Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

domingo, 7 de abril de 2019

363).-Jueces famosos de Francia, y Chile.-a

 

Buen juez Magnaud (Paul Magnaud)


FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR
Paul Magnaud fue un magistrado y político francés nacido en 20 de mayo de 1848en Bergerac ( Dordogne ) y murió en 27 de julio de 1926 en Saint-Yrieix-la-Perche ( Alto Vienne)
Primero entro a la carrera de abogados, se unió al poder judicial en 1880. Fue juez suplente en Doullens , juez en Montdidier , a continuación, en Senlis y Amiens , y presidente del tribunal civil de Chateau-Thierry entre el 5 de julio de 1887 y 19 de julio 1906, cuando fue elegido diputado por el departamento del Sena. En 1910  se convirtió en juez en  Tribunal de Apelaciones de París.

Libro 


Eel libro "Las sentencias del Magistrado Magnaud", que publicó y comentó su recopilador Henry Leyret. 
Tuve noticia de Paul Magnaud allá por mis años de estudiante de Derecho en universidad Santo Tomas, cuando, a propósito del estado de necesidad, se citaba, como ejemplo clásico del hurto famélico, la sentencia que le hiciera famoso, en la que absolvía a Louise Menard del delito de hurto. 
No fue Magnaud hombre revolucionario ni que se distinguiese por ideas renovadoras o que para obtener los favores de la fama pretendiese dictar resoluciones novedosas. Calladamente, sin estridencias, con una aplicación discreta de la ley, llegó a la presidencia del Tribunal de Château-Tierry, una pequeña ciudad en el Marne, entre Ile de France y Champagne. 
Una mañana del mes de marzo de 1898, Louise Menard es conducida ante Magnaud acusada de hurto. Louise es una joven de 23 años, de rostro redondo y nariz ancha; tiene un hijo de dos años; ambos llevan treinta y seis horas sin comer; desde hace tiempo no tiene trabajo y nadie le presta auxilio; no tiene dinero, así que para comer y dar de comer a su hijo se apodera de un pan en la tienda de un panadero. Ante el juez, ella expresa pesadumbre por su acción; sus ojos, de natural risueños, están nublados por la incertidumbre. Todos esperan la condena; más de uno evoca a Jean Valjean, personaje de "Los Miserables", dura e inhumanamente condenado por un robo de pan para alimentar a sus hijos. Magnaud dicta sentencia absolutoria; en ella se lamenta de que en una sociedad bien organizada una madre de familia no pueda encontrar pan para su hijo de otro modo que cometiendo una falta; por ello, razona, cuando se presenta una situación como la de Louise Menard, el juez puede y debe interpretar humanamente los inflexibles preceptos de la ley. Magnaud aprecia en la acusada la eximente de actuar violentada por una fuerza a la cual no se ha podido resistir (art. 64 del Código Penal francés) y absuelve a la desventurada madre porque ha actuado bajo el irresistible impulso del hambre, acuciada por la imperiosa necesidad de procurarse, para ella y su hijo, un alimento de primera necesidad.
La sentencia salta a las páginas de los periódicos y la polémica se desata. Despierta partidarios y detractores, tanto en el pueblo como entre juristas. Magnaud –que desde entonces, será para sus conciudadanos "el buen juez"- irrumpe como un elefante en una cacharrería en pleno auge de la escuela de la exégesis, dominada por una concepción puramente formal de la norma, fría y estricta consecuencia del proceso legislativo, inflexible y acromática; inoculaba humanidad en la interpretación de la ley y el efecto era que, inflamadas sus sentencias de sentido común y compasión, llegaba a resultados distintos de los previstos y queridos por el legislador. 
Unos elogiaron la sensibilidad de la sentencia de Magnaud, su intuición de lo que es justo en los casos de estado de necesidad. Para otros, sin embargo, fue infractor de la ley, en cuya aplicación se habría excedido por causa de un errado entendimiento de la función del juez.
Con todo, el buen juez se cuidó de diferenciar aquellos otros casos en los que el hambre no justificaba el delito y condenó cuando no había razón para la excusa. Magnaud era consciente de la existencia de una laguna legal que le había llevado a interpretar extensivamente el art. 64 del Código Penal francés, referido a supuestos de fuerza irresistible y no de estado de necesidad; por eso, en 1899 solicitó de la Cámara de los Diputados la específica previsión de la impunidad del hurto famélico. 
En otra ocasión absuelve también al joven Chiabrando condenado por mendicidad, por aquel entonces actividad punible. La sociedad, dice Magnaud, cuyo primer deber es venir en ayuda de los menesterosos y desgraciados, está moralmente impedida para aplicar contra uno de ellos una ley dictada por ella misma, porque haciendo lo que le concierne, puede impedir que se produzca el hecho por el que reprueba hoy al procesado. Por ello, reprocha al Estado que se vuelva contra el menesteroso si antes no se ha ocupado de que no los haya. 
La mirada de Magnaud no se detiene en la letra escueta y aislada del precepto; va más allá, y en la otra orilla de las palabras de la ley encuentra al indigente, producto y víctima de un sistema injusto al que quiere redimir con la aplastante lógica de la justicia y la equidad.
Algunos han presentado a Magnaud como precursor del movimiento del derecho libre, contrario a una interpretación academicista de la norma y a un modelo de juez como alto funcionario gubernativo limitado a una fría y maquinal labor de subsunciones. Tal vez sea más acertado emparentarlo con quienes, dentro de aquella escuela, percibían un profundo cisma, una radical ablación entre pueblo y derecho necesitada de un elemento integrador que Magnaud habría encontrado en la interpretación humanitaria del ordenamiento.
Latía en el fondo de la polémica sobre Magnaud el permanente debate sobre el arbitrio judicial en la aplicación del derecho, la polémica acerca de la esencia de la función de juzgar y, en fin, el marco y jerarquía de referencias normativas que el juez debe tener en cuenta. Pero, al margen de la polémica doctrinal, allí queda, en un rincón de la historia judicial, la voz de un juez singular, valiente, justo y compasivo con los desheredados que propugnó una interpretación humana de la ley, un juez que proclamó que la clemencia tiene, en ocasiones, una eficacia reeducadora tan poderosa como la severidad misma.



Juan Guzmán Tapia



FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR


Juan Salvador Guzmán Tapia (San Salvador, El Salvador; 22 de abril de 1939-22 de enero de 2021) fue un abogado y juez chileno.

Hijo del poeta y diplomático Juan Guzmán Cruchaga y de Raquel Tapia Caballero, es sobrino del pianista Arnaldo Tapia Caballero. Nació en El Salvador, donde su padre se encontraba desempeñando labores diplomáticas; irónicamente su padrino fue el dictador salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez.
Desde temprana edad pudo conocer en persona a algunos de los más destacados escritores e intelectuales latinoamericanos y europeos del siglo XX, tales como Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Saint-John Perse, Eduardo Zamacois, Germán Arciniegas, Hernán Díaz Arrieta (Alone), Benjamín Subercaseaux, Daniel de la Vega, Jorge Rojas y Hugo Lindo, entre muchos otros. Pasó su infancia en Colombia (1941-43), Venezuela (1948) y Estados Unidos (1943-48 y 1949-51). En 1951 volvió a Chile y dos años más tarde se estableció en Argentina.

Regresó a su país para estudiar en el Saint George's College y se graduó en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile en 1965. En 1967 obtuvo una beca para estudiar Filosofía del Derecho en París. En 1968 fue testigo directo de los acontecimientos del mayo francés y conoció a Inés Watine, hija de un antiguo miembro de la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, con quien casó en 1970 y tuvo dos hijas.
En marzo de ese año partió a Estados Unidos para trabajar como consejero financiero en un banco de San Francisco y el 30 de agosto retornó a Chile para trabajar como juez en Panguipulli. Su fluidez en el francés le permitió en 1971 obtener un pequeño papel en Estado de sitio, película de Costa-Gavras rodada en Chile, pero ambientada en Uruguay, que denuncia la intervención de Estados Unidos en Latinoamérica durante las décadas de 1960 y 1970, y el apoyo de la CIA a las dictaduras militares que proliferaron en el continente durante la Guerra Fría.
En 1974 se desempeñó como juez en Santiago de Chile. En 1983 fue trasladado a la Corte de Apelaciones de Talca, de la cual fue presidente en 1986. En 1989 fue designado a la Corte de Apelaciones de Santiago, donde fue miembro de la Corte Marcialde Ejercito, Fuerza Aérea y Carabineros, hasta el retorno de la democracia (1990).
El 12 de enero de 1998 fue designado juez titular para investigar varias querellas contra Pinochet por homicidio, en el contexto de la  denominada «Operación Caravana de la Muerte» (septiembre de 1973). El 16 de octubre de ese mismo año, Pinochet fue arrestado en una clínica de Londres, lo que dio inicio a un proceso judicial que sólo terminaría tras la muerte del dictador en 2006.
Entre 1999 y 2004 encabezó numerosas exhumaciones de restos de detenidos desaparecidos, a raíz de los cuales creó la figura del «secuestro permanente». En 2000 logró el desafuero de Pinochet (en su calidad de senador designado y vitalicio) en el marco de 19 delitos de secuestro permanente, a los que se sumaron otros 57 casos de homicidio y éste fue procesado. Sin embargo, la Corte de Apelaciones dejó sin efecto el procesamiento al acoger un recurso de amparo de la defensa. En 2001 se abrió un nuevo proceso contra Pinochet, que fue sobreseído definitivamente por motivos de salud (fallo confirmado en 2002).
Guzmán se retiró en 2005 y ese mismo año publicó sus memorias Au bord du monde. Les Mémoires du juge de Pinochet (En el borde del mundo: Memorias del juez que procesó a Pinochet). 
Hasta marzo de 2008 se desempeñó como decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Central de Chile. También fue director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Central de Chile, entidad que él mismo fundó.
Otras obras suyas son La sentencia (1996) y Código de ética profesional del abogado (1998). 

En 2009 se presentó como candidato a senador independiente por la V Región Costa, sin éxito.

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