Sir George John Talbot.
Alfonso Rodríguez Dranguet.
Josep Maria Bertran de Quintana.
Joseph Nye Welch.
Rudolph William Louis «Rudy» Giuliani.
Bruce Cutler.
Robert Simone.
Sir George John Talbot Sir George John Talbot (19 de junio de 1861 - 11 de julio de 1938) fue un Barrister inglés y juez de la alta corte de justicia de Inglaterra y Gales. Familia Tablot nació en Londres en 1861, el hijo mayor de John Gilbert Talbot , miembro conservador del Parlamento de West Kent y de la Universidad de Oxford , y de The Hon Meriel Sarah Talbot, con nombre de soltera Lyttelton, hija mayor de George Lyttelton, cuarto barón Lyttelton. A través de su madre, estuvo relacionado con varios miembros prominentes de la familia Lyttelton , como Alfred Lyttelton , Arthur Lyttelton y George William Spencer Lyttelton . A través de su padre era sobrino de Edward Talbot , obispo de Winchester. Una carrera en la Iglesia o en el barra era obvia para Talbot. Por parte de su padre, era sexto hijo de Lord Chancellor Talbot , mientras que por parte de madre era decimotercero descendiente de Sir Thomas Littleton, juez de Common Pleas , y noveno en descendencia de Lord Chancellor Bromley . Su abuelo, John Chetwynd Talbot (hijo de Charles Chetwynd-Talbot, segundo conde de Talbot ), cuya biblioteca jurídica heredó, tuvo una carrera muy exitosa en la barra parlamentaria en sus días más ocupados de promociones ferroviarias. Educación El padre de Talbot fue educado en Charterhouse , pero su desaprobación de la migración de esa escuela a Godalming hizo que en 1873 enviara a su hijo a Winchester College. En 1880, Talbot obtuvo una beca de estudios inferiores en Christ Church, universidad de Oxford, donde obtuvo honores de primera clase en clásicos (1882) y en literae humaniores (1884). En 1886 fue elegido para una beca en el All Souls College de Oxford . Carrera abogado Como todos estos antepasados eran miembros del Inner Temple , Talbot los siguió, y fue llamado al barra en 1887. Tomó seda en 1906, se convirtió encame a bencher en su inn 1914, y fue su tesorero en 1936. Hasta el final de su carrera en el barra, su práctica ocupada fue principalmente ante las comisiones parlamentarias y en trabajos de carácter similar, como en la Comisión de Ferrocarriles y Canales . También fue un erudito abogado eclesiástico, y finalmente fue canciller de seis diócesis . Fue abogado de la Universidad de Oxford desde 1915 hasta 1923. Durante la última parte de su carrera, compareció cada vez más ante la Cámara de los Lores y el Comité Judicial del Consejo Privado. Entre sus apariciones destacadas se encuentran Bowman v Secular Society, y Viscountess Rhondda's Claim en el Comité de Privilegios de la Cámara de los Lores. En este último caso, Lord Greene , futuro Master of the Rolls , pensó que el argumento de Talbot, ante un tribunal problemático y dividido, era el mejor esfuerzo de defensa que jamás había escuchado. En octubre de 1916, Lord Buckmaster , considerando a Talbot para un cargo de juez vacante en la King's Bench Division , consultó al Primer Ministro, HH Asquith , quien lo disuadió (para el posterior pesar de Buckmaster) sobre la base de que la promoción de la barra parlamentaria no sería popular entre profesión, y Henry McCardie fue nombrado en su lugar. En opinión de Sir Frank Douglas MacKinnon, si Talbot hubiera sido nombrado entonces, su carrera judicial probablemente habría terminado en la Cámara de los Lores. Carrera judicial En noviembre de 1923, tras la jubilación del Sr. Juez Darling , Lord Cave recomendó el nombramiento de Talbot como juez de la División de banca del Rey de la Alta Corte, y se le concedió el título de caballero habitual en 1924. En el estrado mostró todas las cualidades del ideal juez. Tenía conocimiento, dignidad, laboriosidad, paciencia y cortesía; sus decisiones fueron casi invariablemente correctas, y en la mayoría de las ocasiones el Tribunal de Apelación pensó que lo eran . Y (aunque intentó al menos un caso de asesinato sensacionalista) su nombre era desconocido para los lectores de los periódicos populares. Tras su nombramiento para sentarse en el Tribunal de Comercio, comenzó allí con una protesta contra uno con tan poca experiencia en esa clase de trabajo siendo seleccionado. Eso, sin embargo, fue culpa de una modestia muy innecesaria: hizo el trabajo tan bien como todo lo demás. En juicios penales en circuito, de los que tenía poca experiencia en el barra, no tuvo un superior contemporáneo. Hacia finales de 1936, la salud de Talbot, tanto físicos como mentales, comenzaron a fallar. En junio de 1937 dimitió y, a continuación, tomó posesión del Consejo Privado. Su dimisión probablemente habría tenido lugar antes si no hubiera esperado a estar presente en Winchester, el 29 de mayo, cuando siete jueces wykehamistas fueron recibidos ad portas . Winchester College era, junto a su esposa y familia, el mayor objeto de devoción de Talbot. Fue un compañero desde 1930 hasta que renunció poco antes de su muerte, y durante un tiempo fue sub-warden. En 1935 fue elegido estudiante honorario de Christ Church y sirvió durante treinta y cinco años en el consejo de Keble College, Oxford . Talbot murió el 11 de julio de 1938 en Falconhurst, cerca de Edenbridge, Kent, la agradable finca creada por su abuelo, y fue enterrado en Markbeech. Su esposa le sobrevivió. Su hijo mayor falleció antes que él en 1922; el hijo menor siguió a su padre al Inner Temple y a la barra. Entre sus publicaciones legales se encuentran Modern Decisions on Ritual (1934) y Law and Practice of Licensing (1896 y 1905). Personaje. Talbot era un hombre alto y apuesto de tez fresca. Fue un caminante incansable en el campo y su placer de caminar se vio incrementado por su ardiente y erudito botánico. Tomaba un baño frío todas las mañanas y nunca se supo que usara un abrigo en la ciudad o en el campo. Su amor por la lectura fue generalizada y siguió siendo un excelente erudito durante toda su vida. Cuando salió de Oxford se propuso un gran programa de literatura griega y latina, y con la estricta devoción de un tiempo diario fijo completó la tarea en más de treinta años. Fue un gran amante de la música, especialmente de Handel, aunque nunca tocó ningún instrumento. La naturaleza lo dotó de un temperamento muy caliente, pero su intensa autodisciplina ocultaba ese hecho. Era un clérigo muy devoto, que asistía a la primera comunión todos los domingos y todos los días de los santos importantes.Charles Gore si la abogacía era una carrera adecuada para un hombre de altos ideales; el obispo respondió:
Resumen de su vida. A los 26 años fue investido a la carrera de Barrister. Su carrera de Barrister fue de 51 años. A los 62 años fue investido Juez. Su vida duro 77 años. Winchester College es una escuela privada masculina, situada en la ciudad inglesa de Winchester, antigua capital sajona de Inglaterra. Sus denominaciones oficiales son Collegium Sanctae Mariae prope Wintoniam, Collegium Beatae Mariae Wintoniensis prope Winton, o St Mary's College near Winchester. El colegio sigue en funcionamiento hoy en día tras más de seiscientos años de historia ininterrumpida, siendo el único colegio inglés con dicha característica; aunque colegios privados como King's School de Canterbury, o St Peter's School de York sean los que presenten la fecha de fundación más antigua. Además, Winchester College está considerado como el Public School(colegio privado elitista) más antiguo de Inglaterra por la Public Schools Act 1868. Según la Good Schools Guide, "se podría decir que Winchester College tiene la mejor tradición educativa de todas las escuelas de Inglaterra". |
Alfonso Rodríguez Dranguet
Santiago de Cuba (Cuba) 12-07- 1889 - Guantánamo (Cuba) 13-05- 1954
Historia: Magistrado, juez y jurista español. Nació el 12 de julio de 1889 en un barco camino de Santiago de Cuba. Hijo del militar Severino Rodríguez Manzano, que luchará en la Guerra de Cuba, y de Florencia Dranguet Bertrán, natural de Santiago de Cuba. Miembro del Gran Oriente Español (GOE). La familia se exilió en Cuba finalizada la Guerra Civil Española. Alfonso falleció el 13 de mayo de 1954 en Guantánamo (Cuba). Familia
Se casó en 1907, en Cádiz, con Milagros Díaz Olvera (1889-1964). El matrimonio tuvo 5 hijos: Milagros Rodríguez Díaz, nacida el 21 de enero de 1910, murió 25 de noviembre de 1963; Alfonso Severino Rodríguez Díaz nació el 9 de octubre de 1912, murió 28 de julio de 1976; Amalia Rodríguez Díaz nació el 25 de junio de 1916, murió 12 de junio de 1993; Carmen Rodríguez Díaz, nació el 6 de enero de 1918 y Florencia Rodríguez Díaz, nació el 27 de julio de 1921. Libro Las checas del terror: la desmemoria histórica al descubierto César Alcalá · 2007 Un articulo abla de la labor como juez infame de Rodríguez Dranguet:
Una de sus victimas. Carmen Tronchoni Soria, (23 de abril de 1915, Valencia-29 de marzo de 1938, Barcelona) fue una telefonista de la Delegación del Trabajo, en Valencia durante la guerra civil del 36, que fue fusilada en 1938 por alta traición y espionaje, al organizar un viaje para ayudar a cambiar de bando a unas personas. Los hechos Cuando los acontecimientos tienen lugar Valencia ha dejado de ser la capital de la II República, y al Consulado de Panamá en Valencia, situado en la calle del Mar núm. 78, se refugian, huyendo de Madrid, dos oficiales rebeldes (el comandante de Estado Mayor José Bielza Laguna —docente en la Escuela Superior de Guerra—, el comandante de Infantería Carlos García Bravo —juez militar de la 1ª División Orgánica que, entre otros, había instruido las causas contra Largo Caballero, antes del inicio de la guerra) y un joven falangista (Manuel González Romero)—. En estos años, varios consulados servían de asilo político y refugio a los perseguidos, pero esta práctica tuvo que dejarse cuando este uso llegó a ser de dominio público, ya que se producían asaltos a los consulados por parte de la policía, acusados de dar efugio en su interior a prófugos. Carmen Tronchoni, que consigue establecer contacto con estos militares, urdió un plan para facilitarles la huida a territorio sublevado. En Barcelona se hospedan primeramente en un hotel y al no poder seguir pagando la habitación, por lo largo de la estancia al retrasarse los pasaporte, por instancia de los agentes del SIM encubiertos, van a alojarse a una torre sita en la calle de Monestril, donde son detenidos el 28 de noviembre de 1937 y llevados a la Comisaría del Distrito de la Universidad donde se realiza la denuncia y los detenidos declaran. El día 1 de diciembre de 1937 ingresan en los calabozos del Palacio de Justicia de Barcelona y pasan a disposición del Juzgado especial n.º 1 del Tribunal de Espionaje y Alta Traición de Cataluña, siendo el juez Sr. José Vidal Llecha quien instruye la fase de sumario, y, atendiendo a los hechos denunciados, procesa a los detenidos (Carmen Tronchoni, los dos oficiales José Bielza Laguna y Carlos García Bravo, el joven Manuel González Romero y Eduardo Zamarripa Irazusta, a quien se detendrá más tarde) y decreta la prisión incondicional. Durante los interrogatorios y el proceso de investigación que se abre, Carmen descubre que Inés Jiménez es en realidad una confidente de los agentes del SIM y una de las principales testigos de cargo en el juicio. Eduardo Zamarripa Irazusta, es detenido tras las declaraciones de Inés, ya que es considerado el amigo de Carmen que proporciona los medios económicos para poder comprar los pasaportes de los oficiales. El 15 de febrero de 1938 se constituye el Tribunal, que preside el Sr. Alfonso Rodríguez Dranguet y como vocales: Fernando Martín López, Carlos Gerhart Ottenwaelder, Santiago Sentis Melendo y Ramón Pérez Noriega. Se llevó a cabo un juicio oral y después de procederse al interrogatorio de los procesados y de los testigos citados, cuya sentencia fue la pena de muerte para Carmen Tronchoni y los dos oficiales sublevados; 30 años de internamiento en campos de trabajo para el joven falangista Manuel González Romero y 6 años de internamiento en campos de trabajo para Eduardo Zamarripa. Los cargos imputados a Carmen Tronchoni fueron los de desarrollo de actividades fascistas, preparación de planos con posiciones militares (cargo que no quedó adecuadamente demostrado) y, sobre todo, facilitar la fuga de los oficiales rebeldes en la zona sublevada poniendo todos los medios posibles para lograrlo. El abogado defensor de Carmen fue el letrado Rafael Munido Domec. |
Josep Maria Bertran de Quintana (San Gervasio de Cassolas, 2 de enero de 1884-México, 5 de febrero de 1960) fue un político y jurista español, con importancia durante la Segunda República, donde tuvo un papel relevante en la proclamación de la República Catalana y, posteriormente, como regidor en el Ayuntamiento de Barcelona. Presidente del Comitè Català contra la Guerra y prolífico autor en los años 30, su implicación en las investigaciones de la violencia en la retaguardia de la República con el sumario llamado de los cementerios clandestinos durante la Guerra Civil le comportó adquirir, además, un importante perfil como juez preocupado por la aplicación de la ley hasta que, en 1938, le cesaron del cargo. Su participación política en la República le supuso el exilio a México y ser objeto de represión por parte del régimen franquista. Los archivos son la casa de la memoria. En ellos reposan las voces de otros tiempos y que un día pueden volver para recordarnos lo que vieron. Como la de Josep Maria Bertrán de Quintana, el juez que investigó los cementerios clandestinos en Catalunya durante la Guerra Civil, donde fueron inhumadas de manera furtiva las víctimas de las patrullas de control. En uno de los pocos documentos que existen de su puño y letra, al que ha tenido acceso La Vanguardia, relató los crímenes y latrocinios ocurridos y, como colofón, escribió: “Si debido a mi sumario y a mi humilde actuación se dio el frenazo a los asesinatos, es una satisfacción cívica que siento”. El documento es su versión de por qué fue apartado de la causa, en la que se investigaba las fosas comunes de la represión en Catalunya, y en él se describe sus diferencias con Ángel Pestaña, el líder anarquista, y las protestas de varios partidos políticos por su actuación. Este juez abrió el sumario de los cementerios clandestinos en abril de 1937 y fue obligado a abandonarlo en diciembre del mismo año. Josep Maria Bertrán de Quintana fue un político y jurista catalán que tuvo un gran protagonismo en una época convulsa y que acabó sus días en el exilio. No era juez de carrera, pero fue designado para estos menesteres durante la Guerra Civil, siendo destinado inicialmente a un tribunal de Girona. El 15 de abril de 1937, el presidente del Tribunal de Cassació de Catalunya, Josep Andreu i Abelló, le designó para investigar el caso de unos cadáveres aparecidos en Can Serret, cerca de Sant Feliu del Llobregat, según cuentan en su libro El jutge dels cementiris clandestins (Editorial Gregal; 2012) Oriol Dueñas y Queralt Solé. El día 26 se le nombró juez especial del asesinato en Molins de Rei de Roldán Cortadas, secretario del líder comunista Rafal Vidiella. Durante la Guerra Civil, especialmente hasta 1937, existió una dura represión en Catalunya, dirigida sobre todo contra empresarios y religiosos, aunque también contra adversarios políticos. Es una historia conocida. Las llamadas patrullas de control, o también brigadas del amanecer en otra expresión más coloquial, secuestraban a sus víctimas y las asesinaban, enterrándolas en fosas comunes. En el libro Entre el roig i el negre (Edicions 62), de Miquel Mir, también se detalla que a veces los cuerpos se quemaban en una cementera, para que no quedara rastro. En La repressió a la Reraguarda de Catalunya, (Publicacions de l’Abadia de Montserrat; 1989) los historiadores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Vilarroya i Font facilitan la cifra de 8.360 víctimas, principalmente en las comarcas del Baix Llobregat, Barcelonès, Maresme y los dos Vallès. El juez localizó más de 2.000 cadáveres y procesó a 175 personas, pero fue apartado y la inmensa mayoría fueron absueltas Al final, Bertrán de Quintana recibió el encargo de llevar a cabo todos los sumarios bautizados como los cementerios clandestinos; es decir, sobre las fosas comunes. También fueron designados otros dos jueces, Josep Vidal i Lecha y Antonio Fernández Ros. Éste último acabó huyendo de España a mitad de las pesquisas por las amenazas que recibía, y Vidal tuvo un papel destacado en varios casos. Pero Bertrán de Quintana fue quien tuvo mayor protagonismo en estas averiguaciones. De él quedan los documentos oficiales, pero ahora ha aparecido uno de su puño y letra, en el que narra sus vicisitudes. Está en el archivo personal de su sobrino, Carlos Trías Bertrán (1918-1969), que fue designado por Franco para la reconstrucción de Barcelona tras la contienda y que posteriormente fue responsable del urbanismo de Madrid. El repertorio está siendo ordenado por su hijo, el letrado Jorge Trías Sagnier, y será depositado en el Archivo de Poblet. Brigada de la Muerte. El documento de Bertrán de Quintana es una exposición de cinco páginas destinada a un compañero de logia (era masón), en la que relata porqué fue apartado del caso, además de algunos de sus descubrimientos. Así, explica que fue requerido por el jefe superior de Policía para ir a Calonge, donde detuvo a unas 18 o 20 personas acusadas “de haber asesinado a hachazos a siete desgraciados ciudadanos y a tiros a otros siete”. Además, señala que en las ejecuciones se despojaba a las víctimas de cuando tenían de valor, además de quedarse con muebles y enseres de otros ejecutados y vecinos.
"Ha habido asesinatos de mujeres, previa violación, y ceso de reseñar más miserias que me sonrojan, por lo crueles" El relato del juez es estremecedor: “Ha habido asesinatos de mujeres, previa violación, y ceso de reseñar más miserias que me sonrojan, por lo crueles, por considerarlo ya inútil. Estos autores de tantos crímenes se tienen por unos perfectos antifascistas y lo peor es que han contagiado a sus oyentes. Téngase en cuenta que la mayoría de ellos no han ido a encontrar a los fascistas en el frente de batalla. Han sido muy valientes con los indefensos ciudadanos y con las mujeres”. Su incansable actividad entre abril y septiembre de 1937 le llevó a abrir 18 sumarios y a localizar 2.073 cadáveres, aunque en una conversación estimó que la cifra total de víctimas podía alcanzar las 12.000. Procesó a 175 personas, de los cuales envió a prisión a 128, dejó en libertad provisional a 15 y 32 no fueron localizados, según el recuento de Dueñas y Solé. Su intención era que sus casos fueron juzgados por el Tribunal de Espionaje y Alta Traición, profesionales y más duros, pero finalmente fueron encauzados a tribunales populares, que acabaron absolviendo al 94% de los acusados. Como magistrado recibía denuncias de familiares, y en el archivo Trías consta una tarjeta comercial de una metalistería en la que unos familiares explican que a uno de los suyos lo han detenido y ha desaparecido. En La Vanguardia se pueden seguir sus trabajos. Así, en la página 2 de la edición del 10 de agosto de 1937 se explica que en su despacho se presentó un integrante de las patrullas de control, que declaró que con otras dos personas se dedicó a “robar y matar a personas que sabían de antemano eran poseedoras de bienes y dinero. Eran poseedores de un automóvil en el que llevaban a sus víctimas, las que, luego de ser expoliadas, eran muertas y enterradas en lugares solitarios. Sobre este particular aportó gran número de detalles”. Bertrán de Quintana fue finalmente relevado de los sumarios en diciembre de 1937, sobre todo por la presión de los anarquistas –que estaban en la CNT o en el Partido Sindicalista– y del PSUC. También se describen en otros relatos las ampollas que levantó en ERC, Estat Català o el POUM. En su informe a la logia refiere que se entrevistó con Ángel Pestaña (líder anarquista) y que éste le dijo: “O se da usted de baja del partido o se nos va la Agrupación de Gerona. Es más, yo creo que podría usted indicar a sus superiores que le eximieran de aquel territorio y así los de Girona no nos presentarán más conflictos”. El documento es un relato de cinco páginas dirigido a un compañero de su logia masónica Pero no lo hizo hasta que fue destituido. “Si debido a mi sumario y a mi humilde actuación, en parte alícuota importante, se dio el frenazo a los asesinatos, es una satisfacción cívica que siento”, afirmó a su compañero de logia. “Desde el 16 de abril de 1937 hasta que se dio por suspendido el sumario, cesaron aquellas llamadas fatídicas en las puertas de los domicilios de los ciudadanos, las desapariciones y los asesinatos”. La biografía de José María Bertrán de Quintana es el ejemplo de la fractura familiar que supuso la Guerra Civil. Quinto hijo de una familia burguesa de tradición militar, estudió derecho y se dedicó antes a los negocios que a la judicatura. Se casó con Valentina España, descendiente del Conde de España. Republicano, progresista y catalanista fue uno de los fundadores de Esquerra Republicana de Catalunya; fue abogado de Francesc Layret y secretario de Lluís Companys cuando éste fue diputado. El 14 de abril de 1931 fue uno de los redactores del discurso de Macià en el que proclamaba la república catalana y se asomó al balcón de la Generalitat cuando el president lo pronunció. Luego fue concejal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, pero acabó marchándose del partido por sus desavenencias con otros dirigentes. Entonces ingresó en el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, del que acabó expulsado por su trabajo en el juzgado. En la guerra ayudó a escapar de Barcelona a su sobrino, Carlos Trías Bertrán, que estaba en Falange. Huyó de España poco antes de que las tropas franquistas entraran en Barcelona. Pasó a Francia, donde estuvo en un campo de prisioneros. Su sobrino, el citado Carlos Trías, y el padre de éste, Bartolomé Trías, casado con la hermana de la esposa de Quintana y ex diputado carlista, le ayudaron para salir de allí y a viajar a México, donde se exilió y falleció en medio de apuros económicos y con una salud muy deteriorada. Su trabajo fue elogiado por personalidades de ámbitos muy diferentes, como Francesc Cambó o el falangista José María Fontana. Sin embargo, el franquismo le aplicó dos leyes, la de represión de la masonería y el comunismo y la de responsabilidades políticas. Ingresó en la masonería en la logia Lealtad en 1932, donde recibió el nombre simbólico de Agis y llegó al máximo grado de reconocimiento intelectual entre sus compañeros. En la misma agrupación, según el libro La logia Lealtad (Editorial Altafulla; 1985), de Pere Sánchez, también ingresó Lluís Companys, aunque tuvo poco papel en ella. Esta actividad masónica es la que explica porqué describe lo ocurrido en 1937 con sus investigaciones a sus correligionarios. Entre sus papeles se encuentra otro documento que detalla otra de sus iniciativas: su afán por promover el comité por la paz en España, como se hacía en otros lugares de Europa, a fin de evitar la gran conflagración que preveía que ocurriría. Así, en una propuesta a su logia, escribe: “Innúmeros movimientos derechistas impulsados todos por las plutocracias y las prolijas matizaciones de sus nacionalismos imperialistas, son la prueba más fehaciente de que se va con decisión a la guerra, para destruir los baluartes de las democracias y demostrar a trueque de sangre y heroísmo del pueblo, que son las autocracias las que están en posesión de la verdad y el derecho, que son ellas, las que deben seguir gobernando el mundo y afianzar así los privilegios de esta minoría proterva sobre los escombros, jamás vistos, de la monstruosa contienda que se avecina”. La fecha de esta carta es 7 de agosto de 1932. El 1 de septiembre de 1939 empezó la II Guerra Mundial. Josep Maria Bertrán de Quintana fue un hombre que, en tiempos convulsos y con grandes dificultades, llevó a cabo un trabajo ejemplar como juez, aunque eso no le reportó ni el agradecimiento ni el perdón de unos ni de los otros. Ahora, su voz vuelve desde un archivo, la casa de la memoria. |
Rudolph William Louis «Rudy» Giuliani (Nueva York, 28 de mayo de 1944), es un abogado, asesor en ciberseguridad y político estadounidense que se desempeñó como el 107º alcalde de la ciudad de Nueva York de 1994 a 2001. Políticamente demócrata y luego independiente en la década de 1970, Giuliani ha sido republicano desde la década de 1980. Fiscal Se desempeñó como Fiscal General Adjunto de los Estados Unidos de 1981 a 1983 y Fiscal de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York de 1983 a 1989. Giuliani dirigió en los años ochenta el procesamiento federal de los jefes de la mafia de la ciudad de Nueva York como Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York. Combate a la Mafia Una palabra describe con precisión a Nueva York en los años setenta: anarquía. Las calles de la ciudad estaban llenas de criminales y todos los días ocurrían asesinatos, secuestros, incendios provocados, atracos y robos. No en vano, los noticieros le decían “la ciudad del miedo” y los habitantes vivían en medio del desasosiego. Detrás de todo estaba la mafia italiana, que controlaba el crimen organizado. En ese entonces manejaba la prostitución, los casinos, las apuestas o los robos. Y además había llevado sus tentáculos a negocios legales, como el transporte, los hoteles y los restaurantes. Poco podían hacer las autoridades, que atrapaban a los criminales rasos, pero no podían llegar a los jefes. Era difícil, debido al código de silencio de la mafia y a su organización sofisticada, que repartía el control de la ciudad en cinco familias: Gambino, Genovese, Lucchese, Colombo y Bonanno. Paul Castellano, Carmine Persico, Philip Rastelli, Anthony ‘Ducks’ Corallo y ‘Fat Tony’ Salerno. Los cinco jefes de la mafia italiana que arrestados y condenados por el FBI a comienzos de los años ochenta. Habían llegado allí luego de la muerte de los antiguos capos y lideraban la Cosa Nostra durante “los años dorados de la mafia en Nueva York”, en palabras de uno de sus hombres. En una decisión audaz, intensificaron los seguimientos y decidieron usar micrófonos para espiar a los capos. Ademas usaron testigos como el de John Alite y Michael Franzese, dos caporegimes (capitanes) de la mafia, que con el paso del tiempo terminaron por colaborar con las autoridades. Alite recuerda que se sentían los dueños de la ciudad: “Éramos intocables y podíamos hacer lo que quisiéramos”. El FBI lo sabía: Jim Kossler, quien trabajó en el caso, cuenta que en esa época siempre perdían. Sobre todo por falta de organización: tres oficinas investigaban por su lado y no intercambiaban información. Las autoridades, lideradas por Rudolph Giuliani, entonces fiscal federal de Nueva York, y William Webster, director del FBI, decidieron revertir la situación. Unieron las tres investigaciones en una y asignaron 50 agentes al caso. Por esos días, además, en una capacitación de rutina los investigadores descubrieron un detalle de la legislación que podía cambiar para siempre los casos sobre la mafia. En efecto la Ley Rico, aprobada en 1970, permitía enjuiciar a las personas colectivamente por pertenecer a una organización criminal y ordenar delitos, así no los ejecutaran. Con esta nueva información, cambiaron el enfoque: la idea era comprobar que los jefes ordenaban los crímenes. En una decisión audaz, intensificaron los seguimientos y decidieron usar micrófonos para espiar a los capos.
Luego procesaron toda la información. Para eso se repartieron en cinco escuadras, una por cada familia, y un grupo comenzó a tomar nota de los detalles importantes. Allí descubrieron que la mafia era mucho más grande de lo que pensaban. Controlaban los sindicatos más grandes del país, como el de camioneros o el de constructores, y así extorsionaban a las empresas con decretar huelgas si no les pagaban comisiones. El caso de la construcción atrajo a las autoridades, porque en los años ochenta Nueva York vivía un boom de edificios nuevos. En las grabaciones quedó claro que los cinco jefes se reunían en un espacio que llamaban ‘la comisión’ y allá arreglaban las licitaciones para beneficiar a empresas relacionadas con las familias. El FBI decidió armar el proceso por ese lado, debido a que con la Ley Rico podían llevar a los cinco jefes a la cárcel al mismo tiempo. Además lograron evidencia fotográfica de ‘la comisión’ y pudieron comprobar que ellos habían aprobado el asesinato de Carmine Galante, antiguo jefe de los Bonanno. Armados con esa evidencia, el 14 de febrero de 1985, en un hecho sin precedentes, los detectives capturaron a los cinco capos al tiempo. A cuatro de ellos los condenaron a más de 100 años de cárcel y Castellano, quien pagó fianza, murió asesinado a los pocos días por John Gotti, uno de sus lugartenientes. De ese modo, este se convirtió en el último gran padrino de la mafia de Nueva York. Alcalde Después de una fallida campaña electoral para la alcaldía de la ciudad de Nueva York en 1989, tuvo éxito en 1993 y fue reelegido en 1997, basándose en una plataforma de dureza contra el crimen. Dirigió la controvertida "limpieza cívica" de Nueva York como su alcalde de 1994 a 2001. El alcalde Giuliani designó como nuevo comisionado de policía de la ciudad de Nueva York a un forastero, William Bratton. Reformando la administración y las prácticas policiales del departamento de policía, ambos aplicaron la teoría de las ventanas rotas, que atribuyen al desorden social, como el deterioro y el vandalismo, el atraer a adictos merodeadores, mendigos y prostitutas, seguidos de delincuentes graves y violentos.9 En particular, Giuliani se centró en eliminar a los mendigos y los clubes sexuales de Times Square, promoviendo un ambiente de "valores familiares" y un regreso al enfoque anterior del área en los negocios, el teatro y las artes. A medida que las tasas de criminalidad cayeron abruptamente, muy por encima del ritmo promedio nacional, Giuliani fue ampliamente reconocido, pero los críticos posteriores citan otros factores contribuyentes. En 2000, se enfrentó a la entonces Primera Dama Hillary Clinton por un escaño en el Senado de los Estados Unidos por Nueva York, pero abandonó la carrera una vez que le diagnosticaron cáncer de próstata. Por su liderazgo como alcalde tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, fue llamado "el alcalde de América". También considerado como "Persona del Año" en 2001 por la revista Time, fue nombrado caballero en 2002 por la reina Isabel II del Reino Unido. El liderazgo de Giuliani todavía tenía fuertes críticos, entre ellos el periodista Jack Newfield, quien escribió: "Rudy Giuliani era un alcalde C+ que se ha convertido en un mito A+. Desde la atrocidad del 11 de septiembre, Giuliani ha logrado fusionarse con los heridos de Nueva York, hasta que el hombre y la metrópoli –en un evento casi religioso– parecen ser una sola difuminación heroica ". Vida después de la política. En 2002, Giuliani fundó una empresa de consultoría de seguridad, Giuliani Partners, y adquirió, pero luego vendió, una firma de banca de inversión, Giuliani Capital Advisors. En 2005, se incorporó a un bufete de abogados, rebautizado como Bracewell & Giuliani. Al competir por la nominación presidencial del Partido Republicano en 2008, Giuliani era uno de los primeros favoritos, pero le fue mal en las elecciones primarias, retirándose para respaldar al posterior candidato del partido, John McCain. Declinando postular para gobernador de Nueva York en 2010 y para la nominación presidencial republicana en 2012, Giuliani se enfocó en las actividades de sus empresas comerciales. Además, frecuentemente ha sido llamado para hablar en público, hacer comentarios políticos y apoyar a campañas de candidatos republicanos. En abril de 2018 se unió al equipo legal del presidente Donald Trump. Sus actividades como abogado de Trump han regresado a Giuliani al escrutinio de los medios, incluyendo acusaciones de corrupción y lucro cesante. |
Bruce Cutler
(nacido el 29 de abril de 1948) es un abogado defensor penal estadounidense más conocido por haber defendido a John Gotti y por aparecer en los medios como comentarista legal. El padre de Cutler, Murray Cutler, era un detective de la ciudad de Nueva York que más tarde se convirtió en abogado defensor penal. Al crecer en Flatbush, (Flatbush es un vecindario en el distrito de Brooklyn de la ciudad de Nueva York)se graduó de Poly Prep Country Day School . Anteriormente asistente del fiscal de distrito de Brooklyn, Cutler ganó notoriedad en la década de 1980 cuando ganó tres absoluciones para el jefe de Gambino Crime Family , John Gotti (incluida una en la que al menos un miembro del jurado aceptó un soborno a cambio de votar para declarar inocente a Gotti). Cuando Gotti fue acusado en 1990 por el asesinato de Paul Castellano en 1985 y varios otros delitos, el juez presidente I. Leo Glasser descalificó a Cutler y dos asociados de representar a Gotti. Citando evidencia de escuchas telefónicas en el club Ravenite de Gotti, los fiscales sostuvieron que Cutler y sus colegas pueden haber sabido sobre la actividad delictiva. Dado que el privilegio abogado-cliente no se aplica en estas circunstancias, los fiscales argumentaron que Cutler era "parte de la evidencia" y, por lo tanto, podía ser llamado como testigo. También argumentaron que Cutler había representado a otros testigos potenciales y, por lo tanto, tenía un conflicto de intereses. Glasser se puso del lado de los fiscales, alegando que Cutler era el "abogado interno" de la familia Gambino. |
Closing Argument: Defending (and Befriending) John Gotti, and Other Legal Battles I Have Waged (Inglés) 1st Edición de Bruce Cutler (Author), Lionel Rene Saporta (Author) Bruce Cutler, uno de los abogados más famosos de Estados Unidos, nunca ha contado su historia, hasta ahora. Mejor conocido por su tenaz y muy publicitada defensa de John Gotti en la década de 1980 y principios de la de 1990, Cutler personificó una confianza, pasión y rigor legal que desafió repetidamente a un gobierno decidido a poner a Gotti de rodillas. Una presencia omnipresente al lado de Gotti dentro y fuera de la sala del tribunal, y en las portadas de los periódicos de todo el país, Cutler se volvió casi tan infame como su cliente. Y, como John Gotti se convirtió en un pararrayos para todos los fiscales que buscaban gloria, reputación o promoción, Cutler también se convirtió en un pararrayos para la controversia. Según los federales, Bruce Cutler pudo haberse acercado demasiado y se aseguraron de que tanto él como su cliente pagaran el precio. Cutler, hijo de un detective convertido en abogado, resolvió su elección de profesión a una edad temprana y se sumergió de lleno en el mundo tumultuoso y, a veces, surrealista del sistema legal de Nueva York. En el argumento final, Cutler relata su época como asistente agresivo e incansable de D.A. en Brooklyn; cómo cambió de bando y se convirtió en un abogado defensor ferozmente dedicado que trabajaba con Barry Slotnick, uno de los abogados de Nueva York abogados criminales de primer nivel; y el camino que lo llevó al lado de John Gotti en la corte. Era el 28 de marzo de 1985 para ser precisos: tenía treinta y seis años, y fue un momento que cambiaría la vida de ambos hombres para siempre. El argumento final es la historia interna de cómo Bruce Cutler y John Gotti frustraron tanto a los federales, que finalmente tuvieron que romper las reglas ellos mismos para condenar al llamado Teflon Don. Los años que Cutler y Gotti pasaron juntos fueron una especie de época dorada del litigio criminal (y en particular del crimen organizado), y tanto el abogado como el cliente estaban en el centro de todo. De lo que ninguno de los dos se dio cuenta entonces es que los famosos juicios se debieron principalmente al deseo del gobierno de poner fin a una determinada forma de vida, una que John Gotti y sus semejantes encarnaron. La condena de Gotti y su posterior muerte en 2002 mientras cumplía cadena perpetua en régimen de aislamiento marcaron el final de una era. El argumento de cierre es un vistazo al mundo de John Gotti: la charla alrededor de la mesa en el notorio club social Ravenite; el asesinato de Paul Castellano; Los sentimientos de Gotti sobre la traición de Sammy "The Bull" Gravano y la supuesta traición de Wilfred "Willie Boy" Johnson; y lo que se necesitó para triunfar en un mundo con su propio conjunto de reglas irrompibles. Este fascinante documento deja en claro que Gotti y Cutler estaban perfectamente emparejados. Su incapacidad para comprometerse, su enfoque a toda máquina para su defensa y el carisma que los convirtió en los favoritos de la prensa, fueron sus puntos fuertes e, irónicamente, lo que los convirtió en objetivos tan atractivos para una gran cantidad de fiscales. Bruce Cutler, con un estilo típico, no da golpes en el argumento final. Es muy raro que un abogado en ejercicio hable con el tipo de franqueza que tiene aquí, y es más raro que un abogado se vuelva tan apasionado. e involucrado emocionalmente como lo hizo con su cliente, John Gotti. Opiniones editoriales Esta es una autobiografía muy detallada del abogado de defensa criminal Cutler, quien ganó prominencia nacional a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990 como abogado del mafioso convicto John Gotti. Con el asociado legal Saporta, Cutler describe en detalle cómo su estilo de sala de audiencias hiperactivo y sin restricciones produjo dos absoluciones para Gotti en juicios federales de alto perfil; también afirma (con justificación) que habría obtenido una tercera victoria si el gobierno no hubiera logrado que lo descalificaran como asesor legal del " Don Teflon". Pero el lector casual de crímenes verdaderos descubrirá más sobre la educación temprana de Cutler (el primer tercio del libro) que cualquier información nueva sobre el legendario e infame Gotti de la familia criminal Gambino de Nueva York (incluso después de la muerte del Don, Cutler es callado sobre su antiguo cliente). El villano principal en la historia de Cutler es la Ley RICO, bajo la cual Gotti fue acusado y que Cutler sostiene que es "un estatuto con mucho espacio para la interpretación y muchas oportunidades para que el gobierno destruya a aquellos a quienes ha decidido dignos de destrucción. " Pero Cutler también muestra una jerga legal inteligente al afirmar desde el principio: "Nunca creí que John fuera culpable de las cosas por las que se le acusaba". De hecho, lo más notable de este libro es la inocencia declarada de Cutler sobre —en realidad, la admiración por— "la comunidad de jugadores y gente de la calle que componen lo que al gobierno le gusta llamar crimen organizado". Se niega a decir algo más fuerte sobre Gotti que su "estilo de vida alternativo y rebelde" lo convirtió en "un blanco fácil para los fiscales que buscan un chivo expiatorio para todos los males de la sociedad". Como Bobby Simone, el abogado de Filadelfia que "se atrevió a defender a la mafia", Cutler ofrece un relato apasionante de sus juicios de alto perfil, especialmente los que involucran a Gotti. Cutler retrata a su cliente como un hombre brillante, cortés y de principios que tuvo la desgracia de crecer en la pobreza en una comunidad donde los criminales se ganaban el respeto. Al igual que Simone, vilipendia a quienes se convirtieron en informantes del gobierno como Sammy Gravano, mintiendo para salvar su pellejo en lugar de recibir su castigo como hombres. El libro está organizado cronológicamente, ofrece la versión de Cutler de siete años como fiscal del estado y concluye con la muerte de Gotti. Dado el talento de Cutler en la sala del tribunal y su relativa juventud (53), esta autobiografía sin duda continuará, para deleite de los lectores. Una presencia omnipresente al lado de Gotti dentro y fuera de la sala del tribunal, y en las portadas de los periódicos de todo el país, Cutler se volvió casi tan infame como su cliente. Y, como John Gotti se convirtió en un pararrayos para todos los fiscales que buscaban gloria, reputación o promoción, Cutler también se convirtió en un pararrayos para la controversia. Según los federales, Bruce Cutler pudo haberse acercado demasiado, y se aseguraron de que tanto él como su cliente pagaran el precio. |
Fallece el destacado abogado defensor Robert Simone. Robert F. Simone, un abogado defensor criminal de Filadelfia por excelencia cuya lista de clientes era un cruce entre "Guys and Dolls" y "Goodfellas", murió anoche en el Hospital de la Universidad de Hahnemann después de una larga enfermedad. Publicado el 11 de julio de 2007 Simone, de 73 años, era un defensor tenaz cuyo estilo en la corte era el de un contragolpeador. Rápido en sus pies y un maestro en el contrainterrogatorio, a menudo podía decir más a un jurado con una mueca, entrecerrar los ojos o encogerse de hombros de lo que otro abogado podría transmitir en un resumen de dos horas. Sus históricas confrontaciones legales incluyeron varias batallas en las que se defendió de cargos criminales. Fue condenado en 1992 en un caso de extorsión y crimen organizado relacionado con la mafia y sentenciado a cuatro años de prisión. Durante una carrera de 40 años como uno de los mejores abogados defensores de la ciudad, sus clientes incluyeron a los glamorosos y los infames, desde jefes de la mafia hasta coristas, desde líderes sindicales hasta estrellas del porno. "Él fue el último de los abogados criminales de la gran ciudad, grandes y contundentes", dijo Edwin Jacobs Jr., un destacado abogado defensor de Atlantic City y amigo y socio de toda la vida. La carrera de Simone se inició con la destacada defensa de la corista Lillian Reis, quien fue acusada de planear el robo de 478.000 dólares de la casa del magnate del carbón de Pottsville, John Rich, en 1959. Su cliente más infame fue el jefe de la mafia Nicodemo "Little Nicky" Scarfo, a quien defendió en numerosos casos federales y municipales en la década de 1980 y que se convirtió en amigo y cliente de Simone. "Cuando tuve problemas, él fue una de las personas que me respaldaron", dijo Simone en una entrevista en 1988 antes del inicio de un juicio por asesinato en el Tribunal de Primera Instancia en el que defendió con éxito a Scarfo. "Lo considero un amigo leal". Otros clientes a lo largo de los años incluyeron al líder de la mafia Angelo Bruno, el jefe de Roofer Union John McCullough, el narcotraficante George "Cowboy" Martorano y la estrella porno Linda Lovelace (quien contrató al Sr. Simone para resolver una disputa de contrato de apariencia personal con dos promotores). La lealtad y el sentido del honor de Simone fueron primordiales en una carrera en la que a menudo se enfrentaba a los fiscales federales en los tribunales y esquivaba a los investigadores federales en las calles. Fue acusado tres veces por grandes jurados federales. Poniendo la mentira al adagio de que un acusado nunca debe representarse a sí mismo, superó con éxito un cargo de evasión de impuestos sobre la renta en 1984 y un caso de perjurio en 1986. Su defensa en el caso de evasión fiscal, en el que las autoridades alegaron que había ocultado activos y evitó el pago de casi $ 1 millón en impuestos, fue el clásico Bobby Simone. Después de que se anunció la acusación y los periodistas le preguntaron sobre los cargos, explicó que su dinero se había destinado a pagar deudas de juego. "¿A quién se suponía que debía pagar, al IRS oa los usureros?" preguntó con una mirada que decía que la respuesta era evidente. "El interés es casi el mismo, el aspecto de la salud es un poco diferente". Sin embargo, Simone perdió su última batalla con el gobierno federal cuando fue declarado culpable de cargos de extorsión y extorsión en un caso de 1992 vinculado a la mafia de Scarfo. Las autoridades alegaron que se había convertido en el "consigliere no oficial" de la familia del crimen, una acusación que negó con vehemencia. Fue sentenciado a cuatro años de prisión y despojado de su licencia para ejercer la abogacía. Simone escribió extensamente sobre el caso y sobre lo que consideraba el abuso del sistema legal por parte del gobierno al hacer tratos con informantes criminales en su libro The Last Mouthpiece. Un libro de memorias que destacó la mayoría de sus casos principales, el libro se publicó en 2001 después de que él había completado su sentencia sobre los cargos de crimen organizado. Finalmente, se le restauró la licencia para ejercer la abogacía y nuevamente estaba trabajando como abogado defensor cuando fue marginado por la enfermedad que le quitó la vida. "Era un abogado sobresaliente que estuvo cara a cara con el gobierno y nunca cedió un ápice", dijo Norris Gelman, un abogado defensor que trabajó en casos con Simone. "Era el último de una raza ... Sabía tácticas, sabía estrategia, sabía cómo contrainterrogar". Incluso los fiscales, que investigaron y construyeron casos en torno a lo que uno llamó el "lado oscuro" del Sr. Simone, dijeron que era un maestro en la sala del tribunal. "Fue uno de los mejores abogados litigantes con los que me enfrenté", dijo Louis Pichini, un ex fiscal federal y abogado de la Fuerza de Ataque contra el Crimen Organizado que ganó numerosas batallas con Simone, incluido el importante caso de crimen organizado que envió a Scarfo y sus principales asociados a prisión en 1988. "Cuando fue interrogatorio Al ser testigo, tenía un sentido intuitivo de qué preguntar y, lo que era más importante, cuándo dejar de preguntar, "Pichini". Fue como un golpe quirúrgico. Entra y sale." Robert Madden, el ex fiscal federal que luego se convirtió en abogado defensor, dijo que Simone "era una leyenda ... un gran abogado". Más importante, dijo Madden, "era un hombre de palabra. Si le decía algo, podía confiar en ello. Así iba a ser". Hijo de un padre italoamericano de primera generación y una madre nacida en el sur de Filadelfia, el Sr. Simone creció en la sección Logan de la ciudad, asistió a Olney High School y luego pasó a Temple University y Temple University Law School. En su libro decía que desde niño soñaba con ser abogado. "Cada vez que veía la escena de un tribunal en las películas y luego en la televisión, siempre me imaginaba a mí mismo como el abogado que representaba a los desamparados", escribió. "... No había otra profesión o negocio que me interesara". Comenzó a ejercer la abogacía en 1959 y, después del trabajo, solía detenerse en Celebrity Room, un local nocturno en el centro de la ciudad dirigido por Lillian Reis. Se hicieron amigos y ella lo contrató para que la representara en varias batallas clásicas con la ciudad y luego con el capitán de la brigada de policía, Clarence Ferguson, quien siempre estaba tratando de cerrar el club de Reis por motivos morales. Cuando Reis estuvo implicada en el atraco de Pottsville, se dirigió al Sr. Simone, quien la defendió en dos juicios. El primero terminó en un jurado colgado. El segundo terminó con una condena que fue revocada en apelación. Luego se retiraron los cargos en su contra. En la entrevista de 1988, el Sr. Simone reconoció que a menudo se hacía amigo de sus clientes y también de personas cuya reputación era poco prístina. Estos incluirían muchas figuras prominentes de la mafia, incluido el novio de Reis y coacusado en el caso de Pottsville, Ralph "Junior" Staino. "No puedo evitarlo", dijo Simone. "Así soy yo ... He cenado con ellos. No tengo miedo de que me vean con ellos".Luego sonrió y ofreció una de esas miradas torcidas que eran tan parte de su estilo de corte."La mayoría tiene antecedentes tan limpios ... como los jueces del Ayuntamiento". El Sr. Simone reconoció en su libro que su estilo de vida a menudo estaba en desacuerdo con su profesión. Le gustaba beber y jugar y asociarse con personas que compartían esos intereses. Pero también sostuvo que fue víctima de las autoridades federales que lo habían atacado porque era un firme defensor de los que consideraba "los desvalidos". Ese, de hecho, fue uno de los temas a los que volvió una y otra vez en su libro. Los fiscales e investigadores dijeron que sus casos mostraban que Simone había "cruzado la línea" en sus asociaciones con mafiosos como Scarfo y que les estaba ofreciendo más que un abogado defensor. Se había convertido, alegaron, en asesor de una empresa criminal. Simone fue a la cárcel y regresó a Filadelfia negando esa acusación y, al mismo tiempo, demostrando la lealtad que era una parte tan importante de su carácter claramente defectuoso. "He pagado un alto precio por mi decisión de hace mucho tiempo de enfrentar las causas de los más indeseables e impopulares entre nosotros", escribió Simone en el prólogo de su libro. "... Y aunque algunos de mis antiguos clientes se encuentran actualmente en la cárcel o han tenido un final tan prematuro como espeluznante, puedo decirles que muchos de ellos fueron, y siguen siendo, mis amigos íntimos". |