Caricaturas de Barrister (Abogados) en revista inglesa Vanity Fair

domingo, 10 de enero de 2021

427).-Símbolos de la justicia.-a

LA BALANZA.

EL MAZO.

LA CAMPANILLA, INSTRUMENTO DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA.

LOS FASCES.

Ana Karina Gonzalez Huenchuñir

Cuál es el origen de la balanza de la Justicia.



El símbolo más conocido de la Justicia es la balanza. O para ser más precisos, la de una mujer con los ojos tapados, que representa a la Justicia, y que porta en una mano una balanza. La balanza representa la igualdad con que la Justicia trata a todos. En la otra mano porta una espada, que es la fuerza, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de los que se sirve la Justicia para imponer sus decisiones.
Sin embargo, la balanza como símbolo de la Justicia no es moderno sino que se remonta al principio de la civilización humana. Concretamente al Antiguo Egipto. Como todos ustedes saben, cuando un egipcio moría se procedía a la momificación de su cuerpo. El único órgano que se dejaba era el corazón, que era la llave hacia el paraíso.


En el interior del sarcófago o a su lado se dejaba un rollo de papiro, conocido como “El libro de los muertos”. Estos textos eran de vital importancia para el Ba, el alma del difunto, en su camino hacia la otra vida. Porque para llegar a ella tenía que pasar por un peligroso lugar, habitado por monstruos de todo tipo.
Para superar todas las pruebas, el Ba, el alma del difunto, a guisa de un Indiana Jones cualquiera, se enfrentaba a todos los peligros haciendo uso de los conjuros contenidos en “El libro de los muertos”. Así, si el éxito le alumbraba, llegaba a la otra vida.
Pero llegar a Yarú, como se conocía a la otra vida en la civilización egipcia, no significaba el disfrute del paraíso eterno. Como aliciente, se dejaba que los familiares y los amigos difuntos lo recibieran y le dieran ánimos. Porque todavía quedaba por pasar la prueba más importante. Una prueba que tenía lugar en la Sala de las dos Verdades, ante tres dioses: Osiris, Tot y Anubis, al que recordarán por su cabeza de chacal.



Allí, el difunto entregaba a Anubis su corazón, con las buenas obras, y este lo colocaba sobre uno de los platos de una balanza. Sobre el otro ponía la “Pluma de Verdad”, una pluma de avestruz, que contenía las malas obras cometidas durante la vida terrenal.
Si el corazón pasaba la prueba, si pesaba más que la pluma, los tres dioses permitían al alma acceder al Yarú.
Si, por el contrario, la pluma pesaba más que el corazón aparecía el Devorador, un monstruo espantoso, mezcla de león, cocodrilo e hipopótamo. El Devorador se comía el corazón. Eso significaba que el Ba desaparecía en la nada porque en la religión egipcia no existía el infierno.
La balanza egipcia fue luego adoptada por los griegos, como accesorio identificativo para Themis, su diosa de la Justicia, significando su esencia: la igualdad con que todos los ciudadanos son tratados.

De Grecia la tomaron los romanos para Iustitia, su versión nacional de la justicia griego.

Y de ahí ha llegado hasta nosotros, en un largo periplo de más de cinco mil años desde la primera dinastía del Imperio Antiguo de Egipto, en el año 3.000 antes de Cristo, cuando el ser humano comenzó a forjarse a sí mismo.


EL MAZO.




El mazo, también llamado mallete, se utiliza en los países anglosajones, como Reino Unido, Irlanda o Estados Unidos. Lo han visto en las películas.

Su origen, según los entendidos, es netamente masón y aunque no hay constancia de cuándo y cómo fue adoptado por esos sistemas de justicia, tanto en los tribunales como en el mundo de las logias masónicas tiene un mismo sentido: representa el poder y la autoridad.

El mazo o mallete se ha convertido hoy, junto con la balanza y la espada, en el símbolo más identificativo de la Justicia en todo el mundo.

Este simbolismo jurídico-legal está también muy presente en la Iglesia Católica.

Cuando muere un Papa el camarlengo, el hombre que administra los bienes de la Iglesia entre un Papa y otro, golpea tres veces con un pequeño mazo o martillo de plata y mango de marfil la frente del pontífice difunto y concluye diciendo “Papa mortuus est”.

En verdad, el Papa está muerto.



LA CAMPANILLA, INSTRUMENTO DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA.





La campanilla, por otra parte, es el instrumento del que se sirven los jueces españoles para realizar esas mismas funciones que los anglosajones con el mazo, aunque es cierto que últimamente ha entrado en desuso.

Por ejemplo, el magistrado presidente del juicio por el proceso separatista no lo utiliza. Y como él muchos de sus compañeros.

La campanilla, es de conocimiento general, es un instrumento que se utiliza durante la misa y que suele tañir el acólito en el momento de la elevación.

Durante cientos de años los lugares en los que se celebraban los juicios en España fueron las puertas de las Iglesias y las catedrales.  Era lógico, por lo tanto, que, a la hora de optar por un instrumento que se escuchara bien, se eligiera la campanilla por proximidad, familiaridad y eficacia; el sonido de la campanilla es más agudo y claro que el del mazo.
El uso de la campanilla en la Iglesia es una derivación, en menor escala, de la utilización de las campanas.
En la época paleocristiana, las campanas se empleaban en las catacumbas para convocar a los fieles a misa.
Desde el siglo VI de nuestra era se convirtió en algo usual en monasterios y conventos.De esa forma fue adoptado como el método más eficaz de llamar a los cristianos, identificando su sonido con la presencia de Cristo y su protección bienhechora.

En la tradición occidental, fueron los egipcios -¿cómo no iba a ser así?- los que comenzaron a emplearlas en las fiestas consagradas a Osiris, después la adoptaron los griegos en sus fiestas dionisiacas y los romanos en sus procesiones.
En todos los casos confiriéndole un sentido positivo, considerando que su sonido atraía las buenas influencias y alejaba las perniciosas.
Las nuevas generaciones de jueces españoles hacen hoy un menor uso de la campanilla que la que hacían sus mayores. Algunos, incluso han adoptado el uso del mazo, lo han podido ver a través de la televisión.

Sin embargo, buena parte de ellos coincide en que la herramienta más poderosa para imponer la autoridad no es ni la campanilla ni el mazo.




Los fasces.




Los fasces (masculino plural según enmienda de la vigésima tercera edición de la Real Academia Española, palabra plurale tantum proveniente del latín fascis, «haz», «manojo») o haz de lictores eran la unión de 30 varas (generalmente de abedul u olmo, una por cada curia de la Antigua Roma), atadas de manera ritual con una cinta de cuero rojo formando un cilindro que sujeta un hacha común o una labrys.

Origen

En origen era el emblema del poder militar de los reyes etruscos, adoptado igualmente por los monarcas romanos, que pervivió durante la república y parte del imperio. Tradicionalmente, significa poder, por el haz de varas, «la unión hace la fuerza», puesto que es más fácil quebrar una vara sola que quebrar un haz, y por el hacha, la justicia implacable sobre la vida y la muerte.

Desde los comienzos de la República romana, los fasces eran llevados al hombro por un número variable de lictores, fasces lictoriae, que acompañaban a los magistrados curules como símbolo de la autoridad de su imperium y su capacidad para ejercer la justicia, como poder de coerción y castigo (el haz de varas para la flagelación y el hacha para la pena de muerte). Sin embargo, después de las leyes de las Doce Tablas, ningún magistrado romano podía ejecutar sumariamente a un ciudadano romano.


Dentro del pomerium, el límite sagrado de Roma, los fasces no podían llevar el hacha, indicando que dentro de la ciudad los magistrados curules tenían derecho de castigar, pero no de ejecutar. Tan sólo al dictador le estaba permitida la inserción del hacha.


Lictor 


(plural lictores) era un funcionario público que durante el periodo republicano de la Roma clásica se encargaba de escoltar a los magistrados curules, marchando delante de ellos, e incluso de garantizar el orden público y custodia de prisioneros, desempeñando funciones que hoy se podrían identificar con la policía.
​ Los lictores debían ser ciudadanos romanos de pleno derecho, aunque el sueldo y la condición social del cargo debieron de ser más bien escasos. El oficio de los lictores consistía sobre todo en ejecutar a los reos cuando estos eran ciudadanos romanos. Los extranjeros y los esclavos eran castigados por mano del verdugo (carnifex). Los lictores precedían también probablemente a la ejecución de los juicios dictados en materia civil. 
Además avisaban a los que encontraban por los caminos, para que prestasen el homenaje debido a los magistrados a quienes precedían, homenaje que consistía en echar pie a tierra los que iban a caballo y en apartarse y descubrirse la cabeza los peones.

De origen etrusco, eran los portadores simbólicos del imperium, es decir, de los derechos y prerrogativas inherentes a una autoridad concreta, constituyendo uno de los elementos más característicos del simbolismo constitucional romano. El derecho a ser escoltado pasó de los reyes a los magistrados con imperium.


Fuera de Roma, los lictores vestían túnica escarlata, ceñida por un ancho cinturón de cuero negro claveteado con latón, y portaban sobre el hombro izquierdo un haz de varas (fasces), en el que se encontraban insertas una o dos hachas, lo que simbolizaba la capacidad del magistrado cum imperium para castigar y ejecutar. En cambio, cuando se hallaban dentro del pomerium (la frontera sagrada de la ciudad de Roma), los lictores vestían toga blanca y fasces sin hachas, simbolizando la limitación del poder, pues no podían ejecutar a ningún ciudadano (aunque sí azotar).

Si bien se desconoce su número total, muy posiblemente fueran dos o tres centenares. Se hallaban agrupados y organizados en un colegio o agrupación, dentro de la cual se organizaban en decurias con un prefecto al mando de cada una y varios presidentes por encima de los prefectos.

El número de lictores indicaba el grado del imperium: el dictador tenía 12 (24 a partir de Sila) y la potestad para llevar hachas dentro del pomerium; los cónsules y procónsules, 12; pretores y propretores, 6; ediles curules 2. El último lictor de la fila que acompañaba al magistrado en cuestión era el proximus lictor, y solía ser un hombre de confianza. Además, el flamen dialis era también acompañado por e1 lictor.


En un principio los lictores eran escogidos entre las clases inferiores del pueblo (plebs); pero más tarde parece que este empleo perteneció generalmente a los emancipados, probablemente a esclavos antiguos del magistrado y adictos a él. Los lictores pertenecían casi exclusivamente a los primeros magistrados de la república. Sin embargo , algunas veces se otorgaba esta escolta honorífica a ciertas personas ya como muestra de respeto, ya como protección. Así vemos que una ley de los triunviros ordenó que las vestales no saliesen sin ir acompañadas de un lictor y también se concedió uno o dos lictores a las mujeres de la sangre imperial.

También había otros lictores, en número de treinta, que se llamaban lictores curiati, los cuales tenían por oficio llamar al pueblo a los comicios por curias, y cuando estas asambleas no fueron ya más que una formalidad o poco más, los treinta lictores representaban en ellos los sufragios del pueblo.​

Al carecer de agentes militares o civiles para hacer respetar la ley, Roma solía obligar al colegio de lictores a aportar miembros del mismo para todo tipo de extrañas tareas. Contaría el organismo con unos trescientos, todos de gran estatura, mal pagados por el Senado y, por consiguiente, dependientes de la generosidad de aquellos a quienes servían. Residían en un edificio con un reducido terreno detrás del templo de los Lares Praestites en la Vía Sacra, residencia que ellos encontraban agradable por el solo hecho de estar situada detrás de la estructura alargada de la mejor posada de Roma, a la que siempre podían llegarse a echar un trago. Los lictores escoltaban a los magistrados con imperium y se disputaban la suerte de servir en el séquito de un gobernador destinado al extranjero, porque así compartían los botines y confiscaciones propios del cargo. Los lictores representaban a las trece divisiones de Roma, llamadas curiae, y estaban obligados a prestar servicio de guardia en la Lautumiae o en el cercano Tullianum, en el que los condenados a muerte pasaban las últimas horas antes de ser estrangulados. Aquel servicio de guardia era la tarea más denigrante que asignaba a los lictores el jefe de un grupo de diez; era un servicio que no les reportaba propinas, sobornos ni nada. La hoja de servicio estipulaba que tenían que vigilar la puerta, y, ¡por Júpiter!, que más no pensaban hacer.


Imperium 


Imperium es un término latino (imperĭum) que se traduce como «dominio» y cuyo significado moderno es el poder público. En la Antigua Roma significaba el poder de mando y castigo, de índole militar, del gobernante sobre los ciudadanos convocados a la guerra y el dominio sobre los territorios conquistados. No existe una traducción exacta al español, dado que el sistema político moderno de división de poderes difiere del romano antiguo, pero es similar al concepto de "soberanía".

Antigua Roma

En su origen etrusco se trataba de la facultad y el derecho reconocido a una persona (dictador) o un conjunto de ellas, para ejercer con autoridad el poder militar. Y así fue en sus inicios en la Antigua Roma. De acuerdo a la tradición, fueron los dioses los que, en la fundación de Roma, concedieron el imperium a los reyes. El imperium no era la única forma de autoridad existente para los romanos. También estaban la auctoritas y la potestas. La especificidad del imperium radica en el plano militar. El imperium consistía esencialmente en el mando de los ciudadanos en armas, lo cual incluía la capacidad de dictar sentencias de azotamiento o de muerte.

Durante la República pasa a ser una atribución de los funcionarios superiores, elegidos por la asamblea militar (comicia curiata): los magistrados curules (cónsulespretores, ediles curules), los promagistrados (procónsules o propretores) y el dictador. Se atribuía, bien como imperium domi bien como imperium militae. El primero tenía más un carácter de poder civil y se ejercía dentro de la ciudad; el segundo era más difuso, en algunos casos con poderes que alcanzaban la autoridad civil y militar, pero quedaba relegado a ejercerse fuera de Roma e incluía la posilidad de dictar penas de muerte sobre los legionarios. 
A diferencia de la monarquía y posteriormente del imperio, en la República el imperium era un poder temporalmente fijado por la duración del cargo y era compartido con otros magistrados. El imperium no podía ser usado arbitrariamente por el magistrado contra los conciudadanos a su mando, porque al término de su gestión el magistrado volvía a ser uno más entre ellos y podía ser llevado a juicio. Hacia el final de la república, la diferenciación entre los dos tipos de imperium ('domi' y 'militae') se había diluido y su diferenciación se estableció en función del cargo que ocupaba quien lo ostentaba. Así surgen el imperium consular, el pretoriano, el proconsular
El imperio proconsular era ejercido en una provincia y daba lugar a grandes abusos porque los habitantes que no tenían la ciudadanía romana estaban a merced del pro-magistrado.



Temis (mitología)



Bacciarelli Themis


En la mitología griega, Temis (en griego Θέμις Themis, que significa ‘ley de la naturaleza’ más que 'autoridad humana’) es una diosa preolímpica que representa la justicia y la equidad. Suele representarse con la balanza y la espada, y en la mayoría de las ocasiones con los ojos vendados. ​Es mencionada por Hesíodo entre los seis hermanos y las seis hermanas hijos de Gea y Urano. ​Higino la imagina como hija del Éter y la Tierra, y no la incluye como parte de los titanes. Temis tenía varios templos en Grecia, aunque los autores antiguos no los describen con gran detalle. Uno de ellos se ubicaba en el santuario oracular de Zeus en Dodona, Tanagra. ​En Atenas poseía otro templo cerca de la acrópolis.
Entre estos titanes del mito primordial, pocos fueron venerados en santuarios específicos en la época clásica, y Temis era tan antigua que los seguidores de Zeus afirmaban que fue con él con quien tuvo a las tres Moiras. ​Efectivamente en el catálogo de esposas de Zeus, Temis ocupa el segundo lugar, a continuación de Metis. Un fragmento de Píndaro, sin embargo, cuenta que las Moiras ya estuvieron presentes en las nupcias de Zeus y Temis, y que de hecho brotaron con Temis de los manantiales del Océano que circundaba el mundo, y lo acompañaron por el brillante camino solar a ver a Zeus en el Olimpo.
​Con Zeus concibió a las Horas, Eunomia, Dice e Irene. Temis estuvo presente en Delos como testigo del nacimiento de Apolo. De hecho en un himno homérico a Temis se la denomina explícitamente como Icnea, entendida como la «que persigue o rastrea» (a aquellos que transgredan las leyes).​Temis, junto con las Moiras, una vez impidió que Zeus matara a unos ladrones que intentaban robar miel de la cueva sagrada en el monte Dicte, ya que se consideraría impío que alguien muriera en el recinto sagrado. En vez de eso, Zeus convirtió a los ladrones en pájaros.


Temis, la del ‘buen consejo’, era la encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres. De hecho en la Ilíada leemos que ella se encarga de reunir a los otros dioses para participar en las asambleas de Zeus. Cuando se le hace caso omiso, Némesis trae el justo y colérico castigo. Temis no era colérica: ella, ‘la de preciosas mejillas’, fue la primera en ofrecer a Hera una copa cuando volvió al Olimpo afligida por las amenazas de Zeus.​ Temis presidía la correcta relación entre hombre y mujer, la base de la familia legítima y ordenada, y la familia era el pilar del dimos. Los jueces eran a menudo llamados themistopoloi, ‘sirvientes de Temis’. Tal era la base del orden en el Olimpo también. Hera se dirigía a ella con mucho respeto, llamándola como la «señora Temis».
El nombre de Temis podría haber sido sustituido por Adrastea («ineludible») al nacer Zeus en Creta. Construyó el Oráculo de Delfos, y ella misma era pitonisa. Temis fue una de las deidades que estaban tras el Oráculo de Delfos, que recibió de Gea; más tarde Temis lo cedería a su hermana Febe, abuela de Apolo. Otros dicen que Temis ayudó a Apolo a fundar el oráculo, con el propósito de beneficiar a la humanidad.
​Temis siguió aconsejando con sus profecías, así alertó a los otros dioses de la inminente guerra que se cernía sobre Tebas. En otro episodio es precisamente Temis quien avisa a Zeus y Poseidón acerca del destino de la nereida Tetis, que alumbraría a un hijo destinado a eclipsar a su padre.​Temis también estuvo presente cuando Leto alumbró a Apolo, y se encargó personalmente de alimentarle con néctar y ambrosía.​O puede que Temis también estuviese presente en el alumbramiento de Zeus, y se encargó, junto con la ninfa Amaltea, de criar al pequeño.​En los textos órficos se nos dice que Temis permanecerá virgen hasta el día que Rea alumbre a sus hijos.

Temis está relacionada con Jápeto de manera implícita, lo que indica que pudieron estar unidos como hermanos. Esquilo imagina a Prometeo como hijo de Temis, pero añade que esta también pudiera ser Gea.​Las hijas astrales de Zeus y Temis, ninfas del Erídano​ o las Hespérides,​ son tradicionalmente hijas de Atlante, otro hijo de Jápeto. A Temis precisamente fue a quienes acudieron directamente Deucalión y Pirra, sangre de Jápeto. Temis les aconsejó para que lanzaran las piedras para así poder renovar la humanidad.​ Graves por algún motivo la empareja con Eurimedonte, y dice que ambos rigen el planeta de la ley, Júpiter.
La equivalente romana de uno de los aspectos de la helénica Temis, como la personificación del derecho divino de la ley, fue Iustitia (trad. «Justicia»). Sus orígenes están en las abstracciones civiles de la forma de pensar romana, más que en la mitología arcaica, por lo que intentar comparaciones no resulta del todo apropiado. Representada como una mujer impasible, con los ojos vendados y llevando una balanza y una cornucopia, la imagen esculpida a la entrada de los juzgados es Iustitia, no Temis. Se la representa sobre un león para señalar que la justicia debe estar acompañada de la fuerza



 

Justicia (mitología)






Justicia (latín: Iustitia) es la diosa romana de la Justicia, una personificación alegórica de la fuerza moral en los sistemas judiciales. Es equivalente a la diosa griega Dice.

Descripción

La personificación de la justicia equilibrando la balanza de la verdad y la justicia se remonta a la diosa Maat, y más tarde Isis, del antiguo Egipto. Las deidades helénicas Temis y Dice fueron posteriormente diosas de la justicia. Temis era la encarnación del un orden divino, el derecho y las buenas costumbres, en su aspecto como la personificación de la justicia divina de la ley. Sin embargo, una conexión más directa es a Dice, hija de Temis, quien fue retratada llevando balanzas.
"Si algún dios hubiera estado sosteniendo el nivel de la balanza de Dice" es un fragmento sobreviviente de la poesía de Baquílides. La Antigua Roma adoptó la imagen de una diosa femenina de la justicia, que se llamaba Iustitia. Desde tiempos romanos, Iustitia ha sido frecuentemente representada llevando una balanza y una espada, con los ojos vendados. Su iconografía moderna adorna con frecuencia juzgados y tribunales, y combina los atributos de varias diosas que encarnaban la regla adecuada para los griegos y los romanos, mezclándose los ojos vendados de la diosa romana Fortuna (la suerte), con la griega Tique (el destino), y la espada de Némesis (la venganza).
Justicia es más a menudo representada con una balanza típicamente suspendida de su mano izquierda, en la que se mide la fuerza de apoyo de un caso y la oposición. Ella también es a menudo vista llevando una espada de dos filos en su mano derecha, simboliza el poder de la razón y la justicia, que puede ser ejercido a favor o en contra de cualquiera de las partes.

La venda

Desde el siglo XV, la Dama de la Justicia ha sido a menudo representada con los ojos vendados. La venda en los ojos representa la fe en que la justicia es, o debería ser, impuesta objetivamente, sin miedo ni favoritismos, independientemente de la identidad, el dinero, el poder o debilidad; la justicia ciega e imparcial. 


Las primeras monedas romanas representan a Iustitia con la espada en una mano y la balanza en la otra, pero con los ojos descubiertos.​ Iustitia sólo se representa comúnmente como "ciega" desde fines del siglo XV. 

La estatua de tamaño natural en el pilar es Iustitia ,, la personificación de la justicia . Se la representa de pie en un gracioso contrapeso sosteniendo sus atributos tradicionales : la espada de la justicia en la mano derecha, una balanza en la mano izquierda y una venda sobre los ojos. Su traje está confeccionado a la manera antigua,  con los pies calzados con sandalias, una rodilla descubierta, vistiendo una armadura dorada decorativa adornada con arabescos en bajorrelieve sobre sus túnicas azules. A los pies de la Justicia, cuatro bustos más pequeños abarrotan el pedestal: un Papa, un Emperador, un Sultán y un Schultheiss. Todas las figuras han cerrado los ojos como en sumisión. Representan los Cuatro Poderes Terrestres , las cuatro formas de gobierno según el humanismo renacentista : la teocracia (el Papa), la monarquía (el Emperador), la autocracia (el Sultán) y la república (los Schultheiss). 



La primera representación conocida de Iustitia ciega es la estatua de Hans Giengen de 1543 en el Gerechtigkeitsbrunnen (Fuente de la Justicia) en Berna.



En lugar de utilizar el enfoque de Jano, muchas esculturas simplemente dejan a un lado la venda de los ojos por completo. Por ejemplo, en la cima de la corte de Old Bailey de Londres, una estatua de la Dama de la Justicia está, sin los ojos vendados,​ los folletos del tribunal explican que esto se debe a que la Dama de la Justicia no estaba originalmente con los ojos vendados, y debido a su "forma de doncella" se supone que garantiza su imparcialidad, haciendo de la venda algo redundante.​ 
Corte del Condado de Shelby


Otra variante consiste en representar a la Dama de la Justicia con los ojos vendados a escala humana, pesando las demandas opuestas en cada mano. Un ejemplo de esto puede verse en la Corte del Condado de Shelby, en Memphis, Tennessee.



No hay comentarios:

Publicar un comentario