Abogado y la política
Abraham Lincoln
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Todavía cunde y es invocado el viejo aforismo judicial "lo que no está en los autos no está en el mundo". A su amparo se ahorran muchos juristas la funesta manía de pensar. ¡Cosa más cómoda ! ¿No está en el folio tal ni en el folio cual?
¡Pues no existe!
Se comprendía tan brutal encadenamiento del juicio cuando los contratos tenían fórmulas sacramentales y era tasada la prueba.
Hoy, con el juicio de conciencia y la plena libertad contractual, es un absurdo. Porque la verdad es que en el mundo están las cosas aunque no se encuentren en los autos; y las realidades mundanas pesan más y tienen más importancia que la resultancia del diligenciado.
Casi estoy por decir que no hay pleito que se falle estrictamente por lo que es él aparezca y digan las leyes.
Viene de fuera una presión social incontrastable que, aun sin notarlo el juez, gravita sobre su ánimo e influye en su resolución. En un pleito conyugal, la esposa logra aportar pruebas favorables a su conducta; pero si el juez sabe, por ser de fama pública, que vive en el libertinaje, este dato guiará la conducta judicial. Un mismo hecho y una mismas pruebas darán un resultado en un ambiente social, y otro absolutamente contrario en ambiente distinto. En interés lícito del dinero se aprecia fuera del pleito tanto como dentro de él.
Mas ¿a qué fatigarse buscando ejemplos? Hay uno muy elocuente que se presenta a diario ¿No dice el Enjuiciamiento civil que durante el pleito de divorcio los hijos menores de tres años quedarán con la madre y los mayores con padre?
Pues a diario burlan los jueces la regla. y hacer bien. Cumplirla al pie de la letra es, en muchos ocasiones criminal: y si los jueces no han de hacerse cómplice de corrupciones o abandonos, deben proveer al cuidado de los niños como mejor conduzca a su defensa, digan lo que digan Códigos y autos.
¿Y no se ve también en ocasiones, que la palabra de honor dada al informar por un Letrado respetable sobre un hecho que no costa en parte alguna, influye considerablemente en el espíritu del Tribunal ?
Hay en todas las relaciones humanas una serie infinita de matices, gamas, sinuosidades, acentuaciones y modalidades que escapan la prueba y, no obstante, se presentan firmes, vigorosas, ante los ojos del juzgador.
¿Será posible desdeñarlas porque no cupieron en un casillero probatorio?
La ley se ha asustado de tan probable yerro, y al estatuir la apreciación de las pruebas en conciencia ha abierto en los folios un enorme portillo para que en ellos a bocanadas el aire exterior.
Igual sucede en otros muchos aspectos de la contienda judicial. ¿Cuantas veces prosperará, ni siguiera se alegará el defecto legal en el modo de proponer la demanda? ¿Adonde fué a pasar la invocación de la acción ejercitada, que antaño se tenía como inexcusable y principalísima ?
Los informes forenses son a veces arengas, a veces narraciones , a veces meros indices y ya casi nunca tienen aquella clásica pompa que los llenaba de enfática solemnidad... y de pesadez.
No hace mucho tiempo que un compañero-y de gran fuste- contrario mío en un pleito complejo, me reprochaba adustamente al contestar la demanda porque yo había dividido ésta en capítulos y dentro de cada uno había agrupado los respectivos hechos y fundamentos.
Con la seriedad más aparatosa me decía que el Jugado no había debido admitírmela, porque era grade atrevimiento redactarla así...
Ahora me acuerdo de aquel articulo de la ley de lo contencioso que manda cruelmente intercalar las alegaciones entre los hechos y los fundamentos legales, es decir, precisamente donde más estorban, porque rompen la ilación y la armonía del discurso.
Cada día cae por tierra uno de esos formalismos hueros que embarazan, complican y presentan como rito misterioso lo que en definitiva no debe ser otra cosa que dialogo entre gente con sentido común.
Y es lastima que todavía queden algunos en pie, como la cita del numero y articulo que autoriza el recurso, defendida por el Tribunal Supremo con una tenencia digna de mejor causa.
Muestran los pueblos su progreso y su depuración por el dominio de lo sustantivo sobre lo formal, y es cosa triste ver a gente culta y buenas aferradas a mantener estos sobre aquello.
Ejemplo.
Recuerdo a este propósito un episodio lamentable en que me toco ser precursor de una reforma legislativa... y sufrir un descalabro.
Un militar destinado a una de nuestras plazas fuertes de África había otorgado testamento ológrafo, y, no encontró papel sellado, por las circunstancial de la localidad, consignó su ultima voluntad en un pliego timbrado con el membrete de la dependencia en que servía. fue declarado nulo el testamento por la falta de aquel requisito. Vino en recurso de casación sosteniendo que la aludida traba, meramente externa y claramente falta de sentido, debía preterirse ante lo sagrado de un testamento cuya autenticidad nadie podía en duda; aduje que, en sentido amplio, sellado era el papel en que el documento aparecía extendido; procure demostrar lo inconsistente del texto legal, ya que la índole del papel nada quitaba ni ponía para identificar la verdad del testamento; busqué salida alegando que el requisito podría ser exigible si el testamento ofrece dudas, pero no cuando era reconocido explicitamente como cierto.....
Todo fue inútil. Perdí el recurso como su hubiera defendido la herejía mas desaforada.
¡Y poco tiempo después era reformado el articulo pertinente del Código civil y se suprimía, por baladí, el requisito del papel sellado !
Conclusión.
Antes casos tan flagrantes de injusticia perpetrados en aras de ritualismo necios, debieron todos los ciegos ejecutores de las leyes, sino también sus interpretes flexibles y discretos; mas aún, los inspiradores de su evolución; y los Letrados, por nuestra parte, debemos contemplar como uno de nuestros más honrosos menesteres el de que el espíritu recabara su ascendiente sobre la forma y se acercase a ser la única fuente de inspiración en la vida jurídica y el rector insuperable de las relaciones humanas
Antes casos tan flagrantes de injusticia perpetrados en aras de ritualismo necios, debieron todos los ciegos ejecutores de las leyes, sino también sus interpretes flexibles y discretos; mas aún, los inspiradores de su evolución; y los Letrados, por nuestra parte, debemos contemplar como uno de nuestros más honrosos menesteres el de que el espíritu recabara su ascendiente sobre la forma y se acercase a ser la única fuente de inspiración en la vida jurídica y el rector insuperable de las relaciones humanas
Por el tradicional empeño de guardar lo aparatoso aunque pareciesen las realidades, es decir, por reverenciar los cánones sin contenido, pudo decir Baltasar Gracían que "en Salamanca, no tanto se trata de hacer personas cuando Letrados "