Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

viernes, 16 de septiembre de 2016

273).- Sergio Miranda Carrington; José Pérez Calaf; Hugo Zepeda Coll; Jenaro Prieto Letelier


 Paula Flores Vargas; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir;   Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig;

  • Sergio Ivan Miranda Carrington
  • SERGIO ESTEBAN FELIPE MIRANDA RENDIC
  • José Luis Pérez Calaf
  •  Hugo Zepeda Coll
  • Jenaro Osvaldo Prieto Letelier 

 
Sergio Ivan Miranda Carrington
SERGIO ESTEBAN FELIPE MIRANDA RENDIC

 
Sergio Miranda Carrington


Subsecretario del Trabajo de Chile
3 de noviembre de 1952-1953
PresidenteCarlos Ibáñez del Campo
PredecesorArturo Escudero Otárola
SucesorÓscar Herrera Palacios


Presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile
marzo de 1948-diciembre de 1948[
PredecesorGustavo Lagos Matus[
SucesorAngel Fernández Villamayor[

Información personal
Nacimiento13 de marzo de 1927 
Valparaíso (Chile) 
Fallecimiento8 de enero de 2013  (85 años)
Santiago de Chile (Chile) 
NacionalidadChilena
ReligiónCatolicismo 
Características físicas
OjosAzul claro 
Familia
PadresRogelio Miranda Gaete
Olga Carrington Morton
CónyugeKsenia Rendic Soler
Hijos3
Educación
Educacióndoctor en ciencias jurídicas 
Educado en
  • Instituto Nacional 
  • Universidad de Chile (Abogado; 1946-1952)
  • Universidad de Múnich (Doc. en Derecho penal; 1959-1960) 
Tesis doctoralIdeario político de José Antonio Primo de Rivera (1952)
Supervisor doctoralJorge Hübner 
Alumno deJorge Hubner y Alamiro de Ávila
Información profesional
OcupaciónAbogado, político y escritor 
ÁreaDerecho penal
EmpleadorPontificia Universidad Católica de Chile (1957-1996) 
MovimientosNacionalismo chileno, nazismo, fascismo y pinochetismo 
Partido político
  •  Partido Conservador (1945-1949)
  •  Partido Conservador Tradicionalista (1949-1953)
  •  Partido Nacional (1966)
  •  Avanzada Nacional (1983-1990)
AfiliacionesGrupo Tacna (1970-1974)
Distinciones
  • Premio Nacional de Periodismo 


Fotografía 

Tuve la suerte de conocer a este distinguido profesor, y verdadero maestro, don Sergio Miranda Carrington, cuando estaba cursando derecho en la Universidad Bernardo O"Higgins, durante la década del 2000,  fue mi profesor catedrático de derecho penal; También se distinguió como un abogado penalista.

 "Si las cosas siguen como siguen, esto habría sido la mayor contrariedad de mi historia profesional", decía  don Sergio Miranda en una entrevista a la prensa de junio de 1995, cuando su cliente, el general don Manuel Contreras, ex director de la DINA, se hallaba internado en el Hospital Naval de Talcahuano, en "rebeldía", luego que la Corte Suprema lo condenara a prisión por el homicidio de Orlando Letelier.
Pero aunque su rol como defensor de Contreras en el caso del ex canciller de la Unidad Popular le dio gran notoriedad, la trayectoria pública del egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile -fallecido a la edad de 85 años- comenzó mucho antes.

Fue el menor de siete hermanos presidió el Centro de Alumnos de Derecho de la Universidad de Chile, se especializó en derecho penal -cátedra que dictó por más de 40 años en la Pontificia Universidad Católica de Chile- y fue subsecretario de  Salud,   durante la  Presidencia de don Carlos Ibáñez del Campo. También incursionó en política: como presidente del partido Avanzada Nacional llamó a votar por el Sí en el plebiscito de 1988.
Su trayectoria en el derecho penal lo llevó a litigar en casos de gran repercusión pública, como el "tacnazo" protagonizado por el general Roberto Viaux, la acusación contra Mario Santander por el homicidio de Alice Meyer y el propio caso Letelier.


Biografía del diario. 

Casado con doña KSENIA ADRIANA KATE RENDIC SOLER , tuvieron tres hijos: don JOSÉ ANTONIO FELIPE MIRANDA RENDIC, don SERGIO ESTEBAN FELIPE MIRANDA RENDIC, don FELIPE CORNELIO MIRANDA RENDIC. Uno de sus hijo don Sergio  Miranda Rendic, es Abogado, y  fue  ayudante de cátedra de derecho penal en la Universidad Bernardo O Higgins.

Esta enterrado en cementerio Parque del Recuerdo de Santiago, su misa de difunto fue en la iglesia Sagrada Familia, ubicado en Los Misioneros 2176, Pedro de Valdivia Norte, comuna de Providencia.

Obras publicadas.


Don Sergio Miranda Carrinton, público los siguientes libros: 


Recuerdos de la Guardia de Hierro por Sergio Miranda Carrington. Autor, 1969. (ZZA5) - Madrid - Contiene 469 páginas.
Ideario político de José Antonio Primo de Rivera por Miranda Carrington, Sergio. 1953.

Miranda  Carrington, Sergio,  Homenaje a  los veinte  años  del  Nazismo chileno,  5 de Septiembre 1938, 5 de Septiembre de 1958 (Santiago 1958).  Citado  en “Nazismo en Chile: un particular tipo de fascismo en Sud América”.

 Temas que gustaban:

A don Sergio Miranda  Carrington le gustaba los temas históricos, como la historia de los Cataros, (o albigenses), un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo XI, y logró arraigar hacia el siglo XII​ entre los habitantes del Mediodía francés, especialmente en el Languedoc, donde contaba con la protección de algunos señores feudales vasallos de la corona de Aragón; y  los juicios de las brujas,  que ocurrió en Europa Central  durante  la Edad Moderna; 




SERGIO ESTEBAN FELIPE MIRANDA RENDIC

Comentario de la prensa escrito por don  Sergio Miranda Carrington.

La muerte del dictador Tito
MUERTE DE TITO
"El Mercurio", Santiago de Chile, Miércoles, 14 de Mayo 1980.

Señor Director:
Cuatro Reyes, más de 30 Jefes de Estado y Primeros Ministros y 300 funcionarios de más de 100 países asistieron a Belgrado para rendir homenaje a Tito. Loas plañideras en todas las latitudes sirvieron de marco a los funerales.
José Broz (alias "Tito") fue uno de los más tenaces y exitosos luchadores para implantar el marxismo-comunismo en el mundo. Todo comunista debe estarle reconocido. Reclutante y combatiente de las Brigadas Rojas internacionales; opresor del pueblo croata y exterminador de sus mejores hombres; verdugo de monseñor Stepinac y perseguidor de los católicos; conculcador de toda forma de libertad; en definitiva, sólo discrepó de los rusos en la técnica o procedimiento para mejor imponer el marxismo.
En noviembre de 1976 fueron sepultados los restos mortales del general Francisco Franco, la más limpia espada de Occidente. Entonces sólo nuestro Presidente Pinochet y un monarca árabe tuvieron el valor moral, el coraje y la consecuencia para dar testimonio con su presencia en Madrid.
Cuando se comparan las reacciones ante estos dos hechos, pocas esperanzas pueden quedar sobre la capacidad moral de Occidente para sobrevivir.
Sergio Miranda Carrington


 

"CARLOS ALBERTO SACHERI"
por Sergio Miranda Carrington
(Extractado de la revista ORDEN NUEVO, número 8, pag. 13, abril de 1975

Conocí personalmente a Carlos Alberto Sacheri a fines del año 1973, aunque sus escritos me eran familiares desde mucho antes. En esos días, llenos de emoción y honor para los chilenos, algunos nacionalistas argentinos y uruguayos, pertenecientes principalmente a "Paxinter" de Argentina y Azul y Blanco de Uruguay, más figuras altamente representativas de este último país, se reunieron cerca de Punta del Este, en una aislada Hostería, por cinco apretados días para analizar problemas, principalmente uruguayos, pero también comunes para todo el nacionalismo iberoamericano.
Concurrí especialmente invitado, porque había interés grande en conocer detalles de la liberación de Chile del marxismo. Creo que en pocos lugares del mundo se prodigaron más clamorosos aplausos a nuestra Junta Militar.
Recuerdo aquellos días uruguayos con emoción y gratitud. Pero, la huella más honda me produjo el conocimiento del Dr. Martín Gutierrez, joven y brillante líder del nacionalismo uruguayo y de Carlos Alberto Sacheri que encabezaba la delegación argentina. Sacheri merecería un libro y seguramente lo tendrá. Pero, más que de sus obras y de su inmensa influencia en los medios itelectuales argentinos, prefiero recordar un último domingo de aquel encuentro.
Temprano, en la mañana, partimos caminando justo por la línea donde las olas se desdibujan y mueren, esquivando más de una demasiado irregular. Durante tres días habíamos intervenido en diálogos comunes y ambos entendimos, tácitamente que teníamos mucho que hablar a solas. Fueron casi cuatro horas, hasta Punta del Este, ida y vuelta. Uno de esos diálogos apretados, en que se habla de todo y se pasa de un tema a otro sintiendo que queda una barbaridad por decir. Desde Esparta a las Encíclicas; la historia de Chile, que conocía perfectamente; las inmoralidades de Allende; el incierto futuro político de Argentina; el estado de sus Universidades; la necesidad de "repensar" el nacionalismo después de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial; el imperativo de dominar la técnica y la economía para nuestras ideas comunes... en fin, cuando nos separamos para reintegrarnos a una reunión plenaria, nos pareció a ambos que no habíamos empezado siquiera a hablar.
En la tarde de aquel mismo domingo brillante, con un mar sereno, luminoso, que parecía irradiar sol a pocos metros de nosotros, bajo un arbol gigantesco y tendidos sobre una yerba de esas que se leen pero que rara vez existen, tuvios una nueva reunión, esta vez por inicitiva de Martín Gutierrez, quien se las ingenió para obtenernos reemplazos en nuestras respectivas Comisiones.
Martín Gutierrez es inteligencia, entusiasmo y ardorosa energía, hombre que proyecta el nacionalismo hacia el plano mundial. Ambos, Sacheri y Gutierrez con inmenso amor a Chile, con admiración que les hacía repetir constantemente que seríamos ejemplo para el mundo. La calma serenidad de Sacheri, con un ademán algo triste de alguna forma me recordaba lo que se dice de José Antonio Primo de Rivera. Ambos pensaban que Santiago de Chile debía convertirse en la capital espiritual del nacionalismo iberoamericano. Sacheri queria que se empezara instalando en Chile una Secretaría de Informaciones Nacionalista, que nos sirviera a todos los que en este continente luchamos por nuestras respectivas Patrias, para saber al menos con quien "se podía contar" en cada país.

Nos separamos ilusionados y fortalecidos, pensando que más de un cuarto de siglo de lucha nacionalista que cada uno llevaba a cuestas, no había sido en vano.
El día lunes 23 de diciembre de 1974 recibí una tarjeta de saludos de Carlos Alberto Sacheri. Decía: "Felicidad y Paz, bajo la bendición de Jesucristo y la Virgen María". Me prometí que retribuiría sus deseos con una carta larga. Esa misma tarde leí en un diario de Santiago que había sido asesinado en la mañana del sábado 21.
Algo más. Veinte días antes, su eficaz colaborador, nuestro comun amigo Raul Di Carlo, Secretario de "Paxinter" había venido a Chile. Como otras veces, conversabamos largamente en mi casa. En un momento, muy concreta y expresamente le interrogué acerca de si no temían, con la inseguridad que la vida había ido adquiriendo en Argentina, que el marxismo atentase contra la vida de Carlos Alberto Sacheri. Raúl Di Carlo contestó afirmativamente. Tomamos precauciones, aunque no muchas, dijo. Por ejemplo, nunca llegamos directamente a nuestras casas. Los que tienen automóviles los dejan a distancia. En cuanto a Carlos Alberto, él die que tiene "guardaespaldas", pero nosotros sabemos que es una ironía y que no se cuida en lo más mínimo.
Así fue. Aquel sábado 21 de diciembre, al regresar a su casa, de vuelta de misa, con su mujer y sus hijos (tenía siete) le alcanzó en plena frente un tiro del marxismo asesino. Creo que sólo contaba con 42 años.
Hubiese querido para Carlos Alberto Sacheri, figura principal del nacionalismo argentino, palabras grandiosas. Una oda de Píndaro o un discurso fúnebre de Bossuet. Tengo demasiada tristeza para ello.
Pienso en José Antonio Primo de Rivera, a quien físicamente se parecía y mucho también en el espíritu: "Para nosotros, la muerte es un acto de servicio".



retorica y sergio miranda carrington


 
 José Luis Pérez Calaf





(Santiago, 21 de marzo de 1961) es un abogado constitucionalista chileno. Desde el 21 de enero de 2016​ ejerce como fiscal regional Metropolitano Occidente. Es abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y cursó el magíster de derecho público con mención en derecho constitucional en la misma casa de estudios.
Ha cursado además un diplomado sobre la Reforma Procesal Penal en la Universidad Andrés Bello (UAB) y diversos programas de especialización en materia de persecución penal en la Academia Judicial.

Trayectoria profesional

Se desempeñó en diversos cargos al interior del Poder Judicial, siendo los más relevantes como relator de las cortes de Apelaciones de Concepción y San Miguel y asimismo en la Corte Suprema, siendo su último cargo el de juez del 12° Juzgado del Crimen de Santiago, al que renunció para incorporarse al cargo de Fiscal Regional de la Región de O'Higgins (2003). Durante su periodo como Fiscal Regional implementó la Reforma Procesal Penal en esa región. Estuvo a cargo de la investigación de casos emblemáticos, como el homicidio del empresario de Malloa, Luis Francisco Yuraseck en 2005,​ y la investigación en contra de Tur Bus por su responsabilidad en el accidente que dejó 26 muertos, al caer una máquina de la empresa a las aguas del río Tinguiririca, en mayo de 2006.
Ejerció luego ocho años como litigante en la reforma procesal penal, impartiendo además la cátedra de Derecho Procesal Penal y Litigación Oral en la Universidad Santo Tomás (UST).​
En diciembre de 2015 es nombrado como Fiscal Regional de la Región Metropolitana de Santiago, asumiendo en enero del año siguiente en reemplazo de Solange Huerta.




 Hugo Zepeda Coll



 

(Santiago, 2 de junio de 1936) es un abogado, teólogo, exsacerdote, profesor universitario y político chileno. Fue diputado por dos periodos consecutivos desde 1961 a 1969.

Biografía

Es hijo de Hugo Zepeda Barrios y Ana Coll Juliá. Desde temprana edad manifestó un gran interés por las funciones políticas que desempeñaron su padre y su abuelo Gonzalo Zepeda Perry y simultáneamente por los misterios y sucesos del mundo religioso y teológico.
Realizó sus estudios primarios en la Escuela Nº 1 de Coquimbo y los secundarios en el Liceo de Hombres de La Serena y en el Internado Nacional Barros Arana. Luego de finalizar la etapa escolar ingresó a la Universidad de Chile, donde estudió Derecho egresando en enero de 1959.Ulteriormente, se dedicó a la labor docente, desempeñándose como profesor de Historia y Geografía en el Liceo Co-educacional de Coquimbo y como profesor de Legislación Social en la Escuela Técnica Teresa Videla de González de La Serena.
Actualmente ejerce como profesor universitario en las asignaturas de Filosofía del Derecho y de Ética Económica y Financiera en la Universidad Finis Terrae, en la Universidad Andrés Bello, en la Universidad San Sebastián, en la Universidad Central y en la Universidad Santo Tomás, entre otras. Es director de la Fundación Presidente Balmaceda.

Posee varias publicaciones en su especialidad, y durante las últimas décadas ha participado como académico en múltiples seminarios, dictando charlas y conferencias, como asimismo es panelista y comentarista invitado en numerosos
programas televisivos y radiales de nuestro país.
Abogado, Universidad de Chile

Vida política y social

Inició sus actividades políticas ocupando diversos cargos en la Juventud del Partido Liberal asumiendo como Consejero Nacional en representación de la provincia de Coquimbo desde 1955; de vicepresidente de la Juventud Liberal entre 1958-1959 y presidente del Grupo Universitario Liberal entre 1956-1967. Asumió como director de la Federación de Estudiantes de Chile, asumiendo un rol destacado en los asuntos estudiantiles y en tema de política nacional.
Fue diputado durante dos períodos consecutivos en representación de la Cuarta Agrupación Departamental “La Serena, Coquimbo, Elqui, Ovalle, Combarbalá e Illapel": El primero entre 1961 y 1965 y el segundo entre 1965 y 1969.

Vida religiosa y teológica

Finalizada su labor parlamentaria en 1969, ingresó a la Orden de los Predicadores y realizó estudios de sacerdocio en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile y en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (conocida como Angelicum) en Roma, Italia, ordenándose sacerdote Dominico el 15 de agosto de 1974, realizando posteriormente importantes estudios en la ciudad de Buenos Aires.

Matrimonio.

Tras retirarse de la vida religiosa, contrae matrimonio.


 
fotografía


Entrevista de prensa.

01/03/2014

Quien fue diputado, sacerdote y quien se tituló de abogado 50 años después de egresar y hoy reparte su tiempo en sus clases universitarias y comentarios de TV sobre hechos paranormales, está comenzando a esbozar un libro sobre apuntes parlamentarios entre la década del ’30 y ’70. Cree que es el momento de escribir sobre este periodo, pero alejado de la pasión.
En la última década, su nombre y figura se hicieron familiares para las nuevas generaciones por la pasión y documentación con que hablaba de los temas paranormales. En la TV se veía a un Hugo Zepeda Coll haciendo gala de su facilidad de palabra, entretenido, didáctico, pero sobre todo culto y preparado. Pero bastaba revisar su perfil y biografía para darse cuenta de que en ese personaje de pelo y barba blanca había una figura que por su experiencia y vivencias dan para varios tomos de un libro. Sin embargo, él se adelanta en afirmar que nunca ha pensado en una autobiografía. No es su estilo. Más bien dentro de los espacios libres que le quedan está moldeando un ejemplar donde condensará apuntes parlamentarios desde 1932 hasta 1970.

Sobre ese tema se explayó en la entrevista que dio en su departamento que adquirió hace 15 años, en La Herradura, y donde tiene una vista privilegiada de Coquimbo y el balneario porteño donde pasó su niñez.

En el living se nota claramente la verdadera historia de Zepeda Coll. Está dominada por cuadros con fotografías antiguas de su trayectoria política y sobre todo, la de su padre del mismo nombre, un prestigioso abogado que se convirtió en diputado, senador y líder del Partido Liberal. Él siguió sus pasos, pero a su manera.

Por ejemplo, no esconde que en su juventud tuvo una crisis de fe religiosa.
 “Llegó un momento en que me reía de la Biblia, yo decía el libro pornográfico, la consideraba puras estupideces, además, tenía dificultades políticas con la iglesia de esa época”.

Aún recuerda cuando se enfrentó con el cardenal Raúl Silva Henríquez, quien amenazó con excomulgarlo, “y yo le respondí que me importaba un comino”.
En esa época se consideraba más conservador, “no como ahora, yo he evolucionado al revés, defendía cosas que ahora no defendería. Por ejemplo, en dos o tres discursos defendía la economía social de mercado y que eso iba a solucionar todos los problemas del mundo. Menos mal que nadie lee los boletines de sesiones”.

En más de dos horas de diálogo abre su mundo y parte de sus experiencias de vida. Han sido intensas. Repasa el pasado, pero también la contingencia. Es directo, sincero, y dice lo que piensa. Sin rodeos.

Admite ser contrario a las memorias personales.
 “Sin embargo, deseo plagiar a don Crescente Errázuriz, que fue arzobispo de Santiago, que muy anciano escribió un libro titulado ‘Algo de lo que he visto’”.

En esa línea ya está redactando y juntando documentos para plasmar lo que él ha vivido y visualizado.
 “No es una memoria respecto de mí, será más o menos la historia de Chile de 1930 a 1970, desde el punto de vista parlamentario y de cómo se fue desarrollando la historia desde las sesiones, proyectos de ley y las discusiones. Por eso me aprendo las biografías de los parlamentarios y a través de eso puede que haya muchas semblanzas, pero no que yo sea actor”.

Es un convencido de que existen como 30 años de la historia de Chile que no se ha escrito bien, “porque aún se ha escrito mucho con pasión”.

Cita como ejemplo, el caso de la figura de Gabriel González Videla, “muchos lo consideran un traidor, la Ley Maldita y todo eso, pero nadie se acuerda de lo más importante de don Gabriel como las 200 millas. Nadie se acuerda de la Antártida, del voto de la mujer”.

-¿Nadie lo defiende?

“Nadie, porque se avergüenzan, al Partido Radical le da vergüenza defenderlo. Falta un grupo que cuide el legado de Gabriel González, se han hecho algunas cosas. Por ejemplo, yo presenté un libro sobre su posición internacional, pero salió que se lanzó y habló fulano y zutano, nada más. Gabriel González es una persona echada al hielo. Otro gobernante fue (Juan Antonio) Ríos, ¿quién se acuerda de él?”.
De la misma forma cree que es mito y una injusticia en contra de González Videla el planteamiento que todo lo concentró en La Serena y nada en Coquimbo. 
En realidad, don Gabriel invirtió más en Coquimbo que en La Serena y lo hizo con el puerto y ferrocarriles y frigorífico y en La Serena fue en construcción. La tesis de Don Gabriel es hacer de La Serena un lugar residencial y de Coquimbo un puerto y no fue comprendida su tesis”.

EN NOMBRE DEL PADRE

No esconde que llegó a ser parlamentario por el peso de su apellido y el prestigio de su padre Hugo Zepeda Barrios. No sólo lleva el mismo nombre, también el talento. “Llegué a ser diputado, por ser hijo de mi papa”, enfatiza. Y tiene anécdotas.

En una oportunidad, en la Cámara un diputado le gritó en su cara, ‘que se calle el hijo de su papá’. 
Él no dudó en contestarle. “Sí, señor, tengo honra de ser hijo de Hugo Zepeda Barrios, de Su Señoría no se puede decir lo mismo, porque al día de hoy no se ha podido establecer quién es su padre’, lo que es una ofensa enorme, pero para qué se metió él a decirme eso”, rememora con una risa socarrona y con un halo de arrepentimiento.

No fue fruto de su ingenio porque sostiene que “la llevaba preparada por si me lo decían y me lo dijeron”.

En todo caso, rememora que fue parlamentario casi como un premio de consuelo. En su estilo distendido cuenta la historia. En pleno Gobierno de Jorge Alessandri, con 23 años, es nombrado en un alto cargo en la Corvi (vinculada a la construcción de viviendas) en la zona. La renta no era para nada despreciable. Incluso, le aseguraba parte de su vida. A su padre no le pareció. Abiertamente le exigió que no aceptara. Le explicó sin tapujos sus razones.

“Me dijo, ‘yo soy senador de gobierno y sería una inmoralidad que el hijo de un senador de gobierno ocupase un puesto en la administración pública, eso sería inaceptable’. Ese era el concepto que tenía mi padre de la administración pública, contrario a los nepotismos actuales”.

Cuando ya estaba confirmado en el cargo, su padre lo hizo renunciar, “quedé amargadísimo”, recuerda.

Pero el presidente del Partido Liberal, lo invitó a tomar el té al Congreso y lo consuela, “me dijo, ‘yo soy como su tío viejo, y usted no tendrá ninguna posibilidad en el gobierno (de Jorge Alessandri), porque su padre se va a oponer, pero quédese tranquilo, porque me acaban de llegar algunas notificaciones de las asambleas de Illapel y Salamanca en que han hecho una lucha interna y usted arrasó y todos quieren que usted sea candidato a diputado en la próximas elecciones y yo me voy a encargar de que lo sea’. Cuando mi padre llega de Estados Unidos, yo estaba proclamado en todas partes y le reclamó (al dirigente del Partido Liberal) y por supuesto quiso oponerse, pero el presidente del partido le dijo, ‘no, las oportunidades se dan una vez y salí elegido con la primera mayoría”.

En el diario La Provincia comenzó a hablarse del “Cachorro” Zepeda y de un personaje que tenía ideas demasiado adelantadas para la época y que en algunos casos rayaban en la locura. Por ejemplo, planteó que para mejorar la alimentación de los caprinos había que importar un producto especial de Israel. Se hizo y resultó.

Se convirtió en uno de los parlamentarios más jóvenes del país.

Pero lentamente se fue desilusionando de la política. De hecho, en las elecciones de 1964 debió enfrentar la derrota senatorial de su padre y la de él mismo como diputado.

EN LAS MANOS DE DIOS

A principio de la década del ‘70 su vida sufre un brusco cambio. Deja el Congreso y la política e ingresa a un convento desde donde sale convertido en sacerdote. Un cambio radical. En su familia el impacto fue fuerte. Nadie entendía nada. Incluso se vinculó esta decisión con su derrota parlamentaria. “Eso no tenía ninguna importancia”, admite cuatro décadas después.

Su pasado como sacerdote es un tema sensible en su vida al cual pocas veces se refiere. Sin embargo, en esta entrevista no lo elude. Al contrario se explaya abiertamente, pero elige cuidadosamente las frases y el contexto. Ejerció el ministerio sacerdotal por diez años.

Reconoce que a su padre no le hizo gracia cuando le contó que ingresaría al convento. “Mi padre era medio contrario, mi madre lo tomó como una bendición del cielo, pero después, cuando ejercía (el Ministerio Sacerdotal), mi padre cambió un poco de opinión. Pero, luego cuando decidí salirme, más comprensión encontré en mi madre que en mi padre. Él creía que poco menos que no lo iban a saludar en la calle (risas) y sobre todo cuando en esa época se provocó un cierto escándalo. Hubo personas que lo consideraron muy doloroso”.

Ingresó al convento en 1970. El país comenzaba a vivir una polarización con la elección del socialista Salvador Allende y en lo personal enfrentaba una derrota parlamentaria. Pero había algo más. Para el Golpe de Estado de 1973 y los primeros años de Gobierno Militar, él estaba en pleno proceso de convertirse en sacerdote.

Es por ello que con la distancia del tiempo, reconoce que muchos pensaron que había ingresado al convento. “En el momento oportuno (risas), entonces, estuve durante todo el Gobierno de Allende y gran parte del de Pinochet, fuera. La gente va creando un halo medio romántico de esto”.

Zepeda Coll había regresado a Chile convertido en sacerdote cuando en el país en forma soterrada se comenzaba a hablar de la violación de los derechos humanos. Él no elude el tema.
“Cuando fui ordenado sacerdote no me di cuenta (no estaba en Chile) y cuando volví en 1976 mi padre me dijo, ‘ está pasando esto, me contó varias cosas, porque él era muy crítico de ciertas situaciones”.

En agosto de 1976 ocurrió un hecho que lo convenció absolutamente. Desapareció un ex diputado con quien había sido colega. (Bernardo Araya)desapareció con su esposa y un nieto, a quien devolvieron a la semana, pero ellos nunca más aparecieron, “aquí dijimos, hay desaparecimiento, sentí un decepción enorme”.

-¿Usted estuvo entre los que colocaron bandera para el golpe de Estado?
“No, porque no estaba en Chile”

-¿Y su padre?

“Mi padre aceptó el hecho, igual como lo hizo Eduardo Frei Montalva. Mi padre, al igual que don Eduardo Frei y Patricio Aylwin, lo aceptaron como mal menor y que esto era rápidamente para restablecer el sistema democrático, pero después mi padre trabajó en comités de los derechos humanos y cuando murió, el Senado le hizo un homenaje”.

Zepeda Coll rememora que su padre fue crítico del Gobierno Militar, “cuando se empezó a dar cuenta de esto del tema de los derechos humanos, no es que sean cómplices pasivos como dice don Sebastián (Piñera), porque la verdad es que no estaba tan claro”.
En 1976 su vida da otro giro. Nuevamente se enfrenta a decepciones que lo llevaron a renunciar al sacerdocio. No culpa a nadie.
 “No le echo la culpa a las instituciones. Las fallas son personales de uno. Además, que son cosas de la life (vida) (risas). En mi juventud había pololeado con mi actual señora y al dejar el sacerdocio, creo que ella influyó, para no decirlo con decisión y nos casamos y tuvimos un hijo, que es maravilloso”.

Reconoce que dejar el sacerdocio fue complejo. “Traté, pero no resultó, colgar la sotana es divorciarse y siempre he declarado que la culpa es mía, cuando un cura cuelga la sotana le echa la culpa a la institución”.

MANTENIENDO
LA TRADICIÓN

Su hijo de 27 años también es abogado. Incluso se recibieron juntos. Actualmente es profesor de Derecho, “y no ejerce, al igual que yo”.

Llevan más de dos años de abogados y aún no firman ningún escrito.

Zepeda Coll tiene el récord que entre que egresó de Derecho y se tituló de abogado pasaron 50 años. Confiesa que hasta ahora el título “no me ha servido absolutamente de nada. Curiosamente, el que más me sirve es el de Licenciado en Teología y académicamente no me ha significado nada”. Reconoce que sólo accedió a regularizar el tema porque su hijo le pidió que completaran las cinco generaciones de abogados.
No es al azar. El título a su bisabuelo se lo entregó nada menos que Andrés Bello. Todo un simbolismo. El sueño de su padre (Hugo Zepeda Barrios) era que fuese abogado, pero él quería ser profesor de historia. “Iba estudiando las dos cosas, pero mi padre me dijo que por culpa de la historia no iba a estudiar bien las leyes”.
Afirma que si bien su hijo siguió sus pasos de abogado, pero no así una carrera política, “no le interesa ninguna de esas cosas, aunque mi hijo es más que yo ahora y en esa edad, pero él me dice, ‘sí, pero en esa edad tú ya eras diputado’, creyendo que era muy importante en esa época”.

EL DON DE LA PALABRA
Y LA PREPARACIÓN

Zepeda Coll es reconocido como uno de los mejores oradores. Dentro de su modestia él mismo no se arroga ese valor. Pero es de los que no escribe sus discursos, ni menos lleva papeles a sus clases universitarias. Eso sí, se prepara muy bien.

Por esencia se considera un profesor. De hecho, hace clases desde los 21 años. No obstante, hoy tiene sus reparos. No oculta que fue feliz haciendo clases, “pero ya no, ahora soy muy franco en decirlo, no es que no me guste, pero no soy el de antes. Los alumnos quieren tener buenas notas, sacar los ramos a como dé lugar y cada nota se discute más, ahora es muy difícil el cuento. Aunque yo me adapto y lo que le estoy diciendo no se nota en clases, pero me doy cuenta que se me hace difícil”.

Actualmente vive de la docencia, “que por lo demás pagan muy mal, hay que trabajar mucho”.

Sin tapujos admite que actualmente los alumnos, “lo que quieren es obtener el título, los trabajos son tijeras, para mí no valen tanto, es por eso que me gusta que me expongan algo, no que me lo escriban, pero tenemos la obligación que hay que hacer los trabajos y ahí está el problema”.

LAS SEGUNDAS PARTES
NO SON EXITOSAS

Zepeda Coll intentó nuevamente llegar al Parlamento en las elecciones de 2001. Sin embargo, no consiguió el objetivo. Admite no arrepentirse de esta aventura. “No tenía ningún interés en hacerlo, pero sí sostenía que era indispensable los candidatos para sacar diputados. Sabía que la candidata de la UDI (Ana Victoria Durruty) era más poderosa que yo, pero trabajé como corresponde, le faltaron 400 votos a la señora Durruty”.

En su análisis político sostiene que el grave problema de la centro derecha en la zona “es que siempre uno de los candidatos es muy débil. Es difícil que alguien vaya a dar la batalla, perder plata y todo para que salga el compañero de lista, además que muchas veces se producen muchas peleas con el compañero de lista”.
No oculta que su candidatura fue percibida de otra época. Si bien proviene de una familia de políticos y él mismo fue diputado en la década del ’60, admite que la gente no lo conocía. 
“Habían pasado muchos años, si ahora fuera candidato, sí que salgo, es un tema mediático, pero actualmente no me interesa”.
Si bien en esta última elección su sector no le pidió ser candidato a nada, sí se le acercaron grupos independientes. Además, afirma que hoy la política simplemente no le interesa. 
Porque hoy se está viendo más por las redes sociales que por los políticos propiamente tales. Actualmente, si uno quiere influir en algo, tiene más éxito planteándose socialmente que políticamente”.
A pesar de que hoy reparte el tiempo en sus clases universitarias y espacios de TV donde es invitado para comentar casos paranormales, no evade la contingencia política, sobre todo de lo que significó la llegada de la derecha al poder después de 50 años. No desconoce que valoró el logro, “pero no es una cosa que me quitara el sueño”.

-¿Le sorprendió que sólo fuera un paréntesis de cuatro años?

“Sí, me sorprendió, quiere que le diga la verdad, don Sebastián Piñera nunca ha sido elegido Presidente de Chile, quien salió derrotada fue la Concertación con el señor Frei (Eduardo). La elección de don Sebastián fue porque la gente ya no quería más Concertación, ese es el problema. En 1952 igual, don Carlos Ibañez del Campo salió porque la gente ya no quería un nuevo gobierno radical, punto. En política, mucha gente busca una solución que muchas veces no es la que desea para precisamente castigar a alguien”.
Actualmente en materia política se declara bastante ecléctico, “tengo una formación liberal, tengo pensamientos conservadores en algunos aspectos, pero también tengo bastante sensibilidad respecto al progreso y la pobreza. En Chile hay bastante concentración del poder económico. Lo que hace falta es una mayor distribución. Reconozco que hay un esfuerzo por las más pobres, pero por otro lado se ha ido abandonando la columna vertebral de una sociedad que es la clase media.. Yo antes pensaba que las reglas del mercado lo hacían todo, para la solidaridad es básico para que funcione una sociedad”.

ENTRE LAS AULAS Y TV

Está consciente de que si bien tiene un pasado político y exitoso, actualmente la gente lo reconoce por su cuidada barba blanca y sus comentarios y locuacidad para hablar de temas paranormales en televisión. Su debut fue en 1999 en Buenos Días a Todos, con Margot Kahl y Jorge Hevia, cuando todo el mundo hablaba del fin del mundo y el paso al 2000. Pero, su ingreso a los temas de conversación fue cuando se logró resucitar el antiguo programa Tertulias, donde fue panelista hasta el 2006. 
Allí se explayaba en temas culturales y se descartaba la política contingente. El 2007 nuevamente regresa como panelista estable en el Buenos Días a Todos y hasta finales de marzo tiene contrato en Red TV.
 “En televisión me enfocaron en fenómenos paranormales por los estudios que yo he hecho y todo, pero no me llaman por razones culturales”.

Generaciones 3.0

La visión de Zepeda Coll de las generaciones actuales es categórica. Cree que a los jóvenes les interesa lo que funciona y no preguntarse de cómo funciona, “al revés de nosotros, que tenemos la formación de la Ilustración que es saber el por qué de las cosas”.

En eso se considera un obsesivo. Recuerda que cuando en la década del 60 llegó la televisión a Chile, él no se conformó con sentarse y ver la pantalla, se preocupó de hacer un estudio. 
“En cambio, ahora un niño chico usa el televisor o el computador sin saber en qué consiste. Con los nuevos sistemas hay un acceso al conocimiento directo, sin necesidad de razonar mucho. En cambio, en mi generación había que formarse intelectualmente, con esfuerzo, disciplinar la mente para adquirir el conocimiento de la ciencia. Había una estructuración, ahora no hay eso”.
De hecho, es lapidario con Google. Confiesa que cuando ingresa un dato se queda pegado horas y horas, “y uno se pierde en una madeja, en cambio, el joven va exactamente dónde quiere llegar porque no le interesa lo del lado. Uno se ve tentado por otras cosas, pero la juventud no”.

En medio de la entrevista suena su celular. Es básico. Anticuado para la evolución que ha tenido esta tecnología, pero él mismo reconoce que sólo lo utiliza para llamar por teléfono y si bien admira los iPhones y tabletas, “ no las sé manejar, Facebook es la evolución máxima a la cual he llegado”. En Facebook tiene 5 mil amigos y 7 mil en espera y posee 11 mil 500 fans.

Su visión es que en la juventud no hay una curiosidad por el saber, “en la sabiduría, lo encuentran denso”.

En todo caso, él reconoce que para las clases es entretenido, “los buenos profesores no es que sepan mucho, sino que saben enseñar bien a la altura de los estudiantes, yo me asimilo rápidamente a los educandos”.

Pero también es severo. Hace el gesto de estar chateando en el celular para señalar que la constante hoy en las clases es que los alumnos viven con el teléfono en las manos, pero con su vozarrón repite lo que les indica en cada jornada.
 “Les digo, ‘miren, hagan lo que quieran, pero yo advierto una cosa, si a alguno de los presentes les pregunto lo que estoy hablando en este momento y no sabe tiene un 1, nada más y de vez en cuando pillo a alguno y un 1”.

Además, se confiesa enemigo del uso de los proyectores (Data). Cree que estos adelantos “echan a perder a los profesores y se dedican a leer en lugar de hacer clases, lo que es gravísimo. En mi caso uso el mapa conceptual”.

Lo explica con pasión. Da el ejemplo de la Ilustración y le pregunta a la sala qué saben sobre este periodo. Ante la falta de respuestas suspende las clases y pide a los alumnos que busquen antecedentes y luego vuelvan.
 “Es el momento que ordenamos los datos, esa es una manera que aprenden bastante bien, pero con eso se pierde tiempo y se deben tomar cinco o seis controles en el semestre. Entonces, los reglamentos son verdaderas camisas de fuerza para los profesores, no le dan una libertad”.

En lo valórico y respecto al matrimonio cree que va íntimamente ligado con la actividad de la sexualidad y el amor, “la sexualidad reproductiva y que nazcan los hijos, sin perjuicio de que exista otro tipo de uniones. Pero en matrimonios del mismo sexo no se cumple eso, por eso es que sostengo que debe haber una legislación que proteja y dé derechos a las uniones de hecho, heteros y homo”.

Respecto al aborto es categórico en sostener que es contrario, “mi hermano Patricio era ateo, pero era contrario al aborto . Pero yo creo en la vida humana”.

No obstante, sostiene que si en el embrión viene una persona discapacitada, “quiénes somos nosotros de árbitro para determinar si nace o no nace. Hay solidaridad humana cuando empieza la solidaridad con la propia sangre. Si yo no recibo a un hijo discapacitado no puedo tener solidaridad social”



 Paula Flores Vargas; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir;   Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig;


Jenaro Prieto Letelier.

La nueva vida de la Casa Prieto en el Barrio Yungay.

Casa Prieto







Con una letra P y un punto, el multifacético Jenaro Prieto firmaba sus cientos de artículos en el Diario Ilustrado y las dos novelas que alcanzó a publicar en vida, la más famosa El Socio de 1928 con la que se hicieron seis adaptaciones en el cine (incluida una con Whoopi Goldberg). Y esa misma P es la que puso en la fachada de la casa donde vivió en el Barrio Yungay, construcción de comienzos de los años 20, que hoy vuelve a la vida de manera impecable.
El inmueble de Conservación Histórica fue diseñado por los hermanos arquitectos Carlos y Alberto Cruz Eyzaguirre en lo que entonces era un sector residencial acomodado. Probablemente aquí el escritor, abogado, periodista, pintor aficionado y diputado por Santiago del Partido Conservador, caminó fumando su pipa ideando muchas de sus crónicas. Reconocidas por su sarcasmo, humor y una crítica aguda a la sociedad de la primera mitad del siglo pasado.

Sus compilaciones se pueden encontrar en Memoria Chilena y en ella se delata su personalidad chispeante y sarcástica que también se plasmó en su residencia familiar de tres pisos. Desde la frase en castellano antiguo en que se lee “Ayuntáronse para alzar aquestos sillares los deudos e las deudas” (algo así como que la construcción fue gracias a los deudos y las deudas) hasta la diversidad de estilos y simbolismos que incluyen un relieve con simbología masona en el frontis que se repite en el interior de la construcción.

“Los hijos de Carlos Cruz Montt recogieron muchas vertientes de la arquitectura, logrando un estilo neoclásico italiano, con rasgos románicos, representado por las pequeñas ventanas y puertas con cerrajería que recuerdan las fortalezas medievales, a lo que se suman pilares, detalles indígenas y también del oscurantismo” describe el arquitecto Cristián Marincovic, quien junto a su socio Jean Pierre Furque recobró este caserón ubicado en calle Moneda 2380.

Durante los últimos 10 meses más de cien personas hicieron posible el sueño de los hermanos Enrique y Alvaro Larraín y Verónica Compagnon, los nuevos dueños. Primero se reforzó la estructura dañada por los terremotos, se botaron los añadidos acumulados en las últimas décadas y se retiraron ocho toneladas de escombros y tejas caídas para así alivianar la casa ante posibles nuevos eventos sísmicos. Luego se recuperaron las maderas originales de pino oregón de los pisos y escalera, se rehicieron y modernizaron los baños y cocinas, se restauraron los vitrales fabricados en Chile por la familia Carrión y se limpiaron los graffitis de la fachada, que logró un color que se asemeja al de la arquitectura vecina.









Dirección: Moneda 2380


“Los hermanos pasaban por esta casa con ojos lánguidos hasta que supieron que estaba en venta, el antiguo dueño era el padre de un ex compañero de Enrique, mi marido. Así que decidieron recuperar la casona” revela Verónica sobre el segundo proyecto de restauración que realizan en el barrio.

Cuando llegaron la situación no era la mejor. La casa estaba deteriorada, oscura, con un patio lleno de basura y un primer piso con decenas de cajas de zapatos y rollos de tela de antiguos propietarios. En la escalera de la calle se juntaban a tomar cerveza y los rayados no dejaban ver la belleza de la construcción. Situación que quedó atrás con los trabajos, que salvaron del olvido los 450 metros cuadrados de la llamada Casa Prieto. Según recuerda Verónica, quien se encargó de la decoración y entre otros, de buscar el mobiliario y las lámparas antiguas en el persa Víctor Manuel, la casona fue recuperándose al mismo tiempo que ella fue aliviando una molestia en sus rodillas (“fue una terapia subir y bajar las escaleras”) para finalmente terminar con una casa llena de luz, no solo la luz natural que entró por las ventanas sino la “propia luz interior” del caserón que volvió a su mejor momento.

Jenaro Prieto y su pipa.

Jenaro Osvaldo Prieto Letelier (Santiago, 5 de agosto de 1889-Santo Domingo, 5 de marzo de 1946) fue un abogado, periodista y escritor chileno. Pese a ser poco fecundo, continúa vigente en la memoria literaria, principalmente gracias a El socio, su novela más famosa —cuenta con seis adaptaciones cinematográficas internacionales— que aún forma parte de los planes de lectura obligatoria de la enseñanza secundaria chilena.

Primeros años de vida.

Hijo de Jenaro Prieto Hurtado y María Letelier Valdés, nieto de Joaquín Prieto Warnes y bisnieto del presidente José Joaquín Prieto, estudió en el Colegio de los Padres Franceses de Santiago y después siguió Leyes en la Universidad de Chile. Aunque se recibió de abogado —su memoria se tituló El hipnotismo ante el Derecho —, nunca ejerció.
Contrajo matrimonio con doña Elvira Vial Infante, con quien tuvo 7 hijos.

Vida pública.

Su obra es una reflexión sobre la sociedad chilena de su época, la primera mitad del siglo XX.
Fue un agudo observador de la idiosincrasia chilena, y en sus ensayos transmitió con un humor excepcional sus reflexiones críticas acerca de los gobiernos, la sociedad y la contingencia de su tiempo. Durante 31 años consagró su pluma al periodismo, destacándose como uno de los autores más incisivos y directos de su época. Su estandarte fue siempre “decir la verdad con una sonrisa”; así, desde la sátira, logró divulgar magistralmente sus certeras apreciaciones sobre la sociedad santiaguina.
Como periodista, trabajó durante treinta años en el periódico El Diario Ilustrado, donde firmaba sus crónicas con la letra P. En 1925 publicó una recopilación de su primera década de labor periodística: Pluma en ristre; una segunda antología apareció en 1930, bajo el título Con sordina.
A partir de la segunda mitad de la década de 1920 inició su producción literaria. En 1926 publicó, con buena recepción de la crítica, la novela Un muerto de mal criterio, y dos años más tarde, su obra más conocida, El socio.
Esta novela ha tenido seis adaptaciones internacionales al cine: The Mysterious Mr. Davis, realizada en Inglaterra por Claude Autant-Lara (1936); Il socio invisibile (1939); Consultaré a Mister Brown (España, 1946), El socio (México, 1946); L'associé (Francia, 1979), protagonizada por Michel Serrault, y The Associate (1996), de Donald Petrie. Este director la convirtió en una comedia para Whoopi Goldberg y se distribuyó en España con el título de Cómo triunfar en Wall Street y de La socia principal o La socia en Hispanoamérica.

Convertido en un personaje muy conocido, fue impulsado a iniciar una carrera política. En 1932, respaldado por la campaña Hágame la cruz y llegaré al Congreso, ganó por amplia mayoría un diputación por Santiago en representación del Partido Conservador. Sin embargo, su desempeño no fue el esperado, pues no logró conciliar sus intereses con este nuevo cargo. Curiosamente, en sus artículos de esa época nunca hizo referencia sobre lo observado en la Cámara de Diputados.

Caricatura de Jenaro Prieto, realizada por Jorge Délano ("Coke") en 1925.


Su labor en El Diario Ilustrado duró hasta el mismo día de su muerte, ocurrida el 5 de marzo de 1946, en su casa ubicada en el fundo El Convento. Días después, su esposa, Elvira Vial, encontraría una carta en la que el escritor presentaba para esa misma fecha su jubilación formal al director del diario. Este documento lo había redactado la noche anterior a su fallecimiento.

Los libros póstumos que se publicaron fueron: Humo de pipa (1955), una selección de los mejores artículos escritos por él a lo largo de su trayectoria periodística; La casa vieja (1965), novela excepcional dentro de su narrativa, puesto que es una obra personal, en la que el escritor evoca su pasado familiar e historia personal; y otro libro compilatorio, titulado Antología humorística (1973). En 2016 fue publicada su única novela inédita, Así pasó el diablo, recuperada en 2004 por Cedomil Goic de sus escritos donados por su familia a la Pontificia Universidad Católica de Chile.
A fines de 2006 fue publicada una nueva selección de sus artículos, titulada En Tontilandia..., nombre burlesco con el que se refiere a Chile en su irónica columna.

Obra
  • Pluma en ristre, humor periodístico, 1925.
  • Un muerto de mal criterio, novela, 1926.
  • El socio, novela, 1928.
  • Con sordina, selección de artículos, 1930.
  • Humo de Pipa, selección de artículos, 1955.
  • La Casa Vieja, memorias, crónicas y documentos, 1957.
Estilo propio.

Jenaro Prieto ha sido catalogado en la historia literaria chilena, como un escritor satírico. Ciertamente, para él el humor fue lo más importante y, además, su arma de crítica social. Del humor se servía para esconder un contenido ideológico cargado de agudas reflexiones. De esta manera, su estilo fue ocultar tras una escritura ingeniosa e irónica verdades que él observaba.
Muchas veces el público se sentía agredido por sus opiniones y los que no lo conocían bien creían que era tan burlesco y mordaz que no se detenía en ninguna consideración para satirizar a las personas. Sin embargo, tal como señaló Lautaro Prieto, amigo personal del escritor:
"Nunca escribió sobre alguien sino fue para criticarle como gobernante, político, literato o artista. No empleó su pluma sino contra los aspectos anti legales, las ideologías, doctrinas, políticas y las escuelas literarias de los hombres públicos y los escritores. Jamás trató de herir a nadie en sus sentimientos íntimos, en su vida afectiva y privada. Era demasiado caballero para ofuscarse y dejarse arrastrar por la pasión pasando por sobre la barrera que le imponía su hidalguía. Si alguna vez su humorismo hirió a alguien fue sin que él se lo propusiera. Tan penetrante y certera era su fuerza satírica que sus aforismos, observaciones y ocurrencias solían ir mucho más allá de sus intenciones" (García, Lautaro. "Evocación de Jenaro Prieto", El Diario Ilustrado, 1 de febrero, 1951).

Joaquín Edwards Bello, también cronista, admiró profundamente su estilo y destacó el aporte de este escritor a las letras chilenas: "Jenaro Prieto, bursátil, periodista y pintor, es genuinamente santiaguino, sólidamente chileno, y el patriotismo imprime en sus escritos una gran esperanza de mejor patria" (Pluma en ristre; introducción de Joaquín Edwards Bello. 1ª ed. Santiago: s.n., 1925. p. VII)
Juró como abogado el 3 de mayo de 1912; su tesis se tituló "El hipnotismo ante el derecho". Ejerció su profesión sólo por un tiempo. Lo tentaron los negocios de la Bolsa de Santiago, como corredor de comercio, pero no le fue bien. Entonces se dedicó al periodismo y a la literatura, incursionando además, en la pintura, la publicidad y la política.


Tiempo 

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