Paula Flores Vargas;Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo; Soledad García Nannig;
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INSTITUTO DE HUMANIDADES LUIS CAMPINO. RECTORÍA: INSTITUTO REALIZA HOMENAJE AL PROFESOR ANDRÉS ROJAS PÉREZ (Q.E.P.D.) 22 diciembre, 2021 Este mediodía, en el Salón Eduardo Frei Montalva, se reunió la comunidad del Instituto junto a familiares del profesor Andrés Rojas Pérez (Q.E.P.D.) para rendirle un merecido homenaje. El objetivo fue unirnos en oración por el descanso eterno de Andrés Rojas y para dar gracias al Señor por el privilegio de haber compartido parte de su historia con nosotros. Durante la ceremonia, participaron la Rectora, señora Eliana Guzmán Tapia, el asesor Espiritual, padre José Agustín Tapia, la presidenta del Sindicato, Ma Antonieta Cordero y el hijo de Andrés Rojas, Paul Rojas Martínez. En la oportunidad, se exhibió un video con mensajes de quienes compartieron con el Tío Andrés, tantos funcionarios, ex funcionarios y ex alumnos del Instituto. Inolvidables momentos. El Tío Andrés, como le decíamos de cariño, era una persona cercana y afable, que mantenía muy buenas relaciones con los diferentes estamentos de nuestro colegio y como profesor antiguo, el daba la bienvenida de manera espontánea a todos los profesores que se integraban al Luis Campino, les presentaba sus “respetos” y les trasmitía sus buenos deseos e implicancias de lo que significaba ser un profesor institutano. Él siempre dio ejemplo de los valores institutanos, especialmente en el respeto y participación, donde se destacó en su espíritu de colaboración en tantos momentos y celebraciones de los trabajadores. ¡cómo olvidar su rol de Arturo Prat con sus enseñanzas y de rey Mago en las fiestas de Navidad del personal! Fue una persona que amó profundamente nuestro Instituto, su colegio, que se entregó con pasión en la tarea de educar, este año, partió tan inesperadamente y nos dejó muchos recuerdos y sentimientos de cariño y agradecimiento que no pudimos expresar como hubiésemos querido, pues la situación sanitaria (de pandemia) no lo permitía. Pista Atlética. En el lugar donde tantas veces vibró junto su amada sección de Prebásica, quedará el recuerdo que inspirará a nuevas generaciones de niños y niñas. Desde hoy, el lugar cuenta con una placa que es testigo de su valioso trabajo y entrega. Su ultimo domicilio. Rut: 3.751.579-5 Dirección: Elisa Cole 48 Dp 77 Santiago (Parque Almagro) Fotografías del profesor |
¿Cuántos pasos al día hay que estar en forma.?- 15000 pasos.
Estar sentado todo el tiempo en esa silla de oficina, como los Abogados puede estar acabando contigo. No moverte con regularidad a lo largo del día puede empeorar una serie de enfermedades que afectan al corazón, la circulación y el sistema respiratorio, algunas de las cuales pueden llevar a la muerte. Además, el no contar con una buena condición física general causada por un estilo de vida sedentario puede entorpecer tu vida diaria ocasionándote bajos niveles de energía, de fuerza y generándote sobrepeso e incluso obesidad. Claramente, es importante incluir ejercicio con regularidad en la vida, pero en ocasiones las excusas abundan: la falta de tiempo, de dinero y de motivación son con frecuencia un pretexto para seguir llevando una vida sedentaria. Estadísticas En 2010, alrededor de un 23% de la población adulta mundial -más de 18 años- no realizaba la actividad física suficiente para estar... bien. El 26% de los hombres y el 35% de las mujeres residentes en países de ingresos altos apenas se movían, frente a un 12% de los varones y un 24% de féminas de estados de economías débiles, según apuntaba la Organización Mundial de la Salud (OMS). Investigadores de la Universidad del Estado de Arizona han establecido unos niveles de actividad según el número de pasos dados al día. Según sus categorías, la gente que da menos de 5.000 pasos al día se considera sedentaria o inactiva. Los que dan entre 5.000 y 7.499 tiene un estilo de vida poco activo. Los que son algo activos son los que dan entre 7.500 y 9.999 pasos diarios, y la gente activa es la que da más de 10.000 pasos al día. Y, ojo, que la institución que vela por el bienestar global no daba este tirón de orejas global por no hacer deporte -que eso son palabras mayores- sino por apenas realizar actividad física: cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que supongan un gasto de energía (jugar, caminar, bailar, hacer ejercicio...).Porque, a pesar de estar diseñado para moverse -para algo están las articulaciones, los músculos, etc.-, el ser humano se ha vuelto tan seta que la OMS se conformaba con rogar que se despegara el trasero del sofá para practicar, al menos, 150 minutos semanales de actividad física moderada o, lo que es lo mismo, 20 minutos diarios. Y, como ni eso se cumplía, lanzó una súplica a la desesperada: «¡Caminad 10.000 pasos cada jornada!». Es decir, unos 8 km. ¿Por qué esa distancia y no otra? Porque esa fue la recomendación que, en la década de los 60 del pasado siglo, formuló el doctor japones Hatano. Alarmado ante el creciente problema de obesidad, el galeno se dio cuenta de que la gente apenas superaba los 5.000 pasos diarios y llegó a la conclusión de que, al doblar esa cantidad, se lograría también duplicar el gasto calórico. Desde entonces, la cifra mágica no sólo se convirtió en el objetivo de podómetros sino que pasó a ser la forma más sencilla y rápida de lavar la conciencia de todos aquellos que confiesan abiertamente su aversión al ejercicio. Pero su gozo acaba de caer ahora en el pozo de un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Warwick (Inglaterra) y publicado el pasado mes de marzo en The International Journal of Obesity, que asegura que esos 10.000 pasos ya no son suficientes, que ahora hay que dar... ¡15.000! Realizada tomando como muestra un grupo de población muy activa -carteros o repartidores de Glasgow (Escocia) que caminaban más de tres horas a diario como parte de su rutina-, esta investigación ha revelado que los empleados que realizaban su ruta diaria a pie y pasaban menos tiempo sentados presentaban un mejor estado físico. Todos ellos daban 15.000 pasos -unos 11 kilómetros- al día, como mínimo: «Es lógico. Cuanto más activos estemos a lo largo de la jornada -no sólo durante ese rato que dedicamos a hacer deporte-, mucho mejor y mayores serán los beneficios que obtendremos. Siempre que aumentemos tiempos, distancias o ritmos de manera progresiva, más movimiento -bien hecho- será igual a más salud», afirma Raquel Rodríguez Martín, entrenadora personal. En su opinión, «lo ideal es caminar cada día y conseguir integrar esta actividad en nuestra rutina». Sin embargo, «no hay un número exacto de tiempo, pasos o kilómetros exactos que se pueda aplicar a todas las personas y que nos asegure perder peso andando, ya que va a depender de las características de cada uno». Si la meta es abandonar el sedentarismo, Rodríguez Martín aconseja comenzar «por tres días a la semana de manera alterna, y siempre aumentando la duración de las tiradas poco a poco». Quizás, la primera semana «sólo seamos capaces de caminar 30 minutos a buen paso, pero con el paso del tiempo iremos mejorando y podremos aumentar la duración, las distancias y la intensidad». No obstante, su sugerencia es pensar a largo plazo: «No me fijaría en una recompensa tan inmediata como las calorías que estoy quemando si doy 10.000 pasos al día, sino en el hecho de generar el hábito de llevar una vida activa». Si de verdad queremos tomarnos el paseo como un entrenamiento, «no basta con salir a andar como quien sale a mirar escaparates». Tendremos que «establecer previamente un objetivo concreto». Caminar a «un ritmo vivo puede ser una forma genial de empezar a ponernos en forma o de abrir la puerta a la práctica de otras actividades físicas». ¿Qué se entiende por ritmo vivo? Una persona normal suele caminar a una velocidad media de 4 km/h. Para trabajar más intensamente, lo más recomendable sería realizar intervalos con picos en los que subamos el ritmo hasta 6 km/h. Para empezar, lo primero que se debería tener en cuenta es la postura: «Tronco erguido, hombros atrás y abajo, abdomen activado -hacia adentro y duro como si quisiéramos protegernos de un golpe- y mirada al frente. ¡Nada de ir cotilleando el teléfono móvil o con la cabeza agachada, contemplándonos los pies!». El braceo también es fundamental, «porque nos ayuda a marcar el paso y a aumentar la velocidad». Lo ideal es que sea «lo más natural posible». Para mantener un ritmo constante y elevado, nada mejor que «elegir una buena banda sonora que nos motive».Obviamente, lo más indicado es salir a caminar con un calzado deportivo adecuado, que tenga refuerzos laterales y una buena amortiguación. También es importante utilizar ropa técnica que favorezca una correcta transpiración. Si caminamos con la idea de perder peso, Raquel Rodríguez Martín apunta la necesidad de que «la actividad física -ésta o cualquier otra- vaya acompañada de una nutrición adecuada». Y es que ya se sabe, los abdominales se consiguen... ¡en la cocina! |
La salud del abogado en constante debate.
En mis primeros años de ejercicio profesional me encontraba tan ilusionado en mi formación como abogado, que jamás reparé en la dureza de nuestra profesión. Mientras los compañeros más veteranos me recordaban continuamente esta idea, yo andaba de un lado para otro, haciendo todo lo que estaba en mi mano para aprender y crecer como abogado sin reparar en las dificultades inherentes a la profesión que había escogido. Y, aunque resulte llamativo, esto lo afirmo desde la más absoluta certeza precisamente porque hoy, con la perspectiva del tiempo, veo esta complejidad y dureza con más claridad que nunca. Y es que, con el paso del tiempo, la práctica nos da esa pátina de madurez que nos permite observar con claridad la exigencia tan elevada que rodea nuestra actividad, y que sólo nosotros conocemos porque la vivimos en primera persona. ¿Cuántas veces lo has pasado mal en el ejercicio de tu profesión? ¿No te has sentido a veces solo e incomprendido a causa de tu oficio? En definitiva, ¿te has preguntado alguna vez “merece esto la pena”? La razón de esta particular situación reside en que el conflicto jurídico en el que interviene el abogado oculta un drama en el que los adversarios disputan sobre bienes, valores, derechos, conflictos que tienen como centro un enfrentamiento humano en el que la persona constituye el principio y fin del derecho, que tiene como objeto la realización de la justicia. Si a ese trasfondo humano añadimos que nuestra vida profesional se desarrolla en unas condiciones, digamos muy especiales, es natural afirmar que los abogados estamos sometidos a un desgaste personal y profesional permanente. Don Antonio Sotillo lo expresa perfectamente en su comentario sobre el libro Sobre El Alma de la Toga:
Al hilo de lo anterior, en un artículo publicado en la revista digital Legaltoday, José Enebral Fernández cita el trabajo de Seligman titulado “Authentic Happines”, destacando diversas variables que concurren en la actividad de los abogados: - Los abogados han de ser pesimistas, y ésta es su actitud más prudente; deben anticipar toda suerte de argucias e incidencias negativas posibles en sus casos. - Son dependientes de normas y procedimientos, disponen de muy estrechos márgenes de decisión en su ejercicio. - Se ven rodeados de conflictos y tensión, y en mucha menor medida de emociones positivas que, si se dan, duran poco. - Una importante parte de su actividad se produce (típicamente aislados) consultando información y preparando escritos ajustados a formatos establecidos. - Soportan una excesiva dilación en la resolución de sus casos, y han de dedicarse a varios asuntos concurrentes, normalmente diversos y complejos. - Pertenecen a un mundo sometido a la dinámica victoria-derrota, lo que conlleva una sensible erosión emocional. - Actúan en el marco singular de dignidades y jerarquías de la Justicia, sometidos por tanto al criterio aplicativo de los jueces. Conforme a dichas variables, no puede sorprendernos el resultado que arrojan algunos estudios sobre el número elevado de bajas en los Colegios de Abogados, muchas de ellas causadas por el grado de afección de estas circunstancias en la salud del profesional. Una alta competitividad, unos horarios extenuantes, clientes muy exigentes, contacto diario con el sufrimiento de las personas, resultados no siempre satisfactorios, etc. ponen el resto en un contexto verdaderamente duro y difícil. Ahora bien, todo lo anterior no significa que la abogacía sea una profesión que no tenga sus recompensas, que las tiene, y muchas, pero lo cierto es que quienes ejercemos tenemos que estar muy pendientes y alertas con los efectos de este contexto hostil sobre nuestra salud. De hecho, otro efecto muy oculto pero que está ahí, son las adicciones provocadas por el desgaste profesional que hemos apuntado. |
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