Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro;Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Antonio Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir ;Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;Soledad García Nannig;Katherine Alejandra del Carmen Lafoy Guzmán; Paula Flores Vargas;Carla Vargas Berrios; Alamiro Fernandez Acevedo;
|
Corte Suprema con asiento en Palacio de Justicia de Santiago. |
El Coronavirus.
Brasil superó las 500 mil muertes por COVID-19
Coronavirus en Santiago de Chile.
Salen mi comuna de Quinta Normal
600-mil-muertos-por-el-coronavirus-en-los-estados Unidos
CORONAVIRUS.-Cantidad verdadera muertos
30.058 muertos en Chile por coronavirus
Atochamiento en tribunales por la pandemia
Coronavirus: 500 mil muertos en los Estados Unidos y 250 mil en Brasil
Dos millones de muertos ya por coronavirus en todo el mundo
Declive de Londres por coronavirus
Coronavirus 19 de octubre de 2020
coronavirus.- 9 octubre de 2020
Demandas contra gobierno por negligencia del coronavirus.
143 días de cuarentena de Santiago centro.
Trabajar desde casa está perdiendo su atractivo
En el mes de marzo de 2020, apareció en país,el virus COVID-19,
La revolución judicial provocado por el coronavirus. El coronavirus ha provocado una de mayores crisis económicas y social de la historia, llamada también el Gran Encierro, el Gran Confinamiento, la Coronacrisis, que ha causado la caída del mercado de valores de 2020, un fuerte aumento del desempleo; el colapso de la industria energética, del turismo, hotelera, de pequeñas empresas, del precio del petróleo; la Desestabilización y el aumento de la deuda pública, una Gran desaceleración de la actividad del consumidor, una crisis de liquidez del mercado; la suspensión masiva de eventos culturales, artísticos, deportivos, religiosos políticos, entretenimientos, entre otros eventos; así como grandes protestas y disturbios alrededor del mundo. No obstante, lo anterior hay incalculables consecuencias colaterales, como es el caso del poder judicial, al igual que otros órganos y poderes del Estado, como también muchas empresas, bufetes de abogados, ect, adoptaron una medida transitoria en la premura, el teletrabajo, para así continuar parcialmente con sus operaciones en “modo emergencia” durante tiempo de la pandemia del coronavirus. Ante de continuar este articulo, hay definir el teletrabajo o trabajo a distancia, permite trabajar en un lugar diferente a la oficina. El trabajo (pudiendo ser dependiente o autónomo) se realiza en un lugar alejado de las oficinas centrales, de las instalaciones de producción o del cliente que lo contrata, mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Revolución tecnológica en los tribunales. Es de esta forma como muchos y diversos tribunales, comenzaron a vencer el cerco físico que impuso la “pandemia” mediante esta moderna herramienta, sin duda un logro muy positivo. Procediendo de esta manera, hasta hace poco inconcebible y aplicada en algunas muy puntuales situaciones de urgencia, en estos últimos días se han realizado decenas de audiencias orales mediante videoconferencia. Simplemente, acomodados en una silla en su casa u oficina, las partes, abogados y jueces efectúan la audiencia oral respectiva. Esta medida extraordinaria, implementada en muy poco tiempo, sólo puede ser objeto de elogios, porque ha permitido continuar trabajando, al menos, en situaciones apremiantes. El vídeo-juicio llego temporalmente por el coronavirus, pero se quedara permanentemente. |
Decadencia del centro de Santiago,
Sergio Parra y violencia en Santiago: “Hubo un desplazamiento de la cultura narco desde las poblaciones al centro” Marcelo Soto agosto 2022 La narcocultura se refiere a la influencia cultural que ejerce el narcotráfico sobre una sociedad, a los gustos generalizados y popularizados por narcotraficantes. La narcocultura ha afectado con particularidad a cada sociedad que ha tocado, pero en la que se ven estructuras mafiosas imponiendo costumbres y tendencias sobre el resto de la población, en algunos casos sin o poca ética y estética.2 La narcocultura tuvo su origen en la década de 1960 en Estados Unidos, México y Colombia,3 la principal ruta del tráfico de marihuana, cocaína y heroína, donde tomaron aspectos de las culturas autóctonas y adoptaron conductas relacionadas al narcotraficante y al consumo de drogas. El poeta y socio de la librería Metales Pesados, en el barrio Bellas Artes, dice que al centro entró “una violencia que es más radical, te pueden matar por un celular, o cualquier cosa. Es un cambio muy fuerte, muy brutal”. -El jueves el Museo de Bellas Artes fue rayado en una de sus techumbres. ¿Qué señal entrega este hecho? -Es un reflejo de lo que ha pasado en Santiago, no solo en el centro, sino en toda la comuna, desde el eje Alameda hasta Matta. Un deterioro que viene un poco antes del estallido, pero que se agudizó con el 18-0 y lo que vino después, con los muros, los comercios, todos rayados, pintados, violentados. Eso no es grafiti, sino decadencia y suciedad. Con el estallido se produce un desplazamiento de una forma de convivir de una parte de la sociedad chilena. Los edificios están enrejados, tapiados con latas, como pasa en las poblaciones con el narcotráfico, para protegerse de las balas locas, y eso se desplaza para el estallido. Hubo un desplazamiento de la cultura narco desde las poblaciones al centro de Santiago. -¿Dices que viene de antes del estallido? -El espacio público venía en deterioro. Desde principios de 2000 se empieza a acrecentar, empieza con las movilizaciones de los estudiante secundarios, que toman la Alameda y cada marcha obviamente incluía rayados generalizados en todo el trayecto. Además, hay detalles, como la falta de basureros. Si no hay basureros en la calles, es porque la basura se va a acumular en cualquier lado. Esa es la metáfora que representa Santiago ahora: no hay basureros; entonces la basura está en todos lados. -Tú eres conocedor de arte, has manejado galerías. ¿Estos rayados tienen algún valor? -No, no. Lo que se pintó en el Bellas Artes es la expresión de un proceso que ha ocurrido en los últimos años, que es un marcado individualismo, una cosa narcisista, nada más. No es arte. Son apuestas sobre quién llega al lugar más alto, y deja su marca. No es una consigna. Es la firma, que es el centro del ego, y nada más que eso. Nada más que un simple gesto individualista. Los sujetos que andan pintando las murallas no reconocen el espacio que están pintando, les da lo mismo. -¿De dónde crees que viene? -Viene de una falla sistemática en la educación pública y subvencionada. Que un tipo se suba a la cúpula del museo de Bellas Artes y haga este rayado, revela un problema que viene arrastrando la educación, falta de educación cívica, la falta de reconocimiento a los espacios públicos y patrimoniales. No sé si el tipo ha entrado alguna vez al Bellas Artes. Son chicos sin ideología, que no pertenecen a partidos, pero que pueden marchar en la marcha de los perros, de las bicicletas, de la marihuana, en la marcha que haya van a estar a ahí. Les da lo mismo el tema. En el fondo no participan de nada. -¿Qué lo diferencia de un Banksy, por ejemplo, o del arte grafitero de los 80? -La ausencia de pensamiento crítico. En Banksy o Basquiat o todo lo que fue el grafiti de los 80 en EEUU, había una problemática social, un signo político contra el racismo, contra la pobreza, la discriminación. Acá en Chile es solamente una cosa absolutamente machista. No hay otra cosa que un gesto machista y misógino. -¿Te ha afectado este panorama en la librería? -La librería está anclada en un espacio público, en un circuito cultural, de restoranes, hoteles, pero muchos locales han quebrado. Antes venía mucho abogado que trabaja en el centro, pero se han empezado a ir algunos estudios del centro. Cambió el paisaje humano del centro. Entraron otros sujetos, a pelearse ese espacio público; entró prostitución, droga, delincuentes extranjeros que desplazaron a todos los chilenos que hacían el “lanzazo” en la calle, y robaban las cadenitas, pero sin mucha violencia. Y ahora entró una violencia que es más radical, te pueden matar por un celular, o cualquier cosa. Es un cambio muy fuerte, muy brutal. -¿El negocio ha bajado las ventas? -Mi socia, Paula Barría, ha administrado la librería 20 años, ha sido muy precavida de los gastos. Y gracias a eso hemos sobrevivido. Pero han bajado las ventas en general en todas las librerías de Santiago. No es por la venta online: yo creo que ha bajado el nivel de lectura. A nivel cultural han sido los años más duros. Saltándose la pandemia y el estallido, que ha afectado harto el área, venimos con un declive cultural muy fuerte. Tanto a nivel de museos, cines, hay un apagón muy fuerte culturalmente. La gente que de alguna forma estaba acercándose a la cultura, antes del estallido, ya con la pandemia se metió en internet y no salió nunca más de ahí. Hay una población gigantesca que no salió más de internet, y no va a volver a tomar un libro, no va a volver a entrar a un museo ni volver a ver una obra de teatro. -¿Hay una crisis de la cultura profunda? -Siempre se destacaba que la cultura era de elite, pero ahora va a ser más de elite aún. La gente que se interesa en leer o ir al cine va a ser cada vez menos, lo cual agiganta la brecha social, brutalmente. Porque si la gente no tiene cultura termina en la última fila. La cultura hace un buen profesional, un buen profesor, un buen padre. Pero si no hay cultura dentro del espacio privado, es bastante desolador el panorama. -Acaba de pasar lo de Salman Rushdie, que sufrió un terrible ataque en Nueva York. ¿Un signo de la intolerancia de este tiempo? -Vamos a ver algo muy sintomático: cómo el mundo de la cultura en Chile, va a reaccionar con eso. Vamos a ver si los escritores hacen una carta masiva con respecto a esa intolerancia y el atentado que sufrió Salman. No sé si la ministra de Cultura va a repudiar esa situación que es intolerable en una sociedad democrática. Debiera decir algo porque eso no puede volver a ocurrir en ninguna parte del planeta. Si nos quedamos callados, eso puede ocurrir en Chile y sería impensable. |
Éxodo urbano.
La pandemia del Coronavirus, ha provocado lo impensable, un éxodo de las ciudades al campo, en todos los países occidentales, incluyendo Chile. Durante estos años de epidemia hemos visto y hemos protagonizado imágenes que bien podrían estar sacadas de cualquier película apocalíptica. Aún nos choca ver cómo durante los meses del confinamiento las ciudades se quedaron vacías. Porque la ciudad es el cambio constante, es la modernidad y modernización, la contemporaneidad más absoluta. Es el presente, y algo de futuro. Porque la ciudad es la promesa de nuevas oportunidades. Pero ahora, las circunstancias han cambiado, y las ciudades podrían convertirse en el pasado. Éxodo a las áreas rurales y estancamiento de las ciudades. El nuevo paradigma marcado por el coronavirus podría inducir un deseo migratorio hacia el mundo rural. Lejos del mundanal ruido y, sobre todo, lejos del virus –y de los departamentos pequeños donde muchos se vieron obligados a pasar los meses de confinamiento–. Las búsquedas de fincas rústicas o casa rurales se incrementado en todo el mundo occidental, según datos de las empresas inmobiliarias. Un estudio llevado a cabo por estas empresas también indica que los aumentos más pronunciados en búsquedas de hogar se sitúan fuera de los grandes centros urbanos. El movimiento migratorio proveniente de los centros urbanos podría extenderse durante los próximos años. Y es que esta situación puede haber hecho que muchos se replanteen sus prioridades. Si se instaura el teletrabajo, volver a los lugares que tradicionalmente estaban siendo abandonados, podría ser la elección más sostenible para el medioambiente. Además de prometer un modo de vida más tranquilo y sosegado. Al final, la pandemia de coronavirus es un problema a corto plazo, pero surgen muchos retos ecológicos si ponemos la mirada en un periodo de temporal más lejano. Podríamos vivir un “renacimiento rural” que pondría fin a décadas de abandono de las áreas rurales. La pandemia puede ser el principio. Chile. Hace un siglo la migración campo-ciudad en Chile era el resultado de las aspiraciones de los habitantes de las comunas rurales. En esos años la mitad de los chilenos eran campesinos, es decir los abuelos y bisabuelos de muchos de nosotros. Y somos muchos de nosotros, un par de generaciones más tarde, los que queremos volver. Las ciudades colapsadas, violencia, estrés, contaminación, hacinamiento, cambio climático, las experiencias derivadas de la pandemia, así como la posibilidad de trabajar desde casa, entre otros factores, han llevado a la convicción de que en las zonas rurales la calidad de vida será mejor. Así lo recuerdan nuestras historias familiares y los días de vacaciones entre montañas, lagos, playas, o bosques. Y los estudios ratifican esta intuición. La felicidad, longevidad y la salud están íntimamente asociadas, entre otros factores, al contacto estrecho con la naturaleza, a la alimentación saludable, y a la vida en comunidad. La felicidad es una meta humana fundamental, algo que pese a ser obvio, ha sido relegado por la religión económica globalizada, que acopla el crecimiento al desarrollo. Por décadas el desarrollo del país, lo habíamos considerado en una única dirección, campo a ciudad, pasando de lo tradicional a lo moderno, de la agricultura a la industria y servicios, de lo rural a lo urbano, de lo duradero a lo desechable. Pero esa unidireccionalidad está quedando obsoleta y la tendencia es volver a los orígenes en todo ámbito: volver a cocinar, cultivar los alimentos, optar por una vida más simple y sana, valorar el tiempo libre y la vida familiar, y, en muchos casos, regresar al campo. Esta migración inversa, de la ciudad al campo, no es un proceso malo en sí mismo, pero requiere de manera urgente ordenar la ocupación del territorio rural, regular el mercado inmobiliario y generar certezas de que, en un marco de igualdad ante la ley, se proteja el medio ambiente y las comunidades rurales. Es un proceso que también genera oportunidades, como el revitalizar nuestra cultura e identidad, apostar por la ecología , o hacernos partícipes de la conservación, siendo activos en la tarea de restaurar los ecosistemas que hemos degradado. Regresar al campo para muchos es una necesidad, una que seguirá creciendo. El verdadero desafío es dar espacio a estas legítimas decisiones de vida, reconociendo además sus enormes y beneficiosas posibilidades. |
Fallecidos Chilenos notables fallecidos por coronavirus. Sergio Onofre Jarpa Reyes (Rengo, Libertador General Bernardo O'Higgins; 8 de marzo de 1921-Santiago de Chile, 19 de abril de 2020) fue un político y diplomático chileno. Luis Sepúlveda Calfucura (Ovalle, Chile; 4 de octubre de 1949-Oviedo, Asturias, España; 16 de abril de 2020) fue un escritor, periodista y cineasta chileno, autor de cuentos y novelas. Residió en Gijón (España) las últimas décadas de su vida. Bernardino Piñera Carvallo (París, 22 de septiembre de 1915-Santiago, 21 de junio de 2020) fue un médico y sacerdote católico chileno, obispo de Temuco entre 1960 y 1977, arzobispo de La Serena entre 1983 y 1990, y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECH) entre 1984 y 1987. Fue arzobispo emérito de La Serena. Hernán Eduardo Pinto Miranda (17 de enero de 1953-Viña del Mar, 29 de julio de 2020) fue un abogado y político chileno. Militante del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se desempeñó como alcalde de Valparaíso en los periodos 1990-1992 y 1992-2004. José Alejandro Tapia Bustamante, más conocido como Pepe Tapia (Santiago, 3 de abril de 1942-ibíd., 27 de mayo de 2020), fue un artista circense y comediante chileno. Tomás Humberto Eduardo Vidiella Baigorrotegui (Santiago, 26 de octubre de 1937-Ibidem, 10 de marzo de 2021) fue un actor, director de teatro y gestor cultural chileno, con una gran trayectoria artística. Cristopher Javier Mansilla Almonacid (Punta Arenas, 24 de mayo de 1990 - Puerto Natales,10 de mayo de 2021) fue un ciclista chileno. Alejandro Ángel Guzmán Brito (Santiago, 21 de marzo de 1945 - Valparaíso, 13 de agosto de 2021) fue un jurista e historiador chileno. En sus últimos años fue profesor de Derecho Romano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Tomás Osvaldo González Morales (Santiago, 20 de abril de 1935 - Punta Arenas, 12 de febrero de 2022) fue un obispo católico chileno. Tercer Obispo de Punta Arenas (1974-2006) Christian Alejandro Cuturrufo Contador (Coquimbo, 27 de junio de 1972-Santiago, 19 de marzo de 2021) fue un músico y gestor cultural chileno, uno de los trompetistas de jazz más destacados de su país. Cristina Calderón Harban (Robalo, isla Navarino, 24 de mayo de 1928-Punta Arenas, 16 de febrero de 2022) fue la última hablante nativa del idioma yagán, representante de dicha etnia y la última integrante de dicha cultura que alcanzó a vivir de cerca sus costumbres tradicionales, luego del fallecimiento de su hermana Úrsula en 2003, y de Emelinda Acuña en 2005. Francisco Astorga Arredondo (El Romeral de Pilay, Mostazal, 21 de enero de 1960-Rancagua, 10 de julio de 2021) fue un profesor de música y folclorista chileno, conocido principalmente por ser cultor de las tradiciones del canto a lo humano y lo divino y la paya. Nota Una persona que falleció en la pandemia de coronavirus fue don Martín, un personaje de mi vecindad. El viernes 19 de agosto de 2022, hay unos 60.135 muertos por coronavirus en país, y en la región metropolitana de Santiago hay unos 29.333 muertos. |
la pandemia del coronavirus va ser hecho histórico,y y va ser recuerdo importante en vivencia de personas. 2020 sera año coronavirus
ResponderEliminarCORONAVIRUS
ResponderEliminarEE UU sufre con la pandemia la caída de la esperanza de vida más brusca desde la Segunda Guerra Mundial.
Las curvas de esperanza de vida de un país son el relato de su historia. En el gráfico de Estados Unidos se apreciaban la gripe de 1918, la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la pandemia deja una nueva muesca para la historia. La esperanza de vida al nacer volvió a caer en 2021 por segundo año consecutivo, hasta bajar a los 76,1 años, según los datos provisionales difundidos este miércoles por las autoridades de salud pública. En los dos primeros años de pandemia el retroceso ha sido de 2,7 años, el más brusco desde 1943, cuando cayó de 66,2 a 63,3 años en plena Segunda Guerra Mundial.
La esperanza de vida al nacer mide cuántos años más en promedio pueden esperar vivir los recién nacidos si los patrones de mortalidad en un año determinado se mantienen durante el resto de sus vidas. La caída a 76,1 años deja la esperanza de vida en el nivel más bajo desde 1996, según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud. Son niveles no vistos desde ese año tanto para los hombres (cuya esperanza de vida ha caído hasta los 73,2 años) como para las mujeres (79,1 años). Esa diferencia de seis años entre ambos sexos es también la mayor desde 1996.
La pandemia, que ha dejado más de un millón de muertos en Estados Unidos, más que en cualquier otro país del mundo, no ha golpeado a todos por igual. En Estados Unidos se ha cebado de forma muy especial con la población india americana y los nativos de Alaska, el grupo en el que ha descendido de forma más dramática. Para ellos, ahora se sitúa en 65,2 años, tras un retroceso de 6,6 años acumulado entre 2020 y 2021. La esperanza de vida de un nativo americano es ahora la que tenía un estadounidense medio en 1944.
ResponderEliminarLa pérdida de esperanza de vida también ha sido mayor entre los hispanos (4,2 años) y afroamericanos (4 años) que entre los blancos no hispanos (2,4 años) y la población asiática (2,1 años). El exceso de muertes en estos dos años de pandemia ha reducido más la esperanza de vida de los hombres (3,1 años) que de las mujeres (2,3 años).
La gripe de 1918
Pese a lo trágico del coronavirus y el brusco deterioro de las estadísticas, se queda muy lejos de lo ocurrido con la gripe de 1918, la mal llamada gripe española. En aquel año la esperanza de vida se hundió drásticamente, al pasar de 50,9 a 39,1 años, siempre según los datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud. Aun así, un movimiento de la esperanza de vida medido en años, como el de 2020 y 2021, refleja un repunte muy fuerte de la mortalidad.
La disminución de la esperanza de vida es el saldo entre el aumento de la mortalidad por unas causas específicas y el descenso en otras. Obviamente, la covid ha sido la gran causante del retroceso, con la mitad de la contribución negativa, seguida a gran distancia por los accidentes y sobredosis de drogas (agrupados bajo el capítulo de lesiones involuntarias), ataques al corazón y suicidios. Además de su efecto directo, es más difícil medir cómo ha afectado indirectamente la covid al tratamiento de otras enfermedades por la saturación de los servicios sanitarios.
En cambio, ha disminuido la mortalidad por gripe común y neumonías y enfermedades respiratorias no asociadas a la covid, seguramente por las medidas de prevención como el uso de mascarillas o la distancia social, impuestas por el coronavirus, pero beneficiosas para evitar otras enfermedades. También ha disminuido la mortalidad por párkinson y alzhéimer y la derivada de complicaciones en la salud de recién nacidos.
La brusca caída de la esperanza de vida durante dos años consecutivos aleja aún más a Estados Unidos de otros países occidentales. Los problemas crónicos de cobertura sanitaria, la obesidad y las relativamente altas tasas de homicidios sitúan al país lejos de los niveles de Canadá, Australia, Japón y los países europeos más desarrollados, donde la esperanza de vida se sitúa por encima de los 80 años (en España en 2020 fue de 82,4 años). EE UU registra ahora niveles similares a los que se encontraban en 2019 (antes de la pandemia) países como Marruecos, Argelia, China o buena parte de los países de Sudamérica.
Los datos publicados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud son provisionales, estimaciones tempranas basadas en los certificados de defunción recibidos, procesados y codificados, pero no dados por definitivos. La información de los certificados de defunción puede ser revisada, y se pueden recibir certificados de defunción adicionales hasta aproximadamente seis meses después del final del año. Las variaciones de los datos definitivos con respecto a los provisionales no suelen ser grandes en los principales agregados.
Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.