El Traje
Una de las principales características que se aplica a su ropa, pero también a su actitud, es la apropiación. Son muy conscientes del protocolo y la tradición, y tal vez les resulte un poco más difícil arriesgarse o ser extravagantes, pero en general se podría decir que siempre van bien vestidos. También es muy evidente que su manera de combinar es muy diferente a la del resto de europeos. Los ingleses tienden a usar trajes relativamente tradicionales con camisa y corbata impecable, mientras que, por ejemplo, los italianos elegirían una tela más atrevida para sus trajes, mientras tienden a mantener la camisa y la corbata más sobrios. En este sentido, la clave que define la sastrería inglesa es el corte. Se originó en la década de 1930 y se inspiró en los abrigos militares, con hombros muy prominentes y cintura ceñida con cinturón. con cinturón. En la sastrería Thom Sweeney siempre recomendamos un traje azul marino de tres piezas como primera opción. Si se elige la tela con cabeza, se obtiene un atuendo muy versátil. Puede que el chaleco te parezca demasiado, pero agradecerás la capa extra cuando bajen las temperaturas. ¿Cómo combinarlo con un verdadero Lord? Julio D. F. Mompó, Sastre Jefe de Thom SweeneyTus zapatos deberían ser siempre más oscuros que el traje, coordinar el pañuelo con tu camisa (¡nunca co la corbata!) –puedes aventurarte con el combo pañuelo + calcetines–, olvídate del cinturón y pide a tu sastre unos botones en la cinturilla para los tirantes o ceñidores laterales en los pantalones. Ropa de Jueces y barrister. vestuario de jueces y abogados ingleses ¿Por qué los abogados usan esas pelucas? La historia de Gran Bretaña, como todos sabemos, no es más que el ron, el látigo y las pelucas de crin en la corte. Pero de todas esas tradiciones, ¿por qué han decidido quedarse con las pelucas? Cuando las vidas de las personas están en peligro en la corte criminal, las que aún se relacionan estrechamente con la tradición judicial británica usan túnicas y pelucas de Hogwarts ... para parecer profesionales. La Honorable Society of Middle Temple, una de las principales posadas de tribunales en el Reino Unido, tiene una nueva exposición que analiza la historia de la moda legal justo a tiempo para la Semana de la Moda de Londres. Legal Cheek tiene más : ¿Alguna vez te has preguntado por qué los abogados se visten como lo hacen? Bueno, una nueva exposición pretende explorar exactamente eso.
Para aquellos de nosotros que no podemos llegar a Londres, las pelucas originalmente llegaron al uniforme legal por la misma razón por la que entraron en la moda de la era colonial en general, porque las personas estaban plagadas de sífilis y piojos. Presumiblemente, eso no es lo que está acosando hoy a Amal Clooney. Pero hoy en día, la razón por la que la comunidad legal de allí todavía aprueba el uso de pelucas es la misma razón por la que sus jueces a veces usan gorras negras para matar gente. Bueno no exactamente. Los jueces usan gorras negras al pasar sentencias de muerte, pero todo es parte de por qué todos usan pelucas. Todo es parte de un esfuerzo de distanciamiento simbólico. El peruke, que es como llaman a sus pelucas porque "peluca" no era un nombre lo suficientemente ridículo, está destinado en gran parte a separar al defensor o al juez del trabajo que realizan. En este sentido, no es diferente de las túnicas judiciales de Estados Unidos, solo que son mucho más expansivas. Y mucho más caro. De cómo funcionan las cosas : El pelo de caballo puede no parecer un material particularmente precioso, pero combina el cabello especial con un antiguo arte de peinar, coser y pegar, y las pelucas resultantes no son baratas. La peluca completa de un juez puede costar más de $ 3,000, mientras que las más cortas que usan los abogados cuestan más de $ 500. El pelo de caballo puede parecer asqueroso, pero en los viejos tiempos la gente se quitaba el pelo de los cuerpos humanos para hacer estas pelucas, por lo que podría ser peor. Y los veganos incluso se están involucrando en el acto porque estar en la corte no es razón para no señalar su superioridad moral. De Legal Cheek: La vestimenta legal sigue evolucionando hasta nuestros días. El año pasado, informamos que una compañía australiana estaba produciendo y vendiendo pelucas vegetarianas hechas de plástico. Nos dijeron que su objetivo es satisfacer las necesidades de todos sus clientes y, dado el aumento del veganismo, tiene sentido ofrecer opciones de pelucas sintéticas. |
Cartas desde Londres: Algunas normas no escritas sobre
protocolo y etiqueta en la abogacía inglesa.
Más allá de las normas procesales que se contienen en las diferentes regulaciones como las CPR (‘Civil Procedure Rules’), cuando uno se acerca al ejercicio profesional ante los tribunales de Su Majestad, se da cuenta que hay unas misteriosas reglas de cortesía que todo ‘barrister’ experimentado conoce y que, a su vez, transmite a sus discúpulos de forma oral.
Más que consejos, son auténticas normas de etiqueta que deben seguir los ‘barristers’ siempre y sin excepción ninguna. Y, si bien son propias de una manera muy particular de ejercer la abogacía ante los tribunales ingleses -la ‘advocacy’- también dicen sobre la forma de ser de sus gentes.
Como cuando Sting cantaba aquello de que ‘un gentleman caminará, pero nunca correrá’ (‘A gentleman will walk but never run’), aplicado a los tribunales.
Lo digo porque, para el gusto español, a primera vista puedan parecer simples excentricidades desfasadas tan propias de la ‘pompa y circunstancia’ inglesa de antaño.
Pero, a poco que le de una vuelta, verá que responden a una forma de entender cómo se hacen las cosas en este país y de su gusto por las reglas de comportamiento en sociedad, por muy raros que nos pueda parecer al otro lado del Canal Inglés.
Como sucede en algunos ámbitos del derecho de Inglaterra, que no cuenta con grandes códigos que todo lo abarcan, nadie sabe exactamente cuántas ni qué reglas son y, seguramente muchas otras se perdieron con el tiempo.
Pero está claro que su origen procede de la misma vieja tradición que forja el ‘common law’, dotando de sentido y flexibilidad a todo el sistema jurídico inglés de forma única, permitiéndole seguir siendo el más prestigioso del mundo.
Mal que les pese a algunos. Aunque algunas de las reglas y máximas que incluiré están claramente en decadencia y, únicamente se siguen por ‘barristers’ de la vieja escuela, otras siguen cumpliéndose a rajatabla, por lo que más vale que las tengan todas en cuenta, por si algún día tienen la suerte de asistir a un juicio ante los tribunales de Su Majestad la Reina, aunque sea para pasar desapercibido.
Por último, verán que el formato se asemeja más a los Diez Mandamientos de Moisés que a grandes desarrollos normativos, dado que la idea es, precisamente, que fueran simples normas de obligado cumplimiento para los jóvenes ‘barristers’, los ‘pupils’, sin que nos haya llegado una explicación sobre el porqué de tal norma o esa prohibición en concreto, aunque algunas se explican por si solas.
En fin, vamos a por ello.
PRIMERA REGLA BÁSICA DE VESTIMENTA: NUNCA LLEVE ZAPATOS MARRONES.
Es posible que algunas normas sobre la vestimenta le recuerden al comandante Digby Tatham-Warter, aquél paracaidista inglés de la Segunda Guera Mundial, famoso por detener en 1944 a toda una unidad alemana armado únicamente con su pistola, su inseparable paraguas y un bombín -personaje recreado en la maravillosa ‘Un Puente Muy Lejano’ de 1977.
En cualquier caso, la principal norma a seguir es, obviamente, llevar la ropa adecuada a la función ‘barristerial’. Es decir, vestir apropiadamente para la audiencia o para la reunión de que se trate.
Esto supone, en primer lugar, tener en cuenta que, para el ‘barrister’ únicamente existen tres hábitats profesionales posibles: el despacho de su ‘chambers’, ante el tribunal, o en el ‘pub’.
Pues bien, en cualquiera de estos tres ámbitos deberá seguir siempre las reglas correspondientes y que empiezan con la clásica prohibición británica a los zapatos marrones, que supera incluso el estricto código de vestimenta propio de los abogados londinenses.
En efecto, esta norma se encuentra extendida a muchas otras profesiones en Londres, por ejemplo, en el sector financiero y bancario, siendo conocido popularmente en la ‘City’ con la simpática rima ‘no brown in town’; es decir, en la ciudad, nunca lleves zapatos marrones.
LOS ZAPATOS MARRONES SON MOTIVO DE DESCARTE EN PROCESOS DE SELECCIÓN
Es sabido que cualquiera que buscara trabajo en el sector de los seguros, no pasaría de la puerta de Lloyd’s sin un par de zapatos negros (Church’s o Cheaneys a ser posible), por ser un motivo tradicional de descarte, un auténtico detector instantáneo de extranjeros, personas sin criterio o, peor aún, gentes de mal vivir.
El origen de esta prohibición está claramente en la diferente apariencia de aquellos que procedían de las zonas rurales del país, donde el ‘tweed’ y los zapatos marrones son la norma general.
Por el contrario, vaya a donde vaya en Londres, haga siempre como el príncipe Carlos de Inglaterra y lleve zapatos negros siempre, sea usted hombre o mujer o de sexo fluctuante.
Es tanta la importancia de la regla en el ADN británico, que un informe de la Comisión sobre Movilidad Social en 2016 advertía sobre el hecho de que el uso de zapatos marrones era considerado directamente como ‘inaceptable’ en el sectores como la banca de inversión, de tal manera que podría llevar a ser un motivo para ser descartado en procesos de selección.
Los zapatos marrones prohibidos en la abogacía inglesa. |
Incluso cada cierto tiempo van apareciendo artículos, como en ‘The Guardian’ al respecto, por ejemplo aquí y aquí, incluyendo opiniones de expertos en moda llamando a cierta relajación en el cumplimiento de esta curiosa regla en el vestir tan inglesa.
De hecho, entre los ‘barristers’ aún persiste aquella vieja broma que dice: ‘los zapatos marrones son propios de ‘solicitor’ (‘brown shoes say ‘solicitor’).
Por tanto, usted verá. Pero yo me pondría zapatos negros.
Avisado queda.
SEGUNDA REGLA: ¡NI TRAJES MARRONES!
Peor aún es conjuntar unos zapatos marrones con un traje también del mismo color ya que la prohibición de los zapatos se extiende también a los trajes, por lo que nunca deberán ser marrones, por ser este un color típicamente asociado a las cacerías y al ‘countryside’, inglés en general.
Por tanto, deben evitarse en todo momento cuando se encuentre en la ciudad de Londres y sobre todo nunca acercase a un tribunal con esa guisa ya que se considera totalmente inapropiado para cualquier abogado.
En fin, seguiremos con muchas otras reglas tan curiosas, como es la prohibición de los ‘barristers’ de darse la mano con otro barrister o aquella por la que nunca pueden dar la espalda al juez, bajo ningún concepto.
Por cierto, volviendo al comandante Digby en la Segunda Guerra Mundial.
Según cuenta la historia, uno de sus colegas llamado Pat le reprochó el uso del paraguas, diciéndole que ‘esa cosa no le serviría para nada en el frente’.
Digby le respondió con la clásica flema británica:
‘Oh, Dios mío, Pat, pero ¿y si llueve? (‘Oh, my goodness Pat, but what if it rains?).
No olvidaremos al comandante Digby Tatham-Warter, quien ha despertado la curiosidad de mis lectores sobre el curioso uso de su paraguas en la desastrosa operación ‘Market-Garden’.
Según cuentan, el motivo de llevar el paraguas se debe a que Digby no era nada bueno en eso de recordar las contraseñas del regimiento. Así que, para evitar que fueran sus propios compañeros quienes le dispararan decidió incluir ese inusual complemento en su equipamiento.
De esta manera, según decía Digby, cualquiera que viera su característica silueta pensaría rápidamente ‘sólo un maldito chalado inglés llevaría un paraguas en combate’ (‘Only a bloody fool of an Englishman would carry an umbrella into battle’).
LA VESTIMENTA DEL ‘BARRISTER’ EN SALA
Tan reconocible como el paraguas es la vestimenta de un ‘barrister’ inglés, siendo sobre todo reconocida su figura por su peluca.
Pero hay muchos otros elementos del atuendo que son desconocidos para el profano, por lo que dedicaremos la carta de hoy a identificar cómo se visten los ‘barristers’ en los juicios.
Pues mire, dependerá del tribunal.
En efecto, lo primero que hay que saber es qué vestimenta exige el tribunal al que nos dirigimos.
Por ejemplo, en las vistas civiles que se celebran ante el Tribunal Supremo únicamente se acude con el típico traje y corbata. Nada más.
Por sorprendente que parezca, esto se debe a una vieja tradición que procede de la anterior Cámara de los Lores, última instancia judicial del país y del ‘Privy Council’, -algo parecido al Consejo de Estado- donde los jueces iban sin peluca, ni toga.
De tal manera, en el actual Tribunal Supremo del Reino Unido, jueces y abogados acuden sin ningún tipo de toga ni complemento, más que el traje y corbata o equivalente femenino.
Por el contrario, en tribunales inferiores como en la ‘Court of Appeal’, se debe acudir con peluca y con toda la parafernalia que veremos hoy.
O sea que ojo con equivocarse, porque además de una prueba de desconocimiento injustificable, sería una falta de consideración al tribunal y a sus colegas.
Así que vamos por pasos.
TOGAS CON MONEDEROS A LA ESPALDA
El primer elemento distintivo del ‘barrister’ es la toga (‘gown’) que puede parecer en algo a la española, dista en su complejidad.
En efecto, la toga inglesa es bastante más ancha en las mangas y sobre todo cuenta con un característico apéndice en su espalda, concretamente en el hombro izquierdo que, según algunos, se remonta, nada menos que a la Edad Media, llamado ‘liripipe’.
Toga con el famoso ‘Liripipe’. |
Así, por ejemplo, Sir Henry Brooke, juez felizmente jubilado, indica que existen varias teorías que, por ejemplo, indican su utilidad original como monedero.
De tal manera, los ‘barristers’ guardarían ahí sus honorarios.
El motivo de que estuviera a sus espaldas es porque el abogado inglés no debía ver la cantidad pagada por su trabajo, ya que debía servir a la Justicia, no al cliente.
Y es que, según una vieja norma, un ‘barrister’ nunca puede reclamar su minuta, dado que estas cantidades son ‘honorarios’ en su estricto origen etimológico latino (‘honorarius’).
Es decir, ‘aquello que sirve para honrar’ a alguien por sus servicios.
Algo así como ‘la voluntad’.
Por esta razón, el ‘barrister’ cobraba una cantidad que se depositaba en el bolsillito en la espalda de su toga y antes de efectuar sus alegaciones ante los tribunales.
Pero no se imaginen que esto quedaba así.
Para evitar abusos del personal y minutas rancias, también existía la norma según la cual, si el ‘barrister’ decidía retener los honorarios sin efectuar alegato ninguno, nadie podía acusarle de incumplimiento.
De ahí que al ‘barrister’ se le paga siempre por adelantado, costumbre que sigue vigente.
Por el contrario, otras teorías señalan que ese pedazo de ropa es el vestigio de una capucha que habrían llevado los ‘barristers’ como señal de duelo a la muerte del Rey inglés, Carlos II en 1685.
Otras teorías dicen que, en realidad, sería una práctica protección de la peluca en caso de que llueva durante el trayecto entre las ‘chambers’ y el tribunal.
Por si tienen interés en el tema, aquí tienen un fantástico artículo de J.H. Baker sobre la historia de las togas de los ‘barristers’ ingleses.
Por cierto, recuerden que las togas de seda son prendas que únicamente pueden llevar los famosos ‘Queen’s Counsel’ o ‘QC’, motivo por el cual se les conoce popularmente como los ‘sedas’, (‘silks’) y que responde a esa alta distinción que reciben algunos ‘barristers’ por destacar en su ejercicio profesional.
Mientras tanto, la mejor opción es usar togas 100 % de lana, siendo las más conocidas las elaboradas por la famosa casa Ede & Ravenscroft, aunque hoy en día pueden adquririse en numerosas sastrerías de londinenses.
BANDAS DE ENCAJE Y CAMISAS BLANCAS CON CUELLOS DE PICO
Además de la toga, si se fijan verán que al ‘barrister’ le cuelgan del cuello un par de características tiras blancas.
Pues bien, se trata del clásico ‘jabot’, unas bandas de encaje rígidas, (‘bands’), es decir, dos tiras de lino que miden aproximadamente 127 por 25 mm y se anudan con un lacito por debajo del cuello de la camisa.
Al parecer, estas tiras tienen su origen en el siglo XVIII, cuando clérigos, miembros de los tribunales y académicos las llevaban como símbolo distintivo profesional, según dicen emulando las dos tablas de Moisés.
Clásico ‘jabot’ para anudar al cuello. |
En la actualidad, jueces, ‘QC’, ‘barristers’, ‘solicitors-advocates’ y ciertos funcionarios siguen llevando estas bandas ante los tribunales, e incluso también son obligatorias para los graduados en Cambridge.
Pero ojo, porque no hay que confundir las bandas con los cuellos puntiagudos de las camisas de pico o ‘wingtips’, blancas y con botones blancos que deberán llevarse ante los tribunales.
A diferencia la camisa de vestir habitual, la camisa de cuello de picos o ‘wingtip’ se caracteriza por tener unas costuras rígidas alrededor de la espalda, con las dos puntas de la parte delantera del cuello en posición horizontal y posición abierta.
Estos cuellos siguen aquella moda del siglo XIX, donde los individuos de la alta sociedad inglesa hacían alarde de este tipo de camisas con una pajarita y un sombrero de copa.
Y, como antaño, los cuellos de ‘barrister’ pueden ser extraíbles o, por el contrario, estar cosidos al cuerpo de la camisa, lo que dependerá del gusto más o menos tradicional del usuario al pedirlas al sastre.
Camisa con las puntas picudas. |
Según doctas voces muy conocedoras del tema, los picos o ‘wingtips’ deben planchase para que las puntas miren siempre hacia abajo ya que ‘no hay nada más ridículo que un ‘barrister’ con un pico de la camisa levantado como si estuviera saludando al juez’.
En el caso de las señoras ‘barrister’ el cuello ‘wingtip’ puede ser sustituido por un collarín redondo (‘court bib’ o ‘collarette’) si así lo prefieren.
‘WAISTCOAT’ Y PANTALONES DE LA LANA GRISES O NEGROS
Dadas las temperaturas del país, y especialmente en las salas de los tribunales ingleses, el ‘barrister’ no va en mangas de camisa bajo la toga, sino que se adereza con el ‘waistcoat, que, a pesar de su nombre, no es ni un chaleco, ni una chaqueta, sino todo lo contrario.
‘Waistcoat’ en su versión femenina. |
Parecida a una ‘torera’ su función es básicamente calentar al sufrido ‘barrister’ ocultando además el cuerpo y las mangas de la camisa. Y es que, a diferencia de otras prendas, el ‘waistcoat’ debe estar completamente abotonado, dejando ver únicamente el cuello de la camisa, dotando de mayor solemnidad si cabe a la vestimenta rituaria en sus dos modalidades de negro o azul marino.
A todo lo anterior se añaden los pantalones o faldas en el caso de las mujeres, que deberán ser de lana, negros o, incluso mejor, los clásicos grises a rayas (‘legal stripe’) de tejidos flexibles y ligeros para mayor comodidad del ‘barrister’ durante las largas audiencias ante el tribunal ante el que tenga que intervenir.
Pantalones grises, como marca la tradición. |
Los calcetines, al igual que los zapatos, deberán ser negros y evitar sobre todo según que floridos colores que puedan distraer al tribunal.
Y, POR ÚLTIMO, LA PELUCA
Y finalmente llegamos a la peluca, complemento indispensable para el hábito completo del ‘barrister’ además de ser el más llamativo.
Las pelucas del ‘barrister’ y del ‘Qc’ para comparecer ante los tribunales son muy semejantes sino iguales, es decir, de modalidad corta, aunque la peluca del Queen Counsel para festejos es larga.
Las pelucas tienen su origen en el siglo XVII, durante el reinado de Carlos II, cuando al parecer se pusieron de moda entre la clase aristocrática inglesa, inspirándose en la corte de Luis XIV en Versalles.
En cualquier caso, actualmente si se fijan, los ‘barristers’ llevan una peluca compuesta por una corona encrespada, bajo la cual se encuentran una serie de ‘rulos’ de pelo horizontales y también algunos verticales, todas con forma cilíndrica (‘buckles’), y una última fila de bajo las cuales cuelgan dos colas en forma de lazo.
Vieja peluca de ‘barrister’ con su caja. |
Y si hablamos del coste, pues la peluca será con diferencia el elemento más caro de toda la vestimenta dado que debe estar hecha completamente con crin de caballo, aunque actualmente hay otras opciones veganas.
De ahí que los ‘barristers’ guarden sus pelucas cuidadosamente en cajas metálicas, (‘wig tins’), o incluso de materiales nobles para evitar que se despeinen y tener que llevarlas a rizarlas de nuevo, con los consiguientes gastos.
Bueno, pues creo que ya estamos preparados para ir al tribunal.
El viejo ‘Rumpole’ perfectamente vestido según los cánones tradicionales |
Como ven, se trata de toda una vestimenta protocolaria para intervenir ante los tribunales de Su Majestad, un auténtico privilegio exclusivo durante muchos siglos para los miembros del Bar de Inglaterra y Gales.
Vista ya la vestimenta propia del ‘barrister’ en sala, seguimos con otras curiosas normas que la tradición ha seguido marcando en el comportamiento de los abogados de los tribunales de Inglaterra y Gales.
Precisamente relacionada con la vestimenta es la siguiente regla.
NO TE QUITES NUNCA LA CHAQUETA DELANTE DE LOS ‘SOLICITORS’
La distinción entre ‘barristers’ y ‘solicitors’ es tan antigua como la apreciación de que los primeros son una especie aparte, mucho más especializada y técnica que los segundos.
Relación tradicional entre cliente, ‘solicitor’ y ‘barrister’. (John Flood y Avis Whyte, Universidad de Westminster 2009). |
Y es que, aunque actualmente se permite a algunos ‘solicitors’ intervenir ante los tribunales de esta jurisdicción, esto no fue siempre así.
Por el contrario, la competencia para comparecer ante los jueces y tribunales ingleses para defender a sus clientes (‘represent’) fue únicamente de los ‘barristers’ durante siglos, precisamente por conocer las sentencias y decisiones judiciales sobre un área determinada del derecho, no siempre fácilmente accesibles.
De hecho, como vemos diariamente, sigue siendo habitual que en casos con cierta complejidad, se siga confiando la defensa del caso ante los tribunales a los ‘barristers’.
Es decir, por un lado tenemos al ‘solicitor’, a quien corresponde la apertura de un procedimiento ante cualquier tribunal de Inglaterra y Gales, así como su tramitación, (‘conduct litigation’).
Y por el otro, el ‘barrister’, llamado a la pura defensa ante el tribunal, esto es, el ejercicio de la ‘advocacy’, que, al igual que en España es defender a alguien en juicio (‘abogar’).
Pero curiosamente, quien contrata habitualmente al ‘barrister’ no es el cliente, sino el ‘solicitor’
Así es. En Inglaterra y Gales, los ‘barristers’ han sido habitualmente contratados por los ‘solicitors’ para presentar el caso de sus clientes ante los tribunales.
De ahí que el cliente del ‘barrister’ es técnicamente el ‘solicitor’ y, por tanto, de quien recibe instrucciones, en la famosa relación trifásica:
Por tanto, ante un problema jurídico, el cliente primero buscará la asistencia legal del ‘solicitor’.
Y el solicitor, al advertir que es un asunto que requiere de un conocimiento más experto o que el caso acabará ante los tribunales, instruirá a un ‘barrister’ para que defienda a su cliente.
Pero el cliente es del ‘solicitor’, no del barrister.
Para entendernos mejor, veamos un ejemplo sacado de una película clásica.
UN BUEN EJEMPLO: “TESTIGO DE CARGO” DE BILLY WILDER
Si echamos mano de otra película más moderna, por ejemplo ‘Denial’ de 2016, en el que tenemos a un ‘Litigant in person’, es decir, defenderse a sí mismo, el ‘barrister’ opta no no darle la mano dado que técnicamente se trataría del abogado contrario y, por lo tanto, no sería correcto y, mucho menos en los tribunales.
El ‘barrister’ de la defensa, Mr Rampton rechaza darle la mano al contrario. |
Pues bien, la cuestión es que según los cánones más tradicionales, los ‘barristers’ no se deben dar la mano bajo ninguna circunstancia, tampoco cuando sean presentados a otro ‘barrister’, lo que puede sorprender a más de uno cuando asiste a tal situación, algo extraña para los profanos.
Lejos de ser entendido como un comportamiento grosero, debemos recordar que es una conducta aceptada en el ‘Bar’ de Inglaterra y Gales responde -como casi todo en esta jurisdicción- a las estrictas convicciones de una profesión que sigue ejerciendo la ‘advocacy’ de la misma manera que hace cientos de años.
¿Pero de dónde sale esta regla tan curiosa?
LOS BARRISTERS NO DEBEN DARSE LA MANO, UNA POLÉMICA TRADICIÓN
Si tienen ocasión de acudir a una audiencia pública en los tribunales londinenses verán que posiblemente los ‘barristers’ siguen evitando darse la mano, aunque también es cierto que algunos profesionales más jóvenes vienen rompiendo con esta vieja práctica y saludan a su contrincante de esta manera.
De hecho, este comportamiento tan de la vieja escuela ha sido objeto de algunas críticas por ejemplo por el fantástico libro “Eve Was Framed: Women and British Justice” de 1992, donde se señala precisamente esta conducta como perteneciente a un determinado modelo conservador del ‘Bar’, propio de hombres blancos, heterosexuales y procedentes de una determinada clase social e incluso de unas concretas universidades.
Su autora, Helena Kennedy, entonces una ‘barrister’ que alcanzó posteriormente el nombramiento como ‘Q.C.’ (‘Queen’s Counsel’) y actualmente miembro de la Cámara de los Lores, dada su condición de Baronesa Kennedy of The Shaws, sacudió los pilares de la tradición judicial inglesa del momento mucho antes del famoso ‘Secret barrister’.
En cualquier caso, el libro ofreció una imagen muy crítica del funcionamiento de los tribunales y, evidentemente, de la profesión de ‘barrister’, asociada a ese arquetipo tan elitista y cuando uno piensa en uno de estos abogados de los tribunales ingleses.
Y precisamente por este motivo, la autora criticaba “esa estúpida negativa a estrechar la mano al ser presentados porque los abogados formamos parte de una fraternidad en la que no se requiere tal formalidad”.
Como se imaginarán, esto no sentó nada bien al ‘establishment’ del ‘Bar’, cuyos miembros se asociaban a exclusivísimos clubes londinense, como contaba nada menos que Orson Welles en una famosa grabación de 1969, del que solamente nos ha llegado el metraje sin el audio, aunque tenemos la fortuna de contar con el diálogo, descubierto en 2016 en la Biblioteca de la Universidad de Michigan.
En cualquier caso, ya ven ustedes por dónde va el tema de la prohibición de estrechar la mano y su estrecha vinculación a formar parte de una determinada clase social, tan presente en el subconsciente británico, por cierto.
DEBE DIRIGIRSE SIEMPRE AL ‘BARRISTER POR EL APELLIDO’, NO POR EL NOMBRE
Si le preguntan a un ‘barrister’ que cuente ya con algunas canas y le preguntan sobre esta regla, seguro que les confirmará que, durante su juventud se le advirtió por su mentor que los miembros del ‘Bar’ inglés no se deben darse la mano.
El motivo, según algunos, se debía al reducido número de sus miembros, de tal manera que todos los ‘barristers’ se conocían entre sí y que, por tanto, el apretón de manos resultaba totalmente innecesario, un auténtico alivio para los usos y costumbres británicas, poco amantes de arrimarse al personal y mucho menos de morreos sociales en mejillas ajenas.
De hecho, por la misma razón, los ‘barristers’ se dirigen entre sí solamente por el apellido y nunca por el nombre, dado que es la forma protocolaria para referirse a otro miembro del ‘Bar’, evitando caer en una intimidad tal como llamarlo por el nombre de pila, algo impensable.
De ahí que conozcamos popularmente a los ‘barristers’ siempre por el apellido y también a los jueces, dado que tradicionalmente proceden de sus filas, como pasa con los ‘Justices’ de la ‘High Court’, a los que nos referimos como ‘Mr Justice (señor juez) Nicklin’, o ‘Mrs Justice (señora juez) Cockerill’, por ejemplo.
Aunque también es cierto que hay cierta tendencia judicial durante los últimos años consistente en incluir también al nombre de pila en el tratamiento o título que ostente el juez inglés, como pasa en el caso de Mr Justice Christopher Clarke, entre otros.
En cualquier caso, recuérdese que los clásicos de la literatura jurídica, si aparece un ‘barrister’ habitualmente se dirigirán a él por el apellido, como pasa con ‘Rumpole’, ya que su nombre es ‘Horace’ o la serie de televisión del ‘barrister’, “Kavanagh QC”, cuyo nombre de pila era James.
Esta tradición, por cierto, no ha seguido en los Estados Unidos, de ahí que, por ejemplo, Perry Mason sea claramente un ‘attorney at law’ norteamericano y no un ‘barrister’, dado que se refieren a él con su nombre y apellido, algo a evitar en la jurisdicción de Inglaterra y Gales.
UNA COSTUMBRE CON ORIGEN ¿MEDIEVAL?
Según otras fuentes, la costumbre de los ‘barristers’ de no estrecharse las manos procedería del Medievo, cuando el apretón de manos era el medio adecuado para demostrar al contrario que uno no iba armado.
De esta manera, cuando el personal estrechaba la mano estaba demostrando que no llevaba una espada y que, por lo tanto, venía en son de paz.
Aunque, claro está, siempre quedaba la otra mano para clavar al otro la puñalada en la espalda, algo que ha pervivido también hasta nuestros días, dentro y fuera de la abogacía de cualquier país.
La cuestión es que, dado que los orígenes de los ‘barristers’ están vinculados con la nobleza y el estamento caballeresco. Al parecer, sus miembros no necesitaban darse la mano, confiando los unos en los otros, dado que la puñaladas traperas eran cosas propias de cutres y no de altas alcurnias.
En fin, por último y, a mi entender, la más plausible de todas estas posibles explicaciones a esta tradición ‘barristerial’ sería aquella que justificaría que no se estrechen las manos por no dar a entender de ninguna manera que pudiera existir un acuerdo entre los ‘barristers’.
Por aquello de guardar las formas y especialmente cuando el cliente está atento a su ‘barrister’, la regla evitaría levantar las sospechas sobre la lealtad del profesional de los tribunales, sobre todo cuando el caudal, la libertad o incluso la vida del reo pendía de ello.
De ahí que alguien del ‘Bar’, con acierto, advirtiera a sus pupilos que era mejor dejarse de estrechar la mano con el contrario, ya que la mujer del César “no solamente ha de serlo, sino también parecerlo”.
Cosas y manías propias de esta profesión, oigan.
Como seguro recordarán, decía Don Vito Corleone aquello de que “un abogado con su maleta puede robar más que cien hombres armados». Y es que la imagen de un abogado pegado a su maletín es ya un icono desde el siglo pasado.
Pues va a ser que no en la jurisdicción inglesa ya que la tradición prohibía llevar bolsas o maletas a los tribunales. En efecto, las normas no escritas dictan que los ‘barristers’ no deben llevar nunca sus maletas ante los tribunales.
Aunque era una regla con muy distinto seguimiento, dependiendo si el profesional es o no de la vieja escuela de ‘barristers’, actualmente se encuentra actualmente en desuso tal como veremos.
Pero, ¿por qué esta prohibición tan poco práctica?
¿A qué respondía la imposibilidad de que un ‘barrister’ lleve una maleta con los papeles del caso?
Como siempre, casi todo tiene un porqué y esta semana nos sumergimos en la vieja tradición de las ‘brief bags’ de los ‘barristers’ en Inglaterra y Gales.
Antes de examinar esta prohibición, hay una cuestión terminológica previa que hay que tener en cuenta en la práctica profesional de la abogacía inglesa.
LA ‘BRIEF BAG’ O BOLSA DE LOS ‘BARRISTERS’ Y ‘QC’
Cuando se habla de llevar la bolsa a los tribunales (‘bring the bag to court’) en el ámbito de los ‘barristers’ no se habla de cualquier maleta o bolsa, sino que se está refiriendo a unas muy concretas asociadas a la profesión.
Estas bolsas se llaman ‘brief bags’ y también forma parte de la indumentaria habitual de los ‘barristers’.
Cuando se accede a la profesión de ‘barrister’, esta bolsa se recibe habitualmente por el aprendiz (‘pupil barrister’) de su mentor (‘master’) como muestra de aprecio personal y resultado de haber trabajado en asuntos durante la etapa inicial de formación del joven abogado.
Las ‘brief bags’ se fabrican en telas de gran calidad y se utilizan para guardar libros y documentación, pero sobre todo para llevar la peluca y la toga del ‘barrister’ que intervendrá en el acto del juicio.
Por tanto, recibir la bolsa azul de tu maestro es una forma de confirmar que el joven ‘barrister’ está preparado para llevar los casos e intervenir ante los tribunales como uno más.
Pero, como se imaginarán, también hay clases en las bolsas del ‘barrister’, según sea un ‘barrister’ a secas o un ‘QC’.
En efecto, el color de las bolsas para los Junior Counsel, es decir, para los ‘barristers’ que no son Queen’s Counsel (‘QC’) es siempre azul oscuro, mientras que, para los ‘QC’ utilizan bolsas de color rojo burdeos.
De hecho, las bolsas rojas de los ‘QC’ se consideran una auténtica distinción al prestigio profesional y es un honor recibirla de otro ‘QC’ con el que se haya trabajado durante años en diferentes casos de complejidad.
Por este motivo, es habitual que en el interior de la bolsa se suela colocar una nota ingeniosa de aprecio personal del ‘QC’ de quien se recibe tan alta distinción.
LA CEREMONIA DE ENTREGA DE LA ‘BRIEF BAG’ DEL ‘QC’
La entrega de la ‘brief bag’ al ‘QC’ también tiene su protocolo y forma parte de la etiqueta seguida por los ‘barristers’ desde tiempos inmemoriales.
Tradicionalmente, es el ‘junior clerk’ (parecido a un administrativo) de la chambers del ‘QC’ quien entrega la bolsa roja al todavía ‘Junior Barrister’, recibiendo a cambio unos honorarios.
Los honorarios son habitualmente entre 10 libras esterlinas y 25 libras esterlinas, aunque es cierto que últimamente se prescinde de este pago y el ‘junior clerk’ entrega la ‘brief bag’ directamente a quien vaya a ser nombrado ‘QC’ sin recibir nada a cambio.
Una ‘brief bag’ color rojo burdeos solamente puede pertenecer a un ‘QC’.
Piensen que esta distinción entre ‘barristers’ es tal que los tribunales ingleses habitualmente contaban con salas de vestir distintas según si el abogado era un ‘barrister’ raso (‘junior barrister’) o un ‘QC’, teniendo prohibida su entrada. Ojo.
Pero, entonces ya sean maletas o bolsas, ¿De dónde viene la prohibición?
LOS ‘BARRISTERS’ NO DEBEN LLEVAR SUS MALETINES NI SUS BOLSAS A LOS TRIBUNALES.
Volvamos a la regla según la cual, los ‘barristers’ es decir, los abogados que intervendrán ante los tribunales ingleses debían seguir esta norma por la cual no pueden llevar las bolsas las vistas. Y es que, para eso estaban precisamente los aprendices de ‘barristers’, los ‘pupil barristers’, sin duda con mayores capacidades musculares que sus mentores gracias a la lozanía que otorga la juventud.
De esta manera, los abogados séniors estaban liberados de ir con las bolsas siendo sus ‘pupils’ los que cargarían con todo, incluido el famoso y extenso ‘White Book’ que contiene las normas procesales. De hecho, muchos ‘barristers’ aún recuerdan con dolores de espalda los tiempos pretéritos en que la abogacía seguía los cánones más clasistas de la profesión.
Creo que es en ‘The Good Wife’ o alguna otra serie norteamericana parecida. En uno de los capítulos, el abogado protagonista tiene que comparecer ante un muy quisquilloso juez inglés a través de videoconferencia con Londres. La cuestión es que el letrado yanqui, acostumbrado a deambular libremente durante las vistas judiciales, se ve constreñido por las estrictas normas protocolorias británicas que le obligan a permanecer de pie y estático al intervenir procesalmente ante el ‘Mr Justice’.
Recuerdo, divertido, cómo a partir de entonces este abogado se equivoca en todo. Desde el tratamiento al juez como ‘Your Honor’, cuando en realidad era ‘Your Lordship’, a llamar ‘motions’ (mociones) a lo que en terminología británica se denominan ‘applications’ (solicitudes); un auténtico patoso para el sistema procesal inglés, vamos.
Pero hubo un comportamiento que superó a todas las equivocaciones anteriores.
Y fue cuando este abogado se gira levemente para rebatir al contrario, que también se encuentra en el despacho.
Sin esperar un segundo, el juez británico para en seco y le pregunta con evidente enojo:
– ¿Pero qué está usted haciendo, letrado?
– ¿Perdón, señoría?
– ¡Su cuerpo!
El abogado totalmente desconcertado, se mira de arriba a abajo sin encontrar nada, a lo que el juez reitera ya rojo de cabreo:
– ¡¡La disposición de su cuerpo!!
En ese mismo momento, uno de los compañeros de su equipo sale en su auxilio, advirtiéndole en voz baja y ojos como platos:
– ¡Le has dado la espalda al Juez!
Y es que pocas faltas de comportamiento procesal pueden equipararse a darle la espalda a un juez británico durante el uso de la palabra durante un juicio.
Aunque sólo sea un poquito.
NUNCA DES LA ESPALDA AL JUEZ (‘NEVER TURN YOUR BACK TO THE JUDGE’)
Pues efectivamente, una de las normas no escritas del protocolo procesal inglés es aquella que impide a los ‘barristers’ que intervienen dar la espalda a Su Señoría, pase lo que pase.
Hacer lo contrario es una grosera forma de descortesía ante el juez, de tal manera que es una regla de muy observado cumplimiento y válida a día de hoy.
Esta norma que, evidentemente, toma sentido en los sistemas. como el inglés, donde los abogados están ubicados ante tribunal, frente al juez, como indica la lógica, ya que es el receptor de las alegaciones y quien, en definitiva tiene que resolver.
Por el contrario, el proceso español sigue todavía inexplicamente situando a los abogados uno frente al otro, obligándoles a girar la cabeza constántemente para siquiera comprobar que el juez sigue todavía en la sala, algo importante para el buen fin del proceso.
Y lo que es peor, jugándose una tortícolis.
Pues bien, esta postura en sala sería completamente inaceptable para un ‘barrister’de Inglaterra y Gales, donde la idea, es precisamente ponerse a la mejor disposición del juez, dado que el abogado es pieza indispensable para la debida administración de justicia..
Ni de lado, ni mucho menos de espaldas; de cara siempre.
Además, por un motivo evidente de mera practicidad, la proyección de la voz de los ‘barristers’ debe ser para quien está ahí precisamente para escucharles, que es el juez.
ETIQUETA EN SALA: EL JUEZ INGLÉS DEBE DIRIGIRSE A UN ‘COUNSEL’ SIEMPRE EN PIE
Esta es una norma que tal vez resulte chocante para un abogado español, que está siempre sentado.
Pero en el proceso inglés siempre tiene que haber un ‘counsel’ en pie para recibir los comentarios del juez.
Esta obligación empieza desde el inicio de la audiencia judicial, con la presentación del ‘barrister’, identificándose ante el juez como abogado de tal parte y presentando también al abogado contrario (‘my learned friend’), como forma de cortesía profesional.
Pero esto comporta que, quien está en el uso de la palabra debe estar en pie ante el tribunal, siendo el receptor de las instrucciones del juez, los comentarios o indicaciones que este tenga por conveniente.
Esto es muy diferente de los tribunales norteamericanos, donde el protestar (‘objection’) está en el orden del día, como se ha mostrado en el juicio de Johnny Depp contra Amber Heard, donde su abogada Camille Vasquez ha llamado la atención por sus constantes y exitosas objeciones procesales a las preguntas de la abogada contrario.
En los tribunales de Su Graciosa Majestad, esto sería impensable, ya que en un tribunal de Inglaterra y Gales no se protesta y la intervención procesal está marcada por la etiqueta y absoluto respeto a la intervención del ‘counsel’ contrario.
Por tanto, si alguien debe interrumpir al ‘barrister’ será siempre el juez, quien se dirigirá al ‘barrister’ que se encuentre en ese momento en pie, manteniéndose en dicha postura.
De hecho, los jueces británicos raramente interrumpen al ‘barrister’ interviniente y mucho menos le reprenden, siendo habitual el uso de una extremada educación de los tribunales.
Aunque, como en todo, hay grandes excepciones. Por este motivo, el ‘barrister’ durante su aprendizaje debe saber cómo debe ponerse en pie ante el juez y cuándo hacerlo, formando parte de la práctica forense, en la que hay poco margen -por no decir ninguno- para la improvisación.
De ahí que estar en pie ante el juez tenga una mayor importancia procesal de lo que podría parecer a primera vista y que se extiende hasta el final de la intervención de los abogados en sala.
Así que, cuando finaliza la vista oral ante el tribunal, la tradición impone que el ‘barrister’ deba salir con la famosa reverencia consistente en el arqueo de cuello (‘neck bow’) y nunca dar la espalda al juez.
Pero ojo, porque las reglas también indican que no hay dejar a un ‘barrister’ o a una de las partes en el proceso en el tribunal a solas con el juez, no sea que el roce haga el cariño.
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