Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

martes, 11 de febrero de 2020

384).-Comentarios y consejos personales de un abogado senior.-a



CAMILA DEL CARMEN GONZÁLEZ HUENCHUÑIR


 INTRODUCCIÓN

Agradezco a mi mentor por haberme dado la oportunidad de trabajar con él 
en su bufete jurídico, fue  un verdadero maestro en mi carrera como abogado litigante. Me enseño como trabajar como un verdadero  profesional del derecho, me instruyo como redactar bien los escritos judiciales, y me preparó  para ser un buen  orador en las audiencias en los juzgados y los tribunales,  y las vistas en las cortes superiores.
Además mi mentor, aparte de la práctica jurídica,  me enseñó las buenas maneras, que es muy importante para un abogado y caballero, como usar la ropa.
Fue mi segundo  padre para mi, los tutores que tuve en la corporación de asistencia judicial, nunca me ayudaron a este nivel de instrucción.
Le agradezco de las lecciones que me ha dado, son duras y duelen, pero son necesarias para formarme como persona y profesional, me aconsejo de no "Dormirme en los laureles" por haber sido investido "Abogado." 

  • Vestuario que debe tener un abogado.
  • Los consejos de mi mentor.
  • El estrado.
  • Las cinco  cosas que puedes aprender de una serie de TV  sobre
  •  conseguir clientes.

Vestuario que debe tener un abogado.
valet

Uno cosa que agradezco de mi mentor, es que me enseñó usar la
 ropa y los zapatos formal como un verdadero caballero con estilo, que refleje que soy un buen abogado y gentilhombre.

Los consejos de mi mentor.

 1).-"La mayoría de los Abogados en Chile son mediocres, no conocen 
el derecho completamente , no le interesa superarse de actual nivel de conocimientos, viven así en su mediocridad, no estudian las  doctrina contemporánea, ni jurisprudencia actual de los tribunales, ni leen las leyes ni los libros jurídicos. " 

2).-"Cuando por razones de trabajo como Abogado tienes que ir a 
un tribunal,  una oficina pública, una notaría o la oficina de un auxiliar de la justicia, para hacer una gestión profesional ante esas autoridades,  debes ser serio, cortes y solo debes hablar con el funcionarios, del  asuntos o negocio de tu trabajo, y no otro asunto misceláneo, que no tenga relación con trabajo. "  
Debes tener imagen de seriedad.

3).-Cuando un cliente tiene una deuda impagable, y le queda un resto 
de dinero debe entregar la mitad al abogado defensor, para que lo defienda en los eventuales juicios civiles y penales;  y la otra mitad, invertirlo en los nuevos negocios, nunca debe entregarlo a los acreedores, porque no servirá para nada al deudor.

4).-Hay que preparar con cuidado las entrevistas con los colegas y los
 clientes.

5).-Siete malos hábitos que tiene gente y no lo hace progresar:

       a).-Perder el tiempo con distracciones.
Tener proyectos de vida profesional y personal para tener éxito.
       b).-Consumir y no producir.
       c).-Esperar que los cosas ocurran.
       d).-Gastar dinero y no invertirlo
       e).-Quejarse, culpar a otros y ser una victima.
Uno debe ser responsable de su vida.
       f).-Creer que saber mas de lo que sabes, y Debes estudiar mas, tener mas conocimiento. 
       g).-Vivir en una fantasía. 

6).-Ser prepotente con los subalternos, eso es detectable para
 un abogado; además de ser grosero en el hablar.   

7).-Para el abogado, un estrado ordenado es reflejo de una mente 
ordenada en sala de  audiencia del tribunal .

Interrogar e informar en juicio es todo un arte, y para ponerlo en
 práctica, el abogado debe disponer durante el juicio de un pensamiento  claro y sin interferencias que le permita tomar con inmediatez  decisiones y ejecutarlas a través de una exposición ordenada. 
Igualmente, deberá disponer de una capacidad de formarse un criterio  acerca de cuanto acontece en el juicio y de valorarlo sobre la marcha  para actuar en consecuencia.
Aquí se mezclan dos habilidades: por un lado, la atención plena  que debe mantener el abogado durante el juicio, de modo que  debe estar pendiente no sólo de él mismo, sino igualmente del juez,  del abogado contrario y de cualquier detalle a tener en cuenta para su  estrategia; por otro lado, se exige una capacidad de reacción  prodigiosa para evaluar y, sobre la marcha, tomar la decisión  correspondiente.
Lo expuesto anteriormente podría resumirse en una palabra: atención;  y para alcanzarla no podemos olvidar un factor de notable importancia  en la intervención del abogado, cual es disponer de una adecuada  “intendencia”, es decir, contar con la necesaria organización  para poder desarrollar nuestra actividad adecuadamente para  la consecución de nuestros fines.
Dedicaremos pues este post a establecer algunas sencillas  normas de organización dirigidas a facilitar al abogado el  cumplimiento de su función cuando se encuentre en sala, no olvidando  que lo que pretendemos es evitar que se produzcan distracciones  que conduzcan a una pérdida de concentración, que suele  ser letal en determinadas fases del juicio.

El estrado.


El estrado despejado y organizado.

Hemos de disponer el estrado donde vamos a colocar nuestro  material lo más despejado y organizado posible, puesto que la  concentración, atención y capacidad de reacción que nos exige  el juicio, requiere que todo el material empleado se encuentre  debidamente ordenado y organizado en estrados, siempre a la  vista, pues de esta forma podremos acceder al mismo con rapidez,  evitando con ello que dicha concentración se vea alterada  por culpa de la búsqueda de determinado documento o material  auxiliar (bolígrafo, lápiz, etc.).

Por lo tanto, es preciso que cuando entremos en sala y  nos sentemos, procedamos a colocar todo el material de forma  ordenada, a la vista, y en disposición de ser empleado  con la necesaria inmediatez. En esta categoría incluiremos  documentos de todo tipo, bolígrafos, botella de agua, portátiles, etc.

La documentación debidamente organizada.

Constituye una práctica muy recomendable recopilar toda  la información documental relevante del litigio, y compendiarla en  una especie de carpeta con el fin de emplearla como herramienta  de auxilio antes y durante la intervención en sala. No obstante,  si preferimos llevarla a juicio sin compendiar, es igualmente muy  importante que en la mesa dispongamos de la información  documental perfectamente colocada y dispuesta para ser  empleada en el momento preciso para evitar caer en retrasos  innecesarios.
Veamos los documentos indispensables que hemos de colocar en  estrados:

1º.- Texto en el que se contienen las alegaciones que vayamos  a hacer o a responder en caso de que se vaya a invocar algún  hecho nuevo, vulneración de derechos, etc., o preveamos que  la otra parte lo hará.

2º.- Escritos rectores del procedimiento (demanda y contestación). 

Junto a dichos documentos, es recomendable adjuntar la documentación  que se acompaña a dichos escritos o al menos la esencial, pero si  es demasiado voluminosa, es mejor llevarla separada. En este  apartado hemos de incluir la relación numerada de los documentos  aportados con demanda y contestación, lo cual favorecerá acceder  al documento ante cualquier incidencia que se produzca  o durante los interrogatorios.

3º.- Notas de pruebas aportadas por las partes y Acta de la Audiencia  Previa.

4º.- Documentación relativa a la práctica de la prueba:

- Nota del interrogatorio de parte, que incluirá tanto la ficha  relativa al interrogatorio de la parte contraria como la de nuestra parte  en caso de repreguntas. Igualmente, se adjuntará la ficha (información)   de la parte contraria (aspectos relevantes de la parte a considerar).

- Nota del interrogatorio de testigos, compuesta por las fichas  relativas a los interrogatorios directos y contrainterrogatorios  y las correspondientes (informaciones) de cada uno de los testigos  a los que vamos a interrogar.

- Nota del interrogatorio de peritos, donde incluiremos las fichas  relativas a los interrogatorios de peritos y las correspondientes  (informaciones) de cada uno de los peritos a los que vamos a interrogar.

.- Informes periciales aportados: Es recomendable disponer de  los informes que se hayan emitido por los peritos, pues facilitará el  desarrollo del interrogatorio.

6º.- Informe oral y guion del informe.

7º.- La Ley procesal correspondiente.

Folios para tomar notas.

Constituye una práctica muy recomendable disponer de algunos folios  en los que iremos apuntando aquellas cuestiones que habremos  de tener en cuenta a la hora de interrogar a algún testigo o  de emplear en nuestra argumentación o refutación del informe oral.
 Esta práctica no es baladí, pues si no tenemos previsto donde  tomar nota, es probable que lo hagamos en algún documento que,  cuando llegue el momento, no localicemos pues no estaba  previsto su uso específico para ello.

Este documento podría dividirse en una parte para los interrogatorios  y otra para las alegaciones en el informe oral.

Ipads, portátiles, etc.

Cada vez es más frecuente ver a letrados que se sirven de ipads  o portátiles donde se encuentra recopilada la información del juicio.
 En tales casos, es recomendable no sólo dominar el manejo  de dichos dispositivos, sino disponer de información documental  esencial de apoyo para el caso de que se produzca algún problema  inesperado, bien de conexión, bien de funcionamiento del hardware.

Kit de supervivencia.

No está de más llevar una botella de agua y disponer de pañuelos de papel por si acaso, pues no es la primera vez que ante la prolongación en el desarrollo de un juicio, nos hemos visto con dificultades a la hora de exponer nuestro informe debido a la sequedad, lo que podría haberse corregido fácilmente con un pequeño sorbo de agua.





Las cinco  Cosas Que Puedes Aprender de Una Serie de TV  Sobre Conseguir Clientes.

CAMILA DEL CARMEN GONZÁLEZ HUENCHUÑIR


¿Recuerdan la famosa serie Breaking Bad?


Como dice el título del artículo, vamos a aprender algo sobre  conseguir  clientes que viene de la persona menos esperada de  esta serie, me  refiero a Saúl Goodman, bien conocido como  el abogado de Walter  White en Breaking Bad, encargado de sacarlo de grandes apuros  con una increíble habilidad lingüística.
Saúl Goodman también tiene una serie que no pueden dejar de ver,   una precuela que nos relata la historia de este abogado que no   siempre fue un corrupto defensor de lo ilegal.
Vamos a ver qué nos puede enseñar este hombre sobre conseguir   clientes.
No importa que no veas la serie, este artículo en verdad te   interesa a ti emprendedor

1. No todos los prospectos son buenos prospectos.

Saúl Goodman, antes conocido como Jimmy McGill, inicia su negocio  como todo buen emprendedor y para conseguir clientes coloca un   anuncio en televisión mencionando que es abogado y resuelve   cualquier tipo de inconveniente legal, su teléfono comienza  a sonar  de inmediato mientras el anuncio es transmitido. ¡Nuevos  prospectos  a la orden!
Una vez que comienza a atender los casos de sus nuevos   prospectos, se da cuenta que ha cometido un error, son clientes   terribles para su negocio, Saúl se encuentra con casos de  bajo  potencial que consumen mucho de su tiempo y esfuerzo sin   una retribución económica atractiva.

Esto nos enseña que…
No siempre un anuncio general en la TV es el medio adecuado  para conseguir prospectos, lo mejor es crear un anuncio   enfocado a una determinada categoría de clientes.

Lo que debió hacer Saúl fue…
Colocar un anuncio especializado en determinada área legal, no  ser  un abogado general, ser un abogado que sólo maneje divorcios   o alguna otra área especializada.

2. Califica a tus prospectos antes del primer encuentro.

Saúl perdió mucho tiempo y dinero al concretar citas con   prospectos poco calificados. Al llegar al sitio de encuentro y charlar   con ellos, se daba cuenta en un par de minutos que eran casos  que no podía atender o que tal vez podría trabajar, pero  ganaría  muy poco considerando el tiempo invertido.

Esto nos enseña que…
Cuando se trate de concertar citas con tus prospectos, debes  calificarlos previamente. Imaginemos que en uno de  diversos casos,  tienes a la venta un servicio de $1,000 y al  momento de llegar a  tu cita con el prospecto, te das cuenta  que él solo podrá pagar $200,
 ¿Aceptarías el trabajo? 
Considera que requerirá el mismo tiempo y esfuerzo que  un  cliente al que le cobras $1,000.

Lo que debió hacer Saúl fue…
Calificar correctamente a sus prospectos en una llamada  telefónica,  esto se puede hacer por medio de una breve  encuesta con preguntas  específicas que revelen información importante que debes saber  sobre tu cliente. Nunca está de  más conseguir algo de información  extra sobre nuestros  posibles compradores, ya que cualquier detalle  puede ser  valioso para lograr un buen cierre o evitar cualquier   inconveniente como el mencionado en el ejemplo anterior.

3. ¿Hacer 100 transacciones pequeñas o 10 transacciones grandes?

Por mucho tiempo, Saúl trabajó como defensor público con un   salario muy bajo por cada caso ganado, esto lo desmotivó   demasiado al darse cuenta que no llegaría a ningún lado si  continuaba así.

Su trabajo como abogado público le dejaba muchos casos que   defender, pero el volumen de transacciones no era suficiente   para cubrir sus necesidades; cabe mencionar el factor tiempo   en este punto, mucho tiempo invertido y poco dinero ganado.

Esto nos enseña que…
Trabajar mucho no es sinónimo de ganar mucho, con esto  me  refiero a que podemos hacer cien transacciones de $10 y  trabajar  144 horas para cumplir con todas o hacer una  transacción de  $1,000 y trabajar sólo 72 horas.

Lo que debió hacer Saúl fue…
Trabajar inteligentemente dedicando su tiempo a clientes  mejor  calificados en vez de trabajar arduamente en muchos  clientes  pequeños y con bajo potencial económico.

4. Conoce cuántos clientes necesitas.

Saúl comenzó a hacer buenas relaciones de negocios con mejores  clientes, esto le ayudó a optimizar su tiempo para ir en   busca de nuevos prospectos, pero ¿Cuántos clientes más necesitaba?

Esto nos enseña que…
Una vez hechas relaciones con buenos clientes, es necesario   saber ¿Cuántos clientes del mismo tipo necesitas para   cubrir tu necesidad financiera?

Si tienes claro este objetivo, no estarás trabajando sin rumbo,   tendrás muy presente lo que quieres y cuánto quieres ganar. 
Recuerda que esto te ayudará a no sobrepasar el límite de  clientes  que puedas atender. Trata de nunca conformarte con un solo  cliente, pero tampoco te satures de trabajo, lo mejor  es encontrar  un equilibrio.

Lo que debió hacer Saúl fue…
Tratar de crear un negocio próspero, no solo tratar de  conseguir  más clientes, tenía que tomar en cuenta algunos  puntos  importantes como el ingreso promedio por cliente, el  porcentaje  de cierre de ventas y el total de ingresos deseados. 
Con estos datos se puede calcular con facilidad la cantidad de  clientes y tiempo que se necesitará invertir para llegar  a los  objetivos financieros deseados.

5. Cuida tu imagen personal.


Saúl siempre estuvo bajo la sombra de un apodo que se volvería  una  molestia al momento de crecer profesionalmente: “Jimmy Patín”  en la  versión traducida al español en Latinoamérica o  “Showmanship” en su  versión original en inglés.

Este apodo se lo ganó gracias a las tretas y mañas que  utilizaba  para estafar gente.

Cuando nuestro abogado favorito trató de establecerse como  profesional de la rama jurídica, su apodo fue una limitante  de  crecimiento por haber creado en él una mala reputación.

Esto nos enseña que…
Debemos cuidar nuestra imagen personal desde jóvenes, nunca   sabremos cuando vamos a necesitar tener una buena reputación,   en ocasiones la venta depende de la reputación que tengas.

Lo que debió hacer Saúl fue…
Cuidar su reputación e imagen personal desde temprana edad, de   esta manera su crecimiento hubiese sido diferente al que se   desarrolla en la serie.

Protege tu imagen personal y ella te respaldará siempre  ante  cualquier transacción o asunto de negocios.

Conclusión:

Todos estos errores tienen solución, algunos más fáciles que otros, pero  al final, no dejan de ser aprendizajes que  te ayudarán en tu crecimiento como emprendedor



 

Unos  20  consejos prácticos para ejercer la Abogacía con éxito. Un modo excelente de reforzar ideas o quitarse los vicios de la práctica habitual. Escrito por el magistrado José Ramón Chaves:

1. Nada de esperar mirando las musarañas a que llegue el cliente.

En un mundo competitivo, la especialización y la selección darwiniana  justifican estudiar y estar al día. Hay que especializarse y disciplinarse para conocer el derecho vigente y la última jurisprudencia. Preparar el caso concreto está muy bien pero mejor está forjarse un poso de conocimiento general que proporcione esa valiosa herramienta que es la intuición jurídica.
Hay crisis pero no es buena idea flotar en el naufragio en medio del océano contando las horas. Me viene a la mente la conocida fábula de las moscas:
“Erase una vez dos moscas que se posaron en la leche de un caldero. Una de ellas, la mas fuerte, comprendió que sus patas se hundían en el líquido y no podría salir y se abandonó a su mala suerte. La otra, mas tenaz, decidió mover sus alas y patas rápidamente hasta que se formo una capa de nata que le permitió un punto de apoyo sólido desde el que moviendo las alas pudo pudo salir volando”.

2. Lealtad con el cliente.

El abogado no es un buitre carroñero ante el cliente sino un águila imperial que luchará por los polluelos. Hay que decir la verdad al cliente y saber decirla: mas vale una vez rojo que ciento colorado. Además, si se hacen escritos bien está mandarle copia al cliente. No importa que no entienda la jerga forense, porque lo que entenderá es que su abogado está trabajando en su caso.
También  hay que frenar la voracidad del cliente y pedir lo razonable. Aquéllo de pedir mucho para que te den menos, o de construir la demanda con “ruido y furia” hay que dejarlo para las demostraciones cinematográficas de poder de King-kong, golpeándose el pecho.
La razón puede perderse si se reclama un disparate.


3. Saber escuchar al cliente antes de hablar.

Cuando se recibe al cliente a quemarropa, hay que tener presente el consejo dado por John Wayne para los jóvenes actores:
“Habla bajo, habla despacio y no digas demasiado”.

4. Jamás digas al cliente que el pleito está ganado o que la sentencia se dictará en unas fechas aproximadas.

Son variables difíciles de  controlar y todo pronóstico fallido resta credibilidad al profeta. Las buenas noticias se dan cuando llegan.

5. Valentía al encarar un pleito.

Todo está en los libros. Todo puede estudiarse y defenderse pero eso sí, con esfuerzo e incluso en expresión de Churchill, con “sangre, sudor y lágrimas”. Cortar y pegar está bien, pero mejor es leer y estudiar el caso. Siempre se descubren ángulos y perspectivas nuevos.
Por supuesto, no asustarse por el adversario: David vence a Goliat más de lo que creemos.
Y si es una apelación nada de repetir la demanda: hay que tomarse el tiempo para justificar la apelación en términos sucintos, claros y  realmente críticos.

6. Mantener la coherencia entre los escritos procesales.

En lo contencioso-administrativo se impone una atenta labor de cotejo entre solicitud administrativa, reclamación o recurso, demanda y escrito de conclusiones, para evitar la condena de “desviación procesal”.

7. No todo es “pescar” jurisprudencia en la vida.

Muchos abogados se dedican a bucear hasta encontrar el caso lo mas parecido posible al planteado y entonces a utilizarlo de pilar argumental. A veces no hay jurisprudencia aplicable o si la hay, la misma está superada o en trance de ser cuestionada.
Más importante que la sentencia citada es la argumentación que la explica y extrae su fruto. Además, si se busca jurisprudencia hay que pescar en todas las aguas: en la jurisprudencia menor, en la constitucional, en los dictámenes o incluso en jurisprudencia de otros órdenes jurisdiccionales pues a veces hay soluciones comunes para disciplinas diferentes.

8. Formarse en las disciplinas transversales.

El Derecho es un universo y bastante es conocer algunas esquinas y vericuetos. Una gran disciplina muy olvidada es el Derecho Procesal y es tremendamente útil.
El mejor cirujano de corazón del mundo fracasará si no sabe como leer un historial clínico, como esterilizar, quien debe acompañarle en su operación, los tiempos de ejecución, si no conoce los efectos de la anestesia o el protocolo de atención al paciente. Un incidente, trámite o argucia procesal puede hacer ganar un pleito “perdido” o perder un pleito “ganado”.

9. Las demandas, contestaciones o recursos deben ser breves.

Aquí el tamaño no importa. No son tesis doctorales ni tampoco deben emular a Proust: los jueces no están para magdalenas.

10. Cuando se escriben unas alegaciones o cuando se expone un alegato verbal  hay que estructurarlo, ordenarlo y con rótulos.

Los puzzles, rayuelas y desorden están bien para el cine independiente pero no para la vida real. Si algo ( un argumento y la tesis consiguiente) no puede resumirse en un rótulo de tres líneas, mejor no decirlo.

11. Nada de mandar escritos “en caliente”.

Un escrito de alegatos no es una pizza sino un delicatesen y para eso hay que tomarse tiempo y si es posible, consultarlo con la almohada. Es increíble como varía la perspectiva e impresión de un mismo escrito cuando es releído por su autor veinticuatro horas después. Solo puede mejorar.

12. Humildad.

Hay que barajar la posibilidad de que estemos equivocados y que el enfoque sea incorrecto o manifiestamente mejorable. Nada mejor que contrastar el asunto con un colega. El distanciamiento enriquece.

13.  Cuidar la sintaxis y el léxico.

Precisión y frases cortas. Resulta contraproducente un mensaje mal escrito, con erratas, errores o indigerible.  Es cierto que las sentencias suelen ser un ejemplo de literatura plúmbea con ecos del Ulises de Joyce pero no por ello el abogado debe incurrir en el vicio que critica.

14. Nada de aluvión de sentencias, citas jurisprudenciales enormes y reiteradas.

Pocas sentencias y citadas en extracto: solo el fruto interesa. Un pleito se gana como se amarra un novillo en un rodeo: rapidez y precisión. Y por supuesto, procurar no fundamentar toda una demanda en artículos de la Constitución. Se necesitan algo más que los diez mandamientos para demostrar que se tienen méritos para ir al cielo o para no  ser condenado.

15. No despreciar nunca los hechos.

Contrariamente a lo que se piensa la inmensa mayoría de los pleitos son controversias sobre premisas de hecho, hay que tener presentes las cargas de prueba y principios de utilidad y pertinencia.

16. Poca calderilla.

Latinajos pocos pero bien administrados. Citas de doctrina y autoridades menos todavía.

17. No abandones el pleito a su suerte tras las alegaciones o conclusiones.

Entre el vencimiento del pleito y la sentencia suele haber un dilatadísimo lapso temporal en el cual puede haberse dictado una sentencia o aprobado una norma favorable a la tesis sostenida en el pleito, y siempre puede y debe aportarse antes de dictarse sentencia.

18. Recursos, protestas y pataletas, las justas.

Hay que librar las batallas procesales que puedan ganarse y no enzarzarse en cuestiones menores o colaterales.

19. Elegancia y respeto hacia el juez y los abogados contrarios.

Trata al abogado contrario como te gustaría que te tratasen. Nada añade la algarada ni el ataque personal, y puede ser factor decisivo de la imposición de unas costas o de una sentencia dura.

20. Exigir provisión de fondos y anticipo.

Y por supuesto, si estamos dispuestos a llevar el litigio como si fuera cosa propia, cumpliendo esas reglas, estaremos en condiciones morales de exigir al cliente la provisión de fondos o anticipo. Sin complejos. Si no lo entiende, no será un buen cliente.



¿QUÉ HACE A UN BUEN ABOGADO? LAS 8 HABILIDADES PRINCIPALES 

¿Cuál es la diferencia entre un buen abogado y un abogado promedio? ¿El lugar donde estudiaste tendrá un gran impacto? ¿O bufete o la empresa en la que consigue un trabajo tendrá alguna influencia?

Lo que hace que un buen abogado sea más profundo que eso, se trata del tipo de persona que eres, las habilidades que posees y los atributos que desarrollas a lo largo de tu carrera en la abogacía. 

Para ayudar a los posibles abogados, hemos reunido un resumen de los rasgos de personalidad y las habilidades que hacen que un buen profesional del derecho. Entonces, ya sea que esté considerando una carrera en derecho, que actualmente esté estudiando para obtener sus calificaciones legales o sea un abogado calificado que busque la seguridad de que está en el camino correcto, nuestra guía sobre lo que hace que un buen abogado pueda ayudarlo. 

Rasgos de personalidad que hacen a un buen abogado

La perspicacia académica es obviamente importante al momento de estudiar para convertirse en abogado. Pero, en última instancia, una carrera en la abogacía requiere que usted sienta empatía, se relacione y se conecte con una amplia gama de personas; desde clientes y secretarios hasta jueces y jurados. Por lo tanto, tener estos rasgos y atributos de personalidad lo ayudará a convertirse en un gran abogado sin importar en qué área de la ley termine trabajando.

1. Excelentes habilidades con las personas.

La capacidad de relacionarse e interactuar con una amplia gama de personas es quizás una de las habilidades más importantes que, si se domina, lo convierte en un buen abogado. 

Claro, prosperar en tus estudios es importante. Pero, no importa qué tan bien se prepare para sus exámenes y qué tan fuerte sea su redacción de ensayos, cuando se trata de trabajar como abogado, si sus habilidades con las personas son deficientes, va a tener dificultades. 
Desde asistentes legales a clientes, testigos a administradores y jurados a jueces, debe sentirse cómodo hablando con una amplia variedad de personas. Su función es defender a su cliente, defender sus intereses y llegar a resoluciones con la otra parte cuando sea relevante. 
Para hacer esto bien, necesita tener fuertes habilidades con las personas, si es tímido y retraído o, por el contrario, autoritario y distante, será mucho más difícil interactuar con las personas con las que trabaja para lograr el mejor resultado para su cliente. 
Y sus habilidades con las personas no pueden ser solo de una manera, necesita que las personas se relacionen con usted y vean su forma de pensar, pero también necesita poder leer a otras personas y relacionarse con sus puntos de vista. 
Las habilidades sólidas para tratar con las personas ayudan a los abogados a ser persuasivos, agradables y leer a los demás, esto es esencial cuando se está en la corte y se trata con clientes y otras personas involucradas en el caso. Fortalecer este rasgo de personalidad te ayudará a ser un mejor abogado y te beneficiará a la hora de trabajar en la abogacía y tratar de lograr el resultado óptimo para tus clientes. 

2. Determinación y perseverancia

Estudiar para una carrera en derecho es un viaje largo y desafiante, desde exámenes y ensayos hasta alumnos y experiencia laboral. Debe estar decidido y comprometido con su objetivo final de convertirse en abogado para tener éxito a lo largo de sus estudios. 

Y el trabajo duro no termina ahí; trabajar como abogado requiere perseverancia. No todo son argumentos dramáticos y pavoneos triunfantes fuera de los tribunales, como los llamativos dramas legales te hacen creer. 
La vida como abogado es un montón de largas noches, madrugadas y montones y montones de papeleo. Pero, lo mejor de una carrera como abogado es que, cuando perseveras a través de las montañas de investigación y papeleo que se siente interminable, puedes ser recompensado con un resultado exitoso para tu cliente. 
Por lo tanto, una de las cosas más importantes que hace a un buen abogado es tener la determinación y la perseverancia para trabajar en todas las etapas de su carrera, desde los exámenes de primer año y sentarse en la barra hasta altas horas de la noche para armar una estrategia para su último caso. 

3. Una mente creativa

Los abogados más exitosos son creativos. Ahora, no estamos hablando de creatividad en el sentido artístico, aunque tomar una libreta y un lápiz puede ser una buena forma de relajarse después de un largo día en la corte. Nos referimos al pensamiento creativo. 

Para tener éxito como abogado, debe ser fantástico en la resolución de problemas, y ser un pensador creativo lo hace mucho mejor para encontrar soluciones alternativas. Ya sea para encontrar un nuevo enfoque para un caso en curso o una línea creativa de interrogatorio para un testigo en el estrado, pensar fuera de la caja y encontrar una solución inusual puede ser justo lo que necesita para superar a su oposición. 

4. Confiado en sus habilidades.

Como abogado, uno de los aspectos clave de su trabajo es persuadir a las personas para que estén de acuerdo con su forma de pensar. Si no tienes confianza en ti mismo, nadie más lo tendrá. No puede estar parado frente a una sala del tribunal gritando silenciosamente su declaración de apertura. 
Un buen abogado confía en sus habilidades, sus argumentos y en sí mismo. Ya sea que se reúna con un cliente, hable con los socios de su bufete o se dirija a un juez en la sala del tribunal, debe actuar con confianza.

Como dice Rebecca Bowley, asistente legal en Lincolnshire; 

"No puedes ser tímido cuando eres un abogado, especialmente cuando te encuentras con clientes, la clínica legal de la universidad fue una gran práctica para eso, porque me ayudó a desarrollar habilidades para las entrevistas, y lo he construido en mi LPC".
5. Habilidades analíticas

A lo largo de sus estudios legales hasta su carrera como abogado, necesita aprender y retener grandes cantidades de información y poder utilizar esa información y traducirla en argumentos y estrategias para ganar sus casos.
Desarrollar sólidas habilidades analíticas lo ayudará a absorber y recordar con éxito todo lo que necesita recordar como abogado. Dar prioridad a la información, estructurar argumentos y documentos y aplicar su conocimiento legal relevante al problema en cuestión requiere que sea increíblemente analítico y lógico. 

6. Habilidades de investigación

Así como tener fuertes habilidades analíticas es importante, también es esencial tener grandes habilidades de investigación para ser un buen abogado. Desde sus estudios legales y más allá hasta su carrera como abogado, se le pedirá que realice una investigación de manera rápida y eficiente. 
Cuando prepare una estrategia legal, tendrá que investigar a sus clientes, su caso, casos históricos y precedentes legales, la oposición y mucho más. Ser capaz de manejar toda esta investigación de manera sistemática y eficiente es vital para ser un buen abogado.

7. Bien organizado

Este debería ser bastante obvio, pero pensamos que podríamos recordárselo; los buenos abogados necesitan estar organizados. Desde recordar la hora y fecha de una audiencia hasta reunir toda la documentación requerida para un descubrimiento, las habilidades de organización impecables son imprescindibles para cualquier abogado. Llegar tarde, faltar a citas u olvidar información clave es una ruta infalible hacia el fracaso como abogado. 

8. Buen juicio 

Toda la investigación que dediques a realizar no sirve de nada si no puedes sacar conclusiones útiles de ella. Por lo tanto, se necesita buen juicio para tener éxito en una carrera en derecho. 
Debe ser capaz de absorber información y luego sacar conclusiones y suposiciones razonables y lógicas de ella. Ser capaz de analizar críticamente sus hallazgos y estrategias legales con un juicio nivelado es importante al armar un argumento. 
Buscar debilidades en tu trabajo y ser capaz de verlo desde la perspectiva de tu oposición te permite crear un argumento más sólido que sea hermético. Y, cuando afina su juicio de esta manera, también puede detectar rápidamente las debilidades en el argumento de su oponente y explotarlas de manera eficiente en su beneficio.
Fortalecer su capacidad de juicio le permitirá tomar decisiones más rápidas y sólidas y, en última instancia, lo llevará a convertirse en un mejor abogado; en este trabajo, sentarse en la valla no es una opción. 

Como escribieron Rennard Strickland y Franks T. Read en The Lawyer Myth;

En el nivel más pragmático, los abogados son los solucionadores profesionales de problemas de la sociedad. Se pide a los abogados que hagan distinciones, que expliquen cómo y por qué los casos o las experiencias son iguales o diferentes. Se espera que los abogados restablezcan el equilibrio, que sean equilibradores. Cada disciplina, cada profesión, cada trabajo y cada vocación tiene una vanguardia. En esa vanguardia, se dibujan líneas. Los abogados y los jueces son los dibujantes de líneas definitivas de la sociedad. En un lado de la línea, la conducta, acción o inacción es apropiada; al otro lado de la línea, no lo es ".



Una tarea poco reconocida, pero vital, en un despacho de abogados.
Abogado Óscar León.


 Todos los abogados que trabajan en despachos pequeños y medianos son conscientes de la importancia que revisten los aspectos económicos y financieros, preocupación directamente proporcional a la incapacidad o dificultad de aquellos para gestionar adecuadamente esta materia, lo cual no es extraño, ya que ésta abarca cuestiones tan importantes como la presupuestación, hoja de encargo, emisión de las provisiones, control de los pagos, pago de impuestos, control de otros gastos generales del despacho, contabilidad, etc., situaciones para las que el abogado no se encuentra preparado, bien por carecer de formación como de tiempo para dedicarse activamente a estas materias.

De hecho, incluso en los primeros estadios de desarrollo del despacho sería ideal disponer de una persona, ajena a la abogacía, con unos mínimos conocimientos económicos para poder llevar esta parcela, actividad ésta que con el tiempo tendrá que ser realizada con el auxilio y supervisión de un economista.

 Sin embargo, si prestamos atención a todos los despachos (siempre en las dimensiones citadas) observaremos que siempre hay un compañero/a que en mayor o menor medida se preocupa y ocupa de las cuestiones económicas, decisión que probablemente habrá tomado, alertado por el descontrol que se va generando a medida que el despacho (incapaz de contratar a un experto en estas materias) va creciendo y los aspectos financieros y económicos reclaman la necesaria atención.

Estos abogados, carentes de conocimientos económicos como el resto de su equipo, dedican su tiempo y energías, entre otras actividades, a controlar que se minute a tiempo a los clientes, que se suscriban las hojas de encargo, que se paguen las minutas y que se disponga de la necesaria liquidez para atender los impuestos y gastos generales del despacho. Sin embargo, curiosamente, a pesar de la importante labor que realizan, su actividad suele ser vista con escepticismo por sus compañeros, quienes atareados en sus labores profesionales colaboran escasamente con aquel, llegando incluso a veces a sentirse molestos por la presión a la que éste les somete para que cumplan con los mínimos exigibles (minutar al principio de la relación, hacer un seguimiento de los pagos, obtener justificante de los gastos, etc…)

¿Os suena?…

Pues bien, en mi opinión, estos "esforzados de la economía" con su actitud ayudan, y de qué manera, a que nuestras organizaciones avancen hacía sus objetivos, protegiéndolos a través del cuidado de los aspectos que más daño pueden causar en el desarrollo del despacho: su capacidad de generar recursos económicos y saber administrarlos. Y ello con doble mérito, pues a su vez tienen que compaginar dicha actividad con la llevanza de los asuntos profesionales que tanto nos exigen a todos. De hecho, en estos compañeros tenemos el germen de uno de los futuros líderes del despacho, pues quien se preocupe por estos aspectos sin duda estará más preparado para afrontar los riesgos que esperan en la difícil senda de la gestión y administración del despacho.

Por ello, a los que leáis este post y reconozcáis a ese compañero en vuestro despacho (quizás seáis vosotros mismos) dadle el mérito y favor que merece, pues aunque su labor sea vista con indiferencia e incluso recelo por el resto, ellos son quienes están soportando gran parte del peso del despacho y probablemente, gracias a esta actividad, vuestros despachos conseguirán en un futuro sus objetivos.

Sí, ellos son, y no debéis olvidarlo,  los "Angeles de la Guarda" de vuestros despachos.



 La mejor medicina para los contratiempos del abogado novel: trabajo duro, constancia, y no desanimarse
por Óscar León
El otro día mi amigo y abogado Luís López de Castro me comentó un dicho que circula entre los compañeros y que dice algo así como “es el sino de los abogados, si ganamos somos caros, si perdemos somos malos”, injusta frase que resume parte de ese acervo popular que ha existido sobre nuestra profesión. Dándole vueltas a la frase, concluí que el verdadero peligro de la misma reside, más que en lo que puedan pensar algunos clientes, en la falsa convicción a la que pueden llegar algunos abogados nóveles, que en los comienzos de su andadura profesional pueden toparse con reiteradas resoluciones desfavorables que los desanimen y puedan dañar su autoestima profesional, llegando a plantearse la continuación en nuestra profesión[1].

Es objeto de este post, borrarles de la mente este planteamiento negativo e insuflarles toda la confianza necesaria para seguir adelante.

Hemos de partir por señalar que el abogado organiza la defensa de su patrocinado con todos los elementos de los que dispone y que éste le suministra, existiendo siempre factores que pueden beneficiar o perjudicar a su representado. A veces nos encontraremos con un caso “perfecto” en el que los hechos son claros y la aplicación del derecho es indiscutible (por ejemplo, una demanda por precario); pero en otras ocasiones el asunto llega “cadáver”, de forma que a pesar de nuestro esfuerzo por encontrar una salida, ésta es imposible (imaginemos el mismo caso del precario, pero con una relación contractual de fondo que probablemente impida enervar el mismo remitiéndonos el juez a un juicio ordinario). Finalmente, habrá casos en los que las opciones de interpretación y aplicación del derecho difieren y será el juez quién nos dará la solución jurídica y judicial válida. En definitiva, que los casos y sus circunstancias no pueden encajar en tal o cual ley y, ¡Tarará, caso resuelto! La cosa es más compleja y admite muchos matices que exigen la adecuada interpretación y aplicación de la ley. Si no fuera así, ¿para qué necesitaríamos a los abogados?

Por otro lado, la decisión corresponde al juzgador, es decir, a un tercero que constitucionalmente tiene otorgada la potestad de administrar Justicia. Por lo tanto, el trabajo de los abogados no depende exclusivamente de la prestación que realizamos, sino que nos movemos en el marco singular de dignidades y jerarquías de la Justicia, sometidos por tanto al criterio aplicativo de los jueces. Dicho de otra forma, el abogado no decide, lo hace el juez.

Tampoco podemos olvidar que enfrente encontramos a otro abogado oponiéndose a nuestros argumentos al amparo de otros tanto o más convincentes (al menos para éste), compañero profesional quién, además, podrá estar más formado o estar revestido de unas cualidades (experiencia, técnica, oratoria, etc…) que podrá contribuir de forma sólida al éxito de su pretensión y el fracaso de la nuestra.

Sintetizando estas últimas ideas, podemos afirmar que el resultado final del depende de las más variadas circunstancias tales como los elementos de hecho que conforman nuestra pretensión (que podrán ser mejores o peores), de la decisión de una tercera persona especializada (el juez) y de la fortaleza de los argumentos del contrario y la habilidad profesional del otro letrado. Esto explica que nuestra obligación forense es de medio y no de resultado y que no es mejor el abogado que gana el juicio que el que lo pierde.

Estos factores, ciertamente son más exigentes cuando es un abogado novel el que defiende el caso, pues su falta de experiencia (que no preparación) puede pasarle factura en alguna ocasión, todo ello sin perjuicio de que al comienzo de nuestra profesión suelen entrarnos asuntos más “cadáveres” que sencillos, aunque el interés económico sea escaso, lo que puede motivar que al principio tengamos que enfrentarnos a más de una resolución desfavorable. Pero lo que debe saber el joven abogado, es que estas circunstancias aparecerán siempre, pues nunca llegará el asunto ideal.

En todo caso, al abogado no debe desanimarse ante estas situaciones. Todo lo contrario, tiene que continuar trabajando duro y luchando en la confianza de que sin lugar a dudas llegarán las buenas noticias.

Para ellos, mi consejo es que una vez conocidas las opciones reales y objetivas de éxito o fracaso de la pretensión, e informado que sea el cliente sobre las mismas, si finalmente éste desea seguir adelante, al abogado solo le queda una opción: luchar denodadamente por ganar, es decir, por alcanzar un resultado acorde con las expectativas del cliente, infundiendo a su trabajo entrega, pasión y una vocación decidida a la victoria. La profesionalidad de quien actúa así sienta las bases del éxito, pues ganar, al final, se asociará no con el resultado del pleito, sino con la confianza generada en el cliente, con su satisfacción de que se han defendido sus intereses con la máxima dedicación y persistencia. Es una cuestión de forma de hacer las cosas y del modo en el que nos sentimos haciéndolas. Esta es la gran victoria del abogado. Luego llegará la sentencia: ganamos, enhorabuena; perdimos, lo hemos intentado, y de qué manera. ¿Cuántos abogados no han recibido el reconocimiento y confianza de su cliente a pesar de que las cosas no salieron como éste deseaba? En definitiva, si nuestra conciencia nos dice que hicimos todo lo que estaba en nuestra mano y que jamás nos rendimos, habrá valido la pena y podremos incluso sacar alguna enseñanza de la derrota (pues más se aprende de esta que de la victoria)

Por lo tanto, no te obsesiones con ganar, hazlo con tu trabajo con la máxima profesionalidad y entrega, que es lo que realmente necesita tú cliente. Ya llegarán, no lo dudes, los éxitos, pero si quieres, siempre ganarás.

[1] Este post fue publicado en nuestro blog el 23 de marzo de 2015 bajo el título He perdido el caso, ergo ¿no soy buen abogado?






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