Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

sábado, 2 de junio de 2018

324).-Raúl Julio Escobar Poblete, asesinó de Senador Jaime Guzman Errázuriz.-a



Uno de los criminales mas importante de la historia reciente de Chile, un terrorista, asesino reiterado, un secuestrador y estafador.




Raúl Julio Escobar Poblete (Santiago, 17 de octubre de 1963) conocido como Comandante Emilio en sus actividades guerrilleras, fue un integrante del grupo armado chileno Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) acusado como el autor material del asesinato del senador de República, Jaime Guzmán. Se encontraba prófugo de la justicia chilena desde ese crimen, cometido en 1991; además, habría participado en el rescate de cuatro de sus compañeros desde la cárcel de alta seguridad de Santiago en 1996.

Fue arrestado en San Miguel de Allende México, el 30 de mayo de 2017 acusado  de secuestro agravado contra una ciudadana franco-estadounidense, Nancy Michelle Kendall, viviendo en ese país con una identidad falsa. 

Biografía
FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR


Hijo del periodista deportivo Mariano Escobar González, conocido por el seudónimo de Sansón, y de Celia Poblete, profesora normalista, Raúl quedó huérfano de padre a los nueve años de edad. Debido a los aprietos económicos que generó el fallecimiento de Mariano, la madre decidió enviar al hermano mayor, Manuel, donde unos familiares en Estados Unidos; cuando este regresó, se quedó con unos tíos en comuna de  Providencia e iba solo esporádicamente a la casa de su madre y su hermano Raúl, en la Villa Santa Elena de Macul.
En esos tiempos, Celia Poblete "vendía lencería en Irarrázaval y Raúl Escobar estudiaba en el Liceo Lastarria y pasaba las tardes en las calles de Santa Elena, donde sus amistades lo conocían por su segundo nombre, Julio. Una de sus cercanas era Marcela Mardones, con quien, además, compartía ideas políticas".​ Con ella se casaría más tarde y tendría dos hijos.

Terrorismo.

Raúl Escobar se unió al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en 1987 y sobre los motivos que le impulsaron a hacerlo existen dos versiones. Según la primera, que figura en informes de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), habría sido al asesinato de una tía paterna, la frentista Elizabeth Escobar Mondaca, ocurrido en la denominada operación Albania (conocida también como matanza de Corpus Christi, 15 y 16 de junio de ese año) lo que habría inducido a Escobar a unirse al FPMR. Sin embargo, familiares directos tanto de Elizabeth como de Raúl niegan el parentesco. La segunda versión dice que lo hizo influenciado por Mauricio Arenas Bejas, conocido como Lobo o Joaquín, uno de los frentistas que habían atentado contra la comitiva del dictador Augusto Pinochet en septiembre de 1986. 
A este, Escobar lo conoció en la Penitenciaría, donde estuvo encarcelado durante casi siete meses después de ser detenido por su participación, en enero de 1987, en un asalto fallido a un departamento en avenida Pocuro, en Providencia. Al quedar en libertad a fines de año, Escobar se puso a las órdenes de un amigo de Arenas Bejas, Mauricio Hernández (conocido como Ramiro, el Abuelo o simplemente Pepe), y adoptó como chapa (seudónimo de guerra) el nombre de Emilio (convirtiéndose más tarde en el comandante Emilio; los detectives le asignaron a él y a su compañera sus propias chapas: Emilio era para ellos Pájaro Loco y Ximena, es decir, Marcela, era Minnie).
El aparato operativo del FPMR conformó dupla con Ricardo Palma Salamanca, otro joven frentista; en 1990 actuó en las muertes del coronel de carabineros Luis Fontaine primero, y del sargento de ejército Víctor Valenzuela Montecinos a finales del mismo año. En febrero de 1991 participó en el atentado con un cohete Law contra la residencia en Santiago del personal de seguridad de la embajada de Estados Unidos, en la que un infante de marina resultó herido.
El 1 de abril ese año, junto a Ricardo Palma, tomó parte en el atentado que le costó la vida al senador e ideólogo de la dictadura chilena Jaime Guzmán, y a finales de 1991 intervino como uno de los jefes en el grupo que secuestró a Cristián Edwards, un joven empresario hijo del dueño del diario El Mercurio. Luego de estos hechos fue identificado por la policía que inició una intensa búsqueda, sin éxito.
Volvió a reaparecer en diciembre de 1996 como jefe del comando de la llamada operación Vuelo de Justicia, que rescató a los frentistas Hernández, Palma, Pablo Muñoz Hoffman y Patricio Ortiz Montenegro desde la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago, utilizando un helicóptero.

Asesinato de Jaime Guzmán

El 1 de abril de 1991, tras terminar sus clases de Derecho Constitucional en el Campus Oriente de la Universidad Católica, Jaime Guzmán era esperado por su chofer, Luis Fuentes Silva, quien lo iba a llevar rumbo a la sede de la UDI. Fue en la misma salida de la universidad, a las 18:27 horas, en la avenida Batlle y Ordóñez con Regina Pacis, cuando dos sujetos abrieron fuego contra él, que iba en el asiento de copiloto. Fuentes aceleró, huyendo de la balacera, mientras los atacantes seguían disparando. Al principio, quiso trasladarlo al Hospital de Carabineros, pero Guzmán, sosteniendo un rosario en la mano, le insistió en estado semiinconsciente que lo llevase al Hospital Militar de Santiago. Sin embargo, el chofer lo condujo primero a la sede de la UDI en busca de ayuda y posteriormente fueron a toda prisa hacia el Hospital Militar (distante a unos 500 metros). La radio y televisión nacional dieron rápidamente la noticia, mientras en el Hospital se iban congregando familiares, amigos, colegas y simpatizantes de Guzmán. A pesar de los esfuerzos médicos, el senador falleció a las 21:35 horas.



Tribunales de Justicia

Vida fuera de Chile.

En el 2002, la policía de Brasil descubrió sus huellas dactilares en la vivienda que fue utilizada por los secuestradores del publicista Washington Olivetto.​ Meses más tarde fue ubicado por la Interpol en la localidad fronteriza de Santana do Livramento, donde estuvo a punto de ser capturado. Pese a ello su rastro se perdió inexplicablemente.

El martes 30 de mayo de 2017 fue detenido en San Miguel de Allende, México, país donde vivía desde hacía más de una década; también su expareja, Marcela Mardones, de la que separó a principios de la década de 2010, residía en ese país.​ Mardones había viajado a Chile, donde fue detenida el día 9 en las cercanías de Puerto Varas y llevada a la cárcel de Puerto Montt para luego ser trasladada a Santiago. Mardones, exestudiante de Educación Básica en el campus Oriente de la Universidad Católica, está acusada desde 1993 de asociación ilícita y delito terrorista; según la investigación, habría entregado la información sobre los movimientos y horarios de Guzmán.
​En México, Emilio vivió con una identidad falsa, se hacia llamar Ramón Guevara y residía en San Miguel de Allende, donde era conocido como "fanático del fútbol, apoderado ejemplar y aficionado al arte" (jugaba dos veces a la semana, los martes y jueves, por su equipo Generación 35).​ Fue en esa ciudad donde fue detenido en su camioneta Tacoma blanca patente GR29157. 
A San Miguel de Allende había llegado con su pareja que adoptó la identidad falsa de Patricia Fernández y sus dos hijos, el mayor, Carlos, tenía entonces quince años y la menor, Rebeca, dos; vivían en el barrio del Atascadero. Después de separarse y de unirse a la española Isabel Mazarro (residían en el sector El Nigromante), continuó manteniendo una estrecha relación con su hija, a la que pasaba a buscar todos los días para llevarla a la escuela Árbol de Vida.
Escobar fue encarcelado en Valle de Santiago, Guanajuato, donde ingresó bajo el nombre Ramón Alberto Guevara Valencia, de acuerdo a su falsa identidad.​ Allí se le relacionaba con el secuestro de la francoestadounidense Nancy Michelle Kendall.​
La justicia chilena solicitó su extradición, solicitud aprobada en primera instancia, pero suspendida en diciembre de 2018 por un recurso de amparo solicitado por la defensa de Escobar Poblete.​
El 19 de junio de 2019, Raúl Escobar Poblete fue encontrado culpable de secuestro agravado y sentenciado a 60 años de prisión en México.

Regreso a Chile.

El jueves 23 de septiembre de 2021, fue extraditado a Chile, para ser juzgado por el asesinato del senador don. Jaime Guzman; 


Abogado del "Comandante Emilio" tras su extradición: "Es parte de una operación política de la UDI"
Jueves 23 septiembre de 2021 

En conversación exclusiva con Radio Bío Bío, Alberto Espinoza Pino , el abogado del ex frentista, Raúl Escobar Poblete, enfatizó que esta extradición, en este momento, es parte de una operación política de la UDI.
El jurista está a cargo de la defensa del “Comandante Emilio”, que arribó extraditado desde México para ser juzgado por el homicidio del senador UDI Jaime Guzmán, en 1991.
Respecto al ámbito judicial, dijo que es una persecución penal por hechos que ocurrieron hace 30 años, por lo que los delitos estarían prescritos.
“El plazo es de 15 años y cuando el autor está fuera del territorio chilenos el plazo se extiende a 30 años. Un plazo que se cumplió en exceso“, manifestó.
No se puede perseguir a Escobar Poblete por este delito añadió, porque los hechos según él, “ocurrieron en una época en que Chile no vivía en democracia, en Chile no había democracias”.
El abogado también dedicó palabras para el fallecido senador y declaró que llegó su cargo gracias al sistema binominal. “Bajo un régimen democrático, Jaime Guzmán no seria senador de la República”, estimó...

Finalmente sentenció que “el que habría utilizado el sillón senatorial en esa época bajo un régimen electoral democrático hubiese sido Ricardo Lagos” y no el ex presidente del partido que acusa de realizar una operación política.



Manuel Escobar Poblete.


Habla de Raúl Escobar, asesino de Jaime Guzmán: "Mi hermano es un terrorista".  
 Lilian Olivares/La Segunda
sábado, 02 de febrero de 2013


Manuel Escobar Poblete, un alto ejecutivo de una compañía, se enfrentó por primera vez, en forma pública, a sus fantasmas, al ser abordado por "La Segunda" para inquirirle sobre el fugitivo "Comandante Emilio" del FPMR.
Estaba en su escritorio, cumpliendo a cabalidad el rol de gerente que tiene en la empresa donde trabaja, cuando le preguntamos:

-¿Es usted hermano de Raúl Escobar Poblete?

Levantó lentamente la vista, miró a los ojos y pronunció un "sí" casi imperceptible. Luego volvió a bajar la vista, como tomando fuerzas para, al fin, enfrentar la situación. Y lo hizo por primera y última vez, prometió, porque "nunca más hablaré del tema".

Biografía.

Tiene 51 años y es dos mayor que el frentista que estaría oculto en Cuba junto a su pareja, Marcela Mardones Rojas, quien también participó en el crimen de Guzmán. Los nombres de esos extremistas volvieron a salir al tapete la semana pasada, cuando la policía detectó que el hijo de la mujer viajó a La Habana con su familia y un nuevo integrante: el nieto de Marcela Mardones.
La ficha policial de Raúl Escobar Poblete lo sitúa en otros asesinatos a sangre fría: en la muerte del coronel de carabineros Luis Fontaine y del sargento de Ejército Víctor Valenzuela Montecinos, en 1990. Al año siguiente está más activo: participa en el atentado contra dependencias de la embajada de Estados Unidos con un cohete Law, mata al senador Jaime Guzmán junto a su colega Ricardo Palma Salamanca, participa en el secuestro de Cristián Edwards. Reaparece en 1996 como jefe del histórico rescate en helicóptero de los frentistas presos en la Cárcel de Alta Seguridad. Vuelve a esfumarse hasta que en el año 2002 descubren sus huellas en la casa donde estuvo secuestrado el empresario Washington Olivetto, en Brasil. Lo siguen y lo descubren en la frontera con Uruguay, donde nuevamente logra escapar.

Escobar el gerente dice que no ve a Escobar el terrorista desde que tenía 20 años; es decir, han pasado 31 años.
-Físicamente se parecen.. . - le comentamos.
-La gente que lo conoció dice que él era más buenmozo. El padre falleció cuando eran niños. Vivían en la comuna de Providencia.
 Su padre era "periodista de la vieja guardia, de boxeo, en aquella época en que se firmaba con seudónimo. El suyo era Sansón". 
La madre, profesora normalista, era dueña de casa. 
"En alguna época ejerció, pero después se dedicó a trabajar para los niños desvalidos, que no tienen apoderados que vayan a los colegios, en fin. Y luego se puso a trabajar en tiendas, en otras cosas, cuando murió mi padre".
El padre falleció de un derrame cerebral cuando Manuel el gerente tenía 11 años, y Raúl el terrorista, 9 años. Cuenta que entonces él partió a Estados Unidos, a la casa de unos familiares en Washington, mientras su hermano se quedó. Allá permaneció durante tres años. A su regreso al país, terminó sus estudios en el Instituto Nacional, donde era un alumno "dentro de la media". Su hermano, dice, egresó del Liceo Lastarria.

-No teníamos relación, porque nunca nos llevamos bien. No tengo recuerdos de haber jugado nunca con él. Hacíamos vidas muy distintas. Yo he sido más bien medio perno, medio mateo. Siempre fui un solitario...


-¿Qué recuerdos tiene de su hermano?

-Tengo una mirada muy difusa de él, porque nunca compartimos una vida juntos. Pero él era una persona mucho más acogedora que yo, más idealista...

-¿Y de qué conversaban entre ustedes?

-El no estaba nunca, nunca nos veíamos. Simplemente tratábamos de no toparnos.

-¿Por qué tenían tan mala relación?

-Pienso que discutíamos mucho por la manera distinta de ver el mundo. Además, yo soy un adicto a la armonía y por eso prefería ni siquiera verlo.

-¿Usted sabía que él pertenecía al FPMR?

-No, nunca supe. Hablábamos muy poco. En general, los chilenos son callejeros... él siempre estaba fuera de la casa.

-¿Nunca le preguntó a su hermano qué hacía cuando se desaparecía?

-Nunca le pregunté. En general, yo no hago esas preguntas personales que se hacen en Chile, porque me parecen una falta de respeto. Esas preguntas impertinentes de los chilenos, como si la persona que te acompaña es tu esposa o tu pareja. Aprendí con los gringos a hablar las cosas que hay que hablar: generalidades, como dicen ellos.

"Voy a tener que pagar el pato, pensé"

Manuel dio la Prueba de Aptitud Académica y entró a la Universidad de Chile a estudiar Licenciatura en Antropología y Prehistoria. Como a los 20 años se fue a vivir solo y desde entonces, asegura, no supo más de su hermano.

-¿Diría que su familia era de izquierda o de derecha?

-Tal vez de centroderecha antigua, con un papá que perteneció al Partido Nacional y que votó por Alessandri. Mi familia completa fue anti UP.

-¿Y usted?

-Yo soy demasiado liberal para ser de derecha y demasiado conservador para ser de izquierda.
Cuando salió de la Universidad hizo un postítulo en márketing "porque la gente de las ciencias sociales no tenía muchas alternativas durante el gobierno militar", comenta. Y luego entró a trabajar a una empresa privada...
-Yo soy producto de la meritocracia. Las mismas empresas donde he trabajado me han mandado a estudiar a distintos lugares. En 1996 hice un MBA en Washington, en comunicación estratégica. Ahí estuve unos 18 meses. También fui a Alemania, Rusia, Asia, Inglaterra. Londres es el lugar donde todos tenemos que vivir.

-Le gusta la cultura extranjera...

-Tengo mi cerebro en inglés y mi corazón en Estados Unidos. Siempre he tenido oportunidades laborales totalmente desvinculadas del mundo de la política. Nunca he ido a una protesta.

-¿Y cómo se enteró que su hermano había disparado contra el senador Jaime Guzmán?

-Había llegado de un viaje cuando un muy buen amigo mío me llamó a la oficina y me preguntó si había visto el diario. Luego me señaló que quería juntarse conmigo a tomar un café. Me llevó "La Segunda" y ahí me enteré que habían identificado a los participantes en el asesinato del senador Guzmán.

-¿Qué le pasó, en ese momento?

-No sé como decirlo, esa corazonada que tú tienes siempre, de que alguien se puede meter en un lío. En ese momento sentí que mi vida iba a tornarse muy compleja. "Voy a tener que pagar el pato", pensé. Es como si estás en la calle, pasa un auto y te tira barro a tu ropa limpia.

"Lo sentí como una mancha que yo no podría limpiar"

Se considera una persona muy reflexiva. Por eso, a partir de ese momento comenzó a pensar, a analizar los escenarios posibles que podría enfrentar. "Es dramático, porque uno no tiene control sobre eso".

-¿Usted conoció a alguno de los compañeros de su hermano, a gente del FPMR?

-No, a nadie.

-¿Y qué pensó cuando supo de la participación de su hermano en el crimen?

-Yo pensé que probablemente fue influido por alguien. Yo creo que en el camino que él tomó se vio influenciado por una dinámica que existía en el país. Pero en nuestra familia no hay detenidos desaparecidos. ¡Qué egoísta es la gente cuando se embarca en esta aventura terrorista y no piensa que le hacen daño no sólo a quien le causa directamente la acción, sino que a todo el entorno familiar propio!

-¿Cómo ha vivido esto?

-Me hizo estar siempre preocupado por algo que no me correspondía a mí. Este es un país extremadamente ideologizado. Esta era una mancha que yo no podría limpiar, porque no tenía nada que ver conmigo, salvo compartir una partida de nacimiento.

Reflexiona unos segundos y luego comenta: "Hay gente que lo consideró un héroe, y yo creo que esa gente está muy equivocada".

-Eso de que lo consideran un héroe, ¿lo ha leído o se lo han dicho a usted?

-Lo he escuchado y me lo han dicho. En Chile hay un doble discurso. Incluso hay mucha gente que habla que él (Jaime Guzmán) era ideólogo de la dictadura. Yo no lo considero así. Y creo que las cosas no se arreglan así.

"He aprendido a solidarizar con quienes cargan con los estigmas de la familia"

-¿Ha conversado este tema con su madre?

-Nunca he hablado con ella sobre esto. ¿Cómo alguien le puede pedir explicaciones a la madre? ¿Se le puede decir todo lo que uno piensa? Yo creo que no. Esto se guarda en el corazón y uno sigue viviendo. ¿Cómo haces tú para continuar tu vida, que has tratado de llevar de la manera más impecable? Lo pones en un rincón y esperas que nunca nadie te venga a preguntar.

Sigue:

-Cada cierto tiempo, cuando este caso sale en la prensa, comienzan a aparecer las miradas sospechosas por tus apellidos. Pero he tenido la suerte de trabajar con personas maravillosas, que confían en mí sin preguntar. Mi jefe sabe, y me ha dado todo su apoyo.

-¿Sabe usted si su hermano está en Cuba?

-No tengo idea dónde está.

-¿Cómo se explica que él haya llegado al FPMR?

-La expresión genética siempre es distinta, y tiene que ver con la socialización. Recuerdo a un profesor en el colegio, cuando estábamos en básica. Al pasar la lista, me dijo: "Ah, usted debe ser como el del curso de más abajo, desordenado. A ver, póngase de pie". Y empezó a mirar el libro de clases. Vio las notas, las anotaciones, todas positivas. A lo mejor era un signo de lo que me iba a pasar en la vida.

-¿Usted condena la acción de Raúl?

-Lo que yo condeno derechamente son los crímenes políticos. Creo que probablemente el senador Guzmán sería un aporte a la discusión política hoy, incluso para la gente que lo quiere enfrentar. Creo que hace falta gente como él, tan brillante intelectualmente.

-¿Hay algo que quiera dejar en claro?

-Primero, que uno aprende a solidarizar con un montón de gente que tiene que cargar con los estigmas de familia. Segundo, no siento ninguna admiración por el hecho. Creo que es absolutamente condenable el asesinato. Tercero, siento mucho estar dando explicaciones sobre algo en lo que no tengo ninguna participación, de ningún tipo.

-También debe haber un sentimiento de dolor y tal vez de conmiseración, porque finalmente es su hermano...

-La gente con que uno convive te exige que tengas humanidad al respecto y que te enfrentes con cariño a una cosa que has reprobado, rechazado toda la vida. Pero caminar por la vida pagando los daños de otro... Ahora, si uno estuviera de acuerdo, pienso que sería más fácil procesarlo.

-¿Usted cree en el karma?

-Viví en Asia. Si es un karma, yo creo que no me lo merezco. He procurado andar impeque por la vida.

-¿Cree en Dios?

-Soy agnóstico. Yo creo en el trabajo bien hecho, en la responsabilidad y en la honestidad. En esto no tengo ninguna parte. Cada persona es responsable de sus actos, debe ser juzgada por ellos en el caso que lo amerite y la violencia armada no tiene ninguna justificación. Y las personas que dicen que es un héroe, debieran desenmascararse alguna vez.

-¿Qué es para usted su hermano?

-Es un terrorista, porque cometió un crimen con un fin político. Si no es así, es un delincuente y un criminal, nomás


Exclusivo: las confesiones del Comandante Manuel Escobar Poblete.
Verónica Espinosa & Francisco Marín 
(Valle de Santiago, Guanajuato / Santiago de Chile)
23/09/2021



¿Cómo recuerda a sus padres? 

Personas a quienes admiro, amo, con su forma de educarme y mostrarme con honestidad los caminos para enfrentar la vida, siendo siempre generosos con el prójimo. Mi madre tuvo una educación católica, al punto que estudiaba para monja. Pero conoció a mi padre y dejó ese camino, aunque es una devota.

Mi padre un luchador y emprendedor. Fue periodista en los años 50. Trabajador de esos que sus labores comenzaban a la 5:00 am. Muy protector de su familia. En el tiempo de la Unidad Popular, cuando la derecha comenzó a boicotear a Salvador Allende, provocando el desabastecimiento, mi padre sin ser socialista ni comunista, tan solo un hombre honesto, representante del gremio de carnicerías, denunció que el desabasto era una farsa de la derecha (y) eso le valió enemistarse con esa derecha.

¿Cómo fue su infancia y qué aspectos de esta determinaron su futuro?

Mi infancia, durante el primer septenio, fue inmensamente feliz, llena de juegos, sueños, rodeado de amigos y familiares. Pero al producirse el golpe (cuando aún no cumplía 10 años), todos los juegos y sueños se volvieron grises y amargos. Era un tiempo de caminar con miedo, de ver a los soldados golpear gente, asesinar, perseguir a amigos y a familiares… toda una cultura del terror. Transcurrió mi infancia y la de la mayoría de los niños chilenos viendo la muerte tan de cerca… todas estas cosas fueron determinando y mostrándome, sin pausa como lo veían mis ojos de niño, que todo aquello no era para nada justo.

¿Qué significó para usted y su entorno la dictadura de Augusto Pinochet?

La dictadura de Pinochet significó el terror y la destrucción de un sueño común, la muerte, el retroceso total de los logros sociales. No existía futuro para la gran mayoría de la gente. Y ahí estábamos nosotros, mi familia, mis amigos, mis compañeros de colegio. A esto se suma la muerte de mi padre. Tras el golpe militar era imposible vivir la juventud. Ni siquiera podías tener el pelo largo, era sospecha y cárcel… (había) toque de queda, donde nunca sabías si regresarías a casa, un terror total, que termina lacerando tu alma y tu vida.

¿Cómo decidió ingresar al FPMR, cuándo y en qué circunstancias?

Fue cuando estaba militando en las Juventudes Comunistas. Todo comunista quería tener la oportunidad de ingresar al Frente y en 1985, cuando ya estaba estudiando fotografía en el ES.E.S, me permitieron ser apoyo de un grupo de estudiantes y después de una serie de muertes que me tocaban muy de cerca, estos compañeros me dijeron: ‘ya estás dentro’. Y recuerdo que les dije:

 ‘¿adentro de qué?’... ‘Dentro de lo que siempre has querido, en el Frente hermano’… (aquí somos hermanos) y así comenzó mi apoyo e ingreso al FPMR.

Debo decirte que en mis sueños, (me imaginaba que) el ingreso sería una súper ceremonia, con tiros de salva y entrenamiento especial. Pero no fue así, fue una ceremonia muy rápida y silenciosa, en una sala del ES.E.S donde estaba la bandera chilena y sonaba el himno del Frente y me dieron una pañoleta... para mí fue un sueño logrado.

¿Qué impacto tuvo en la moral combativa del Frente el fracaso del atentado a Pinochet?

En este tema diría que el impacto moral fue la tristeza y la impotencia de ver que el asesino Pinochet escapaba como rata y lograba quedar con vida en el atentado. Esto es cierto... ahora yo personalmente prefiero no hablar de fracaso… este término fue utilizado y creado por la derecha ... Lo ocurrido en el atentado fue que ciertamente el objetivo principal escapó. Pero en este atentado existían implícitos otros objetivos, tanto militares como políticos, que no han sido destacados por el terrible hecho que el objetivo principal no se había cumplido.

Estos objetivos fueron (demostrar) que teníamos la capacidad de enfrentar en igualdad de condiciones a la elite del ejército de Pinochet. Destruirlas y neutralizarlas; retirar a todos los grupos del atentado, sin pérdidas humanas, ni materiales, sentando un precedente de que Pinochet era vulnerable, al igual que su sistema de defensa y su sistema político... Todos esos logros se evidenciaron cuando al año y medio del atentado, Pinochet y la derecha pinochetista llamaron desesperados a un plebiscito. Y la génesis de ello, fue sin lugar a dudas, el atentado y ese “año decisivo”. Ya la dictadura no se sintió segura. Por eso, para mí, es poco correcto hablar de que el atentado a Pinochet fue un "fracaso".

¿Por qué eligió vincularse al Frente Autónomo y no volver al PC?

Existió una discusión sobre el tema de qué pasaría con el Frente. (Pero) ahí no se trataba (de) si era Frente autónomo o Frente partido. Más bien, esa discusión era enmarcada de otra forma... mira, era a mediados del 87 y ya todo el año anterior, que fue denominado por el Partido Comunista “el año decisivo”, donde fueron realizadas operaciones en que el mayor peso lo llevó el FPMR, irían determinando el futuro de la lucha armada en Chile.

Se realizó el desembarco de armas en Carrizal, donde llegaron 80 toneladas de armas para fortalecer la lucha a nivel nacional. Estuvo el paro del 2 y 3 de julio; y en septiembre de ese mismo año: el atentado a Pinochet. La presión social y política (era) hegemonizada por el PC. (Esto) llevó a que las fuerzas opositoras comenzaran las primeras negociaciones... (estas fuerzas) vieron que el PC tenía todo para desencadenar una lucha armada total: tenía las condiciones objetivas y subjetivas. Esto no le gusto a esa coalición (alude a la Alianza Democrática; N. de la R.). El PC, al ver que el Frente no había logrado el objetivo de matar a Pinochet y (al constatar) la represión que siguió al atentado, evalúo que podía entrar a esa negociación con una posición de fuerza. Pero le exigen que para ello (debía) parar el accionar del Frente. Entonces el PC inició el repliegue de sus cuadros operativos, no entendiendo que en el frente había nacido “el rodriguismo”. 
Fue ahí cuando nuestro comandante José Miguel no aceptó tal planteamiento, por estar en desacuerdo con dicha evaluación del escenario político… y tuvo toda la razón, al poco tiempo esa coalición dejó fuera de toda negociación al PC. Fue en ese marco histórico que la organización preguntó a las bases rodriguistas si continuar y desarrollar la organización al margen del PC, o deponer el accionar y volver a las bases comunistas. Un gran porcentaje de cuadros y combatientes rodriguistas optamos por continuar desarrollando y fortaleciendo al FPMR. Esto se definió con la "Operación Príncipe" (secuestro del Coronel Carlos Carreño; N. de la R.), primera operación hecha exclusivamente por el FPMR... después (de esto) se comenzó a hablar del "Frente Autónomo" y "Frente Partido", pero lo real es que el FPMR era uno, y el PC, con su Comisión Militar, era otro.

La Guerra Patriótica Nacional

Escobar Poblete también habló de la “Guerra Patriótica Nacional” (GPN), una estrategia política emprendida por el FPMR al final del régimen dictatorial y a inicios de la transición a la democracia. En esta política, según reconocidos historiadores, está el germen de la decadencia final de esta organización. No obstante, Escobar asegura que la GPN “no fue casual ni antojadiza: estábamos en plena dictadura y entonces no se creía posible una transición a la ‘democracia’”.

Estima que entonces “todo el mundo” veía que el plebiscito de 1988 era una más de las tantas maniobras para ganar tiempo y legitimar la dictadura, la que buscaba extenderse por una década más, por lo menos. Tenían todo el poder, habían hecho una Constitución para sus fines. No existía poder legislativo ni judicial. No había nada para hacer un Estado democrático, ni ninguna base para hablar de transición”, asegura el ex guerrillero.

Puntualiza que, en ese estado de cosas, “lo más coherente y correcto fue lo que hizo ‘José Miguel’ (Raúl Pellegrin, fundador y principal líder del FPMR) y la Dirección Nacional”, en orden a intentar “sentar las bases (…) para preparar una eventual agudización de la lucha política y armada”.

“Había que reorientar los esfuerzos, descentralizar la táctica y centralizar la estrategia. Se avizoraba que el paso superior para la lucha contra la dictadura pasaba por diseminarnos en la montaña y llevar la lucha fuera de las ciudades. Para ello, lo primero era crear y producir focos guerrilleros, que pasarían a ser engrosados por muchos cuadros y combatientes. La DN, junto a José Miguel, eran cuadros fogueados en las guerras de Nicaragua y El Salvador”.

“Ricardo (Palma), desde su muy temprana edad arrastraba una serie de frustraciones, indecisiones y traumas, por situaciones familiares, sin haber encontrado alguna terapia que hubiera sanado ese cuadro psicológico”.

En este sentido, se le consultó a “Emilio” respecto de la operación de asalto al poblado cordillerano de Los Queñes, en la región del Maule, que se efectuó dos semanas después del plebiscito de 5 de octubre de 1988. En este, contrariamente a lo que el FPMR había pronosticado, la opción “No” a la continuidad de Pinochet, fue vencedora; y el dictador reconoció su derrota. El FPMR creía que Pinochet no reconocería su derrota, lo que generaría una sublevación popular, en la que el Frente jugaría un rol de vanguardia armada.

“Los Queñes fue la toma de un poblado perfectamente planificada e, indudablemente, que solo haya existido una baja militar fue un costo muy pequeño”. No obstante, reconoce que “el asesinato de José Miguel y la comandante Tamara (Cecilia Magni) empañó todo”.

A mayor abundamiento, puntualiza que en esta derrota nada tuvo que ver la decisión del comandante José Miguel de dar inicio a la GPN. “(Él quería) dejar asentado que, pasara lo que pasara con Pinochet, el pueblo podría estar seguro de que estaba en condiciones de pasar a una fase superior de la lucha”.

Con la desaparición de Pellegrin se acentuó la decadencia del FPMR, iniciada tras el fracaso del atentado a Pinochet.

Palma Salamanca: “problemas sicológicos”

El 11 de febrero de este año, The Clinic publicó una entrevista a Ricardo Palma Salamanca, titulada: 
“La cultura comunista me tiene harto, es ideológicamente intolerante y autoritaria”
Allí el otro miembro de “la dupla letal” del FPMR asegura que “la revolución está agotada” y se define como “un reformista”.

Además, Palma hace una descarnada crítica al rol jugado por el FPMR y se refiere en duros términos sobre Emilio, a quien cataloga como alguien “de pocas luces y más bien básico”. Sin embargo, manifiesta que “le cuesta imaginar que estuviera metido en los secuestros de que lo acusan”.

Escobar Poblete responde a lo dicho por su ex compañero de armas, sosteniendo que sus declaraciones son “tristes y lamentables”, aunque matiza: 

“no puedo responder desde un punto de vista político, ya que no cuento con todos los elementos objetivos y subjetivos que rodearon esas declaraciones”.

Añade:

 “Tampoco creo correcto responder, desde la posición de prisionero en la que me encuentro, que mínimamente es desventajosa; y lo único que se lograría sería hacerle el juego a la derecha en Chile, que estará con su morbosidad política de siempre esperando como pajarracos carroñeros comer de sus víctimas”.

No obstante, se pronuncia “desde un punto de vista humano”, según remarca. “Ricardo (Palma), desde su muy temprana edad arrastraba una serie de frustraciones, indecisiones y traumas, por situaciones familiares, sin haber encontrado alguna terapia que hubiera sanado ese cuadro psicológico”.

Afirma Escobar Poblete que la policía, al detener en 1992 a su ex compañero, “con la tortura además de doblegarlo, acentuó aún más esa debilidad emocional”.

Casi 21 años después todo ha cambiado para “Emilio”. Lleva casi once meses detenido, con un futuro judicial incierto.

Haciendo una reflexión, Escobar nuevamente disparó:
“El rescate fue un pequeño tanque de oxígeno que un buzo desesperado recibe en el fondo del mar. Mi detención -y la terrible posibilidad de haber sido detenido y extraditado y volver a las prisiones pinochetistas- hizo que Ricardo se viera sin más oxígeno en esa profundidad y buscó otra vez culpables con una inmadurez evidente, donde le tiró a todo: a la organización, a la izquierda, a las revoluciones, inclusive a su familia, pero nunca reconoce esas responsabilidades en él, principal responsable de sus ‘frustraciones’”.

Al preguntársele si concuerda con la narración de la liberación de presos del FPMR de la Cárcel de Alta Seguridad, realizada por Palma Salamanca en el libro El Gran Rescate (LOM), Escobar revela que ese libro fue compuesto por relatos aportados por “todos los compañeros” partícipes de la operación, quienes “los escribieron y fueron entregando (sus partes). Y, por algo circunstancial, fue que Palma (apareció) haciendo o firmando ese libro. El libro estaba casi hecho en su totalidad, por lo que mucha creación no estuvo en manos de él. A este compañero (Palma) se le consideraba de confianza…”

Vida en México

Desde que llegó a México, en 1998, Escobar Poblete decidió ocultarse en San Miguel de Allende, un lugar que le pareció “cosmopolita (pero) lejos de todo, y de todos”.

“Ahí encontramos la tranquilidad buscada –dice-. Comenzamos a tener amigos, mi hijo comenzó a ir al colegio y formamos una familia que se fue ampliando, con el cariño de muchos amigos. Amigos que hasta hoy lo somos, amigos generosos.”

En Guanajuato se reunió con su pareja de entonces, Marcela Mardones, también ex militante del FPMR. En su respuesta a nuestro cuestionario, fechada el 4 de marzo, Escobar desmiente la versión de que su identidad mexicana la tomó de un niño fallecido en Puebla:

 “Mucho se ha comentado de eso, pero la verdad es otra. Es simple, Ramón lo elegí porque fue el nombre que usó el Che (Guevara) en Bolivia; Alberto era el nombre de mi padre; Guerra fue por un hermano rodriguista asesinado (Julio Guerra); Valencia (lo tomé) de un compañero desaparecido.”

El Comandante Emilio relata sobre el comienzo de su nueva vida en San Miguel de Allende:

“Fue difícil, en particular fui trabajando en fotografía, luego participé en restauración y construcción de alguna casa con un amigo arquitecto que conocí ahí en San Miguel; luego tuve un pequeño café internet, hice una revista de deportes Deportivo San Miguel y otra, Espiral, sobre vida sana, homeopatía, yoga, cuidar el planeta, pagando mis impuestos todos los años. Estábamos con mi familia en los centros de ayuda humanitaria René Mey, fue y es muy bonita labor”.

Asegura que cortó sus vínculos familiares en Chile por seguridad: “Yo sólo tenía la herencia de unas casas que mi padre dejó y una venta de acciones que estaban a mi nombre, del grupo Inforsa, que mi madre me vendió. Fue con lo que conté para empezar”.

Casi 21 años después todo ha cambiado para “Emilio”. Lleva casi once meses detenido, con un futuro judicial incierto. Desde su captura el 30 de mayo de 2017, el entonces procurador Carlos Zamarripa Aguirre –actual fiscal general de Guanajuato- calificó al ex guerrillero chileno como cabeza de una banda internacional que, dijo, ha tenido entre sus víctimas a empresarios y políticos. Zamarripa sostuvo que esta habría operado desde San Miguel de Allende, donde Escobar ocultó por 20 años su pasado bajo el nombre falso de Ramón Alberto Guerra Valencia.




Artículos relacionado a muerte del senador  Jaime Guzmán.


FABIOLA DEL PILAR GONZÁLEZ HUENCHUÑIR


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Justicia mexicana confirmó sentencia de 60 años de cárcel al "Comandante Emilio" por secuestro.

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Galvarino Sergio Apablaza Guerra.

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Artículos prensa sobre Palma Salamanca: el fin del mito.

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Carmen Hertz y el terrorista Palma Salamanca.

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Cristián Pérez, historiador: “El asilo de Palma va a ser un hecho anecdótico en la historia”

Ricardo Palma Salamanca, asesino peligroso (Biografía)

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Los desconocidos encuentros y la red de Palma Salamanca en París.

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Gobernador mexicano por “Emilio”: “Tiene que pagar aquí”.

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Francisco Peña Riveros, el último frentista que Francia se negó a extraditar.

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Condena a Marcela Mardones a 10 años como autora de homicidio de Jaime Guzmán.

El destino de los asesinos del caso senador Guzmán.

Película documental sobre el asesino Ricardo Palma Salamanca.

Comentario de un amigo sobre "Negro” Palma Salamanca.

Jean-Pierre Mignard,el abogado defensor del asesino y secuestrador Palma Salamanca.

Confesión del Palma Salamanca sobre asesinato de Senador Jaime Guzman.

La gran traición del comandante Emilio.

Asesinato del senador Jaime Guzmán Errázuriz

Juan Lisímaco Gutiérrez Fischmann.

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Chófer de Jaime Guzman

Palma Salamanca: una vida en fuga

A 20 años de la fuga del CAS del FPMR, habla Mirna Salamanca, la madre de Ricardo Palma: “Me siento orgullosa del hijo que crié”.

Familia de Ricardo Palma Salamanca.

Frente Patriótico Manuel Rodríguez.


Memorial en homenaje a Jaime Guzmán
 en la comuna de Las Condes, en Santiago de Chile.


El  asesinato a Jaime Guzmán.

Esa misma 29 de marzo 1991, en Walker Martínez con Vicuña Mackenna, en la comuna de La Florida, en el lado suroriente de Santiago, un hombre macizo, de 1,80 de estatura, vestido con una casaca de cuero negra, detuvo a un taxi Chevrolet Opala y le indicó al conductor, José Cajales, que siguiera hacia el norte por Vicuña Mackenna. Al llegar a la calle Benito Rebolledo, a un costado del Campus San Joaquín de la Universidad Católica, el pasajero hizo adentrarse al taxista por unos intrincados pasajes hasta llegar a un sector muy oscuro. Sorpresivamente, desde el exterior, un hombre tomó por el cuello al chofer y le puso un revólver en la cabeza.

-¡Tírate al piso!

El pasajero también extrajo un arma y apuntó al asustado taxista. El sujeto que había irrumpido desde las sombras, que llevaba un gorro y guantes de lana, se sentó frente al volante y empezó a dar vueltas y más vueltas por las pequeñas calles del lugar. Uno de ellos exigió al taxista:

-¡Pasa el padrón y el permiso de circulación!

El taxista entregó sus documentos y advirtió:
-El permiso de circulación está vencido.

Un tercer sujeto, que había subido silenciosamente y estaba sentado detrás del asiento del copiloto, le reprochó:
-¡Usted no puede andar circulando en esas condiciones!
Minutos después, el vehículo se detuvo a un costado del Estadio de Colo-Colo:

-¡Saca tu plata! ¡Bájate y camina sin darte vuelta!

-¿Me pueden pasar las llaves de mi casa, que están colgadas ahí?

El chofer sacó el dinero obtenido por su trabajo, recibió las llaves, bajó del vehículo y camino tembloroso hacia la cordillera, hasta que su taxi Chevrolet Opala desapareció en dirección a la concurrida avenida Vicuña Mackenna.

Tres días después, el lunes 1 de abril, un joven de 22 años que vestía chaqueta gris y pantalón del mismo color llegó pasadas las 15 horas a las inmediaciones del Paradero 14 de Vicuña Mackenna. A los pocos minutos se detuvo junto a él un automóvil Chevrolet Opala de color negro, conducido por un sujeto también joven que usaba lentes ópticos y lucía chaqueta y pantalones de color café claro. Era el mismo vehículo robado en ese sector, 65 horas antes, al taxista José Cajales, pero el Opala ahora estaba pintado entero de negro.

Ambos hombres tomaron rumbo hacia el norte a través de la avenida Macul, una de las vías más usadas para trasladarse desde las zonas obreras del suroriente de la capital hacía la comuna de Ñuñoa, antesala de los barrios donde habitan las familias más acomodadas del país. Se detuvieron en una gasolinera ubicada en la esquina de las calles Macul y Camino Agrícola para llenar el estanque de bencina. Ambos iban callados, como concentrados en una idea fija. El conductor era Raúl Julio Escobar Poblete, de 27 años, y en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, FPMR se le apodaba “Comandante Emilio”. Su acompañante era Ricardo Palma Salamanca, de 22 años, apodado “El Negro”. Se conocían desde hacía años y formaban parte de un pequeño grupo elegido para “misiones especiales”.

Al reiniciar el viaje, Palma Salamanca extrajo un bigote postizo con pegamento adherido y se lo acomodó sobre los labios con cuidado. Preguntó:

-¿Está bien?

-Perfecto.

-Tengo uno parecido. ¿Tienes pegamento?-, inquirió Escobar.

-No.

Siguieron silenciosos aproximándose a la avenida Grecia, zona donde se ubicaban varias sedes universitarias. Esas calles les resultaban conocidas. Allí estudiaban y vivían parientes y amigos. Muchas veces, entre los frondosos árboles o en cafés y restaurantes, habían tenido que realizar contactos con otros militantes para preparar misiones, advertir depeligros o buscar con premura un refugio.

"¡Escucha bien, Negro! Llegando al objetivo y mientras yo estaciono el auto, te bajas y entras a una schopería que está en el frente. Allí te espera un compadre que va a estar con una bebida y un chaleco sobre la mesa. Él te va a entregar el fierro que vas a usar".

Escobar llevaba una pistola brasileña Taurus, la misma que había usado en otras ocasiones y que "El Negro" ya conocía.

En los minutos siguientes, cuando se acercaban a la Villa Frei, en el sector sur de Ñuñoa, los dos hombres repasaron paso a paso el plan elaborado para sorprender y ejecutar al personaje sentenciado por su jefe directo: el senador Jaime Guzmán Errázuriz.

A las 16,15 horas, el automóvil Subaru, modelo Legacy 1990, color plomo, del senador Guzmán traspasó la puerta principal del Campus Oriente de la UC conducido por Luis Fuentes Silva, un hombre de 40 años que desde hacía doce meses era su chofer.

El vehículo entró al estacionamiento de los profesores. Guzmán bajó y, a través de una escala interior subió hacia el segundo piso. Fuentes quedó junto al automóvil. Quince minutos más tarde Guzmán ingresó a la sala N-11 donde lo esperaban los cincuenta alumnos de segundo año que asistían a sus clases de Derecho Constitucional. Los saludó cálidamente y -como era su costumbre- elevó un rezo a la virgen. Luego empezó a analizar el antiguo artículo octavo de la Constitución, reemplazado en el plebiscito de 1989. Se refirió extensamente al tema de la violencia y explicó por qué, a su juicio, ésta no debía ser usada como método de acción política.

Fuera de la sede universitaria, en tanto, se detuvo el Chevrolet Opala negro. De su interior descendió Palma Salamanca y cruzó hacia el restaurante Insbruck ubicado justo al frente de la entrada al viejo edificio de ladrillos del campus universitario donde funcionó originalmente el colegio de las monjas francesas.

El automóvil negro dobló hacia el poniente, internándose por la calle Regina Pacis. Ricardo Palma entró a la schopería, que estaba casi desierta. En una mesa ubicada al centro, un hombre joven, macizo y de cabello crespo, lo esperaba sentado frente a la puerta. Sobre la mesa tenía una agua mineral Vital y un chaleco café oscuro.

Palma se dirigió resuelto hacía él, se sentó y saludó:
-¡Hola! ¿Cambiemos?

Era la contraseña acordada.  

-Cambiemos, respondió el crespo, que vestía una camisa de manga corta.

El sujeto de la bebida bajó sus brazos y extrajo un arma de su cintura. La envolvió en el chaleco y se la extendió por sobre la mesa a Palma. Este hizo un gesto similar, sacando de sus ropas un revólver y pasándolo bajo la mesa. Palma observó que el arma que recibía era una Browning de nueve milímetros. Enseguida, el crespo le entregó un cargador de diez tiros que Palma se guardó en un bolsillo externo de su chaqueta.
 

-¿Cómo está funcionando?, preguntó Palma.

-Sin problemas.

-¿Está cargada?

-Tiene el cargador completo. Igual que el otro que te pasé.

-Bueno. Me voy…

-Que les vaya bien. ¡Suerte!

A la distancia, detrás de la barra de la schopería, un hombre había observado cómo los dos jóvenes habían intercambiado algo por debajo de la mesa. No le dio mayor importancia. Pensó que podía ser marihuana o alguna otra droga.

Palma salió y caminó hacia Regina Pacis, donde lo esperaba Escobar.

-¿Cómo te fue?, preguntó el comandante Emilio.

-Bien.

-No pude estacionar más cerca. Tuve que dejar el auto casi al llegar a Holanda. Un cuidador me vio. Me advirtió que había dejado las puertas abiertas. Le tuve que decir que estaban malas y que volvía pronto.

-¿Te vio bien?

-No creo.

Cruzaron la calzada e ingresaron al Campus Oriente por la puerta principal. Enfilaron por un pasillo lateral y subieron las escalas de madera hasta el segundo piso. Doblaron a la derecha y se dirigieron hacia las salas de color naranja, donde hacía clases el senador. El comandante Emilio caminó resuelto a verificar la presencia de Guzmán. Palma lo esperó, mirando hacia el patio interior. Circulaban pocos alumnos. El sol otoñal calentaba bastante y los pájaros ocultos en los frondosos árboles del recinto parecían hacer más ruido del habitual. Al volver, Escobar confirmó:

-Está adentro.

Caminaron hacia el baño ubicado en el sector de las salas azules. Palma revisó su Browning y la preparó, pasando una bala a la recámara. Los dos hombres se ajustaron guantes de cirugía. Escobar preguntó:

-¿Listo?

-Listo.

Salieron hacia la secretaría de estudios para esperar la aparición del senador. Se separaron algunos metros y trataron de disimular su presencia.

Cerca de las 17.45, varias funcionarias empezaron a prepararse para abandonar su trabajo. Una fresca brisa anunciaba el atardecer. Matilde Uribe se levantó de su escritorio para cerrar una ventana que daba al pasillo. Vio a un hombre alto, moreno y de bigotes que no parecía alumno. La mujer salió de su oficina a las 17.50 rumbo a los estacionamientos.
Al pasar junto a Ricardo Palma notó que el hombre daba vuelta la cara y miraba hacia el estacionamiento.

Jaime Guzmán estaba concluyendo su clase de los lunes anunciando que en la reunión siguiente iba a abordar el artículo noveno de la Constitución, referido al terrorismo. Poco antes de terminar y ante la consulta de una alumna, dijo que no trataría el tema de los indultos presidenciales porque era una materia contingente ante la cual había asumido una posición muy clara y activa. A las 17.55 tomó el libro de clases y abandonó la sala. En el pasillo dialogó brevemente con un estudiante y luego con un profesor de historia. De pronto, el sonido de un timbre avisó el término de las clases. Eran las 18.00 horas en punto. Guzmán miró su reloj y concluyó su conversación. Entró a la secretaría de estudios, un espacio abierto donde trabajaban varias funcionarias. Se le notaba contento y relajado, como casi siempre.

Ana Aldana, jefa administrativa de la Facultad de Derecho de la UC, amiga del líder de la UDl desde que era dirigente estudiantil, allá por los últimos años de la década de los sesenta, tecleaba frente a la pantalla de un computador. Guzmán se le acercó y preguntó:

-¿En verdad estos aparatos son buenos?

-Muy buenos.

-He estado pensando en cambiar mi máquina de escribir por uno de estos equipos.
-¡Hágalo! No se va a arrepentir.

Ana Aldana se levantó de su asiento, abrió un cajón y le entregó al senador el cheque de su sueldo de profesor. Guzmán se despidió y abandonó la oficina rumbo a las escaleras.

Escobar y Palma lo vieron entrar a la sala de profesores y caminaron lentamente hacia la escalera esperando que apareciera. Bajaron algunos peldaños y escucharon la voz de Guzmán deseando buenas tardes a las secretarias. Antes de llegar a uno de los descansos de la escalera y al no escuchar los pasos de Guzmán detrás de ellos, Palma se dio vuelta y observó que el senador estaba detenido en el segundo peldaño y los miraba fijamente. Profesor de esa escuela durante casi veinte años, sabía reconocer de inmediato a los alumnos del plantel, a los jóvenes universitarios en general. Y los que estaban allá abajo, en la escala, no lo eran.

Giró rápidamente y volvió a entrar a la sala de profesores.

El semblante del senador ya no era el mismo. Se acercó a Ana Aldana y le pidió que fuera al primer piso en busca de su chofer. Solicitó también el teléfono y llamó a su secretario, Cristián Pizarro, que en esos momentos estaba en la UDI, hablando por otro teléfono con Alberto Luengo, el subdirector del diario La Nación. El periodista trataba de conseguir una entrevista con el senador para publicarla el domingo siguiente.

-Un momento. Me está llamando por otra línea el senador. Le confirmo de inmediato, dijo Pizarro a Luengo cuando le avisaron que Guzmán pedía hablar con él desde el Campus Oriente de la UC. Al cabo de un momento respondió:

-No hay ningún problema. El senador dice que más tarde confirmará la hora y el lugar.

En ese instante, un auxiliar encendió una aspiradora y empezó a hacer aseo en las dependencias de la secretaría de estudios de la Facultad de Derecho. En la escalera, los dos conjurados habían seguido hacia la planta baja. Palma dijo:

-¡Nos vio!

-Esperémoslo afuera, cerca del quiosco de diarios. Cuando salga en el auto le damos…-, respondió Raúl Escobar.

El comandante Emilio confiaba en que el escape estaba seguro. Había divisado a Ximena, una de las mujeres elegidas para actuar en el equipo de apoyo, situada en la esquina de Regina Pacis con Battle y Ordóñez.

Ana Aldana regresó a la sala de profesores junto al chofer del parlamentario. Guzmán hablaba por teléfono con Eduardo Boetsch, avisándole que en esos momentos salía hacia su oficina. Al colgar el fono le dijo a su chofer que ya no lo necesitaba, pero que bajaran juntos hacia el estacionamiento.

Descendieron por una escalera interior. Guzmán iba en absoluto silencio.

Fuera del Campus Oriente, a unos 15 metros de la salida del estacionamiento, se levanta un paradero de microbuses. Poco después de las 18 horas estaba lleno de estudiantes que recién salían de sus clases. Escobar y Palma se entremezclaron con ellos.

Los dos frentistas observaron cómo el automóvil Legacy gris metálico abandonó la sede universitaria, dobló a la derecha y lentamente se aproximó al paradero por la segunda pista. Guzmán viajaba al lado del conductor. El semáforo ubicado en Battle y Ordóñez frente a Regina Pacis cambió de luz verde a roja. La adrenalina fluyó por las arterias de Emilio y del Negro.
El objetivo estaba frente a ellos, pasando muy despacio a bordo de su automóvil. Extrajeron sus armas de sus cinturas casi simultáneamente y saltaron hacia adelante desde el paradero. El Negro quedó situado más a la izquierda, enfrentando desde atrás y en diagonal al vehículo. Emilio se ubicó a un metro más al oriente, al lado de la ventana del copiloto, a no más de 80 centímetros. Ambos empuñaron las armas y levantaron los brazos, flectaron las piernas y dispararon.

El comandante Emilio gatilló a lo menos seis veces. Lo mismo hizo Palma Salamanca. Dos balas .impactaron en el cuerpo del senador. Varias otras se incrustaron en las casas del vecindario. El chofer aceleró, tratando de eludir la emboscada. El Legacy dio un salto hacia adelante y emprendió una veloz carrera hacia la comuna de Providencia.

A escasos metros, Aída Catalán, la dueña de un quiosco de diario ubicado en el lugar, conversaba con el taxista Sofanor Orellana. Ambos quedaron paralogizados al contemplar el atentado.

Los dos frentistas cruzaron corriendo la calle Battle y Ordóñez hacia Regina Pacis. Emilio hizo varios disparos al aire. En las inmediaciones muchos testigos se lanzaron al suelo.

René Rozas, uno de los tres cuidadores de autos que trabajan en Regina Pacis, estaba lavando un Charade rojo cuando escuchó los disparos. Vio como dos hombres corrían con armas en sus manos por el medio de la acera hacia donde se encontraba. Uno era el mismo que poco antes se había bajado del Chevrolet Opala negro que estaba estacionado casi en la esquina, muy cerca de la calle Holanda. Los frentistas cruzaron veloces a su lado.

Raúl Escobar se sentó tras el volante, encendió el motor, pasó bruscamente el cambio de velocidad, los neumáticos chirriaron y el Opala saltó raudo hacia calle Holanda. Al girar por Simón Bolívar hacia el oriente casi se estrelló con un vehículo que subía y que debió frenar para evitar la colisión. Junto a Emilio, muy agitado, Palma Salamanca se despegó el bigote postizo.

Rubén Yocelevzky esperaba el cambio de luz en el semáforo peatonal situado en Battle Ordóñez y Regina Pacis. Iba en su Volkswagen Variant de color rojo, camino a Irarrázaval, cuando observó como, sorpresivamente, dos hombres dispararon en contra de los ocupantes de un Subaru Legacy plomo que estaba frente a él. Vio que los dos atacantes huían a pie por Regína Pacis. Entonces no dudó ni un segundo. Giró bruscamente el volante, adelantó a los dos vehículos que le antecedían e inició la persecución de los autores de los disparos. Iba en contra del tránsito y cuando trató de cambiarse de pista un vehículo azul con dos hombres a bordo obstaculizó su paso. Al proseguir la persecución, Yocelevzky fue adelantado por un Subaru 700 de color gris que también corría en pos de los dos atacantes de Guzmán. Al volante iba el teniente de Carabineros Rolando Casanueva. El oficial, vestido de civil, estaba en un local de Battle y Ordóñez sacando unas fotocopias cuando escuchó los balazos. Salió a la calle y creyó que se trataba de un asalto. Distinguió a dos hombres que huían e inició su persecución. Yocelevzky y Casanueva fueron demorados dos veces por vehículos que estacionaban. Lograron seguir al Opala por Simón Bolívar y Jorge Washington, hacia la Plaza Ñuñoa.

Emilio y El Negro se dieron cuenta de que eran seguidos y decidieron abandonar el Chevrolet antes de lo previsto. Viraron desde Jorge Washington por Diez de Abril hasta la calle Manuel de Salas, a un costado de la Municipalidad de Ñuñoa, que estaba habilitada con tránsito en doble sentido, por la repavimentación de avenida Irarrázaval. Detuvieron el automóvil frente a la casa signada con el número 120 y prosiguieron su fuga a pie. Corrieron por el centro de la Plaza Ñuñoa, cruzaron Irarrázaval y continuaron hasta Dublé Almeyda, por donde subía hacia la precordillera la locomoción colectiva. Abordaron el primer microbús que alcanzaron. Emilio descendió unas cuatro cuadras después. Palma se bajó en Américo Vespucio.

Mientras, los dos perseguidores habían procedido de distinta manera. Yocelevzky dejó su automóvil en Manuel de Salas, observó cómo los dos hombres se dirigían a Dublé Almeyda y buscó a un policía, pero no encontró a nadie. El teniente de carabineros siguió a bordo de su auto, dobló por Manuel de Salas y se internó por un costado de la Plaza Ñuñoa hacia Dublé Almeyda, hasta que los perdió de vista. Entonces estacionó, entró al restaurante Las Lanzas y llamó por teléfono a la Central de Radiopatrullas.

Luis Fuentes conducía lo más rápido que sus nervios y el tránsito le permitían. A su lado, el senador Guzmán trataba de cubrir con sus manos la sangre que salía por sus heridas.
-¡Lléveme al Hospital Militar!, le había dicho poco después de recibir los balazos.

-El que disparó es la misma persona que vi dentro de la universidad, agregó.

Luego, sacó de sus bolsillos un rosario que apretó con fuerza entre sus manos. Rogó:

-¡Apúrese, Lucho!

El senador perdió el conocimiento. Su cuerpo se inclinaba sobre el chofer, dificultándole el conducir con mayor rapidez.

Luis Fuentes decidió pasar a la sede de la UDI, en Suecia 289, para pedir ayuda. Frenó el automóvil en medio de la calle y corrió gritando hacia la sede partidaria. Un grupo de dirigentes salió con el pavor marcado en sus rostros. Una secretaria notó que el senador estaba recostado con la cabeza hacia el lado del conductor. Tenía sus manos sobre el pecho. Le habló, pero no obtuvo respuesta.

Juan Díaz Sepúlveda, un ingeniero de 31 años, miembro de la directiva de la UDI, abrió la puerta del auto se sentó sosteniendo el cuerpo del senador. Un gran charco de sangre cubría el piso del vehículo. El Subaru inició una nueva carrera hacia Los Leones donde intentaron doblar en contra del tránsito. No pudieron hacerlo y debieron continuar hasta Luis Thayer Ojeda. El atochamiento que se registraba a esa hora diariamente en el sector hizo imposible avanzar con rapidez. En el asiento de atrás del Subaru Legacy, el dirigente Pedro Páez gritaba por la ventana agitando un pañuelo blanco y pidiendo que abrieran paso.

Díaz bajó varias veces para increpar a otros conductores, golpear a los vehículos y gritar que Jaime Guzmán había sido baleado. Su desesperación crecía al ver como el senador se desangraba y no conseguían trasponer las dos cuadras que faltaban para llegar al Hospital Militar. Finalmente lograron acercarse a la calle donde permanecía la guardia del establecimiento. Varios soldados corrieron y tomaron el cuerpo del parlamentario para llevarlo al sector de primeros auxilios. Un equipo de médicos y enfermeras con instrumental de emergencia salió a su encuentro, alertado desde la sede de la UDI, desde donde ya se difundía la dramática noticia.

En la Moneda, el presidente Patricio Aylwin conversaba en su despacho con el senador Andrés Zaldivar, Gutenberg Martínez y Genaro Arriagada, cuando le comunicaron el ataque. Los ocupantes de la sede del gobierno se estremecieron. El ministro del Interior, Enrique Krauss, salió a las 18.55 rumbo al Hospital Militar.

Jaime Guzmán había ingresado a la Unidad de Tratamientos Intensivos, UTI, en el tercer piso, donde un equipo de ocho médicos trataba de impedir el colapso de su organismo. A los pocos minutos llegó al hospital el general Augusto Pinochet. Se acercó a Pablo Longueira al que abrazó con fuerza, tratando de infundirle ánimo. Enseguida, acompañado por oficiales del Ejército y médicos, ingresó a los pabellones donde estaba el senador.

La primera intervención quirúrgica debió suspenderse porque Guzmán sufrió una desestabilización de sus funciones vitales. Un urgente llamado pidiendo sangre del grupo RH negativo fue transmitido por varias radioemisoras. Decenas de personas llegaron a los laboratorios del centro médico para donar sangre. En el hall del primer piso, cientos de amigos y conocidos del parlamentario rezaban rogando por su mejoría.

Fuera del recinto médico se empezaron a congregar cientos de personas. Unos lloraban, otros acusaban a gritos al gobierno y pedían el retorno del general Pinochet. Las protestas subieron de tono cuando empezaron a llegar parlamentarios y dirigentes de la Concertación de Partidos por la Democracia.

En la Moneda se convocó a una reunión ampliada de los ministros del área política. Las principales autoridades del país ya estaban allí e intercambiaban datos y opiniones sobre lo ocurrido. Krauss retornó a las 19.50 del Hospital Militar. Se le veía desencajado y abatido. Decidió presentar su renuncia y cruzó hacia las dependencias presidenciales.

-No Enrique, usted no debe renunciar. No se sienta responsable, porque no lo es. Ahora debe tener más fuerza que nunca para enfrentar al terrorismo. Tiene que permanecer en su puesto, le dijo el presidente Aylwin.

El celular del diputado Juan Antonio Coloma sonó en el Club Hípico de Santiago. Pulsó el botón para responder y se llevó el aparato al oído.

-¿Qué ... ? ¿Como ... ?

-¡Balearon a Jaime!, alcanzó a decir antes de salir corriendo hacia su automóvil.

A esa hora, en la sede de Renovación Nacional, en Antonio Varas 454, estaba reunida la comisión política debatiendo algunas discrepancias entre Sergio Onofre Iarpa y Sebastián Piñera acerca de Colonia Dignidad. La discusión era acalorada cuando alguien entró para dar cuenta del ataque contra Guzmán. Pese a la conmoción, la mayoría de los presentes decidió seguir el debate por otra media hora. Francisco Bulnes y el senador Enrique Larre Asenjo, en cambio, se levantaron y abandonaron el recinto rumbo al Hospital Militar.

El Hospital Militar lamenta comunicar a la opinión pública el sensible fallecimiento del senador don Jaime Guzmán Errázuriz durante la intervención quirúrgica a que era sometido, tras haber sufrido heridas a bala que le produjeron un estallido hepático y un serio compromiso pulmonar.

Las lesiones sufridas por el senador Guzmán fueron de tal gravedad que, no obstante los esfuerzos médicos desplegados, no fue posible controlar la severa hemorragia que lo condujo a un shock hipovolémico, el que provocó su deceso.

Muy cerca de allí, en los estudios de la radio Minería, que había interrumpido sus transmisiones habituales para seguir en directo la evolución de los acontecimientos, el director de prensa, el periodista Hernaní Banda, atendió el llamado telefónico de un desconocido que se identificó como "Carlos" y dijo pertenecer al FPMR. El sujeto afirmó que Jaime Guzmán había sido ejecutado por sus servicios al régimen militar y que era uno de los que figuraban en una lista elaborada por su movimiento para ser ajusticiados.

A las 24 horas, los miembros de la directiva de la UDI abandonaron el Hospital Militar y se dirigieron a la casa de Jovino Novoa.

En 'La Moneda, las luces seguían encendidas. Pasadas las dos de madrugada, los últimos funcionarios se retiraron a sus domicilios.

Al día siguiente --el martes 2 de abril- los alumnos de segundo año de Derecho de la Universidad Católica entraron temprano a la sala donde había dictado su última clase su profesor de Derecho Constitucional. Uno de ellos encendió una vela. Otro anotó en el pizarrón:

Hasta siempre, Jaime. Tus alumnos y la UC.

A las 10.30 llegó al Instituto Médico Legal, muy cerca del Cementerio General de Santiago, un carro mortuorio del Hogar de Cristo con una urna de madera de color caoba y un gran crucifijo de bronce. El cuerpo del senador estaba siendo sometido a esa hora a una autopsia para determinar las causas exactas de su muerte. Tras el examen tanatológico, se le inyectó formalina y dos maquilladoras prepararon el cadáver para las ceremonias fúnebres.

Cerca del mediodía llegó Agustín Moreno Solar, esposo de Isabel Guzmán Errázuriz, una de las dos hermanas del occiso. Llevaba consigo un terno oscuro para vestir el cuerpo de su cuñado. En tanto, el presidente Aylwin anunciaba al país en una conferencia de prensa que había solicitado a las Fuerzas Armadas su colaboración para luchar en contra del terrorismo.

Esa ayuda se había iniciado a tempranas horas cuando emisarios de la Dirección de Inteligencia del Ejército, DINE, entregaron a la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros, Dipolcar, algunos informes sobre casas de seguridad y desplazamientos de integrantes del FPMR. Por su parte, la jefatura del Estado Mayor de la Defensa Nacional había dispuesto que ex miembros de la CN1, de retorno en el Ejército, ejercieran una estrecha vigilancia sobre los actos fúnebres previstos para despedir al senador Guzmán. Los altos mandos de las Fuerzas Armadas querían estar seguros de que entre los exaltados que ya habían aparecido en la noche previa en las afueras del Hospital Militar y que era previsible que volviesen a hacerse presentes, no figurasen miembros de las instituciones uniformadas ni personas cercanas a ellas.

Las comunicaciones entre los servicios de inteligencia de las distintas ramas de la Defensa Nacional se hicieron más frecuentes, tratando de recabar antecedentes que permitieran detectar a los responsables del asesinato. En el gobierno y en las fuerzas de orden y seguridad cundían los temores por eventuales nuevos atentados. Como una medida de precaución, se decidió vigilar de manera disimulada a algunos importantes dirigentes de la oposición y del gobierno.

Aquella noche, en las cercanías de la esquina de las calles Walker Martínez y La Florida se volvieron a reunir Raúl Escobar y Ricardo Palma Salamanca. El comandante Emilio le manifestó al Negro que los jefes estaban contentos y que, en reconocimiento, se le autorizaba a que conservara la pistola Browning usada para disparar sobre el líder de la UDI.

A las 7.10 de la mañana del jueves 4 aterrizó en el aeropuerto de Pudahuel un avión de Lan Chile que traía a bordo a Carmen Errázuriz Edwards, madre del político asesinado. Ella se encontraba en un hotel de Berlín, en Alemania, acompañada por dos amigas, cuando el embajador de Chile en ese país, Carlos Huneeus, le comunicó personalmente la noticia. Carmen Errázuriz supo que algo grave había ocurrido a su hijo al enterarse que el embajador chileno deseaba hablar personalmente con ella.

-Dios me lo dio, Dios me lo quitó, fueron sus primeras palabras al conocer la muerte de su único hijo hombre. Viajó en las horas siguientes rumbo a Nueva York para retornar a Santiago. Al descender del bus que la transportó al salón VIP del terminal aéreo, acompañada por Enrique Montero Marx, ex ministro del Interior del régimen militar, y Agustín Edwards, propietario de la empresa El Mercurio, se le notaba tranquila. Poco después abandonó el aeropuerto en el automóvil del rector de la Universidad Católica, Juan de Dios Vial Correa.

Las ceremonias fúnebres del asesinado senador concentraron la atención de la ciudadanía. Miles de personas desfilaron frente a su ataúd en la capilla ardiente instalada en la iglesia de la Gratitud Nacíonal, en la avenida Bernardo O'Higgins.
Dos hechos, sin embargo, llamaban también la atención de los observadores más atentos. El primero tenía que ver con el reemplazante de Guzmán en el Senado. Según la ley, le correspondía a su compañero de lista en la elección de diciembre de 1989, el abogado Miguel Otero Lathrop, militante de Renovación Nacional. Pese a las claras disposiciones legales, la UDI apeló a la conciencia de RN y de Otero pidiendo que se cediera el cupo a un miembro de la colectividad de Jaime Guzmán.
Hasta el asesinato de su líder, la UDI había sabido manejar con gran habilidad su presencia en la Cámara Alta, otorgando o quitando la mayoría a los representantes del oficialismo.

La otra inquietud tenía que ver con la irrupción de furibundos adversarios del gobierno de Aylwin, que no sólo habían abucheado y lanzado monedas a sus dirigentes, sino que también habían hecho extensivos sus ataques al comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile, el general Fernando Matthei, durante la visita que éste había efectuado al Hospital Militar en las horas siguientes al atentado. Poco antes del mediodía del jueves 4, Matthei se reunió en el Ministerio de Defensa con el ministro Patricio Rojas. A la salida enfrentó a los periodistas y responsabilizó de las manifestaciones hostiles a los militantes de la nacionalista Avanzada Nacional.

-“Es un grupo totalmente identificado, que lo conozco muchos años. Es un triste grupo de necios, dirigidos por unos cuantos gánster, que también sé quién les paga. Hay que escuchar sus gritos no más para saber de dónde vienen y quienes son-", afirmó el jefe de la FACh.

Miles de personas abarrotaron la iglesia de la Gratitud Nacional y sus inmediaciones durante la misa fúnebre concelebrada por numerosos sacerdotes de diferentes diócesis del país, encabezados por el arzobispo de Santiago, Carlos Oviedo, y los obispos Carlos González Cruchaga, Eladio Vicuña, Orozimbo Fuenzalida y Alejandro Goic.

Concluida la misa, un largo cortejo acompañó el cuerpo de Guzmán hacia el cementerio a través del mismo recorrido que anualmente sigue la procesión de la Virgen del Carmen. El sepelio culminó faltando escasos minutos para las 17 horas, cuando varios obreros procedieron a sellar con ladrillos la tumba del extinto senador, en el mausoleo de la familia Matte Edwards.

Entre los familiares y amigos más cercanos que ingresaron al Cementerio General luego de los seis discursos que despidieron al parlamentario, aún resonaban las palabras pronunciadas por el capellán Florencio Infante al iniciar la homilía de la misa fúnebre. El sacerdote había elegido para empezar las mismas frases dichas en la catedral de Santiago, en junio de 1879, tras conocerse la heroica muerte del capitán Arturo Prat Chacón, a bordo de la cubierta del Huáscar durante el combate naval de Iquique.

-Señores, yo no sé si cantar o llorar. Creo que en estos momentos la Iglesia y la Patria cantan a este hombre extraordinario, pero también lloran porque ha partido-, había manifestado Florencio Infante. Igual como lo había hecho el presbítero Esteban Muñoz, el 10 de julio de 1879, al rendir homenaje a los héroes de Iquique.
Tumba de Jaime Guzmán


A las 17 horas, cuando ya caían las sombras sobre el Cementerio General, algunos amigos del hombre al que habían ido a despedir notaron que a escasos metros del mausoleo donde reposarían para siempre los restos del senador Guzmán. 

Comentarios.



Los miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), fueron
 unos fracasados en sus vidas personales, unos terroristas.



Los magnicidas fueron: Ricardo Palma Salamanca, Raúl Escobar Poblete,,Galvarino Apablaza, Mauricio Hernández Norambuena, y Juan Gutiérrez Fischmann, que son una personas miserables, crueles y  perversas. El motivación de este crimen fue una vendetta por votar contra indulto a presos políticos, y odio que tenían al senador Guzmán.



Dedico este articulo.

A mis queridos compañeros y colegas letrados, Luis  Bustamante Robin; Jose  Gonzalez Cornejo; Jennifer Ponce Ponce; Francia  Vera Valdes;  Carolina Reyes Candia; Mario  Correa Manríquez; Enrique  Valenzuela Erazo; Gardo Valencia Avaria; Alvaro  Andaur Medina; Carla  Barrientos Melendez;  Luis  Cortes Aguilera; Ricardo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette  Mourguet Besoain; Marcelo  Oyarse Reyes; Patricio  Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma; Nelson Gonzalez Urra ; Paula Flores Vargas; Ana Gonzalez Huenchuñir; Ricardo Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo; y   Soledad García Nannig;

Tiempo 

1 comentario:

  1. los asesinos de senador don Jaime Guzman son los mas siniestros terroristas chilenos, del siglo XX, peligrosos, delincuentes y malignos, representante de la izquierda extremista, fanática y antisocial de esta epoca.

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