de pregrado: 9.964 Tasa de aceptación: 17% Matrícula 23-24: 66.410 dólares Carnegie Mellon University Inscripción de pregrado: 6.816 Tasa de aceptación: 11% Matrícula 23-24: 62.260 Emory University Inscripción de pregrado: 7.338 Tasa de aceptación: 11% Matrícula 23-24: 59.920 dólares Georgetown University Inscripción de pregrado: 7.306 Tasa de aceptación: 12% Matrícula 23-24: 64.896 dólares Johns Hopkins University Inscripción de pregrado: 5.850 Tasa de aceptación: 7% Matrícula 23-24: 62.840 dólares Northwestern University Inscripción de pregrado: 8.652 Tasa de aceptación: 7% Matrícula 23-24: 64.887 dólares Rice University Inscripción de pregrado: 4.229 Tasa de aceptación: 9% Matrícula 23-24: 57.210 dólares University of Notre Dame Inscripción de pregrado: 9.049 Tasa de aceptación: 9% Matrícula 23-24: 62.693 dólares University of Southern California Inscripción de pregrado: 21.154 Tasa de aceptación: 12% Matrícula 23-24: 66.640 dólares Vanderbilt University Inscripción de pregrado: 7.109 Tasa de aceptación: 7% Matrícula 23-24: 61.618 dólares |
Política. Demócratas de la Ivy League y republicanos de las universidades públicas. En total, un asombroso 20% de todas las contrataciones de las campañas demócratas proviene de sólo siete universidades: Harvard, Stanford, NYU, UC Berkeley, Georgetown, Columbia y Yale. Por Daniel Kreiss 3 septiembre 2020 Los demócratas tienen un problema con la Ivy League. Cuando los comparas con las republicanas, las campañas presidenciales demócratas extraen el talento en áreas importantes de la dirección de sus campañas de un puñado de universidades de élite, en su mayor parte privadas. Esto importa porque esos demócratas que trabajan para que se elija un presidente tienen a menudo poco que ver con el propio electorado. En los últimos años, hemos reunido una base de datos de 954 trabajadores de campañas de elecciones primarias y generales (746 demócratas y 208 republicanos) que trabajaban en tecnología, medios digitales, datos y análisis en los ciclos 2004-2016. Esas áreas son recientes, pero han crecido mucho desde el ciclo presidencial de 2004. Ahora son centrales para determinar cómo conocen a su electorado las campañas, cómo se comunican con él y cómo toman decisiones estratégicas. También utilizamos fuentes de datos públicos para seguir sus carreras, incluyendo su formación educativa. Utilizamos versiones anteriores de esta base de datos para analizar la evolución del campo, la innovación y la representación de las mujeres en esta industria en publicaciones revisadas por pares. Los datos están claros. A lo largo de la década pasada los demócratas han elegido a sus “mejores y más brillantes” en el mundo de las campañas presidenciales, y eso no es bueno. En total, un asombroso 20% de todas las contrataciones de las campañas demócratas proviene de solo siete universidades: Harvard (5%), Stanford (3%), NYU (3%), UC Berkeley (3%), Georgetown (2%), Columbia (2%) y Yale (2%). En 2016, el 16% del personal de la campaña de Hillary Clinton provenía de solo cuatro universidades: Harvard (6%), Stanford (4%), NYU (3%) y Georgetown (3%) En resumen, las universidades de élite de las costas dominan la contratación de los demócratas. Solo una universidad pública, UC Berkeley, está entre las diez primeras. Las demás son instituciones educativas de élite sin ánimo de lucro. Para ver los datos de otro modo, utilizando la formación educativa del personal, analizamos la diversidad de las conexiones entre las campañas presidenciales y las universidades donde se graduó el personal de las campañas. Vimos que las campañas demócratas presidenciales han contratado de forma continua a personal a partir de un grupo homogéneo de universidades. Desde 2004, las campañas presidenciales demócratas han elegido al 25% de su personal a partir de una base de datos de 15 universidades entre las que están Harvard, NYU, Stanford, Georgetown, UC Berkeley, Yale, Columbia, la Universidad de Chicago, Boston University y DePaul, por citar las diez primeras.. En el otro lado del tablero aparece una imagen muy distinta. Las principales universidades para los republicanos son instituciones públicas estatales: la Universidad de Texas, Austin (3%), Ohio State University (2%) y la Universidad de Wisconsin-Madison (1%). El resto de las universidades en las veinte primeras posiciones para los republicanos son una mezcla de instituciones públicas y privadas, entre las que hay universidades estatales como la George Mason (2%), la Universidad de Alabama (2%) y la Missouri State University (1%) y Brigham Young (2%). Es llamativo que nuestros datos indican que solo el 13% del personal republicano activo en el ciclo de 2016 se graduó en una universidad privada de élite. Las campañas presidenciales republicanas contrataban de forma predominante a personal de universidades públicas como la Universidad de Texas (9%), la Universidad de Wisconsin (3%) y la Universidad de Oklahoma (3%), así como universidades privadas como Syracuse (7%) y Baylor University (3%). ¿Por qué importa la formación educativa del personal de campaña? En primer lugar, las universidades élite tienen a menudo a alumnos de orígenes socioeconómicos muy similares. Podemos comparar las primeras tres universidades para el personal de campaña republicano y demócrata en la base de datos del New York Times sobre la composición socioeconómica de los estudiantes. Para los demócratas: Harvard (15,1% de sus alumnos vienen del 1% y el 20,4% del 60% inferior); Stanford (17,5% del 1% y el 18,6% del 60% inferior) y la NYU (11,4% del 1% y 24,8% del 60 % inferior). Para los republicanos: Universidad de Texas, Austin (5,4% del 1% y 27,7% por debajo del 60%); Ohio State (2% del 1% y 27,1% del 60% inferior) y Brigham Young University (4,3% del 1% y 14,5% del 60% inferior). Desgraciadamente, nos faltan datos sobre los percentiles de ingresos y las identidades raciales y étnicas del personal de campaña especializado en tecnología. Dicho eso, un informe del departamento de educación de 2016 documentaba que los blancos e individuos de estatus socioeconómico elevado están desproporcionadamente representados en universidades privadas sin ánimo de lucro, y aquellas que son más selectivas, frente a los negros y latinos y estudiantes de estatus socioeconómico más bajo. En segundo lugar, como sabemos por numerosos estudios académicos en distintos dominios, tener un equipo más diverso puede hacer que las organizaciones sean mejores a la hora de resolver problemas, más innovadoras y creativas en su trabajo, y mejoren su actuación. [1] Los empleados con orígenes diferentes implican a menudo un conjunto de ideas y experiencias al que pueden recurrir las campañas. Esto significa recursos para cuestionar mejor asunciones centrales y viejas maneras de hacer las cosas. En tercer lugar, desde la perspectiva de la comunicación, nuestro trabajo previo ha mostrado que mayor diversidad crea formas más efectivas de comunicarse e implicar a un electorado diverso en términos de consecución educativa, raza y etnicidad, clase y geografía. Si una campaña quiere alcanzar, persuadir y movilizar a la gente que busca, necesita personal que refleje y personal que atraiga a los estadounidenses. Poca gente en Estados Unidos, después de todo, tiene un título de grado (bachelor) (36%); muchos menos han asistido a una universidad de élite pública o privada. Mientras las campañas de las primarias demócratas van formando personal para las elecciones presidenciales de 2020, harían bien en pensar cuidadosamente sobre la formación y experiencia vital de su personal. Sobre todo, deberían prestar atención a que los equipos de sus campañas contengan multitudes. En el mundo de las campañas, la contratación a menudo está dominada por redes bien establecidas, vinculadas a las relaciones que tienen los cercanos a los candidatos. Depender de los lazos preexistentes del personal tiene dos ventajas para las campañas: el personal ya ha sido examinado a través de la gente con quien está relacionado, y se puede encontrar y contratar deprisa. Y, gracias al caché simbólico que tienen las universidades de élite, pocos han tenido que afrontar alguna vez un escrutinio por contratar a un graduado de la Ivy League, aunque ese empleado no rinda bien. En suma, las redes de élite tienden a reproducirse. La desventaja de depender de redes preexistentes, especialmente aquellas que vienen de círculos de élite, es la homogeneidad. Es decir, la tendencia a contratar solo a gente que comparte los mismos orígenes sociales, culturales y económicos, y que por tanto ve el mundo de la misma manera. Nuestras instituciones públicas y privadas no de élite, muchas de las cuales están lejos de las ciudades más importantes y de los pasillos del poder, a menudo tienen diversos cuerpos estudiantiles en términos de geografía, clase, raza, etnicidad y experiencias vitales. A menudo son más representativos de Estados Unidos que las instituciones de la élite de la Ivy League. Parece que las campañas republicanas se han dado cuenta de esto, y buscan mucho más allá de las sagradas salas de la Ivy League y otras instituciones educativas de élite para elaborar sus llamamientos a los votantes. Si quieren ganar, los demócratas deberían hacer lo mismo. Traducción del inglés de Daniel Gascón. [1] De Vaan, Mathijs, David Stark y Balazs Vedres. “Game changer: The topology of creativity.” American Journal of Sociology 120, no. 4 (2015): 1144–1194.; Gomez, L. E., y Patrick Bernet. “Diversity improves performance and outcomes.” Journal of the National Medical Association (2019). |
Forbes Liderazgo Educación. Los demócratas: el partido de la educación universitaria de élite. 2 de febrero de 2015 Se supone que los demócratas son el partido de los pobres y oprimidos, muy preocupados por la distribución del ingreso y la concentración de la riqueza, ¿no es así? Y los republicanos son el partido de los empresarios y los ricos, más preocupados por aumentar el ingreso, incluido el de los ricos y adinerados, ¿no es así? Si estas caracterizaciones son correctas, cabría esperar que los líderes políticos de los demócratas procedieran de entornos educativos humildes, acordes con sus supuestas creencias populistas. Cabría esperar que los líderes republicanos fueran graduados de las comunidades académicamente cerradas de nuestro país, las escuelas privadas para ricos altamente selectivas donde incluso hoy la mayoría de los estudiantes provienen de entornos adinerados. En realidad, todo esto está mal, y muy mal. Los líderes políticos republicanos provienen de entornos educativos mucho más humildes que sus homólogos demócratas. Y, a pesar de todo lo que dicen sobre la igualdad de ingresos, los líderes demócratas históricamente han protegido y ampliado la desigualdad educativa con sus acciones, ampliando la brecha entre las universidades ricas y pobres, entre las consideradas distinguidas y las consideradas ordinarias. En primer lugar, un poco de evidencia empírica. Elegí a 15 demócratas destacados en la escena política estadounidense y comparé sus antecedentes con los de 15 contrapartes republicanas. Para los demócratas, además del presidente Obama y el vicepresidente Biden, elegí a dos ex funcionarios nacionales (Bill Clinton y Al Gore), dos posibles candidatos presidenciales para 2016 (Hillary Clinton y Elizabeth Warren), varios líderes del Congreso (Harry Reid, Nancy Pelosi, Chuck Schumer, Dick Durbin y Steny Hoyer) y varios líderes destacados de la administración Obama: el secretario de Estado John Kerry, el fiscal general Eric Holder, el secretario del Tesoro Jack Lew y la poderosa asistente de la Casa Blanca Valerie Jarrett. Del lado republicano, elegí principalmente a los posibles candidatos para 2016, junto con algunos republicanos de alto rango en el Congreso. Entre los posibles candidatos estaban Jeb Bush, Mitt Romney, Ted Cruz, Marco Rubio, Mike Huckabee, Rand Paul, el Dr. Ben Carson, Chris Christie, John Kasich, Scott Walker y Rick Perry. Agregué cuatro líderes del Congreso: John Boehner, Mitch McConnell, Kevin McCarthy y John McCain (un candidato presidencial anterior). Dos tercios de los líderes demócratas asistieron o enseñaron durante al menos dos años en escuelas claramente de élite, tres fueron a escuelas públicas que no son de élite y dos asistieron a una escuela que tal vez está un poco al borde de la élite, Georgetown. Una mayoría tuvo una exposición significativa en las tres principales escuelas de la Ivy League: Harvard, Yale o Princeton. En un marcado contraste, 11 de los líderes republicanos fueron a escuelas públicas relativamente comunes como las universidades de Delaware, Florida, Texas, Kentucky, Cal State Bakersfield, o escuelas privadas de calidad media como Marquette y Xavier Universities (una, Walker, ni siquiera se graduó de la universidad). Solo dos de los 15 tenían una verdadera formación universitaria de élite: Ted Cruz (Princeton y Harvard) y Ben Carson (Yale). Mitt Romney y Rand Paul asistieron a escuelas privadas que no son de élite como estudiantes de grado, pero hicieron una temporada en escuelas de posgrado o profesionales relativamente de élite. Tres de los 15 tienen una afiliación a Harvard, Yale o Princeton, en comparación con ocho de los líderes demócratas. ¿Y qué? Las escuelas “de élite” se han vuelto más elitistas, menos parecidas a las buenas escuelas estatales como la Universidad de California o la Universidad de Michigan. La brecha se ha ampliado. En 1988, ocho de las 25 mejores universidades nacionales de US News and World Report eran instituciones públicas. Ahora sólo lo son tres. La corriente de la Universidad para Todos, predominantemente demócratas, ha presionado mucho para que se otorguen becas Pell, préstamos baratos para estudiantes, etcétera. Si bien antes graduarse de una escuela estatal de calidad decente era una marca de distinción, hoy para ser excepcional existe la sensación de que hay que ir a las mejores escuelas privadas. El uno por ciento superior (ocho escuelas) en donaciones (Harvard, el sistema de la Universidad de Texas, Yale, Stanford, Princeton, MIT, Texas A & M y Northwestern) tienen casi el 32 por ciento de toda la riqueza de las 800 o más universidades estadounidenses en la reciente encuesta de NACUBO/Commonfund Institute. Tres de esas escuelas (Harvard, Stanford y Northwestern) estuvieron entre las cinco escuelas con mayores donaciones el año pasado. La proporción del total de donaciones universitarias destinadas a las 10 mejores escuelas ha aumentado de manera constante desde al menos el año 2000. Las exenciones impositivas para las donaciones a las universidades y para las ganancias de capital que las universidades obtienen con sus inversiones se vuelven más valiosas cuando aumentan las tasas impositivas marginales, lo que generalmente ocurre bajo el gobierno demócrata. Las escuelas de élite también controlan una gran parte de las lucrativas subvenciones federales para investigación (a pesar de las afirmaciones de las universidades de lo contrario). La enorme expansión de la ayuda financiera para estudiantes, especialmente defendida por los demócratas liberales, ha permitido a las escuelas de élite elevar los niveles de matrícula muy por encima del nivel que la "gente común" que ostensiblemente defienden puede pagar. Yo diría que las políticas democráticas liberales han contribuido a promover el desarrollo de un sistema de castas académicas. En la cima están los brahmanes, las dos docenas de mejores escuelas verdaderamente de élite; debajo de ellos están las escuelas privadas que aspiran a ser de élite y las mejores universidades estatales; debajo de ellas están las escuelas privadas más pobres y las escuelas estatales de calidad media; en la base están los intocables académicos: las universidades estatales urbanas extraordinariamente malas y algunas escuelas privadas, junto con los colegios comunitarios. Los progresistas de hoy, que en apariencia promueven la justicia social con sus políticas fiscales y de gasto al estilo de Robin Hood, probablemente están fortaleciendo la aristocracia académica a la que pertenecen. Mientras Elizabeth Warren despotrica contra los grandes bancos, no habla de las políticas de admisión heredadas de su antiguo empleador, Harvard, que permiten que estudiantes relativamente mediocres con padres egresados destacados ingresen a la comunidad cerrada que se les niega a los mejores estudiantes. ¿Es este el sueño americano? Richard Vedder dirige el Centro de Asequibilidad y Productividad Universitaria, enseña en la Universidad de Ohio y es académico adjunto en el American Enterprise Institute. |
Golf. |
El Club de Polo y Equitación San Cristóbal es un club y recinto deportivo ubicado en la comuna de Vitacura, Santiago de Chile, abocado principalmente al polo y a la equitación, aunque también tiene instalaciones para otros deportes como tenis, golf, futbolito y gimnasia. Historia Fue inaugurado el 21 de diciembre de 1947 exclusivamente para polo. En 1968 se adquirieron los terrenos de Lo Recabarren que permitieron la expansión del polo y la práctica del golf en una cancha de 60 hectáreas. Posteriormente se sumaron las ramas de equitación, tenis, futbolito y finalmente el área de Gym/Spa. Instalaciones El club cuenta con siete canchas de polo, cuatro canchas de salto (dos de arena y dos de pasto), dos picaderos, una cancha de golf, 20 canchas de tenis, 12 canchas de futbolito, 2 canchas de padel y un gimnasio/spa. Importantes eventos deportivos se han disputado en sus canchas. En el polo se han disputado los mundiales de 1992 y 2015. En el tenis desde 2016 se disputa el Santiago Challenger. También se disputaron las competencias de golf en los Juegos Suramericanos de 2014. |
El Prince of Wales Country Club o PWCC es un club social y deportivo chileno con base en ciudad de Santiago. Fue fundado por el príncipe de Gales, Eduardo VIII del Reino Unido, en septiembre de 1925 con el objetivo de agrupar en torno a él a los residentes británicos en el país. En la actualidad posee ramas en 13 diferentes disciplinas deportivas y actividades físicas, siendo la de golf la más representativa, tanto por la cantidad de socios que lo practican, como por la belleza y calidad de su cancha. Golf La cancha de golf tiene 18 hoyos y una zona de práctica. Es una de las más prestigiosas de Santiago, por su antigüedad, belleza, calidad y diseño técnico. Todos los años se desarrollan en ella importantes campeonatos para jugadores amateurs y profesionales, tanto nacionales como extranjeros, siendo el más importante el campeonato abierto de cada año y otros organizados por asociaciones internacionales de golf. |
El Club de Golf Los Leones es un club y recinto deportivo ubicado en el barrio El Golf de la comuna de Las Condes, en la ciudad de Santiago, Chile. Aunque está abocado a la práctica del golf, también tiene instalaciones para otros deportes como tenis y squash. Historia El 3 de agosto de 1910 se formó el Santiago Golf Club, y el 25 de septiembre de ese mismo año se realizó el primer juego en una cancha de golf en el Hipódromo Chile. Al año siguiente el club se trasladó a la avenida El Bosque, donde se construyó una cancha de 9 hoyos. En 1921 la actividad del club se trasladó a terrenos de Ricardo Lyon en Los Leones, en una cancha de 18 hoyos. El club funcionó en esta ubicación hasta el año 1937, cuando fue inaugurada la cancha en un terreno de 71 hectáreas en los faldeos del cerro San Luis, que formaban parte de los fundos San Luis y Santa Julia. Agustín Edwards Budge diseñó la cancha de golf, mientras que el parque fue diseñado por Óscar Prager. |