Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

miércoles, 21 de septiembre de 2011

75).-La Iglesia de los Sacramentinos II.-a


Paula Flores Vargas; ana karina gonzalez huenchuñir; Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; alamiro fernandez acevedo;  Soledad García Nannig; 

Paula Flores Vargas


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Francia Carolina Vera Valdes

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La Iglesia de los Sacramentinos o Parroquia del Santísimo Sacramento es un templo católico ubicado en la comuna de Santiago, en la capital de Chile, en la esquina de Arturo Prat y Santa Isabel. El arquitecto Ricardo Larraín Bravo fue el encargado de la construcción de la obra; el diseño de este templo está inspirado en la Basílica del Sagrado Corazón de París, Francia. Su estilo es neobizantino.
En 1911 comenzó la construcción de la cripta,​ que fue inaugurada el 15 de junio de 1919.​ Al año siguiente se continuó con la parte superior de la iglesia, que se entregó para su uso parcial el 22 de marzo de 1931.
Está a cargo de la Congregación del Santísimo Sacramento, fundada por san Pedro Julián Eymard el 12 de junio de 1856; los primeros sacramentinos llegaron a Chile en 1908.
El púlpito tallado y los confesionarios fueron fabricados en los talleres de los padres salesianos, lo mismo que la sillería del coro, donde los religiosos rezan el oficio. Los bancos de la iglesia fueron hechos en los mismos talleres.
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parque Almagro 


El parque Almagro está ubicado en la comuna y ciudad de Santiago, entre las calles San Ignacio y San Diego, y por las calles Santa Isabel y Mensía de los Nidos. Es donde termina el paseo Bulnes.
Se encuentra entre dos Monumentos Nacionales, como el Palacio Cousiño al poniente y la iglesia de los Sacramentinos al oriente.
Al costado norte de este parque se encuentran los campus de la Universidad Central de Chile en Santiago.

Tramos

Primer tramo
Entre las calles Mensía de los Nidos (ex Lacunza) (por el norte), Lord Cochrane (por el este), Santa Isabel (por el sur) y San Ignacio (por el oeste)
  • Puntos de interés:
    • Palacio Cousiño
    • Campus Gonzalo Hernández Uribe (ex Almagro Norte) de la Universidad Central de Chile.
Segundo tramo
Entre las calles Mensía de los Nidos (por el norte), Nataniel Cox (por el este), Santa Isabel (por el sur) y Lord Cochrane (por el oeste).
  • Puntos de interés:
    • Centro de Extensión Hugo Gálvez Gajardo de la Universidad Central de Chile.
Tercer tramo
Entre las calles Mensía de los Nidos (por el norte), San Diego (por el este), Santa Isabel (por el sur) y Nataniel Cox (por el oeste).
  • Puntos de interés:
    • Iglesia de los Sacramentinos.
    • Paseo Bulnes.
    • Instituto Nacional de Estadísticas
    • Monumentos a Pedro Aguirre Cerda, Diego de Almagro y a Luis Emilio Recabarren.
    • Campus Vicente Kovacevic (I y II) y Centro Deportivo de la Universidad Central de Chile.
    • Futura Estación Parque Almagro de la Línea 3 del Metro de Santiago.
    • Plaza de libros Carlos Pezoa Véliz
    • Juegos Diana
Historia

Cuando la ciudad sobrepasó la Cañada hacia el sur, comenzaron lentamente a surgir diversas edificaciones y a delinearse sus calles.
A mediados del siglo XVII en el camino que iba hacia el sur, los Franciscanos levantaron la Iglesia de San Diego, y la calle adquirió el mismo nombre. Fue una vía de gran movimiento por la que continuamente transitaban arreos de mulas cargadas con mercaderías y viajeros a pie o a caballo. A unas pocas cuadras de la Cañada hacia el sur, existía un lugar deshabitado y abierto que invitaba a ser usado por los viajeros como un lugar de paradero y descanso antes de entrar a la ciudad, actual Parque Almagro.
También durante el siglo XVII, más al oriente de la Cañada, fue construida otra capilla. De esta manera, se dio origen a una nueva vía llamada por los vecinos "San Diego El Nuevo", que actualmente corresponde a la calle Arturo Prat.
A fines del siglo XVIII, se abrió una calle intermedia entre San Francisco y "San Diego El Nuevo" (Arturo Prat). Este callejón estrecho fue poblado lentamente y comenzó a ser llamado "Calle Angosta", actual calle Serrano.
En las proximidades del "Conventillo" de los Franciscanos -casa religiosa del campo de esa orden- existía una extensa pampa que pertenecía al Almirante Manuel Blanco Encalada y que fue comprada por el Cabildo de Santiago en 1828, formándose ahí la llamada Alameda de los monos o Cañada del Conventillo.
A principios del siglo XX en el sector se emplazó una plaza de abasto, donde eran vendidos productos del sur del país. El Parque Almagro como tal es creado en 1983.


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  Plaza Bernardo Leighton

La Plaza Bernardo Leighton, que enfrenta a esta iglesia y conocida como Plaza de Los Sacramentinos.

Bernardo Leighton fue un personaje muy importante para la política chilena. Miembro del Partido Conservador, luego de la Falange Nacional, fue fundamental en la elección del Presidente Eduardo Frei Montalva, ejerciendo como Ministro del Interior, y cuatro veces Vicepresidente de la República. Es un personaje que fue fundamental en una época del desarrollo político chileno, sobre todo en cuanto a la Democracia Cristiana, partido del cual es fundador. Nació el 16 de agosto de 1909 en Nacimiento, ubicado en la región del Bío-Bío. A los 13 años llegó a la capital a estudiar en el Colegio San Ignacio. Luego ingresó a estudiar leyes en la Universidad Católica, donde conoció a Eduardo Frei Montalva. Fue un miembro activista en contra de la dictadura de Ibáñez, y personaje clave en la mediación con las Fuerzas Armadas tras la caída de Ibáñez.
Tras el Golpe Militar, sufrió el exilio, en Italia, donde sufrió un atentado, a manos de los organismos de seguridad de la dictadura chilena, que dejó a su mujer inválida de por vida tras recibir un balazo en la médula espinal. Se autorizó su regreso el año 1978, y cuando llegó a Chile se retiró de la política. Murió el 26 de enero del año 1995, cuando ya se había restituido la democracia. En honor a él y a su legado se inauguró una plaza, ubicada entre las calles Santa Isabel, Serrano, Cóndor y Arturo Prat.

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El 11 de septiembre de 1926 se firma el contrato para que el escultor Aliro Pereira, de la Escuela de Bellas Artes, esculpa los ángeles adoradores que están en la fachada de la iglesia, el Sagrado Corazón de Jesús al igual que a San Pedro Julián Eymard, que están mirando hacia la Plaza Almagro. Todas estas esculturas están hechas de cemento blanco.

Este templo es votivo nacional (en recuerdo del primer centenario de la independencia del país) y desde el 30 de agosto de 1928 es, además, parroquia.

Su fachada (no su interior) fue usada en el octavo episodio de la segunda temporada de la serie televisiva Flash (T2: E8: Min.36), de la cadena estadounidense The CW para una batalla entre los superhéroes Barry Allen, Flash, y Oliver Queen, Flecha Verde, contra el mago maligno Hath-Set, Vándalo Salvaje, que transcurre en una iglesia de Ciudad Central. La fachada de los Sacramentinos aparece por no más de 2 segundos.
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La fachada ha sido utilizada asimismo en la portada de la novela Código Chile de Carlos Basso.

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LA "BASÍLICA" DE LOS SACRAMENTINOS: EL SACRE COEUR DE BARRIO SAN DIEGO

La primera satisfacción de vivir en el a veces temido centro de la capital la tuve la segunda o tercera noche, al descubrir que desde mi ventana (séptimo piso), mirando hacia el poniente de la ciudad, se alzaba majestuoso y altivo un palacio románico y de altas convexidades bizantinas. Tenuemente iluminado por las luces amarillentas de las calles, era una postal que semejaba mas bien un retrato mate del Santiago de aquellos tiempos en que las noticia seguía siendo la primera gran conflagración en Europa.
La oscuridad del complejo y la incapacidad del alumbrado público por delatar totalmente sus formas, le daban al enorme templo el aspecto de una temible bestia jurásica dormida, o acaso ya inofensiva e irremediablemente muerta.
Desconozco si Ricardo Larraín Bravo sabía, en 1911, que al iniciar la construcción de la espléndida Iglesia del Santísimo Sacramento o de los Sacramentinos, entregada en 1919 allí en su parroquia entre San Diego y Arturo Prat, crearía uno de los referentes urbanos y arquitectónicos más importantes de Santiago a pesar de que la mayoría de sus habitantes parecieran desconocer hoy hasta el nombre de tan imponente obra e incluso ignoren que su entrada está en realidad por el lado oriente y no por su cara que da hacia Parque Almagro.
Tal vez el arquitecto sólo se limitó a cumplir las instrucciones de imitar sin grandes expectativas las formas de la Basílica de Sacre Coeur, el templo del Sagrado Corazón de Montmartre, parcialmente terminado en 1910, conforme lo soñaba también doña María Lecaros de Marchant, decidida a instalar en su émulo a la primera congregación sacramentina que ella misma había ayudado a traer desde Francia. La pasión que Larraín le imprimió a este proyecto, sin embargo, dice lo contrario.

Vista de Santiago surponiente desde las terrazas del cerro Santa Lucía, hacia 1930. Cerca del centro del paisaje urbano, se observa que la Parroquia de los Sacramentinos destacaba entonces como una de las construcciones más altas de la ciudad, además de ser pionera en el empleo de hormigón a esta escala.

En Santiago y en Montmartre... Las comparaciones son odiosas, pero necesarias...
La orden de iniciar los trabajos principales fue a través de una resolución colectiva del Episcopado de Chile, el 23 de marzo de 1913. Hasta ese momento, sólo se habían construido las criptas subterráneas, después conocidas popularmente como "las catacumbas", que quedaron ocultas bajo el templo.
El objetivo acordado fue erigir el entonces denominado Templo Votivo Nacional del Santísimo Sacramento, para conmemorar el XVI Centenario del Edicto de Constantino. La labor quedó en manos no sólo de Larraín, sino también de los religiosos y funcionarios de la Orden del Santísimo Sacramento, que existía en Chile desde 1898 tras ser fundada por el beato Pedro Julián Eymard, recibiendo ayuda de doña María como hemos dicho.
Todavía no estaba totalmente terminada la iglesia de la parroquia tras diez años de construcción. Luego, entregada ya la obra, se exponía en ella el Santísimo Sacramento desde temprano en la mañana hasta cerca de las 21:00 horas.
En tanto, los hermosos ángeles que dan hacia el lado de la cordillera le fueron encargados en 1926 al escultor nacional Aliro Pereira. Y, en 1929, el "Libro de los Expositores de Chile en Sevilla" proclamaba al mundo el orgullo por su "catedral" de proporciones oníricas diciendo:
"Los trabajos para la terminación de esta magna obra, cuya imponente y majestuosa mole domina los demás monumentos de la capital chilena, han sido colocados bajo el patrocinio de Santa Teresa del Niño Jesús, teniéndose presente que ella vivió consagrada al amor misericordioso y que en la Sagrada Eucaristía es donde más resplandece ese amor del Divino Corazón..."

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Los ángeles, custodiando la estrella de ocho puntas...
¡Qué pensarían ahora los editores, al ver a la enorme construcción amenazada por moles aún más altas y voluminosas!
"El Templo Votivo Nacional a que nos referimos, está destinado a ser una de las iglesias más notables de América Latina, verdadero palacio en la tierra, del Rey de Reyes, tanto por la belleza y magnificencia de su construcción como por el delicado gusto que inspira su ornamentación interior y exterior", llegaron a apuntar optimistas en el mismo documento.
Hoy el problema es que, no obstante tener este edificio histórico y su inspiración europea edades no tan distantes entre sí, mientras el Sacre Coeur de Francia sigue siendo un deleite a los turistas que visitan sus limpias murallas de piedra, a nuestra gris y nostálgica Iglesia de los Sacramentinos, con sus 60 metros de fondo, 62 metros de alto y 42 de altura interior, ya casi se le caen a pedazos algunas de sus ásperas paredes.
A mayor abundamiento, su primer aspecto inaugural, aquel que tenía cuando fue bendecida por el Arzobispo Crescente Errázuriz, ha de parecer hoy un esquicio idealizado del estado en que se ofrece al observador tan valioso templo santiaguino.
El concreto desnudo, además, ha sido atacado rápidamente por el mismo mal que destruye los pulmones santiaguinos, y la falta de recursos ha terminado sacrificando detalles valiosos de tan imponente edificio, entre las grietas y los desplomes. Para peor, una gruesa capa de pintura verde cubre parte de las cruces de Constantino y los demás símbolos de lo que, abajo, es un imponente par de puertas de bronce (¿habrán pensado los pintores que la corrosión verde del metal era su color original?).
Nada ha favorecido a nuestro querido templo en las últimas décadas. De ser una de las iglesias más importantes y activas de Santiago, escenario de multitudinarias procesiones populares y de solemnidades entre lo más granado de la aristocracia chilena, pasó al eventual olvido y la parroquia se convirtió en un mero hito cardinal para la ciudad, especialmente cuando los residentes de este sector comenzaron a cambiarse y el barrio empezó a adquirir el carácter comercial que tiene hasta nuestros días. Como se sabe, olvido y descuido van de la mano.
Su particular diseño le privó de las bondades del Sol durante gran parte del día, permitiendo que los estragos de la humedad ataquen muros, marcos y puertas en algunos costados. El terremoto del 3 de marzo de 1985 terminó haciendo el resto, derribando la gran cruz que el mismo Larraín había instalado sobre ella hacia 1930 y dañando la cúpula central. Las restauraciones iniciadas en 1988 alcanzaron sólo para una fracción de los problemas más visibles del edificio.
Chile, por su naturaleza y por su conciencia sísmica, es un país donde nada dura cien años; a veces ni siquiera diez. Sólo esta clase de reliquias del pasado, esos edificios sin tiempo, parecían superar este triste principio, pues fueron creados en aquellos años en que aún se confiaba en que la religiosidad popular -como los terremotos- jamás descendería entre las muchedumbres de nuestro país.
La iglesia fue declarada Monumento Nacional por Decreto D.S. 330 del 29 de octubre 1991. Quisiera pensar, con esto, que el espiral de la cuenta regresiva aún no ha caído sobre la enorme Iglesia de los Sacramentinos, no obstante que la majestuosa vista del complejo desde mi departamento tampoco duró mucho. A decir verdad, me duró menos de un año.
Ese cuadro sepia que mostré con orgullo a tantos visitantes de mi solitario hogar, comenzó a probar el vértigo del peligro un día que, al amanecer, dos altas grúas pluma amenazaron con sus brutalismos amarillos llevarse lo más interesante de mi ventana hacia el Oeste.
Unos pocos meses después, una mole moderna -de esas que no se sabe ya si son residencias, oficinas, o ambas cosas- tapó no sé si para siempre la visión hipnótica de la hermosa parroquia, con magnitudes basilicales.
Desde entonces, rara vez tengo algún buen motivo para mirar a través de esa ventana en particular. Pero, como ya nada se construye para durar demasiado, tengo la ilusión de que algún día este impostor de cemento y ladrillo que bloquea mi vista se marche, como todo lo que es falso y profano.
Por lo pronto, mi duda es: ¿Estará en pie para entonces, todavía, la gran parroquia del barrio San Diego? ¿Permanecerá pacientemente allí detrás, esperando ser admirada? ¿Alcanzaré a verla de nuevo, como alguna vez podía?

ciudad

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