Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

miércoles, 13 de abril de 2011

55).-Las calles del barrio Santa Ana.

Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra ;  Paula Flores Vargas; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig;


Las calles del barrio Santa Ana.



 Avenida  Hermanos Amunátegui.

Esta avenida del centro de Santiago, en el barrio Santa Ana, que tiene nombre actual en honor de don Miguel Luis Amunátegui Aldunate (1828-1888) y don Gregorio Víctor Amunátegui Aldunate (1830-1899), conocidos como los Hermanos Amunátegui, quienes fueron dos destacados historiadores chilenos del siglo XIX, considerados los herederos intelectuales del sabio chileno-venezolano Andrés Bello.
Antes  esta  avenida se llamaba “Callejón de las Rosas”, hasta que en la esquina sudponiente con la calle de las Agustinas, donde habían unas tapias que cerraban una huerta de árboles frutales, un peumo de bellas proporciones hizo pasar sus raíces por debajo del muro de adobes y dio origen a un nuevo árbol, que creció
hasta dar sombra a la vereda por la que transitaban los peatones. El agua de una acequia vecina lo regó con abundancia y el peumo retribuyó con su perfume, llenando la callejuela de un exquisito aroma. Desde ese instante, el pueblo empezó a llamar al Callejón de las Rosas con el nombre de “Calle del Peumo” Por más de un siglo, la calle del Peumo mantuvo su nombre.



Avenida  San Martín.

Paula Flores Vargas

Avenida del centro de Santiago, que tiene el nombre en honor al prócer de independencia José de San Martín  antes llamaba calle de la Ceniza;



Avenida Manuel Rodriguez.

Avenida del centro de Santiago, que tiene el nombre en honor al prócer de la Independencia Manuel Rodriguez;

Tucapel Jimenez.


Avenida tiene su nombre de Tucapel Francisco Jiménez Alfaro (Santiago, 4 de agosto de 1921-Lampa, 25 de febrero de 1982) quien fue un sindicalista chileno, militante del Partido Radical. Ocupó, entre otros cargos, la presidencia de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF). Debido a su oposición a la dictadura militar, fue asesinado por la Dirección de Inteligencia Nacional del Ejército (DINE).

Fanor Velasco.



Esta avenida del centro de santiago tiene su nombre en honor de don Fanor Velasco Salamó, quien fue un periodista, político y  parlamentario chileno (1843- 1907.)

Nueva San Martín.

Pasaje sin salida del centro de Santiago, que tiene el nombre en honor al prócer de la Independencia Manuel Rodriguez; El pasaje termina en centro urbano Santiago Downtown; 

Pasaje vicuña mackenna.


Comuna de comuna de Santiago.

Luis Alberto Herrera.


Una avenida de comuna de santiago



Nueva compañía.

Paula Flores Vargas; 

Es pasaje sin salida del centro de santiago, en  el barrio Santa Ana, nace en la calle Compañía.



Príncipe de Gales.

Paula Flores Vargas

Príncipe de Gales un pasaje muy pintoresco y poco conocido a pesar de estar sólo una cuadra y media del Palacio de La Moneda, causando toda clase de confusiones a quienes no conocen de su ubicación o bien a los que confunden con la avenida Príncipe de Gales , que es  una de las más importantes avenidas de la comuna de La Reina. Aunque creo haber leído el nombre de uno o dos personajes de importancia viviendo allí todavía en los años sesenta, en el "Diccionario Biográfico de Chile", parece que muy pocos reconocen y recuerdan este rincón.

Paula Flores Vargas
Las líneas del viejo tranvía aún se conservan en la calle Morandé y sus adoquines parcialmente ocultos, en ese tramo desde el que surge este corto pasillo hacia el Sur, a espaldas de la Torre Entel, entre las calles Amunátegui y San Martín. Es un barrio lleno de recuerdos añosos de la ciudad, con fachadas neoclásicas y algo vetustas que, en algunos casos, han perdido ya gran parte de su esplendor y se hallan en evidente retirada. Fue en aquella buena época suya que esta cuadra vio nacer el pasaje, con casas que guardan cierta relación arquitectónica con las que uno encontraría en la manzana residencial modelo del barrio París y Londres, semejanza que no es casual, como veremos. 
El curioso pasaje aparece desde un proyecto urbanístico-residencial ejecutado entre 1933 y 1934 por el arquitecto Ernesto Holzmann Ferreira, nacido en Valparaíso en 1899 y que fuera miembro de la Asociación de Arquitectos de Chile. Su nombre puede leerse en algunas fachadas, aún. No tengo del todo claro cómo era el aspecto de estos terrenos específicos antes de tirarse los planos sobre ellos, pero podría especular que correspondían a antiguas viviendas bajas que fueron demolidas y a patios solares, considerando cómo se veían otros sectores de este mismo lado del barrio en aquellos días.
Las viviendas del pasaje fueron concebidas por Holzmann como residencias particulares de dos a tres pisos, pareadas pero independientes entre sí, con un diseño propio para cada una aunque dentro la uniformidad la cuadra interior bajo el estilo arquitectónico Tudor de clara influencia inglesa, con tintes de neoclásico y neogótico. Hay casi una inspiración medieval en los frontispicios, como almenas en las cornisas, escudos decorativos, fachadas imitando pequeños castillos y arcos conopiales en puertas o ventanas de vidrieras, con vanos principalmente verticales.
Es inevitable advertir una suave semejanza de este pasaje con la estética y el estilismo del barrio París y Londres: el arquitecto es hijo de Ernesto Holzmann Ramírez, el autor de aquel proyecto en los ex terrenos franciscanos de la Manzana Residencial Modelo, que trazara con Roberto Araya y que se ejecutara unos diez años antes que este pasaje de Príncipe de Gales. De hecho, se dice que el propio Holzmann Ferreira habría asistido a su padre en la realización del proyecto París y Londres, de modo que le sobraban razones para tomar inspiración de esta experiencia antes de titularse profesionalmente en 1929 en la Universidad de Chile y, después, planificar ésta, su propia versión de un vecindario europeísta.

Paula Flores Vargas
Paula Flores Vargas
Los edificios de los accesos al pasaje son distintos porque, si bien datan de la misma época de los hechos por Holzmann Ferreira, pertenecen a otros proyectos y arquitectos, dominando en ellos un neoclásico ausente de los elementos de connotación Tudor que caracterizan el interior de esta calle sin salida y con forma de "T" estrecha. El de la esquina poniente de Príncipe de Gales con Moneda, corresponde a una residencia diseñada por el arquitecto Alfredo Prat Echaurren con sólo una semejanza relativa al resto de la obra ejecutada por Holzmann, pero más sobria y simple ya influida por el art decó, actualmente ocupada por una empresa. 


Paula Flores Vargas

Tiene el detalle de mostrar una línea de grecas con forma de swásticas justo en la cara del vértice, entre el zócalo y el segundo piso. En la otra esquina, la oriente, se encuentra una casona palaciega con columnas decorativas, balcones de balaustras y dinteles ornamentales sobre los accesos, actualmente ocupada por una conocida firma de seguros de salud.



Elías Fernández Albano.


Es una calle sin salida de la comuna de Santiago, tiene su nombre de un ex presidente de la república de Chile. 

Elías Fernández Albano.

 

Elías Fernández (Santiago, 26 de enero 1845 – Santiago, 6 de septiembre de 1910). Abogado y político del Partido Nacional. Diputado por tres periodos entre 1855 y 1888. Vicepresidente de la República entre el 11 de junio al 11 de octubre de 1900 y de 08 de julio de 1910 y el 06 de septiembre de 1910. Ministro de Industrias y Obras Públicas bajo el gobierno de Jorge Montt; de las carteras de Guerra, Hacienda y del Interior en el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren; y del Interior con Germán Riesco y Pedro Montt.
Nació en Santiago, el 26 de enero de 1845. Hijo de Juan de Dios de Fernández Gana y Pilar Albano Vergara. Nieto del ex Diputado, Juan Albano Pereira de la Cruz.
Se casó el 16 de agosto de 1871 en Santiago con Mercedes Barañados Ochagavía con quien tuvo cuatro hijos.
Estudió en Instituto Nacional y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Juró como abogado el 15 de mayo de 1869.
Ingresó a la política como representante del Partido Nacional o Monttvarista. A pesar de definirse con esa orientación política trabajó con todos los partidos y nunca repudió a ningún político.
Fue un colaborador cercano de La Moneda y ministro en varios gobiernos. Durante la presidencia del vicealmirante Jorge Montt Álvarez asumió la cartera de Industrias y Obras Públicas, entre el 7 de diciembre de 1894 al 1° de agosto de 1895. La reasumió el 24 de noviembre de 1895 al 18 de septiembre de 1896.
Durante la administración de Federico Errázuriz Echaurren fue nombrado ministro de Guerra y Marina, entre el 20 de noviembre de 1896 al 26 de junio de 1897; ministro de Hacienda, entre el 25 de agosto al 23 de diciembre de 1897; y ministro del Interior, del 27 de noviembre de 1899 al 3 de noviembre de 1900. Desde este último cargo le correspondió asumir como vicepresidente de la República, entre el 11 de junio al 11 de octubre de 1900. En dicho periodo adquirió terrenos para obras de beneficencia y firmó algunas leyes. El presidente Federico Errázuriz Echaurren lo llamaba cariñosamente "El Canela" porque su padre tenía en "El Huique" un postillón llamado "el canela" que era el único que sacaba del barro a los autos empantanados. Por eso, cuando él se hundía en el barro del parlamentarismo sólo cabía llamarlo para que el gobierno recuperara movimiento y siguiera en marcha.
Durante la administración de Germán Riesco fue nombrado ministro del Interior, entre el 20 de noviembre de 1902 al 4 de abril de 1903. Cartera que volvió a asumir durante la presidencia de Pedro Montt a partir del 08 de julio de 1910, fecha en que también asumió como vicepresidente de la República. Tras dos meses en sus funciones ministeriales, murió en el ejercicio de su cargo el 6 de septiembre de 1910.



Romeo y Julieta.




El Teatro Nacional Chileno (TNCh), anteriormente Teatro Experimental, es una compañía de teatro chilena adscrita a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
Desde su creación en 1941 por Pedro de la Barra, la compañía ha acogido cientos de montajes que han dado cuenta del desarrollo histórico e importancia de creaciones escénicas realizadas por los más destacados dramaturgos, directores, actores y diseñadores de la escena nacional.
La compañía de teatro funciona desde 1954 en la Sala Antonio Varas,​ perteneciente a la Casa matriz del Banco Estado de Chile, cuya edificación tiene categoría de «Inmueble de Conservación Histórica».
Se emplaza en la intersección de la Avenida Libertador General Bernardo O'Higgins con calle Morandé, a un costado de la Plaza de la Ciudadanía, fachada sur del Palacio de La Moneda.


Historia.

El Teatro Nacional fue fundado el 22 de junio de 1941 bajo el nombre de Teatro Experimental, cuando Pedro de la Barra plasma la idea nacida en marzo de ese año de crear un teatro de arte. De la Barra reúne a estudiantes del Instituto Pedagógico y estrena ese día, en el Teatro Imperio, dos obras breves: La guarda cuidadosa de Miguel de Cervantes y el esperpento Ligazón, de Ramón del Valle Inclán.
Este organismo provenía del Centro de Arte Dramático del Instituto Pedagógico (CADIP), fundado en 1934 por De la Barra junto a José Ricardo Morales, Domingo Piga, Roberto Parada, María Maluenda, Bélgica Castro, Coca Melnick, Domingo Tessier, Pedro Orthous, Rubén Sotoconil, María Cánepa, Jorge Lillo, entre otros.
El grupo que conformó el Teatro Experimental declaró cuatro objetivos: La instauración de una Escuela de Teatro, el incentivo a la dramaturgia nacional, la creación de un nuevo público y la puesta en escena de obras clásicas y contemporáneas universales.
​Los primeros ensayos de la agrupación se realizaron en la sala 13, ubicada atrás del Salón de Honor de la Casa Central.​ A pesar de su nombre y origen, contribuyó a profesionalizar la carrera de actor en Chile.
El Consejo Directivo del Teatro Experimental encabezado por Pedro De la Barra, lograron en 1943 dar vida a la Academia Teatral, germen de la futura Escuela Universitaria de Teatro. Luego, el 14 de julio de 1948, el Consejo Directivo del Teatro Experimental le otorgó a Agustín Siré la formalización de la Escuela de Teatro al obtener la aprobación del Consejo Superior de la Universidad de Chile.
La Escuela inició sus actividades docentes en abril de 1949 en la Casa Central de la Universidad con Siré como director académico y docente hasta 1959. Paralelamente, el Teatro Experimental de la universidad continuó bajo la dirección artística de Pedro de la Barra hasta su renuncia en 1957.



El 10 de noviembre de 1954 el Teatro Experimental estrenó "Noche de Reyes" de Shakespeare-León Felipe, dirigida por Pedro Orthous en la Sala Antonio Varas, la que se convirtió en su sede definitiva. Siré y Orthous se transformaron en unos de los directores más destacados de la compañía del Teatro Experimental y responsables de la formación de importantes artistas a través de su docencia universitaria.
En 1959 la compañía Teatro Experimental (compañía y escuela) se fusiona con el Departamento de Teatro Nacional y se transformó en Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH) a cargo de Agustín Siré, hasta su renuncia en 1969. El ITUCH creó el Centro de Investigaciones del Teatro Chileno, impulsó la realización de Festivales Nacionales de Teatro Independiente y Aficionados- Paralelamente se fomentó la actividad teatral en la sala Antonio Varas a través de frecuentes giras al norte y sur del país.
A partir de la reforma universitaria de la Universidad de Chile de 1969, el ITUCH pasó a denominarse, Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (DETUCH), este último dirigido por una mujer (Marés González), por primera vez en su historia.
Tras el golpe de Estado de 1973, encabezado por el general Augusto Pinochet en contra del gobierno del socialista Salvador Allende, se cierra el DETUCH y se desmantela la compañía ITUCH. Muchos de sus integrantes fueron expulsados y sufrieron la persecución de la dictadura militar; algunos partieron al exilio, mientras que otros comenzaron a trabajar por mantener compañías de teatro independientes.
En marzo de 1974 fue creado el Departamento de Artes de la Representación (DAR), que tuvo a su cargo la enseñanza, la investigación, la extensión y la creación artística del medio teatral. A partir del regreso a la democracia, bajo el gobierno del presidente Patricio Aylwin, se abolió el DAR y regresó el DETUCH hasta la actualidad.
El Teatro Nacional Chileno sigue siendo organismo dependiente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, desarrollando sus actividades en la Sala Antonio Varas, en pleno centro de Santiago.


Funcionamiento.

En 1941 Pedro de la Barra funda y asume la dirección artística del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, cargo que ostentó hasta su renuncia en 1957. En 1949 Agustín Siré funda y asume la dirección de la Escuela de Teatro, hasta su ascenso 1957. Ante la renuncia de De la Barra, la compañía de teatro se reestructura formando el Instituto de Teatro (ITUCH), con la dirección de Siré, cargo que ocupó hasta 1970. Mientras que más abajo, Domingo Piga asumió como director de la Escuela de Teatro en reemplazo de Siré, cargo que ostentó hasta 1970. Luego de la Reforma Universitaria de 1969, el ITUCH y la escuela se unifican en el Departamento de Teatro (DETUCH), hasta 1973.
En 1974 se genera una reestructuración interna por órdenes políticas y se funda el Departamento de Artes de la Representación (DAAR), dirigido por Fernando Debesa. Mientras que el ITUCH se transforma en la Compañía Nacional de Teatro, a cargo de Domingo Tessier y luego por Hernán Letelier, Patricio Campos y nuevamente Tessier. En este período, la compañía de teatro se desprende del Departamento de Teatro y comienza a funcionar como organismo dependiente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. En 1990, el DAAR recupera el nombre DETUCH bajo la dirección de Abel Carrizo, y la compañía se denomina Teatro Nacional Chileno, a cargo de Sergio Aguirre.


Sala Antonio Varas.

El edificio de la Casa matriz del Banco del Estado de Chile fue diseñado por el arquitecto Héctor Mardones Restat, que entre sus salones, oficinas y galerías, reservó un espacio para un auditorio de 460 butacas, repartidas en plateas altas y bajas. La edificación se ubica en la Alameda, entre las calles Bandera y Morandé, en pleno centro de Santiago: hacia el poniente están el Palacio de La Moneda y la actual Plaza de la Ciudadanía; al oriente, el Club de la Unión. Desde 2007, el edificio tiene la categoría de «Inmueble de Conservación Histórica».
Su apertura en 1953, inicialmente iba a ser arrendado a las activas compañías cinematográficas de la época y se llamaría Gran Cine Persa. Por eso, en su acceso principal permanece hasta hoy un mural con motivos orientales, que fue creado por una dupla: el artista y arquitecto Ernesto Barreda y el pintor y escultor Luis Meléndez Ortiz. Sin embargo, acabó convirtiéndose en un espacio esencial para el teatro chileno, por gestiones de Pedro de la Barra, uno de los fundadores del precursor Teatro Experimental, quien se reunió personalmente con el Presidente de la República Carlos Ibáñez del Campo para que el banco les arrendara la sala en el entonces moderno edificio.
El nombre de la sala teatro sería Antonio Varas, como se mantiene hasta hoy, en homenaje al abogado y político Antonio Varas de la Barra, por ser el fundador de la Caja Nacional de Ahorros, antecedente del Banco del Estado.
En 1954 el Teatro Experimental inauguró la Sala Antonio Varas, con el estreno de la adaptación de la obra Noche de Reyes, de William Shakespeare y León Felipe, dirigida por Pedro Orthous,con la asistencia del entonces Presidente Carlos Ibáñez del Campo.


A pasos del Palacio de La Moneda y cercano a importantes atractivos del Centro Histórico de Santiago, esta sala espera a los visitantes con una intensa cartelera de obras de teatro, además de presentaciones de danza y música.
Es el lugar donde hace más de 60 años funciona el Teatro Nacional Chileno, dependiente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Esta institución de las artes escénicas fue fundada en 1941 y desde entonces, dramaturgos, actores, directores, diseñadores y técnicos han sido protagonistas en el proceso de evolución del teatro chileno.
En 1952 nació el sueño de poseer una sala exclusiva para sus presentaciones, que hasta ese momento se habían realizado en los Teatros Imperio, Santa Lucía y Municipal. Es es así como el 10 de noviembre de 1954 se estrena en la Sala Antonio Varas, la obra “Noche de Reyes” de Shakespeare-León Felipe y dirigida por Pedro Orthous. Desde entonces, el recinto situado en el corazón de la comuna de Santiago se transformó en la sede del Teatro Nacional Chileno.



La Sala, primitivamente, estaba destinada por su propietario -el Banco Estado- a ser un cine persa como lo delata su diseño original de la cultura iraní en el fresco de sus paredes del foyer. Sin embargo, su destino estuvo marcado por la audacia de los jóvenes universitarios, encabezados por Pedro de la Barra, que lograron convencer a los dueños para bajar una estrella para convertirla en una fábrica de sueños e historias para el teatro chileno, en un antes y un después de los teatros universitarios en América Latina.


El Banco Estado, mantiene las mismas 400 butacas desde el 8 de noviembre de 1954 que, en rigor, merece el aplauso de un museo.





Más de 2000 personas han experimentado el teatro a través de la obra "Romeo y Julieta"

La puesta en escena -que cuenta con el financiamiento de la Línea de Apoyo a Teatros Universitarios del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio- tuvo una gira por Puerto Montt y Castro que llenó las salas de ambas comunas.

10 de julio de 2025

El Teatro Nacional Chileno presenta "Romeo y Julieta" en una versión que adapta el clásico de Shakespeare a través de un lenguaje contemporáneo, sin perder la esencia poética de la obra.

Luego de su gira por el sur de Chile que sumó 800 espectadores y espectadoras en dos días de funciones, la obra "Romeo y Julieta" volvió a la sala Antonio Varas para continuar con funciones hasta el 19 de julio en Santiago.
Van sólo nueve funciones de este clásico de Shakespeare a las cuales se suman el pre-estreno convocado por el Teatro Nacional Chileno y las cifras hablan de 2000 personas que han disfrutando de esta renovada puesta en escena que ha sido posible gracias al compromiso del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Al respecto, Cristian Keim, director del Teatro Nacional Chileno celebró la respuesta del público y comentó que “para nosotros es muy relevante contar con el respaldo del público en un trabajo que llevamos mucho tiempo preparando y que además se relaciona con el amor. Nos pone muy contentos esta respuesta, que al mismo tiempo nos desafía porque esperamos poder extender esta obra a distintos territorios a nivel nacional y entregarla para que la gente comparta con nosotros esta bella experiencia, porque el TNCh tiene esa vocación”.

Keim además detalló que el desafío se extiende a las siguientes producciones comprometidas para el año, porque la misión, según explica, es lograr llegar a múltiples espectadores: 
“Y saber que en tan pocas funciones las cifras respaldan el trabajo es un aliciente para continuar por el mismo camino”.

"Romeo y Julieta" fue la obra encargada de abrir la temporada de producciones del Apoyo a Teatros Universitarios y gracias a este financiamiento ya dio inicio a su ciclo de giras por diversas ciudades del país.


Se trata de una renovada versión que transformará la experiencia en una gran fiesta acompañada de música en vivo, además de un diseño teatral impecable que sumergirá al público en una atmosfera de intensas emociones comprobando el carácter profesional del Teatro Nacional Chileno.
A través de esta versión las y los espectadores podrán seguir la historia de enfrentamientos de los Capuleto y los Montesco, dos bandas rivales unidas por el amor y la tragedia en torno a sus más jóvenes integrantes: Romeo y Julieta.
El proceso de montaje de este clásico comenzó en marzo de este año con los primeros ensayos a cargo de su director Cristian Keim, quien ya sabía que la puesta en escena de esta dramaturgia era una realidad.

Boleto.


Esta producción, hoy se inscribe dentro del profuso catálogo de obras clásicas, chilenas y familiares que comenzarán a circular gracias al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el cual dentro de sus ejes principales tiene el fortalecimiento y promoción del teatro universitario, el financiamiento a la creación y circulación de montajes escénicos, y el fomento a la formación de públicos en artes escénicas.
El proceso de montaje de este clásico comenzó en marzo de este año con los primeros ensayos a cargo de su director Cristian Keim, quien ya sabía que la puesta en escena de esta dramaturgia era una realidad.
Esta versión continuará su temporada hasta el 19 de julio (solo dos semanas de funciones) en la sala Antonio Varas, ubicada en Morandé 25 y contará con las actuaciones de Jacqueline Boudon y Carmen Disa, así como también de los jóvenes actores Konstanza Villalobos y Kai Berg quienes serán acompañados por Marco Rebolledo, Fernanda Pérez, Gabriel Muñoz, Gabriel Bastías, Vicente Soto y el destacado compositor musical de teatro Alejandro Miranda.

Coordenadas:

Del 9 al 19 de julio, 19.30 horas, en el Teatro Nacional Chileno, ubicado en Morandé 25, metro Universidad de Chile. Funciones de miércoles a sábado. 
Entradas disponibles por ticketplus y boleterías del teatro.

Ficha artística
Dirección: Cristian Keim | Elenco: Jacqueline Boudon, Carmen Diza, Konstanza Villalobos, Kai Berg, Marco Rebolledo, Fernanda Pérez, Gabriel Muñoz, Gabriel Bastías, Vicente Soto, Alejandro Miranda | Dramaturgia: William Shakespeare - Pablo Neruda | Asistencia de dirección: Catalina Rozas | Dramaturgismo: Tomás Henríquez | Diseño integral: Isidora Páez, Kristian Orellana | Asistencia de Diseño: Florian Aguilar | Composición musical: Alejandro Miranda | Coreógrafo: Gonzalo Beltrán | Coach vocal: Nicole Vial | Comunicaciones: Catarina Vásquez | Diseño Gráfico: Alonso Morales | Fotografía: Felipe Poga | Video: Sebastián Cárez-Lorca | Gestión: Ana Laura Racz | Equipo Técnico TNCH: Joaquín Riquelme, Hugo Hernández, Guillermo Cerón, Sebastián Chávez | Producción: Teatro Nacional Chileno con el financiamiento de la Línea de Apoyo a Teatro Universitarios de Chile del Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio.

Reseña:

Romeo y Julieta, dos jóvenes que, sin buscarlo, se encuentran en un baile y quedan atrapados en la dulce red del amor. Pero ay, su pasión nace entre el odio, pues sus familias, los Montesco y los Capuleto, son enemigas juradas. Desafiando el destino, se aman en secreto y juran estar juntos sin importar las consecuencias. Entre encuentros furtivos y promesas ardientes, su amor crece como llama indomable… ¡Mas el mundo no perdona a quienes osan desafiar sus reglas! ¿Qué les deparará su valentía? ¡Solo el desenlace lo dirá!

El Teatro Nacional Chileno presenta "Romeo y Julieta" en una versión que adapta el clásico de Shakespeare a través de un lenguaje contemporáneo, sin perder la esencia poética de la obra. La puesta en escena combina elementos tradicionales con una estética actual, destacando el trabajo de las actrices y actores que además estarán a cargo de la ejecución musical; y una escenografía que refuerza los contrastes entre los mundos de los Montesco y los Capuleto.

Así los amantes prohibidos en medio de la rivalidad familiar, exploran las tensiones y decisiones que marcan su destino. Esta adaptación que cuenta con el financiamiento de Línea de Apoyo a Teatros Universitarios a cargo de los elencos de las Universidades Públicas de Chile del Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio, pone en escena un clásico universal que nos da la oportunidad de descubrir y reinterpretar las historias de los conflictos humanos esenciales como el amor, el poder, la traición y la lucha por la identidad.


Crítica de Teatro: Romeo y Julieta encara la violencia y el tiempo al ritmo de la música y del amor.

Leopoldo Pulgar
Periodista colaborador de Cultura en BioBioChile.
Sábado 05 julio de 2025 





Un intenso aire adolescente y juvenil recorre la versión teatral que de Romeo y Julieta hizo el Teatro Nacional Chileno (TNCH) de la Universidad de Chile.


Intenso en el accionar escénico, donde el pulso musical estimula cuerpos y palabra, como también suficiente en su densidad poética, popular y artística para dar cuenta de un clásico universal capaz de cruzar el tiempo y la distancia, y mantenerse vigente.
Esta vez, cambiando lo que hay que cambiar, conserva y proyecta los valores y contradicciones más esenciales de los seres humanos que Shakespeare sintetizó en esta tragedia que protagonizan adolescentes que no se someten a lo establecido.
Romeo y Julieta muestra a dos enamorados con sus corazones completamente abiertos a la intemperie afectiva. Amor y fragilidad que colisionará de manera directa con la violencia del poder, del odio y del sin sentido que manipulan Estado, familias y personas.
Él (Kai Berg), un adolescente fuerte, atrapado en un sentimiento sublime que lo arrolla y aleja de la vida real.
Ella (Konstanza Villalobos), una niña que no esconde sus 14 años de edad, decidida, consciente y con iniciativa. Ambos dejan en escena una sólida y sincera sensación de credibilidad y una estela de firmeza en su desempeño.
En esta propuesta que tiene aristas de gran producción escénica, lo musical y sonoro es el líquido amniótico que envuelve el amplio universo popular que la obra construye con la dirección de Cristián Keim.
Un perfil que se desarrolla con canciones y letras propias, lo instrumental interpretado en vivo por el elenco, baile y coreografías asociadas a la danza. Son recursos que, instalados de manera permanente e incidental, describen la fisonomía artística y contemporánea de esta versión.
También forman parte de este universo lenguajes que cohabitan en alusión a diversos estratos socio-culturales. Uno, popular, sencillo, cotidiano y cercano, y otro más tradicional.
Aquí es fundamental el trabajo del dramaturgo Tomás Henríquez: su objetivo como dramaturgista fue acercar el texto al público actual, mediante un lenguaje con las formas y usos del habla de hoy, manteniendo la carga poética original.

Batalla del amor.

El universo que envuelve la historia en esta versión de Romeo y Julieta se asemeja a la fluidez de un líquido en los vasos comunicantes. Todo lo que ocurre como consecuencia del accionar de una familia se nivela con una respuesta del mismo rango y volumen.
A la agresión se suma la venganza; al insulto, una réplica despreciativa; al odio se responde con la muerte… De este modo, se equilibra el sistema social, pero como la presión que se ejerce es creciente, el estallido será inevitable.
En tanto, el amor de Romeo y Julieta sigue su marcha paralela, estimulada por la revolución biológica que viven sus cuerpos, el deslumbramiento frente a la belleza y el deseo de elevarse de la rutina y sentimientos inútiles y no ser subsumidos por el poder del Estado y de las familias.

Lo erótico y servil.

Entre las opciones de esta versión, lo erótico también tiene un espacio, acotado, pero bien marcado, en escenas que protagonizan personajes juveniles en diferentes niveles, enfrentamientos y diálogos.
Esta arista proviene del trabajo del dramaturgista Tomás Henríquez al acoger aspectos que destacó la traducción de Pablo Neruda para el Romeo y Julieta que escenificó la compañía de la Universidad de Chile, en 1964, una de las tres versiones de la obra que tuvo a la vista durante los estudios comparativos que hizo.
La versión 2025 del TNCH también muestra que las archienemigas familias Montesco y Capuleto utilizan todo su poder en contra de la otra cada vez que convergen en algún sitio, lo que resulta lógico y comprensible.
Pero que sean los criados los más grandes defensores de la apariencia, riqueza y honor de su amos o patrones es mucho más impactante. Aunque sea incomprensible, más de cuatro siglos después que Shakespeare registrara en la obra esta conducta, el servilismo todavía se manifiesta y reproduce en la sociedad actual. Tal es la vigencia de este clásico del teatro universal.



Como ha dicho el dramaturgista, lo que originalmente propone la obra se actualiza haciendo que “las ideas puedan cambiar de forma, pero su sentido prevalece”.
Con la dirección de Cristián Keim, el elenco permanece casi los ciento diez minutos de la obra en escena, ocupando las sillas instaladas a ambos lados del escenario, como protagonistas y testigos de la historia.

También algunos actores y actrices ejecutan instrumentos a un muy alto nivel, compartiendo el espacio con los músicos que interpretan el material del compositor Alejandro Miranda.
Ya se había mencionado que la obra se mueve al ritmo del pulso musical. Sin embargo, es en la fiesta de los Capuleto donde eclosiona la estética contemporánea, a través de las melodías latinoamericanas que se interpretan y bailan.
Este ambiente de discoteca y baile de máscaras aporta momentos extendidos, con su cuota de humor, distensión y peligro, por la presencia de un Montesco en la casa enemiga, sin ser invitado. También es el escenario donde se conocen Romeo y Julieta, y se intensifica su pasión amorosa.

Como parte de diseño integral de esta producción, a cargo de Isidora Páez y Kristian Orellana, el vestuario ha acapara especial atención. Incluso, se percibe que a Romeo se le vistió pensando en la cultura gitana y/o rocanrolera.

También es positiva la valoración de las coreografías, en especial durante las escenas de peleas grupales, a cuya dinámica precisa y vital se agregan algunas reacciones de gran violencia, como cuando Romeo venga a su amigo Mercucio.

En conjunto, convocan, actualizan y dan energía vital contemporánea a este Romeo y Julieta, por lo que no es raro que el montaje sea percibido por realizadores y público como un concierto teatral.
La versión 2025 del texto de Shakespeare, escrito en 1597, provoca reacciones en el mundo feminista, por el machismo de algunas alusiones respecto del sexo y las mujeres, expresadas en contextos masculinos y de las costumbres.
Aunque pertenecen a un texto original que no se puede censurar, también forman parte de una obra que “hay que interrogar desde el presente”, han dicho los realizadores, y a un conjunto valórico en el que predomina la idea del amor.
En realidad, Romeo y Julieta está en cartelera para hablar de solidaridad y respeto al otro, en tiempos del brutal genocidio en Gaza a manos de Israel y de una sociedad chilena y planetaria, dividida por quienes se sienten pertenecer a una raza superior.



Compañía Escuela Teatro Q (1983-1992)

Romeo y Julieta (1987)

Hemos contado con el apoyo de la gente del barrio; sin esas personas, Romeo y Julieta no habría sido posible. Además, se ha incorporado al público a nuestra forma de hacer teatro. Ellos son espectadores al más puro estilo del teatro renacentista. El teatro de la época era muy participativo, la gente no solo observaba, sino que podía expresar sus opiniones, conversar e, incluso, actuar

(Cuevas, Juan, citado en Muñoz, Juan Antonio. "Jóvenes actores para drama de jóvenes". El Mercurio, suplemento Wikén, 13 de marzo de 1987, p. 6)

Con motivo de los 400 años del nacimiento de William Shakespeare (1564-1616), en el año 1964, el Teatro de la Universidad de Chile encargó al poeta Pablo Neruda (1904-1973) la traducción del clásico Romeo y Julieta, obra que se montó por primera vez ese mismo año bajo la dirección de Eugenio Guzmán (1925-1988). Posteriormente, en el año 1978, esta obra fue puesta en escena por la compañía Teatro Itinerante, dirigida por Fernando González (1939). El 13 de marzo de 1987, la Compañía Escuela Teatro Q estrenó su propia adaptación callejera del texto traducido por Neruda. Este montaje se llevó a cabo en las afueras del Teatro Huemul, ubicado en la calle Bío Bío 1367, en el barrio Franklin.

Las innovaciones del montaje del Teatro Q fueron reconocidas por la prensa del tiempo, especialmente, la participación de la comunidad en la puesta en escena y el uso de la fachada del "antiguo teatro Salón de Conferencias (…). La bella arquitectura del edificio aporta el clásico balcón y sirve de iglesia, cripta y palacio de los Capuletos. El jardín es el salón de bailes" (Muñoz, Juan Antonio. "Jóvenes actores para drama de jóvenes". El Mercurio, suplemento Wikén, 13 de marzo de 1987, p. 6).

En este sentido, para Eduardo Guerrero el montaje de Romeo y Julieta era la expresión de un trabajo estético, político y social que, a partir del "texto de Shakespeare-Neruda", permitió que "unos jóvenes actores hablen de amor, hablen de rivalidad de dos familias veronesas (Montescos y Capuletos), hablen de sus propias inquietudes juveniles -un hablar, en estos términos, es un hacer- y, fundamentalmente, condicionen este acercamiento de la obra a un espacio nuevo, un espacio casi inusual en la historia de nuestro teatro. Por esto mismo todos estos elementos conforman en esencia el planteamiento básico de este montaje: hacer de este espacio callejero, con todas sus dimensiones acotadas por el juego escénico, un lugar de encuentro de una 'cultura popular', un lugar donde la gente se sienta partícipe, directa e indirectamente, de las situaciones dramáticas planteadas" (Guerrero, Eduardo. "Romeo y Julieta". El Mercurio, 28 de marzo de 1987).




Verona es una ciudad italiana ubicada en la región de Véneto y capital de la provincia homónima. Es la duodécima ciudad más poblada del país, con 258 031 habitantes, y un dinámico centro económico. Está rodeada de colinas y atrapada por un meandro del río Adigio, a unos 30 km al este del lago de Garda.
Con la conquista del valle del río Po, alrededor del 300 a. C., el territorio quedó bajo la República romana. La ciudad se convirtió en colonia romana en el año 89 a. C. y municipium en el 49 a. C. Posteriormente se convertiría en un importante objetivo de los ostrogodos, lombardos y francos.
En tiempos de los romanos era punto de encuentro de cuatro vías consulares: la vía Gallica, la vía Augusta, el Vicum Veronensium y la vía Postumia.
En el siglo XII el Comune libre de Verona formó parte de la Liga Lombarda, que se opuso victoriosamente al emperador Federico I Barbarroja.
En el siglo XIII se afirmaron las señorías. La primera fue la de Ezzelino da Romana. Pero el apogeo de la ciudad coincidió con la señoría de los Scaligeri, que gobernaron por delegación del emperador durante aproximadamente un siglo, desde 1260 con Mastino I della Scala hasta 1387. La señoría scalígera se caracterizó por el bienestar económico y político y patrocinó realizaciones artísticas importantes.
El 24 de junio de 1405, los ciudadanos de Verona enviaron una delegación de cuarenta personas a Venecia para entregar las insignias de la ciudad al dux y jurar lealtad a la República de Venecia .

Verona es el escenario de la comedia de William Shakespeare llamada Los dos hidalgos de Verona, pero sobre todo es el lugar donde acontece la historia de Romeo y Julieta, que hizo famosa universalmente a la ciudad. Aunque la primitiva versión de la historia se desarrollaba en Siena, no en Verona — el cambio fue hecho en la obra de Luigi da Porto Historia novellamente ritrovata di due Nobili Amanti (La Historia nuevamente relatada de dos nobles amantes). En memoria de la obra de Shakespeare, uno de los palacios de la ciudad recibe hoy el nombre de Casa de Julieta.

Página de título de la primera edición de la Historia novellamente ritrovata , 1530-31


Luigi Da Porto (Vicenza, 1485-ibídem, 10 de mayo de 1529) fue un escritor italiano, más conocido como el autor de la Novella novamente ritrovata, donde aparece la historia de Romeo y Julieta, más adelante usada por William Shakespeare para su famosa obra de teatro.
Da Porto escribió la novela en su villa en Montorso Vicentino cerca de Vicenza antes de junio de 1524. El título del libro era Historia novellamente ritrovata di due nobili amanti (Historia novelada de dos nobles amantes), publicado póstumamente en Venecia hacia 1530-1531 y dedicada a su mentor Pietro Bembo.
El origen de la historia de los dos amantes desafortunados puede que no sea exactamente suyo pues posiblemente Da Porto tomó la inspiración de un cuento de Masuccio Salernitano, llamada Mariotto e Ganozza, e introdujo muchos elementos modernos recogidos después también en el drama de Shakespeare. Da Porto situó la historia en Verona, una ciudad estratégica para Venecia, en la época de Bartolomeo della Scala (1301–1304). Creó los nombres de Romeus (más tarde Romeo) y Giulietta (pronto Julieta) y también los personajes de Mercutio, Tybalt, Fray Lorenzo y Paris.


Dos de los personajes más famosos de la literatura europea y universal, Romeo y Julieta, vieron la luz en Venecia hacia 1530 en un relato titulado Historia novellamente ritrovata di due nobili amanti. Su autor, Luigi da Porto, muerto en 1529, había sido un militar veneciano, natural de Vicenza, que al parecer habría escrito su narración hacia 1524 durante una convalecencia. La obra tuvo cierto éxito pues volvió a aparecer impresa en 1535 y, otra vez, retocada por el hermano del autor y con el título de La Giulietta, en sus Rime de 1539 junto con otras composiciones en verso.
De acuerdo con el relato de Luigi da Porto, los “due nobili amanti” son Romeo Montecchi y Julietta Cappelletti y su historia transcurre en la época de Bartomeo della Scala, es decir, entre 1300 y 1304. En su conjunto, los acontecimientos básicos -el odio de las dos familias que imposibilita el amor de los jóvenes, el engaño urdido por Julieta para reunirse con su amante y la muerte final de los dos enamorados- ya se presentan en esta versión de forma similar a como serán planteados por William Shakespeare sesenta años después.
 Ahora bien, da Porto había tenido en cuenta otros textos anteriores para contruir su relato. La localización en Verona, por ejemplo, procedería, según el autor, de un compañero de armas que le habría contado la tradición de Romeo y Julieta como una leyenda local. Sin embargo, los apellidos familiares remiten a un precedente de mayor trascendencia literaria: la Divina Comedia de Dante. Concretamente, en los versos 106-109 del canto VI del Purgatorio leemos:
Vieni a veder Montecchi e Cappelletti,

Monaldi e Filippeschi, uom sanza cura:

Color già tristi, e questi con sospetti!
Contra lo que podríamos esperar, la alusión dantesca a estos Montecchi y Cappelletti “già tristi” no parece tener nada que ver con historia de amor alguna. En su contexto, los versos anteriores se incluyen en una sentida invectiva del poeta florentino contra las desgracias políticas de la Italia de su tiempo y, más en concreto, contra los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos que impedían que los italianos formaran un ente político único bajo el gobierno del emperador Alberto de Habsburgo. 
Hasta tal punto la alusión de Dante no tiene nada que ver con problemas entre familias de Verona que la crítica más moderna ha descubierto que solo los Montecchi vivían en esa ciudad en la época de Dante. En cambio, los Cappelletti, sus enemigos políticos, eran de Cremona. Así pues, la precisión de Luigi da Ponte de que los acontecimientos ocurrieron históricamente durante el gobierno de Bartolomeo della Scala no demuestra un detallado conocimiento de las guerras civiles del siglo XII sino un profundo interés por la obra de Dante. Da Porto aprovechó los apellidos que le ofrecía el autor de la Divina Comedia para dotar de pedigrí histórico y literario a su relato.

En cuanto al argumento, Luigi da Ponte no tuvo necesidad de remover historias tan antiguas. Se limitó a echar mano de una de las recogidas por Masuccio Salernitano en Il Novellino, una colección de cincuenta novelas publicada en 1476. Allí, la tercera novela de la cuarta parte, es decir, la XXXIII, lleva el siguiente encabezamiento :
  “Mariotto senese, innamorato di Gianozza, come omicida se fugge in Alessandria; Gianozza se finge morta, e da sepoltura tolta va a trovare l´amante ; dal quale sentita la sua morte, per moriré anche luí, ritorna a Siena, e conosciuto é preso e tagliatagli la testa. La donna nol trova in Alessandria, ritorna a Siena, e trova l'amante decollato e leí sopra il suo corpo per dolore se more." 
El propio resumen nos ofrece datos relevantes que marcan la diferencia con la novelita de da Porto: carece de importancia el entorno familiar, los protagonistas se llaman Mariotto y Gianozza, la acción transcurre en la Toscana y el amante muere decapitado por la justicia.

De lo anterior concluimos, pues, que la principal labor de Luigi da Porto fue trabar en una única una narración los dos temas esenciales que dan personalidad literaria a Romeo y Julieta. Por un lado, la historia de amor de los dos protagonistas, con el desafortunado engaño que les lleva a la muerte y, por otro, la historia del odio entre las dos familias como trasfondo histórico de la trágica relación entre los jóvenes.

Si el mérito de la creación de Romeo y Julieta se debe a Luigi da Porto, el de la difusión de su tragedia por toda Europa ha de otorgársele a otro escritor italiano un poco posterior, el dominico Mateo Bandello.[1] Mientras que la novelita de da Porto resulta una pieza narrativa aislada y de poca trascendencia literaria en su momento, la magna obra prosística de Bandello puede considerarse en su campo una de las más exitosas producciones literarias europeas de todo el siglo XVI. Se trata de las 214 narraciones que formaron sus Novelle, publicadas en tres volúmenes en Lucca en 1554 y un cuarto en Lyon en 1573. Dejando aparte la gran cantidad de otros argumentos bandellianos que se hallan detrás de obras de teatro famosas de la época, desde Mucho ruido y pocas nueces de Shakespeare hasta La duquesa de Malfi en las versiones de John Webster y de Lope de Vega o La dama duende de Calderón, en relación con Romeo y Julieta, debemos remitirnos a la novena novela de la segunda parte de la edición de 1553, donde Bandello adapta el relato de Luigi da Porto con el título de La sfortunata morte di dui infelicissimi amanti che l'un di veleno e l'altro di dolore morirono, con varii accidenti.

En cuanto al argumento, no hay diferencias relevantes entre ambas versiones: las dos familias enfrentadas son veronesas, la acción transcurre en la época de Bartolomeo della Scala y en el episodio final Julieta se deja morir de amor. En cuanto a la estructura narrativa, los cambios son más interesantes. El de Romeo y Julieta solo es uno más entre 214 relatos hilvanados en una estructura novedosa, al menos en relación con su más famoso precedente, el Decameron de Boccaccio. Las Novelle de Bandello no están englobadas dentro de una cornice o marco narrativo general sino que cada una de ellas va precedida de un envío particular e independiente. 
En el caso que nos ocupa, la novela va dirigida a un médico famoso, Girolamo Fracastoro, al que el autor informa de que, durante una estancia en las termas de Caldiero, “il capitano Alessandro Peregrino narrò una pietosa istoria che in Verona al tempo del signor Bartolomeo Scala avvenne, la quale per il suo infelice fine quasi tutti ci fece piangere”.
Al parecer esta estructura responde a un hecho real: Bandello habría ido enviando durante años a sus conocidos estas narraciones como presentes literarios, y la publicación final de todas ellas, en la etapa última de su vida, cuando ya era obispo de Agen en Francia, no sería más que una recopilación de todos esos envíos. De este modo, aunque la obra carece de la imponente composición literaria del Decameron o del Heptameron de Margarita de Navarra -editado en 1558 por la misma persona que traducirá al año siguiente al francés a Bandello, Pierre Boaistuau-, las Novelle de Bandello se presentan como una magna recopilación de relatos, en torno a 50 en cada volumen, que nada tiene que ver, como libro, con el precedente de da Porto. Romeo y Julieta son, en ese momento, una pequeña veta trágica en esa inmensa mina de relatos de entretenimiento.[2]

 Al estar escritas en italiano por un escritor reconocido, las Novelle podían ser fácilmente utilizadas como fuente de motivos literarios por cualquier escritor culto europeo, y lo fueron, en efecto, no solo a través de la lectura directa del original italiano sino también gracias a varias traducciones, que son, en realidad, auténticas adaptaciones.
 La primera y más importante de ellas es la que llevan a cabo dos escritores franceses que publican conjuntamente: el ya citado Boaistuau y François de Belleforest. Ambos dan a la imprenta una colección de dieciocho relatos de Bandello, entre los que se encuentra el de Romeo y Julieta. Son las Histoires tragiques extraictes des oeuvres italiennes de Bandel, publicadas en París en 1559. Boaistuau solo tradujo las seis primeras, con la de Romeo y Julieta en el tercer lugar; las doce siguientes son de François de Belleforest, que en años siguientes continuaría publicando más traducciones y adaptaciones de relatos de Bandello y de otros autores famosos.

    Siguiendo a su original, el título de Boaistuau dice:
  “Histoire troisieme de deux Amans, dont l´un mourut de venin; l´autre de tristesse” y de hecho, en el “Sommaire” que precede a la novela, el traductor insiste en que el texto tiene como objeto mostrar que en algunas personas ”les furieuses flâmes du trop ardent amour” pueden provocar que “l´esprit succombant  au faiz quitte la place a la vie”.
 Sin embargo, en el episodio de la cripta, Juliette Capeliet –el apellido sigue siendo el original-   “aiant tiré la dague que Rhomeo avoit ceincté à son costé se donna de la poincte plusieurs coups au travers du coeur”. Esta sangrienta versión de la muerte de Julieta va a convertirse en una innovación trascendental, al hacer de la protagonista una suicida, algo que no era en el relato original pero que se va a generalizar en muchas de las versiones de la historia a partir de este momento... [E. G.]

[1] .- Sin embargo, la primera vez que el tema de Romeo y Julieta cruza los Alpes lo hace en una adaptación francesa de la novela de Luigi da Porto llevada a cabo por Adrian Sevin en 1542, inserta en una dedicatoria a la condesa de Saint-Aignan. Es lo que podríamos llamar la Novela de Burglipha y Halquadrich, pues tales son los extraños nombres que se les da a Julieta y a Romeo en el texto de Sevin.

[2] .- La versión de Bandello de la novela de Luigi da Porto no es la única que se redacta en Venecia por entonces. Podemos mencionar también: L’infelice amore de i due fedelissimi amanti Giulia e Romeo scritto in ottava rima, de Gherardo Boldieri, Venecia, 1553. Pero no parece que este poema haya ejercido ninguna influencia notable en la evolución literaria posterior del motivo de los dos amantes.


ciudad


No hay comentarios:

Publicar un comentario