Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

viernes, 10 de febrero de 2012

103).-Picnic at Hanging Rock.-a


Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Nelson Gonzalez Urra ; Ricardo Matias Heredia Sanchez;Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Alamiro Fernandez Acevedo; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán ; Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas


A pesar del paso del tiempo “Picnic en Hanging Rock” conserva toda su fuerza visual y por eso rescatamos este clásico del séptimo arte para analizar sus claves.
La cinematografía australiana en 1975 comenzó a internacionalizarse gracias a un joven cineasta llamado Peter Weir. En aquel momento el realizador precisaba de un espaldarazo por parte de la crítica y el gran público a su incipiente carrera. Eso lo consiguió gracias a “Picnic en Hanging Rock”, que se alzó con el BAFTA a la mejor fotografía, abriendo las puertas al mercado internacional a la excolonia británica. Weir encontró ingredientes diversos en el guion de Cliff Green como para ver factible la atracción de un público heterogéneo a las salas de cine.


El largometraje está basado en la novela homónima de Joan Lindsay, publicada en 1967, que gira en torno a la desaparición de tres alumnas y una profesora de álgebra de la institución Appleyard, un internado femenino de Australia, el día de San Valentín de 1900. Estas nunca más volvieron a ser vistas. Lo único cierto en este relato es la localización montañosa, Hanging Rock. Aunque los hechos narrados parecen reales, no lo son. Nunca desaparecieron cuatro personas, el colegio no existió, pero en la actualidad existe una visita guiada por el lugar donde, irónicamente, te cuentan estos hechos como si fueran reales. El motivo es que la novelista generó toda una leyenda en torno a su propia historia, que ella se encargó personalmente de fomentar, de tal forma que la gente del momento acabó creyéndosela. Weir astutamente la fagocitó creando un relato lleno de suspense, que mantiene atrapado al espectador en todo momento.

Este filme es todo un clásico del séptimo arte por sobrados motivos. El primer acto de “Picnic en Hanging Rock” posee una narrativa totalmente heredera de Stanley Kubrick y su “Barry Lyndon”. La gran diferencia estriba en la elección de los referentes pictóricos. En el caso de Weir es de tintes muy clásicos porque basculan entre el renacimiento, el prerrafaelismo y el impresionismo, alejándose por completo de la pintura británica ensalzada por John Alcott. Así, el principal referente visual de la secuencia donde Michael Fitzhubert decide ir a rescatarlas es el impresionista Renoir y su obra “El almuerzo de los remeros”. 

Russell Boyd ilumina y perfila a Miranda como toda una venus surgida de la paleta de Boticelli. Hasta tal punto llega el parecido que es imposible no referirse a obras como “Venus” o “La primavera” a la hora de analizar la descripción de la relación entre las dos jóvenes estudiantes, Miranda y Sara, que se convierten en una suerte de burguesas vírgenes vestales. El espectador durante este acto podrá apreciar cómo se insinúan las relaciones amorosas no correspondidas entre ambas jóvenes, dotando a la historia de una gran carga lésbica. Es aquí donde los acordes de la flauta de pan de Gheorghe Zamfir, que interpreta el tema “Doina Sus Pe Culmea Dealului”, se convierten en el motor de esa atmósfera sensorial dominada por los cánones de la belleza clásica.

Así llegamos a la desaparición. Weir en ese instante cambia totalmente de referente narrativo y se adentra de lleno en las claves hitchcocknianas. De ahí que la desaparición de los personajes sea el gran mcguffin de “Picnic en Hanging Rock”, usando este hecho para atrapar toda la atención del espectador sin tener la menor intención de resolver el enigma. Es más, al igual que hiciera la novelista, Weir contribuye en todo momento a fomentar el halo de misterio. Ahí juegan un papel importante los dos personajes masculinos, el criado Albert y Michael Fitzhubert. Ambos, cuando la policía abandone la búsqueda, continuarán con ella en solitario. Inclusive el joven Michael embriagado por la belleza de la Venus llegará a poner su vida en peligro al establecer una conexión espiritual con Miranda.

Llegados a este punto se hace inevitable hacer una lectura clásica de la trama planteada por Weir, de tal forma que Miranda es Perséfone, que acude al hito natural de Hanging Rock donde será raptada por Hades para convertirse en la reina del inframundo, por ese motivo cuando está a punto de morir ese joven efebo que es Michael, volverá a encontrarse con Miranda.

La elegancia sobrenatural

Weir sabe plantear con suma elegancia las bazas sobrenaturales de la historia sin caer en el ridículo. Para ello aprovecha las dobles lecturas y las oportunidades que le brinda la historia. El filme arranca con una predicción por parte de Miranda, que una vez hecha, será la causa de que se haga realidad. Esta tiene lugar cuando está a solas en la habitación con Sara. En ese momento le dice: «Debes aprender a querer a otras personas a parte de mí, Sara. No estaré aquí mucho tiempo más». Puede que realmente en ese momento le esté manifestando que su amor es imposible más allá de la esfera platónica, y que deben mirar adelante. Puede que le esté diciendo que el curso finaliza y tiene que regresar a su casa donde le espera su novio. Es en el terreno de la ambigüedad donde mejor funciona las dobles lecturas y el misterio planteado.


En esta obra podemos apreciar un tema que será recurrente en la obra de este cineasta australiano: el poder de la naturaleza. Las jóvenes en cuanto entran en comunión con esta verán cómo se desmoronan las barreras culturales que les impone el estricto corsé social de la institución Appleyard a través de la figura de su directora, interpretada magistralmente por la veterana actriz Rachel Roberts. Así es como estas venus griegas se dejan embriagar por la todopoderosa diosa naturaleza, entrando en un mortal éxtasis que las llevará a contravenir las reglas sociales y acabar desapareciendo. Weir refuerza esta dicotomía naturaleza-reglas sociales durante la secuencia del almuerzo al contraponer en la banda sonora a la flauta de pan el segundo movimiento del concierto No 5 del romántico compositor alemán Ludwig van Beethoven.






























































Picnic at Hanging Rock es una película australiana de 1975 protagonizada por Rachel Roberts, Dominic Guard, Helen Morse, Jacki Weaver, Anne Lambert, Christine Schuler y Karen Robson, dirigida por Peter Weir. Está basada en la novela homónima de Joan Lindsay, publicada en 1967.

Sinopsis

La acción transcurre en 1900 en Australia Meridional. Un grupo de alumnas de un colegio victoriano va a hacer una excursión el día de San Valentín a un lugar llamado Hanging Rock, una formación rocosa de origen volcánica. Tras el picnic, un pequeño grupo de alumnas junto con una profesora deciden investigar las zonas más recónditas del lugar, pero sólo una de ellas volverá a ser vista, aunque no recordará nada.

Reparto

Rachel Roberts - Mrs. Appleyard
Vivean Gray - Miss McCraw
Anne-Louise Lambert - Miranda
Karen Robson - Irma
Jacki Weaver - Minnie
Tony Llewellyn-Jones - Tom
Helen Morse - Mlle. de Poitiers
Dominic Guard - Michael Fitzhubert
Jane Vallis - Marion
Frank Gunell - Mr. Whitehead
Kirsty Child - Miss Lumley
Margaret Nelson - Sara

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