Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

martes, 10 de noviembre de 2020

418).-Los juicios importante de la historia.-a

Los juicios que han marcado el devenir de los tiempos.

A lo largo de la historia muchos han sido los juicios que han marcado el devenir de los tiempos de las distintas culturas y civilizaciones. Las ideas y pensamientos que se extrajeron de algunos de estos procesos judiciales se divulgaron rápidamente por el mundo debido a su importancia social, política y económica.

 

Juicio de Sócrates



Si el filósofo Sócrates hubiera suplicado clemencia ante el jurado formado por 500 ciudadanos atenienses libres, cuando fue acusado de despreciar a los dioses y de corromper la moral de la juventud, lo más seguro es que el jurado hubiera modificado su decisión y no le habrían ejecutado. Murió por ingestión de cicuta en al año 399 antes de Cristo.

Hijo de Sofronisco de Alopece, nacido en el 470 a.C. en esta misma población ática de la polis de Atenas, Sócrates fue un ejemplar y popular ciudadano ateniense que había combatido en la guerra del Peloponeso contra Esparta como hoplita, destacando por su arrojo en las batallas de Potidea, Delio y Anfípolis. Formado en el oficio paterno de la escultura, se le atribuye al menos el conjunto escultórico de las Tres Gracias que presidieron el acceso principal a la Acrópolis , aunque la mayor parte de su vida la dedicó a la retórica y la educación de diversas generaciones de jóvenes atenienses, entre ellos Platón y Jenofonte, principales fuentes de su vida –en especial de su juicio– y su pensamiento, ya que no dejó ninguna obra escrita.


De aspecto desgarbado, Sócrates fue tanto objeto de admiración como de burlas, y su ingenioso y mordaz discurso le valió tanto elogios como odios, según recogen diversas fuentes coetáneas. Aunque su papel como mentor y defensor de Critias, quien encabezó el gobierno aliado con Esparta de los Treinta Tiranos, que derogó la democracia ateniense durante su breve mandato, lo llevó a ser considerado enemigo de la polis por importantes familias atenienses.

Su cuestionamiento absoluto de cualquier dogma, incluida la religión, sus referencias a ese alma o deimon que le dictaba el camino correcto –decisiva en el desarrollo de la filosofía platónica– y su estrecha relación con Critias y Alcibíades , miembro de una noble familia ateniense tenido como un traidor por sus complicidades con los lacedemonios, le llevaron a ser acusado de los delitos de impiedad y corrupción de la juventud.

Así fue cómo en el 399 a.C. Sócrates, que ya superaba los 70 años, recibió la visita del sicofonte, notificador de las denuncias presentadas ante el arconte o juez instructor de las causas abiertas contra ciudadanos atenienses. La denuncia había sido presentada por el poeta Meleto, aunque también formaban parte de la acusación Ánito, hijo del ilustre Antemión, y Licón. El acusado fue requerido para presentar su alegato de defensa en el plazo de dos días, personalmente o mediante un representante o defensor.

La denuncia rezaba literalmente, según coinciden las fuentes: “Ha sido registrada y jurada la siguiente acusación de Meleto, hijo de Meleto de Pito, contra Sócrates, hijo de Sofronisco de Alopece: Socrates comete un crimen al no adorar a los dioses que la ciudad tiene registrados. Igualmente quebranta las leyes al corromper a la juventud. La pena que le corresponde es la de muerte”.

El juicio
Tras una primera vista con el arconte en la que Sócrates defendió su inocencia y rechazó la posibilidad de alcanzar un acuerdo con la parte acusadora, el caso llegó a juicio, como marcaban los usos procesales de la polis. La causa se celebró con el tradicional jurado de 500 ciudadanos designados por sorteo. La popularidad del reo, así como su admiración y odio ciudadano, hizo que el proceso estuviese polarizado desde el inicio.

Sobre la acusación de impiedad, Sócrates, que rehusó en todo momento mostrar cualquier atisbo de arrepentimiento, argumentó que los dioses “saben lo que va a suceder y lo anuncia con señales a quien consideran. Los que unos denominas augurios, voces o señales, yo lo llamo genio divino”, según recoge Platón, presente en el juicio, en su Apología de Sócrates.

En cuanto a la corrupción que habría llevado a algunos de sus discípulos a atentar contra los principios de la democracia ateniense, Sócrates se limitó a seguir su pensamiento, y si era conocida su sentencia de que sólo sabía no saber nada pese a haber sido el hombre más sabio de la polis, en esta ocasión declaró que nunca había tenido ningún discípulo, una afirmación impropia para un juicio que buena parte del jurado entendió como un sarcasmo.

No acabó ahí lo que a todas luces fue la impropia e ineficaz defensa que el propio Sócrates realizó de su causa. A la hora de plantear una alternativa a su condena reseñó mordaz que lo más apropiado sería una invitación a los banquetes comunales, dejando en evidencia a los gobernadores de la polis, para después plantear una multa irrisoria en señal de su pobreza que también se consideró como una burla.

El fallo
Por un margen de 280 votos a favor y 220 en contra, el jurado aceptó la condena a muerte que proponía la acusación sin poder votar ninguna otra alternativa. Los intentos del joven Platón por defender a su maestro durante el juicio resultaron infructuosos y apenas pudo exponer su argumentación.

La costumbre marcaba que la pena debía cumplirse en un plazo de 24 horas, que el arconte demoró para dar una nueva oportunidad de arrepentimiento al reo. Era una práctica habitual, en diversas polis, que el condenado solicitase el destierro como alternativa a su ejecución, pero el ya condenado Sócrates no lo hizo, dispuesto a cumplir una sentencia que si bien consideraba injusta era la que la justicia de Atenas le había impuesto.

Fue, según las fuentes coetáneas, un período en el que la división creció en la ciudad y en el que Sócrates renunció incluso a la huida que le facilitaron algunos de sus acólitos. Un mes después, el reo bebió voluntariamente la cicuta que le debía proporcionar una muerte rápida. Fue, según recoge Platón en su Fedón a partir de fuentes presenciales, una muerte tranquila, en la que Sócrates sólo se preocupó de que los suyos saldasen la deuda de un gallo que tenía con un ciudadano ateniense.


 
Juicio de Salomon


Juicio de salomón
La decisión del rey Salomón de Israel y su famoso veredicto en el caso del hijo disputado por dos supuestas madres ha llegado hasta nuestros días como un modo ejemplar de hacer Justicia, de dar a cada uno lo suyo. Lo que le corresponde, en este caso dando a una madre lo más preciado para ella, la vida de su hijo.

Sin embargo, otros juicios no han pasado a la historia precisamente por lo justo de sus condenas. Así, en los procesos contra Sócrates, Juana de Arco, o el mismísimo Jesucristo, se observa la injusticia y la intransigencia de la época hacia lo desconocido….

Juicio de Jesucristo

Precisamente Jesucristo, también murió por defender sus principios e ideales. Y acepto, en silencio, su injusta sentencia a muerte dictada por el procurador romano, Poncio Pilatos, acusado de blasfemo por titularse hijo de Dios y también de “rebelión contra Roma”. Por ello, fue crucificado en el monte Calvario.

Juicio de Juana de Arco

También fue fiel a sus creencias la heroína y santa francesa, Juana de Arco, quien condujo a la victoria a las tropas galas contra borgoñeses e ingleses en la Guerra de los Cien Años. Tras ser hecha prisionera fue acusada de bruja y hereje. Y murió en la hoguera tras negarse durante más de tres meses a contestar a las preguntas de un tribunal inquisitorial.


Juicio de Galileo Galilei

Quien no tuvo ningún problema en renunciar a sus ideales para salvarse fue el físico Galileo Galilei. Este científico sostenía que era el Sol y no la Tierra, como afirmaba la Biblia, el centro de nuestro sistema planetario, dando origen a la teoría heliocéntrica. Sin embargo, durante el juicio frente a la Santa Inquisición, Galileo se retractó de su teoría, que era cierta y salvó la vida.




1 comentario:

  1. Officer Jailed for 32 Years Wins Parole.

    By Thomas J. Lueck
    Sept. 23, 2007

    William R. Phillips, un ex oficial de policía de la ciudad de Nueva York que fue testigo estrella ante una comisión que investiga la corrupción policial en la década de 1970, y que desde entonces ha cumplido 32 años de prisión por asesinato, ha sido puesto en libertad condicional, dijeron ayer las autoridades. Será liberado el 9 de noviembre de la instalación correccional de Fishkill.
    Phillips, de 77 años, quien compareció ante una junta estatal de libertad condicional de tres miembros el miércoles, fue informado el viernes de que su solicitud de libertad condicional había sido aprobada en una votación de 2 a 1, según Mark E. Johnson, portavoz de División de Libertad Condicional del estado.
    Como es su práctica habitual, la junta no comentó sus razones para aprobar la libertad condicional, pero sí emitió comentarios del miembro disidente, quien dijo que los crímenes del Sr. Phillips “se enfrentan a policías dedicados que arriesgan sus vidas a diario. base para proteger a la sociedad ".

    Phillips brindó testimonio ante la Comisión Knapp, que encontró que la corrupción policial era generalizada e influía en la política policial en Nueva York y en todo el país.
    Fue reclutado por la comisión después de que lo sorprendiera recibiendo sobornos de Xaviera Hollander, la señora que escribió el best-seller "La puta feliz".
    Oficial de policía durante 17 años, fue sentenciado en 1975 a 25 años a cadena perpetua por los asesinatos en 1968 de James Smith, un proxeneta, y Sharon Stango, una prostituta.
    Los fiscales dijeron que el Sr. Phillips había matado al Sr. Smith por no hacer un pago de protección y a la Sra. Stango porque presenció el crimen. Pero Phillips, cuyo testimonio televisado sobre la corrupción policial provocó enemistad entre algunos miembros del departamento, afirmó que un detective lo incriminó en los cargos de asesinato en represalia por su testimonio ante la Comisión Knapp.
    Mientras estaba en prisión, Phillips estudió derecho y luchó su caso, y el de sus compañeros de prisión, tenazmente durante tres décadas. Su salud se deterioró: perdió un ojo debido al cáncer y tuvo cáncer de próstata y un derrame cerebral.
    Apeló su condena por asesinato ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, donde fue confirmada. Más tarde llevó su caso repetidamente a los tribunales estatales, impugnando la denegación de sus solicitudes de libertad condicional.

    Su caso provocó críticas a la Junta de Libertad Condicional del estado por parte de la Corte Suprema del Estado en Manhattan, que en 2005 calificó la denegación de la solicitud del Sr. Phillips como "arbitraria y caprichosa". La división de apelaciones de la Corte Suprema del Estado dictaminó dos veces que el Sr. Phillips no merecía la libertad condicional, revocando fallos de la corte inferior.
    “Bill Phillips es un ejemplo de por qué debería haber un sistema de libertad condicional”, dijo ayer Daniel Pérez, abogado de Phillips, en una entrevista. “Enseñó redacción jurídica a generaciones de presos. Pasó las últimas tres décadas expiando sus crímenes. Es alguien que realmente pertenece al exterior ".

    Pero Lisa Beth Elovich, quien emitió el desacuerdo con la decisión de la junta de poner en libertad condicional al Sr. Phillips, dijo que su liberación de la prisión sería "incompatible con el bienestar de la sociedad y desaprobaría tanto la gravedad del delito que socavaría el respeto por la ley". . "

    A pesar de los "logros en prisión del Sr. Phillips, que han sido muchos", dijo Elovich, "encuentro más convincente la naturaleza especialmente atroz" de sus crímenes.

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