Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

martes, 13 de noviembre de 2012

124).-Visitando la ciudad de Miami en marzo de 2019 II.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo González Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco González Fortunatti; Ana Karina González Huenchuñir ; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson González Urra ; Ricardo Matias Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas;

Atrás.


El Canal Intracostero del Atlántico.

Canal de Lewes y Rehoboth, situado en Lewes (Delaware).


 (en inglés, Intracoastal Waterway) es una ruta de navegación de los EE. UU., de más de 4.800 km, que va desde el océano Atlántico hasta el golfo de México. Su construcción fue autorizada por el Congreso de los Estados Unidos en el año 1919, para facilitar una ruta resguardada a las embarcaciones comerciales y los botes de recreo, siendo construido por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Fue planeado originalmente para formar un canal ininterrumpido desde Nueva York hasta Brownsville, en Texas.
Nunca fue terminado a causa del entronque que se encuentra en la península de Florida, quedando separado en dos secciones. El tramo del Atlántico consiste de ríos, bahías y acueductos que van desde la península de Cabo Cod hasta la bahía de Florida, incluyendo el canal de Cabo Cod (El Canal de Cape Cod es una vía fluvial artificial en el estado estadounidense de Massachusetts que conecta la bahía de Cape Cod en el norte con la bahía Buzzards en el sur, y es parte de la vía fluvial intracostera del Atlántico) y el canal C&D. (The Chesapeake & Delaware Canal.)



El Aeropuerto Internacional de Miami.



 (en inglés: Miami International Airport), (IATA: MIA, OACI: KMIA, FAA LID: MIA) también conocido como MIA e históricamente Wilcox Field, es el aeropuerto principal que sirve al Área metropolitana del Sur de la Florida, Estados Unidos. El aeropuerto está en un área no incorporada en el Condado de Miami-Dade, Florida a 13 km  al noroeste del centro de Miami,​ entre las ciudades de Miami, Hialeah, Doral, Miami Springs, el pueblo de Virginia Gardens y el barrio no incorporado de Fountainebleau. Es el principal aeropuerto del sur de Florida para vuelos internacionales de larga distancia. Miami International es también uno de los ocho aeropuertos de los Estados Unidos que puede acomodar el superjumbo Airbus A380.

El aeropuerto es la puerta de enlace principal de América Latina de American Airlines, junto con un centro de conexiones doméstico para su afiliado regional American Eagle; los transportistas de carga UPS Airlines y FedEx Express y la línea aérea charter Miami Air. Es un aeropuerto foco para Avianca, Frontier Airlines y LATAM, tanto para pasajeros como para operaciones de carga. El aeropuerto internacional de Miami tiene vuelos de pasajeros y de carga a las ciudades a lo largo de las Américas, Europa y Asia Occidental, así como vuelos de carga a Asia Oriental.

El Aeropuerto Internacional de Miami es la puerta de enlace más grande entre los Estados Unidos y América Latina, y es uno de los centros aéreos más grandes de los Estados Unidos, debido a su proximidad a atracciones turísticas, crecimiento económico local, poblaciones y ubicación estratégica para manejar el tráfico de conexión entre América del Norte, América Latina y Europa. En el pasado, ha sido un centro para las líneas aéreas internacionales de Braniff International, Eastern Airlines, Air Florida, la original National Airlines, la original Pan Am, United Airlines, Iberia y Fine Air.

En 2011 el aeropuerto ocupó el primer lugar en los Estados Unidos por el porcentaje de vuelos internacionales y el segundo por el volumen de pasajeros internacionales, detrás de solamente de Nueva York-JFK.​ En 2013, 40,563,071 pasajeros viajaron a través del aeropuerto,​ haciéndolo el 23º aeropuerto más ocupado del mundo por tráfico de pasajeros.
 El aeropuerto también se clasifica como el 10º aeropuerto más ocupado en los Estados Unidos por número anual de pasajeros y es el aeropuerto más ocupado en el estado de Florida.​ El aeropuerto también manejó más carga internacional que cualquier otro aeropuerto en Estados Unidos.



El Puerto de Miami.




El Puerto de Miami es un puerto situado en Miami, Florida sobre la Bahía Biscayne. El puerto reconocido como la capital del mundo de los cruceros y es una de las más importantes puertas de entrada de mercancías de toda América.
El puerto de Miami es un contribuidor importante a las economías locales y del estado. En promedio, casi cuatro millones de pasajeros pasan a través del puerto, que acoge a unas 13 empresas de cruceros, entre las cuales Aida Cruises, Azamara Club Cruises, Carnival Cruise Lines, Celebrity Cruises, Costa Cruises, Crystal Cruises, Disney Cruise Line, MSC Cruises, Norwegian Cruise Line, Oceania Cruises, Regent Seven Seas Cruises, Resorts World Bimini y Royal Caribbean International.

El año pasado, más de 9 millones de toneladas de carga han pasado a través de este puerto. Gracias a todas estas actividades, el Puerto de Miami produce 98.000 puestos de trabajos, y tiene un impacto económico importante en el condado de Miami-Dade valorado en más de US$12 mil millones.




¿Acaso el inglés de Miami es un dialecto?


Un profesor de lingüística descubrió que incluso los miamenses que no dominan el español usan o entienden frases que son traducciones directas de ese idioma.

Por Patricia Mazzei
5 de agosto de 2023

El estereotipo de cómo hablan muchos miamenses implica un ritmo cantadito con una “L” muy sonora y una generosa pizca de espanglish. Pero ¿y si el lenguaje conversacional del sur de Florida fuera algo más que un acento animado? ¿Y si fuera un dialecto regional distinto del inglés estadounidense?

Phillip M. Carter, profesor de lingüística de la Universidad Internacional de Florida, asegura que ya lo es. Le llama “inglés de Miami” y se ha propuesto eliminar el estigma que lo rodea.

“Quizá sea la situación bilingüe más importante del continente americano en la actualidad”, afirmó Carter.

Más de 60 años de inmigración constante de países hispanohablantes han influido mucho en el sistema vocálico del inglés local (los habitantes de Miami suelen hablar inglés con sonidos vocálicos del español), la estructura gramatical y el léxico. “El inglés influye en el español, pero el español también influye en el inglés”, explicó Carter.

El resultado es una versión del inglés tan digna de reconocimiento como otros dialectos aceptados ampliamente, señaló Carter, como los que se hablan en Nueva York o en el sur de Estados Unidos.

“La gente está muy cansada de que le digan que está equivocada y de que la corrijan”, comentó Carter, y añadió que “esas diferencias lingüísticas son una parte fundamental de la identidad de las personas”.


En su estudio más reciente, Carter y una coautora, Kristen D’Alessandro Merii, plantearon que décadas de exposición al español, que con frecuencia parece ser el idioma dominante de Miami, han originado frases habladas y entendidas incluso por hablantes nativos del inglés que no dominan el español. (Carter calcula que quizá en la mitad de los hogares del condado de Miami-Dade se habla algo de español, aunque en los vecindarios predominantemente hispanos esa cifra puede superar el 90 por ciento).
Esas frases, traducidas del español, se conocen como calcos. Por ejemplo: Get down from the car (bajarse del carro), en lugar de get out of the car, que sería lo correcto en inglés; make the line (hacer la fila), en lugar de join the line (que sería más cercano a “fórmese en la fila”; o she recommended me this (me recomendó esto), en lugar de she recommended this to me, que sería lo adecuado en inglés.

John me recomendó esta película.

“El inglés de Miami está lleno de este tipo de expresiones y no solo en el habla de los inmigrantes, donde esperarías encontrarlas”, aseveró Carter. “Estas expresiones se transmiten y se incorporan en el habla de los angloparlantes nativos”.
Andrew Lynch, lingüista de la Universidad de Miami que ha realizado investigaciones con Carter, calificó de “hipótesis persuasiva” el argumento de que el inglés de Miami es un dialecto (que va más allá de un acento y hace referencia a una manera de hablar que abarca todo, incluyendo pronunciación, gramática y vocabulario).
“No estoy del todo convencido de que estemos en ese nivel en este momento”, dijo Lynch. “Creo que ahora mismo estamos más en la fase de un sociolecto”, que se refiere a la manera de hablar de un grupo social determinado.

Después de conseguir mis víveres, hice fila y pagué.

En este caso, el grupo estaría formado por hispanohablantes de segunda y tercera generación para quienes el inglés es el idioma dominante, agregó. Es posible que otros miamenses (afroestadounidenses, haitianoestadounidenses, inmigrantes de Nueva York o del Medio Oeste) no hablen de la misma manera.
Bien podríamos estar presenciando algo que se expandirá”, agregó Lynch. “Dependerá mucho de factores demográficos, y creo que hasta de qué punto el español continúa siendo hablado por, digamos, la cuarta y quinta generación”.

Antes, los miamenses blancos hablaban más parecido a otros sureños blancos, pues pronunciaban Miami como “mayámah”. Esto empezó a cambiar tras la revolución cubana de 1959, con la llegada de oleadas de inmigrantes provenientes de Cuba y otros países latinoamericanos, y la partida de las personas blancas no hispanas.
En su mayoría, esos inmigrantes eran hispanohablantes de clase alta y media, lo que ayudó a establecer el español como un idioma fuerte y relevante, comentó Lynch. “En la actualidad, Miami es la única gran zona urbana de Estados Unidos donde el español no está relegado principalmente a los niveles socioeconómicos más bajos”, explicó.
Carter es un evangelista inusual del inglés de Miami. Se crió en Carolina del Norte y habla español con acento castellano, más madrileño que miamense. Sin embargo, su investigación ha recibido elogios entre los habitantes del sur de la Florida que sienten que ha validado su experiencia.

Manejamos en el garaje, salimos del carro y entramos.

Ana Menéndez, colega de Carter en la Universidad Internacional de Florida, quien ha escrito sobre cómo su generación mezcló el inglés y el español en la década de 1980, dijo que muchos hijos de inmigrantes como ella aprendieron un “orden jerárquico” social con los hablantes nativos de inglés en la parte superior, algo que se ha flexibilizado con el tiempo, para su alivio. (Sin embargo, sus propios padres enfatizaban la importancia del español e insistían en hablarlo en casa).

“Podemos ser muy estrictos con las reglas”, dijo, “pero en verdad, el lenguaje es una herramienta dinámica, en constante cambio y evolución, que adaptamos a nuestros propósitos”.
Entre los ejemplos del inglés de Miami en la cultura pop que citó Carter se encuentra un video viral de 2012 titulado: “Cosas que dicen las chicas de Miami… y los chicos” (aunque con un lenguaje más florido) que parodia la frecuencia con la que los miamenses dicen cosas como “bro” (abreviación de brother), “irregardless” (en lugar de regardless) y “supposably” (en vez de supposedly).

Era más una discoteca que un bar, porque era enorme y con música fuerte.

Los tres jóvenes miamenses del video también utilizan “súper” como adverbio, uno de los calcos del español que se mencionan en la investigación de Carter. (“Ay, estoy súper inflamada”).
A Michelle Sicars, de 35 años, una de las protagonistas del video, quien ahora vive en Nueva York, le hizo gracia que algo que se grabó hace más de una década solo por diversión llegara hasta una revista académica, pero no le sorprendió saber que el inglés de Miami podría ser un dialecto propio.

“Tengo amigos en Miami que son cien por ciento estadounidenses, de padres irlandeses e ingleses, pero ellos nacieron en Miami y tienen el acento, y usan estas palabras”, explicó. “Es una locura”.

Patricia Mazzei es la jefa de la corresponsalía en Miami, que cubre Florida y Puerto Rico. Escribe sobre noticias de última hora, política, catástrofes y las peculiaridades de la vida en el sur de Florida. Se unió al Times en 2017, tras una década en The Miami Herald.





                                        Sunny Isles Beach, Florida.


Sunny Isles Beach, Florida


Lema: La ciudad del sol y el mar.

Ubicación en el condado de Miami-Dade y el estado de Florida


Sunny Isles Beach (SIB, oficialmente City of Sunny Isles Beach) es una ciudad ubicada en una isla barrera en el noreste del condado de Miami-Dade en el estado estadounidense de Florida. La ciudad está bordeada por el océano Atlántico en el este y el Canal Intracostero del Atlántico en el oeste.
Sunny Isles Beach es una área de diversidad cultural con tiendas que bordean la Avenida Collins (A1A), la vía principal de la ciudad.
En el Censo de 2010 tenía una población de 20.832 habitantes y una densidad poblacional de 4.421,81 personas por km².
Es una zona turística en crecimiento y desarrolladores como Michael Dezer han invertido fuertemente en la construcción de hoteles y condominios de gran altura, mientras licenciando el nombre de Donald Trump para algunos de los edificios por fines promocionales. Sunny Isles Beach tiene una ubicación central, a minutos de Bal Harbour al sur, y Aventura al norte y oeste.


Según el censo de 2020 , tenía una población de 22.342 habitantes. 

Historia

En 1920, Harvey Baker Graves, un inversionista privado, compró una zona de la tierra de 5.9 kilómetros cuadrados para el desarrollo como un centro turístico. Lo llamó Sunny Isles, "La Venecia de América."

Cuando el puente Haulover fue completado en el 1925, el área se volvió accesible desde Miami Beach, atrayendo desarrolladores quien ensancharon las corrientes, excavaron canales y entradas, y crearon islas y penínsulas para construir propiedades frente al mar en la Bahía Vizcaína.

En la década de 1920, Carl G. Fisher construyó una pista de carreras de madera con gradas para 12.000 espectadores, conocido como el Circuito Fulford-Miami. Este evento, celebrado el 22 de febrero de 1926, apodado la Carrera de Copa Carl G. Fisher, fue un precursor de las carreras de autos en Sebring y Daytona Beach. En septiembre de 1926, después de una sola carrera, la pista fue destruida por el "Gran Huracán de Miami" en 1926.​ Este evento se llevó a cabo en Fulford-by-the-Sea, que hoy es North Miami Beach. Sunny Isles Beach fue conocida como North Miami Beach hasta 1931, luego se conocía como Sunny Isles hasta 1997.6​

En 1936, el magnate de la malta de Milwaukee Kurtis Froedtert compró Sunny Isles. El muelle de Sunny Isles fue construido y pronto se convirtió en un destino popular. Sunny Isles se desarrolló lentamente hasta la década de 1950, cuando se construyeron las primeras casas unifamiliares en el área de Golden Shores. Durante las décadas 1950 y 1960, más de 30 moteles surgieron a lo largo de la Avenida Collins, incluido el Ocean Palm, el primer motel de dos pisos en los Estados Unidos. Diseñado por Norman Giller en 1948, fue desarrollado y propiedad de la familia Gingold durante los siguientes 45 años y proporcionó el trampolín para el desarrollo económico de Sunny Isles. Los turistas vinieron de todas partes para vacacionar en moteles temáticos de diseño exótico a lo largo de "Motel Row." Un motel, The Fountainhead, fue nombrado por su propietario, Norman Giller, después de la novela de Ayn Rand.7​ En el 2013, el Ocean Palm Motel cerró.

En 1982, el muelle de Sunny Isles de media milla de largo fue designado como un sitio histórico. A principios de la década de 1980, pasó por restauración y volvió a abrir al público en 1986.8​ El muelle fue dañado severamente en octubre de 2005 por el huracán Wilma. Después de ocho años, fue remodelado y reabierto como Newport Fishing Pier el 15 de junio de 2013.

En 1997, los ciudadanos de la zona votaron para incorporarse como un municipio. Sunny Isles fue renombrado Sunny Isles Beach.​ Sunny Isles Beach comenzó una importante remodelación durante el boom inmobiliario de principios de la década de 2000 con condominios de gran altura y algunos hoteles en construcción a lo largo de la Avenida Collins al lado de la playa, reemplazando la mayoría de los moteles históricos de uno y dos pisos en "Motel Row." En 2011, la construcción comenzó en dos más rascacielos, Regalia, ubicado en el límite norte de la ciudad a lo largo de A1A, y The Mansions at Acqualina, ubicado junto al Acqualina Resort & Spa on the Beach.










Residence Inn Sunny Isle By Marriot




Este hotel de suites, que ocupa un edificio moderno rodeado de restaurantes, se encuentra en la concurrida Collins Avenue, a 3 minutos a pie de Sunny Isles Beach, a 3 millas (5 km) del
centro comercial Aventura Mall y a 6 millas (10 km) de la I-95.  Las suites son acogedoras y cuentan con frigorífico completo, microondas, lavavajillas, cafetera, televisión de pantalla plana, Wi‑Fi gratis y vistas a la bahía o al mar. El hotel sirve desayuno caliente gratuito y dispone de bar restaurante informal en la azotea, gimnasio, piscina exterior climatizada y servicio de aparcacoches de pago.




FIN DEL DOMINIO DEL EXILIO CUBANO Y COMIENZO DOMINIO HISPANO.




Bloody Miami.


Quedó atrás el Miami acaparado por la sonoridad cubanísima de la salsa de Celia Cruz, el Miami Sound Machine de Gloria Estefan y Willie Chirino o del reggaetón-pop de Pitbull; el Miami de la hegemonía política de la Fundación Nacional Cubano-Americana de Jorge Mas Canosa, que había sido el lobby político más duro y temido de Washington. El último golpe al otrora control político cubano lo recibió en las elecciones de 2018 una popular ex conductora anticastrista de la televisión local, la cubana María Elvira Salazar, quien perdió el importante distrito 27 de Florida, que abarca el centro de Miami, la Pequeña Habana, la zona comercial de Brickell, Coral Gables y otras áreas de Miami y que desde 1989 estuvo en manos de la cubano Ileana Ros-Lehtinen.

El Miami de sesenta años después del triunfo comunista de Fidel Castro en Cuba, es una muestra precisa de la línea del tiempo que marcó el esplendor y el declive de los hombres y mujeres cubanos, como ejemplo de personas libres, competitivas y trabajadoras en el continente americano. El reinado cubano en el sur de La Florida había sido descrito de manera brillante por Tom Wolfe en su último libro, Bloody Miami (Editorial Anagrama 2012):

Mack Brickell, una estadounidense blanca, rubia de ojos verdes, anglosajona y protestante, esposa del director del diario Miami Herald, va a aparcar educadamente su diminito Mitsubishi Green Elf, hídrido… cuando un Ferrari 403, rojo, de 275 mil dólares se le adelantó como una exhalación y le gana el cajón de estacionamiento. Del Ferrari 403 desciende contoneandose una joven cubana de cabello ondulado y negro hasta las nalgas, vestido dorado ajustado al cuerpo, cadena de oro al cuello, tacones de 10 centímetros con foquitos encendidos, piernas perfetamente formadas, bolso de piel de avestruz.

–¿… Y ACASO TIENE LA MENOR IDEA DE LOS CHAPUCERA Y DESAGRADABLE LADRONA QUE ES USTED?, le grita Mack.
–¡Mírala! Abuela, escupes al hablar como una perra sata rabiosa con la boca llena de espuma!, responde la cubana.
–¡NO TE ATREVAS A HALARME ASÍ! ¡UN SIMIO SUCIO Y ASQUEROSO ES LO QUE ERES! Y APRENDE A HABLAR BIEN EN INGLÉS. YA ESTÁS EN ESTADOS UNIDOS¡

Y la cubana cierra la discusión:

–No, mi malhablada puta gorda, ahora estamos en Mi-ah-mii! ¡Ahora tú estás en Mi-ah-mi!

Tom Wolfe 


Cubanos y cubanos estadounidenses 

Los cubanos escapados del comunismo en los años sesentas, setentas y primera parte de los ochentas llegaron a Miami con las ideas y el espíritu de haber construido (ellos, sus padres o abuelos) la Cuba republicana que, de 1902 a 1958, aprobó la primera constitución socialdemócrata en América Latina, que su capital era, junto con Viena y Londres, la mayor capital del mundo en proporción de habitantes. Sólo en La Habana había 18 periódicos, 32 emisoras de radio y cinco canales de televisión; se construían en Cuba cinco mil edificios por año y  Cuba era el principal productor de azúcar del mundo, con zafras de cinco millones y medio de toneladas; el 34 por ciento de la tierra se destinaba a la ganadería y la producción de alimentos, que eran suficientes para garantizar el 75 por ciento del consumo interno; había igual cantidad de habitantes que vacas: seis millones; un automóvil por cada 40 personas, un teléfono por cada 38, un radio por cada seis y un televisor por cada 25 y el Producto Interno Bruto per cápita era de 374 dólares.

El emprendimiento laboral y la activa participación en la política traídas de Cuba por las tres primeras oleadas de la migración, le permitieron a los cubanos asumir el control político y económico del estado de La Florida hasta que aquellas primeras tres oleadas empezaron a morir y a envejecer en el primer lustro del siglo XXI.
A menudo se comete el error de ubicar a la derecha, y hasta en la extrema derecha, el pensamiento político aquellos primeros cubanos que detonaron al sur de La Florida como una de las potencias económicas, políticas, de las comunicaciones y el espectáculo  en Estados Unidos. Pero, en verdad, estaban colocados en la izquierda progresista. Venían de un país con ocho elecciones libres al hilo en cuatro décadas y de luchar contra la dictadura de derecha de Fulgencio Batista y contra la tiranía de izquierda de Fidel Castro. Y, en Miami, sólo eran anticastristas acérrimos, lo cual hacía que fuesen calificados como “de derecha”. Eso sí: capitalistas, burgueses y anticomunista hasta el cuello sí eran.

 Pero no conservadores en muchos aspectos, pues con frecuencia defendían causas  políticas asociadas a los demócratas o los liberales, en favor del aumento de beneficios como el Seguro Social o Medicare, la exigencia de medicinas recetadas y educación bilingüe, con posturas a favor del medio ambiente y hasta en favor de prohibir la presencia de perros agresivos en la ciudad, como los de la raza Pitbull.

Su vinculación histórica al Partido Republicano se debió únicamente a que éste les consiguió la Ley de Ajuste de 1964, que les granjeó ser los únicos migrantes del mundo en ser acogidos en automático como residentes al pisar suelo estadounidense hasta que el presidente Barack Obama se los quitó el 13 de enero de 2017, unos días antes de abandonar la Casa Blanca. Pero, por ejemplo, el demócrata Bill Clinton dejó su fiesta de cumpleaños de 1994, vestido de jeans, botas y camisa vaquera, para recibir a Mas Canosa, sólo porque éste le garantizó, con su liderazgo del voto cubano, su elección y reelección en La Florida. 
Una frase muy repetida en los corrillos de Washington decía que “El lobby israelí compra a los demócratas y alquila a los republicanos; los cubanos compran a los republicanos y alquilan a los demócratas”.


A continuación, las primeras páginas de Bloddy Miami (Anagrama).

Ahora estamos en Miami
Tú...
Tú...
Tú... diriges mi existencia... Tú eres mi media naranja... mi Mackie Navaja; aquí, la agudeza consiste en que él quizá dirija uno de la media docena de periódicos más importantes de Estados Unidos, el Miami Herald, pero ella es quien lo dirige a él. Ella... lo dirige... a él. La semana pasada se le olvidó por completo llamar a Hotchkiss, el tutor del labio leporino retocado, al colegio donde estaba interno su hijo Fiver, y Mack, su media naranja, su Mack Navaja, se molestó con toda razón..., pero luego le cantó esa cancioncilla suya con la música de You Light Up My Life. Tú... diriges mi existencia... Tú eres mi media naranja, mi Mack Navaja, y ella, muy a su pesar, sonrió, y la sonrisa le cambió el estado de ánimo, que era el de estoy harta de ti y de tus frívolas manías. ¿Podría dar resultado otra vez..., ahora? ¿Se atrevería a intentarlo de nuevo?

De momento Mack era la que estaba al mando, conduciendo su flamante y adorado Mitsubishi Green Elf, híbrido y absurdamente pequeño, un vehículo chic y refinado desde el punto de vista de la moral de esta época. Merodeando entre las compactas hileras de coches estacionados en doble fila, retrovisor contra retrovisor, por la parte trasera de Balzac's, el local nocturno que este mes era el más importante del siglo, un poco más allá de Mary Brickell Village, buscaba en vano un sitio para aparcar. Ella iba al volante de su coche. Estaba molesta también ahora -sí, de nuevo con razón- porque esta vez, debido a sus frívolas manías, se les había hecho tarde para llegar a tiempo al Balzac's, de manera que insistió en conducir su Green Elf hacia ese restaurante de última moda, tan en la onda. Si hubieran ido en su BMW, con él al volante, no habrían llegado en la vida, porque iba muy despacio y era un conductor prudente hasta la exasperación..., y él se preguntó si realmente no había querido decir tímido y poco viril. En cualquier caso, ella asumió el papel masculino, el Elf voló hacia el Balzac's como alma que lleva el diablo, y aunque habían llegado bien, Mack no estaba contenta.

A diez metros sobre la entrada del restaurante había un enorme disco compacto, de metro y medio de diámetro y cincuenta centímetros de grosor, con un grabado del busto de Honoré de Balzac «inspirado» -como llaman hoy los artistas al robo artístico- en el famoso daguerrotipo de aquel fotógrafo de un solo nombre, Nadar. Se habían desviado los ojos de Balzac para que mirasen directamente a la cara de los clientes, dándole un respingo a las comisuras de los labios para crear una gran sonrisa, pero el «inspirado» era un escultor de talento, con lo que había instalado una luz interior que difundía un resplandor dorado por la enorme losa transparente, cosa que tenía encantado a tout le monde. La iluminación del aparcamiento, sin embargo, era deplorable. En lo alto de los postes, las farolas creaban un tenue crepúsculo eléctrico, dando a las hojas de las palmeras un color amarillento como el pus. «Un color amarillento como el pus»: ahí lo tenía. Ed se sentía mal, abatido, deprimido..., allí sentado con el cinturón puesto en el asiento del pasajero, que tenía que echar del todo hacia atrás para que le cupieran las largas piernas en aquel vehículo tan verdecito y chiquitín, el Green Elf, orgullo de la ecologista Mack. Se sentía como una rosquilla, como la rueda de repuesto de juguete que el Elf llevaba para una emergencia. Mack, una chica corpulenta, acababa de cumplir los cuarenta. Ya era grandota cuando la conoció en Yale dieciocho años atrás..., huesos grandes, hombros anchos, alta, uno setenta siete, en realidad..., delgada, ágil, fuerte, más que atlética..., alegre, rubia, llena de vida... ¡Sensacional! ¡Absolutamente preciosa, esa grandullona suya! En la legión de chicas sensacionales, sin embargo, las grandullonas son las primeras en cruzar esa frontera invisible detrás de la cual lo mejor que pueden esperar es ser «una mujer guapísima» o «muy atractiva, la verdad». Mack, su media naranja, su Mack Navaja, había cruzado esa línea.

Ella emitió un suspiro tan profundo, que acabó expeliendo el aire entre los dientes.
-Lo menos que se podía esperar de un restaurante así es que tuviera servicio de aparcamiento. Ya es bastante caro.
-Cierto -repuso él-. Tienes razón. Joe's Stone Crab, Azul, Caffe Abbracci..., ¿y cómo se llama ese restaurante del Setai? En todos hay aparcacoches. Tienes toda la razón.
Tu visión del mundo es mi Weltanschauung. ¿Qué te parece si hablamos de restaurantes? Una pausa.
-Espero que sepas que llegamos muy tarde, Ed. Son las ocho y veinte. Con lo que ya llevamos veinte minutos de retraso, todavía no hemos encontrado sitio para aparcar y ahí dentro hay seis personas esperándonos...
-Bueno, no sé qué más... Ya he llamado a Christian...
-... y se supone que el anfitrión eres tú. ¿Te das cuenta de eso? ¿Se te ha ocurrido siquiera pensarlo? -Bueno, he llamado a Christian y le he dicho que pidieran algo de beber. Puedes estar segura de que Christian no pondrá objeciones a eso, y Marietta tampoco. Marietta y sus cócteles. Aparte de ella, no conozco a nadie que pida cócteles.

¿O qué tal una observación de pasada sobre los cócteles o sobre Marietta, o sobre las dos cosas? -De todos modos... no está bien, tener a alguien esperando así. O sea, Ed..., lo digo en serio, de verdad. Es tan frívolo que no lo puedo soportar.

¡Ahora! ¡Ésa era su oportunidad! ¡La grieta en el muro de palabras que estaba esperando! ¡Una brecha! Arriesgado, pero... y afinando, casi sin desentonar, se puso a cantar:
«Tú...
»Tú...
»Tú... diriges mi vida... Tú eres mi media naranja, mi Mackie Navaja...»
-Eso no parece servirme de mucho, ¿verdad? -dijo ella, moviendo la cabeza de un lado a otro.

¡No importa! ¿Qué era eso que asomaba tan pícaramente en sus labios? ¿Una sonrisa, una pequeña y renuente sonrisa? ¡Sí! Estoy harta de ti empezó inmediatamente a disolverse una vez más.

Iban por la mitad del aparcamiento cuando aparecieron dos personas frente a los faros, que avanzaban hacia el Elf en dirección al Balzac's... Dos chicas, de pelo negro, charlando animadamente, que por lo visto acababan de aparcar el coche. No podían tener más de diecinueve o veinte años. Las chicas y el Elf en marcha se aproximaban rápidamente. Llevaban vaqueros con la cintura peligrosamente cerca del monte de Venus, las perneras cortadas hasta... ahí..., prácticamente hasta los bolsillos traseros, y los bordes deshilachados. Sus jóvenes piernas eran tan largas como las de las modelos, porque además llevaban brillantes tacones de por lo menos quince centímetros. Parecían de vidrio acrílico o algo así. Cuando les daba la luz despedían un translúcido brillo dorado. Tenían los ojos tan maquillados que parecían flotar en cuatro charcos negros.

-Vaya, qué atractivas -murmuró Mack.
Ed no podía quitarles la vista de encima. Eran latinas -y aun siendo incapaz de explicar por qué lo sabía, tampoco ignoraba que latina y latino eran términos españoles que sólo existían en Estados Unidos-, sí, eran unas horteras, de acuerdo, pero la ironía de Mack no cambiaba las cosas. ¿Atractivas? ¡«Atractivas» apenas empezaba a describir las sensaciones que le producían! ¡Esas largas y tiernas piernas de las dos chicas! ¡Esos shorts tan breves y menuditos! Tanto, que podían quitárselos de un tirón. En un momento podrían quedarse con los pequeños y suculentos lomos al aire, dejando al descubierto las pequeñas y perfectas magdalenas de las nalgas... ¡sólo para él! ¡Y eso era evidentemente lo que querían! ¡Sentía cómo esa tumescencia para la que viven los hombres se insinuaba bajo los ajustados calzoncillos blancos!

¡Oh, inefables cochinas!

Cuando Mack las pasó despacio, una de las cochinas señaló al Green Elf, y las dos se echaron a reír. Conque risas, ¿eh? Por lo visto no sabían apreciar lo exclusivo que era el Green... ni lo de moda que estaba, ni lo guay que era el Elf. Ni mucho menos podían imaginarse que el Elf, con todas las opciones y accesorios del Green, como aquél, y sus esotéricos indicadores medioambientales, más el radar ProtexDeer..., imposible que concibieran que aquel pequeño elfo de coche llegara a costar 135.000 dólares. Habría dado cualquier cosa por saber lo que estaban diciendo. Pero allí, dentro del cascarón del Elf, con sus ventanas termoaislantes de cristal Lexan, puertas y paneles de plástico reforzado con vidrio, aire acondicionado reciclable por evaporación de la temperatura ambiente, no llegaba ningún ruido del exterior. ¿Hablaban siquiera en inglés? Movían los labios de la forma en que normalmente se hace cuando se habla inglés, decidió el gran lingüista audiovisionario. Tenían que ser latinas. ¡Oh, inefables y cochinas latinas!

-¡Santo Dios! -exclamó Mack-. ¿De dónde sacan esos tacones que se iluminan así? -¡Un tono de voz corriente y normal! Ya no estaba molesta. ¡Se había roto el maleficio!-. He visto esos extraños palotes de luz cuando pasábamos por Mary Brickell Village -prosiguió ella-. No tenía idea de lo que eran. El barrio entero parecía una feria, todas aquellas llamativas luces al fondo con esas chicas bajitas que van de juerga medio desnudas tambaleándose sobre esos tacones... ¿Crees que es una moda cubana?
-No sé -contestó Ed.

Sólo eso, porque había vuelto la cabeza tanto como podía, para echarles un último vistazo por detrás. ¡Pequeñas y perfectas magdalenas! Ya veía los lubricantes y espiroquetas fluyendo por la entrepierna de sus shorts tan breves y menuditos! ¡Pequeños shorts breves y menuditos! ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Sexo! ¡Ahí lo tenía, sexo en Miami, subido en dorados tronos de vidrio acrílico!

-Bueno -dijo Mack-, lo único que se me ocurre es que Mary Brickell debe estar escribiendo una carta al director desde la tumba.
-Oye, Mack, me gusta eso. ¿Te he dicho alguna vez que eres muy ingeniosa cuando te da por ahí? -No. Se te habrá olvidado, probablemente.
-¡Pues lo eres! ¡«Escribir una carta al director desde la tumba»! Te lo aseguro. Preferiría con mucho recibir una carta de Mary Brickell desde dos metros bajo tierra antes que las de esos maníacos que me suelen escribir... y van por ahí echando espumarajos por la boca. -Soltó una carcajada artificial-. Tiene mucha gracia, Mack.

Ingenio. ¡Buen tema! Excelente. O bien: oye, vamos a hablar de Mary Brickell, del Mary Brickell Village, cartas al director, zorrillas con tacones fosforescentes, de cualquier puñetera cosa, con tal de que no pongas cara de Estoy harta.

Como adivinándole el pensamiento, Mack torció la boca hacia un lado en una sonrisa dudosa -aunque sonrisa de todos modos, gracias a Dios-, y dijo:
-Pero de verdad, Ed, llegar tan tarde, tenerlos a todos esperando, está realmente ma-a-a-al. Es una grosería, no está nada bien. Es tan frívolo. Es... -hizo una pausa- es... es... de lo más indolente.

¡Ah, ah! Frívolo, ¿eh? ¡Por Dios santo, y además indolente! Por primera vez en aquella lúgubre excursión, a Ed le dieron ganas de reír. Eran dos de las palabras de Mack en su condición de wasp, es decir, blanca, anglosajona y protestante. En todo el condado de Miami-Dade, en el Greater Miami, incluyendo desde luego Miami Beach, sólo los miembros de esa tribu, cada vez más mermada y en peligro de extinción a la que ambos pertenecían, los wasps, utilizaban los términos frívolo e indolente sin tener la menor idea de su exacto significado. Sí, él también era miembro de ese género moribundo, el Blanco, Anglosajón y Protestante, pero era Mack quien verdaderamente abrazaba la fe. No la fe religiosa protestante, huelga decir. Ni en el Este ni en la Costa Oeste de Estados Unidos, nadie que aspirase siquiera a un mínimo refinamiento profesaba ya religión alguna, y desde luego nadie que se hubiera licenciado en Yale, como Mack y él. No, Mack era un ejemplar de esa especie en sentido moral y cultural.

Era la wasp que no soportaba la ociosidad ni la indolencia, la antesala de la frivolidad y la pereza. La ociosidad y la indolencia no representaban simplemente el derroche y la falta de discernimiento. Eran algo inmoral. El abandono. Un pecado contra el propio ser. No soportaba estar tumbada al sol, por ejemplo. En la playa, si no había nada mejor que hacer, organizaba caminatas. ¡Arriba! ¡Todo el mundo! ¡Venga! ¡Vamos a dar un paseo de siete kilómetros por la playa, una hora, por la arena! ¡Eso sí que era un logro! En resumen, si Platón consiguiera convencer a Zeus -Platón presumía de creer en Zeus- de que lo reencarnase para volver a la tierra a buscar el tipo ideal de mujer blanca, anglosajona y protestante, vendría aquí, a Miami, y escogería a Mack.

Sobre el papel, Ed también era el tipo ideal de esa especie. Hotchkiss, Yale..., uno ochenta y nueve de alto, delgado, larguirucho más bien..., pelo castaño claro, abundante pero salpicado con destellos de gris... que parecía tweed Donegal, ese pelo suyo..., y por supuesto ahí estaba su nombre, su apellido, que era Topping. Él mismo se daba cuenta de que Edward T. Topping IV era blanco, anglosajón y protestante al máximo, hasta el punto de la sátira. Ni siquiera a esos incomparables y encopetados inventores del esnobismo, los británicos, les ha dado por los III, IV, V y esporádicos VI con los que uno se topa a lo largo y ancho de Estados Unidos. Por eso, a su hijo Eddie, el V, todo el mundo empezó a llamarle Fiver, es decir, «Billete de Cinco». Su nombre completo era Edward T. Topping V. El V también era bastante raro. Todo norteamericano que llevara en su nombre el III o un número más alto era blanco, anglosajón y protestante o tenía padres que deseaban fervientemente que lo fuese.

Pero por Dios bendito, ¿qué hacía un wasp, un alma perdida de una especie moribunda, dirigiendo el Miami Herald con un nombre como Edward T. Topping IV? Había asumido el puesto sin tener la menor idea. Cuando el Loop Syndicate compró el Herald a la McClatchy Company y le ascendió de pronto de redactor jefe de la sección de opinión del Chicago Sun-Times a director del Herald, sólo se hizo una pregunta. ¿Qué repercusión tendría eso en la revista de antiguos alumnos de Yale? Eso fue lo único que le hizo mella en el hemisferio izquierdo del cerebro. Ah, sí, el departamento de investigación del Loop Syndicate trató de suministrarle información. Lo intentaron. Pero en cierto modo todo lo que llegaron a explicarle de la situación en Miami flotó sobre las áreas de Broca y Wernicke de su corteza cerebral... disipándose como niebla temprana. ¿Era Miami la única ciudad del mundo en la que más de la mitad de los ciudadanos eran inmigrantes recientes, es decir, de los últimos cincuenta años...? Hmmm... ¿Quién lo hubiera dicho? ¿Y acaso un sector de esa inmigración, el cubano, tenía el control político de la ciudad: 
alcalde cubano, jefes de departamento cubanos, polis cubanos, polis cubanos y más polis cubanos, cubanos el sesenta por ciento del cuerpo más un diez por ciento de otros latinos, dieciocho por ciento de negros norteamericanos y sólo un doce por ciento de anglos? ¿Y no podía desglosarse la población más o menos de la misma forma...? Hmmm..., interesante, no cabe duda..., sea lo que sea lo que signifique «anglos». ¿Y ocupaban los cubanos y otros latinos una posición tan dominante que el Herald hubo de crear una edición en español enteramente aparte, El Nuevo Herald, con su propia plantilla cubana, para reducir los riesgos al mínimo...? Hmmmm... Eso ya lo sabía, más o menos. ¿Y no guardaban rencor los negros norteamericanos a los polis cubanos, que parecían haber caído del cielo -tan de repente se habían materializado- con el único propósito de avasallar a la gente de color...? Hmmm..., figúrate. E intentó imaginárselo... durante cuatro o cinco minutos... antes de que la cuestión se desvaneciera a la luz de una indagación que parecía sugerir que la revista de antiguos alumnos iba a mandar a su propio fotógrafo. ¿Y acaso no había llegado a Miami una avalancha compuesta por decenas de miles de haitianos, contrariados por el hecho de que el gobierno estadounidense regularizaba inmigrantes cubanos ilegales en un abrir y cerrar de ojos mientras que a ellos no les dejaba un momento en paz...? Y ahora venezolanos, nicaragüenses, puertorriqueños, colombianos, rusos, israelíes... Hmmmm..., ¿en serio? Tendré que acordarme... ¿Pueden repetirme todo eso...?

Pero el objeto de la reunión informativa, intentaron explicarle delicadamente, no era el de determinar todos esos roces y tensiones como fuente de noticias en la Ciudad de la Inmigración. Oh, no. Se trataba de animar a Ed y a su personal a «hacer concesiones» y poner de relieve la Diversidad, que era algo positivo, incluso más bien noble, y no las disensiones, cosa de la que todos podíamos prescindir. Lo que se pretendía era indicar a Ed que debía tener cuidado para no suscitar el antagonismo entre cualquiera de aquellas facciones... Debía «mantener un continuo equilibrio» durante este periodo en el que la empresa se empeñaría a fondo para «ciberizar» el Herald y El Nuevo Herald, liberándolos de la vieja y nudosa garra de la letra impresa para convertirlos en pulcras publicaciones del siglo XXI. El trasfondo era: Mientras tanto, si los chuchos se ponen a gruñir, ladrar y destriparse mutuamente a mordiscos..., celebra la Diversidad que ello supone y procura blanquearles los dientes.

Eso fue hace tres años. Como no había prestado verdadera atención a las explicaciones, al principio Ed no se enteraba de nada. Tres meses después de asumir el puesto de director, publicó la primera parte de un reportaje de un joven periodista con mucha iniciativa sobre la misteriosa desaparición de 940.000 dólares que el gobierno federal había asignado a una organización anticastrista de Miami, con objeto de emitir programas de televisión a Cuba en directo y a prueba de interferencias. No se demostraron errores en el reportaje, ni se le puso seriamente en cuestión. Pero suscitó tal aullido en la «comunidad cubana» -consistiera eso en lo que consistiera- que Ed sintió la conmoción hasta en los dedos meñiques de los pies, encogidos dentro de los zapatos. «La comunidad cubana» sobrecargó el teléfono, la capacidad del fax, el correo electrónico, el sitio web del Herald y las oficinas de Chicago del Loop Syndicate, colapsando todas las líneas. Durante días se congregaron multitudes frente al edificio del Herald, gritando, cantando, pitando, enarbolando pancartas estampadas con expresiones tales como ACABEMOS CON LAS RATAS ROJAS... ¡HERALD: FIDEL, SÍ! ¡PATRIOTISMO, NO!... BOICOT AL HABANA HERALD... EL MIAMI HEMORROIDES... MIAMI HERALD: PUTA DE CASTRO... Una incesante descarga de insultos en la radio y la televisión en español calificaba a los nuevos dueños del Herald, el Loop Syndicate, de infeccioso virus de «extrema izquierda». A las órdenes de los nuevos comisarios políticos, el Herald se había convertido ahora en un nido de «intelectuales de la izquierda radical», y el nuevo director, Edward T. Topping IV, era un «inocentón, compañero de viaje del fidelismo». Unos blogs calificaban al industrioso joven que escribió el reportaje de «comunista comprometido», mientras por todo Hialeah y Little Havana circulaban panfletos y carteles con su fotografía, dirección y números de teléfono, del móvil y del fijo, con el encabezamiento de SE BUSCA POR TRAICIÓN. Recibió amenazas de muerte, contra él, su mujer y sus tres hijos como si fueran ráfagas de ametralladora. La respuesta de la empresa, leída entre líneas, etiquetó a Ed de estúpido arcaizante, canceló la segunda y tercera parte del reportaje, le dio instrucciones de que no se ocupara en absoluto de los grupos anticastristas, siempre y cuando la policía no los inculpara formalmente de asesinato, incendio provocado o atraco a mano armada que ocasionara heridas graves a las personas, y rezongó por los gastos de realojar al periodista y su familia -cinco personas- en un piso franco durante seis semanas y, peor aún, por tener que pagar los guardaespaldas.

Eso hizo que Edward T. Topping IV aterrizara en medio de una reyerta callejera en un platillo volante procedente de Marte.

Entretanto, Mack había llegado al final de la calle y surcaba la siguiente con el Green Elf.

-¡Eh, tú...! -exclamó, reduciendo la velocidad, sin saber cómo insultar exactamente al malhechor que tenía delante. De pronto se encontraban detrás de un enorme Mercedes, aunque quizá fuese un Maybach, que destellaba en el enfermizo crepúsculo eléctrico con su color canela, ese marrón europeo con tanto estilo... circulando despacio en busca de una plaza de aparcamiento. Evidentemente, si surgía alguna, el Mercedes llegaría primero.

Mack redujo aún más la marcha para ampliar la distancia entre ambos vehículos. En ese preciso momento oyeron que un coche aceleraba como un loco. Por el ruido, el conductor tomaba tan deprisa la pronunciada curva entre las dos calles, que las ruedas chirriaban como si las estuvieran matando. Ahora se aproximaba a ellos a una velocidad temeraria. Sus faros inundaron el interior del Green Elf.

-¿Quiénes son esos idiotas? -dijo Mack, casi gritando.

Ed y ella se prepararon para una colisión por detrás, pero el coche frenó en el último momento y se detuvo a apenas dos metros de su parachoques trasero. El conductor, nada contento, hizo rugir el motor pisando a fondo dos o tres veces.

-Pero ¿qué quiere hacer ese loco? -dijo Mack-. ¡No hay sitio para pasar, aunque yo quisiera dejarlo! Ed se volvió en el asiento para echar una mirada al infractor.
-¡Qué fuertes son esos faros, por Dios! Lo único que distingo es una especie de descapotable. Creo que conduce una mujer, pero no estoy seguro.
-¡Zorra maleducada! -exclamó Mack.
Entonces... Ed no daba crédito a sus ojos. Justo enfrente aparecieron dos luces rojas entre la muralla de coches que se alzaba a su derecha. ¡Luego la luz del freno de la luna trasera! Tan alta, esa última, que el vehículo debía de ser un Escalade o un Denali, algún monstruoso monovolumen, en cualquier caso. ¿Era posible... que alguien fuera a salir de aquellos impenetrables muros de chapa?

-No me lo creo -dijo Mack-. No me lo voy a creer hasta que lo vea salir de ahí. Es un milagro.

Como un solo ser, Ed y Mack siguieron mirando al frente para ver si la competencia, el Mercedes, se había fijado en las luces y empezaba a dar marcha atrás para reclamar el espacio. Gracias a Dios, el Mercedes... sin luz de frenos... seguía circulando... ya estaba casi al final de la calle... completamente ajeno al milagro. Despacio, el vehículo salía en marcha atrás del muro de coches... una enorme cosa negra...

¡descomunal!... despacio, despacio... Era un monstruo llamado Annihilator. Chrysler empezó a fabricarlo en 2011 para competir con el Cadillac Escalade.

Los molestos faros del coche que tenían detrás empezaron a retirarse del interior del Elf, hasta que desaparecieron bruscamente. Ed volvió la vista. El conductor del descapotable había dado marcha atrás y estaba cambiando de sentido. Ahora Ed alcanzaba a ver con más claridad. Sí, lo conducía una mujer, de pelo negro, joven, a lo que parecía, y el descapotable -¡la leche!- ¡era un Ferrari 403 blanco! Ed señaló hacia la luna trasera y dijo a Mack:
-Esa zorra maleducada tuya se marcha. Está girando en redondo para volver por la calle. ¡Y nunca adivinarías el coche que lleva..., un Ferrari 403!
-¿Lo que significa...?
-¡Ese coche cuesta doscientos setenta y cinco mil dólares! Tiene cerca de quinientos caballos. En Italia son de competición. Publicamos un reportaje sobre el Ferrari 403.
-Pues recuérdamelo, que no dejaré de leerlo -repuso Mack-.
En este momento lo único que me importa del maravilloso coche es que la zorra maleducada se ha ido con él.

A su espalda se elevó el omnívoro rugido del maravilloso automóvil y luego el agudo chirrido de las ruedas mientras la conductora quemaba goma al volver por donde había venido.

Lentamente... pesadamente... el Annihilator salía en marcha atrás. Laboriosamente... firmemente... su colosal trasero negro empezó a girar hacia el Green Elf para enderezarse y dirigirse a la salida. Parecía un gigante que devorase Elfos Verdes como manzanas o barritas energéticas integrales. Teniendo evidentemente esa misma sensación, Mack dio marcha atrás para dejar al gigante todo el sitio que le hiciera falta.

-¿Te has fijado alguna vez -preguntó Ed- en que la gente que compra esos trastos no sabe conducirlos? Todo les cuesta una eternidad. No serían capaces ni de conducir una furgoneta.
Ahora, por fin, ponían los ojos en lo que se había convertido en un punto geográfico de carácter casi mítico... una plaza de aparcamiento.
-Vale, grandullón -dijo Mack, refiriéndose al Annihilator-, vamos a calmarnos y a salir de una vez.

En cuanto dijo 'salir', el arrollador rugido mecánico de un motor de combustión interna a gran velocidad y un colérico chirrido de neumáticos se elevaron por el otro extremo de la calle. Santo Dios... un vehículo que iba acelerando a la misma velocidad que el Ferrari 403 pero viniendo en sentido contrario. Con la masa del Annihilator tapándoles la vista, Ed y Mack no sabían lo que pasaba. En una fracción de segundo la aceleración se hizo tan ruidosa, que el vehículo había de estar prácticamente encima del Annihilator. El claxon y las luces de freno del Annihilator gritaaaando en rojo... neumáticos chirriaaaando... el vehículo que venía en dirección contraria giraaaando para no chocar de frente con el Annihilator... blanco borrrroso coronado por borrrrosas y diminutas fraaaanjas negraaaas a la derecha de Ed frente al Annihilator... introduciéndose a toda velocidad en la milagrosa plaza de aparcamiento... dejáaaaandose un montón de goma mientras frenaba en seco ante los mismos ojos de Ed y Mack.





Thomas Kennerly Wolfe Jr. (Richmond, Virginia; 2 de marzo de 1930a​-Manhattan, 14 de mayo de 2018) fue un escritor y periodista estadounidense, uno de los padres del «nuevo periodismo».

Biografía

Wolfe era hijo de Helen Perkins Hughes Wolfe, paisajista de jardines, y Thomas Kennerly Wolfe Sr., un agrónomo.
Tras graduarse en 1947,​ estudió literatura y periodismo en la Universidad Washington y Lee tras rechazar la oferta de ingresar en la Universidad de Princeton.​ Tras licenciarse en 1952, intentó dedicarse al béisbol pero desistió al declararse sin condiciones para ello.​ En sus inicios fue un colaborador de The Washington Post, Enquirer y New York Herald.

Wolfe, quien se definía como «un demócrata a lo Jefferson», expresó en varias oportunidades ser un «reivindicador de Balzac», desde un punto de vista cultural y estilístico, lo que le llevó a ser calificado como «El Balzac de Park Avenue».
Acerca de su obra, afirmaba que su objetivo como escritor de ficción era retratar a la sociedad contemporánea de acuerdo al realismo, siguiendo la tradición literaria de John Steinbeck, Charles Dickens y Emile Zola, usando técnicas adoptadas del periodismo.7​ De hecho, las primeras obras de Wolfe consistían en ensayos críticos y no fue hasta 1987 que escribió su primera novela, a la cual tituló La hoguera de las vanidades.
Respecto a esa y su otra novela, Todo un hombre, comentó que ambas afirman la necesidad de novelas que surjan del realismo.8​ En su caso, sus propias raíces provenían de una búsqueda cuidadosa o del reportaje, y le daba importancia al entorno social de sus personajes como medio para explicar sus ideas y conductas, explorando los temas de sexo, raza, dinero e ideología como elementos divisorios y al mismo tiempo integradores de la sociedad estadounidense.
La obra de Tom Wolfe pasó por varias etapas, marcada en los años sesenta por una defensa de la llamada cultura pop y en las décadas siguientes por radicales polémicas en contra del narcisismo de los años 1980 y atacando la política de los liberales, así como cuestionando al mainstream intelectual estadounidense en temas como arquitectura, arte moderno o literatura.
Wolfe se declaró ateo y en 2007 afirmó que en las elecciones presidenciales de 2004 había votado por la reelección de George W. Bush, de quien se declaró admirador. Una de sus características era ir vestido con un traje blanco en sus apariciones públicas.




ANEXO



OPINIÓN / Cuentos Políticos: Un Miami multi-billonario.
 FRANCISCO MARTÍN MORENO.



En una mesa redonda entre académicos y empresarios para estudiar los alcances del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), uno de los asistentes resultó ser un exitoso promotor de bienes raíces de origen colombiano radicado en Miami. Este auténtico potentado, dueño de edificios de gran lujo, me dijo al oído, de manera que nadie pudiera escucharlo, tal vez haciéndose el gracioso, que la apuesta de su corporativo estaba fundada en la catástrofe del futuro gobierno de López Obrador

“Si fracasa este actual populista, según es previsible, vamos a vender más condominios que nunca gracias a la voluminosa catarata de mex-dólares que volverán a buscar refugio en Estados Unidos, en razón de este nuevo Hugo Chávez que nos hará aún más ricos a los exiliados en Miami”.

¿A qué cree usted que se debe la imponente expansión de Miami, su avasalladora riqueza, sus impactantes rascacielos, sus envidiables carreteras de diez o más carriles, su puerto de gran calado para recibir cruceros y barcos de carga de gran tonelaje provenientes de cualquier parte del mundo y su aeropuerto ultramoderno, uno de los tres más grandes de la Unión Americana?

 ¿Cómo cree que fue posible disparar el ingreso per cápita de sus habitantes, la maravillosa oferta de empleo, sus atractivos turísticos, en fin, esa admirable panacea que disfrutamos el día de hoy? 

No se confunda amigo, construimos Miami con los capitales golondrinos latinoamericanos, concluyó el interfecto muy sonriente a la espera de una contestación de mi parte.

Por toda respuesta, decidí darle la espalda e ignorarlo moviendo mi silla giratoria no sin resentir un terrible dolor en la boca del estómago.

Sin embargo, durante el resto del día no dejé de pensar en el peso de sus argumentos, por lo que me propuse escudriñar la verdad oculta en sus palabras en el contexto hemisférico. La primera reflexión que ocupó mi mente fue el mágico papel que desempeñaron los multimillonarios capitales cubanos que llegaron a Miami huyendo de la Cuba comunista, encabezada por Fidel Castro.

 De la misma manera en que Cuba se empobreció a niveles inenarrables, Miami se expandió con recursos cubanos que deberían haberse invertido en escuelas, academias, universidades, puertos y aeropuertos en la isla mayor de las Antillas.

 Claro, mil veces claro, que los desarrolladores inmobiliarios, así como banqueros y empresarios de diversos sectores de Miami, también aplaudieron a rabiar el derrumbe de la economía venezolana, porque para ellos el desastre de la dictadura comunista de Chávez y de Nicolás Maduro, era agua cristalina y cantarina, poder económico, riqueza a manos llenas, abundancia material, mientras que en Caracas y en el resto del país, la gente moría de hambre o de enfermedades curables con simples aspirinas ausentes en esa magnífica potencia petrolera…

A más dictaduras latinoamericanas, a más corrupción y desastres económicos en el cono sur, a más políticos como Daniel Ortega, Rafael Correa, Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Evo Morales, Néstor Kirchner y señora, Maduro, Luis Echeverría, José López Portillo y etc., más capitales para Miami que se convirtieron en rascacielos, en puertos y en un bienestar generalizado, y en miseria y desesperación en los países suicidas exportadores de su riqueza.

 La apuesta de los agentes financieros del sur de la Florida no sólo consiste en el caos de los gobiernos o dictaduras hemisféricas, no, ¡qué va! En el caso de México, sus deseos incendiarios van más allá, pues elevan sus plegarias al éxito del narcotráfico y a cualquier tipo de desorden que ahuyente a la inversión extranjera y al turismo.

¿Conclusión? 

A más catástrofes económicas en América Latina, a más pánicos financieros, a más comunismo, a más dictaduras políticas, a más inestabilidad social, a más penetración del narco, a más FARC en el continente, a más desorden e ineficiencia institucional, a más corrupción, más bienestar para Miami, más desarrollo social, lo anterior, sin menospreciar el Estado de Derecho prevaleciente en Estados Unidos y el talento para la expansión urbana. De modo que, ¿cuántos mexicanos desean cooperar al multibillonario enriquecimiento de Miami a costa del nuestro?

Francisco Martín Moreno es escritor y periodista mexicano que se ha especializado con maestría en la novela histórica. 

2021





La noches de Miami, fin del exilio cubano.

Disfruto de esta belleza y lo acepto: quizá no se puede tener lealtad por una causa perdida,exilio cubano,  pero sí se puede tener lealtad por una ciudad que ya es pasado. Va cayendo el sol. Se termina el día y hago lo de siempre en Miami. Salgo en coche desde North Beach con Santino y mi sobrino Alejandro, para regocijarme con la que es considerada en guías de turismo la vista más increíble de Estados Unidos, eso que denominan skyline o la silueta de una ciudad: observar el Downtown mientras cruzamos La Julia Tuttle Causeway, el puente de la carretera I-195 que conecta las últimas islas del norte con el continente. Me gusta porque en realidad se ven dos Downtown entre la brumosa pátina dorada del sol: el de tierra firme, con rascacielos de cristales calobar y palmeras en las terrazas; el que se refleja en la bahía barrida por la brisa y salpicada de veleros blancos.

Vamos a tomar café expreso con leche evaporada en La ventanita del restaurante cubano Versailles, en la calle 8 de miami, y buscamos música cubana en la radio del coche, pero en todas las estaciones tienen a toda mecha el éxito del momento, un reggaetón del puertorriqueño Bab Bunny:

No sé si irme en el Mercedes o en el Maserati
Modelos extranjeras que me dicen papi
Están tirando al cel, ya me quieren ver (ah)
Seguramente ya están locas por coger
Y siempre, mucho Gucci, mucho Ferra, Louis Vuitton
Yo no uso Retro, pero tengo to’a la colección
Pa’l Khalifa Kush tengo la conexión
Pa’l avenue Miami Beach, e’ mi dirección (ah)


Tampoco se ven ya muchos cubanos en La ventanita, copada de turistas asiáticos y con apenas dos o tres ancianos vestidos con guayabera blancas, cuando, hasta hace pocos años, la monopolizaba una muchedumbre de exiliados para hablar en contra de Fidel Castro: ése era el encanto de La ventanita. Pero ni Bad Bunny en la radio ni los turistas asiáticos en La ventanita son una casualidad de otra noche en Miami. Seis décadas después de la llegada de la primera gran oleada de medio millón de exiliados cubanos, el sur de La Florida empieza a cambiar. Sólo es casi igual el skyline de autopista  "La Julia Tuttle Causeway", construido precisamente en 1959, el año del triunfo comunista en Cuba. 
Miami hoy es cada vez más latinoamericano y caribeño, con preeminencia de nacionalidades varias en el mundo del espectáculo y el entretenimiento; y con el dominio económico de empresarios gringos, rusos, italianos, mexicanos, y control político total de los estadounidenses.


ciudad

1 comentario:

  1. una ciudad grande, moderna, con hermosas playas, y canales, edificios modernos, solo le falta la antigüedad.

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