Luis Alberto Bustamante Robin; José Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdés; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Álvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Verónica Barrientos Meléndez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andrés Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson González Urra ; Paula Flores Vargas; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Ricardo Matías Heredia Sánchez; Alamiro Fernández Acevedo; Soledad García Nannig; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán;
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Toponimia Se cree que los aborígenes lo llamaban Huelén, que significaría "dolor, desdicha", aunque su verdadera etimología aún no ha sido dilucidada y es controversial hasta el día de hoy. Otras posibilidades son que provenga de la palabra "welen", a su vez derivada de la voz "wele", pero con el significado de "desgracia, mal presagio". Es posible también que no sea una palabra de origen mapuche, sino que se trate de otra lengua local. Pedro de Valdivia lo bautizó como Santa Lucía por haber llegado él al punto del valle en que fundaría la ciudad el 13 de diciembre de 1540, día que recuerda a Santa Lucía de Siracusa. Según algunos historiadores, justo después de llegar, comienza el proceso de expropiación al cacique Huelén Huala, a quien manda a Apoquindo.
Durante la Reconquista (1814-1817), en el gobierno de Casimiro Marcó del Pont (último gobernador español de la Capitanía General de Chile), es cuando el cerro adquiere mayor significado como elemento de resguardo militar, al construirse en él dos fuertes o castillos: la batería Marcó, luego Castillo González (donde actualmente está la plaza Caupolicán), y la batería Santa Lucía, luego Castillo Hidalgo. El Castillo Hidalgo recibió esa denominación tras la independencia en homenaje al valiente capitán Manuel Hidalgo, muerto en combate en la Batalla de Chacabuco. El diseño y las obras de ingeniería bajo Barros Arana, Diego "Historia General de Chile". Tomo X. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 2000 quien además diseñó un edificio anexo para depósito de municiones y albergue de la guarnición. De ellas, sobreviven los sectores de arquitectura fortificada con troneras y almenas en el paseo, muy modificados con el paso de los siglos. Esas baterías quedaron inconclusas, pero fueron terminadas más tarde por el Gobierno Nacional, aunque en realidad jamás fueron utilizadas para su destino original de defensa. En las primeras décadas de vida independiente de Chile como nación, la ciudad de Santiago presentaba un aspecto modesto y provinciano y el cerro Santa Lucía para 1872 era un montón de piedras, árido y rocoso. Aparte de los dos fuertes instalados por Marcó del Pont en la época de la Colonia, no había otros edificios significativos. Entre 1872 y 1874, el intendente de la época, Benjamín Vicuña Mackenna, conduce el proyecto de transformación del cerro, dotándole de estanques, fuentes de agua, terrazas preparadas para vegetación, caminos para carruajes, jardines, una ermita, miradores, un edificio destinado para museo en el actual Castillo Hidalgo y construcciones propias de un parque urbano inspirado en el paisajismo francés que predominaba en la planificación de la época. Aunque la transformación de cerro seco a cerro verde con la vegetación que le conocemos hoy se va consolidando en años posteriores, la obra de Vicuña Mackenna es aún la transformación más importante que ha sufrido el cerro en beneficio de los habitantes de la ciudad que desde entonces cuentan con un bello e imponente paseo urbano. Cabe señalar que, en esa época, muchas edificaciones se emplazaban en las faldas del cerro sin solución de continuidad con el resto de la ciudad. Algunos árboles nativos fueron plantados en el cerro con la intención de desarrollar jardines de este paseo público. Benjamín Vicuña Mackenna plantó el 23 de octubre de 1873 varios ejemplares de palma chilena (Jubaea chilensis) en el sector oriental del cerro traídas desde la Hacienda Cocalán, los que un año después describiría que ya empezaban a formar un bosque. En el siglo XX, como parte de un gran proyecto de mejoras urbanas realizadas en Santiago con ocasión de la futura celebración del centenario de la República en 1910, se construyeron en el cerro nuevas obras, la más importante, la construcción del acceso monumental por el lado de la Alameda en 1903.
Otra transformación importante ocurre en la década de 1930. Luego de la expropiación de los edificios construidos en el costado poniente, hacia la calle Santa Lucía, se crea allí un jardín, se mantiene la casa para el administrador del parque y se ensancha la calle. Luego, en 1939, se expropia el borde sur hacia la Alameda y hacia 1940 se construye el actual mirador en el peñón más alto del cerro. En 1954 se construyó el Jardín Japonés, ubicado en el sector oriente del cerro, con ayuda de la embajada de dicho país.
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Monumento a don pedro de Valdivia, fundador de Santiago. |
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Mural en homenaje a la poetisa Gabriela Mistral. |
Homenaje de la ciudad de Santiago a Gabriela Mistral, es una obra de arte realizada en 1970 o 1971 por el artista Fernando Daza Osorio, por encargo de Manuel Fernández Díaz, alcalde de Santiago en aquel momento. Como indica su nombre es una obra dedicada a la escritora chilena Gabriela Mistral, premio Nobel de literatura 1945. Historia de la obra El mural, realizado en cerámica, fue pintado en 15 días y el diseño se quemó en los hornos la empresa Fanaloza a 1.300 grados centígrados, vaporizando los colores y dejando solo los tonos fríos. Fue inaugurado en octubre de 1970, según indica la obra, habiendo fuentes que plantean la fecha de la ceremonia inaugural como el 25 de octubre, mismo día del fallecimiento del General René Schneider, motivo por el que habrían asistido muy pocas personas, entre ellas el alcalde de Santiago, y con otros invitados como el Presidente de la República Eduardo Frei Montalva que sencillamente se abrían restado de la celebración en virtud de los acontecimientos vertiginosos que se desarrollaban en el país. Muchas fuentes ubican la fecha de inauguración distinta, en octubre de 1971, creando una controversia sobre cuál sería la versión verídica. El mural recibió restauraciones entre 1996 y 1997, siendo reinaugurado en 1997 con motivo del centenario de las realizaciones diplomáticas entre Chile y Japón, hecho recordado por una placa conmemorativa ubicada en el lugar.
Arte y Ciudad: El homenaje de la ciudad de Santiago a Gabriela Mistral Por Equipo Plataforma Urbana A los pies del cerro Santa Lucía, en plena Alameda, se encuentra un mural que rinde un homenaje a la poetisa Gabriela Mistral y que fue hecho por Fernando Daza, un destacado muralista chileno. Quizás lo has visto miles de veces… pero ¿te has detenido alguna vez a mirar sus detalles? En este artículo te contamos todo sobre este mural. Este mural, ubicado en la Alameda, en un costado de la entrada monumental al cerro Santa Lucía, corresponde al principal homenaje a la poeta chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945. El encargo estuvo en manos del alcalde de ese entonces, Manuel Fernández Díaz, y fue realizado por Fernando Daza (1930), uno de los muralistas más importantes de Chile que se caracteriza por realizar obras monumentales, de tono épico, impregnadas de la influencia del muralismo mexicano en Chile. Su estilo está marcado por el corte social de los años sesenta e influenciado por la visita durante los años cuarenta de los muralistas mexicanos Xavier Guerrero y David Alfaro Siqueiros. Manuel Fernández, sintiéndose atraído por el trabajo de Daza, le encargó un mural originalmente de Domingo Faustino Sarmiento, petición que cambiaría al de Gabriela Mistral. Este mural fue realizado con piezas de cerámica, dibujado en 15 días y enviado a la Empresa Cerámica Fanaloza, cuyo diseño se quemó en sus hornos a 1.300 ºC, cuestión que explica los colores fríos de la composición. En el mural, Gabriela Mistral está representada en el centro vistiendo un traje de muchos pliegues y una capa que comienza en el cuello y se extiende largamente con el efecto del viento, hasta perderse en la estructura arquitectónica. Una de sus manos la extiende a un niño frente a ella y con la otra sostiene un libro. Al lado derecho y frente a una montaña, una mujer indígena sostiene un niño. A la izquierda, grupos de hombres realizan trabajos, en primer plano trabajan el trigo, atrás, en la industria. Los niños que salen de la faena son los únicos despiertos, los demás duermen. La poeta también aparece dormida bajo tierra abrazando a su sobrino Juan Miguel, conocido como “Yin Yin”. Ambos están bajo el avance industrial y la explotación de los recursos naturales y de los obreros: el cuidado a la tierra es lo que se debe enseñar a los niños. Bajo el mural aparece la inscripción“ La ciudad de Santiago a Gabriela Mistral”. El mural fue inaugurado el 25 de octubre de 1971, el mismo día en que fue asesinado el General René Shneider, razón por la cual, cuenta Daza, asistieron solo el alcalde y algunas personas y no todas las autoridades correspondientes, que incluían al Presidente Eduardo Frei Montalva. “Gabriela Mistral” Autor: Fernando Daza Material: Cerámica Fecha de inauguración: 25 octubre 1971 Ubicación: Entrada monumental al Cerro Santa Lucía |
La Ermita del cerro Santa Lucía. |
La Ermita del cerro Santa Lucía es un templo católico ubicado en la cumbre de dicho cerro, en el centro de la ciudad de Santiago, Chile. En su interior se encuentra el sepulcro del intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna, principal promotor de la transformación del cerro en un parque urbano, y de su familia. Historia La construcción de la ermita fue parte del plan de construcción de un parque urbano en el cerro en 1870, con miras a la celebración del centenario del país, por parte de Benjamín Vicuña Mackenna. El diseño de la ermita fue obra de los arquitectos Manuel Aldunate y Lucien Hénault, y fue construida en el año 1872, gracias al aporte de Domingo Fernández Concha y de limosnas recogidas. Descripción La edificación fue construida en albañilería de ladrillo, con techumbre de madera, y revestimientos exteriores de piedra canteada rosada de Pelequén. Presenta una nave cubierta por una bóveda que descansa en los muros laterales, y una torre central. Sobre el altar hay un rosetón y ventanas ojivales laterales. |
Santa Lucía. |
(Siracusa, 283-ibídem, 304) fue una mártir cristiana, que padeció el martirio durante la persecución de Diocleciano. Es venerada en la Iglesia católica, ortodoxa y luterana. Nacida en Siracusa, ciudad de la provincia romana de Sicilia, de acuerdo con la tradición Lucía era de padres nobles y ricos, hija de Eutiquia; del padre se dice que murió cuando Lucía era joven. Probablemente se llamaba Lucio, dada la costumbre romana de poner a las hijas el nombre del padre. Según algunos, está inspirado en el texto paulino, «Los hijos de la luz». Lucía ciertamente significa "Luz" o "la que lleva luz". Fue educada en la fe cristiana. Consagró su vida a Dios e hizo un voto de virginidad. Su madre, que estaba enferma, la comprometió a casarse con un joven pagano y ella, para que se librase de ese compromiso, la persuadió para que fuese a rezar a la tumba de Águeda de Catania a fin de curar su enfermedad. Como su madre sanó, Lucía le pidió que la liberara del compromiso, le dejara consagrar su vida a Dios y donara su fortuna a los más pobres. Su madre accedió. Pero su pretendiente la acusó ante el procónsul Pascasio debido a que era cristiana, en tiempos del emperador Diocleciano. Juicio de Santa Lucía El martirio de Lucía no está atestiguado por fuentes contemporáneas o inmediatamente posteriores a la persecución de Diocleciano, sino por relatos hagiográficos. El más antiguo de estos relatos es un martyrion griego (BHG 995), y su redacción latina correspondiente (BHL 4992) es al menos un siglo más tardía. Cuando Lucía fue arrestada bajo la acusación de ser una cristiana, Pascasio le ordenó que hiciera sacrificios a los dioses. Entonces Lucía dijo: "Sacrificio puro delante de Dios es visitar a las viudas, los huérfanos y los peregrinos que pagan en la angustia y en la necesidad, y ya es el tercer año que me ofrecen sacrificios a Dios en Jesucristo entregando todos mis bienes". Irritado Pascasio, ordenó a sus soldados a que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran y luego se dirigió a Lucía diciéndole: "Te llevaré a un lugar de perdición así se alejará el Espíritu Santo". Los soldados la tomaron para llevársela, la ataron con cuerdas en las manos y en los pies, pero por más que se esforzaban no podían moverla: la muchacha permanecía rígida como una roca. Al enterarse de lo sucedido, Pascasio ordenó someterla a suplicio con aceite y pez hirviendo, pero no logró hacerla desistir. Condenada a ser martirizada, antes de morir profetizó su canonización y su patronazgo como protectora de Siracusa, junto con la caída de Diocleciano y Maximiano. El relato griego —que data del siglo V— y el relato latino —datado del siglo VI al VII— son idénticos en lo fundamental, aunque difieren en algunos detalles finales: según el martiryon griego Lucía fue decapitada, en tanto que según la passio latina, fue martirizada por uno o varios golpes de espada. Fue sepultada en el mismo lugar donde en el año 313 se construyó un santuario dedicado a ella, que fue lugar de destino de las peregrinaciones en su honor. Según la tradición, su historia se divulgó por toda Siciliaː
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La Fuente de Neptuno. |
La Fuente de Neptuno es una fuente monumental ubicada en el cerro Santa Lucía, en la comuna chilena de Santiago Centro, dedicada al dios romano de los mares, Neptuno. Fue construida entre 1897 y 1903 como la principal ornamentación del ingreso al cerro desde la Alameda, como parte de las obras de embellecimiento de la ciudad. Años después fue colocada en la ubicación actual durante el primer siglo del Chile independiente, diferenciándose en el estilo arquitectónico del Chile colonial. El diseño inicial de la obra fue encargada al arquitecto francés Victor Henri Villeneuve, para luego ser finalizada por el chileno Benjamín Marambio. Existe otra fuente de Neptuno y su esposa Anfítrite por la entrada del cerro hacia calle Merced, de menores dimensiones y situada a un costado de la calle. Esta obra fue donada por Matías Cousiño a la ciudad de Santiago. Ambas fuentes fueron restauradas en 2012 como parte de las obras del Bicentenario de Chile. Iconografía El conjunto monumental se encuentra dentro de una terraza que tiene en el centro la fuente circular, con la escultura hecha en bronce del dios Neptuno en su parte más alta, quien se encuentra sentado sosteniendo un tridente. A los lados cuenta con dos escaleras paralelas para ascender hasta un arco del triunfo que contiene cuatro columnas jónicas centrales y diversas ornamentaciones propias del estilo arquitectónico. |
Miscelánea. |
Tradicionalmente, desde 1825, se ha disparado una salva de cañón desde la cima del cerro para anunciar el mediodía. Sin embargo, en varias ocasiones este cañonazo ha sido suspendido por distintas razones. Entre ellas, se destacan las quejas por ruidos molestos que llevaron, la última vez en 1996, a que se decretara la suspensión por cuatro meses de la actividad. Por otro lado, después del terremoto ocurrido el año 2010, el cañonazo fue suspendido para evitar posibles derrumbes del castillo Hidalgo.
El Castillo Hidalgo es una edificación ubicada en la cima del cerro Santa Lucía, en la ciudad de Santiago, Chile. Fue construido el año 1816 por orden del gobernador de Chile durante la Reconquista, Casimiro Marcó del Pont, para la defensa de la ciudad, con el nombre de Batería Santa Lucía. El diseño y las obras de ingeniería del fuerte o castillo estuvieron bajo la dirección del Brigadier del Real Cuerpos de Ingenieros Manuel Olaguer Feliú. Luego de la independencia del país, tomó el nombre de Manuel Hidalgo, capitán caído en la Batalla de Chacabuco. En 1872, siendo intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna inició la remodelación urbana y forestación del cerro, siendo así como en 1874 el Castillo Hidalgo se convirtió en sede de un museo histórico que exhibía la Exposición del Coloniaje. Tras la muerte de Vicuña Mackenna la colección del edificio fue repartida en diversos inmuebles de la ciudad y el inmueble convertido en bodega municipal. |
Carta de Pedro de Valdivia. |
En la ladera sur del cerro Santa Lucía, existe un monumento que consiste en una piedra de dos metros de altura labrada con un párrafo extractado del texto de la carta que envió Pedro de Valdivia al emperador Carlos V el 4 de septiembre de 1545, en la que describe las bondades de la nueva tierra conquistada: Y para que haga saber a los mercaderes y gentes que se quiesen venir a avecindar que vengan; porque esta tierra es tal que para vivir en ella y perpetuarse, no la hay mejor en el mundo, digolo porque es muy llana. Sanisima de mucho contento; tiene cuatro meses de invierno no más que ellos si no es cuando hace cuarto la luna que llueve un día o dos todos los demás hacen tan lindos soles que no hay para que llegarse al fuego, el verano es tan templado y corren tan deleitosos aires que todo el día se puede el hombre andar al sol que no le es importuno. Es la más abundante de pasto y sementeras y para darse todo género de ganado y plantas que se puede pintar mucha e muy linda madera para hacer casas infinidad otra de leña para servicio dellas y las minas riquísimas de oro e toda la tierra está llena dello y donde quieran que quisieren sacarlo allí hallaran en que sembrar y con que edificar. Y agua. Leña y yerba para sus ganados, que parece la crio Dios a posta para poderlo tener todo a la mano. Carta enviada por el Gobernador de Chile don Pedro de Valdivia a S.M. el rey Carlos V el 4 de septiembre de 1545. |
La plaza Benjamín Vicuña Mackenna. |
La plaza Benjamín Vicuña Mackenna es una plaza ubicada en el sector céntrico de la ciudad de Santiago, Chile, a un costado del cerro Santa Lucía. Fue construida en 1901 y su nombre es en honor al político e historiador Benjamín Vicuña Mackenna. En el centro de la misma se encuentra una estatua de bronce de Vicuña Mackenna, obra del escultor francés Jules-Félix Coutan. Historia El terreno que ocupa la plaza era propiedad de Rodrigo de Quiroga, quien lo habilitó como lugar de descanso para las carretas que efectuaban viajes largos. Años más tarde, en 1607, se construyó una ermita en honor a San Saturnino, patrono de la ciudad ante los sismos que la afectaban. Sin embargo, la iglesia se derrumbó en 1609 debido a una crecida del río Mapocho. En 1723 se construyó en el lugar una casa de recogidas, cuyo objetivo era corregir las costumbres de las mujeres que se alejaban de lo considerado moralmente correcto por la Iglesia católica; la casa funcionó durante algunas décadas sin mucho éxito. A comienzos del siglo XIX el edificio fue ocupado como banco de sangre y posteriormente como cuartel de artillería. El cuartel fue escenario del llamado motín de Urriola, efectuado el 20 de abril de 1851, y llevado a cabo por opositores al gobierno de Manuel Bulnes y la candidatura de Manuel Montt. La toma del cuartel fue evitada, y el coronel insurgente Pedro Urriola murió durante el enfrentamiento. El edificio fue demolido en 1901, año en que se construyó la actual plaza. La decisión de erigir una estatua de Benjamín Vicuña Mackenna había sido adoptada por la Municipalidad de Santiago en 1886, mismo año en que falleció el político. Se creó una comisión civil que estuvo a cargo de elegir al escultor que realizaría la obra. Entre los candidatos estuvo Auguste Rodin, quien envió una maqueta de yeso, pero la comisión no la aceptó. En 1902 se optó por el modelo del escultor francés Jules-Félix Coutan, quien creó la estatua que fue inaugurada el 17 de septiembre de 1908. En la obra, Vicuña Mackenna se encuentra sobre un pedestal de granito rojo, sujetando un lápiz en su mano derecha y unas hojas en la izquierda. A su alrededor se instalaron símbolos y alegorías relativas a su actividad. La estatua se encuentra en el centro de una fuente, la cual a su vez está ubicada en el centro de la plaza.67 La plaza fue remodelada en 2012 junto a la calle Miraflores como parte del "Plan de Recuperación del Casco Histórico de Santiago". Biografía de Benjamín Vicuña Mackenna.
Benjamín Vicuña Mackenna fue una persona multifacética: historiador, político liberal, periodista, intendente, parlamentario, candidato a la Presidencia de la República, viajero, literato, crítico y bombero. Durante su vida, luchó por las libertades cívicas y el progreso del país. En parte de su Casa Quinta se encuentra hoy el Museo Benjamín Vicuña Mackenna, que alberga gran parte de su obra bibliográfica, junto a una colección de objetos únicos que le pertenecieron a él y a su familia: pinturas, esculturas, muebles, manuscritos, fotografías, vestimentas y utensilios de uso doméstico. Nació en Santiago el 25 de agosto de 1831. Descendiente de importantes miembros de la elite nacional, como su abuelo materno Juan Mackenna O´Reilly, general del Ejército en la independencia chilena, y su abuelo paterno, Francisco Ramón Vicuña Larraín, Presidente de la República (interino) entre julio y octubre de1829. Se casó con su prima Victoria Subercaseaux, con quien tuvo ocho hijos. Ingresó joven a la política. A los 19 años fue secretario de la Sociedad de La Igualdad, creada en 1850 con el fin de integrar a los artesanos dentro del proyecto político liberal. Junto con Santiago Arcos, Francisco Bilbao y sectores populares, participó activamente en la Guerra Civil de 1851, que los liberales lucharon contra el poder conservador. Fue encarcelado por su intervención en el levantamiento del 20 de abril de ese año, conocido como el Motín de Urriola. Vestido de mujer, escapó y huyó del país. Durante su huida, recorrió México, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Irlanda, Francia y Argentina. En esta travesía se entrevistó con destacados personajes como Claudio Gay, Alexander Humboldt, los intelectuales y políticos argentinos Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento y plasmó su experiencia en su Diario de tres años de viajes. En 1855 regresó a Chile gracias a Ley de Amnistía, y junto a otros liberales se opuso al gobierno de Manuel Montt a través de manifestaciones públicas y desde la tribuna que tenía en el periódico La Asamblea Constituyente. Producto de ello, fue arrestado nuevamente en 1858 y desterrado un año después a Inglaterra. En Europa recopiló archivos documentales que le sirvieron para elaborar sus numerosas obras historiográficas. En 1861 desafió su prohibición de retornar a Chile, y se reintegró a la vida política y social del país, gracias al arribo a la presidencia del liberal José Joaquín Pérez. Fue diputado y senador en distintos períodos entre 1864 a 1885. A lo largo de esta trayectoria integró las comisiones de Gobierno, Relaciones Exteriores, Educación y Beneficencia. La llamada Guerra contra España, luego de la intervención de ese país en Perú (1864) y Chile (1865), despertó en Benjamín Vicuña Mackenna la solidaridad americana. Fue enviado por el gobierno a una misión diplomática secreta en Estados Unidos (1865). Se detuvo en Perú y Panamá donde desarrolló una activa labor de propaganda. En Nueva York organizó diversas manifestaciones, adquirió barcos y armas para la escuadra nacional hizo campaña por la independencia de Cuba y Puerto Rico. Creó La voz de América, periódico destinado a fomentar el apoyo norteamericano a la causa independentista de esos países (Orrego, 1939: pp. 127-128). La intervención de España llevó a varios personajes ilustrados de Chile a formar la Sociedad de la Unión Americana, de la cual Vicuña Mackenna fue fundador. En 1872 fue nombrado Intendente de Santiago por el Presidente Federico Errázuriz Zañartu. Su esfuerzo se centró en modernizar la ciudad y transformarla en el "París de América". Para ello propuso 20 medidas, destacando el Paseo del cerro Santa Lucía. Vicuña Mackenna dimitió al cargo para ser el candidato a la Presidencia del nuevo Partido Liberal Democrático. Presentó su programa en un Manifiesto, proponiendo entre otras medidas, abolir los fueros eclesiástico y civil, democratizar al país restringiendo algunas facultades del Ejecutivo y promover la descentralización política y administrativa. Empezó una gira electoral en las provincias del sur, conocida como "La Campaña de los Pueblos". Esta fue la primera campaña chilena que se alejó de los salones aristocráticos y oligárquicos e integró a la clase media y a los sectores populares a través de un viaje al sur, que Vicuña Mackenna realizó en tren, y luego plasmó en el libro El viaje del señor Benjamín Vicuña Mackenna a las provincias del sur. Su candidatura provocó mucho entusiasmo en el pueblo, sin embargo renunció antes de los comicios, debido a la intervención del gobierno liberal de Federico Errázuriz. En la contienda ganó las elecciones el candidato oficialista Aníbal Pinto. Falleció el 25 de enero de 1886 en su hacienda de Santa Rosa de Colmo, cerca de Concón, dónde pasó los últimos años de su vida. "Lala nación [...] La prensa enlutó sus columnas. Los edificios públicos levantaron la bandera chilena a media asta. Las gentes exteriorizaban su pesar" (Orrego Vicuña, 1951: p. 420). noticia del fallecimiento [...] consternó al país. Fue íntegramente un duelo de toda |
Pedro de Valdivia.
Valdivia, Pedro de. Castuera (Badajoz), c. 1500 – Tucapel (Chile), 25.XII.1553. Militar, conquistador de Chile.
Biografía
Nació en la villa de Castuera en el partido extremeño de La Serena en Badajoz. Hidalgo notorio, probablemente fue hijo de Diego de Valdivia y de Isabel Gutiérrez. Recibió alguna educación pues sabía leer y escribir.
Inició su carrera militar por 1521, cuando acudió a sumarse a las tropas que reunía Carlos V para oponerse a los franceses en Flandes. Allí combatió bajo las órdenes de Enrique de Nassau y se encontró en la defensa de Valenciennes encabezada por el propio Rey. Luego pasó a Italia, donde integró el Tercio de Infantería al mando del marqués de Pescara, el que, como parte de las fuerzas bajo la dirección de Próspero Colonna, participó en el asedio y toma de Milán. Estuvo en la batalla de Pavía en 1525 cuando las tropas de Carlos V derrotaron e hicieron prisionero a Francisco I de Francia. De ahí pasó a Nápoles, donde participó en la defensa de la ciudad contra el asedio de las fuerzas del conde Lautrec. Tras la derrota de los franceses en 1527, Valdivia regresó a su tierra con el grado de capitán.
En Castuera contrajo matrimonio con Marina Ortiz de Gaete. Permaneció algunos años en Extremadura, pero la monotonía de la vida y la falta de oportunidades lo llevaron a nuevas aventuras.
En 1535 se embarcó rumbo a Venezuela bajo las órdenes de Jerónimo de Alderete, como parte de los refuerzos para la expedición de Jerónimo de Ortal al Orinoco. Este último terminó por ser depuesto en un motín en el que participaron los hombres de Alderete, incluído probablemente Valdivia. En los meses siguientes, la hueste recorrió los llanos de Venezuela antes de ser apresados por la gente de Nicolás de Federmann quien envió a los principales cabecillas a Santo Domingo para ser juzgados.
Es probable que este hecho explique la presencia de Valdivia en Santo Domingo cuando llegó un pedido de refuerzos que había hecho Francisco Pizarro a la Audiencia de Santo Domingo para afianzar la conquista del Perú, a raíz de la sublevación de los incas. Valdivia se unió a la fuerza despachada al mando de Diego de Fuenmayor. El contingente se dirigió a Panamá y tras atravesar el istmo, siguió por mar hasta Tumbes y luego por tierra a Lima, a fines de 1536. Allí, Valdivia se puso a las órdenes de Francisco Pizarro.
Al regresar a Cuzco después de la expedición a Chile a comienzos de 1537, Diego de Almagro levantó el asedio al que estaba sometida la plaza por las fuerzas del inca y tomó el control de la ciudad. La disputa entre Pizarro y Almagro por Cuzco hacía inminente la guerra entre ambos caudillos. En estas circunstancias, y valorando la experiencia militar de Valdivia, Pizarro lo nombró maestre de campo en julio de 1537. El enfrentamiento entre ambos ejércitos en la batalla de las Salinas el 6 de abril del año siguiente, terminó con la victoria de los pizarristas.
Valdivia participó luego en la conquista de la provincia del Collao, en la actual Bolivia. Fue vecino fundador de San Miguel de Chuquisaca en 1538 y recibió una encomienda en el valle de La Canela. A ello se sumó el denuncio de una mina de plata en Porco, ya conocida por los naturales, que, conjuntamente con el repartimiento de indios, llegó a producir, con el tiempo, más de 20.000 pesos al año. Pese a su holgada situación, Valdivia aspiraba a la gloria, y cuando Pizarro visitó la zona, se reunió con él en Chuquiabo, sitio de la futura ciudad de La Paz, para solicitarle la conquista de Chile.
Pizarro autorizó a Valdivia para proceder a la conquista de Chile como teniente suyo, al amparo de una Real Cédula de 1537 que le había concedido las tierras abandonadas por Diego de Almagro. La mala reputación que había cobrado el territorio hizo difícil reclutar gente y conseguir financiación para la empresa. Valdivia liquidó sus bienes reuniendo con ello unos 9000 pesos, pero el alto precio que tenían entonces en el Perú las armas, caballos y demás enseres no le permitió atender a las necesidades de la hueste. Debió, pues, asociarse con Francisco Martínez, un comerciante, quien aportó mercadería valorada en la misma suma, a cambio de participar a medias en los beneficios de la empresa.
Un nuevo obstáculo se presentó con la llegada al Perú de Pero Sancho de Hoz, el antiguo secretario de Pizarro. Había pasado a España, donde había gastado su fortuna adquirida en la conquista de la tierra; ahora regresaba sin dinero pero con una capitulación para la población de las tierras al sur del estrecho de Magallanes. Aunque los territorios asignados a uno y otro eran, en rigor, distintos, Pero Sancho de Hoz hizo valer sus derechos y sus influencias en la Corte para pretender la conquista de Chile. En estas circunstancias y para resolver la dificultad, Pizarro consiguió que Valdivia y Pero Sancho se asociaran en la empresa. El primero partiría de inmediato, mientras que el segundo reuniría armas y pertrechos con los cuales se embarcaría al cabo de cuatro meses para unirse a la expedición.
Valdivia salió de Cuzco en enero de 1540 con no más de once españoles, incluyendo Inés Suárez, compañera y amante del capitán, y un contingente de indios yanaconas. Las esperanzas estaban puestas en la posible incorporación de los restos de algunas expediciones al oriente del Collao, a las tierras de los indios Chunchos y Chiriguanos, que podrían regresar ante las dificultades encontradas y con las cuales se había establecido contacto.
Valdivia y su gente se dirigieron a Arequipa para luego avanzar de quebrada en quebrada a través del desierto hasta llegar a Tarapacá. Allí permanecieron a la espera de refuerzos. Lentamente fueron llegando los sobrevivientes de las mencionadas expediciones. El contingente más importante estaba compuesto por setenta hombres bajo el capitán Francisco de Villagra, con cuyo auxilio se salvaba la empresa. Más al sur, en San Pedro de Atacama, lo esperaba otro grupo de veinticinco españoles al mando de Francisco de Aguirre.
Mientras Valdivia había salido a encontrarlos, llegó de noche al campamento Pero Sancho de Hoz con tres compañeros, quienes penetraron en la tienda de Valdivia con intenciones aviesas. Inés Suárez, que allí se encontraba, dio la alarma y se mandó llamar a Valdivia. Al no haber conseguido los refuerzos comprometidos y ante la amenaza de caer en prisión por deudas, Pero Sancho había urdido el plan de matar a Valdivia y tomar el mando de la expedición. Al conocerse sus propósitos, Pero Sancho fue apresado y se le inició un proceso que terminó con la renuncia a sus derechos en la sociedad y su incorporación a la hueste en calidad de simple soldado.
Los expedicionarios, cuyo número había aumentado a poco más de ciento cincuenta españoles, avanzaron hasta el valle de Copiapó. Allí Valdivia tomó posesión del territorio en nombre del Rey, mas no de Pizarro, y dio por nombre Nueva Extremadura. Luego continuó hasta el valle del Mapocho, adonde llegó en diciembre de 1540.
A partir de las informaciones recibidas de los indígenas del Perú y las noticias aportadas por los compañeros de Almagro, Valdivia había resuelto que su primera población habría de levantarse en ese lugar. La nueva ciudad, fundada oficialmente el 12 de febrero de 1541, recibió en nombre de Santiago del Nuevo Extremo. Situada a orillas del mismo río y al pie del cerro Huelén, rebautizado Santa Lucía, tenía las ventajas de un clima benigno, una población indígena abundante, pero no al extremo de llegar a constituir un peligro, una agricultura en buen pie en los terrenos vecinos y una cierta cercanía a la costa de manera que los socorros pudieran llegar con facilidad.
Valdivia convocó a los indios y les hizo saber de su propósito de establecerse. Estos toleraron por entonces la presencia de los españoles, siendo que aún no habían cosechado sus sembrados. Sabiendo que los naturales enviaban tributo en oro al inca, Valdivia logró averiguar que éste se extraía de los lavaderos del estero Marga-Marga y consiguió que el cacique local le proporcionara indios para su explotación. Por el mismo tiempo, dispuso la construcción de un bergantín en la desembocadura del río Aconcagua, vecino a los lavaderos, con el fin de asegurarse la comunicación con el Perú.
A medida que avanzaba la recolección de las cosechas, los indios aumentaban sus bravatas, diciendo que los matarían a todos como lo habían hecho los almagristas con Francisco Pizarro en el Perú. Esta noticia, que se anticipaba a los hechos mismos, generó desconcierto y Valdivia se aprovechó de ella para librarse de la dependencia de Pizarro. Contando con el apoyo de sus amigos en el Cabildo de la ciudad, el conquistador presentó su renuncia ante dicho cuerpo, argumentando que con la muerte de éste había cesado su mandato. El Cabildo procedió a nombrarlo gobernador hasta que Su Majestad proveyera el cargo, lo que Valdivia terminó por aceptar, no sin antes fingir rechazo.
La temida rebelión de los indios comenzó con el ataque a los españoles a cargo de las faenas en los lavaderos de oro y la destrucción del bergantín en construcción. La amenaza de los indios se sumó a una conspiración contra Valdivia para reemplazarlo por Pero Sancho de Hoz. La conjura fue detectada aunque sólo se castigó a unos pocos, por la necesidad de conservar las escasas fuerzas. Esta misma falta de gente impidió a Valdivia castigar a los indios y debió disimular ante ellos. El asalto a Marga-Marga fue el preludio del ataque e incendio de Santiago el 11 de septiembre de 1541, mientras Valdivia estaba ausente en una campeada contra los indios. El asalto fue rechazado, pero las chozas de paja, que no eran otra cosa las viviendas levantadas, quedaron totalmente destruidas. Más grave aún fue la pérdida de los alimentos: sólo se salvaron dos almuerzas de trigo, tres puercos y dos aves de corral.
Avisado del desastre, Valdivia regresó al poblado en ruinas. Si el propósito de los indios era obtener el regreso de los españoles al Perú, no lo lograron. La retirada habría sido difícil sin sucumbir en manos de los rebeldes, pero lo decisivo fue la resolución de Valdivia de no abandonar la conquista. Se debió empezar de nuevo. Valdivia despachó a Alonso de Monroy y cuatro jinetes a pedir refuerzos al Perú, a la vez que se iniciaba la lenta reconstrucción de las viviendas. Los animales, machos y hembras, así como los granos de trigo, fueron dedicados a la reproducción.
Siguieron tiempos muy duros para la naciente fundación, antes de que llegaran los primeros auxilios a bordo de la Santiaguillo en septiembre de 1543. La nave, equipada por Diego García de Villalón y Lucas Martínez Vegazo traía a bordo a Francisco Martínez, el socio de Valdivia, quien al enterarse del estado de la empresa, optó por disolver la sociedad a cambio de una encomienda de indios cerca de Santiago. En diciembre del mismo año, regresaba a Santiago Alonso de Monroy con un refuerzo de setenta españoles.
La llegada de este contingente dio mayor seguridad a la colonia y permitió a Valdivia distraer algunos hombres al mando de Juan Bohón para hacer una fundación en el norte del territorio y así mantener abierta la comunicación con Perú. La nueva población, fundada en el verano de 1544, tomó el nombre de La Serena, en honor a la patria de Valdivia.
Con el arribo de la San Pedro al mando de Juan Bautista Pastene en la primavera de 1544, Valdivia pudo contar con los medios para la exploración del litoral hacia el sur hasta el estrecho de Magallanes. Nombrado teniente y capitán general de la Mar, Pastene, a la cabeza de una escuadrilla formada por la Santiaguillo y la San Pedro, recorrió la costa hasta la bahía de San Pedro hasta los 41°, donde tomó posesión de la tierra.
Los refuerzos recibidos también permitieron a Valdivia avanzar más allá de los límites del río Cachapoal, pero resultaban insuficientes para emprender la conquista de las tierras del sur, como lo demostró la expedición hasta el Biobío realizada en el verano de 1546. Consciente de ello, Valdivia había enviado a Monroy y Pastene al Perú en busca de auxilios. Para favorecer este empeño envió 70.000 pesos en oro, logrado con el trabajo de los yanaconas en los lavaderos y tomado en parte de los vecinos en calidad de préstamo forzoso. Acompañaba a los anteriores Antonio de Ulloa que había conseguido licencia para regresar a España para recibir una herencia, a través de quien Valdivia escribió una carta al emperador Carlos V en la que daba cuenta de lo realizado y solicitaba la ratificación del título de gobernador que le otorgara el Cabildo de Santiago (4 de septiembre de 1545).
En sus salidas por las tierras del Chile central, Valdivia pudo apreciar que la guerra de recursos que habían llevado a cabo los indígenas para obligar a los españoles a abandonar el territorio, también había repercutido sobre los naturales. A los efectos del hambre y las enfermedades se sumaba la huida de muchos indios hacia el sur, una migración que los españoles intentaron frenar. Durante los duros tiempos que siguieron al incendio de Santiago, Valdivia había repartido sesenta encomiendas de indios en territorios no sometidos, como una forma de mantener el ánimo de los pobladores. La sensible disminución de la población indígena en la zona controlada por los españoles obligó a efectuar un nuevo reparto de encomiendas, reduciendo el número de éstas a treinta y dos. El resultado fue el descontento de los perjudicados que dio lugar a una nueva revuelta contra Valdivia, encabezada por Pero Sancho de Hoz, la que fue prontamente sofocada.
La conjura tenía ramificaciones en el Perú, donde los enemigos de Valdivia habían tratado de llevar refuerzos para apoyar a Pero Sancho. Favorecía su propósito la muerte de Monroy en Lima y la rebelión de Gonzalo Pizarro contra el representante del Monarca. Antonio de Ulloa, unido a Lorenzo de Aldana, su pariente y jefe del destacamento pizarrista en Lima, había logrado que se incautaran los dineros enviados por Valdivia y la nave de Pastene. Este último, empero, venciendo mil obstáculos, terminó por conseguir un navío y llevar refuerzos a Chile.
Informado de lo sucedido y vista la delicada situación existente en el Perú, Valdivia estimó conveniente pasar allí personalmente para consolidar su posición y reunir más hombres. Una vez más era necesario llevar todo el oro disponible y recurrió para ello al engaño. Hizo saber a los españoles que autorizaría la salida de todo aquel que quisiera volver al Perú o España, lo que hasta entonces no había permitido. Se les autorizaba para sacar todo el oro que quisieran, haciéndose un registro de las cantidades que pertenecían a cada cual. Cuando todo estaba dispuesto para zarpar, Valdivia se dirigió a Valparaíso e invitó a los viajeros a un almuerzo en tierra. En un momento, eludió a los comensales y se embarcó en forma subrepticia, zarpando de inmediato, sin que los engañados alcanzaran a impedirlo.
Quedaba en su lugar Francisco Villagra como teniente de gobernador, quien debió enfrentar un nuevo intento de Pero Sancho de Hoz para apoderarse del gobierno de Chile. Enterado de la conspiración, Villagra no tuvo los mismos miramientos que Valdivia y lo hizo ejecutar. Este último se enteró de los hechos antes de alejarse de las costas chilenas.
En Tarapacá, Valdivia se informó de la victoria de Gonzalo Pizarro sobre Diego Centeno, que había permanecido leal al Rey. También supo que el licenciado Pedro de la Gasca, encargado de la pacificación del Perú, con el rango de presidente de la Audiencia, ya estaba en Lima, y se preparaba para dirigirse a Cuzco con su ejército para enfrentar a Pizarro. Valdivia alcanzó a La Gasca en Andaguaylas, cuando ya había partido de Lima, y se unió a sus fuerzas con el rango de capitán. Más gravitante que el contingente que lo acompañaba era la experiencia militar de Valdivia, debidamente valorada por el representante del Monarca, quien lo incorporó a su estado mayor.
Cuando Valdivia fue a darle cuenta luego de la victoria de las fuerzas leales en Jaquijaguana, el presidente lo recibió afectuosamente: “¡Ah señor gobernador, que Su Majestad os debe mucho!”. Era la primera vez que lo llamaba por su título. Este reconocimiento se formalizó mediante una provisión de 18 de abril de 1548 por la cual La Gasca lo designó en el cargo en nombre del Rey, a la vez que fijó los límites de su jurisdicción, desde Copiapó hasta los 41° de latitud sur y 100 leguas desde la costa hasta el interior. La gobernación sólo alcanzaba hasta la zona explorada, lo que contrariaba las expectativas de Valdivia, que pretendía las tierras hasta el estrecho de Magallanes.
Valdivia reclutó gente y consiguió tres naves, con las cuales se dirigió a Arequipa para recoger a otro contingente de hombres y proseguir con ellos a Chile. Estaba en Arica cuando recibió órdenes de La Gasca de regresar a Lima para responder a diversas acusaciones que le habían formulado sus enemigos. Aunque pudo haber resistido, Valdivia estimó prudente regresar. Los cargos, un total de cincuenta y siete, incluían el haber dado muerte a Pero Sancho de Hoz, su usurpación del gobierno y su conducta despótica, el robo del oro a los colonizadores y la arbitrariedad en la asignación de encomiendas. No fue difícil para Valdivia refutar las acusaciones, favorecido por la buena disposición de La Gasca, que valoraba su acatamiento a la autoridad real. Al poco tiempo, fue autorizado para volver a Chile, sin perjuicio de ordenarle que se separara de Inés Suárez, de pagar el dinero arrebatado a los vecinos, y de cuidar la forma de hacer repartimientos en el futuro.
Su llegada a Chile con un numeroso contingente permitió afianzar la conquista. Valdivia encargó a Francisco de Aguirre la refundación de La Serena, que había sido destruida por los indios (agosto de 1549), y mandó a Francisco Villagra al Perú en busca de más gente. El ansiado avance hacia el sur, empero, se vio demorado hasta la primavera de ese año, por las complicaciones de una caída de caballo y una enfermedad que tuvo a Valdivia cercano a la muerte.
Valdivia y un contingente de hombres llegaron a las márgenes del Biobío, que lograron atravesar pese a la resistencia de los naturales, avanzando luego hacia la costa bajo la atenta vigilancia de éstos. Un ataque nocturno al campamento de los españoles en Andalién el 22 de febrero de 1550 fue rechazado con dificultad. Su emplazamiento fue trasladado a un paraje en la ribera norte del río junto a la bahía de Concepción, donde fundaron el fuerte de Penco. La llegada de refuerzos por mar permitió explorar el territorio y lograr promesas de paz y amistad con los indios. Al amparo de este fuerte fue surgiendo un caserío que pasó a ser la ciudad de Concepción, fundada oficialmente el 5 de octubre de 1550. Se instituyó un Cabildo, se repartieron solares y se concedieron diversas encomiendas sobre la numerosa población indígena.
Concepción debía ser la primera de una serie de ciudades que extendieran el dominio de España hacia el sur. Valdivia escribió al Monarca el 15 de octubre de ese año, pidiendo que se ampliara su gobernación hasta el estrecho de Magallanes, que consideraba el límite natural de la misma. A la vez, solicitaba diversas otras mercedes en compensación por los crecidos gastos en que había incurrido en la conquista de Chile.
El reconocimiento de las tierras más al sur prosiguió en los meses siguientes. Valdivia remontó el río Cautín y fundó un fuerte junto a su confluencia con el río Damas, que tomó el nombre de La Imperial por las figuras que adornaban las chozas de los indios, que se asemejaban a águilas bicéfalas. Al comenzar el invierno regresó a Concepción, adonde llegó también Francisco Villagra trayendo importantes refuerzos de hombres y caballos.
Lo precario del dominio español en la zona y la amenaza latente de una sublevación indígena hacían recomendable consolidar la conquista antes de efectuar otras poblaciones. Sin embargo, la abundancia de población nativa susceptible de ser dada en encomienda, y la presión de los españoles por beneficiarse del trabajo indígena era un acicate demasiado fuerte para ser resistido.
En el verano siguiente Valdivia inició una nueva campaña al sur. Se dirigió primero al fuerte de La Imperial para levantar allí una ciudad, cuya fundación fue formalizada el 16 de abril de 1552. Las setenta y cinco encomiendas repartidas en esa oportunidad, incluyendo una para el propio Valdivia, eran riquísimas y algunos encomenderos de Santiago hicieron dejación de las suyas para tomar otras allí.
Avanzó luego hasta el río Calle-Calle, a cuyas orillas se efectuó otra fundación el 9 de febrero de 1552, la que recibió el nombre de Valdivia. También aquí la población indígena era abundante, lo que permitió conceder no menos de ochenta y ocho repartimientos. Ese mismo verano y por encargo del gobernador, Jerónimo de Alderete avanzó al interior en busca de un paso a través de la cordillera, para luego fundar un poblado a orillas del lago Mallalauquén bautizado Villa Rica en alusión a las minas de oro y plata en la zona. Entretanto, Valdivia continuó con la exploración del territorio hacia el sur hasta alcanzar el seno de Reloncaví, antes de regresar a Concepción antes de la llegada del invierno.
A fines de 1552, Valdivia envió a Alderete a España como su apoderado en la Corte. Éste llevaba el encargo de obtener la ampliación de su gobierno, un título nobiliario y el hábito de Santiago, además de otras mercedes para sí y sus compañeros. A la vez llevaba el encargo de Valdivia de traer a Chile a su legítima mujer y algunos parientes, a los cuales enviaba una importante suma de dinero.
Apresurado en afianzar su dominio en los términos de su gobernación, Valdivia mandó a Francisco de Aguirre al otro lado de la cordillera de los Andes a la altura de La Serena, adonde se había establecido otra partida de españoles. A su vez, despachó a Francisco Villagra al sur en diciembre de 1552 para que explorara las tierras de la otra parte de la cordillera y, más tarde para que avanzara hasta el estrecho de Magallanes. Con este último propósito, Valdivia organizó también una expedición marítima encomendada a Francisco de Ulloa para reconocer y explorar dicho paso de mar, que zarpó de Concepción en noviembre de 1553.
La puesta en explotación de los lavaderos de oro en Quilacoya, cerca de Concepción, parecían otorgar a Valdivia la riqueza por tanto tiempo anhelada. Sin embargo, se apreciaban indicios de desasosiego entre los indios, que hacía peligrar lo conquistado. El ataque al fuerte de Tucapel en diciembre de 1553, obligó a la guarnición a retirarse a Purén, desde donde los españoles solicitaron auxilio a La Imperial. Enterado Valdivia de los sucesos, se dirigió desde Concepción a Quilacoya, donde hizo levantar un fortín. Aquí recibió un mensaje de Juan Gómez de Almagro, quien había conducido con refuerzos desde La Imperial a Purén, avisando que había logrado rechazar un asedio de los indios. Valdivia lo citó para reunirse con un contingente de hombres en Tucapel el día de Navidad para repoblar dicho fuerte, pero advirtiéndole de no desproteger a Purén. Las noticias de un inminente ataque, propaladas por los indios, hicieron que Gómez de Almagro demorara en un día su partida. Así divididas las fuerzas españolas, por estrategia de Lautaro, otrora caballerizo de Valdivia que había huido de los españoles para unirse a su gente, Valdivia acudió a la cita. El gobernador y su gente fueron atacados por sucesivos contingentes de indígenas hasta que, agotados tras horas de combate, sucumbieron a manos de sus enemigos.
Obras
Cartas de Pedro de Valdivia que tratan del descubrimiento y conquista de Chile, ed. facs. dispuesta y anotada por J. Toribio Medina, Sevilla, Est. Tipográfico de M. Cardona, 1929 (intr. de J. Eyzaguirre, Santiago de Chile, Fondo Histórico y Bibliográfio de José Toribio Medina, 1953
Cartas de relación de la conquista de Chile, ed. crítica de M. Ferreccio Podestá, Santiago de Chile, Editora Universitaria, 1970).
Bibliografía.
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