Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

martes, 13 de noviembre de 2012

124).-Visitando la ciudad de Miami en marzo de 2019 III.-a



Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir ; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;  Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas;

Atrás


Sunny Isles Beach (SIB, oficialmente City of Sunny Isles Beach) es una ciudad ubicada en una isla barrera en el noreste del condado de Miami-Dade en el estado estadounidense de Florida. La ciudad está bordeada por el océano Atlántico en el este y el Canal Intracostero del Atlántico en el oeste.
Sunny Isles Beach es una área de diversidad cultural con tiendas que bordean la Avenida Collins (A1A), la vía principal de la ciudad.
En el Censo de 2010 tenía una población de 20.832 habitantes y una densidad poblacional de 4.421,81 personas por km².
Es una zona turística en crecimiento y desarrolladores como Michael Dezer han invertido fuertemente en la construcción de hoteles y condominios de gran altura, mientras licenciando el nombre de Donald Trump para algunos de los edificios por fines promocionales. Sunny Isles Beach tiene una ubicación central, a minutos de Bal Harbour al sur, y Aventura al norte y oeste.







Herencia cubana 

El declive de los hombres y mujeres cubanos, como ejemplo de personas libres, competitivas y trabajadoras, buenos empresarios en Estados Unidos se empezó a notar en el sur de La Florida desde el arranque del siglo XXI: los cubanos que lo habían hecho florecer y lo controlaron por medio siglo, fracasaron en su descendencia. A sus hijos y nietos nunca les interesó la política, nunca dieron importancia al hecho de ser el grupo étnico dominante en todas las facetas de la vida en el sur del estado de la Florida.
 A la desidia de los hijos y nietos de los pioneros del exilio, se juntó la inexistencia absoluta de vocación democrática, de pasión por el trabajo como fuente de vida, de interés en la vida pública y por el civismo de los cubanos hijos de la revolución cubana que comenzaron a llegar en masa el sur de La Florida, desde la década del noventa, del siglo pasado,  hasta el fin de la Ley de Ajuste el 13 de enero de 2017. Para los hijos y nietos de los pioneros en miami, Cuba era apenas el toque de un piano en el horizonte; para los instalados hijos de la revolución castrista, Cuba era únicamente un lugar al cual mandar dinero y regresar para poder visitar los hoteles que, siendo ciudadanos cubanos, el gobierno les prohibía acceder, pero  emigrados sí les permitía gastar los dólares que ganaban en Miami.
El ardor por recuperar la Cuba anterior al comunismo se apagó para siempre tanto en Miami como en la isla, lo cual fue, sin género de dudas, el gran triunfo histórico (o el fracaso nacional) del revolución cubana de Fidel Castro: quedarse sin contraparte para arrebatarle una patria de la cual se apoderaron, pero que es de todos quienes lleven dentro de su ser una parte de ella.




Residence Inn Sunny Isle By Marriot




Este hotel de suites, que ocupa un edificio moderno rodeado de restaurantes, se encuentra en la concurrida Collins Avenue, a 3 minutos a pie de Sunny Isles Beach, a 3 millas (5 km) del
centro comercial Aventura Mall y a 6 millas (10 km) de la I-95.  Las suites son acogedoras y cuentan con frigorífico completo, microondas, lavavajillas, cafetera, televisión de pantalla plana, Wi‑Fi gratis y vistas a la bahía o al mar. El hotel sirve desayuno caliente gratuito y dispone de bar restaurante informal en la azotea, gimnasio, piscina exterior climatizada y servicio de aparcacoches de pago.


FIN DEL DOMINIO DEL EXILIO CUBANO Y COMIENZO DOMINIO HISPANO.



Quedó atrás el Miami acaparado por la sonoridad cubanísima de la salsa de Celia Cruz, el Miami Sound Machine de Gloria Estefan y Willie Chirino o del reggaetón-pop de Pitbull; el Miami de la hegemonía política de la Fundación Nacional Cubano-Americana de Jorge Mas Canosa, que había sido el lobby político más duro y temido de Washington. El último golpe al otrora control político cubano lo recibió en las elecciones de 2018 una popular ex conductora anticastrista de la televisión local, la cubana María Elvira Salazar, quien perdió el importante distrito 27 de Florida, que abarca el centro de Miami, la Pequeña Habana, la zona comercial de Brickell, Coral Gables y otras áreas de Miami y que desde 1989 estuvo en manos de la cubano Ileana Ros-Lehtinen.

El Miami de sesenta años después del triunfo comunista de Fidel Castro en Cuba, es una muestra precisa de la línea del tiempo que marcó el esplendor y el declive de los hombres y mujeres cubanos, como ejemplo de personas libres, competitivas y trabajadoras en el continente americano. El reinado cubano en el sur de La Florida había sido descrito de manera brillante por Tom Wolfe en su último libro, Bloody Miami (Editorial Anagrama 2012):

Mack Brickell, una estadounidense blanca, rubia de ojos verdes, anglosajona y protestante, esposa del director del diario Miami Herald, va a aparcar educadamente su diminito Mitsubishi Green Elf, hídrido… cuando un Ferrari 403, rojo, de 275 mil dólares se le adelantó como una exhalación y le gana el cajón de estacionamiento. Del Ferrari 403 desciende contoneandose una joven cubana de cabello ondulado y negro hasta las nalgas, vestido dorado ajustado al cuerpo, cadena de oro al cuello, tacones de 10 centímetros con foquitos encendidos, piernas perfetamente formadas, bolso de piel de avestruz.

–¿… Y ACASO TIENE LA MENOR IDEA DE LOS CHAPUCERA Y DESAGRADABLE LADRONA QUE ES USTED?, le grita Mack.
–¡Mírala! Abuela, escupes al hablar como una perra sata rabiosa con la boca llena de espuma!, responde la cubana.
–¡NO TE ATREVAS A HALARME ASÍ! ¡UN SIMIO SUCIO Y ASQUEROSO ES LO QUE ERES! Y APRENDE A HABLAR BIEN EN INGLÉS. YA ESTÁS EN ESTADOS UNIDOS¡

Y la cubana cierra la discusión:

–No, mi malhablada puta gorda, ahora estamos en Mi-ah-mii! ¡Ahora tú estás en Mi-ah-mi!



Cubanos y cubanos estadounidenses 

Los cubanos escapados del comunismo en los años sesentas, setentas y primera parte de los ochentas llegaron a Miami con las ideas y el espíritu de haber construido (ellos, sus padres o abuelos) la Cuba republicana que, de 1902 a 1958, aprobó la primera constitución socialdemócrata en América Latina, que su capital era, junto con Viena y Londres, la mayor capital del mundo en proporción de habitantes. Sólo en La Habana había 18 periódicos, 32 emisoras de radio y cinco canales de televisión; se construían en Cuba cinco mil edificios por año y  Cuba era el principal productor de azúcar del mundo, con zafras de cinco millones y medio de toneladas; el 34 por ciento de la tierra se destinaba a la ganadería y la producción de alimentos, que eran suficientes para garantizar el 75 por ciento del consumo interno; había igual cantidad de habitantes que vacas: seis millones; un automóvil por cada 40 personas, un teléfono por cada 38, un radio por cada seis y un televisor por cada 25 y el Producto Interno Bruto per cápita era de 374 dólares.

El emprendimiento laboral y la activa participación en la política traídas de Cuba por las tres primeras oleadas de la migración, le permitieron a los cubanos asumir el control político y económico del estado de La Florida hasta que aquellas primeras tres oleadas empezaron a morir y a envejecer en el primer lustro del siglo XXI.
A menudo se comete el error de ubicar a la derecha, y hasta en la extrema derecha, el pensamiento político aquellos primeros cubanos que detonaron al sur de La Florida como una de las potencias económicas, políticas, de las comunicaciones y el espectáculo  en Estados Unidos. Pero, en verdad, estaban colocados en la izquierda progresista. Venían de un país con ocho elecciones libres al hilo en cuatro décadas y de luchar contra la dictadura de derecha de Fulgencio Batista y contra la tiranía de izquierda de Fidel Castro. Y, en Miami, sólo eran anticastristas acérrimos, lo cual hacía que fuesen calificados como “de derecha”. Eso sí: capitalistas, burgueses y anticomunista hasta el cuello sí eran.

 Pero no conservadores en muchos aspectos, pues con frecuencia defendían causas  políticas asociadas a los demócratas o los liberales, en favor del aumento de beneficios como el Seguro Social o Medicare, la exigencia de medicinas recetadas y educación bilingüe, con posturas a favor del medio ambiente y hasta en favor de prohibir la presencia de perros agresivos en la ciudad, como los de la raza Pitbull.

Su vinculación histórica al Partido Republicano se debió unicamente a que éste les consiguió la Ley de Ajuste de 1964, que les granjeó ser los únicos migrantes del mundo en ser acogidos en automático como residentes al pisar suelo estadounidense hasta que el presidente Barack Obama se los quitó el 13 de enero de 2017, unos dias antes de abandonar la Casa Blanca. Pero, por ejemplo, el democráta Bill Clinton dejó su fiesta de cumpleaños de 1994, vestido de jeans, botas y camisa vaquera, para recibir a Mas Canosa, sólo porque éste le garantizó, con su liderazgo del voto cubano, su elección y reelección en La Florida. 
Una frase muy repetida en los corrillos de Washington decía que “El lobby israelí compra a los demócratas y alquila a los republicanos; los cubanos compran a los republicanos y alquilan a los demócratas”.




OPINIÓN / Cuentos Políticos: Un Miami multi-billonario.
 FRANCISCO MARTÍN MORENO



En una mesa redonda entre académicos y empresarios para estudiar los alcances del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), uno de los asistentes resultó ser un exitoso promotor de bienes raíces de origen colombiano radicado en Miami. Este auténtico potentado, dueño de edificios de gran lujo, me dijo al oído, de manera que nadie pudiera escucharlo, tal vez haciéndose el gracioso, que la apuesta de su corporativo estaba fundada en la catástrofe del futuro gobierno de López Obrador

“Si fracasa este actual populista, según es previsible, vamos a vender más condominios que nunca gracias a la voluminosa catarata de mex-dólares que volverán a buscar refugio en Estados Unidos, en razón de este nuevo Hugo Chávez que nos hará aún más ricos a los exiliados en Miami”.

¿A qué cree usted que se debe la imponente expansión de Miami, su avasalladora riqueza, sus impactantes rascacielos, sus envidiables carreteras de diez o más carriles, su puerto de gran calado para recibir cruceros y barcos de carga de gran tonelaje provenientes de cualquier parte del mundo y su aeropuerto ultramoderno, uno de los tres más grandes de la Unión Americana?

 ¿Cómo cree que fue posible disparar el ingreso per cápita de sus habitantes, la maravillosa oferta de empleo, sus atractivos turísticos, en fin, esa admirable panacea que disfrutamos el día de hoy? 

No se confunda amigo, construimos Miami con los capitales golondrinos latinoamericanos, concluyó el interfecto muy sonriente a la espera de una contestación de mi parte.

Por toda respuesta, decidí darle la espalda e ignorarlo moviendo mi silla giratoria no sin resentir un terrible dolor en la boca del estómago.

Sin embargo, durante el resto del día no dejé de pensar en el peso de sus argumentos, por lo que me propuse escudriñar la verdad oculta en sus palabras en el contexto hemisférico. La primera reflexión que ocupó mi mente fue el mágico papel que desempeñaron los multimillonarios capitales cubanos que llegaron a Miami huyendo de la Cuba comunista, encabezada por Fidel Castro.

 De la misma manera en que Cuba se empobreció a niveles inenarrables, Miami se expandió con recursos cubanos que deberían haberse invertido en escuelas, academias, universidades, puertos y aeropuertos en la isla mayor de las Antillas.

 Claro, mil veces claro, que los desarrolladores inmobiliarios, así como banqueros y empresarios de diversos sectores de Miami, también aplaudieron a rabiar el derrumbe de la economía venezolana, porque para ellos el desastre de la dictadura comunista de Chávez y de Nicolás Maduro, era agua cristalina y cantarina, poder económico, riqueza a manos llenas, abundancia material, mientras que en Caracas y en el resto del país, la gente moría de hambre o de enfermedades curables con simples aspirinas ausentes en esa magnífica potencia petrolera…

A más dictaduras latinoamericanas, a más corrupción y desastres económicos en el cono sur, a más políticos como Daniel Ortega, Rafael Correa, Ollanta Humala, Alejandro Toledo, Evo Morales, Néstor Kirchner y señora, Maduro, Luis Echeverría, José López Portillo y etc., más capitales para Miami que se convirtieron en rascacielos, en puertos y en un bienestar generalizado, y en miseria y desesperación en los países suicidas exportadores de su riqueza.

 La apuesta de los agentes financieros del sur de la Florida no sólo consiste en el caos de los gobiernos o dictaduras hemisféricas, no, ¡qué va! En el caso de México, sus deseos incendiarios van más allá, pues elevan sus plegarias al éxito del narcotráfico y a cualquier tipo de desorden que ahuyente a la inversión extranjera y al turismo.

¿Conclusión? 

A más catástrofes económicas en América Latina, a más pánicos financieros, a más comunismo, a más dictaduras políticas, a más inestabilidad social, a más penetración del narco, a más FARC en el continente, a más desorden e ineficiencia institucional, a más corrupción, más bienestar para Miami, más desarrollo social, lo anterior, sin menospreciar el Estado de Derecho prevaleciente en Estados Unidos y el talento para la expansión urbana. De modo que, ¿cuántos mexicanos desean cooperar al multibillonario enriquecimiento de Miami a costa del nuestro?

Francisco Martín Moreno es escritor y periodista mexicano que se ha especializado con maestría en la novela histórica. 

2021




La noches de Miami, fin del exilio cubano.


Disfruto de esta belleza y lo acepto: quizá no se puede tener lealtad por una causa perdida,exilio cubano,  pero sí se puede tener lealtad por una ciudad que ya es pasado. Va cayendo el sol. Se termina el día y hago lo de siempre en Miami. Salgo en coche desde North Beach con Santino y mi sobrino Alejandro, para regocijarme con la que es considerada en guías de turismo la vista más increíble de Estados Unidos, eso que denominan skyline o la silueta de una ciudad: observar el Downtown mientras cruzamos La Julia Tuttle Causeway, el puente de la carretera I-195 que conecta las últimas islas del norte con el continente. Me gusta porque en realidad se ven dos Downtown entre la brumosa pátina dorada del sol: el de tierra firme, con rascacielos de cristales calobar y palmeras en las terrazas; el que se refleja en la bahía barrida por la brisa y salpicada de veleros blancos.

Vamos a tomar café expreso con leche evaporada en La ventanita del restaurante cubano Versailles, en la calle 8 de miami, y buscamos música cubana en la radio del coche, pero en todas las estaciones tienen a toda mecha el éxito del momento, un reggaetón del puertorriqueño Bab Bunny:

No sé si irme en el Mercedes o en el Maserati
Modelos extranjeras que me dicen papi
Están tirando al cel, ya me quieren ver (ah)
Seguramente ya están locas por coger
Y siempre, mucho Gucci, mucho Ferra, Louis Vuitton
Yo no uso Retro, pero tengo to’a la colección
Pa’l Khalifa Kush tengo la conexión
Pa’l avenue Miami Beach, e’ mi dirección (ah)


Tampoco se ven ya muchos cubanos en La ventanita, copada de turistas asiáticos y con apenas dos o tres ancianos vestidos con guayabera blancas, cuando, hasta hace pocos años, la monopolizaba una muchedumbre de exiliados para hablar en contra de Fidel Castro: ése era el encanto de La ventanita. Pero ni Bad Bunny en la radio ni los turistas asiáticos en La ventanita son una casualidad de otra noche en Miami. Seis décadas después de la llegada de la primera gran oleada de medio millón de exiliados cubanos, el sur de La Florida empieza a cambiar. Sólo es casi igual el skyline de autopista  "La Julia Tuttle Causeway", construido precisamente en 1959, el año del triunfo comunista en Cuba. 
Miami hoy es cada vez más latinoamericano y caribeño, con preeminencia de nacionalidades varias en el mundo del espectáculo y el entretenimiento; y con el dominio económico de empresarios gringos, rusos, italianos, mexicanos, y control político total de los estadounidenses.


ciudad

1 comentario:

  1. una ciudad grande, moderna, con hermosas playas, y canales, edificios modernos, solo le falta la antigüedad.

    ResponderEliminar